Hunter VIII:
Habiendo explicado rápido y mal lo que quería Belos con la Dama Búho fue Raine quien apresuró a sus compañeros para dirigirse a la Casa Búho pero Baramos los hizo aparecer en algún lugar de la mano izquierda del Titán y Huesosburgo estaba a varios kilómetros.
Fue Eberwolf quien sugirió un método rápido para moverse de un lado a otro de la Isla, un método que desagradó a Darius y declinó fuertemente pero Raine no quería lidiar con los manierismo de Darius y le dijo a Eberwolf que hiciera lo que tuviera que hacer.
Eberwolf procedió a invocar a un gusano-ratón adulto que les hizo espacio a todos en su boca y empezó a arrastrarse bajo tierra a gran velocidad. Baramos por su lado emprendió el vuelo dirigiéndose también a la casa de la Dama Búho.
Cuando el húmedo y oscuro viaje terminó, el gusano-ratón los dejó en el centro de Huesosburgo por lo que aún faltaba para llegar con Eda, así que encaminaron sus pasos al dirigible de registro civil que usaron los Líderes de Aquelarre para llegar a la ciudad.
— ¿No puedes hacer que esto vaya más rápido? —. Exige Raine.
— Está yendo a todo lo que da. Ya estamos cerca —. Dice Darius que maneja el dirigible.
— ¿Dónde está tu amigo? —. Pregunta Raine a Hunter.
— Dijo que nos alcanzaría, y lo hará, confío en él —. Responde Hunter con seguridad.
— ¿Dónde conociste a ese sujeto exactamente? —. Cuestiona Darius.
Hunter no alcanza a responder pues el dirigible empieza a tambalearse y ser sacado de su curso mientras ven la sombra de una gran criatura alada sobre ellos. Cayendo fuertemente a tierra, el dirigible queda inutilizable y sus tripulantes aturdidos.
Regresando poco a poco la razón, Hunter ve a un monstruo alado parecido a un dragón azul turquesa con un vientre verde pálido. Tiene un cuerpo alargado parecido a una serpiente con ocho pares de patas pequeñas. Tiene rasgos corporales que literalmente se componen de manos y dedos. La cabeza está compuesta por dos manos con cuatro dedos, colocadas en posición de oración. Detrás de su cabeza hay cuatro pares de cuernos: un par pequeño detrás de los pulgares y tres pares que están dispuestos del más largo al más corto al lado de la cabeza. Las miniaturas en la cabeza sirven como ojos, mientras que los otros tres pares de dedos forman su hocico. La mitad delantera de los dedos del hocico están curvados de forma que forman la boca de la criatura, lo que hace que su boca se abra de lado a lado como las mandíbulas de la mayoría de los insectos. Cada dedo en el hocico termina con una pequeña uña negra y afilada.
Dentro de su boca, sin embargo, cada dedo está cubierto por dos filas de dientes marrones y en el medio tiene una lengua larga, rosada, elástica y puntiaguda. Su par de alas son solo un par de manos gigantes con siete dedos.
Dicha criatura es una montura y su jinete le habló a todos los tripulantes del dirigible:
— ¡Fue un alivio saber que no habías muerto esa vez que desapareciste! ¡Así puedo hacer el trabajo yo misma! —, exclama Kikimora desde el lomo de su mascota, — ¡Por alta traición y crímenes contra las Islas Hirvientes el Emperador los ha condenando a todos a muerte! —. Kikimora despliega un pergamino con el sello imperial. Belos ya había decidido su destino.
— ¡Ahora entiendo porque tu madre no te invita a sus reuniones familiares! —. Le grita Darius levantándose.
— ¡Para tu información, sí me invitaron esta vez! —, la mascota de Kikimora da un coletazo y destruye lo que queda del dirigible, — Pero decliné la oferta. Acabarlos me asegurará subir de rango dentro del aquelarre.
Raine lanza un potente silbido con la magia de bardos que aturde brevemente a la mascota de Kikimora, lo que les permite emprender la huída. La casa de Eda estaba cerca, la habían visto desde arriba, así que una vez ahí Eda se defendería y ni siquiera Belos podría hacerle frente.
Eberwolf hace una seña para que se detengan, pues había notado algo raro entre los árboles. La tierra se abre y un gran capullo de hojas verdes se levanta desde el fondo y se abre revelando a una vieja bruja con vestido rosa y varios arreglos de plantas.
— Pequeños frijolitos tomaron una mala decisión —. Dice la bruja.
— Terra Dragonaria —. Dice Raine entre dientes.
— No sé porque el Emperador los quiere muertos si los necesita para el Día de la Unidad. Pero… — Terra hace que una raíz con espinas se dirija hacia Raine y Darius.
Logran esquivar el ataque por muy poco pero a un alto costo, pues Darius ve como su capa púrpura había sido rasgada por las espinas.
— Ya fue suficiente —. Darius se envuelve a sí mismo en mezcla de abominables, aumentando su tamaño considerablemente.
Forma una espada con su mano derecha y lanza un tajo que corta las raíces que Terra había invocado. La bruja contraataca pero sus raíces solo atraviesan la mezcla y Darius hace crecer su puño y da un golpe al capullo en el que Terra está parada, haciendo que pierda el equilibrio y caiga.
Desde la retaguardia, Kikimora ataca de nuevo con su mascota a lo que Darius da un coletazo para luego sujetar a la criatura con fuerza. Eberwolf toma un aspecto feral, sujeta una raíz con su hocico y corre hacia Terra, la bruja intenta conjurar un hechizo pero Raine invoca su violín y lanza un acorde que crea una onda que derriba a la bruja de plantas y Eberwolf empieza a amarrarla hasta que queda fuera de combate.
— ¡Lárguense! ¡Yo la detendré! —. Ordena Darius.
— ¡Darius, no! —. Suplica Hunter. Un arma hecha de mezcla de abominables aparece en sus manos.
— ¡Largo! —. Hunter acata la orden y va detrás de Raine que sin pensarlo hizo lo que Darius dijo.
Con la casa a la vista Raine atina a gritar el nombre de la criminal.
— ¡Eda! —. Raine corre hacia la casa pero una cara rara y sonriente le detiene en seco.
— Eda no recibe visitas a esta hora, woo-woo —. El búho que vive en la puerta de la casa detiene su paso y se enrolla alrededor de los intrusos.
— ¡Sueltanos, pájaro-tubo! —, ordena Hunter, — ¡Estamos todos en peligro!
— ¿Qué está pasando aquí? —, todos reconocen la rasposa voz de la Dama Búho, — Hooty, ¿quiénes son…? —, Eda se queda en silencio al reconocer a uno de los intrusos, — ¿Raine?
— H-hola, Eda —, Hooty suelta por fin a los intrusos y la situación se volvió un poco incómoda.
— ¿Por qué traes al Guardia Dorado a mi casa? —. Cuestionó molesta la Dama Búho.
— Escucha, Eda, te prometo que te explicaré todo pero ahora tienes que venir conmigo antes de que… —. Raine se ve interrumpide cuando un par de figuras de estatura mediana salen de la casa.
— ¡Eda! ¿Qué sucede? —. En el portal de la casa hay un pequeño demonio con el cráneo de fuera y un par de cuernos pequeños y una niña de piel morena y ¿orejas redondas?
— ¿Tienes niños? —. Pregunta Raine.
— No son míos —. Eda desvía la mirada sonrojada.
Hay un silencio incómodo entre ambos hasta que el búho advierte de compañía no deseada. Rápidamente se ven rodeados por muchos efectivos del Aquelarre del Emperador que establecen un perímetro alrededor de la Casa Búho. Los árboles del bosque cercano crujen y se parten por la fuerza de unas raíces sobre las que va montada Terra, Kikimora y un Darius hecho prisionero.
— Ah, pero si eres tú —, dice Terra al ver a Eda, — Siempre supe que eras mala hierba. Especialmente ese día del evento de MALA. Cuando El Emperador convierta las islas en un paraíso no me arrepentiré por ningún error, excepto por haberlos dejado vivir aquel día —. Tanto Raine como Eda fruncen el ceño.
— ¡Arréstenlos a todos! ¡Y quitenle la llave a la Dama Búho! —. Eda se enfurece al fin al escuchar eso.
— ¡Pueden intentarlo! —, Exclama Eda, — Si se atreven —. Su taliamigo llega rápidamente a su mano y una onda de magia amarillo sale expulsada en señal de reto.
Un resplandor tubular ciega a todos los presentes, una leve capa de vapor cubre una figura alta con cuernos que avanza hacia la casa
— No habrá necesidad de eso —, dice Belos mientras saca su bastón, — Yo mismo la tomaré.
Hunter siente como las piernas le empiezan a temblar, un nudo en la garganta le hace sentir que se asfixia y empieza a sudar compulsivamente. A pesar de la máscara puede sentir la mirada de Belos viéndolo de arriba a abajo, como si observara directamente hacia su alma.
Como si el tiempo se hubiera detenido y el aire se hubiera acabado dejando a todos, incluso a los miembros de su propio aquelarre y a Terra, con una exhalación lenta y un sudor frío de puro terror a la espera de lo que haría Belos. La propia Eda parecía haberse quedado sin ideas o respuestas ingeniosas, admitiendo indirectamente, su propia vulnerabilidad y la superioridad mágica de Belos.
En medio del silencio un pequeño piar llama la atención de Hunter, ve a Flapjack llegar hasta él y adoptar su forma de bastón, la cual Hunter recibe en sus manos.
Fue cuando un grito gutural y desaforado cruza por todo el lugar
— ¡CALEB!
El grito provino nada más y nada menos que del propio Emperador, quien levantó su bastón hacia Hunter. Eda sin pensarlo más ataca a Belos. Los brujos del aquelarre responden con sus propios encantamientos, la niña humana llama a la Dama Búho y con unos papeles logra invocar unas raíces que las cubre a los habitantes de la Casa Búho, a Raine y Eberwolf.
Hunter hace uso de la magia de Flapjack para transportarse hacia donde está Darius, con un corte certero con el bastón logra liberar al líder del aquelarre de abominaciones mientras la lluvia de hechizos caían sobre el demonio-búho que se queja del mal comportamiento de sus "invitados" por lo que procede a golpearlos.
Belos lanza un hechizo a la cobertura de raíces dejando al descubierto a todos los fugitivos de su ley. Hunter toma a Darius y se transporta justo delante de los demás y lanza un rayo hacia Belos que lo neutraliza sin problema.
Antes de que Belos o cualquiera de su bando pudiera responder un resplandor blanco que viene desde el cielo ciega a todos. Una figura casi etérea y con alas mira desde las alturas, Belos deja caer su bastón y sus manos empiezan a temblar, es la misma figura que invadió su mente y le hizo sentir desasosiego y miedo.
Cuando la luz desapareció, ninguno de los fugitivos estaba, ni siquiera el búho-demonio estaba en la puerta. Se les había escapado, otra vez.
Hunter nota que ahora está de vuelta en ese risco donde Baramos le mostró la primera vez las fuerzas de las Islas Hirvientes preparándose. El propio Baramos está ahí junto a él.
— Hola, niño —. Aquel brujo que estaba con Baramos en esa cueva la noche que lo secuestraron.
— Raistlin, si viniste — . Dice Baramos con alivio.
— No iba a faltar a la cita y te consta — . Responde el brujo
— Nos salvaste de nuevo. Gracias —. Agradece Hunter.
— Te necesito, Hunter, ahora más que nunca —, dice Baramos en tono de súplica, — Necesitaba que supieras quien era Belos en realidad. El ataque a las islas es inminente y ahora sabes mejor que nadie que no hará nada. Lamento tener que pedirte que seas tú quien esté al frente para…
— Alto, alto —, interrumpe Darius, — ¿De verdad le estás pidiendo al niño dé la cara por Belos? Si sabes que hay tres adultos involucrados, ¿verdad?
— No sabía como terminaría todo. En la mayoría de visiones siempre quedaba solo Hunter —. La expresión de Darius es de sorpresa.
— Entonces ya que eso no pasó, podemos hacerlo los cuatro. Si dices que es inevitable una invasión a las islas, van a necesitar más de un líder —. Dice Raine.
— Agradezco que sea esa versión. Significa que hay oportunidad. Vengan conmigo, las brujas los necesitan —. Baramos empieza a caminar por un pequeño sendero, seguido por Raistlin, Darius, Eberwolf y Hunter.
No fue hasta ese entonces que Hunter se dio cuenta que los habitantes de la Casa Búho estaban también ahí. Eda habla con Raine mientras la humana, perro-demonio y el pájaro-tubo.
— ¿Entonces estamos a las puertas de una guerra, eh? —. Dice la Dama Búho.
— Así parece. Desearía haberte visto de nuevo en un mejor momento, pero…
— ¿En serio vas a ir?
— Tengo que hacerlo. No quiero y tengo miedo, pero la gente sigue creyendo que soy un Líder de Aquelarre, el título de algo tiene que valer.
— ¿Crees que ayude a la moral que la bruja más poderosa de las islas está a su lado?
— Jamás te pediría que lo hicieras y menos cuando tienes responsabilidades, — Raine mira a la humana y a los otros demonios raros, — Está bien, Eda, Voy a estar bien te lo prometo.
Hunter decide dejar de espiar mientras camina por el sendero. Ahora tenía el peso de las islas en sus hombros, un peso compartido, pero una mayor responsabilidad sobre él por ser quien es, El Guardia Dorado, que no significaba nada para ese punto pero para los ciudadanos sí. Pues fue él quien les advirtió del peligro, fue él quien los exhortó a unirse a los aquelarres, que dedicaran su vida por algo más grande. Todo era una mentira a medias.
Ahora le preocupaba otra cosa, pues ver a Raine con la Dama Búho empezó a ponderar una idea que le hacía sentir tristeza. Ahora que Belos es oficialmente su enemigo y que no haría nada por las islas al igual que el resto de los líderes ¿alguien lo va a extrañar si algo le llegara a pasar?
Cumplió con un deber durante mucho tiempo sin importarle a quien le hacía daño. Ahora tenía un deber real, uno muy grande para él, y debía cumplirlo. Temía por su vida, temía por la vida de las brujas de las islas, temía por el futuro, como siempre lo había hecho y con Flapjack en sus manos esperaba encontrar el valor suficiente para hacer lo correcto.
