Capítulo 29

Las horas pasaban lentamente, estaba tumbada en mi cama mirando el reloj sin descanso. Jasper había salido hace horas a llevar a su querida novia de regreso a su casa y todavía no había vuelto, quería hablar con él, preguntarle en qué demonios estaba pensando para hablarle a Rosalie de ese modo, pero él parecía que lo estaba esperando, porque esa noche no volvió a la casa ni para dormir.

Cuando dieron las cinco decidí que podría dormir, así que me puse en pie de un salto y comencé con mi rutina, era mi primer día de instituto después de las vacaciones de navidad y tenía ganas de ir, escapar un poco de la locura que había sido mi vida y no pensar en hermanos descerebrados ni en primas postizas embarazadas y viviendo en casa de un amigo, todo era tan irreal si lo pensabas fríamente... Jasper no se estaba comportando como haría la persona civilizada que creía que era, se había pasado cincuenta pueblos con lo que le había dicho y hecho a su prima. Pero Rosalie tampoco estaba siendo demasiado transigente, vale que yo tampoco aceptaba a María... ¿quién en su sano juicio lo haría? Pero era la persona que mi hermano había elegido y mientras él fuese feliz lo aceptaría... bueno... lo aceptaría mientras no hiciese daño a nadie intencionadamente.

Después de pensar en ello detenidamente mientras me duchaba, bajé al piso inferior, como todavía era un poco temprano, Sue no se había levantado y yo misma preparé mi desayuno y lo comí lentamente mirando cómo salía el sol por el horizonte. Sopesé mis posibilidades para ir al instituto y gruñí molesta... Jasper no había venido y, obvio, no me podría llevar, Edward estaba casi en la otra punta de la ciudad, hacerlo ir hasta la casa de Jasper era hacerlo levantarse de la cama al menos treinta minutos antes, eso no estaba bien del todo... con un suspiro resignado decidí volver a utilizar mi regalo de navidad, al menos tenía un GPS y no me perdería en mitad de la ciudad.

Cuando llegué al instituto todo eran risas y un murmullo de voces a mi alrededor, todos parecían eufóricos por volver a verse y contarse todo lo que había sucedido en sus vacaciones, yo parecía la manzana podrida de esa cesta porque caminaba cabizbaja y sin ganas hacia mi taquilla, donde me apetecía enterrar la cabeza y dejar que pasasen las dos semanas que me separaban de mi tortura. Estaba a punto de hacerlo cuando una voz me lo impidió.

— ¿Cómo ha estado mi mejor amiga? ¡No te veo desde el año pasado! Tienes tanto que contarme...

Escuchar la voz de Tanya me hizo sonreír ampliamente, la había echado terriblemente de menos, además... seguro que su mente maquiavélica era capaz de idear un plan y hacer desaparecer a la bruja de María en cuestión de segundos.

"Bella... ¿no habías decidido aceptado?" Me pregunté... pero eso era imposible, aceptar que esa mujer entrase a formar parte de mi familia, era algo que no podría hacer por mucho que lo intentase.

— Hola... —susurré a Tanya con una pequeña sonrisa al pensar que ella podría ayudarme.

— ¡Cuanto entusiasmo! —ironizó—. Me alegra saber que también me has echado de menos...

— Lo siento Tanya... no estoy en mi mejor momento... —cerré mi taquilla de golpe y dejé caer mi frente contra ella.

— ¿Qué ha hecho Cullen? —gruñó entrecerrando los ojos.

La miré sorprendida ¿cómo había llegado a esa estúpida conclusión?

— Edward no ha hecho nada —mascullé—, mis problemas son con Jasper.

— ¡Hermanos! —alzó la mirada teatralmente—. Irina también se ha pasado las vacaciones molestándome... ¿qué ha hecho? ¿Te ha castigado sin salir? ¿Te ha quitado la tarjeta de crédito? ¿Te ha obligado a hacer caridad el día de navidad?

Fruncí el ceño.

— Se va a casar... con su novia.

Tanya parpadeó y me miró confundida.

— ¿Cuál es el problema? —preguntó.

— ¿Cómo qué que cual es el problema? ¡Estamos hablando de María! Que es la personificación de... de... ¡arg! ¡Ni si quiera sé con quién compararla! —murmuré frustrada—. Es una perra, ha conseguido que Jasper eche a su prima de su casa y estoy segura de que yo seré la próxima de su lista.

— Tranquilidad —dijo alzando las manos—, explícame claramente que es lo que ha hecho esa zorra para que te tenga así de asustada.

Camino a nuestra primera clase de la mañana, le expliqué a Tanya todo lo que había pasado con María la noche anterior, omitiendo el embarazo de Rosalie y las palabras hirientes de Jasper, tampoco iba a airear secretos familiares así como así. Cuando nos sentamos en el aula de literatura estaba al borde del llanto y Tanya a punto de ponerse en pie para buscar un bazuca y darle caza a María por toda la ciudad hasta encontrarla y dispararle en el culo. Me gustaba su vena guerrera y justiciera, podía recordar perfectamente como había golpeado a Lauren pensando que tenía mi colgante, estaba segura que de tener a mi futura cuñada en frente, la dejaría sin un solo diente en su lugar y con necesitad de ponerse extensiones en su perfecto cabello negro.

— ¿Cuando dices que será el sacrificio? —preguntó en un susurro cuando al señora Bethany entró en el aula.

— ¿El qué? —pregunté confundida.

— La boda de tu hermano con la bruja esa —susurró para que no nos regañasen.

— Dos semanas —contesté en el mismo tono de voz fingiendo que buscaba algo en mi libro de texto.

Tanya abrió los ojos desmesuradamente y se quedó como en shock unos segundos.

— ¿Está preñada? —preguntó alzando una ceja.

— Espero que no... —me estremecí solo de imaginarlo.

— ¿Por qué tanta prisa entonces?

— Supongo que no querrá darle a Jasper tiempo para pensárselo y que así no se eche atrás... zorra manipuladora —entrecerré los ojos y bufé.

— Tenemos que pensar en algo para detener esa boda.

— ¿Y qué mi hermano me odie a mí también? —alcé las cejas para enfatizar mis pregunta—. Me echará él mismo de su casa sin esperar a que María mueva sus hilos para intentarlo.

— Lo siento por tu prima, ella se ha llevado la peor parte, pero si lo piensas fríamente es lo mejor. Si no puedes convivir con ella, es mejor que te vayas de esa casa cuanto antes —susurró con los labios fruncidos.

— No tengo a donde ir, mi hermano es mi único pariente vivo —mi voz se quebró pero soporté estoicamente las ganas de llorar.

— ¿Y Edward? —preguntó con inocencia.

Bufé de nuevo.

— No puedo irme a vivir con Edward... soy menor... ¿recuerdas? —pregunté lo obvio.

— Eso no tiene nada que ver, le dices que sea tu tutor, o se lo dices a sus padres... yo que sé. Bella, pero no puedes quedarte allí a merced de esa loca. Aunque sea te vienes a vivir conmigo, si hablo con mis padres y les explico la situación quizás...

— ¿Estás loca? No voy a suplicarle asilo a tus padres... —mascullé.

— Era solo una idea... si tan mal te parece ser mi hermana... —dijo bajando la mirada

Y me pateé mentalmente por tener tan poco tacto.

— No es eso Ta... es que... —suspiré— no quiero deberle favores a nadie, no sabes lo que me está costando aceptar que Jasper me ayude y eso es que mi hermano, mi conciencia no podría soportar vivir a costa de tus padres sin que ellos se sientan obligados.

— A ellos no les importaría, adoran a Jasper y seguro que no les importa hacerle ese favor.

— Es que el favor sería para mí, no para Jasper, y puede incluso que hasta él se oponga a mi idea de desertar —miré de reojo a la señora Bethany para asegurarme de que no nos prestaba atención.

— Pues vaya mierda... —rezongó dejándose caer en el respaldo de su silla y cruzándose de brazos.

— No te preocupes... encontraré una solución tarde o temprano —aseguré más para mí misma que para ella.

Después de que todas las clases se acabaron, salí del instituto con una idea muy clara, ya había avisado a Edward de que había ido en mi coche y que no fuese a buscarme, así que puse en el GPS los datos de mi próximo destino y fui hacia allí sin pensármelo demasiado.

Cundo dejé el coche frene al edificio donde estaban las oficinas de Cullen un estremecimiento recorrió espalda, me pareció más grande y amenazante que la última vez que estuve allí, pero respiré hondo para darme fuerzas y me apresuré a entrar en él y encarar a Jasper, tenía muchas cosas que explicarme.

En la recepción no me pusieron mayor problema en cuanto vieron en mi identificación que era una Swan, por lo visto ese apellido comenzaba a ser importante en Chicago y todo gracias a Jasper... Charlie seguro que se sentiría muy orgulloso de él. Ignoré la punzada de dolor en mi pecho al recordar a Charlie y bajé del ascensor en la planta correspondiente buscando la oficina de Jasper.

Ignoré completamente los reclamos de Victoria Mallory, que era tan repulsiva y cansina como su hermana Lauren, y entré sin llamar en la oficina de mi hermano. Lo encontré con los codos sobre la mesa y la cabeza apoyada en sus manos mirando al suelo mientras su respiración sonaba pesada al salir de sus labios entreabiertos, al escuchar el sonido de la puerta, alzó la mirada y ahogué un jadeo al ver su rostro.

Cerré la puerta tras de mí y en las mismas narices de Victoria, que me perseguía y continuaba diciendo algo a lo que no le presté atención. Me acerqué lentamente a él, en silencio, hasta sentarme en una de las sillas que había frente a su mesa.

— No vengas a reclamarme nada tu también... —murmuró volviendo a colorar la cabeza en la misma posición.

Suspiré.

— Por el estado de tu ojo, veo que has hablado con Emmett... ¿duele mucho? —pregunté arrugando la nariz.

— Como la mierda... pero me lo merecía —masculló.

— Estoy de acuerdo con eso... —admití— te pasaste un poco con Rose, ella no ha elegido la situación en la que está.

Jasper alzó la cabeza de golpe para mirarme y achicó un poco sus ojos.

— Ella está embarazada porque quiere, hasta tú sabrás que hay muchos métodos para evitar eso —espetó.

— Pero ella no ha decidido la situación en la que se encuentra. Su exnovio es un hijo puta y ella ha decido dejarlo para ver crecer a su hijo lejos de él y su influencia. Creo que es una decisión muy madura.

— Una decisión muy madura, para una niña de dieciséis años —ironizó.

Fruncí el ceño y bufé.

— Creo que te he dejado claro que no soy una niña —mascullé entre dientes— y Rosalie tampoco lo es, podrá hacerse cargo de sus decisiones y los problemas que ellas acarreen.

— Bella, eres demasiado inocente, aunque no sé como tú apruebas que ese bebé crezca sin padre, mejor nadie sabes lo que es eso...

— Lo sé perfectamente... ¿y qué? —alcé la voz—. Charlie no estaba para cuidarnos cuando estábamos enfermos, no nos enseñó a montar en bicicleta, ni nos daba un dólar para dulces los domingos... pero no fue su elección, tanto tu madre como la mía lo alejaron de nosotros. Él solo pagó las consecuencias de las decisiones que ellas tomaron sin si quiera consultarle.

— Pero él podía...

— ¿Qué habría hecho, Jasper? —lo interrumpí—. Tú familia lo tenía amenazado para que no pusiese un pie en Chicago y mi madre... —suspiré— Renée seguro que de algún modo también le prohibió ir a Phoenix.

— Yo habría hecho lo imposible si se tratase de mis hijos, habría luchado, me habría enfrentado a quien fuese.

— Tú tienes el respaldo del apellido Hale, Charlie solo era un Swan, el jefe de policía de un pueblo perdido en la nada, no era absolutamente nadie para luchar contra una familia de abogados como sois los Hale.

Jasper bufó y se puso en pie de golpe.

— No lo entiendes... no sabes toda la historia —murmuró mientras daba vueltas como un león enjaulado.

— Pues cuéntamela —propuse.

Se detuvo abruptamente y me miró a los ojos, su boca se abrió y se cerró varias veces sin que ningún sonido saliese de ella y después suspiró.

— No es fácil... —susurró por fin.

— La mía tampoco y tú la conoces al completo —agregué.

— Bella—suspiró de nuevo y se volvió a sentar tras su mesa, yo me recosté en el respaldo de la silla y esperé pacientemente, no tenía prisa, esperaría todo el tiempo que él necesitase.

Jasper abrió y cerró la boca varias veces durante cinco largos minutos en los que pareció luchar consigo mismo para ser capaz de decir las palabras que tenía que pronunciar. Finalmente bufó frustrado y se frotó la cara con las manos gimiendo de dolor cuando tocó su ojo morado e hinchado.

— No sé por dónde empezar —susurró con la mirada en sus manos cruzadas sobre la mesa.

— Por el principio estaría bien... —sugerí.

Jasper me miró durante unos segundos y después desvió la mirada.

— Mi madre quería casarse con Charlie —comenzó a explicar con un hilo de voz—, pero mi abuelo Jack no lo permitió... decía que él no era lo suficiente bueno para la familia Hale. Ella me dijo que decidió quedarse embarazada premeditadamente para que mis abuelos le permitiesen casarse con él, pero aun así mi abuelo Jack no se lo permitió. Intentó obligarla a casarse con otro hombre, finamente mi abuela Sally logró convencerlo y no lo hizo, pero Charlie estaba técnicamente desterrado de esta ciudad y de mi familia... como bien supones.

Se quedó en silencio unos segundos, era la primera vez que me estaba contando su historia, cuando la vez anterior le pregunté qué era lo que había pasado, apenas me contó nada alegando que no sabía mucho, pero en ese momento era diferente, se le veía completamente dispuesto a contarme la historia sin dejarse ni un solo detalle para él.

— Nací aunque mi abuelo intentó evitarlo, le prometió a mi madre grandes sumas de dinero y regalos extravagantes a cambio de que abortara, pero ella no quiso hacerlo —continuó—. Cuando nací tuvieron una disputa bastante importante por mi apellido, pero mi madre quiso que fuese un Swan y finalmente ganó ella. Me llevó a ver a Charlie un par de veces cuando crecí, siempre fue sincera y me dijo que mi padre me amaba aunque no podía estar conmigo, pero... —se detuvo y tomó aire para soltarlo lentamente— yo siempre lo culpé de no querer estar conmigo, para mí siempre fue él el culpable de que mi madre nunca fuese feliz.

— Jazz, yo... —intenté explicar lo que pensaba, Jasper solo era un niño en aquel entonces, es obvio que no viese las cosas objetivamente. Seguro que si ahora lo pensaba todo fríamente lo vería de otro modo, el verdadero culpable en toda esta historia fue su abuelo, el tal Jack. Pero él no me permitió hablar.

— Para mí la familia siempre fue muy importante, tenía una incompleta, pero creí que tanto mi madre como mi abuela Sally me amaban, ellas hacían lo posible por verme sonreír, aunque el abuelo Jack siempre me ignoró... Charlie nunca fue parte de mi familia, me llegaban sus regalos por navidades y mis cumpleaños, pero todavía los tengo guardados sin si quiera abrirlos, para mí era un completo desconocido, alguien que no formaba parte de mi vida.

Volvió a tomarse un tiempo y comenzó a mover sus pulgares uno contra el otro en un gesto de nerviosismo.

— Mi madre murió cuando yo estaba en el primer año de universidad... —susurró tan bajo que casi no lo oí— se suicidó... dejo una carta pidiéndome perdón y diciéndome que solo había vivido para ayudarme crecer, que ahora que lo había hecho ya no la necesitaba y ella no tenía ningún motivo para continuar aquí...

Ahogué un jadeo y me quedé mirando a Jasper sin poder creer lo que me estaba contando.

— Ella no era feliz porque Charlie no estaba con ella... —continuó— Charlie no luchó por lo que tenía, por estar juntos... ni si quiera luchó por verme. Eso destrozó a mi madre, la dejó hundida y muerta en vida hasta que finalmente... se fue. Me dejó solo por culpa del egoísmo de nuestro padre, que no supo ser valiente y enfrentarse a lo que fuese por su hijo.

— Jasper... —comencé a hablar no muy segura de si era el momento adecuado, él alzó la mirada y clavó sus ojos tan iguales a los de Charlie en mí, los tenía brillantes y estaba a punto de echarse a llorar... pero se estaba conteniendo— entiendo que tu vida no ha sido fácil nunca, pero ni tú historia... ni siquiera la mía... Rose es otra persona, ella es fuerte y decidida, ella podrá salir adelante con su bebé. Entiendo tus prejuicios y que estés asustado, pero Rosalie...

— Rosalie tendrá un bebé sin padre, un bebé que no sabrá lo que es ser amado por unos padres que de verdad deseaban que viniese al mundo —me interrumpió.

— Tus padres te amaban, Jazz...

— Mis padres solo decidieron tenerme para poder estar juntos, como no lo consiguieron, mi padre se rindió y mi madre se quitó la vida cuando ya no tuvo ninguna responsabilidad sobre mí y mi bienestar. Esa es mi realidad... nunca fui querido en mi familia, nunca... y al bastardo de Rosalie le pasará lo mismo —espetó.

— Tú eres tú la única persona que no quiere que nazca... tú y su padre biológico. Pero tendrá una familia detrás que lo adorará, su madre, los Cullen, yo... —añadí—. Jasper... Rosalie solo quiere tu apoyo, saber que estarás con ella aunque lo que haya decidido para ti sea un error. Ella es tu familia, la única que te queda, le estás dando la espalda y te arrepentirás de ello tarde o temprano.

— Te tengo a ti Bella, eres mi hermana... y también está María —replicó.

Contuve un bufido ante la mención de ese nombre... ¿realmente esperaba tenerla como apoyo? Esperaba, sinceramente, que sus esperanzas no muriesen, porque entonces sí que se encontraría solo...

— Las parejas van y vienen, los amigos también... solo la familia permanece a tu lado siempre —me puse en pie lentamente y me acerqué a él hasta quedar a su lado. No se movió, continuó con la mirada perdida y en la misma posición, me incliné para besar su cabeza y comencé a avanzar hacia la salida.

— ¿En qué has venido? ¿Te ha traído Edward? —preguntó en un susurro.

Me giré para mirarlo y le sonreí.

— No... mi coche nuevo corre mucho —le giñé un ojo con diversión y salí de allí dejándolo con la boca entreabierta y los ojos un poco encendidos por la furia.

Cerré la puerta tras de mí y suspiré... la historia de Jasper era realmente trágica, pero no debía adjudicar a los demás errores que todavía no han cometido y que quizás no comentan nunca, era muy injusto y egoísta de su parte. Para él las familias de verdad eran solo las que se componían de un hombre y una mujer, ambos felices con sus hijos... pero no siempre era así, debía comprender que ese tipo de historias tienen sus matices, los amores perfectos de los cuentos de hadas rara vez existen, el felices para siempre era solo una utopía, algo que muy pocos conseguían.

Levanté la mirada para dirigirme a la salida y me encontré con una imagen que hizo que la sangre hirviese en mis venas. Nunca me había considerado una persona celosa, recordaba perfectamente mi infancia y lo mucho que me gustaba compartir, después las circunstancias me obligaron a ser muy poco egoísta y dejar mi propio bienestar de lado. Pero en ese momento, completamente enamorada y disfrutando de la embriaguez de sentimientos que te provoca el primer amor y todas las cosas nuevas que descubres, todo era completamente diferente.

Me acerqué a ellos a poso normal, haciendo que mis zapatos de tacón hiciesen su característico sonido en el suelo de mármol, Victoria levantó la mirada y me miró durante unos segundos ignorándome por completo justo después y volviendo su atención a Edward... él no se enteró de mi presencia hasta que estuve frente a él, estaba demasiado ocupado intentando esquivar las manos de la recepcionista Mallory, que parecía haberse convertido en un pulpo e intentaba tocar todo lo que tenía a su alcance.

Lo peor de todo es que no podía golpearla, ni si quiera podía reclamarle nada... se suponía que Edward no era más que mi amigo casi hermano y no debía marcar territorio con él. Me sentí mal... no solo por no poder presumir de novio frente esa guarra, si no porque no podía demostrar ante nadie que Edward era mío... mi ánimo decayó, y todas las ganas de golpear a Victoria hasta hacer que olvidase hasta su nombre se quedaron hundidas en lo más profundo de mi corazón.

— Hola Edward... —susurré.

Él me sonrió alejándose un paso más de Victoria, pero ella lo acortó y se colgó de su brazo justo antes de sonreír con suficiencia.

— Hola Bella... —me saludó batallando por liberarse de sus garras—, no sabía que estabas aquí.

— Vine a hablar con Jasper.

— Ehm... esto... ¿crees que podríamos hablar un momento a solas? —preguntó mirando a Victoria de reojo.

Asentí y la misma Victoria nos condujo a una de las salas de juntas que estaba vacía. Edward me dejó entrar primero y justo cuando ella quiso entrar detrás de mí, él se interpuso en su camino y le cerró la puerta en las narices. Ahogué una carcajada y lo miré divertida.

— Creo que está enamorada de ti —dije sin poder ocultar mi diversión.

— No me importa... —dijo acortando la poca distancia que nos separaba y me abrazó— he pasado toda la noche y esta mañana preguntándome como estarías... ¿cómo te encuentras? —preguntó alejándose lo suficiente para mirarme a los ojos mientras sus manos acunaban mis mejillas.

— Bien... he hablado con Jasper y ahora entiendo sus motivos... aunque no los comparto —fruncí los labios recordando nuestra conversación.

— Me alegro de que lo entiendas... aunque ahora no quiero pensar en eso... —movió la cabeza en un gesto negativo y volvió a mirarme a los ojos, a dejarme colgada de los suyos y totalmente perdida—. ¿Tienes planes para esta tarde? —preguntó en un susurro ronco que puso toda mi piel de gallina.

— Na... nada en especial... ¿tienes algún plan?

— Me gustaría pasar un poco de tiempo contigo... me he mal acostumbrado durante las vacaciones —ronroneó.

— No... —negué con la cabeza y me alejé un paso de él— todavía no me has saludo como se debe, hasta que no lo hagas no iré a ningún lugar contigo.

Una sonrisa pícara centelleó en sus labios y sentí sus manos en mi cintura girándome hasta que acabé con la espalda pegada a la puerta.

— ¿Qué es lo que quiere la señorita Swan? —preguntó contra mis labios.

Tragué en seco cuando comencé a sentir el aroma de su aliento golpeando contra mi rostro, la respuesta de mi cuerpo fue echarse a temblar y comencé a sentir como mi ropa interior bajo la falda del uniforme del instituto, se humedecía poco a poco.

— Be... bésame —casi supliqué.

Edward sonrió de nuevo y dejó que sus labios se rozasen con los míos, fue algo lento, como diciéndome en cada caricia lo que me amaba y lo que me había echado de menos esas pocas horas que habíamos estado separados.

Estuvimos unos minutos besándonos, hasta que se alejó de golpe y me miró entre sus ojos entrecerrados con la mandíbula apretada.

— Vámonos de aquí... por favor —me pidió pinchando el puente de su nariz con sus dedos pulgar e índice.

Dejé escapar una risita y abrí la puerta que estaba tras de mí, invitándolo a irnos cuanto antes.