Un sentido
Disclaimer: Todo pertenece a George R. R. Martin.
Esta historia participa en el reto 120 del foro Alas negras, palabras negras. Mis condiciones eran un personaje del norte, juicio por combate, esmeralda, cuero y guerra y paz.
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Lyanna empuja. El bebé ya está en camino. Se llamará Visenya. Será una niña. Tiene que serlo. Rhaegar estaba seguro. Sus hijos serán las tres cabezas del dragón, los príncipes que fueron prometidos. Suya será la canción de hielo y fuego. No sabe qué significa eso, pero pensarlo le da valor.
Está cansada. En los últimos meses no ha dormido bien. En parte es por el embarazo, pero mayormente es por la pena. A la torre no han parado de llegar malas noticias. Es imposible que sea de otra manera cuando hay una guerra y ella tiene seres queridos en los dos bandos.
Sigue empujando sin descanso. A Visenya le cuesta salir. Lyanna no tiene muy claro qué va a pasar con ellas ahora que los Targaryen han perdido la guerra. Ni siquiera sabe si los otros hijos de Rhaegar están bien. Le han dicho que tanto el rey como la princesa Elia han muerto, pero no se atrevió a preguntar por los niños.
Lo siente por Elia de Dorne, pero no por Aerys. Lo llamaban el loco y no era un sobrenombre al azar. Lyanna tiene pesadillas con el mal llamado juicio por combate en el que su padre y su hermano Brandon perdieron la vida. No estuvo allí, pero en sus sueños la ciega el resplandor esmeralda del fuego valyrio que quemó a su padre y siente en su cuello la cuerda de cuero con la que estrangularon a su hermano.
Cuando piensa en ellos es cuando más le cuesta convencerse de que obraron bien al marcharse como lo hicieron. Rhaegar le prometió un destino grandioso y Lyanna pensó que vivirían una aventura, no que iniciarían una guerra. Él le aseguró que no debía inquietarse, que todo saldría bien al final. Lo único importante era la profecía. Lyanna había decidido tenerle fe. La otra opción era creer que habían cometido una estupidez y no soportaba pensar que su hermano y su padre habían muerto solo porque ella había sido una estúpida.
Así que Lyanna empuja. Empuja por Rhaegar y por el amor que a pesar de todo siente por él. Empuja por el reino y por la profecía. Empuja por Visenya, su niña que le dará sentido a todo, la que hará que esa maldita guerra haya valido la pena. Empuja y su bebé al fin sale de ella.
Es un niño. Lyanna lo mira y sabe definitivamente que no, que nada ha merecido la pena. Todos han muerto por nada. Ella va a morir también, pero su hijo no. Su hijo va a vivir. Tiene que hacerlo. Eso tiene que ser lo único bueno que salga de todo ese caos. Han iniciado una guerra por nada, pero quizá, solo quizá, merezca la pena si ese bebé puede vivir, no para ser un príncipe, sino simplemente para disfrutar de su vida en paz.
