Disclaimer: El universo y los personajes que reconozcáis pertenecen a Stephenie Meyer. Solo la trama es mía. No obtengo beneficios económicos ni lucrativos al escribir la historia.
Aviso: "Esta historia participa en la actividad multifandom del foro Alas Negras, Palabras Negras.
La tabla escogida es Personajes y el elemento sorteado fue OC.
No cumple con la temática del mes.
Fandom: Crepúsculo.
Planeando una visita.
La verdad, a Aidan no le apetecía mucho ir a un pueblo remoto en EEUU para comprobar cómo le iba a un aquelarre vegetariano. ¿Comer sangre de animales? ¿Nunca estar satisfecho? Qué despropósito.
El color dorado de esos ojos era un insulto para su raza. Al menos eso le habían dicho. Y él no pensaba cuestionarlo. Pues había probado la sangre de un puma una vez y fue asqueroso.
Estaba aprendiendo de los maestros las peculiaridades del aquelarre. Metamorfos, una híbrida, poderes interesantes... Pero es que eso de beber de animales... Qué asco.
-¿Y por qué hicieron un tratado con esos lobos? ¡Es una locura!
-Son un problema. Pero también son fuertes. Por eso necesitamos que vayas a ver cómo les va. -Aro suspiró. -Si vamos nosotros, nos percibirán como una amenaza, y aunque en circunstancias normales no nos importaría, tenemos que contener a Vladimir y Stefan de nuevo. Son cucarachas molestas.
Aidan pensaba que la razón por la que Aro no acababa con los rumanos, era porque le proporcionaban entretenimiento. Ellos le impedían aburrirse por la eternidad, siempre alerta por si Vladimir y Stefan resurgían con otros vampiros.
Controlar las plagas de neófitos y las revueltas ocasionales en el sur de EEUU, solo era interesante durante un siglo o dos antes de volverse monótono.
Aidan había probado varias cosas durante sus quinientos años de vida. Había vivido muchos momentos de la historia y también había lanzado muchos libros al fuego... A cierta distancia, por supuesto. Porque si se acercaba y se quemaba, adiós Aidan.
Y aunque había tenido varias veces ganas de morir, como cuando vio morir a toda su familia, como cuando Gertrude le dejó por su hermano Arnold y luego ambos murieron al ser pisoteados por una vaca, cuando su creador le sedujo y cuando dejó de parecerle interesante le abandonó, cuando... Había muchas veces, se estaba dando cuenta ahora.
Así que quizá, ir a visitar a los santurrones Cullen, no sería tan malo. Solo comería tres pueblos más allá o algo así... Esperaba que al menos hubiera otros pueblos. Debería hacerse con un mapa cuanto antes.
Aidan se preparó para el viaje. No tenía necesidad de comprar un billete con antelación. Solo iría, persuadiría a quien estuviera en el mostrador y listo.
Su poder era la persuasión. Su voz hacía que quien quisiera hiciera lo que quería si lo pedía. Y si no fuera porque esa vampira reciente no tuviera el poder del escudo, habría persuadido a los del aquelarre para que se unieran a la guardia.
No porque él quisiera, le daba igual. Pero Aro sí y aunque él no era un fanático ni nada, tampoco tenía otra cosa interesante que hacer y los Cullen no le importaban como para tener consideración con sus deseos y libre albedrío.
Además, la vampiresa vidente le vería venir... Y el vampiro lector de mentes... Bueno, leería su mente, valga la redundancia.
Así que tras alimentarse de una turista española, se marchó rumbo a ese pueblo en mitad de la nada.
