One-shot para el Flufftober 2024. Tema: preocupaciones.
LO QUE TÚ PINTAS AQUÍ
-Bien. El examen comienza… ¡en este mismo momento! – anunció el profesor Henderson mirándose el reloj.
Todos los niños en el aula procedieron a darle la vuelta a las hojas de sus exámenes para empezar a leer las preguntas y a responderlas lo mejor posible.
"Se dice por ahí que la última vez hubo un incidente y que alguien se infiltró para cambiar las respuestas de los exámenes" pensó Damian mientras escribía con rapidez. "No sé si será cierto, pero ahora quieren que incluso los de primer año escribamos a boli para que sea más difícil que nos cambien las respuestas. Bueno, no es problema para mí".
El niño siguió centrado en su examen. Sin embargo, pronto frunció un poco el ceño al ver que la tinta de su boli escribía cada vez de un color más y más claro…
"¡No puede ser! ¡Este boli se ha quedado sin tinta!" pensó desesperado al ver que sus respuestas ya no se quedaban marcadas en el papel.
Lo agitó, trató de calentar la punta con su aliento… pero ese bolígrafo seguía sin escribir.
Damian buscó en su estuche. Ahí dentro solo había un lápiz, una goma y un sacapuntas.
"¡No tengo bolígrafo de repuesto!" pensó sudando frío. Si suspendía el examen sería su fin, se ganaría un tonitrus y su padre no volvería a dirigirle la palabra nunca más…
Miró a derecha y a izquierda, a un lado estaba su amigo Ewen y al otro Emile. En el aula que usaban normalmente los tres compartían el mismo pupitre, pero para hacer el examen los habían llevado a otra sala más amplia donde cada uno tenía una mesa independiente del resto, por lo que ahora había un pasillo de más de un metro de distancia entre Damian y cada uno de sus amigos. Además, a eso había que sumarle los profesores que estaban todo el rato dando vueltas por el aula, extremadamente atentos a todo lo que sucedía. Hablar con sus amigos sin llamar la atención sería complicado…
"La otra opción sería…" pensó el niño mientras dirigía su mirada hacia la persona que tenía justo delante.
El corazón casi se le sale del pecho al darse cuenta de que Anya ya lo estaba observando con esa sonrisa burlona que ponía a veces.
-Eh segundo, ¿tienes algún problema? – le preguntó ella en voz baja.
-Déjame en paz, estamos en mitad de un examen – susurró él tapando con sus brazos sus respuestas – Si no has estudiado lo suficiente no es mi problema.
-Yo he traído dos bolis, ¿quieres uno? – le ofreció Anya tendiéndoselo.
-¿Eh? ¿Cómo sabes qué es lo que me preocupa…? – preguntó desconcertado Damian. En ocasiones tenía la sensación de que esa niña podía leerle el pensamiento…
-¿Lo quieres o no? – insistió ella.
-Bueno, vale – accedió.
-Toma.
La niña entonces se dio la vuelta hacia su examen de nuevo, abrió su estuche y buscó en su interior, pero no encontró otro bolígrafo.
"¡A mí también se me olvidó traer boli de repuesto!" pensó Anya horrorizada.
Damian la observó desde su sitio y se dio cuenta de que ella no estaba escribiendo.
"Será posible, esta idiota no tenía dos bolígrafos…" pensó el niño con preocupación. "Bueno, ya me lo ha dado. Debería aprovechar para terminar mi examen. Total, seguramente ella iba a suspender de todas formas" agregó volviéndose a centrar en sus hojas.
En ese momento, Damian escuchó un leve sollozo proveniente de delante y empezó a sentir grandes remordimientos.
"¿Debería devolverle el bolígrafo?" se preguntó el niño dejando de escribir. "¿O tal vez no? Agh, ¿qué hago?" añadió desesperado.
Le resultaba insoportable saber que Anya estaba llorando por su culpa, así que Damian alzó un brazo dispuesto a llamar a la niña para devolverle su bolígrafo. Sin embargo, justo en ese momento se dio cuenta de que un profesor pasaba por ahí y lo miraba con atención, así que el niño se detuvo en seco asustado.
Sin embargo, en lugar de regañarle, el hombre se agachó un momento al lado del pupitre de Anya.
-Señorita Forger, se le ha caído esto al suelo, ¿verdad? – dijo el profesor depositando un bolígrafo sobre la mesa de la niña.
"¡Papi!" se dio cuenta ella mirando agradecida al espía infiltrado.
"Vaya, al final sí que tenía dos bolígrafos…" pensó Damian aliviado. "Bueno, eso significa que ya no tengo que preocuparme por ella. Aunque tengo que admitir que es gracias a su ayuda que puedo continuar el examen" agregó volviendo a escribir, esta vez con mucha más tranquilidad mental.
OoOoO
Aproximadamente una hora después, Damian entregaba su examen al profesor Henderson.
-Una letra muy elegante, como siempre – comentó el hombre echando un vistazo por encima a las hojas – Puede retirarse, señor Desmond.
-Gracias, profesor – contestó el niño dirigiéndose hacia la salida del aula.
Justo antes de cerrar la puerta echó un vistazo hacia atrás. Era de los primeros alumnos en terminar, la mayoría aún seguía quebrándose la cabeza para responder a las preguntas. Se fijó en Anya y sonrió por la expresión tan boba de ella, estaba tan concentrada que parecía que de un momento a otro le iba a salir humo por las orejas…
Damian salió al pasillo y se quedó apoyado en una de las paredes mientras esperaba a que salieran Ewen y Emile. Se echó la mano al bolsillo y sacó el bolígrafo que Anya le había prestado para observarlo con atención.
"¡Rayos! ¿Por qué me ayudará siempre?" se preguntó sintiéndose molesto. "Es irritante. A veces me gustaría que ella dejara de hablarme y que se apartara de mí para siempre. Aunque… aunque… quizás soy yo el primero que trataría de evitar que eso pasara…" añadió apretando un poco el bolígrafo en su mano. "¡¿Pero en qué estoy pensando?! ¡¿Acaso me estoy volviendo loco?!" se dijo agitando la cabeza.
-Se-gun-do – canturreó Anya en ese momento apareciendo justo delante de él.
-¡Aaahhh! – chilló Damian rojo como un tomate.
-Te he asustado, ¿a que sí? – dijo la de pelo rosa riéndose por lo bajo.
-¿Qué? ¡Yo no me asusto tan fácilmente! Es solo que… que… Bueno, ¡da igual! – exclamó alterado – Ah, sí. Toma, esto era tuyo – agregó tendiéndole el boli mientras trataba de evitar mirarla directamente a la cara.
-¿Has podido terminar el examen?
-Ehh, sí – asintió nerviosamente.
-Me alegro – respondió la niña sonriendo.
Damian en ese momento se atrevió a mirarla a la cara y sintió algo de calidez. ¿Se alegraba de verdad por él?
-O… oye – dijo el niño con la voz bastante temblorosa – No… no sé por qué me ayudas, pero… pero…
-¡Hey! ¡Aquí está, señorito Damian! – exclamaron Emile y Ewen llegando a su lado.
-¡Anya, ya he terminado el examen! – anunció Becky corriendo también hacia ellos – ¿Qué tal se te ha dado?
-¡Seguro que ha suspendido! – se burlaron los otros dos recién llegados a la vez.
-¡Callaos! ¿Y qué hay de vosotros? – les preguntó Becky desafiante – Estoy segura de que no estaréis en los primeros puestos, precisamente.
"¿Por qué siempre vienen todos a interrumpir en el peor momento?" se preguntó Damian fastidiado queriéndose dar una palmada en la frente.
-Me voy – anunció el niño – Os recuerdo que mañana tenemos más exámenes, así que os recomendaría que no perdierais más el tiempo aquí – añadió dándose la vuelta.
-Adiós, lelas – se despidieron Emile y Ewen burlonamente mientras seguían a su amigo.
-No les hagas caso, Anya. Son unos idiotas – opinó Becky – Vámonos también.
-Vale – respondió la de pelo rosa.
Damian miró un momento hacia atrás, aún le había quedado algo por decirle a Anya, pero le daba vergüenza estando al lado de sus amigos. En ese instante tuvo una idea, estaba casi seguro de que ella podía leerle la mente, así que solo tenía que pensarlo.
"Hey, Forger" le llamó mentalmente y entonces Anya se giró. "Gracias" pensó con una sonrisa, que ella también le devolvió.
-¿Eh? – preguntaron confusos sus dos amigos al ver que Damian se había detenido un momento.
-Vamos – les dijo el niño reanudando la marcha.
-Sí – contestaron los otros dos siguiéndolo con algo de intriga. Su amigo de repente parecía de mucho mejor humor que antes…
