Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Hoodfabulous, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Hoodfabulous. I'm only translating with her permission.
Capítulo 16
Hermano contra Hermano
"Hermano contra Hermano" es unlema usado en historias de la Guerra Civil Estadounidense, que describía el predicamento enfrentado por las familias (primordialmente, pero no exclusivamente los estados fronterizos) en los cuales la lealtad y el servicio militar estaban divididos entre la Unión y la Confederación. Hay un número de historias sobre hermanos luchando en las mismas batallas en bandos opuestos, o incluso sobre hermanos matando hermanos debido al asunto.
~Wikipedia~
Mientras Alice escribía en la pantalla de su teléfono con sus pequeños dedos, me di cuenta lo mucho que ella había cambiado desde que conoció a Jasper. En primer lugar, ella parecía estar mucho más lúcida, más sobria de lo usual. No había visto sus pupilas dilatadas ni había presenciado alguna conducta errática, además de sus frecuentes predicciones extrañas, en varios días.
Asimismo, Alice parecía confiar por completo en los Cullen ahora, como se evidenciaba por el hecho de que ella estaba escribiéndole a Jasper sobre la posible combinación de la caja fuerte.
—Detente —dije, tocando su mano y mirándola a sus oscuros ojos sorprendidos e inquisitivos—. No le des la combinación. Deberíamos estar allí cuando se abra.
—Bella, no soy una idiota —resopló, poniendo los ojos en blanco—. Ni siquiera le estoy contando sobre la pista de Nana. Le estoy preguntando cuáles son sus planes para esta noche. No van a abrir esa caja fuerte sin mí allí.
—Bien. Me agradan los Cullen, pero Edward es el único en quien confío por completo. Solo he visto a Carlisle, Esme, y a Rose una vez —admití con un gran alivio.
—Sí, pero tú eres la genia que les dio la caja fuerte —Kate habló con un tono crítico en su voz—. ¿Ahora tú eres la que duda de nuestra alianza?
—No estoy dudando de ella necesariamente —expliqué, tomando un paño húmedo y limpiando las encimeras pegajosas—. Solo digo que deberíamos estar allí cuando sea abierta. ¿Quién sabe qué tipo de secretos familiares tiene Nana en la caja fuerte? Podría contener cosas que ni siquiera le concierne a los Cullen. ¿Y qué se suponía que hiciera? No teníamos idea de cómo abrir esa estúpida caja fuerte y Edward no me dio otra opción. Además, papi siempre dijo que la mejor manera de pensar como un criminal es ser un criminal. ¿Quién es mejor criminal que los Cullen?
—Los Swan —dijo Kate con una carcajada.
—Solo creo que deberíamos tomar precauciones —informé, lanzando el paño en el fregadero—. Primero, necesitamos encontrar alguna manera de ir allí sin llamar la atención. No deberíamos ir en mi Jeep o en tu camioneta, Kate, y ciertamente no le pediré a Edward que venga aquí y nos recoja. No con Billy Black y Aro dando vueltas.
Kate y Alice murmuraron de acuerdo. Terminamos de limpiar la tienda y salimos a la acera. Era una noche extrañamente fría para ser julio. La luna sobre nuestras cabezas no era llena, ni creciente. Colgaba en los cielos como una orbe rota, asomándose a través de las nubes como un niño malhumorado que se asoma detrás de la falda de su madre. El calor de la caliente y las aceras, combinado con el extraño frescor del aire, creaba una niebla que se filtraba desde el suelo. Se arrastraba alrededor de nuestros tobillos como fantasmas tristes que vagaban por la tierra.
El extraño tenor de la noche continuaba mientras cruzábamos la calle desolada. Alice comenzó a actuar de manera particularmente extraña, jugueteando con el borde deshilachado de sus pantalones cortos y murmurando bajo su aliento. Kate y yo intercambiamos miradas de preocupación. Intenté ignorar las palabras murmuradas e ininteligibles de Alice mientras las tres llegábamos a nuestros respectivos vehículos. Todos los pensamientos sobre la excentricidad mejorada de Alice se esfumaron de mi mente con su cambio de humor. Su comportamiento extraño una vez más había regresado y una sensación de melancolía me invadió. Había esperado que la presencia de Jasper en su vida hubiera mejorado de alguna forma sus rarezas, pero suponía que estaba equivocada.
Llamé a Edward y pregunté si estaba bien que las tres nos escabulléramos allí. Al principio, él pareció estar sorprendido por mi pedido. No mencioné la caja fuerte, por miedo a que él se pusiera impaciente al esperar a que llegáramos y abriera la caja fuerte sin nosotras tres presentes. Él no era la persona más paciente que haya conocido.
Kate nos abandonó cerca de su camioneta con la promesa de regresar a nuestra casa con un vehículo discreto para viajar a la casa Cullen. Cuando llegamos a casa, Alice se bajó del Jeep, insistiendo en ducharse y cambiarse de ropa por alguna razón. Yo me encontraba demasiado ansiosa, demasiado consumida por el conocimiento de que el contenido de la caja fuerte de Nana pronto sería liberado, como para preocuparme por arreglarme para Edward.
El agua del lago golpeaba en la orilla y el ulular de un búho eran los únicos sonidos que escuchamos al entrar a nuestra casa, aumentando el misterio que nos rodeaba. Sentí un escalofrío y rápidamente lo sacudí.
—¿Alguien caminó sobre tu tumba? —preguntó Alice, alzando una delgada ceja.
Asentí con la cabeza, llevando un mechón suelto de cabello de mi rodete detrás de mi oreja e ignorando los escalofríos que se extendían por mi piel. Alice suspiró y desapareció en la planta alta.
Kate me envió tres mensajes impacientes explicando que ella nos estaba esperando al final de la entrada. Acababa de contestar su tercer mensaje cuando Alice volvió a aparecer. Atrás quedó la camiseta rosa de Dulces Confecciones Swan y sus shorts. Un vestido blanco y fino adornaba su pequeña estatura, que terminaba justo en sus rodillas. Había un engreimiento en su rostro que rápidamente escondió cuando la miré con sospecha.
—¿Estamos listas para irnos? —preguntó con sus grandes e inocentes ojos color chocolate.
—¿Por qué estás vistiendo eso? —pregunté, ignorando su pregunta mientras evaluaba su atuendo femenino—. ¿Es por eso que estabas ansiosa por pasar por la casa? ¿Así podías vestirte para Jasper?
Alice se encogió de hombros despreocupadamente mientras metía los pies en un par de bailarinas.
—Alice, no te entiendo a veces. Ya podríamos estar en la casa de Edward abriendo esa caja fuerte, pero ¿tenías que hacer una parada para ponerte linda? ¡Ah! Vamos, Kate nos está esperando al final de la entrada.
Alice simplemente me lanzó una sonrisa, luciendo tan llena de conocimiento y verdad que hizo que el vello de mi nuca se erizara. Se dio la vuelta y cruzó la sala, saliendo por la puerta principal exuberantemente y desapareciendo en la niebla.
La seguí lentamente, manteniendo una distancia. El bajo retumbo de un motor en ralentí zumbaba desde la carretera. Un Buick LeSabre, probablemente un modelo de 1973, se encontraba detenido al costado de la carretera. Era de un color beige sucio con un gas espeso y pútrido saliendo del tubo de escape. Alice se subió del lado del pasajero con esa expresión cómplice en su rostro. Abrí de golpe la vieja puerta trasera negra y me dejé caer sobre el interior de cuero roto.
—Ahora, este es el coche con más estilo Eight Mile que he visto —bromeé, haciendo referencia a la película de Eminem y tratando de disipar los extraños sentimientos que Alice me había infligido—. ¿De dónde robaste esto? ¿Y dónde está Eminem? Sé que lo amas en secreto. Estoy muy decepcionada de que él no esté aquí.
—¡No amo a Eminem! —exclamó Kate, apartándose del arcén, pisando el acelerador y haciendo que el motor gimiera y protestara—. ¡Soy una chica country! ¡Nunca escucharás a Eminem a todo volumen en mis parlantes!
Kate estaba mintiendo. Era una completa fan de Eminem en secreto y todos lo sabíamos. Alice me lanzó una sonrisa secreta y resoplamos ante la mirada irritada de Kate.
—En serio, ¿de dónde sacaste el coche? —pregunté, presionando mis manos sobre mi regazo para evitar el interior repugnante.
Envoltorios pegajosos de comida chatarra estaban esparcidos por todo el suelo, que estaba manchado de barro rojo. El cuero roto e irregular me arañaba la parte trasera de las piernas, y el aire olía a olor corporal.
—Jessica y Lauren me debían un favor. —Se encogió de hombros, entrando en la carretera principal y cruzando el puente—. El hermano de Jessica está saliendo con Lauren y ella lo está distrayendo mientras yo tomo prestado su coche.
Hice una mueca ante la idea de que la zorra de Lauren "distrajera" a alguien.
La espesa niebla formaba un velo blanco sobre el puente mientras se elevaba del agua de abajo. Kate cruzó el puente a una velocidad lenta y precavida, mientras todas nos sentábamos con la respiración contenida, casi incapaces de ver nada a menos de un metro frente al viejo Buick. Todas soltamos un suspiro audible de alivio cuando las ruedas traseras finalmente dejaron atrás al puente, y la niebla se disipó enormemente.
Kate siguió mis instrucciones por los polvorientos caminos de tierra. El coche Eight Mile en el que nos encontrábamos avanzó ansiosamente por el espeso bosque y la niebla, gruñendo cuando Kate lo detuvo en la entrada de Edward. Los vehículos de Jasper y Garrett estaban cerca del garaje, junto con los costosos coches que reconocía de mi primera visita a la casa.
Una bola nerviosa de anticipación se formó en la boca del estómago ante la sola idea de abrir la caja fuerte con Carlisle o Esme presentes. ¿Y si había información contra Carlisle en esa caja fuerte? ¿La tomaría? ¿La destruiría? ¿Se molestaría conmigo, personalmente, solo por que era una Swan?
Edward, Jasper, y Garrett estaban sentados en el porche delantero y riendo mientras nos miraban aparcar el coche. Kate, Alice, y yo nos bajamos, cerrando de golpe las pesadas puertas detrás de nosotras. Kate echó un vistazo a su alrededor con curiosidad, ya que era su primera vez en la casa Cullen.
—¿Acaso se perdieron en la carretera Eight Mile? —Garrett resopló, asintiendo hacia el deplorable LeSabre que se encontraba morosamente en la entrada. Alice y yo nos reímos de la ironía de sus palabras.
—Cállate —espetó Kate, resoplando y subiendo los escalones del porche con una mirada furiosa en el rostro.
—Sí, ¿acaso se "perdieron" en el camino hacia aquí? —soltó Jasper, jalando a Alice hacia su regazo mientras ella se carcajeaba.
Garrett y Jasper empezaron a cantar una versión pobre de "Lose Yourself", riéndose cuando Kate enrojeció ante sus burlas. Edward se levantó de su silla de mimbre con una sonrisa torcida, extendiendo la mano y llevándome hacia sus brazos. Disfruté de la firmeza de su cuerpo, su cabello despeinado, y el olor a jabón masculino que permanecía en su piel.
—Bonito coche —susurró, hundiendo la nariz en mi cabello—. No creo que nadie sospecharía que estarían en un coche como ese.
—Oye, me gusta ese coche —Kate le dijo a Edward con la barbilla ligeramente levantada, apartando a manotazos las manos de Garrett que vagaban por su cuerpo.
—Huele como si alguien hubiera muerto allí adentro —murmuré, apenas capaz de respirar por los besos delicados que Edward plantaba desde mi cuello hasta mi oreja.
—Tú lo sabrías —murmuró Kate, ignorando mi expresión de sorpresa mientras ella cedía al incesante manoseo de Garrett y caía en su regazo.
—No es que me esté quejando, pero ¿qué las trae, señoritas, al complejo Cullen? —preguntó Jasper, pasando sus dedos por sus gruesos y enmarañados rizos rubios.
—Bueno, creemos que sabemos la combinación de la caja fuerte de Nana —admití.
Los brazos de Edward se tensaron contra mi cuerpo por un momento antes de relajarse de nuevo. Edward, Garrett, y Jasper intercambiaron miradas de sorpresa.
—¿En serio? ¿Cómo la descifraron? —preguntó Edward con una voz llena de curiosidad.
Los ojos azules llorosos de mi abuela y su voz temblorosa mientras pronunciaba los versículos de la Biblia pasaron por mi mente. Se sentía incorrecto mencionar la pista de mi abuela, recordando el temor y la debilidad en sus ojos, provocados por nuestro amenazador tío. Me encogí de hombros, y Edward me dio una mirada severa, estudiando silenciosamente mi rostro abatido. Mis ojos se posaron en su mandíbula marcada, cubierta por una ligera capa de vello áspero que me dio una amnesia temporal ya que por un momento me olvidé de mi abuela y la caja fuerte.
Quería lamer su mandíbula.
Edward decidió dejar el tema, liberándome de sus brazos. La acción me trajo de vuelta a la realidad e hice a un lado mis pensamientos sobre la mandíbula pornográfica. Edward colocó sus manos en mi cintura y me guió hacia la puerta principal. Alice, Kate, y los chicos nos siguieron. Mirando por encima de mi hombro, noté un ligero nerviosismo en el rostro de Kate que rápidamente ocultó con una expresión de indiferencia al entrar en la elegante y enorme estructura. Alice seguía teniendo un poco de arrogancia en sus ojos que no podía entender.
Carlisle y Esme estaban sentados en el enorme sofá de cuero, sonriendo y hablando en voz baja entre sí, luciendo como la imagen de una pareja normal y perfecta. Esme tenía puesto un vestido azul real y bebía un café con aroma fuerte de una taza de porcelana de excelente calidad. Carlisle tenía el periódico local extendido sobre su regazo. Una foto en blanco y negro de Jacob Black sonriendo estaba impresa en la página abierta.
—Hola, chicas —Carlisle nos saludó, cerrando rápidamente el periódico y lanzándolo sobre la mesa ratona—. Me alegro de verte de nuevo, Bella. ¿Supongo que estas son Alice y Kate?
—Sí, señor —dijeron las dos, una con un tono respetuoso, y la otra con una franqueza tremendamente poco impresionada.
Carlisle y Esme se pusieron de pie y se turnaron para estrecharles la mano. Mi hermana estaba tensa y claramente incómoda al tocarlos. Kate tuvo problemas para mantener una fachada neutra, pero el resultado final fue una mueca amarga que recorrió todo su cuerpo.
—Bajaremos al sótano —Edward le dijo a su tío—. Para intentar abrir la caja fuerte de nuevo.
—¿El sótano? —preguntó Carlisle, frunciendo el ceño—. ¿Qué sótano?
—Carlisle —Edward comenzó, hablando con una voz tranquila y controlada—. Le dije a Bella que la caja fuerte estaba en el sótano. Sabe que tenemos un sótano.
Carlisle soltó la mano de Kate, se dio la vuelta, y miró a Edward con incredulidad. Hubo un breve momento de tensión en el aire entre los dos hombres. El rostro de Edward se tensó y esa línea de mandíbula se mantuvo firme mientras los dos luchaban entre sí. Un debate silencioso pasó entre sus ojos. Kate, Alice, y yo nos miramos con una confusión incómoda. Por alguna razón, Carlisle no quería que supiéramos que tenía un sótano. Solo podía imaginar lo que había en ese temible sótano.
—Oh, supéralo, Carlisle —resopló Esme, rompiendo el silencio mientras acomodaba sus rizos color caramelo y regresaba al sofá—. Si no quieres que estén en el maldito sótano, ve a buscar la caja fuerte y devuélvela. Es de ellas, para comenzar.
Esme miró a través del vapor que emanaba de su taza de café, encontrándose con la mirada fulminante de Carlisle. Este suspiró, frotándose las sienes con frustración. Después de un momento de vacilación tácita, dejó caer sus manos de su cabeza y nos miró severamente a las tres, mirándonos a los ojos una por una.
—Los chicos llevarán su caja fuerte a mi oficina —habló en un tono firme y sensato, mirando a Edward una última vez antes de unirse a su esposa en el sofá—. Las chicas pueden quedarse con nosotros hasta que regresen.
Kate, Alice, y yo intercambiamos una mirada cautelosa antes de sentarnos cerca. Los chicos desaparecieron por la esquina mientras Kate, Alice, y yo esperábamos con nerviosa anticipación. Carlisle regresó a su lectura y Esme charló con nosotras en un tono amistoso, haciendo preguntas ligeras y mundanas. Mis ojos se dirigían constantemente hacia las diversas fotografías de Jacob Black que aparecían en la tapa del periódico que Carlisle aferraba en sus manos. Casi esperaba que Esme o Carlisle mencionaran su muerte, pero nunca lo hicieron. Los chicos regresaron en breve con Garrett y Jasper cargando la pesada caja fuerte. Edward asintió en nuestra dirección para que los siguiéramos y lo hicimos, disculpándonos para salir de la sala. Carlisle nunca se movió de su lugar en el sofá mientras seguía leyendo el periódico.
Entramos en una oficina grande y elegante, llena de estanterías y filas de libros. Un enorme escritorio de caoba se encontraba en un rincón de la habitación. Jasper y Garrett colocaron suavemente la caja fuerte sobre su superficie pulida, con cuidado de no dañar la madera.
—Y bien, ¿cuál es la combinación de números que se les ocurrió? —Jasper preguntó, dejándose caer en una silla de cuero cerca del escritorio y girando las ruedas hacia la caja fuerte.
—Diez, veintiséis, veintisiete, y veintiocho —anunció Alice mientras el resto de nosotros nos acercábamos a Jasper.
—Este tipo de caja fuerte requiere de seis números para abrirse —dijo Jasper mientras giraba el dial varias veces y obteniendo un clic decepcionante cada vez que tiraba de la manija.
Todos estábamos de pie allí, ansiosos, mirando cómo Jasper giraba el dial. Las manos de Edward se encontraban en mis hombros y su pecho estaba presionado contra mi espalda. Frotaba círculos profundos y tranquilizadores cerca de la parte superior de mi espalda con sus pulgares y me susurraba palabras reconfortantes al oído. Mi hermana estaba de pie cerca de Jasper, mordiéndose nerviosamente una uña. Kate, siendo una persona impaciente por naturaleza, apartó las manos de Garrett encogiéndose de hombros y golpeó el costado de la caja fuerte con su puño con frustración.
—¡Estúpido pedazo de mierda! —gritó furiosa, con la cara roja y un puño ahora enrojecido.
—Diablos, nena —dijo Garrett arrastrando las palabras y con una sonrisa torcida—. Me encanta cuando te pones irracionalmente molesta. Eres tan sexy. Vamos a drogarnos y a tener sexo.
—¡Cerdo! —siseó Kate, golpeándolo en el pecho.
—Si necesita seis números, quizás sean números no repetitivos. Diez, veintiséis, veintisiete, y veintiocho. Eso es uno, cero, dos, seis, siete, y ocho. Esos son seis números en total —sugerí, ignorando la disputa de Kate y Garrett.
Todos me miraron por un momento antes de rápidamente volver hacia la caja fuerte. Jasper volvió a girar el dial, aplicando la combinación de números que sugerí. Todos soltamos un jadeo combinado cuando la caja fuerte emitió un clic fuerte y resonante. Jasper lentamente envolvió sus dedos alrededor de la manija y abrió la puerta mientras el resto de nosotros nos inclinábamos hacia adelante, mirando el interior de la caja fuerte con absorta curiosidad.
—Aquí tienes, Bella —dijo Jasper cortésmente, levantándose de la silla de cuero y ofreciéndomela con una suave sonrisa en su rostro.
Le di una sonrisa agradecida y me senté en la silla. Muy lenta y cuidadosamente, saqué cada artículo de la caja fuerte. El inconfundible olor a humedad de libros y papeles viejos asaltó mis sentidos mientras apilaba un grupo de diarios usados sobre la mesa. Algunos estaban hecho jirones con encuadernaciones deshilachadas, envueltos con cintas manchadas, y algunos eran más nuevos con cubiertas de cuero marrón brillante.
Entonces, saqué una pequeña caja del interior de la caja fuerte. Estaba cubierta con una tela con elegantes hombres y mujeres victorianos bailando a lo largo de la tapa. Las mujeres llevaban vestidos pesados y elegantes y los hombres llevaban trajes elegantes con una tela blanca ondeante alrededor de sus cuellos y manos. De inmediato supe que era un joyero y lo dejé a un lado para más tarde.
Los únicos otros artículos en la caja fuerte eran documentos; pilas y pilas de documentos. Los saqué todos a la vez, maldiciendo en voz baja cuando un sobre manila grueso se deslizó entre las hojas de papel amarillento.
—El sobre de Aro —murmuró Alice, llamando la atención de los chicos.
Garrett se agachó y recogió el sobre del suelo, tendiéndomelo después de que coloqué el resto de los documentos sobre el escritorio. El sobre era grande con una punta de metal cerca de la parte superior, que mantenía el contenido seguro en interior.
Le lancé a mi compañía una última mirada nerviosa, encontrándome con los ojos de Edward por último. Él me dio una estúpida sonrisa torcida, asintiendo en dirección al sobre, alentándome a que continuara. Asintiendo, tomé una respiración profunda y entrecortada, tratando de tranquilizar mi frenético corazón. Deslicé mis dedos por la punta, liberando la solapa superior, y lentamente sacudí el interior del sobre sobre el escritorio.
Me cerní sobre los documentos mientras mis ojos recorrían cada línea rápidamente. Siempre había sido una lectora bastante minuciosa, pero rápida. No había nada que disfrutara más que tomarme mi tiempo leyendo un libro, una revista o cualquier cosa. Simplemente disfrutaba perderme en las palabras y las frases.
No había nada agradable en lo que leía en ese momento.
—Santo cielo —susurré, colocando cada documento que leía a un lado.
Certificados de nacimiento. Reportes policiales. Fotografías. Todo estaba allí. Un temor se apoderó de mí. Un miedo gélido. Mis dedos temblaban mientras daba vuelta cada hoja de papel y fotografía. Las fotografías eran repugnantes. No pude mirar más que las primeras dos, así que las moví al final de la pila.
El aire estaba cargado de anticipación y curiosidad mientras todos se paraban ansiosamente a mi lado. Podía sentir físicamente la presencia de Edward detrás de mí, como si su cuerpo fuera un cable de alta tensión conectado al mío. Todo mi ser se llenó de temor y tristeza mientras leía cada documento, y me preguntaba si él podía sentir mis emociones así como yo sentía las suyas.
Alice y Kate se volvieron impacientes con mi silencio. Las dos chicas tomaron algunos papeles que yo ya había leído y comenzaron a leerlos silenciosamente ellas mismas. Hubo un ocasional jadeo y palabra murmurada, pero la mayor parte del tiempo la habitación estaba en silencio. Fue entonces que Carlisle Cullen abrió la gruesa puerta de madera y entró a la oficina. Lo vi por el rabillo de mi ojo, y el miedo y la ansiedad se multiplicó por diez.
—Deberíamos irnos —Alice dijo en voz baja, tomando el resto de los documentos que Kate sostenía en sus débiles manos—. Podemos leer el resto de esto en casa.
—Ahora, esperen un momento —gruñó Garrett, arrebatando los papeles de las manos de Alice—. Queremos leer esos papeles tanto como ustedes. ¿Saben cuántas horas Edward, Jasper y yo trabajamos para abrir esta estúpida caja fuerte?
Alice y Kate protestaron, moviéndose alrededor de Garrett mientras él sostenía los papeles por encima de su cabeza. Me ocupé de meter el resto de los papeles, el joyero, y los diarios de vuelta en la caja fuerte. Empujando la silla hacia atrás, me puse de pie y me di la vuelta. Edward me agarró de los hombros, sujetándome firmemente en mi lugar y evitando que me uniera a mi hermana y a mi prima.
—¿Qué demonios está pasando? —exigió con fuego ardiendo en sus ojos.
—Por favor, déjame ir —rogué con ojos llorosos, aterrada por la potencial reacción de los Cullen con respecto al contenido del sobre de Aro.
Edward negó con la cabeza minuciosamente antes de asentir hacia donde nuestros familiares estaban peleándose por los papeles.
—¿Qué dicen esos papeles? ¿Qué te tiene tan alterada? —susurró con preocupación, aflojando un poco su agarre.
No hubo oportunidad para responder. Estaba muy consciente de que Carlisle cruzaba la habitación y estaba tomando los papeles de las manos de Garrett. Kate, Alice, y yo nos quedamos petrificadas. Las manos de Edward se deslizaron de mis hombros mientras todos girábamos para mirar a Carlisle, cuya piel lentamente comenzó a palidecer mientras le echaba un vistazo a los documentos y las fotografías con incredulidad. El reconocimiento, la traición, y la ira pasaron por sus rasgos mientras lentamente se enteraba de la verdad.
—¿Qué pasa, Carlisle? —intervino Garrett—. ¿Qué dice?
Carlisle levantó la mirada hacia su sobrino con ojos tristes y vacilantes. Entonces, le contó.
—Reportes policiales —explicó Carlisle, irguiéndose y apretando la mandíbula por un momento antes de continuar—. Reportes policiales, registros telefónicos, y todo parece apuntar al verdadero asesino de Charlie Swan
—Entonces, ¿quién fue? —preguntó Jasper.
—James Cullen —murmuró Carlisle, frotándose la frente con el dorso de la mano—. Mi hermano.
El cuarto se llenó de un repentino y frío silencio. La respiración de Garrett se aceleró. Su rostro lentamente comenzó a ponerse rojo y sus puños se cerraron a sus costados.
—¿Papá? —preguntó con incredulidad. La palabra hizo que Kate, Alice y yo jadeáramos.
—¿James Cullen es... tu padre? —pregunté, mirando a Garrett y recordando la única vez que vi a James Cullen.
Era un recuerdo lleno de dolor, tristeza, y angustia. Me habían enviado a casa de la escuela por un virus estomacal. Mi tío encontró a mi madre en la cama con James Cullen. Diferentes imágenes de ese día pasaron por mi cabeza. Algunas eran de James Cullen apuntando a mi tío con una escopeta recortada, pero las que más se destacaban eran las imágenes de mi madre tirada en el suelo, de ella dándome una bofetada, y lanzándome insultos hirientes.
—Sí, James es mi padre —espetó Garrett, sacándome de mis pensamientos—. ¿Por qué mataría a Charlie Swan?
—Porque Aro le propuso un acuerdo que no pudo rechazar —dijo Carlisle con tristeza, en voz baja mientras hojeaba los papeles—. Con Charlie fuera del camino, James y Renée eran libres de hacer lo que querían. ¿Quizás Charlie se enteró del romance de James y Renée? ¿Quién sabe? El punto es que Aro usó a James. Usó a mi hermano para deshacerse de Charlie, así él podía hacerse cargo del negocio de drogas de la familia.
—Es por eso que Aro no armó un escándalo cuando papá pilló a Renée con James Cullen —Kate susurró con entusiasmada realización—. ¡Él ya sabía sobre el romance!
—Entonces, ¿eso es todo? —Garrett preguntó con incredulidad, cruzándose de brazos y mirándome con desdén—. ¿Contrató a papá para matar a Charlie así él podía hacerse cargo del negocio familiar y tener su pequeño amorío con Renée?
—Me temo que tenía una venganza personal —Carlisle le dijo a Garrett en voz baja mientras sostenía un documento viejo y descolorido en una mano, agitándolo en el aire.
Todos miraron el documento, inseguros de lo que contenía; todos excepto yo. Estaba entre los primeros documentos que leí. Alice y Kate no lo habían visto todavía. Observaban el papel desgastado con curiosidad morbosa. Edward cruzó la habitación y tomó el papel cuidadosamente de su tío. La habitación quedó en silencio mientras todos miraban el rostro sorprendido y furioso de Edward. Apretó la mandíbula y me miró, fijando sus ojos en los míos.
—Es un certificado de nacimiento. —Suspiré, dejándome caer en la silla de cuero marrón—. De Arnold Weston Cullen Swan.
—¿Quién es Arnold Weston Cullen Swan? —preguntó Kate con el ceño fruncido por la confusión.
—Aro. —Me reí mientras una extraña sensación de histeria se acumulaba en mi interior—. Arnold es Aro. El tío Aro no es un Swan después de todo. ¡Es un Cullen!
Mis risas histéricas eran el único sonido en la habitación. Risas y lágrimas, eso es todo lo que me quedaba.
—¡Esas son tonterías! —espetó Alice de repente, cruzando la habitación y tomando el certificado de nacimiento de las manos de Edward—. ¡El tío Aro no es pariente de los Cullen!
—Sí, lo es —resoplé, secando las lágrimas de mis mejillas—. Está todo allí en blanco y negro. Escrito a mano debido a la época, pero aún así es un documento legal y vinculante. Nana Swan dio a luz a un bebé de tres kilogramos setecientos al que llamó "Arnold Cullen Swan". Le dio el apellido Swan, pero nombró a un Cullen como padre y le puso a Aro "Cullen" como segundo nombre.
—Espera —interrumpió Edward, luciendo completamente perplejo—, si tu abuelo no era el padre biológico de Aro, entonces, ¿quién lo era?
Mis risas lentamente se evaporaron ya que yo misma no sabía la respuesta a su pregunta. El nombre del padre en el certificado de nacimiento me era desconocido.
—Yo puedo responder eso —dijo Carlisle en un tono descorazonado y con una expresión demacrada—. El certificado de nacimiento menciona a Peter Cullen como el padre del bebé. Peter Cullen también era mi padre.
El cuarto quedó en un silencio sepulcral. El rostro de Edward se relajó mientras miraba a su tío con incredulidad. Garrett lentamente sacudió la cabeza, negándose a reconocer la absoluta verdad de la situación en cuestión.
—Eso no tiene sentido —argumenté, rompiendo el silencio mortal—. Nana me dijo que estuvo enamorada de un hombre que murió en la guerra alrededor de un mes después de que terminaran. ¿Cómo puede ser ese hombre y tu padre la misma persona?
—Tu abuela obviamente te mintió —dijo Carlisle con voz suave pasándose los dedos por el cabello—. Mi padre falleció hace solo unos años. Se casó con mi madre dos años antes del nacimiento de Aro, de acuerdo con este registro. Ella probablemente se casó con tu abuelo para encubrir sus indiscreciones.
—Oh, por Dios. —Kate jadeó con asombro mientras sus ojos azules se abrían aún más—. Eso solo puede significar una cosa. Nana Swan era una zorra.
—¡Kate! —siseé, golpeando mi puño contra el escritorio, haciendo que Alice se sobresaltara de sorpresa—. ¡Este no es un momento para hacer bromas!
—¡No estoy bromeando! —respondió Kate, mirándome con los ojos entrecerrados—. Nana era una zorra. Era la otra mujer. Afronta los hechos, Bella. Nana no es tan perfecta como crees que es. Es una zorra.
—¡Deja de decir eso! —le gruñí a mi prima.
—Zorra —repitió, levantando una ceja arqueada.
—¡Kate!
—Espera... ¿eso quiere decir que somos... parientes? —Kate preguntó de repente, dejando de lado los comentarios de zorra mientras miraba al ceño fruncido de Garrett como si fuera la escoria de la tierra.
—No. —Suspiré—. No somos parientes de la familia Cullen. Solo el tío Aro lo es.
—¿Estás segura? —Kate preguntó con incertidumbre—. No me gusta todo ese rollo de los "primos que se besan". Esa fue una época muy jodida para el Sur.
—¡Kate! —espeté—. ¿Podrías, por favor, callarte y prestar atención a la situación en cuestión?
—Las fotografías... ¿Qué muestran? —preguntó Edward, interrumpiendo la discusión entre Kate y yo.
—Hay fotografías tomadas de noche con una cámara de alta resolución —respondió Carlisle, pasándole las fotografías que no soportaba mirar—. Muestran a James de pie en un campo desechando el cuerpo de Charlie Swan. No sé si Aro mismo las tomó, o si contrató a alguien más para que tomara las fotografías. Probablemente guardó todas estas pruebas como una especie de póliza de seguro. Si James alguna vez lo traicionaba, tenía estas fotografías, el reporte policial original sin alterar, y registros telefónicos entre James y Renée Swan. Es genial. James debe haberle contado en secreto a Aro sobre que el padre de Edward y yo nos estábamos asociando con Charlie. Aro entonces maquinó un plan para acabar con Edward Padre y luego con Charlie también.
—Billy Black manipuló el informe policial —susurré al darme cuenta—. El informe dice que hay pocas pruebas que apuntan al verdadero asesino de mi padre, pero ese reporte muestra todo tipo de pruebas. Hay una declaración de un testigo que ubica a James y a Charlie en el mismo bar la noche previa al asesinado. Luego están las fotografías en sí. Las supuestas huellas de neumáticos "no identificadas" cerca de la escena del homicidio pertenecían al mismo vehículo que James conducía en ese momento. Billy Black también estaba involucrado en el asesinato por encargue.
—De tal palo, tal astilla —dijo Kate con desdén—. Entonces, ¿qué hacemos ahora?
—Podemos entregárselo al FBI —sugerí—. No hay manera de que puedan negar las pruebas que tenemos.
—¿Entonces vamos a delatar a Nana Swan? —espetó Kate, poniendo los ojos en blancoen mi dirección—. ¿Ventilar sus trapos sucios para que el mundo los vea? Eso es algo bastante horrible, Bella.
—No —dijo Carlisle con voz firme y fría, mirándonos a los ojos a todos uno por uno—. Si Aro quiere una guerra, tiene una guerra. Hermano contra hermano. James traicionó a nuestra familia. Lo siento, Garrett, pero es la verdad. Solo hay una solución y no involucra al FBI.
—¿Cuál es la solución? —preguntó Garrett con una voz llena de temor que ya implicaba que él sabía la respuesta sobre el futuro de su padre.
—James, Aro, Billy Black, y quienquiera que haya estado involucrado pagará por lo que han hecho —respondió Carlisle, mirándome a los ojos fijamente—. Pagarán con sus vidas. Pagarán por la muerte de Charlie, y por la muerte de mi hermano también.
—Si tan solo hubiera algún tipo de evidencia de la muerte de mi padre en esa caja fuerte también —comentó Edward con amargura, mirándome con una expresión rota en su rostro que rápidamente escondió.
—Quizás lo hay —murmuré, extendiendo la mano y pasando mis dedos por la pila de diarios en la caja fuerte—. Hay mucho más por revisar. Lo que acabamos de leer es una muestra de lo que hay en esta caja fuerte.
»—Tendré bastante tiempo para leer los diarios —continué con voz melancólica mientras la expresión enojada de mi madre pasaba por mi mente—. Creo que me tomaré unas pequeñas vacaciones y visitaré a mi madre después de todo. Tiene algunas explicaciones que dar.
—¿Crees que sepa que James Cullen asesinó a papá? —preguntó Alice con una voz cargada de tristeza.
—No lo sé, hermanita —respondí con una voz llena de temor—. Solo hay una manera de saberlo. Vamos a ir a Birmingham
—No quiero ver a mamá —susurró Alice, cruzándose de brazos y meciéndose sobre sus talones—. No puedo lidiar con esto, Bella. No puedo lidiar con esto.
Alice siguió murmurando "No puedo lidiar con esto" una y otra vez. Jasper dio un paso hacia adelante, tratando de consolarla, pero ella se apartó de él. Las lágrimas llenaron sus ojos, desbordándose y deslizándose por sus mejillas. Respiró de manera profunda y jadeante antes de salir de la oficina y hacia el pasillo. Solté un suspiro que no sabía que había estado conteniendo. Todos los pensamientos de certificados de nacimiento, asesinatos, y aventuras se esfumaron de mi mente mientras, una vez más, me encontraba consumida por nada más que el bienestar de mi hermana.
¿Qué tal todos estos secretos revelados?
Gracias por leer:)
