En la cima de una de las murallas de la ciudad laberinto, finalmente un último golpe de escudo había puesto final al entrenamiento.
Bell estaba en el suelo, con dolor en su cuerpo, su brazo estaba agarrotado, su hombro parecía herido, pero tenía una enorme sonrisa en el rostro, manteniéndose en el suelo, aunque haciendo el esfuerzo por levantarse.
— Ahhh, creí que por lo menos podría ganar una — lamentó Bell.
El chico mantenía una sonrisa resuelta en su rostro, antes de mirar a la princesa de la espada a los ojos, mantenía el aire familiar y amistoso de la junta entre ellos, pero trataba de no levantar mucho su ánimo, ya que era capaz de leer a la chica, aunque fuera un poco. Ella no parecía estar lista para dejar de pelear, pero al final tuvo que bajar su arma improvisada.
— Si, ya hemos llegado al final del entrenamiento — murmuró Aiz a media voz, molesta por tener que hacerlo. — Realmente ha sido una buena experiencia, aunque no sé qué tanto hayas aprendido, tuviste un buen maestro antes que yo.
El chico sonrió antes de levantar la mirada hacia el cielo, poniendo su espada sobre su hombro con total calma.
— Si, lo tuve.
Bell sonrió recordando los entrenamientos que tuvo con Zald siendo un niño, aunque hacía tiempo que no escuchaba su voz ocasional, pero estaba seguro de que él estaba ahí, por algún lado. Sin más, Bell tenía que continuar también su entrenamiento por otra parte.
— Bien, tengo que irme rápido, me están esperando en otro lugar — dijo Bell.
— Ten cuidado en el camino — replicó Aiz.
Y de esa forma, ambos se fueron de la muralla.
X X X X
Lefiya estaba esquivando los ataques de una espada de madera, sin embargo, a diferencia de la semana pasada, ella podía esquivar perfectamente, y no parecía estar realmente mal, siempre mantenía la mirada sobre los ojos de su oponente.
Ella levantó su bastón para detener el impacto, pero lo importante no era esto, si no lo que estaba pasando en ella.
— Rayo de luz desatado, arco del árbol sagrado — cantó Lefiya.
Si, ella finalmente estaba demostrando haber dominado el canto concurrente.
En el nivel de un novato, era claro que tanto Riveria cómo Bell podían hacerlo mucho en una batalla mucho más salvaje que la que tanto ella cómo él estaban manteniendo, pero el mero hecho de ser capaz de luchar y cantar era lo mejor de todo.
— Penetra, flecha de precisión absoluta. Arcs Ray! — Lefiya terminó el encantamiento.
Cómo de costumbre, este no llegó a nada, puesto que al impactar contra el chico se había vuelto un cero a la izquierda, pero era simplemente que ella ahora llevaba un punto.
— ¡Y con este, me pongo a la cabeza! — vitoreó Lefiya.
— Bien hecho — felicitó Bell.
Ella estaba muy feliz, había logrado un gran paso en su carrera cómo aventurera, ahora no tenía que dejar de practicarlo para poder mejorar más y más, junto a su tutora Riveria, ella habría mejorado un montón, pero, por un momento se sintió mal internamente, eso significaba que ya no iba a ver al chico tan seguido.
Antes del entrenamiento se habían vuelto amigos, pero ahora eran buenos amigos, sin embargo ahora no tenía excusa para seguir conviviendo con él, después de todo, eran de familias distintas.
— Bueno, ahora que no me necesitas… Ehhh, ¿qué te parece si luego seguimos entrenando? Pero ahora cómo compañeros en vez de tutor y pupilo — propuso el chico.
Lefiya inmediatamente levantó el ánimo al escuchar eso, parecía que tenía razón, Bell estaba dispuesto a continuar con ella en sus entrenamientos, lo cuál, sencillamente la hacía feliz.
— ¡Claro! — respondió Lefiya. — Aunque, no puedo dejar de pensar que no habría logrado esto sin tí… Bueno, siempre te puedo pagar de alguna manera.
— Hey, no es necesario — replicó Bell. — Deberías tener más respeto por tu propio esfuerzo, yo hice la parte de enseñártelo, pero tú cumpliste con todo lo demás, esto es tu propio mérito.
Lefiya sintió su rostro arder mientras se aferraba con fuerza a su bastón, bajando un poco la cabeza mientras Bell sonreía, poniendo su espada de madera contra su hombro. Lefiya negó fuertemente, cerrando los ojos antes de volver a hablar con firmeza.
— ¡En serio quiero pagarlo de alguna forma! — exclamó Lefiya.
"En serio no podría haber hecho esto sin tí" pensó Lefiya.
El chico, ajeno a sus pensamientos, simplemente suspiró antes de estirar su mano y ponerla sobre la cabeza de ella, acariciando su cabello antes de volver a hablar con un deje de tranquilidad en su voz.
En el momento en el que el chico hizo eso, el rostro de la elfa se puso tan rojo cómo una remolacha, sorprendida por su audacia mientras sentía que las palabras se atoraban profundo en su garganta, sin que pudiera hablar para decir algo.
Sus manos parecían moverse un poco de lado a lado, pero sin terminar de completar algo, hasta que finalmente Bell se dió cuenta de la tontería que había hecho, quitando su mano de la cabeza de Lefiya.
— D-De alguna forma te quiero compensar… — dijo Lefiya con la cabeza agachada.
— Ujm, entonces, si tanto quieres pagarme… — empezó Bell. Sabiendo que no la iba a hacer cambiar de parecer. — Ahh, por qué no me dices, ¿qué tal es subir de nivel?
Una vez Lefiya estuvo libre de vergüenza, escuchó su pregunta y tuvo una sonrisa.
Cruzando su brazo derecho bajo su busto y reposando su codo izquierdo en el dorso de la mano derecha, ella abrió la mano mientras tomaba un aire nuevo, sacando las caderas para un lado antes de hablar con un rostro que demostraba una completa seguridad y orgullo de sus propios logros.
— Bueno, querido Bell, subir de nivel es algo que requiere una gran aventura, algo que sorprenda a los dioses, es una sensación, sencillamente más allá de cualquier cosa que experimentes — explicó Lefiya. — Claro que, esa sensación es en el momento que adquieres la excelia para subir de nivel, en la propia subida de nivel prácticamente no sientes nada.
Explicó la chica con una sonrisa segura, queriendo dar el porte de una senpai genial a un kouhai (esa expresión la había escuchado de Loki, y nunca la terminó de entender).
Bell tenía una pequeña sorpresa por el nuevo porte de la chica, pero inmediatamente entendió lo que ella estaba diciendo y sonrió internamente antes de asentir, Lefiya simplemente estaba presumiendo al final.
— Bien, bien, señorita Lefiya — dijo Bell. — Entonces, con eso, tu deuda queda saldada.
La chica sonrió, recuperando un poco de su porte normal, con un rubor en su rostro puesto que esto era algo totalmente impropio de ella, nunca había hecho algo cómo presumir, pero ahora lo estaba haciendo y, aunque no le disgustaba, no era precisamente buena haciéndolo.
El albino tuvo una ligera risa, pensando en tal vez invitarle una cerveza para terminar el entrenamiento con el pie derecho, pero ambos notaron que el sol ya se estaba ocultando detrás de la gran muralla de Orario.
— Uhh, ya me tengo que ir — dijo Lefiya. — Desde lo del piso 24, la familia empezó a organizar otra expedición a toda marcha.
— Ohh… Bueno, entiendo, creo que habrá pasado algo más luego de que me desmayara, aunque no estoy al pendiente de esas cosas — dijo Bell.
— Fueron un par de palabras de esa pelirroja — explicó Lefiya.
Bell rió un poco, antes de bajar la espada de madera al suelo, reposando una mano sobre el pomo de la empuñadura cómo si fuera un bastón, extendiendo su mano hacia la chica.
— Bien, supongo entonces que, ¿te veo luego? — se despidió Bell.
La elfa estrechó su mano sin dudar, manteniendo el aura tranquila y feliz que había entre ambos, antes de tomar sus cosas y empezar a caminar hacia el final de la calle, aunque, antes de seguir adelante, Lefiya se dió la vuelta.
— ¡La próxima vez que te vea, te voy a recompensar de verdad! — gritó Lefiya.
Una vez hizo esa afirmación, empezó a correr hacia la calle principal, dejando a Bell de pie frente a la iglesia, con las palabras en la boca, y una sonrisa irónica, antes de empezar a caminar hacia el interior de la iglesia.
X X X X
Fuerza: SSS1780 SSS2064
Resistencia: SSS 1501 SSS2001
Destreza: SSS1729 SSS2005
Agilidad: SSS1902 SSS2206
Magia: SSS1778 SSS2062
Bell tenía una sonrisa mientras leía su nuevo estado con calma, suspirando con una sonrisa, tenía muchas cosas en la cabeza, en primera, que su estado poco normal ya era más del doble del máximo de cualquier aventurero, no estaba demasiado tranquilo pensando eso.
Tenía una sonrisa en pensar que tal vez esto era efecto de Deus Ambrosia, comer tanto hacía que de alguna manera guardara un poco del poder de sus presas, por lo menos le gustaba pensar eso, pero no lo sabía.
"¿Será que pronto iré a subir de nivel?" se preguntó, y con justa razón de pensarlo, en realidad ya tendría que ser candidato a subir de nivel, sin embargo, el chico negó con la cabeza antes de ponerse de pie para ir a vestirse.
Subir de nivel ahora mismo, cuando aventureros cómo Lefiya habían tardado años en hacerlo, simplemente le hacía pensar que estaba sobredimensionando su propio alcance. Aunque eso era del todo una mentira, Bell no tenía siquiera una idea para empezar de lo rápido que alcanzó un nivel de poder cómo ese.
A su parecer le parecía una ridiculez el poder subir de nivel en un mes.
— Bell… ¿qué tan bruta era la princesa de la espada? — preguntó Hestia.
Él simplemente tuvo una risa incómoda mientras se estaba poniendo la armadura, la diosa del hogar tenía una mirada de sorpresa en su rostro, porque él había tenido un gran aumento en su resistencia. Uno que no había obtenido la semana anterior.
De todas formas, la diosa no se sentía tranquila. Hestia estaba mirando a Bell equiparse, sin embargo, su mente estaba en otro lado, tenía un mal presentimiento sobre el día de hoy. Claro que no podía detener al chico simplemente porque había algo que no la hacía sentirse tranquila ese día.
De todas formas, lo iba a intentar.
— Oye, Bell… creo que hoy deberías tomarte el día, ¿no te parece? Parece que va a llover y… — dijo Hestia.
— Uh, lo siento, Diosa, pero Lili me tiene que estar esperando en el calabozo y ya voy tarde — interrumpió Bell.
El chico tomó su escudo por el tiracol, colgando el arma defensiva en su hombro mientras finalmente se aseguraba que todas las correas de su armadura estuvieran bien ajustadas, para mantener el peso balanceado.
Bell le dió una sonrisa a su Diosa, y entonces empezó a salir del sótano.
— ¡Nos vemos luego, Diosa! — dijo Bell.
Una vez Bell se había ido, Hestia se quedó sola y preocupada.
X X X X
— Realmente, Lili no lo entiende…
En el noveno piso del calabozo, tanto Bell cómo su fiel escudera, Lili, estaban caminando en dirección hacia el décimo piso, la chica llevaba su lanza patrocinada por la sacerdotisa Opal. El tema de conversación era sobre esa lanza precisamente, y cómo Lili era capaz de usarla.
La chica tenía una habilidad extraña para usar la lanza, siendo que tendría que tener la experiencia y técnica de una novata, parecía ser capaz de usar el arma de forma proficiente.
— Realmente me parece curioso — dijo Bell. — Pero, me gusta cómo estás mejorando.
Le dijo con una sonrisa tranquila mientras continuaba caminando con ella, mirando nuevamente hacia el frente mientras suspiraba tranquilamente.
— Igualmente, el amo Bell no ha repuesto su casco, ¿verdad? — preguntó Lili. — Desde lo que pasó en el piso 24, el amo Bell no ha usado su casco.
— Si, es algo incómodo — dijo Bell. — Pero en realidad no quiero conseguir un casco que no sea del herrero que fabricó el anterior.
Explicó el chico mientras ambos pasaban por una puerta hacia la última habitación del noveno piso, rumbo al décimo, sin embargo, Bell se detuvo.
"¡Alfia!"
Esa voz, la voz que escuchó en el desplante del piso 24 ahora había vuelto a hacer acto de presencia, el chico detuvo su andar con confusión, antes de que un par de palmadas le llamaran la atención para voltear la mirada.
Tanto Lili cómo Bell miraron hacia la entrada del décimo piso y se detuvieron, había un hombre de pie, recargado contra la pared del portal que les daría paso al siguiente piso. El hombre tenía el rostro cubierto por la sombra proyectada por su capa, sin embargo, la mitad que todavía no estaba cubierta por la oscuridad tenía una sonrisa que de alguna forma no dejaba de dar mala espina.
Un escalofrío corrió por ambos, mientras Bell daba un paso preventivo para estar frente a Lili, poniendo su cuerpo entre ella y el extraño.
— Vaya, vaya, Bell, tanto tiempo sin vernos.
Bell sintió su garganta cerrarse un poco, porque reconoció la voz, era un hombre con el que había tenido ya dos peleas y que no lo dejaba en paz; Era Enoch. El hombre empezó a caminar con calma, dando tres pasos hacia el frente mientras empezaba a hacer ademanes con las manos.
— Parece que sigues siendo un auténtico tramposo — dijo Enoch. — Hace poco me enteré de tu pequeña aventura en el piso 24.
Tanto Bell cómo Lili bajaron un poco la barbilla mientras el chico afianzaba su presencia frente a Lili, moviendo su mano lentamente hacia la empuñadura de su espada, tratando de mantener la tranquilidad porque el hombre despedía un aura realmente extraña.
El hombre sonrió un poco más pronunciadamente mientras miraba la mano de Bell avanzar lentamente hacia su empuñadura, aunque Bell todavía no era capaz de hacer contacto visual con el hombre, pero tenía su mirada fija en el contrario.
— Tranquilo, mi contratista simplemente me dijo que tenía que quitarte del camino, pero no te preocupes, me pagaron bien — explicó Enoch, tomando un momento para pensar. — Así que, seré generoso, dejaré que ella se vaya.
Señaló a Lili, la cuál bajó su lanza y la apuntó contra el encapuchado, suspirando, tratando de calmar sus nervios.
Bell simplemente sintió los nervios subir por su espalda, antes de tomar su cuello para hacerlo expulsar su pregunta.
— ¿Con qué te pagaron…?
El hombre tuvo una sonrisa, antes de hacer un ademán con calma, levantando su mano para tomar su capucha con tranquilidad. Mientras la retiraba mostró finalmente la otra mitad de su rostro, tenía su peinado habitual, un porte pulcro sin ninguna imperfección que estaba invadiendo su porte, sin embargo, sus ojos eran inhumanos.
Tenía la esclera de sus ojos completamente coloreada de negro, mientras que el iris era roja y la pupila se había vuelto una línea vertical completamente rasgada, lo que le dió un aspecto inhumano a sus ojos, teniendo una gran sonrisa en su rostro.
— Ahhh, no te preocupes, simplemente me dieron… ¡El poder de matarte!
La capa finalmente terminó de caer, mostrando una espada negra de aspecto ominoso, levantando la espada para apuntarle al albino, antes de que sus pies rompieran el suelo, avanzando a toda velocidad hacia el frente. El chico alejó su mano de la espada para tomar con fuerza su escudo.
El impacto fue realmente poderoso, lanzando a Bell cómo una bala contra un muro, destrozando la piedra contra la que chocó, el albino nunca había sentido eso, incluso en sus otras peleas contra Enoch, esto era algo totalmente nuevo.
— ¡Amo Bell!
La pallum al ver lo que le pasó a Bell, inmediatamente soltó su mochila en el suelo antes de girar su lanza rápidamente para pasar por debajo de la espada del hombre y haciendo un fuerte corte entre las costillas de Enoch. Lo había tomado por sorpresa, ella se había dado cuenta de que si Enoch lo hubiera esperado, entonces no habría podido cortar.
Sin embargo, se detuvo para ver, cómo, la carne de entre las costillas de Enoch, se cerraba rápidamente, haciendo que quede sin un sólo daño en su piel, tal cómo Olivas Act en el piso 24.
En el siguiente instante, Bell apareció frente a Lili, con el escudo en alto para bloquear un golpe de mano desnuda que iba directo a la cabeza de la chica, sin embargo, el golpe fue tan brutal que lanzó al albino al suelo, haciendo que incluso rebotara un poco contra la piedra.
En el siguiente momento hace un movimiento veloz con sus piernas y logra empujar a Lili hacia la entrada de la habitación de la pelea que estaban teniendo.
— ¡Amo Bell! ¿¡Qué hace!?
— ¡Vete Lili! ¡Corre por ayuda!
— ¡Si, Lili! ¡Ve por ayuda, yo voy a matarlo mientras vuelves!
La chica sintió su corazón apretarse por las palabras de Enoch, pero no podía hacer nada, incluso con su recién adquirida fuerza aún no era capaz de ayudar a Bell, no podía pelear para protegerlo, ella no tenía poder. Por eso, la chica hizo lo que le pidieron, aunque dejó atrás su mochila y estaba armada únicamente con su lanza, dejó todo atrás para correr a buscar ayuda.
Bell se quedó solo con Enoch, el chico había puesto su escudo entre él y el rubio, finalmente desenvainando a Ignis Heros. Bell pronto encogió sus piernas cómo un resorte para luego empujar con todas sus fuerzas hacia el hombre.
Cómo una liebre, el chico maniobró rápidamente para saltar sobre el hombro de Enoch y morderlo en el hombro con fuerza, tirando con todo su cuerpo para arrancar un trozo de carne que inmediatamente tragó. Iba a tratar de ponerse a la par en poder y luego trataría de ganar la pelea por medio de dejarlo fuera de combate.
Sin embargo, cuando aterrizó en el suelo, Enoch logró hacer un movimiento con una velocidad que él no previó, apenas pudiendo esquivarlo por instantes pero, sin salir ileso, le habían hecho un corte en la mejilla que Bell resintió, para luego recibir una patada que lo lanzó al suelo.
"Espera, no puede ser posible…" pensó Bell.
El chico había usado Deus Ambrosia más de una vez desde que la adquirió, por lo que se había acostumbrado a su sensación. Era cómo una hoguera que arde mansamente, durmiente, hasta que lanzas un madero a las voraces llamas, los demonios del fuego danzan y se comen el alimento, a cambio, la hoguera crece y se vuelve salvaje.
Eso era el poder de Deus Ambrosia, pero ahora, cuando arrojó un madero a las llamas, un viento siniestro sopló sobre la hoguera y la obligó a reducir su tamaño pues se llevó parte del fuego.
Esa fue la sensación que había tenido, mirando la espada de su contrincante que ahora tenía un brillo aterrador, de tonalidad oscura justo en el corazón de la hoja. La sangre de su mejilla que debería estar sobre la hoja tampoco estaba.
Entonces Enoch arremetió contra el chico, Bell alcanzó a levantar el escudo para resentir que había golpeado con más poder que antes, lo cuál lo asombró a la par que lo desconcertó, Enoch había tomado más fuerza de alguna fuente y eso no lo podía entender. El siguiente golpe de Enoch derribó a Bell, y el albino tuvo que girar en el suelo antes de poner las grebas de su armadura, justo en el lugar al que iba la espada del rubio.
La espada lógicamente no atravesó la defensa del chico, lo que le dió a Bell una oportunidad, avanzando cómo el león que era para lanzar un fuerte corte ascendente directamente hacia el estómago del hombre, derramando sangre por el suelo del calabozo.
Enoch retrocedió un paso, y en su mirada se vió el odio que generó ese ataque, arremetiendo con más potencia que antes en un corte que logró dar justo dónde se unían las placas de su abdomen. Aunque el corte no fue muy profundo gracias a la armadura, si logró hacerle una herida.
Niggle Gourmet seguía activa tras comer la carne de Enoch, por lo que la herida se cerró, pero, Bell sentía que algo iba mal, porque nuevamente volvía a sentirse más débil que antes.
El chico dió un salto para poner distancia entre él y Enoch, mirando a la espada y luego al hombre.
"¿Esa espada está bebiendo mi poder con cada corte?" se preguntó Bell, haciendo una conclusión interna con las sensaciones.
Claro que el sacar conclusiones se detuvo, puesto que en el siguiente momento, Enoch había cortado la distancia que puso entre ambos en un parpadeo, recibiendo a Bell con un puñetazo en el estómago que le sacó al chico una buena parte del aire en sus pulmones, pese a que tenía las placas de su armadura.
Bell no se dejó, aunque sentía que sus pulmones ardían en un intento de recuperar el aire dentro de ellos, el chico usó sus piernas para empujar el pecho de Enoch, cayendo al suelo para girar y abrir la boca, tomando una poderosa bocanada.
Controló su respiración nuevamente, antes de afianzar su agarre en Ignis Heros y avanzar hacia Enoch.
Giff Blessing se había activado, por eso aún no estaba perdiendo contra alguien que se estaba haciendo más fuerte cada que le acertaba un corte, por lo que Bell se centró en no dejar que esa espada lo tocara. Su escudo fue vital.
Cuando Bell pasó por sobre la espada del hombre para hacerle un corte en el hombro, Enoch giró para lanzar una estocada, la cuál fue repelida por el escudo de Bell en un ángulo que lanzó la espada hacia arriba. El albino sonrió antes de lanzar una cuchillada hacia uno de los muslos del hombre.
— ¡MALDICIÓN! — gritó Enoch.
Él retrocedió, antes de lanzar un nuevo corte que fue bloqueado por el escudo de Bell, y el albino arremetió con un corte directo hacia el brazo, tenía pensado desarmarlo, sin embargo Enoch no soltó la espada, simplemente arremetió con más fuerza, hasta que logró pasar la defensa de Bell, asestando un corte entre las placas de la pierna del chico.
Bell soltó un quejido de dolor, antes de que Enoch aprovechara ese momento de distracción, golpeando a Bell con ambos brazos cómo si fuera un martillo para lanzarlo al suelo, en el mismo impacto, la mano de Bell soltó a Ignis Heros.
Desarmado, el albino vió cómo el rubio levantaba la espada por sobre su cabeza, con las sombras negras cubriendo su rostro menos esos ojos rojos cómo la sangre. Bell no perdió el tiempo, levantando el escudo.
¡CLANG! sonó el primer impacto, Bell sintió sus brazos agarrotarse mientras chocaba contra el suelo.
¡BANG! sonó el segundo impacto, Enoch había hecho un gruñido de esfuerzo.
¡RASH! finalmente, al tercer impacto… El escudo de Bell, ese que parecía impenetrable, finalmente fue atravesado por la espada de Enoch. Su arma atravesó justo a la mitad el escudo, cortando casi hasta llegar al brazo de Bell.
Bell tenía los ojos bien abiertos, con una sorpresa impropia, no esperaba que eso fuera posible, incluso lo había usado para resistir los peores ataques en el pasado, pero ahora, su mejor defensa había sido brutalmente atravesada.
Enoch claro que no se quedó quieto. Dando un grito que sonó más a una bestia que a un hombre, movió su espada con fuerza, arrastrando a Bell por el aire hasta que las enarmas del escudo se rompieron, dejando que Bell volara por el aire antes de caer al suelo y rodar varias veces hasta aterrizar justo hasta el otro lado de la habitación, lejos de su espada, y ahora sin un escudo.
Enoch tenía la respiración agitada, moviendo los hombros de arriba hacia abajo mientras su aliento sonaba cómo una bestia salvaje tomando aire. El hombre suspiró, antes de ponerse firme nuevamente, quitando el polvo de su traje y pasando su mano por su cabello, volviendo a adquirir su perfecto peinado.
Luego tomó el escudo de la hoja de su espada con fuerza y lo arrancó, luego lo desechó cómo basura.
— Fuhh, bien, bien, ahora ¿qué tal se siente ser el que está en el suelo? — Enoch señaló su espada mientras caminaba hacia la espada de Bell, tomando la Ignis Heros del suelo, tirándola hacia Bell. — Es linda, ¿no? Si, la mía se llama Gore Drinker. Sin embargo, no hablamos de mi nuevo juguete, no, no, no. Ahora vamos a hablar, de lo que ¡Tú! me hiciste a ¡Mi!
— ¿Hacer qué cosa…? Yo simplemente pelee contigo… — dijo Bell en el suelo.
— Eso precisamente fue lo que hiciste, peleaste conmigo y arruinaste todo — dijo Enoch. — Cuando era niño, yo no conocí a Mamá ni a Papá, sin embargo, tenía a dos personas en mi familia, a los que me encantaba llamar cómo tales… Ellos eran los aventureros más fuertes de mi familia, y desde que tengo uso de razón, me entrenaron para que fuera el mejor, me dieron todo para que fuera alguien superior; me entrenaron, me cuidaron, me llenaron la cabeza con mil palabras bonitas.
Enoch había empezado a monologar mientras miraba a Bell con una sonrisa.
— Incluso mi Dios creía que yo era el futuro, y no sólo lo creía, ¡Yo era el futuro! Tenía el potencial supremo para sacar adelante a la familia, y luego, llegaste tú… Un niño, salido de la nada, que ni siquiera era tan especial, llegó para derrotarme en una pelea haciendo trampas, y luego, se le metió por los ojos a mi dios… Tú me quitaste todo lo que amaba, Bell, y no me parece que sea justo, que mientras yo pasaba un infierno, tú estuvieras completamente tranquilo, disfrutando de los frutos… Matarte ahora mismo sería tan fácil… Si trataras de levantar esa espada, ahora mismo podría hacerte un corte en las muñecas, y luego cortar tu cabeza, pero, ¿por qué hacerlo tan fácil? No, no, no, eso no… Lo que voy a hacer, es que tú sientas, lo que yo sentí… Voy a destruir tu vida, Cranel, voy a matar a esa estúpida Diosa tuya, destriparé a tu escudera, y luego, creo que me divertiré con Opal y Lefiya en la cama, aunque ellas no quieran… Las haré quererlo.
Ante las palabras del hombre, Bell sintió que un río de sangre corrió por su cabeza, cómo si todos los fusibles de su cuerpo se hubieran sentido, una punzada salvaje que estaba desde el interior de su pecho, un estremecimiento en sus oídos. Sin hacer caso a la razón, el chico vió rojo, antes de ponerse de pie en un salto, tomando la Ignis Heros del suelo.
— ¡Gospel! — gritó Bell.
Por fin usó magia desde que empezó la pelea. La onda de choque fue suficiente para aturdir momentáneamente a Enoch, antes de que Bell, empuñando su espada con ambas manos, levantara el arma por sobre su cabeza y lanzara un fuerte corte directo a su rostro.
Bell puso todas sus fuerzas en ese corte, no le importaba dividir el cráneo de Enoch, o por lo menos no le importó al principio. Amenazando de muerte a su diosa, a su soporte y luego amenazando con violar a dos de sus amigas, el chico había perdido el control.
Sin embargo, volvió en sí, dándose cuenta de lo que casi hace. Claro, fue un casi, porque para horror del albino, la cuchilla rebotó contra el pómulo de Enoch, el corte que le hizo apenas si se veía y ya estaba empezando a curarse.
En ese momento, desde el pecho de Enoch emergió una luz azúl eléctrico que explotó con las olas del cielo, la magia de ataque de Enoch, lanzando al albino contra una pared con tal potencia que el albino apenas puede mantenerse en pie. Su armadura por otro lado empezó a caer placa por placa, el calor y el impacto fue suficiente para hacer pedazos su armadura.
Enoch tenía un rostro de rabia pura, mientras que su cuerpo empezaba a cambiar rápidamente; su cabello empezó a crecer, tomando una apariencia cómo de crestas que nacían desde su frente. El hombre se hizo más grande, casi del tamaño de un minotauro, su rostro se deformó, conservando rasgos humanos, pero finalmente parecía alguna clase de monstruo que Bell no podía identificar.
Las piernas rotas y con doble articulación hicieron que Enoch tuviera todavía más un aspecto inhumano, y sus pulcras ropas se habían vuelto escamas terribles que ahora guindaban de su cuerpo con total libertad.
Enoch se movió tan rápido que Bell no lo pudo seguir, sin embargo, su espada se movió casi que en contra de su voluntad, algo que él mismo no entendió, pero fue suficiente para que la espada de Enoch se detuviera de alcanzar su hombro.
Poca diferencia hizo, el suelo bajo los pies de Bell se hundió, antes de que Enoch lo tomara con fuerza y lo lanzara contra el techo, haciendo que su rostro recibiera daño, pero mientras caía, Enoch lo tomó de la cabeza y lo clavó contra una pared del calabozo, moviéndose tan rápido que en el siguiente momento arrastró al albino por todo el lugar, para finalmente lanzarlo al centro de la habitación, haciendo que suelte nuevamente su espada y que la misma quede clavada en el suelo justo frente a él.
"¡Alfia! ¡Zald! ¡Alfia! ¡Zald! ¡Alfia! ¡Zald! ¡Alfia! ¡Zald!" la misma voz del piso 24 estaba gritando, mientras Bell se sentía malherido.
— Así es Bell, ni siquiera ellos podrán salvarte ahora — dice el monstruo, quién empieza a caminar en círculos, sonriendo mientras habla con las manos extendidas. — ¡Tal vez debería agradecerte! ¡Después de todo, me diste un nuevo nacimiento! ¡Ella es la reina de los demonios, por lo que yo soy ahora el príncipe de los Demonios!
Bell apenas podía ponerse de pie con todas sus fuerzas, pero le costaba horrores, mientras Enoch giraba con una sonrisa en su apariencia monstruosa.
— ¡Mi nombre será Daemon! ¡Temido por todos! ¡hasta el último hombre, mujer o niño! ¡y me encargaré de que ni siquiera puedas recordar lo que era tener a alguien! — dijo Enoch. — ¡No me importa matarte, no me importa destrozarte, lo que quiero es que pases por lo que yo pasé!
Bell jadeó internamente, con un único pensamiento en la cabeza; Debía detenerlo.
Enoch era un hombre que había perdido el camino, ahora era un monstruo más, una bestia más en el enorme desierto en el que él caminaba, cómo ese león, cómo ese monstruo que se ponía la piel de un hombre. Bell nuevamente tomó a Ignis Heros, siendo impulsado por nada, nada más que un sentimiento.
Si no lo detenía ahora, entonces todo lo que él amaba se perdería, si no lo detenía ahora, todas las personas de la superficie tendrían que enfrentar a su propio monstruo, a un demonio que ahora se había hecho su propio nombre en el deseo sediento de la venganza.
No iba a intentar morderlo, si lo hiciera sería estúpido, aunque ahora tenía la mitad de su propio poder base, es cómo si hubiera retrocedido medio mes en actualizaciones de estado, pero, si se hiciera más fuerte, entonces sólo le daría más poder a Enoch.
Bell levantó su espada con fuerza, sin notar que en el momento que lo hizo, la familia Loki estaba llegando a toda velocidad para ver a un chico, solo, de pie frente a un monstruo que nunca habían visto.
El albino no le apuntó a Enoch, no tendría sentido usar su magia en contra del monstruo, sin embargo, sí tenía sentido apuntarla al techo del calabozo.
— ¡Gospel!
La onda de choque salió desde el interior de la espada para impactar el techo y entonces una enorme nube de polvo se derrumbó sobre ellos. Daemon se sorprendió por eso e hizo un rápido movimiento con todas sus fuerzas, pero ni siquiera eso hizo que la nube se disipara.
Daemon empezó a girar sobre sí mismo, buscando con la mirada a Bell, pero era inútil, la nube impedía que pudiera verlo.
Sin embargo, Bell emergió desde un punto en la nube de polvo, cortando en la costilla de Enoch. Girando para pasar por debajo de su brazo y volver a sumergirse en las sombras.
Daemon se molestó, gruñendo, había recibido un ataque y no era capaz de responderlo, eso era frustrante.
Sin embargo, no esperó que el siguiente corte fuera a su talón, lo que lo hizo gritar de frustración, lanzando otro corte brutal directamente hacia la nada.
La familia Loki, quienes apenas habían llegado cómo refuerzo, ahora veían a un monstruo envuelto en una enorme nube que no se disipaba por nada, y cómo había una figura que se movía de forma profesional entre las sombras.
Cómo si fuera algo habitual para él, cómo las tormentas de arena del desierto.
Aunque quisieran ayudar, no sabían a qué parte de la nube atacar, no entendían nada porque Bell había empezado esta estrategia sin avisar nada, así que si interrumpieran, entonces podrían poner en peligro al chico antes que ayudarle.
Pero igualmente, era algo sorprendente simplemente ver cómo, cada que un bulto en la tormenta se movía, el monstruo gritaba de dolor y rabia, nuevamente estaba siendo llevado a su límite de carácter.
Finn no lo conocía, pero, por un momento, vió a través de los planes de Bell.
— Dios padre, perdóname, pues voy a devorar la última cena de los dioses. — el canto de Bell lo delató. — Codicia, lengua de llama encerrada…
Daemon vió rojo, apenas identificó la posición de Bell, se movió con tal fuerza que la nube finalmente se disipó, todo su cuerpo se lanzó hacia el frente, sin saber que Bell estaba de rodillas, bajando su cabeza, usando todo su cuerpo cómo apoyo y extendiendo al máximo a Ignis Heros.
Daemon hizo todo el trabajo, la fuerza del príncipe de los demonios logró que la espada de Bell se clavara hasta lo más profundo de su interior.
— ¡Devoren, colmillos ardientes! — gritó Bell en un arranque de adrenalina pura, inclinando la espada para apuntar hacia su caja torácica. — ¡Rea Ambrosia!
Y con ese grito, una luz apareció en el interior del cuerpo de Daemon, quien con dolor, se hinchó hasta el máximo para finalmente explotar, liberando una enorme cantidad de fuego por toda la habitación y creando una niebla de vapor que se disipó más rápidamente.
Ante los ojos de la familia Loki, Bell estaba de pie, en el centro de la habitación, apenas consciente, con el cuerpo lleno de heridas y llagas, sangrando por montones, con enormes hematomas por todo su cuerpo y un brazo destrozado, aparte de estar sufriendo finalmente el retroceso de Giff Blessing.
Sin embargo, no era nada, comparado con el monstruo que lentamente se estaba convirtiendo en hombre, al otro extremo de la habitación.
Enoch se estaba regenerando lentamente, mientras sus escamas volvían a ser ropa.
— Maldito imbécil… casi me matas pero fallaste mi piedra mágica por milímetros… — dijo Daemon.
El hombre tenía una sonrisa antes de ver cómo el cuerpo de Bell se movía, levantando la espada, apretando los dientes para que saliera sangre de la comisura de sus labios, con su cuerpo roto.
— Incluso inconsciente… No, me atrevo a decir que ya estás muerto… e incluso así, sigues peleando… — Enoch escupió, pero tras ver a la familia Loki, finalmente entendió que era mejor abandonar. — Esto no ha terminado, Cranell…
Entonces giró para caer por la entrada al piso 10.
Aunque la familia Loki habría querido perseguirlo, no pudieron porque en el siguiente instante Lefiya corrió al frente.
Había lágrimas en sus ojos, gruesas lágrimas que caían y manchaban su rostro al mismo tiempo que abrazó el cuerpo de Bell, tratando de confirmar que no estuviera muerto.
— ¡Bell! ¡Bell! — ella lo llamó.
Él no respondió, y conforme ella lo revisaba se dió cuenta de que no había forma en que resistiera el tiempo suficiente para un hechizo de curación, estaba empezando a entrar en desesperación, pero, Bell podía curarse solo.
Lefiya entonces tomó la mandíbula de Bell y lo obligó a abrir la boca, para que, en un acto que nadie esperaba, metiera parte de su muñeca en la boca del albino, forzándolo a cerrar la boca para que sus dientes cortaran la carne de la elfa.
Lefiya gimió de dolor, claro, pero se lo guardó cuando vió que Bell, por pura inconsciencia, tragó el trozo de carne de Lefiya.
La chica elfa se quedó un instante, luego dos, luego tres mientras miraba el cuerpo del chico, la desesperación estaba empezando a crecer en su interior, hasta que finalmente, el cuerpo del chico empezó a despedir vapor.
Sus heridas habían empezado a sanar.
Ella sintió que toda la desesperación abandonaba su cuerpo, antes de abrazar al chico todavía inconsciente mientras le daba rienda suelta a su llanto.
— Menos mal… menos mal que estás bien…
