Disclaimer: Todo lo que podáis reconocer pertenece a J.K.Rowling.
N/A: ¡Hola de nuevo! Os traigo una nueva historia surgida de un reto en el que participé en una página de Facebook. No pensaba alargarlo, iba a ser solo un pequeño escrito pero la idea empezó a surgir en mi mente y quería saber si os interesaría seguir leyendo esta historia. Va a ser una historia breve, aún no se cuantos capítulos pero lo que sí se es que será breve. ¿Os gustaría acompañarme de nuevo en esta historia?
AniramSly.
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Fue cuando la vida de los dos cambió: Hermione jamás volvería a escuchar la palabra sangre sucia de los labios de Draco Malfoy; y éste, jamás podría volver a su hogar.
Después de presenciar como Bellatrix torturaba a Granger sin descanso a base de crucios, Draco no pudo soportar más el sufrimiento de su antigua compañera de curso y némesis.
Porque Hermione Granger siempre había sido su enemiga más acérrima. Siempre había disfrutado humillándola, riéndose de su estatus de sangre como si eso fuese algo que ella hubiera elegido.
Su actitud de sabelotodo, queriendo contestar siempre a las preguntas de cada profesor y sus aires de perfecta, hacían que a Draco se le revolvieran las tripas. Hermione Granger siempre había despertado en él sentimientos de ira, de repulso y rechazo. Con los años esos sentimientos se habían forjado a fuego lento y le habían hecho sentir un odio profundo hacia ella y sus dos amigos: San Potter y el pobretón de Weasley.
Es cierto que esos dos tenían papeletas suficientes para que estuviesen en la lista negra de Draco Malfoy, pero el hecho de ser tan amigos y protectores de esa sangre sucia hacía que Draco la odiase aún más.
Jamás pensó que se sentiría así cuando la vio entrar en el salón de la Malfoy Manor. Sus manos empezaron a sudar y unos temblores recorrieron sus piernas.
Una cosa era humillarla, reírse de ella, insultarla…incluso desearle la muerte cuando estaban en segundo curso y otra cosa era verla realmente en manos de Fenrir Greyback, asustada como un animalillo indefenso para ser entregada a la peor mortifaga que Draco conocía: su tía, Bellatrix Lestrange.
Draco conocía bien la crueldad de su tía, le había entrenado en Oclumancia durante meses a base de torturas y maltratos por eso cuando Granger comenzó a gritar de dolor no pudo soportar sentir empatía por la chica por primera vez en su vida. Quería parar ese sufrimiento, necesitaba dejar de escuchar sus llantos y gritos.
Lo peor fue cuando la demente de su tía había grabado en la piel de la chica la palabra sangre sucia, haciendo que la sangre de Hermione rsbalase al suelo debido a los cortes que la daga hacía en su antebrazo. Draco se quedó mirando las gotas que manchaban ahora la alfombra persa de su madre siguiendo con su mirada el recorrido de la sangre hasta el antebrazo izquierdo de la chica.
No pudo soportar ver esa palabra que tanto había usado para humillarla e insultarla escrita a fuego en la piel de La chica. Ese fue el punto de inflexión, la sangre de Granger era tan roja como la suya. Hacía ya días que se sentía estafado por la lucha del poder de la raza pura, no es que él no creyese en un principio en la grandeza de la raza pura. Siempre le habían enseñado que la pureza era símbolo de superioridad ante los mestizos y muggles pero después de haber vivido y presenciado tantas atrocidades por orden de un mestizo que lo único que ansiaba era el poder para sublevarlos a todos…
Avanzó unos pasos hacia su tía, levantando la varita y temblando ligeramente ante la mirada de sorpresa de sus padres.
Hermione lloraba silenciosamente en el suelo, hecha un ovillo agarrándose las piernas mientras Bellatrix miraba a su sobrino expectante sin saber que pretendía.
De sobra sabían en su entorno el odio que el chico siempre le había profesado a la sangre sucia amiga de Potter, así que quizás solo quería divertirse con ella un rato. Narcissa era la única que estaba un poco inquieta pues conocía a la perfección a Draco y veía algo en sus ojos que le asustaba.
Todo pasó tan rápido que ni Hermione fue consciente de quién la había agarrado por el brazo, solo sintió un tirón en su estómago y todo se volvió negro.
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Aterrizaron en una playa con acantilados. La brisa marina se coló por las fosas nasales de Hermione y ésta miró confusa a la persona que estaba a su lado.
Su cuerpo se petrificó sin necesidad de que nadie la hechizase; la persona que más la odiaba, la persona que había hecho de su vida en el colegio un infierno estaba frente a ella mirándola fijamente.
Hermione nunca se había fijado realmente en los ojos de Malfoy , ella siempre había creído que eran azules…pero esa tarde, en esa playa, descubrió que eran grises. Un gris con algunas betas azules que hacía que la profundidad de esos dos colores la tragasen entera.
Hermione retrocedió un par de pasos atrás mientras se agarraba el brazo por el dolor; miró hacia todos lados intentando comprender que hacía allí con Malfoy. ¿Por qué la habría llevado allí? ¿Estaría Voldemort esperándola en algún lugar cercano? ¿Sería que Malfoy quería llevarse la gloria de entregar a la sangre sucia/ Amiga de Potter a su amo?
Draco empezó a avanzar hacia ella con la varita aún en alto.
- No te acerques Malfoy- escupió Hermione intentando sonar firme-.
- Cómo quieras Granger- bufó el rubio mientras bajaba su varita- pero si no sano esas heridas, tendré que cargar contigo en algún momento y eso nos retrasaría más.
Hermione se miró el brazo y lo escondió avergonzada. Cuando reaccionó ante las ultimas palabras del rubio sintió verdadero pánico.
- ¿Cargarme a dónde? ¡ No pienso ir a ningún sitio contigo!
- Oh claro que vendrás Granger…no dejaré que nos atrapen y me acusen de traidor por tu estúpido orgullo Gryffindor.
El rubio la cogió por las piernas y se la cargó como si fuese un saco de patatas mientras andaba con paso decidido por la playa y Hermione pataleaba contra su abdomen.
Las olas que chocaban contra los acantilados amortiguaban los gritos de Hermione pidiendo auxilio.
