Cuando ellas abandonan la habitación dejando una muda de ropa limpia atrás, él aprovecha para convocar su varita y realizar un olvidado hechizo de su adolescencia que jamás usó mucho porque no era Lucius con la fortuna que le permitía viajar por el mundo. Pero había tomado como reto personal encontrar una manera de traducir idiomas desconocidos.

Tomó la idea de los subtítulos de películas. La traducción aparecería flotando frente a las personas, invisible para todos excepto el lanzador. Es lo que más sencillo le resultó. Era algo tonto, pero tenía que conformarse por ahora.

No se molestó en cambiarse.