Capítulo 1: Un Viaje al Pasado

El sol comenzaba a descender hacia el horizonte, tiñendo el cielo de un espléndido abanico de tonos anaranjados y rosados. Sarada Uchiha avanzaba con determinación hacia el bosque cercano al templo de los Uchiha. La atmósfera estaba cargada de una mezcla de nerviosismo y emoción. En su mano temblaba un viejo pergamino, el último de una serie de artefactos antiguos que había desenterrado de la biblioteca secreta del clan. Después de semanas de estudios intensivos sobre la técnica de viaje temporal, estaba a punto de llevar a cabo un plan que había consumido sus pensamientos y esfuerzos.

El bosque estaba en silencio, con el único sonido del viento moviendo suavemente las hojas de los árboles. Sarada llegó a un claro donde los símbolos de sellado estaban meticulosamente dibujados en el suelo, un trabajo que había realizado con precisión para asegurar el éxito de su misión. Se arrodilló y comenzó a trazar los últimos símbolos necesarios para activar el jutsu. Cada trazo era un paso hacia lo desconocido, un riesgo que debía tomar para cumplir su objetivo.

Mientras terminaba de trazar los símbolos, un ruido inesperado la hizo levantar la vista. Ramas crujieron y el sonido de pasos se acercó. Una figura emergió de entre los árboles, observando con curiosidad. Era Bolt Uzumaki, un joven de cabello rubio y una energía contagiosa, conocido por su carácter amistoso y su determinación.

—¿Sarada? ¿Qué haces aquí? —preguntó Bolt, con una mezcla de confusión y sorpresa en su voz.

Sarada, intentando mantener la calma, se giró rápidamente para enfrentarlo.

—No es nada. Simplemente... estoy trabajando en un proyecto personal —dijo, su voz sonando más firme de lo que se sentía por dentro.

Bolt frunció el ceño y se acercó un poco, mostrando preocupación.

—¿Un proyecto personal? Pareces un poco... ¿estresada? —comentó, observando los símbolos de sellado con una mirada inquisitiva—. ¿Puedo ayudarte en algo?

Sarada se sintió un poco incómoda con la oferta, pero la preocupación genuina en la voz de Bolt era palpable.

—Realmente, no es necesario. Es algo muy delicado, y prefiero hacerlo sola —respondió Sarada, intentando sonar convincente.

Bolt parecía dudar, pero al ver la seriedad en el rostro de Sarada, decidió no insistir. Sin embargo, no pudo evitar una última pregunta.

—¿Estás segura de que todo está bien? Sabes que puedes contar conmigo si necesitas ayuda. A veces, compartir las preocupaciones puede hacer que se sientan menos pesadas.

Sarada sintió una ola de gratitud hacia Bolt por su amabilidad, pero también un poco de irritación por la intrusión en su momento de concentración.

—Gracias, Bolt. Lo aprecio. Solo... necesito concentrarme en esto ahora. Nos veremos más tarde, ¿de acuerdo?

Bolt asintió, reconociendo la importancia del momento para Sarada.

—Claro. Cuídate, Sarada. ¡Nos vemos pronto!

Una vez que Bolt se alejó, Sarada suspiró profundamente, agradecida por la comprensión de su amigo pero también aliviada de que se hubiera ido. Volvió a su trabajo, sus manos temblando ligeramente mientras completaba los últimos trazos de los símbolos. La energía comenzó a acumularse a su alrededor, creando un resplandor que iluminaba el claro.

—Por favor, que funcione —murmuró Sarada para sí misma, sus palabras llenas de esperanza y ansiedad.

Un vórtice de luz y oscuridad se formó a su alrededor, envolviendo su figura en un torbellino de energía. Sarada sintió una mezcla de temor y emoción mientras el mundo que conocía comenzaba a desvanecerse. La luz se intensificó hasta que la oscuridad la envolvió por completo. El aire parecía vibrar a su alrededor, y la sensación de movimiento temporal fue tan intensa que casi podía sentir el tiempo mismo deslizándose entre sus dedos.

Cuando la intensidad comenzó a disminuir, Sarada se encontró de pie en medio de una Konoha que parecía un lugar lejano y diferente al que conocía. El entorno era más primitivo; las calles eran más estrechas, las casas más simples y la arquitectura menos elaborada. La aldea también mostraba un detalle crucial que la diferenciaba del presente: el Monte Hokage solo tenía los rostros de los cinco primeros Hokages esculpidos en la roca, sin la adición de las caras de Kakashi y Naruto que adornaban el monte en el presente. La gente pasaba a su lado sin prestarle mucha atención, inmersa en sus propias rutinas diarias, con un aire de familiaridad que resultaba al mismo tiempo reconfortante y desorientador.

Sarada vagó por las calles hasta que encontró un pequeño local de ramen: Ichiraku Ramen, con una apariencia sencilla y acogedora, tenía una cortina en lugar de una puerta. Al levantar la cortina, se podía ver el interior iluminado por una luz cálida, con una pequeña barra de madera y algunas mesas en un ambiente relajado y amigable.

Sarada empujó la cortina y entró al restaurante. El interior estaba lleno de vida; el aroma del ramen se mezclaba con el bullicio de las conversaciones y las risas. Sakura Haruno, una joven de cabello rosa y su futura madre, estaba sentada en una de las mesas, acompañada de sus amigos, entre ellos Naruto Uzumaki. Aunque Sakura y Naruto eran ahora adultos de 35 años en la vida de Sarada, en este momento del pasado tenían 15 años, igual que Sarada.

Sarada sabía que su madre y Naruto jugarían un papel crucial en el futuro, pero en este momento debia mantener su identidad en secreto.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó Sarada, intentando mantener la voz calmada a pesar del tumulto interior.

Sakura, sorprendida por la pregunta, la observó con curiosidad antes de sonreír de manera cálida.

—Claro, pero parece que estás sola. ¿Todo bien? —inquirió, su tono mostrando genuina preocupación.

Sarada se sonrojó ligeramente, sintiendo una mezcla de vergüenza y aprecio por la amabilidad de su madre. A pesar de conocer a su madre, verla en persona siendo tan joven de manera directa era una experiencia completamente nueva.

"Es sorprendente," pensó Sarada mientras observaba a su madre moverse con una gracia natural. "mamá tiene una presencia tan cálida y encantadora. No solo es linda, aunque para mi siempre fue linda pero verla asi de joven me parecio mas linda aun que hay algo en su forma de hablar y moverse que es… cautivador. ¿Cómo puede alguien transmitir tanta calidez simplemente con su sonrisa?"

—Sí, estoy bien. Solo... necesito un lugar para descansar —respondió Sarada mientras se sentaba en una de las mesas cerca de la barra, intentando disimular su nerviosismo.

Sakura se acercó a la mesa con una sonrisa amigable.

—Soy Sakura. ¿Te gustaría algo de ramen o una bebida mientras te acomodas?

—Un ramen sería perfecto, gracias —respondió Sarada, mientras se acomodaba en su asiento y trataba de calmar los nervios.

Mientras Sakura se dirigía a la barra para hacer el pedido, Sarada no pudo evitar observarla con más detenimiento. La forma en que su madre se movía, la confianza en sus pasos y la calidez en su sonrisa eran deslumbrantes. Sarada se sorprendió al notar que sentía un cosquilleo inexplicable, una mezcla de admiración y un sentimiento que no podía identificar del todo.

"¿Por qué me siento así? Es como si su presencia tuviera un efecto casi hipnótico sobre mí. Mamá es increíblemente linda, pero también hay una profundidad en ella que me resulta muy atrayente. ¿Es esta la misma que conozco en el futuro? Definitivamente, la admiración que siento por ella va más allá de lo que imaginaba."

Naruto, al notar la mirada de Sarada, se acercó con una sonrisa abierta y amistosa.

—¡Hola! Soy Naruto. ¿Eres nueva en la aldea? No te he visto antes —dijo, con un tono genuinamente curioso.

Sarada sonrió levemente, sintiendo una mezcla de timidez y alivio.

—Sí, acabo de mudarme a la aldea. Me estoy familiarizando con el lugar.

Naruto asintió, con una expresión de comprensión.

—Bueno, si necesitas recomendaciones sobre dónde ir o qué hacer, solo dímelo. Ichiraku es uno de los mejores lugares para empezar.

Sakura regresó con un cuenco de ramen humeante y lo colocó frente a Sarada.

—Aquí tienes. Espero que te guste —dijo, con una sonrisa cálida.

Sarada tomó el cuenco con gratitud y lo colocó frente a sí. El aroma del ramen era reconfortante, y el calor del cuenco parecía disipar parte de su tensión.

—Gracias, Sakura "Me siento rara llamando por su nombre a mamá". Me ha hecho falta un lugar tranquilo como este —respondió Sarada, sintiéndose un poco más relajada mientras empezaba a comer.

Sakura se sentó frente a Sarada, mostrando interés genuino.

—Es un lugar popular entre los locales. Siempre hay algo interesante aquí. ¿Qué te trae por aquí, si no es una molestia preguntar?

Sarada pensó un momento antes de responder. No estaba segura de cuánto revelar, pero sentía que podía confiar en la amabilidad de su madre.

—Solo buscaba algo de paz. Estoy en una etapa de mi vida en la que necesito entender mejor ciertas cosas.

Sakura inclinó la cabeza en un gesto comprensivo.

—A veces, hablar con alguien puede ayudar a ver las cosas desde una nueva perspectiva. Si quieres, puedo escuchar. A veces es bueno compartir lo que nos preocupa.

Sarada vaciló, luchando con la idea de abrirse a su madre y Naruto ya que podria traer problemas. No estaba segura de cómo empezar, pero las palabras de su madre eran tentadoras. Naruto, al notar la incomodidad de Sarada, también ofreció su apoyo.

—Sí, lo que Sakura dice es verdad. No tienes que cargar con todo sola. A veces, compartir un problema hace que sea más fácil de enfrentar. Además, siempre tenemos un buen ambiente aquí, ¿no crees?

Sarada asintió lentamente, sintiendo una mezcla de gratitud y alivio por la comprensión de sus nuevos amigos.

—Gracias, Sakura y Naruto. Realmente aprecio su amabilidad. Es bueno saber que hay personas dispuestas a escuchar.

Sakura le dio una palmadita en el hombro, su mirada llena de calidez.

—No hay de qué. Estamos aquí para lo que necesites. Solo recuerda que siempre puedes volver si necesitas hablar o si quieres disfrutar de un buen ramen.

El resto de la tarde transcurrió en una conversación tranquila. Sakura y Naruto compartieron anécdotas de su entrenamiento y las bromas con sus amigos, mientras Sarada escuchaba atentamente. La conversación se volvió un refugio momentáneo, una distracción bienvenida del objetivo que Sarada tenía en mente.

Cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, Sarada se dio cuenta de que tenía que irse. Miró a su madre y Naruto con una sonrisa sincera.

—Gracias por el ramen y por la conversación, Sakura y Naruto. Me ha ayudado más de lo que esperaban.

Sakura y Naruto le devolvieron el saludo con entusiasmo.

—Nos vemos pronto —dijo Sakura, con un tono amistoso.

Sarada se levantó, sintiendo una mezcla de gratitud y nostalgia. Mientras se alejaba de Ichiraku Ramen, sintió el calor de las palabras de su madre y Naruto envolviéndola. Miró hacia atrás y vio a Sakura y Naruto riendo y disfrutando, una imagen que parecía un anhelo de normalidad y conexión.

Aunque su misión aún no había comenzado, Sarada sintió que había encontrado un rincón de consuelo en este pasado, un pequeño remanso de tranquilidad en medio de su viaje hacia lo desconocido. Mientras el viento nocturno acariciaba su rostro, se sintió lista para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir, con la certeza de que, a pesar de las dificultades, no estaba sola en su búsqueda.