CAPÍTULO 16:
NEATHIA
Neathia, Cámara Privada
Hace 1 hora
El Orbe Sagrado.
La verdad es que le costaba realmente dar una opinión acerca del gran objeto que se cernía con gracia e imponencia sobre todos ellos.
A sus alrededores, una gran cámara con muros de roca celeste brillante se extendía de forma circular, dejando en su centro la forma de un enorme altar cristalino con una serie de escaleras rodeándolo y conduciendo directamente a la causa de toda esta guerra.
Ahí, frente a ojos sorprendidos y confusos, una enorme esfera de múltiples colores los veía desde las alturas con superioridad, produciendo intensas luces capaces de abarcar toda el área que los rodeaba.
A lo largo de su tiempo en las batallas, los Peleadores Bakugan habían sido testigos de numerosos escenarios dignos de reconocimiento por su majestuosidad o un incontrolable ostento. Sin embargo, quedaba claro, viendo la mirada del resto de sus amigos, que esta extraña cámara ya se había apoderado del primer lugar en la lista.
–Wow, ¿qué es eso? –. Preguntó Marucho con impresión, incapaz de creer lo que veían sus ojos.
–Ese es el Orbe Sagrado, un objeto venerado aquí en Neathia y el origen de todos los Bakugan. Dentro contiene los códigos genéticos de cada Bakugan –. Explicó Fabia con orgullo, liderando la caminata del grupo.
¿El origen de toda su especie era este? ¿Cómo era posible? De todos los planetas en el universo, ¿por qué un objeto como este quedaría específicamente en un mundo tan apartado de Vestroia?
La idea de estar frente a la luz creadora que había dado lugar a su especie era un poco abrumadora, jamás había pensado que llegaría un día como este. Sin embargo, aquí estaban, preparándose para defender esta luz de la amenaza gundaliana y detener esta guerra de una vez por todas, rescatando a sus amigos y a miles de inocentes en el proceso.
–Amigo, esa cosa es la fuente –. Señaló Akwimos emocionado antes de dejar el hombro de Marucho.
Siguiendo la acción de su compañero, Aranaut y Coredem se acercaron de forma respetuosa hacia el gran objeto, mientras un intenso brillo comenzaba a emanar de sus pequeños cuerpos, cada uno del color de su respectivo atributo.
–Siento un hormigueo por todo el cuerpo –. Comentó Coredem moviéndose un poco.
–Lo sé, es como si esta energía me llenara por dentro –. Asintió Aranaut en acuerdo.
–También lo siento, pero detrás de eso hay un extraño presentimiento. Es como si me conectara con el Orbe y pudiera sentir el peligro –. Dijo Drago en el hombro de su compañero.
–¿Seguro estás bien, amigo? –. Preguntó Dan con preocupación.
–Sí, es solo que creo no haberme sentido así antes –. Tranquilizó el Bakugan a su peleador.
–Ingram, ¿tú que dices? ¿También sientes algo? –. Preguntó Shun con curiosidad.
¿Qué sí lo sentía? No podía decir que no, podía ver cuál era el poder y la energía que este objeto emanaba, también se sentía un poco más fuerte estando en este lugar; no solo en la cámara del Orbe, sino en la misma Neathia. No obstante, tampoco podía decir que estuviera completamente cómodo. Tal vez había pasado demasiado tiempo con Leónidas, pero Ingram no podía evitar sentir este sitio y esta energía como algo ajeno a él. Quizá se debía a su naturaleza guerrera, Ingram siempre se había enfocado en el combate en las sombras y tal vez por eso no se sentía tan cómodo como debería bajo el abrazo de la luz madre de su especie.
Ese era su pensamiento más racional en primera instancia. Después de todo, Hylash sí se veía más acorde a la naturaleza de este sitio, dejando que el cálido abrazo del Orbe lo envolviera con amor y le diera poder.
No obstante, aunque era un pensamiento razonable e incluso lógico, Ingram no podía evitar sentirse un poco fuera de lugar. Sentía el poder, sentía la calidez, pero no sentía comodidad en este sitio. Tal vez luchar tanto tiempo entre las sombras había pasado su factura.
Tal vez, era demasiada luz para él. Sí, debía tratarse de eso.
–Lo siento, Shun. Aunque no del mismo modo que parecen hacerlo los otros –. Respondió Ingram con un suspiro –. Es extraño, se siente extraño. No lo sé.
–Barodius, el emperador de Gundalia, pretende apoderarse del Orbe y usar su energía para sus malvados propósitos –. Explicó Fabia retomando la palabra.
–¿Y dónde entra el Elemento en todo esto? –. Cuestionó Shun confundido.
–El Elemento es solo una porción del poder que está presente en el Orbe. Barodius quería poseerlo como una ventaja temporal en la guerra, pero ahora que fue absorbido por Drago, no hay duda de que querrá apoderarse del Orbe directamente –. Respondió Fabia antes de continuar –. Si lograr poner sus manos sobre él, no solo poseerá su poder, sino también la habilidad de controlar a todos los Bakugan existentes gracias a sus códigos de ADN.
–¿Crees que incluso podría controlar a Leónidas? –. Preguntó Ingram intrigado.
Ante su pregunta, la joven princesa frunció el ceño mientras sostenía su barbilla con dos dedos. Claramente, no sabía cómo responder, y no podían culparla realmente. Explicarle a Fabia la historia de su amigo había sido complicado y la peliazul aún se encontraba digiriendo la idea de un Bakugan que escapaba a todo lo que su gente pensaba de la especie. Además, claro, de tener que aceptar la idea de que el mismo chico que la había nombrado como una Peleadora Bakugan había seguido sin confiar lo suficiente en ella como para contarle un secreto así.
Tenía que darle mucho crédito a Fabia por su paciencia. La desconfianza de Nick había estado en su punto más alto desde la revelación de Ren y Fabia se había convertido en uno de los blancos frecuentes de las dudas del pelinegro. Sin embargo, a pesar de eso, la princesa seguía mostrando genuina preocupación por el ausente pelinegro.
–Supongo no debería ser capaz, el código genético de Leónidas debería pertenecerle únicamente a él considerando las circunstancias de su nacimiento. Pero creo que es mejor no averiguarlo –. Respondió Fabia después de un minuto de meditar su respuesta –. Solo nos queda esperar que Barodius no use a Nick y Julie para atacarnos.
–Esos bobos tendrán que hacer milagros para doblegar a los chicos. Créeme, Fabia, ya no tienen de que preocuparse. Estamos aquí para ayudarlos y nada malo pasará. Es una promesa –. Juró Dan con determinación.
–Sí, puedes contar con nosotros –. Respaldó Marucho a su amigo.
Conmovida por su compromiso con la defensa de su hogar, la princesa asintió con emoción rebosante en sus facciones.
Parecía que Fabia estaba lista para decir algo más, pero sus palabras murieron en el momento en que un estridente pitido comenzó a sonar desde la distancia, interrumpiendo el momento de forma abrupta y obligando a la princesa a girar la cabeza para observar el holograma distorsionado que se formó delante del Orbe.
Inmediatamente, la imagen de una mujer neathiana de cabello azulado corto, piel color lavanda y ojos verdes se formó con elegancia delante de ellos.
Ingram no podía considerarse como un amante de la belleza. A lo largo de su vida, las únicas hembras a las que había considerado genuinamente atractivas se limitaban a Ángel y la Sirenoid Aquos. No obstante, podía entender hasta cierto punto porque los humanos se sentirían atraídos por las mujeres neathianas. La Reina Serena era una gran exponente de la belleza de su especie, sus facciones delicadas y su mirada penetrante podían presumir de cierto encanto que le debería servir para atraer a los machos de su especie y otras semejantes.
Habían conocido a la monarca del planeta de forma muy breve, no podían decir que la fuera a profundidad, pues solo habían compartido un par de palabras con ella antes de que Fabia recibiera la autorización para mostrarles el objeto que deberían proteger a futuro. No obstante, lo poco que la habían conocido era más que suficiente para saber que la Reina Serena nunca los interrumpiría de este modo con tan fuerte sonido para nada.
Algo importante debía estar ocurriendo.
–Majestad, escuchamos la alarma. ¿Qué está sucediendo? –. Preguntó Fabia a su hermana con preocupación rebosando en su tono.
–Los gundalianos están aquí. Por favor, Peleadores, debo pedirles que se apresuren. Nos están atacando desde distintos puntos de control, están rodeando la ciudad –. Advirtió la reina rápidamente.
–¿Las defensas ya están listas, Majestad? –. Preguntó Aranaut respetuosamente.
–Lo están, pero no esperábamos un ataque tan pronto y menos de esta magnitud. Temo que las ciudades cercanas no podrán organizar sus fuerzas a tiempo para ayudarnos. Depende de nosotros mismos repeler esta ofensiva –. Respondió la reina.
–¿Y qué hay de nuestras propias fuerzas? ¿Cómo están?
–Los hombres aguantarán el tiempo suficiente para que ustedes se dividan y los apoyen. Por suerte, nuestra propia caballería ya está en camino. Ser Loren se prepara para volver a casa con todas las fuerzas del sur a su disposición, pero necesitarán tiempo antes de llegar. Hasta entonces, tenemos que defendernos como podamos –. Concluyó la monarca del planeta con su veloz explicación.
–Entendido. Vamos para allá –. Asintió Fabia con una pequeña reverencia.
Con la misma velocidad con la que apareció, el holograma de la reina se desvaneció en el aire, dejando nada más que el sonido de la alarma como muestra de su aviso.
Inmediatamente, todos los presentes se aventuraron una vez más al calor del combate, dejando sola la luminosa sala para adentrarse nuevamente a las llamas de la incesante batalla por venir.
Su primera lucha real con las fuerzas gundalianas.
Neathia, Afueras de la Capital
En el presente
Fuego.
No existía otra palabra que pudiera describir todo lo que su visión podía abarcar aparte esa.
Fuego.
Un incesante campo de llamas se abría paso por los alrededores de forma inclemente entre los árboles que consumía su dorada y destructiva luz, provocada por la forma de cientos de Bakugan de distintos atributos avanzando como una poderosa maquinaria por los bosques que obstaculizaban su camino.
Aunque no era un gran partidario de las guerras entre Bakugan después de todo lo acontecido en Nueva Vestroia, Ingram conocía bien la importancia de dejar a un lado las emociones y los ideales para ser más efectivo en batalla. No era un consuelo, pero, al menos, le ayudaba a recordar que debía mantenerse firme y concentrarse en la batalla que tenía delante.
No podía detenerse a sentir lástima por los Bakugan que avanzaban de forma amenazante por los bosques, no podía sentir pena por sí mismo o detenerse a pensar en lo que le producía el tener que derrotar a tantos de sus hermanos Bakugan por culpa del amo al que servían.
Por desgracia, aunque era perfectamente capaz de hacer a un lado esas emociones para concentrarse en la batalla, no podía evitar que los sentimientos de ira e impotencia se apoderaran de su corazón al ver a los peleadores esclavos de estos guerreros.
Odiaba a los gundalianos tanto como había odiado a los Vexos, pero estos miserables habían puesto en marcha una práctica que asqueaba a Ingram mucho más que los Bakugan mecánicos: el secuestro de humanos inocentes.
Debajo del fuerte azote de su bufanda convertida en pequeñas alas, Ingram podía ver desde la distancia como cientos de jóvenes terrícolas alzaban cartas poder con una sincronización perfecta tanto en sus movimientos como en la pronunciación de sus palabras. Los chicos que les estaban sirviendo no eran más que unos niños, algunos de la edad de los Peleadores Bakugan o más jóvenes incluso, y los gundalianos no se habían detenido un segundo a pensar en ellos antes de someterlos a desconocidos procesos destinados a doblegar su voluntad.
Estos malditos, estos avaros miserables, estaban arruinando la vida de todos estos chicos inocentes para ganar una guerra egoísta. Habían miles de familias preocupadas en la Tierra por el destino de sus hijos, padres destrozados por la ausencia de sus crías, hermanos lamentando la pérdida de sus familiares y un gran odio destinado a aquellos que trataban de salvar estas vidas.
Todo por culpa de los gundalianos.
Todo por culpa de su ambición.
La ira que estremecía su pulso no era propia de sí, no debería serlo. Después de todo, Ingram había jurado seguir el camino del ninja y mantener la cabeza fría ante todo tipo de crisis. Sin embargo, aunque su mente se mantenía enfocada, su corazón ardía con las llamas que una vez había destilado su cuerpo y palpitaba con la furia del viento en su interior.
Estos sujetos habían arrebatado miles de vidas, estaban arruinando a miles de familias con sus actos, ponían en riesgo a un pueblo inocente y a sus mejores amigos. Aquellos que aún se encontraban bajo su poder.
Solo existía una respuesta a la ira que estaba sintiendo en estos momentos.
–Doble poder activado: ¡Cuchilla de Luz de Luna + Pasos de Ninja!
Dejando ver las hojas curvas que salieron de la seguridad de sus brazaletes, Ingram se inclinó suavemente sobre la espalda de Hylash en su forma de tabla, mientras sostenía con firmeza uno de los bordes de su amigo para indicarle que bajara tan rápido como le fuera posible.
–¡Acaba con ellos, Ingram!
Shun no tenía que decirlo dos veces, él mismo ya podía sentir la determinación para actuar desde la seguridad de sus pensamientos. Y bastó con solo un respiro y un parpadeo por parte de su único ojo visible para que una sombra se movilizara, dejando nada más que una pequeña corriente de oscuridad en la zona donde una vez se había ubicado un ninja.
1… 2… 3… 4… 5…
No se necesitó de nada más que eso, solo cinco segundos fue tiempo más que suficiente para acabar con todos los Bakugan que alcanzaban a abarcar su campo de visión y algunos que se asomaron durante su recorrido.
6… 7… 8… 9… 10.
Solo cinco segundos bastaron para adentrarse en el campo de fuego cual relámpago golpeando la tierra y una fuerte corriente de viento para desplazarse por los espacios entre los árboles ardiendo, cortando a todos sus oponentes en puntos vitales para devolverlos a sus formas de esfera.
Y solo diez segundos habían bastado para terminar con la primera oleada que invadía los bosques a las afueras de la capital neathiana.
Aunque no se había sentido como debería en la cámara del Orbe Sagrado, Ingram podía sentir un poco de su poder aún dentro de sí, dotándolo de la fuerza que le estaba permitiendo moverse más rápido de lo que estaba acostumbrado.
Un poder que estaba agradecido de tener, pues, aunque siempre se había caracterizado por ser veloz, la rapidez con la que era capaz de eliminar a sus enemigos en este planeta era algo nuevo. No sólo había terminado con la primera oleada de soldados gundalianos en segundos, sino que también había podido regresar al puesto de avanzado neathiano sin un rasguño, pues ninguno de sus enemigos había sido capaz de seguirle el ritmo.
–Buen trabajo, chicos. Excelente trabajo –. Felicitó Shun a sus compañeros con un pequeño pulgar arriba.
–Es cierto, veo que su velocidad ha aumentado. Eso nos ayudará en las batallas que libremos –. Concordó Fabia con una sonrisa de orgullo.
Hylash regresó a su forma bípeda para hacer una reverencia a los peleadores con respeto, imitando la conducta de Ingram, el cual se inclinaba con humildad ante los cumplidos hechos por su compañero y su amiga neathiana.
–No es nada, chicos –. Respondió el maestro ninja reincorporándose antes de continuar –. ¿Cómo se encuentran los demás?
–Parece que todo va en orden, Marucho y Akwimos están ayudando a nuestras fuerzas marítimas a repeler las invasiones de las fuerzas de Bakugan Aquos gundalianos por la bahía de la ciudad. Jake y Coredem están ayudando a fortificar las defensas al noroeste por las colinas de piedra, crean coberturas para los tiradores y sirven como tanques para enfrentar los ataques más cercanos –. Avisó Aranaut en el hombro de su compañera.
–¿Y qué hay de Dan y Drago? ¿Por qué no están aquí? –. Cuestionó Shun confundido.
–Nuestros escáneres detectaron a la nave de Barodius acercándose por la entrada frontal. Debe estar planeando un ataque directo a nuestras fuerzas como un medio de distracción. Es mejor si Dan y Drago se quedan ahí para enfrentarlo –. Argumentó Fabia por su hermana.
Entendiendo lo que la realeza del planeta trataba de hacer, Ingram levantó su vista del suelo para mirar fijamente la gran barrera circular que se elevaba delante de él y cubría kilómetros y kilómetros de una gran ciudad posicionada detrás de una bahía y a la vista de unos campos rocosos.
Neathia era un planeta hermoso. En opinión de Ingram, lo era casi tanto como Nueva Vestroia, se trataba de un mundo rico en todo tipo de ecosistemas llenos de vida, capaces de albergar especímenes de todo tipo; pero con el agregado de ser un mundo en perfecta sintonía con el avance tecnológico y arquitectónico de sus habitantes más inteligentes.
Las ciudades de este planeta parecían ser todo lo que las proyecciones de Fabia mostraban a simple vista. Libres del paso caótico de la guerra, se trataba de un conjunto de todo tipo de estructuras blancas y celestes con un tímido decorado del color del oro y la plata, calles limpias, libres de polvo y cualquier suciedad visible. Un pueblo perfecto a simple vista que daba con un terreno paradisíaco y lo que sin duda sería el sueño de cada humano para vacacionar.
Por supuesto, la presencia de diversos escudos recubriendo el lugar seguía siendo un recordatorio de que este bello mundo aún estaba en guerra, pero hasta los suaves colores que decoraban la barrera que protegía a la ciudad lograban transmitir cierta tranquilidad a los ciudadanos que aún se mantenían lejos del frente.
Realmente Neathia era un mundo hermoso y podía entender la belleza que se mostraba en sus bosques, sus ríos, sus campos y sus ciudades. Tendría que ser ciego para no ver el destino paradisíaco que significaba este lugar, un mundo capaz de albergar tantos ecosistemas y muestras de vida era algo a lo que los humanos apenas se estaban acostumbrando y la idea de un sitio como este sería un paso más allá en su evolución. Además de la familiaridad que el mismo Ingram podía sentir al encontrarse en un sitio como este, se parecía demasiado a su propio mundo y no podía evitar que un sentimiento de nostalgia creciera en su interior al ver un lugar así.
Ningún mundo debería sentir el dolor de la guerra, todos deberían ser protegidos por igual sin importar lo que contuvieran o los deseos egoístas de posibles invasores. Saber esto le daba a Ingram la determinación para defender este mundo inocente de los deseos de Barodius, impedir que un tirano de esa clase tomara el control de este bello mundo y de sus hermanos y hermanas Bakugan.
No había nada más que eso, la disposición a hacer el bien sin importar el lugar o el momento.
–Entonces, enfoquemos nuestros esfuerzos en detener este ataque hasta que llegue la caballería y ayudar a los demás –. Dijo Shun antes de mostrar una pequeña esfera verde y negra en sus dedos.
–Seguro –. Asintió Fabia antes de recibir a su compañero en su mano.
Sabiendo lo que ambos chicos iban a hacer, Ingram y Hylash se hicieron a un lado para darles el espacio que iban a necesitar para sus lanzamientos.
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Lucha por Neathia, Aranaut Haos!
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Vamos por ellos, Shadow Wing Ventus!
Al llamado de sus peleadores, ambos Bakugan se mostraron con gran orgullo e imponencia en el frente del campo de batalla, moviendo sus extremidades con elegantes de movimientos de combate que delataban su habilidad en la lucha y la experiencia acumulada con el pasar de numerosas batallas.
–¡Estamos listos, princesa! –. Declaró Aranaut en guardia.
Asintiendo en un mudo acuerdo, Shadow Wing se posó al lado de Ingram y Hylash para levantar uno de sus pulgares.
Inevitablemente, Shun se rio por lo bajo debido al gesto inocente del Bakugan de apoyo antes de asentir en señal de preparación.
Detrás de los chicos, los soldados que conformaban el puesto de defensa no podían creer lo que veían, pues se notaba en sus expresiones lo difícil que les resultaba creer que dos muchachos lograran repeler los ataques de los soldados gundalianos y terrícolas. Por lo que sabían, ninguno de ellos había tenido mucha suerte enfrentando a sus enemigos ya establecidos en Neathia, y menos teniendo en cuenta el hecho de que el líder de los Caballeros del Castillo estaba desaparecido y uno de sus supuestos mejores soldados apenas estaba volviendo a casa.
Era normal que se sintieran nerviosos al ver a los tan aclamados Peleadores Bakugan en acción y más aún teniéndolos delante, acabando con fácilmente con los enemigos que los habían estado desgastando los últimos meses.
No obstante, este no era momento para bloquearse en medio del combate, Ingram, Aranaut y los demás podrían repeler a la mayoría de los invasores, pero éstos también contaban con una gran ventaja numérica y la posibilidad de un descuido por parte de los Peleadores siempre estaba vigente.
Fabia lo sabía y cuando tuvo la oportunidad, no tardó en dirigirse a sus hombres.
–Soldados, Shun y yo atacaremos a los del frente, haremos todo lo posible para que no pasen. Ustedes divídanse en tres grupos y que dos cubran los flancos, que se dispersen y ataquen a todo aquel que intente salir del bosque, el tercero se quedará aquí como muro, impidan que los gundalianos lleguen al generador del escudo –. Ordenó Fabia con autoridad.
–Pero, Alteza, si nos dividimos, no tendremos la suficiente fuerza para una defensa efectiva –. Avisó uno de los soldados con cierto nerviosismo.
Aunque no sabían mucho de los neathianos todavía, Ingram se atrevía a adivinar la edad que debía rondar este soldado y no debía ser muy mayor. En su rostro se notaba cierta inocencia e inexperiencia, su labio inferior temblaba con cada palabra pronunciada, sus mejillas parecían ser tersas y su apariencia era impecable, carente de todo rastro de cicatrices, suciedad y el carácter aguerrido de un soldado.
Sabía que este conflicto con Gundalia había costado la vida normal de muchos jóvenes neathianos y este chico parecía ser la clara representación de ese problema. Este debía ser uno de los tantos muchachos de Neathia obligados a convertirse en hombres para defender su mundo, sin importar si estaban o no preparados para enfrentar algo así.
Inconscientemente, Ingram no pudo evitar comparar a estos muchachos con los soldados de la Resistencia de Vestal, un grupo de auténticos guerreros listos para el combate. Estos neathianos no eran como los vestal, no eran como los humanos, parecía que les faltaba el instinto de lucha que las otras especies sí tenían.
Una razón más por la cual estaban perdiendo esta guerra: no solo les faltaban mejores números o guerreros, también les faltaba el espíritu para la batalla.
–No se preocupen, con Shun y yo liderando el ataque, no muchos podrán llegar hasta aquí, se les facilitará el trabajo. Además, Ser Loren y los refuerzos deben pasar por aquí, es cuestión de tiempo, entonces la ventaja será nuestra. Solo tenemos que resistir hasta que llegue la caballería –. Confortó Fabia a los hombres, ofreciéndoles una pequeña sonrisa.
–Ingram, ¿tú y los tuyos podrán elevarse lo suficiente como para localizar al mayor número de atacantes posibles? –. Preguntó Aranaut de pronto.
–Claro, sin problema –. Asintió el maestro ninja.
–Perfecto, ubiquen a todos los que puedan y una vez que los tengan a la vista, atacaremos sin cuartel –. Dijo Fabia a los Peleadores Ventus.
–¿Estás segura de que esto es una buena idea? –. Cuestionó Shun a la princesa.
–Descuida, Ingram y Aranaut son más fuertes que los Bakugan gundalianos promedio, sé que podemos desgastarlos lo suficiente como para obligarlos a retirarse –. Respondió la peliazul con seguridad.
–¿Y qué hay de su líder? No creo que este ataque haya sido asignado sin uno.
–Por ahora, no ha salido. Si acabamos con los soldados, sus números no valdrán nada y no tendrán más opción que retirarse una vez que queden en desventaja –. Aclaró Fabia antes de continuar –. ¿Quién sabe? Puede que incluso logremos capturarlo antes de que escape.
Parecía que tenerlos aquí le había insuflado una dosis extra de valor y confianza a la princesa neathiana, y gracias a eso estaban viendo una fase distinta en ella: la de líder. Habían conocido a Fabia como una emisaria, una sirvienta de su mundo, lista para aventurarse a cualquier rincón del universo por su planeta, incluso si tenía que hacerlo sola. Esta era la primera vez que la veían guiando hombres a la batalla, incluso si éstos no querían hacerlo.
–Muy bien –. Suspiró Shun con inseguridad antes de dirigirse a sus compañeros –. Ingram, Hylash, Shadow Wing, elévense y prepárense para atacar.
–Aranaut y yo los seguiremos desde tierra. Ustedes solo guíennos y nosotros los seguiremos –. Prometió Fabia con determinación.
–De acuerdo.
Después de muchos meses de conocerse desde su primer encuentro en Nueva Vestroia, Ingram había aprendido a leer a Shun sin necesidad de gestos o palabras, le bastaba solo con el tono de voz del ojimiel para entender el tipo de pensamientos que debían estar rondando por su cabeza.
En este caso, el solo hecho de estar haciendo tantas preguntas sobre la estrategia de Fabia le decía a Ingram la verdad acerca de las ideas que debía estar experimentando su compañero: algo no estaba bien. Ambos ya habían estado en una guerra antes y acabar con los soldados del enemigo no había sido tan fácil, estos gundalianos no tenían una gran defensa, no parecían estar luchando con todo lo que tenían a su disposición, caían demasiado fácil como para ser los encargados de llevar a Neathia poco a poco hacia la derrota; su estrategia tampoco era notable, ni siquiera efectiva, solo avanzaban por el bosque destruyendo todo a su paso y esperando a que un ataque los devolviera a su forma de esfera.
Algo no estaba bien, todo esto era demasiado fácil. Como si quisieran probarlos.
Sacudiendo su cabeza mientras ascendía por los aires, Ingram tuvo que hacer a un lado todos sus pensamientos para enfocarse en la batalla con Hylash y Shadow Wing siguiendo su ejemplo.
Ante sus ojos, kilómetros y kilómetros de árboles, colinas y pastales se abrieron paso en su rango de visión. Incluso desde la superioridad que les ofrecían las alturas, era casi imposible ver el final de estos bosques. No sólo cubrían un amplio espacio terrestre, la presencia de las nubes también fungía como un obstáculo para lograr tal meta.
Una ola de nostalgia invadió a Ingram, no pudo evitar remontarse a aquellos días con Shun y la Resistencia ocultándose en bosques y planeando con cuidado el siguiente ataque a las ciudades de los vestal. En aquellos tiempos, todo llegaba a parecer más fácil gracias a la presencia reconfortante de soldados reales y experimentados.
Por desgracia, no podía darse el lujo de perderse en el valle de las memorias, tenía demasiado trabajo por delante como para permitirse una distracción.
Aunque no podía evitar el mal presentimiento que se elevaba por su columna vertebral, Ingram sabía que su concentración era necesaria para ganar esta lucha y volver victoriosos a la ciudad.
Tal vez, solo tal vez, estaban un poco paranoicos por la sensación de su primera batalla en Neathia.
Tal vez.
–¿¡Listos, chicos!? –. Llamó Shun desde tierra.
–A tu orden, Shun –. Asintió Ingram mientras sus hermanos asentían.
–Doble poder activado: ¡Eco de Viento + Ráfaga de Viento!
A la vista de sus enemigos en tierra, cuatro clones perfectos de Ingram se formaron alrededor del maestro real, confundiendo a todos los Bakugan gundalianos mientras se movían con libertad por los aires, tratando inútilmente de acertar numerosos disparos que volaron por los aires, ataques que fueron hábilmente evadidos por los defensores de la Tierra.
Tan concentrados estaban los atacantes en derribar a los miembros de los Peleadores Bakugan en el cielo, que no se dieron cuenta del tormento de golpes que se avecinaba, oculto entre los árboles y moviéndose con un conocimiento y habilidad digna de alguien que ya conocía estos bosques mejor que nadie.
–Doble poder activado: ¡Puño Vector + Espejismo!
De pronto, emergiendo de entre el verde de las hojas, una brillante esfera de luz amarilla voló por los campos con un par de cuchillas en sus manos, cuchillas que atacaron a las piernas de numerosos invasores que caían ante los ataques de este guerrero.
Fue cuando la atención de los enemigos abandonó su distracción, que Ingram se permitió detenerse junto con sus clones para llevar a cabo la siguiente parte del plan.
Una fuerte estela de energía quedó a espaldas de los guerreros de viento cuando se precipitaron al nivel del suelo, descendiendo a una gran velocidad que agitaba los aires a su paso y creaba fuertes corrientes de viento hasta que, finalmente, llegaron a tierra.
Seguro que muchos de estos atacantes esperaban un fuerte estruendo cuando los maestros ninja tocaran el suelo nuevamente. Sin embargo, se llevaron una gran sorpresa en el momento en que Ingram y su gente se sumergieron en el mismo, desapareciendo en el césped como si fuera una piscina y dejando en su lugar a un pequeño grupo de sombras que se dividieron por distintas zonas del campo de batalla.
–¡Es el momento de acabar, Shun! –. Anunció Fabia levantando una carta entre sus dedos –. Poder activado: ¡Brillo Espiral!
–Triple poder activado: ¡Posición Garra de Trueno Kagenui + Cuchilla Luz de Luna + Cuchilla Tenue de Sombras!
Emergiendo del interior de las sombras que lo habían consumido gracias a su líder, Hylash se elevó sobre el campo de batalla con salto que el dio la altura suficiente para extender sus manos y apuntar con la punta de sus dedos hacia sus enemigos.
Entonces, para las miradas consternadas de los invasores, gruesas y fuertes redes similares a una telaraña salieron de la punta de los dedos de la Trampa Bakugan, neutralizándolos temporalmente a todos y dándole a los Peleadores tiempo más que suficiente para realizar sus ataques.
–¡Por Neathia!
–¡Por la Tierra!
De pronto, cinco Ingram Ventus salieron de las sombras en el suelo, abandonando su escondite de sombras con las hojas de sus brazales extendidas y cortando todo lo que se interpuso en su camino mientras emprendían en el vuelo una vez más.
Con un fuerte grito de batalla, Aranaut dio un salto que logró ponerlo a la altura de sus compañeros de batalla antes de descender con la velocidad de un relámpago con un pie extendido y una fuerte ráfaga de luz en forma de espiral rodeando su cuerpo, creando la forma de la punta de una lanza descendente hacia sus enemigos.
Al compás marcado por estos movimientos, Ingram y sus clones realizaron un ademán con sus brazos para liberar una ráfaga de ataques con forma de corte de energía verde para derribar a todos los enemigos que estuvieran en el camino de tal poder.
Una fuerte explosión se produjo en el corazón del campo de batalla al mismo tiempo que una serie de chillidos estridentes se escucharon desde la lejanía y, consumidos por la forma de un hongo de humo grisáceo, una serie de luces de distintos colores anunciaban la derrota de una gran serie de Bakugan gundalianos que no habían logrado hallar su camino hasta su verdadero objetivo.
Por supuesto, no todos cayeron con su ataque, algunos trataron de huir y otros intentaron acercarse por los costados del campo, incluso estando heridos. Sin embargo, Ingram pudo escuchar desde la distancia como todos esos invasores hallaban su propia derrota a manos de la defensa planeada por la Princesa Fabia.
Una nueva oleada de enemigos había sido derrotada y, nuevamente, no podía evitar pensar que resultaba demasiado fácil. Era imposible que estos mismos sujetos hubieran mantenido a los neathianos contra las cuerdas tanto tiempo.
Claro, muchos de los peleadores enemigos no eran más que niños que ni siquiera sabía dónde estaban parados, pero muchos otros eran soldados gundalianos expertos. No tenía sentido este comportamiento, limitarse a avanzar por el bosque esperando no encontrar una fuerte resistencia no parecía ser en enfoque más adecuado para sitiar una ciudad con el poder de los Peleadores Bakugan a la mano.
Algo no estaba bien.
Ese fue el último pensamiento que abordó a Ingram antes de que la luz de su atributo lo envolviera, al igual que a Aranaut, anunciando su regreso al alcance de sus compañeros y volando hacia sus manos.
–Excelente trabajo, chicos. Lo hicieron maravilloso –. Felicitó Fabia a sus amigos nuevamente.
–Nos honra, princesa –. Respondió Aranaut en la mano de la peliazul con una reverencia.
–¿Cómo se sienten, chicos? –. Preguntó Shun a sus compañeros con orgullo.
En respuesta a la pregunta de su peleador, Hylash asintió con emoción, dejando en claro la euforia que sentía por estar en el frente una vez más.
–Estamos bien, Shun. Este ha sido un buen ejercicio para estirar un poco –. Expresó Ingram por su amigo.
–Por ahora, parece que tenemos todo bajo control. Creo que no le dejaremos mucho trabajo a los refuerzos para cuando lleguen –. Dijo Fabia con alegría.
A sus alrededores, la moral de los hombres también mejoró. Todos los peleadores presentes celebraban al ver como las explosiones en la distancia consumían la forma visible de los invasores, devolviéndolos a sus formas de esfera después de caer víctimas del plan de la princesa.
Pasaron varios minutos, alrededor de una hora cuando las siluetas de casi todos los guerreros visibles en el frente se desvanecieron en un resplandor fugaz mientras los vítores de los soldados adentrados en los bosques sonaban desde la distancia.
Por un momento, todo se convirtió en paz y calma. Ni un solo sonido llegó a los oídos de los Peleadores mientras buscaban a sus alrededores cualquier indicio de más atacantes, sin embargo, no se escuchaba nada más que el paso de uno de los neathianos reagrupándose en su regreso al puesto de defensa y las órdenes de los soldados gundalianos a la lejanía, dando indicaciones incoherentes a los humanos esclavizados.
–Esto fue demasiado fácil –. Comentó Ingram con incertidumbre.
–Fabia, ¿estás segura de que este es un ataque real de los gundalianos? –. Cuestionó Shun con seriedad.
–¿Qué quieres decir? –. Preguntó la princesa confundida.
–Algo aquí no está bien. Estos gundalianos no están ofreciendo tanta pelea como deberían, tienen los números y más poder de fuego, pero parece que no nos atacan con todo lo que tienen –. Respondió el ojimiel.
–¿Crees que esto pueda ser una distracción? –. Preguntó Fabia con preocupación.
–No lo sé, ¿cuánto sabemos de los demás? Puede que esto sea un plan para mantenernos divididos y facilitar el acceso a la ciudad –. Propuso Shun sosteniendo su barbilla.
–¡Hombres, activen las comunicaciones! ¡Quiero un informe completo de los demás puestos de defensa con un Peleador Bakugan en sus filas! –. Ordenó Fabia a los soldados.
En respuesta a su orden, uno de los jóvenes neathianos se acercó desde el interior de la tienda para dirigirse a la princesa después de realizar una reverencia y un gesto respetuoso.
A simple vista, parecía estar bien. Sin embargo, un rápido vistazo detallado a la mirada del inseguro soldado les hizo ver que algo andaba mal.
–¿Qué sucede, soldado? –. Preguntó Aranaur con firmeza.
–Disculpe, princesa, pero parece que las comunicaciones no están funcionando –. Avisó el chico con nerviosismo.
–Es imposible, tenemos una red segura –. Objetó Aranaut nuevamente.
–Lo lamento, pero hemos estado tratando de ver cuál es el problema y no hemos tenido éxito. Cuando activamos las pantallas holográficas, no tenemos imagen y solo se escucha estática, al igual que con los altavoces. Temo que estamos incomunicados –. Explicó el muchacho con pena.
–Deben estar usando algún dispositivo para mantenernos en las sombras –. Comentó Shun ocultando su preocupación –. ¿Cuántos objetos pueden hacer eso?
–No es extraño que suceda, pero la capital es demasiado grande para el alcance de un solo artefacto. Si lograron mantenernos en silencio, significa que el objeto no debe estar muy lejos. Con suerte, Dan, Jake y Marucho aún podrían comunicarse –. Respondió Fabia.
–No lo sé, ¿por qué callarnos a nosotros? No tiene sentido, si quieren una entrada directa a la ciudad o apoderarse del Elemento, deberían haber obstruido la señal en los puestos de Dan y Marucho –. Dijo Ingram con sospecha.
–Este bosque conduce a los generadores del segundo escudo que cubre la capital. Puede que esos sean sus motivos –. Propuso Aranaut como respuesta.
–Puede ser, pero si ese fuera el caso, habrían enviado una fuerza mucho mayor para acabar con nosotros. Se supone que somos el puesto más protegido, no debería atacar con fuerzas tan limitadas –. Recordó el maestro ninja al caballero –. ¿Por qué aislarnos con una fuerza tan pequeña y débil? Es como si así estuviera planeado.
–¿Qué quieres decir? ¿Crees que se trata de una especie de prueba o algo parecido, Ingram? –. Preguntó la princesa.
–Eso me temo. No se me ocurre ninguna otra explicación –. Asintió Ingram con seriedad.
–Entonces, puede que necesitemos refuerzos antes de lo que pensamos –. Declaró Fabia antes de regresar su atención al joven neathiano –. Soldado, dígales a sus superiores que envíen un mensajero a avisar a la defensa en el frente, necesitamos que se comuniquen con los demás puestos. También necesito un equipo que vaya al sur y se reúna con Ser Loren, que le avise la situación y le diga…
–¡Alteza! ¡Tiene que ver esto!
El llamado sorpresivo de uno de los neathianos mayores desde el umbral de la entrada a la tienda llamó la atención de los Peleadores y cortó completamente las oraciones de Fabia, obligándola a descartar sus órdenes para mirar a Shun con preocupación.
Rápidamente, el ojimiel asintió a la peliazul, alentándola a verificar que estaba pasando. Fabia no tardó en acercarse a paso rápido hacia su objetivo con Shun y los Bakugan siguiéndola de cerca.
El interior de la tienda, a pesar del aspecto un poco rústico desde el exterior, se encontraba cargada de todo tipo de equipo sumamente avanzado y destinado a rastrear a con precisión los movimientos de sus enemigos. Numerosas computadoras blancas con pantallas carentes de vértices los rodeaban, dándoles una imagen infrarroja y reproduciendo con precisión múltiples mapas e imágenes panorámicas del bosque, mientras numerosos neathianos de pieles de colores distintos recorrían el espacio disponible con lecturas de todo tipo en lo que parecían ser avanzadas tablets en sus manos.
Tanto Shun como Ingram compartían un sentimiento de confusión ante lo que veían. Sinceramente, solo entendían lo básico de todo lo que veían y estaban seguros de que, sin Marucho o Nick a su lado, poco podrían hacer para comprender a fondo está tecnología.
Por suerte, no necesitaban entender todas las máquinas que sus ojos veían en su totalidad, pues Fabia no tardó en acercarse a un grupo de soldados en específico parados frente a una pantalla pequeña que reproducía un mapa de las zonas circundantes a su ubicación, donde una gran serie de puntos azules se acercaba lentamente a la zona en la que estaban parados.
–¿Qué sucede? –. Preguntó Fabia reemplazando su preocupación por firmeza.
–Los sensores de movimiento captaron el avance de grandes masas de individuos recorriendo el bosque. No supimos que era al instante, así que usamos cámaras aéreas para sobrevolar la zona y tener una mejor imagen de lo que estaba pasando –. Informó uno de los soldados mientras extendía su tablet a Fabia –. Éstas son algunas de las imágenes que nuestros drones lograron captar.
Tomando el objeto con extremo cuidado en sus manos, Fabia pasó lentamente las fotos y vídeos tomados por las cámaras para que Shun y los Bakugan también pudieran verlos.
Sin embargo, lo que vieron los dejó a todos impactados. Parte de todos ellos esperaba ver destrucción y caos, más árboles ardiendo y los invasores cabalgando sobre Bakugan como si fueran jinetes de animales de caza. No obstante, en su lugar, lo único que vieron fue a este pequeño ejército de gundalianos y terrícolas recorrer los campos del bosque con total calma.
En algunas imágenes, incluso se podían notar a algunos Bakugan Aquos apagar las llamas que sus peleadores habían provocado, conteniendo los incendios y abriendo paso para los hombres. Por algún motivo, la destrucción había cesado y ahora los hombres se movilizaban entre los árboles ardiendo.
Nada de esto tenía sentido, ¿por qué parecían remediar el daño que ellos mismos habían creado? ¿No deberían tratar de expandirlo? ¿Qué significaba todo esto?
–No comprendo, ¿por qué dejaron de atacar? –. Preguntó Fabia confundida.
–No lo sabemos, Alteza.
Cientos de preguntas y posibles respuestas continuaron volando por los aires de la tienda, pero nada de eso logró captar la atención de los Peleadores Ventus, que no desplegaban la mirada de las fotos que tenían a la mano.
Había algo extraño que llamó su atención, algo que parecía que nadie más notaba y eran las posturas de los soldados gundalianos. Tal como Fabia les había mostrado en la Tierra, sus enemigos verdaderos usaban armaduras de colores oscuros, acompañadas por un casco y una lanza, pero estos guerreros no parecían tan confiados como los que habían visto en la Tierra; en su lugar, se veían tensos e incluso asustados. Sus espaldas estaban rectas, sus manos apretaban sus lanzas con fuerza mientras éstas temblaban, gotas de sudor caían del interior de sus cascos y sus pasos se notaban inseguros.
Parecían nerviosos, incluso asustados. Y fue un pequeño vistazo de parte de uno de los hombres a quien parecía ser su líder, aquel que parecía ser el responsable de su temor creciente.
–¿Quién en ese? –. Señaló Shun al gundaliano en cuestión.
–No lo sé, no parece ser uno de los generales del emperador. Creo que nunca lo habíamos visto antes –. Respondió Fabia acercando la imagen al sujeto.
El hombre no se veía a detalle, se veía borroso y la mitad de su cuerpo se encontraba fuera del encuadre. Sin embargo, por la forma en que parecía moverse, se notaba dominante e incluso intimidante para sus propios hombres.
–Lo averiguaremos muy pronto. ¿Sabemos cuánto les falta para llegar aquí? –. Cuestionó Fabia a sus hombres.
–Ya se encuentran aquí, Alteza.
El piso comenzó a estremecerse, las pequeñas piedras que decoraban la tierra sobre la que estaban parados, mientras el sonido de miles de pisadas aplastando las hojas y la tierra del bosque llegaba a sus oídos.
Alarmados, Fabia y Shun lideraron la salida con armas y Bakugan en mano, listos para enfrentar lo que fuera que se asomara entre los arbustos. A sus alrededores, los hombres comenzaban a temblar con nerviosismo, no parecían estar listos para enfrentar una batalla campal tan cerca de su refugio, de su frágil seguridad.
–Envíen un mensajero a los otros puestos y a la reina, díganles que necesitaremos refuerzos aquí cuanto antes. ¿Tenemos idea de cuántos hombres enfrentamos? –. Comenzó Fabia rápidamente mirando a sus alrededores.
–Alrededor de 30.000 hombres fueron enviados a atacar este sector del planeta, contando a los humanos –. Respondió uno de los soldados apretando a su Bakugan cerca de su pecho.
–¿Cuántos somos en total? –. Preguntó Aranaut con preocupación.
–Somos 10.000 ahora mismo.
–¿Solo eso? Deberíamos ser más –. Dijo Fabia anonadada por la respuesta.
–Alteza, temo que uno de los escuadrones que envió a flanquear a nuestros enemigos no ha vuelto –. Avisó otro soldado lleno de vergüenza.
–¿¡Y no se les ocurrió otro momento para decirlo!? –. Exclamó Ingram con ira.
Sorprendentemente, los hombres a su alrededor se encogieron notablemente ante el gritó del Bakugan. ¿Cómo es que estos niños podían ser definidos como guerreros, si un Bakugan en si forma de esfera podía encogerlos con temor y pena? Esto no estaba bien, nada de esto estaba bien.
–Fabia, lamento tener que decirte esto, pero aquí necesitamos guerreros de verdad. ¿¡Cómo rayos se les ocurre enviar a niños sin experiencia al frente!? –. Reclamó Ingram con desespero.
–Fueron los hombres que el Consejo de la Reina designó para proteger esta zona. Los demás se encuentran protegiendo las colinas y los Caballeros del Castillo luchan en el frente –. Respondió Fabia apenada.
Esos idiotas, ¿qué clase de consejo eran? ¿Cómo podían ser tan estúpidos y enviar a niños a hacer el trabajo de hombres? Necesitaban soldados reales, no novatos llenos de miedo.
Tenía presente que Neathia era un mundo pacifista, no creían en el conflicto, pero esto era ridículo.
–Envíen al mensajero cuánto antes y envíen grupos de sondeo para averiguar que fue lo que les pasó a los hombres desaparecidos –. Ordenó Fabia conteniendo su rabia.
De pronto, una voz misteriosa cortó toda orden que Fabia estuviera lista para dar a su gente.
–¡No será necesario, princesa!
Poco a poco, un pequeño ejército de hombres comenzó a emerger del interior del bosque, dejando atrás un rastro de numerosas huellas y hojas caídas con su paso. Hombres conformados por miles de gundalianos y humanos asomándose desde el interior de esta selva de guerra y peligro.
Los primeros se encontraban tal como los habían visto en las imágenes y grabaciones, los soldados estaban tensos y se movían con una sutil dificultad, su postura no solo delataba su nerviosismo, sino que el calor también parecía afectarles en cierto modo. El uso de sus pesadas armaduras en este ambiente debió haberlos afectado, una ventaja que podrían usar si la situación lo requería.
Los humanos, por otro lado, fueron los más difíciles de ver. Sabían que la mayoría eran clientes del IB, pero parte de Ingram había esperado que Ren se compadeciera de los niños que jugaban en el espacio virtual. Por desgracia, era obvio que se había equivocado, el maldito de Krawler también había secuestrado a pequeños que debían pasar los 10 años con suerte. Muchos de ellos ni siquiera llegaban a las caderas de los soldados que los guiaban. En el interespacio no solo habían desaparecido adolescentes, niños pequeños también habían caído en manos de sus enemigos y esos ojos de lince grabados en sus orbes dejaban en claro la poca empatía que estos monstruos tenían hacia ellos.
¿Cómo se había atrevido ese monstruo? ¿Cómo podía tener la sangre tan fría para hacerle esto incluso a niños inocentes? Tenían que salvarlos, hallar el modo de devolverlos a la seguridad de sus hogares con sus familias angustiadas. Y solo podían esperar que los neathianos tuvieran los medios para revertir lo que fuera que sus enemigos hubieran hecho.
Los hombres que rodeaban los chicos no debían ser un problema, tanto ellos como sus Bakugan podrían caer si se movían con la suficiente velocidad y precisión.
No, el problema real se encontraba delante de todos estos hombres, el problema real parecía ser aquel que se pavoneaba por la línea de fuego como si no tuviera varias armas apuntando hacia él y a dos Peleadores Bakugan a unos cuantos metros.
El gundaliano que habían visto en las grabaciones estaba parado delante de todos ellos, luciendo como si ya hubieran ganado la guerra, pero vistiendo un conjunto sencillo con una chaqueta negra cerrada y desgastada llegando hasta sus rodillas, con múltiples rasgaduras a lo largo de la tela hecha jirones y cubierta de polvo; mientras mostraba líneas verdes recorriendo mangas y cuello de la prenda. Los pantalones eran tan oscuros como el abrigo y se encontraban en la misma condición, además de terminar en unas botas con suela verde cubiertas de barro seco.
Teniéndolo justo enfrente, podían distinguir muy bien quién era este monstruo sin corazón, este miserable asesino falto de todo tipo de piedad.
Y, aparentemente, el gundaliano también notó la idea que había llegado a sus mentes.
–Veo que ya tienen una idea de quién soy, Peleadores –. Comentó el hombre con una sonrisa sádica.
Después de lo que había hecho, sería imposible olvidar como lucía un monstruo así. Especialmente, si salía en televisión.
–Tú fuiste el cobarde que torturó a Nick en la Tierra, ¿cierto? Uno de los responsables de la muerte de cientos de personas –. Escupió Ingram con desagrado.
–"Cobarde" es un término fuerte. El humano ya había perdido la batalla, yo solo hice lo que se me ordenó –. Se burló el gundaliano con cinismo.
–Así es justo como se le debe llamar a quien tortura a un oponente vencido –. Replicó Ingram una vez más.
Antes de que la discusión pudiera seguir, Fabia tomó la delantera mientras Shun ponía una mano delante de Ingram, impidiendo que éste pudiera continuar con sus insultos hacia el hombre que había retirado a sus amigos.
–Señor, general o… –. Comenzó la princesa sin saber cómo referirse al hombre.
–Oh, por favor, princesa. Yo no soy un noble y solo comando a estos sacos de tripas inútiles por hoy, así que no tiene que darme un rango –. Interrumpió el gundaliano antes de hacer una reverencia con falso respeto –. Mi nombre es Lundarion Eximus, orgulloso peleador y ciervo del verdadero poder en Gundalia; pero puede llamarme Lud si gusta.
La sorna en sus gestos, palabras y acciones era clara, sin duda alguna era un sujeto lleno arrogancia y burla hacia todo el mundo. No era el primer enemigo que enfrentaban con características similares, pero éste parecía ser especialmente irritante, al mismo tiempo que peligroso.
–De acuerdo, Lud –. Comenzó Fabia pronunciando el nombre con sutil desagrado –. Le pediré que reconsidere sus acciones, esto no tiene que llegar a la violencia. Le pediré que se retire en paz, no tiene que ser así. Solo porque Barodius desee la violencia, no significa que usted deba hacerlo también.
Sabían que negociar no tenía sentido y era obvio que este tipo no aceptaría. Sin embargo, con todo un escuadrón perdido en el bosque y soldados novatos a su disposición, sería mejor evitar un conflicto a abierto en el que solo Shun y Fabia podrían hacer algo verdaderamente significativo contra uno de los hombres que derrotaron a Nick y a Julie.
No obstante, antes de que otra palabra pudiera ser pronunciada, el gundaliano estalló en una fuerte risa genuina que lo hizo retorcerse mientras sujetaba su estómago.
Era difícil decir con exactitud que es lo que le provocaba tanta diversión, pero eso no impidió que Ingram y Hylash se posaran rápidamente en la mano de su compañero en caso de un ataque inevitable.
Finalmente, las carcajadas de este monstruo, capaces de oírse en cualquier rincón del planeta, se detuvieron en el momento en que se recompuso después de su estallido de burlas contra la propuesta de Fabia.
–Se ve que no me conoce, princesa. No estoy aquí por voluntad del imbécil de Barodius, me da igual lo que él quiera. Y tiene razón, no tengo porqué ser violento –. Dijo el hombre, saboreando cada palabra como la fruta más dulce antes de continuar –. No, yo quiero ser violento.
Al escuchar sus palabras, todos los soldados detrás del tal Lud se pusieron en guardia, extendiendo sus lanzas y mostrando sus Bakugan en un intento de amenaza.
Instintivamente, algunos neathianos respondieron de la misma forma, enseñando sus propios Bakugan Haos en manos ligeramente temblorosas, mientras otros se alejaron de su posición con miedo.
–¡Alto, malditos idiotas! No les he dicho que ataquen –. Detuvo el peleador con irritación a sus hombres.
–Si no está aquí para servir a Barodius, ¿qué es lo que quiere entonces? –. Preguntó Aranaut por Fabia esta vez.
–¿No se lo dije ya? Sirvo a un poder real en Gundalia, uno al que deberían agradecer no importarles todavía. Y él me ordenó venir aquí por ellos –. Explicó el gundaliano señalando a Shun e Ingram –. Esos terrestres son la única razón por la que estoy aquí. No me importa lo que quieran Barodius o sus perros, yo estoy aquí por orden y voluntad de los verdaderos amos: el Príncipe Freidr y el Rey Baltasar Haos de Gundalia, aquellos que derrotaron a los herederos de Vladitor: Nicholas Takahashi y el King Leónidas Darkus.
¿Cómo sabían eso? ¿Qué clase de sujeto era este? Alguien que parecía saber tanto de sus amigos y lo decía abiertamente mientras escupía sin temor alguno al nombre de su emperador, como si éste no fuera nada para ellos.
"Los herederos de Vladitor", ¿qué rayos significaba eso? ¿Quiénes eran estos sujetos? Nada de esto tenía sentido, ¿cómo podían saber tanto? ¿Cómo parecían estar conscientes de cosas que ni ellos mismos sabían? ¿Y quién rayos era ese príncipe que había derrotado a Nick?
–¿Y qué quieres de nosotros? –. Cuestionó Shun con cautela.
En respuesta a la pregunta, Lud solo mostró una carta poder entre sus dedos.
–Se me ordenó ver qué tan cierta es su reputación, quiero saber si Shun Kazami y el Maestro Ingram Ventus son realmente los Peleadores Bakugan más letales del grupo sin la molestia de Dan Kuso y sus amigos presentes –. Respondió el gundaliano sin borrar su enorme sonrisa –. Este es mi trato, terrestres: vamos a pelear ahora mismo, sin la interferencia de nuestros hombres. Si lo desean, la princesa puede ayudarlos. Si son todo lo que el príncipe me ha dicho, puede que me exceda un poco con ustedes.
Al escuchar eso, una serie de objeciones provino de los soldados más valientes, que ya parecían haber tenido más que suficiente con la forma de dirigir y expresarse de este extraño sujeto sobre ellos y su emperador.
Sin embargo, a pesar de eso, Lud no les prestó ningún rastro de atención. En su lugar, su mirada parecía incapaz de abandonar a los miembros de los Peleadores, retándolos con una sonrisa burlona llena de soberbia.
Valiente ante las provocaciones del sujeto, Shun respondió a sus provocaciones.
–¿Y si no queremos pelear?
Reemplazando su sonrisa socarrona con un suspiro lastimero, la respuesta del gundaliano no se hizo esperar en el momento en que aventuró su mano al interior de su abrigo, revelando lo que sin duda debía ser una carta poder, una cuyo centro brilló con intensidad de un fuerte verde esmeralda.
Instintivamente, todos los hombres se pusieron tensos. Sin embargo, ninguno tuvo tiempo de hacer nada cuando el gundaliano pronunció el nombre de esta nueva habilidad.
–Poder activado: Ejecutor Real.
Repentinamente, un poderoso rayo cayó del cielo, apartando las nubes que se encontraban en su camino e iluminando este paraje con una fuerte luz esmeralda que cegó momentáneamente la visión de todos los presentes mientras en fenómeno se precipitaba a la tierra.
La única orden que pudo gritar Fabia antes de que el poderoso ataque agitara la tierra fue una breve indicación de agacharse, de tirarse al suelo y cubrirse la cabeza, esperando el impacto.
Todos siguieron su orden, menos Ingram y Shun. En su lugar, ambos guerreros se encontraron estáticos en su lugar cuando vieron el gran ataque perderse entre los árboles antes de que una gran explosión se asomara a lo lejos, estremeciendo el suelo violentamente y provocando que una intensa tormenta de tierra y ceniza llegara al campo de batalla, cubriendo los alrededores con el polvo residual de este caos.
Muchos sonidos acompañaron el estruendo, la dureza de la explosión, las llamas crepitando en los suelos, los vientos agitándose en fuertes corrientes, alejando el polvo que quedaba de tal destrucción y empujando los árboles y las hojas que habían tenido la suerte de ser alcanzados por el ataque enemigo. Sin embargo, ningún sonido pudo ser tan claro y preciso para los Peleadores como los últimos gritos de terror absoluto que resonaron desde la lejanía antes de que el peso de la muerte cayera sobre ellos.
Esos gritos solo tenían una posible explicación.
–Casi siento pena por esos neathianos y los gundalianos que los custodiaban, casi. Si no me hubieran desafiado, tal vez no los habría matado –. Se burló el gundaliano sin importarle lo mucho que su propia ropa y cabello se agitaba por el viento –. Solo recuerden que sus muertes son más culpa suya que mía.
Esos hombres, los mismos que habían enviado a vigilar los flancos de la zona, había sido asesinados solo para provocarlos, para dejar en claro lo despiadados que podían ser estos sujetos. Tantas vidas perdidas solamente para provocarlos.
Este tipo no jugaba, estaba claro que no tenía ningún interés en ser como los demás gundalianos, pero esto era mucho peor. Frente a ellos se encontraba un asesino, y con una sola acción había demostrado ser mucho peor que enemigos del pasado como los Vexos. Este tipo no tenía ninguna consideración por las vidas de otros.
–Envié a algunos de los mejores soldados a mi disposición para custodiar a esos prisioneros –. Comentó Lud divertido, mirando fijamente a sus objetivos –. Muchos de ellos creían luchar por la gloria de su mundo, solo para morir como la basura que eran.
–¡MALDITO GUNDALIANO! –. Exclamó Ingram con furia.
Sin darse cuenta, una intensa llamarada de fuego verde había comenzado a arder con intensidad alrededor del Bakugan Ventus, creando una pequeña, pero poderosa luz que iluminaba este paraje maldito con el resplandor de su furia creciente y su espíritu guerrero ansioso por una retribución para los difuntos.
–Veo que uno de ustedes ya comenzó a tomarme con seriedad –. Dijo el peleador con una sonrisa burlona –. ¿Ya se animarán a pelear o tengo que matar más idiotas para que se enfrenten a mí?
Para este punto, hasta los hombres que lo seguían se notaban aterrorizados, ninguno parecía querer estar más tiempo en este lugar. Pero ninguno se atrevía a moverse de su lugar, temiendo ser los próximos en el punto de mira de su propio líder.
Este miserable, este monstruo, este maldito asesino tenía ansias de conocer su poder y el corazón del maestro ninja no podía evitar la idea de complacerlo. Sabía que no debería sentirse de esta forma, que no era propio de alguien en su posición, pero no pudo evitarlo. Ingram siempre había sido alguien apasionado con las cosas que le importaban y estos sujetos no solo habían lastimado a su familia y a su hogar, sino que ahora también amenazaban con destruir cuántas vidas fueran necesarias con tal de provocarlos.
No, no podían aceptar algo como eso. Debían luchar, debían proteger a los inocentes y no podían darse el lujo de permitir que alguien como este sujeto rondara libre por Neathia o cualquier otro planeta.
–Shun, tenemos que enfrentarlo –. Dijo Ingram a su compañero.
–Lo sé –. Asintió el ojimiel sin despegar los ojos de su futuro oponente –. ¿Están listos, chicos?
–Sabes muy bien que sí. Acabemos con este sujeto, por Nick, por Leo y todo lo que han hecho –. Respondió el Bakugan mientras Hylash asentía en acuerdo.
–Muy bien, asegurémonos de parar esta amenaza cuánto antes –. Declaró Shun sujetando a sus compañeros.
Sorprendentemente, Fabia tomó una vez más la delantera al posar con cuidado una mano sobre la de Shun, impidiéndole arrojar a los Bakugan al campo de batalla.
–Nosotros también los ayudaremos –. Dejó Fabia en claro con determinación.
–Así es, tenemos que hacer justicia por los caídos –. Respaldó Aranaut a su compañera.
–¿Están seguros de esto?
La inseguridad de Shun era palpable y parte de Ingram podía entender el motivo. Desde su llegada a la Tierra, Fabia no había tenido mucha suerte en las batallas. Claro, en ambas ocasiones se había enfrentado a la rata mentirosa de Krawler, pero eso casi le había costado la vida en una ocasión. Lo último que Shun querría para ella es que estuviera en un peligro similar nuevamente.
–Shun, ya viste la magnitud de sus ataques. Nos necesitan para esto –. Recordó Fabia al terrícola.
Odiaba reconocerlo, pero temía que fuera cierto. Si este tipo podía usar poderes tan destructivos, entonces existía una gran posibilidad de que no pudieran soportar sus ataques.
Necesitaban refuerzos, no podían arriesgarse y eso Shun lo sabía muy bien.
Con un suspiro de resignación, el ninja asintió en inseguro acuerdo.
–Muy bien, Lud, tienes un trato –. Aceptó Shun con toda la convicción que le fue posible.
–Este día venceré a dos Peleadores Bakugan al mismo tiempo. Será mejor que logren entretenerme –. Amenazó el gundaliano con confianza.
¿En verdad estaba tan seguro de su victoria? Apenas iban comenzar y este tipo, este infeliz arrogante, ¿ya estaba proclamando la derrota de los Peleadores Bakugan?
Su confianza, su soberbia, resultaban características irritantes, pero había algo debajo de todas esas capas de arrogancia que ocultaba su voz. Algo que Ingram no pudo evitar sentir y que lo llevó a estremecerse ligeramente al reconocer esa misma sensación que había experimentado en un largo tiempo.
Su exceso de confianza era molesto, pero también resultaba un poco escalofriante. Si algo había aprendido Ingram en el ejército de los vestal es que nadie en la posición de este sujeto presumiría sin tener las habilidades para respaldar sus palabras.
Si este tipo era tan fuerte como decía ser, tendrían que tener cuidado. No podían subestimar a un enemigo que ni siquiera conocían.
–¿Listo, Ingram?
–Adelante, Shun.
–¡Bakugan, pelea! –. Exclamaron dos jóvenes voces al unísono.
Bajo la mirada de penetrantes ojos felinos, cuatro esferas volaron al centro del gran espacio que había quedado entre ambos bandos en medio de esta confrontación. Y una de ellos, la más iracunda de todas, aún brillaba con el poder interior que se le había otorgado hacía tanto tiempo.
–¡Bakugan, surge!
Ahí, ante la vista de todos, el viento se agitó con violencia por encima de una fuerte onda de luz tan brillante como él sol. Ahí, a la vista de todos los presentes, cuatro colosos se elevaron con agilidad, liderados por la forma del mortal Ingram Ventus, envuelto en llamas del color de su atributo que encarnaban su furia y su sed de justicia.
–¡Levántate, Maestro Ingram Ventus!
Una vez más, el viento a sus alrededores se agitó violentamente, avivando el fuego que rodeaba su cuerpo mientras Shadow Wing, Hylash y Aranaut lo seguían de cerca, retorciendo la tierra a sus pies con sus duras pisadas.
Peleadores: 2250.
Se veían altos, se veían poderosos, se veían como los guerreros que eran, listos para impartir justicia y enfrentar esta guerra sin contemplaciones.
Eran altos y orgullosos, eran imponentes y determinados, poseían una voluntad de acero que no iban a doblegar.
Por desgracia, ni siquiera su poder base unido parecía ser suficiente para borrar esa sonrisa en el rostro de este maldito gundaliano.
–Por la forma en la que el príncipe los describió, pensé que serían más impresionantes –. Comentó el enemigo arqueando una ceja –. Bueno, más vale que sean tan buenos como él cree o esto será muy aburrido.
Seguido de sus provocaciones vacías, un dedo puntiagudo, coronado por una larga garra en el lugar de la uña miró hacia el cielo, apuntando a las destrozadas nubes y donde una silueta los miraba desde la ventaja de las alturas.
A pesar de la lejanía que los separaba, Ingram pudo ver que el individuo en el cielo era grande, pues se podían distinguir lo que sin duda debían ser sus extremidades y un par de grandes alas agitándose en el cielo, pintando el celeste del fondo con una sombra ennegrecida que, poco a poco, se acercaba al campo de batalla con las piernas apuntando hacia el suelo.
–¡Muéstrales lo que es el verdadero poder, Elfar Ventus!
Un fuerte choque proveniente del cielo agitó la tierra con la fuerza de un terremoto, moviendo los árboles, la tierra, las hojas y la ceniza en una tormenta que casi logra tapar la visión de los Peleadores, pero no esta vez. En esta ocasión, todos ellos estaban demasiado distraídos por la inmensidad de su oponente.
Frente a miles de ojos aterrorizados, un gran dragón humanoide de escamas verdes se alzó con imponencia mientras emitía un atronador rugido que lo hacía ver aún más imponente. Tenía fuertes piernas que llegaban hasta el nivel del suelo con grandes garras blancas que arañaban la tierra, dejando una alargada marca en el suelo, una gruesa línea de escamas negras se extendía hasta llegar a su torso ancho, donde se formaban una serie de símbolos extraños que sobresalían orgullosos alrededor de una dura placa dorada que se elevaba en dos puntas hasta llegar a los anchos hombros del Bakugan.
Al mismo tiempo, debajo de esas puntas metálicas, cuatro grandes brazos llenos de espinas los señalaban mientras las garras en la punta de los dedos sacaban sangre de la palma de sus manos empuñadas, importándole poco los pequeños lagos de sangre rojiza que se formaban junto a sus pies y pintaban las marcas negras que se extendían por su piel. Al igual que sus piernas, los múltiples brazos de este monstruo mostraban una secuencia de escamas negras desde el dorso de sus manos hasta sus hombros y pecho, conectándose con los símbolos en su torso.
En su espalda, un par de grandes alas escamosas verdes, con bordes oscuros decorados por una hilera de pequeños colmillos, se extendían en una muestra de imponencia y una demostración de su tamaño superior. A lo largo de su columna, varias púas blancas inclinadas hacia el suelo recorrían la espalda del Bakugan hasta llegar a una alargada cola que seguía con esta misma secuencia hasta su filo, coronado por una gran punta de lanza hecha de hueso.
La cabeza, de un modo similar al Plitheon Ventus, contaba con un alargado cuello con una serie de cuernos sucios sobresaliendo de su piel hasta llegar a su cabeza alargada, en la cual se notaban numerosos cuernos dorados que bajaban hasta adentrarse en su piel debajo de su hocico.
Sus ojos eran tan rojos como los de Ingram, pero en ellos se notaban pupilas felinas y carentes de párpados, lo que obligaba al Bakugan a mantener los ojos abiertos en todo momento de una forma sumamente escalofriante.
Finalmente, sus colmillos podían ser la parte más escalofriante de su apariencia, constando de varias filas de grandes dientes puntiagudos y amarillentos, dando la apariencia de una sierra de múltiples hileras de colmillos ansiosos por aniquilar todo lo que alcanzaran.
Aunque todo en el Bakugan parecía estar diseñado para hacerlo ver como un depredador natural, había dos cosas que sobresalían por encima de todas sus demás características y que lograron helar la sangre de los Peleadores que veían a la criatura desde el suelo: su tamaño y su poder.
Ingram no era nuevo enfrentando enemigos más grandes que él, se enorgullecía de ser capaz de derrotar oponentes físicamente superiores. Pero el tal Elfar Ventus era distinto, más grande que Drago o Leónidas, Ingram era el más alto de los Peleadores presentes y, aún así, palidecía en tamaño a comparación de este monstruo; un monstruo a cuyo pecho apenas podía llegar.
Agachando un poco la cabeza para mirarse a los ojos, Elfar Ventus saludó con una voz grave y carrasposa, una que hacía que todos los neathianos a los que estaba protegiendo se removieran con miedo de su lugar y cayeran sobre sus traseros al intentar alejarse con piernas temblorosas.
–Ingram Ventus, el rey me ha hablado mucho de ti. Deberías sentirte honrado por estar en su estima –. Dijo el aterrador Bakugan a modo de saludo.
Ingram se mantuvo estoico, asegurándose de no mostrar ninguna emoción ante su nuevo enemigo.
Aparentemente, funcionó, parecía que nadie logró notar el pequeño temblor que agitó ligeramente su pulso, el mismo que temblaba con la apariencia y el poder de este sujeto, de esta criatura.
Elfar: 3000.
Deleitándose con la impresión que sabía que tanto él como su compañero habían causado a sus oponentes, Lud se permitió aventurar una mano nuevamente al interior de su abrigo para sacar una pequeña, pero brillante piedra similar a una esmeralda, aunque con un brillo mucho mayor. Un objeto llamativo, que se movía entre los dedos de su propietario, llamando notablemente la atención de los más atentos en el campo.
–Ahora sabrán que fue lo que sintieron Nick Takahashi y su falso rey cuando cayeron ante el Príncipe Freidr y Su Majestad, Baltasar Haos –. Declaró Elfar mientras pasaba una delgada, pero larga lengua sobre todos los colmillos en su hocico.
–¿Listos, Peleadores Bakugan? –. Preguntó Lud divertido, mientras jugaba con la pequeña roca en su mano.
Sí, ya sé que fue lo que dije en el capítulo anterior, pero este capítulo ya se estaba alargando demasiado y no quiero sobrecargarlos con una lectura de 4 horas. Este, por ejemplo, originalmente iba a contener la introducción de Lud y su batalla con Shun y Fabia, pero me di cuenta de que lo ya escrito tiene la extensión de un capítulo más o menos promedio para mí y no quería encapsular dos en uno solo, por lo que decidí cortar aquí y que el siguiente sea la batalla que nos interesa.
Por otro lado, seguro que no esperaban que Ingram tenga su propio punto de vista, ¿eh? ;)
Si debo ser sincero, me parece que varios de los Bakugan protagonistas quedaron muy de lado desde la tercera temporada. Ingram y Elfin tenían carisma y sus momentos en Nueva Vestroia, pero creo que ya desde la tercera temporada Drago comenzó a consumir más tiempo de pantalla y eso es algo que prefiero evitar. Leónidas es el principal en esta historia, pero me gustaría darle también un poco de tiempo de brillo a los demás. Sé que son demasiados Bakugan como para cubrirlos todos, pero quiero tener un abanico amplio al menos conforme vayamos avanzando, eso incluye un intento de desarrollo para los que tengo en la mira; entre los cuales figura Ingram, cuyo arco ya tengo más o menos pensado.
Cambiando de tema a algo más random, ¿ya se vieron el último capítulo de Jujutsu Kaisen? Yo solo digo que, en esta cuenta, apoyamos al besa maldiciones en su próxima batalla contra el jefe de jefes :P
