CAPÍTULO 28:
FUEGO PYRUS
Neathia, Ciudad de Miriel
Generador del Segundo Escudo
–Abre el portal.
Susurros inquietantes se escucharon en su mente. No sabía qué eran o de donde provenían, pero se trataba de un misterio que lo había perseguido desde el momento en que abandonaron la cámara del Orbe Sagrado.
No podía decir con precisión qué significaba todo esto y no había tenido tiempo de discutirlo con todo lo que estaba pasando. Inmediatamente después de que salieron de la cámara, habían tenido que afrontar su primer ataque real por parte de los gundalianos, siendo ese mismo en el que Ingram había caído en las manos de uno de sus enemigos más peligrosos y en el que Drago conoció formalmente al Bakugan del emperador enemigo.
No tenía una opinión acerca del tal Dharak Darkus más allá del hecho de que era uno de los responsables de toda la situación que atravesaba Neathia. Lo veía como cualquier otro enemigo, pero no podía evitar sentir que había algo más en todo esto. No podía ser coincidencia que el Orbe Sagrado expulsara a sus enemigos del planeta durante su primer encuentro, mientras las voces se fortalecían.
–Abre el portal.
No entendía el significado de tales palabras, ¿a qué portal se referían? ¿Qué le estaba pasando? Temía pensar que se estuviera volviendo loco después de todo lo que había pasado desde el ataque de Naga. No conocía las propiedades de este planeta, pero era lo suficientemente precavido como para temerles.
Nada de esto podía ser coincidencia, algo había cambiado en Drago desde la muerte de Neo y la entrega del Elemento. Se había sentido diferente entonces, muy diferente a comparación de su tiempo como el Helix Dragonoid. Ahora, con el Elemento en su interior, se sentía diferente, como si su cuerpo fuera incompatible con tal poder y tratara de expresárselo.
Se sentía más pesado, más lento, que antes. Si bien sabía que su poder había crecido desde el momento en que heredó el Elemento, también podía sentir una incomodidad creciente en su cuerpo. En la Tierra, no había sido más que una ligera comezón, pero estando en este planeta, quedaba claro que tenía que ser algo más y la manifestación de estas voces en su cabeza eran la prueba. Parte de Drago no podía evitar preguntarse si así se sentía Leónidas con su problema.
No obstante, a pesar de lo molesto de la situación, podía vivir con este dilema por el momento, se lo había comentado a Dan en el camino hasta aquí y su compañero se las había ingeniado para tranquilizarlo. Por desgracia, él no estaba aquí y aún tenían una misión entre manos. Una misión que cumplir mientras se escondían en los techos de la central del generador, escabulléndose en un intento de burlar a los soldados gundalianos que se les habían adelantado.
–Abre el portal.
–Oye, ¿escuchaste las últimas noticias de Gundalia?
–¿Las de la batalla en el coliseo?
–Las mismas, parece que el Príncipe Freidr quiso dar una demostración de poder y usó a los humanos para hacerlo.
–Se supone que ejecutó a la mitad de los prisioneros delante del Leónidas Darkus y su compañero, ¿crees que sea cierto?
–Es el sobrino del emperador, no dudo que tenga su crueldad.
–¿Su sobrino? Creí que era su hijo o su hermano.
–Son rumores muy populares, pero estoy seguro de que el príncipe es sobrino del emperador.
–¿Y cómo sabes que no es su hermano?
–Barodius tenía varios hermanos de joven y todos murieron en circunstancias misteriosas. Si el príncipe fuera uno de ellos, habría muerto como los demás. Un sobrino es más fácil de controlar. Aunque parece que no le sirvió de mucho.
–¿A qué te refieres?
–Parece que Freidr es demasiado independiente y lleva a cabo sus propios planes. ¿Esa batalla con los prisioneros? Según se dice, el emperador no tenía idea de que se llevaría a cabo. Barodius no tolerará una conducta tan liberal en sus filas.
–¿Y crees que haga algo contra el más fuerte del imperio?
Los guardias que pasaban por los pasillos no eran un gran objeto de interés por sí solos, Shun había tenido la idea de seguirlos por las barandas del techo con la esperanza de que los guiaran al generador. Sin embargo, soltaban datos de interés para ellos, pues hablaban de cosas relacionadas con sus enemigos y la parte de su familia presa en Gundalia.
Honestamente, lo aterrorizaban esos rumores. Ya habían oído a varios guardias hablar del tema y todos siempre llegaban a la parte en que un pequeño grupo de humanos había sido ejecutado sin piedad delante de Nick y sus amigos como castigo por perder una batalla.
No cabía duda de que estos sujetos estaban locos para llevar a cabo una práctica como esa.
Parte de Drago quería saltar en defensa de sus amigos en interrogar a estos invasores en busca de información de su familia. Sin embargo, sabía que no podía ser tan impulsivo y debían enfocarse en la misión que tenían entre manos.
Al menos, por el momento.
–Quien sabe, los reyes y nobles están locos. Solo mira a los neathianos, tendrían más posibilidades de ganar esta guerra si se unieran bajo un solo estandarte. En lugar de eso, prefieren pelear entre sí. No me sorprendería si el emperador está dispuesto a deshacerse de su mejor elemento con tal de dar un ejemplo a sus hombres.
–¿No se quedaría sin heredero entonces? El emperador no tiene hijos, si mata al príncipe, no tendrá a nadie que tome su puesto.
–¿Y crees que Barodius quiere eso? A ese sujeto no le importa nadie que no sea él mismo. Seguro que preferiría cortarse una mano antes que cederle su poder a alguien más, incluso si es su familia. Me atrevo a decir que esta guerra comenzó porque Barodius busca una fuente de poder y vida eterna.
–El Orbe Sagrado.
–Exacto. Llámame loco, pero creo que el emperador tratará de traicionar al príncipe en cuanto deje de serle útil.
Tomó tiempo, más del que Drago habría preferido, pero finalmente llegaron a una enorme puerta que se dividía en dos frente a los hombres.
La central no era muy diferente del castillo de la reina, la arquitectura y el estilo eran prácticamente iguales a lo que ya conocían. Sin embargo, la puerta frente a la cual se habían detenido los guardias eran grises y se notaba que tenían una fuerte defensa debido a las múltiples capas de metal que las conformaban.
Estando ocultos en los andamios que decoraban el techo, Shun apenas podía ver lo que se encontraba en la sala, por lo que pidió a Drago que echara un vistazo a espaldas de los hombres.
Honestamente, no sabría describir con precisión lo que veía. Por lo general, eran Nick y Marucho quienes se encargaban de este tipo de cosas, pero el final de la sala parecía coronado por una gran ventana móvil y una especie de proyector en el centro.
–¿Viste algo? –. Preguntó Shun entre susurros al Bakugan al éste volver a su posición.
En el hombro del peleador, Hylash Ventus imitaba un gesto curioso de su peleador al estirar la cabeza tanto como pudo hacia delante, representando interés en lo que su amigo de escamas rojas tuviera que decir.
En otras circunstancias, Drago se habría reído de la entrañable conducta de la Trampa Bakugan. Sin embargo, sabía que éste no era el momento ni el lugar.
–Creo que es aquí, pero no puedo asegurar nada –. Respondió Drago apenado –. Parece haber una especie de proyector en el centro de la habitación y la puerta está fortificada. Dudo que tomaran esas medidas de seguridad para algo aquí que no fuera el escudo.
–Tiene sentido, Fabia dijo que buscáramos la sala más protegida del lugar. Debe ser aquí –. Asintió el ojimiel mirando a los hombres debajo de él.
–¿Y qué hacemos? No creo que podamos entrar y restaurar el escudo sin llamar su atención –. Preguntó Drago refiriéndose a los guardias mientras Hylash se asomaba con cuidado.
En lugar de responder con palabras, Shun sorprendió al Bakugan dejándose caer de la baranda en la que se encontraba ubicado en un movimiento sorpresivo.
Drago solo pudo ver con asombro como su amigo terrícola caía encima de los hombres con un brazo alrededor del cuello y otro tapándole la boca mientras usaba un pie para apoyarse y otro para patear al gundaliano detrás de la rodilla antes de tomar su lanza.
El compañero del guardia reaccionó rápido, dándose la vuelta para ver a su compañero y tratar de correr en su auxilio, pero no lo suficiente como para evadir el golpe de la punta segura de la lanza en su boca, callando cualquier grito de ayuda que éste pudiera emitir. Acto seguido, el ninja dio una vuelta con el otro guardia aún en su agarre para impulsarse y tirar al hombre a su compañero.
Como pudo, el segundo guardia se mantuvo firme mientras el peso de su compañero era depositado en sus brazos, obstaculizando su equilibrio y dándole la oportunidad a Shun de acercarse con un salto para patear la espalda del primer guardia antes de que pudiera decir algo. Tan fuerte resultó el movimiento, que los dos hombres cayeron al suelo uno sobre el otro.
Aprovechando el momento, Shun se abalanzó sobre ambos hombres para quitarle el casco al que se encontraba encima y estrellar su cabeza desprotegida contra el duro suelo del corredor, dejándolo inconsciente en el acto.
Inmediatamente después, Shun conectó un nuevo golpe en la mandíbula descubierta del guardia que se encontraba debajo, callando cualquier sonido que pudiera emitir antes de retirarle el casco que protegía la mayor parte de su cabeza y conectar un último puñetazo que lo dejó inconsciente al estrellarlo contra el suelo.
–Creí que el sigilo era el camino de los ninjas –. Bromeó Drago al bajar para posarse en el hombro de su amigo.
–A veces, hay que atacar de forma rápida y agresiva –. Respondió Shun con la respiración agitada.
A su lado, la pequeña Trampa Bakugan se notó orgullosa de su maestro mientras se sentaba en su hombro sacando el pecho tanto como podía.
Mientras el peleador sujetaba de los pies a ambos hombres para meterlos en el cuarto del proyector, Drago no pudo evitar admirar su letalidad a la hora de pelear. Sabía que su amigo pelinegro era el segundo miembro más fuerte de los Peleadores Bakugan en cuanto a batallas cuerpo a cuerpo, superado únicamente por Fabia y su fuerza extraordinaria. Pero no había pensado que tuviera tanto fuego dentro de él, había vencido a los dos guardias delante de él, armados con un par lanzas y sin necesidad de usar a Hoja firmemente asegurada en su cinturón.
Resultaba un alivio que Shun fuera su compañero en esta misión, él mismo podría encargarse de cualquier enemigo que se le presentara mientras no fuera neathiano. Si bien disfrutaba de las batallas y no dudaba de las habilidades de Shun como peleador, preferiría no tener que luchar bajo este contexto. Había mucho en juego.
–Ya está, Drago. Veamos cómo restaurar el escudo –. Dijo Shun al cerrar las puertas nuevamente con los cuerpos de los guardias en el suelo.
–Seguro, Shun. Tiene que ser aquí, lo presiento –. Asintió Drago con ánimo.
La sala era gigante, lo suficiente como para albergar al menos a cuatro Bakugan y se encontraba decorada por una serie de computadoras en los muros y tableros de control con sus propias pantallas en el centro de la habitación, varios de ellos se situaban alrededor del proyector con forma de cinta mirando hacia la ventana con una fina línea negra en vertical, que abarcaba desde la base del vidrio hasta la mitad del techo, donde la ventana hallaba su límite.
Rápidamente, Shun se acercó al tablero que se encontraba del lado opuesto a la enorme ventana, alienado perfectamente con el seguro en forma de poste del proyector, que lo alzaba hasta llegar al nivel de la cabeza del peleador.
–Creo que es aquí –. Comentó el pelinegro manipulando el teclado rápidamente mientras veía la pantalla que tenía enfrente.
Ante los ojos del humano y los Bakugan, la pantalla del dispositivo se encendió con una intensa luz celeste para dar paso a una serie de opciones.
Normalmente, ninguno de los dos sabría cómo manipular el sistema, pero Fabia les había comentado con lujo de detalle a ambos peleadores y sus Bakugan las opciones que tenían que buscar para dar con la función que necesitaban, en caso de cualquier eventualidad.
Siguiendo las instrucciones de la peliazul, Shun buscó de forma hábil las múltiples opciones que Fabia había mencionado mientras agradecían al unísono porque los neathianos hubieran implementado de forma remota una opción de lenguas humanas en sus sistemas para sus amigos terrestres.
Finalmente, tras unos segundos manipulando los sistemas, las ventanas se abrieron de par en par, dejando ver a lujo de detalle como el último escudo se alzaba a un costado de la vista panorámica mientras que del otro se encontraban kilómetros y kilómetros de bosque expandiéndose por el campo visible.
Resultaba una vista asombrosa y parte de Drago habría disfrutado solo sentándose a observarla por un rato, pero el movimiento de un par de placas moviéndose en el seguro del generador le indicaron que era su turno.
Cautelosos, Shun, Hylash y Drago se movieron hasta llegar al objeto, observando con detenimiento como, en la base del espacio disponible, una especie de seguro en forma esférica se abría ante sus ojos. No era un espacio muy grande, al contrario, era lo suficientemente pequeño como para que un Bakugan pudiera posarse ahí.
El Bakugan que poseyera el Elemento.
Una sensación de calidez llamó a Drago de forma repentina. Era extraño, se sentía como una especie de llamado o atracción a ese pequeño espacio, como si allí se encontrara una especie de comodidad diferente a todo lo que los neathianos les habían ofrecido hasta el momento.
No sabía por qué, pero las voces que resonaban con eco en su cabeza le decían que entrara ahí, que todo estaría bien.
–Chicos, creo que encontramos el generador –. Comentó Shun con una sonrisa llena de orgullo a los Bakugan.
–Sabía que lo lograríamos. Misión cumplida –. Asintió Drago alegre antes de mirar nuevamente al generador.
Estaba listo para entrar al generador, para dar la energía que fuera necesaria con tal de restaurar el segundo escudo antes de salir en su verdadera forma para neutralizar a todos los refuerzos enemigos que habían sitiado el área.
Por desgracia, antes de que si quiera tuviera la oportunidad de acercarse a su posición requerida, el sonido de un par de voces lo retuvieron en su lugar, estático momentáneamente ante lo que la aparición de dichos fenómenos significaba.
–Dejen eso ahora, Peleadores Bakugan –. Ordenó una voz femenina con tono fuerte.
A sus espaldas, Drago vio con determinación como la forma de dos gundalianas se materializaba frente a la puerta de la habitación.
Por suerte, tanto Shun como él mismo podían reconocer perfectamente a las dos mujeres que ahora trataban de obstaculizar el cumplimiento de su misión.
–Kazarina –. Murmuró el pelinegro con desagrado.
La mujer rubia a la cual, hasta hace poco, solo habían conocido por las imágenes tomadas por los neathianos, se adelantó con una enorme sonrisa sádica en su rostro; dejando ver los afilados dientes entre sus labios mientras su acompañante y su Bakugan la seguían de cerca.
–Isis –. Reconoció Drago al ver más de cerca a la chica.
Incluso con sus verdaderos rasgos visibles, la apariencia de Lena Isis era inconfundible, su peinado, sus lentes y su estilo distintivo la hacían tan fácil de reconocer como el resto de sus colegas.
–¿Cómo nos encontraron? –. Preguntó Shun con las manos empuñadas.
–No fue difícil. En cuanto recibimos el reporte de Stoica de que uno de los Peleadores Bakugan más fuertes había abandonado a sus amigos, supimos cual debería ser su objetivo –. Explicó Isis con los brazos cruzados.
–Ahora mismo, Stoica y Jesse deben estar dándole una lección a su amigo y a la princesa –. Provocó Kazarina con sorna.
Shun no cayó en las provocaciones de la mujer rubia, en lugar de eso, retrocedió despacio unos cuantos pasos hasta llegar al tablero de control que había estado manipulando antes de presionar un par de botones tan rápido, que Drago ni siquiera alcanzó a reconocer las teclas elegidas.
No obstante, lo que sí alcanzó a ver fue las múltiples máquinas que manejaban el generador escondiéndose bajo el suelo hasta quedar sepultadas debajo de unas cuantas placas de metal que se cerraron estando al nivel del piso.
–¿Qué crees que haces, humano? –. Preguntó el Bakugan al lado de Kazarina.
–No permitiré que la misión se vea perjudicada por ustedes –. Declaró Shun antes de mirar a Drago –. Creo que es hora de descubrir lo que siente pelear juntos, amigo.
–Cuando quieras, Shun. Yo te sigo –. Asintió Drago a su peleador temporal.
Ante los ojos de los cuatro Bakugan, los peleadores se pusieron en posición de batalla, revelando cartas mientras el inicio de la batalla era anunciado por el sistema en el BakuMetro neathiano de Shun.
Campo: Abierto.
–¡A pelear, terrestres! ¡Carta portal lista! –. Comenzó Lena arrojando una carta portal al centro de la habitación.
–Tenemos que intentar sacarlas de aquí, chicos. No podemos permitir que dañen el equipo para reparar el escudo –. Advirtió Shun a los Bakugan.
–Descuida, tratemos de centrar su atención solo en mí –. Dijo Drago al peleador.
Con el suelo cubierto por una onda de luz celeste, Lena volvió a tomar la delantera, arrojando a su Bakugan al centro de la sala y dejando ver su verdadera forma.
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Phosphos Aquos!
Por instinto, tanto Shun como los Bakugan se pusieron en posición de pelea al ver como el compañero de la gundaliana emergía del suelo con una estridente risa. La mano del pelinegro incluso llegó a desviarse a la empuñadura de su espada mientras sus ojos se mantenían firmes en su enemigo.
Se trataba de un ser humanoide, pero con tres alargadas similares a las de una serpiente, aunque cubiertas por lo que parecían ser unas placas que protegían al Bakugan de daños graves en la parte superior de su cuerpo. Del mismo modo, una serie de protecciones azules se posaban en su torso, brazos y piernas, dejando ver su verdadero tono de piel morado por encima.
A simple vista, no era un guerrero intimidante, pero no eran sus capacidades físicas lo que ponía alerta, sino sus poderes. Tenía que estar listo, Isis normalmente era una peleadora estratégica, así que debían tener cuidado.
Phosphos: 900.
–¿Listo, Drago? –. Preguntó el ojimiel al Bakugan.
–Sabes que sí, Shun –. Asintió el Bakugan antes de cerrarse en una esfera.
Sujetando al dragón con cuidado, Shun se tomó un momento para respirar antes de arrojar al compañero de uno de sus mejores amigos al campo de batalla.
–¡Bakugan, pelea! –. Exclamó el ninja arrojando al guerrero al frente de su primer enemigo.
Normalmente, Drago haría una presentación por todo lo alto, saliendo del suelo en un tornado de fuego para tratar de intimidar a sus adversarios. Sin embargo, por el bien de la misión, optaría por limitarse esta vez, saliendo al campo de batalla solo extendiendo sus cuatro nuevas alas y emitiendo un rugido atronador mientras la placa en forma de V brillaba debido a la fuerte luz que decoraba la sala.
–¡Surge, Lumino Dragonoid Pyrus!
Drago: 1000.
De pronto, las voces se hicieron más fuertes una vez más, haciendo eco en su mente mientras de forma incansable la misma corta oración que había estado resonando en su mente desde hacía ya unas horas.
–Abre el portal.
Cerrando los ojos y negando con la cabeza con molestia, Drago trató de ahuyentar el sonido de dichas voces para enfocarse en la batalla.
Funcionó, a medias al menos. Seguían pronunciando la misma frase, pero ahora lo hacían como un susurro. Solo esperaba no tener problemas para escuchar la voz de Shun mientras peleaban.
–Poder activado: Veneno –. Comenzó la gundaliana peliazul.
En un movimiento veloz, las tres cabezas del Bakugan Aquos liberaron tres rayos de energía azulada.
Por suerte, no fue muy veloz y Drago logró esquivar la ofensiva justo a tiempo. Por desgracia, no era necesario recibir el ataque directamente. Fue solo un roce en su pierna, pero el ataque lo había alcanzado y ahora Drago veía con preocupación como un veneno, representado en la forma de un aura de luz celeste alrededor de su pierna subía poco a poco hasta llegar a su torso.
–Poder activado: ¡Serpiente Gorgon! –. Continuó Lena con su ataque.
De pronto, dos nuevos pares de cabezas se asomaron desde la espalda y las piernas de Phosphos, apuntando a Drago mientras liberaban un nuevo rayo de energía cada una.
Cómo pudo, Drago se cubrió con sus brazos y alas para detener el ataque. Dio resultado, pero el dolor que recorrió su cuerpo lo hizo retroceder mientras respiraba con dificultad.
Drago: 200.
–Carta portal abierta: Apoptosis.
De pronto, a sus pies, la carta portal de Lena se abrió con un resplandor blanco, arrastrando a Drago al nivel del suelo mientras sentía como su nivel de poder bajaba ligeramente.
Drago: 100.
–¡Shun, necesito un poco de ayuda! –. Llamó el Bakugan Pyrus a su peleador.
–¡Enseguida! –. Respondió el humano mientras levantaba una carta –. Poder activado: ¡Onda Lumino!
Bañando su cuerpo en un aura de luz roja, el gran dragón agitó sus alas hacia el suelo con fuerza mientras posaba sus manos en la superficie relativamente endeble de la carta portal.
A sus pies, una serie de grietas rojas y amarillas se formaron en la superficie blanca brillante, sirviendo como un presagio de la forma en que la carta se rompió en miles de fragmentos mientras Drago emprendía el vuelo nuevamente.
Drago: 700.
–¡Salgamos de aquí! ¡Llevemos esta pelea afuera! –. Dijo el Bakugan vestroiano mientras recogía a Shun y Hylash con cuidado.
Con toda la delicadeza que le fue posible, Drago envió una bola de fuego desde su hocico hasta el techo más apartado de los controles, tirando los escombros al exterior del edificio mientras su gran forma salía del agujero resultante.
–¡Traten de seguirnos, gundalianos! –. Provocó Shun mientras ascendían.
Frustrada por el escape de sus enemigos, Lena se subió a las manos de su compañero antes de posarse en su hombro.
–¡Vamos, Phosphos! ¡Qué no escapen! –. Ordenó la peliazul furiosa.
–¡Lena, espera, es una trampa! –. Trató de advertir Kazarina a su subordinada.
Demasiado tarde, para cuando la advertencia de la rubia llegó a los oídos de la peliazul, el Bakugan Aquos ya estaba en el aire, debajo de un intenso resplandor verde que se posicionó sobre su cuerpo.
–¡Surge, Trampa Bakugan: Hylash Ventus! –. Exclamó Shun tras arrojar a su segundo compañero.
De pronto, ante los ojos asombrados de todos los gundalianos que se asomaron para ver lo que estaba pasando, un Bakugan Ventus más pequeño que los demás que se encontraban en pleno combate emergió por sorpresa por encima de Phosphos, el cual; presa de su asombro, solo tuvo tiempo para cubrir a su compañera en su hombro antes de recibir una poderosa patada por parte de la Trampa Bakugan en la espalda.
Drago y Hylash: 950.
Con la velocidad de un misil, Phosphos cayó de regreso a tierra sin la capacidad para maniobrar en el aire debido a la veloz combinación de golpes que le propinaba el nuevo contendiente durante el descenso.
Una ola de puñetazos cayó tan rápido sobre las múltiples cabezas del Bakugan Aquos, que éste ni siquiera se encontró en la capacidad de defenderse al mismo tiempo que trataba de proteger a su compañera en plena caída.
Finalmente, subiendo sus manos por encima de su cabeza, Hylash conectó un nuevo puñetazo descendente sobre la cabeza del centro antes de posar la planta de sus pies en el pecho de Phosphos para empujar al Bakugan más grande con fuerza hacia el suelo.
–¡Lena, sujétate fuerte! –. Exclamó el Bakugan gundaliano mientras envolvía a su compañero en sus manos.
Cómo mejor pudieron, ambos guerreros cayeron al piso entre una nube de polvo antes de que Hylash los siguiera con sus ojos brillando en un llamativo tono rojizo.
En un ataque rápido, el pie de la Trampa Bakugan trató de pisotear con fuerza la cabeza de en medio de Phosphos, pero éste último lograría moverse a tiempo para ver cómo el pie de su enemigo de enterraba en la tierra junto a él.
Los soldados que custodiaban la central salieron finalmente al escuchar los ruidos de la batalla liderados por Kazarina, la cual veía con desagrado como sus soldados se veían superados por una Trampa Bakugan en combate mano a mano.
En un acto de defensa, las cabezas de los lados de Phophos se estiraron para sujetar entre sus mandíbulas las extremidades de Hylash, un intento por paralizarlo momentáneamente para dirigirse a su compañera.
–¡Lena, sal de aquí rápido! –. Ordenó el Bakugan invasor rápidamente.
Con una aparente expresión de miedo, Isis se alejó de la batalla para correr de regreso a su líder.
Resultó un movimiento entrañable para Drago ver cómo Phosphos dejaba su concentración de la batalla para poner a salvo a su compañera, pero también resultó en un error cuando, al ver la oportunidad, Hylash aprovechó la distracción y que los dientes de su enemigo solo habían alcanzado los escudos en sus extremidades para liberarse de su mordedura con un movimiento brusco.
Las demás cabezas del Bakugan Aquos gritaron con dolor cuando una de las manos libres de Hylash conectó un poderoso puñetazo en el cuello expuesto de una de las cabezas superiores, privándola de aire y dándole a la Trampa Bakugan el tiempo suficiente para repetir el movimiento con otra de las cabezas distraídas del enemigo.
Una nueva ola de puños y patadas cayó sobre Phosphos, que solo podía tratar de recuperar el aire mientras Hylash seguía con su ataque inclemente sobre él.
Para Drago, resultaba difícil de creer lo violento que se había puesto la Trampa Bakugan con su oponente. Siempre había tenido en cuenta que las Trampas Bakugan optaban por servir como asistencia a sus líderes en combate, pero Hylash y Wolf habían desarrollado una conducta diferente, mostrando una actitud más independiente en la arena.
La paliza por parte del vestroiano más pequeño habría seguido de no ser por el fuerte grito de Kazarina desde el otro lado del campo de batalla y el intenso resplandor dorado que se posó en el campo de batalla, a espaldas de Hylash.
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Lumagrow Haos!
Dándose la vuelta, Hylash vio con curiosidad como un lobo blanco de múltiples colas y gran hocico se formaba a sus espaldas listo para luchar.
Hylash pareció prepararse para combatir, pero la peleadora líder de este ataque se adelantó a los movimientos de la Trampa Bakugan al levantar una carta entre sus dedos.
–Poder activado: ¡Colmillo Skoll! –. Activó Kazarina en un rápido ataque.
Rápidamente, el nuevo participe de la batalla se lanzó sobre Hylash con sus garras y colmillos en alto mientras una intensa energía Haos comenzaba a formarse alrededor de su cuerpo, aumentando su velocidad y su fuerza.
Lumagrow y Phosphos: 1400.
El gran lobo blanco se abalanzó sobre Hylash, el cual apenas tuvo tiempo de levantar los escudos en sus brazos para bloquear cada ataque recibido por su nuevo oponente.
Esa fue la señal para que Drago regresara a la batalla. Si bien sabía que Hylash no era tan débil como le debía parecer a sus enemigos a simple vista, sabía que enfrentar a dos contrincantes por su cuenta con un nivel de poder por debajo del promedio podría ser un suicidio para su amigo.
–¡Resiste, Hylash! –. Llamó Drago mientras emprendía el vuelo.
–Poder activado: ¡Martillo Lumino! –. Activó Shun durante el descenso.
Estando a una altura prudente, el ninja saltó del hombro de su compañero temporal para permitirle usar todo su poder sin miedo a lastimarlo.
Libre del delicado de Shun en su hombro, Drago se bañó en una intensa llamarada de su propio fuego rojo antes de arremeter a Lumagrow con un rugido.
El gran lobo albino se notó sorprendido por un momento, pero la sorpresa en su expresión no tardó en verse reemplazada por un claro dolor debido a la tacleada recibida de parte de Drago, que lo envió al lado de su compañera.
Drago y Hylash: 1450.
–¡Levántate, Phosphos, y acaba con ese insecto! –. Ordenó Lumagrow a su acompañante.
Como pudo, el Bakugan Aquos se recompuso adolorido mientras hilos de sangre morada colgaban entre sus colmillos.
Estando ambos enemigos separados, Drago y Hylash aprovecharon la oportunidad para ponerse espalda con espalda, mirando a Lumagrow y Phosphos respectivamente listos para retomar la lucha.
–¿Listo para esto, Hylash? –. Preguntó el dragón rojo mirando a su compañero en esta batalla.
Como ya esperaba, el Bakugan mudo solo realizó un asentimiento antes de regresar su vista a su contrincante mientras levantaba los puños.
Del mismo modo, Drago extendió sus alas y brazos mientras permitía que el fuego de su atributo bañara su cuerpo con más intensidad.
Por desgracia, tal acto pareció ser un error, pues las voces en su cabeza cobraron más fuerza al verse envuelto entre las llamas.
–Abre el portal, no los dejes vencer.
Sacudiendo la cabeza con inquietud, Drago solo fue consciente de lo que estaba pasando cuando el cuerpo brillante de Lumagrow frente a él con las mandíbulas abiertas y apuntando a su cuello.
–¡Drago, hazte a un lado! –. Ordenó Shun rápidamente.
Siguiendo la instrucción de su peleador, el dragón rojo solo alcanzó a moverse a tiempo a un costado cuando las garras de Lumagrow rozaron la placa de su pecho.
Por suerte, el lobo gundaliano se vio incapaz de alcanzar su cuerpo más grande, por lo que su cabeza quedó extendida a un lado de Drago, dándole la oportunidad de golpear con fuerza la cabeza del contrincante antes de subir la rodilla hasta la altura de la barbilla de Lumagrow.
Al ver a su oponente distraído por los golpes, Drago aprovechó para sujetar con fuerza el pelaje del gundaliano en su lomo y su cuello antes de tirar.
Ante los ojos incrédulos de los invasores, Drago hizo girar a Lumagrow sobre su propio eje antes de arrojarlo contra unos árboles al lado opuesto de la central del generador.
–¡Hazlo ahora, Drago! ¡Acábalo! –. Indicó Shun al dragón vestroiano.
Mostrando una enorme bola de fuego en su hocico, Drago apuntó directamente a su enemigo con intenciones de terminar la batalla, liberando su ataque como si fuera un misil hacia el gundaliano.
–Poder activado: ¡Escudo de Garra! –. Exclamó Kazarina con una carta entre los dedos.
De pronto, las colas de Lumagrow se alargaron con as de luz alrededor hasta enterrarse en el suelo, delante del gran cuerpo del Bakugan y recibiendo el golpe de la bola de fuego con facilidad.
–¡Necesitarás más que eso para acabar conmigo! –. Provocó el perro gundaliano.
En respuesta, Drago rugió con fuerza como amenaza a su oponente.
A sus espaldas, Phosphos y Hylash retomaron su encuentro ahora sin la intervención de una peleadora en el medio.
El Bakugan Aquos fue el primero en atacar con sus garras extendidas en un intento de herir a la Trampa Bakugan. Sin embargo, gracias a las instrucciones de su peleador, Hylash demostraba su habilidad en el combate y su capacidad para seguir el ritmo de su oponente.
El monstruo de múltiples cabezas realizó dos cortes descendentes, pero Hylash demostraría velocidad al evadir los ataques moviéndose a los costados del enemigo para conectar un golpe en su costado, obligándolo a retorcerse y bajar sus cabezas principales.
Aprovechando el momento, Hylash saltó con uno de los escudos de sus brazos el alto, golpeando con el lado más duro de la protección en la mandíbula del Bakugan.
–¡Prepárate, Phosphos! –. Llamó la peliazul a su compañero mientras mostraba una carta –. Poder activado: ¡Desgarro de Caza!
Moviéndose rápidamente, Phosphos logró conectar un golpe en el torso de la Trampa Bakugan, alejándola en el acto mientras sus garras crecían con un as de luz celeste.
El invasor no tardó en atacar al ver una oportunidad de arremeter, cortando a Hylash en el pecho dos veces antes de conectar un rodillazo en la zona herida, alejando al miembro de los Peleadores con la fuerza de su movimiento.
Como pudo, Hylash maniobró en el aire hasta aterrizar de rodillas en el suelo, pero llevando una mano a su herida, donde un hilo de sangre roja comenzaba a salir de las marcas de brillante energía celeste.
–¡Estás acabado!
Seguido del grito de Phosphos, el gran cuerpo del Bakugan embistió sin piedad a Hylash, arrastrándolo hasta el muro de la central, donde un gran cráter se formó en la estructura al mismo tiempo que las garras del gundaliano amenazaban con clavarse en el cuerpo más pequeño del vestroiano.
Por suerte, antes de que el invasor pudiera infligir más heridas en el miembro de los Peleadores, Hylash logró levantar los escudos en sus brazos en posición de X para bloquear los cortes de su contrincante.
–¡Hylash, voy para allá! –. Llamó Drago a su compañero de batalla al verlo en problemas.
Por desgracia, antes de que el gran dragón rojo pudiera arremeter, los colmillos de Lumagrow lograron alcanzar su hombro, enterrándose con fuerza entre sus escamas, liberando la sangre del Bakugan que, entre rugidos, solo pido agitarse con dolor.
–¡Resiste, Drago! ¡La ayuda está en camino! –. Declaró Shun alzando una carta –. Poder activado: ¡Reflector Lumino!
Cayendo de rodillas al suelo, Drago solo pudo rugir con una mezcla de miedo y dolor mientras las voces en su mente incrementaban la fuerza con la que hablaban en un tortuoso coro que no lo dejaba pensar.
–Puedes ganar esta pelea. Usa todo tu poder, Drago.
Tocando el suelo con sus manos, el gran Bakugan rojo pudo sentir como la energía de su atributo comenzaba a acumularse en su cuerpo hasta dar con una espectacular vista en el exterior, cubriendo su cuerpo con una cúpula de energía roja con un calor tan grande, que Lumagrow se vio obligado a soltar el agarre de sus colmillos por las quemaduras que debía estar sufriendo. Por desgracia, eso no detuvo los zarpazos de sus garras de su espalda.
–Qué no te venzan, Drago, tienes el poder para derrotarlos a ambos. Usa el Elemento.
Una a una, el canto de miles de voces adquirió más y más fuerza en el templo de su mente, perturbando la paz que normalmente sentía en ese lugar para convertirlo en un palacio de confusión y jaquecas.
¿Qué clase de energía era esta? No recordaba una evolución que hubiera logrado lastimarlo tanto como aquella que había llegado con el Elemento.
Su cuerpo temblaba y comenzaba a sentirse pesado, su mente se sentía dispersa entre las indicaciones que recibía de Shun y de estos desconocidos, sus alas se sentían tiesas y podía percibir el olor de su propia sangre ardiendo en su hombro debido a la gran cantidad de calor que su cuerpo estaba emanando.
Pero nada de eso fue capaz de igualar el temor que bañó sus ojos cuando, en un simple parpadeo, todo el mundo que conocía se desvaneció para dar a pie a la imagen de miles de Bakugan desconocidos ante sus ojos, todos ellos de diferente atributo.
–¡Drago, respóndeme! ¿¡Qué te está pasando!? –. Se escuchó la voz de Shun desde la distancia.
Pero Drago no podía verlo, ni a él ni a nadie que no fuera parte del extraño cuadro que se posicionaba sobre él, aquel donde estos extraños Bakugan lo veían con interés mientras repetían las mismas palabras que las voces que lo habían estado acosando toda esta batalla.
–Usa el poder del Elemento, aún pueden ganar. Abre el portal.
Adolorido por todo lo que martirizaba su cuerpo, Drago negó con la cabeza mientras cerraba los ojos, exigiendo paz para poder enfocarse en la batalla que tenía entre manos.
Fue solo un breve momento, pero al abrir nuevamente sus ojos, la batalla estaba una vez más ante él y el gran poder que había estado acumulando era demasiado como para contenerlo por mucho más tiempo.
–¡Libéralo, Drago! ¡No te contengas más! –. Ordenó Shun con preocupación.
Extendiendo las alas y los brazos tanto como le fue posible, el gran dragón rojo se puso de pie con un rugido atronador que hizo temblar la tierra al mismo que la energía contenida en su cuerpo se liberaba como una bomba al estallar con fuerza.
Aunque él era el epicentro de esta hecatombe, al ver el fuego elevarse hasta el nivel de las nubes, Drago se habría atrevido a apostar que el fuego de su atributo debía ser visible incluso desde la atmósfera del planeta.
Drago y Hylash: 1850.
Tan grande había sido el poder liberado, que Drago incluso pudo ver como Phosphos y Hylash salían expedidos del sitio en el cual luchaban para caer al suelo mientras los vientos cálidos se agitaban con violencia alrededor del campo de batalla.
Sin embargo, eso no fue lo único visible desde su perspectiva. Incluso encerrado entre las llamas de su atributo, Drago pudo ver como los cimientos de la central batallaban con la demostración de su gran poder y pequeñas grietas comenzaban a formarse en la base de los muros.
Temeroso ante la idea de dañar la misión por culpa de este gran poder, Drago optó por batir sus alas con fuerza para elevarse una vez más a las alturas, descartando el campo de fuego mientras su gran figura se alzaba como un vistazo divino en el amplio campo blanco y celeste que eran los cielos diurnos de Neathia.
–¡Shun, Hylash, aléjense ahora! –. Rugió Drago con fuerza.
Shun parecía estar listo para cuestionar la indicación del Bakugan, pero se calló al entender lo que éste pretendía hacer, optando en su lugar por darle indicaciones a Hylash para apartarse de Phosphos.
Por supuesto, el invasor de múltiples cabezas no parecía dispuesto a dejar ir a su contrincante, y cuando éste intentó apartarse, Phosphos alcanzó a sujetarle pierna para hacerlo caer.
En un acto frenético, el gundaliano saltó sobre el cuerpo de la Trampa Bakugan para intentar retenerlo en su lugar, pero ésta última sería más rápida al girar con habilidad por el suelo para esquivar el ataque del monstruo.
–¡A la cabeza, Hylash! ¡Qué esa sea su desventaja! ¡No dejes que te detenga! –. Instruyó Shun a su Trampa Bakugan.
Por instinto, Phosphos procedió a proteger de manera instintiva sus cabezas superiores, obviando por completo que Hylash ya había optado por patear una de sus cabezas inferiores antes de alejarse para recoger a Shun con cuidado.
–¡Ahora, Drago!
Al ver a sus amigos a una distancia segura, Drago nuevamente dirigió su atención al centro del campo de batalla, donde Lumagrow comenzaba a concentrar sus energías para contraatacar cualquier movimiento del dragón rojo.
–¡No se desharán de nosotros tan fácil! –. Exclamó Kazarina mientras levantaba una carta entre sus dedos –. Poder activado: ¡Aullido de Lobo!
Apuntando su propio hocico hacia la dirección de su principal objetivo, Lumagrow liberó un poderoso rayo dorado desde el interior de sus fauces mientras Phosphos trataba de apoyarlo liberando un rayo de energía de cada una de sus cabezas.
Ante los ojos de todos los guardias gundalianos que se habían asomado a espaldas de la miembro de las 12 Ordenes, un poderoso rayo Haos rodeado por aros azules pintó el cielo en un destello brutal que llegó a abarcar el cielo visible, borrando cualquier rastro de cielo que pudieran divisar para reemplazarlo con la luz de esta ofensiva invasora.
Lumagrow y Phosphos: 1900.
Estando en la mira de tan monstruoso ataque, Drago pudo imaginarse como una mancha negra ante grandeza del tal poder combinado. Sin embargo, a pesar de eso, no podía importarle menos la amenaza que tenía ante sus ojos.
Entre fugaces destellos, Drago solo podía ver una y otra vez a esos mismos Bakugan que llevaban persiguiéndolo a lo largo de toda la batalla.
Todos ellos diciendo una y otra vez lo mismo.
–Usa el Elemento, usa su poder.
Comenzaban a ser más y más agotadores con cada segundo que pasaba, pero fue en el umbral de la confusión que se escuchó una voz conocida en su mente, emitiendo un suave murmullo con la calidez de un amigo y el respeto de un camarada.
–No dudes, Drago. Usa todo tu poder. Estos sujetos no son rivales para ti.
Esa voz, solo la había escuchado una vez en toda su vida, pero sería imposible para él olvidarla. Después de todo, había sido el dueño de tal voz el encargado de hacer posible su última evolución.
–¿Neo?
–¡Prepárate, Drago! –. Llamó Shun con un grito –. Poder activado: ¡Barnum Cruzado!
Brillando con la fuerza del sol entre las nubes, un nuevo rugido capaz de agitar la tierra se escuchó incluso desde la lejanía, proveniente del cielo mismo, y fungiendo como el preludio de la poderosa llamarada que pintó los cielos con sus colores rojizos y dorados.
Un choque de poderes se dio en las alturas del bosque, liberando una onda expansiva que alteró completamente las ya inestables corrientes de aire por breve un momento.
Ante los ojos llenos de asombro y temor de las peleadoras gundalianas, el ataque combinado de Lumagrow y Phosphos se vio rápidamente abrumado por el fuego del gran dragón vestroiano que en los cielos amenazaba con llevarse la primera victoria del encuentro, borrando lentamente la luz de Haos y Aquos con la avasalladora llama roja de Pyrus en los cielos.
Drago y Hylash: 2350.
–¡No, no, no! ¡Esto no puede estar pasando! –. Gritó Lumagrow molesto mientras trataba de forcejear con su ataque.
–¡Resiste, Lumagrow! ¡Tenemos que obtener el Elemento!
Si bien la mujer mayor y su mascota parecían dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias y lo demostraron con una exhibición de su voluntad al mantenerse firmes, Lena Isis no parecía compartir la misma determinación de su líder.
–¡Phosphos, sal de ahí! –. Ordenó la peliazul con preocupación.
–¿¡Qué!? –. Exclamaron los demás gundalianos asombrados.
–¡Lena… no puedo hacer eso…! –. Respondió el Bakugan mencionado con dificultad.
–¡Es demasiado peligroso! ¡Drago es más fuerte de lo que habíamos previsto! ¡Por favor, sal de ahí! –. Pidió la mujer más joven entre gritos.
Aunque Drago no podía decir con exactitud qué estaba ocurriendo en el suelo, podía escuchar los gritos de Isis incluso desde los cielos y el quiebre eventual que tendría su tono.
Había escuchado a los Peleadores así múltiples veces y parte de él se sorprendía al saber que, tarde o temprano, Lena Isis sería capaz de mostrar lágrimas de preocupación por su compañero.
Pero no podía darles importancia a tales pensamientos. Sin importar lo humanos que pudieran llegar a ser estos sujetos, no dejaban de ser sus enemigos y debía tratarlos como tal.
No podía flaquear ahora.
–¡Deja de decir estupideces! –. Rugió Kazarina molesta.
Para sorpresa de la gundaliana más joven, la mano de Kazarina no tardó en alcanzar su mejilla en la forma de una fuerte bofetada que la derribó de forma violenta.
Preocupado por su compañera, las cabezas de Phosphos se desviaron de su tarea en cuestión para ver a su compañera tirada en el suelo mientras sostenía su mejilla lastimada.
–¡Ahora, Drago! ¡Acaba con ellos!
Siguiendo la indicación por parte de lo que sin duda debía ser la voz de Neo, Drago liberó un último rugido mientras reforzaba la llamarada que había soltado gracias a sus alas con una poderosa bola de fuego proveniente de sus fauces.
Impulsada por la renovada fuerza de su Bakugan, el intenso ataque de fuego terminó por consumir el débil rayo de Lumagrow entre sus entrañas para, rápidamente, continuar un descenso libre hacia el suelo.
Hacia sus enemigos.
Múltiples gritos se escucharon con dolor desde el interior del fuego, pero no hubo sonido más característico para Drago que aquel que emitieron los cuerpos de los Bakugan invasores antes de asumir sus formas de esfera y caer a los pies de sus compañeras.
Indicador de vida de Kazarina: 50%.
Indicador de vida de Lena: 30%.
Habían ganado la primera ronda, pero Drago no se sentía bien. En realidad, se sentía adolorido, no por los múltiples ataques recibidos a lo largo de batalla, sino por todo el fuego que aún recorría su cuerpo y lo bañaba como si fuera un sol traído a esta tierra.
Y esas voces, esos Bakugan, no los entendía. ¿Por qué le estaba pasando esto? ¿Qué clase de poder había recaído en sus hombros con el Elemento? Nada de esto tenía sentido.
–Tu poder ha crecido mucho. Drago, tienes que liberarlo o te lastimarás. Tienes que hacerlo –. Dijo la voz de Neo con dureza.
–Abre el portal.
–Abre el portal.
–Abre el portal.
Fue lo último que escuchó antes de volver, el sonido de esas voces, repitiendo esa maldita frase, mientras se perdían entre susurros que atormentaban su mente.
En contra de su voluntad y arrastrando consigo el gran dolor que perseguía su cuerpo, Drago regresó a su forma de esfera antes de volar de regreso junto a Shun y Hylash.
–Drago, ¿estás bien? –. Preguntó el pelinegro extendiendo sus palmas para que el Bakugan se sentara en ellas.
Drago lo hizo, pero se arrepintió rápidamente en el momento en que Shun se vio obligado a alejar sus manos quemadas del pequeño cuerpo del Bakugan en su forma de esfera.
Por suerte, Shun demostraría su control al ahogar su gemido de dolor para no mostrar debilidad a sus enemigos. Sin embargo, eso no hizo sentir mejor a Drago, que solo pudo quedarse detrás del peleador preocupado mientras éste último trataba de atender las quemaduras que ahora tenía en sus palmas.
–Mientras estés en estas condiciones, arderás constantemente. No dejes que tu amigo te vuelva a tocar o será peor –. Advirtió una de las voces con dureza.
–Shun, no te acerques demasiado. No quiero volver a herirte –. Advirtió Drago con dificultad.
En respuesta, el ninja solo pudo mostrar una mueca llena de sorpresa al ver a Drago. No estaba lo suficientemente distraído por su dolor como para no notar que, incluso siendo una esfera, su cuerpo seguía ardiendo al rojo vivo y debía tener una humareda sobre su pequeña cabeza.
–¿Qué te está pasando, Drago? –. Preguntó Shun confundido.
–Yo… no lo sé… –. Expresó el dragón, presa de su dolor creciente –. Es el Elemnto… me hizo algo malo…
–¿¡Qué!? ¿¡Cómo es posible!? ¡Se supone que es una fuente de vida, no debería hacerle daño al Bakugan que lo porta! –. Dijo el humano estupefacto.
–Yo tampoco lo entiendo… pero tengo que liberar este exceso de energía… antes de que dañe a alguno de ustedes –. Explicó el dragón rojo.
Shun pareció querer decir algo más, pero sus palabras se vieron enmudecidas cuando la voz de Kazarina se escuchó desde el otro lado del campo de batalla.
–Oigan, Peleadores, ¿vamos a seguir o se quedarán ahí por siempre? –. Cuestionó la mujer mostrando a su Bakugan entre sus dedos.
Al mismo tiempo, Lena se levantó del suelo con pena, acariciando su mejilla lastimada mientras recogía a su compañero en el suelo.
Aunque no podía decir con seguridad si lo que estaba viendo era cierto, Isis parecía batallar por esconder unas tímidas lágrimas que quisieron asomarse en sus ojos brillantes, aparentemente visibles incluso detrás del espectro de la luz del sol golpeando sus lentes.
Ambas mujeres parecían estar listas para la próxima ronda.
–¿Dices que necesitas liberar energía acumulada? –. Preguntó el ojimiel volviendo a la batalla.
Drago no tardó en asentir, temeroso de que más del dolor que estaba experimentando se filtrara en su voz si hablaba nuevamente.
En respuesta, Shun solo pudo asentir antes de tomar la delantera, con una nueva carta entre sus dedos. Una que Drago reconocía muy bien gracias a su fondo llameante y el símbolo de su atributo marcado profundamente a un costado del lado visible de la carta.
–Hagámoslo entonces –. Dijo Shun mientras enseñaba la carta a sus oponentes.
–Finalmente, se animaron a continuar –. Provocó Kazarina envolviendo a Lumagrow en su mano.
–¡Carta portal lista!
Un poderoso resplandor carmesí bañó la tierra quemada del campo, abarcando todo el terreno hasta perderse entre los árboles que rodeaban la zona.
Esta vez, Shun no lo llevó en su mano. En lugar de eso, Drago se cerró en su forma esférica antes de posarse delante del peleador mientras le pedía a Hylash que se mantuviera al margen hasta que se dijera lo contrario.
Hylash había demostrado sus habilidades en su batalla contra Phosphos y no dudaba de su talento, pero no sabía lo que pasaría cuando expulsara toda su energía acumulada y prefería que su amigo corriera la mejor cantidad de riesgos posibles.
–¡Bakugan, pelea! –. Exclamó Shun antes de darle un pequeño golpecito a Drago con los nudillos de su guante.
Una vez más, Drago voló hacia la arena de combate, dejando tras de sí una estela de débiles llamas y calor hasta caer nuevamente al centro del campo de batalla, donde se abrió una vez y sus ojos verdes brillaron como un par de esmeraldas.
–¡Bakugan, surge!
Esta vez, no fue necesaria ningún tipo de mesura o autocontrol, no en este terreno, no en estas circunstancias. Esta vez, ante el público que ahora lo miraba con asombro y terror, un tornado de fuego rojizo y dorado se hizo presente en el centro de la arena, dejando que solo un par de ojos verdes brillantes se asomaran desde el interior de sus entrañas.
Por un momento, Kazarina e Isis retrocedieron con un poco de temor, pero se mantuvieron estáticas tan pronto como se dieron cuenta de su retroceso. Sin embargo, eso no impidió que se taparan los oídos y emitieran un grito de ira y temor respectivamente cuando el tornado de fuego se disipó violentamente y, en su lugar, el Lumino Dragonoid Pyrus se mostró ante sus ojos con un rugido atronador; cuya intensidad subía al compás del calor en su cuerpo.
Lumagrow y Phosphos no tardaron en regresar al campo de batalla, parándose delante de sus compañeras con sus amenazas y gruñidos, dispuestos a hacer lo que fuera necesario con tal de ganar esta batalla.
Lumagrow y Phosphos: 1800. Drago: 1000.
Ambos Bakugan invasores hicieron acto de presencia con amenazas y gritos de guerra, pero Drago no podía oír a ninguno de ellos. No con los susurros contantes de Neo y esos Bakugan desconocidos en su mente, no con el calor que cubría e incluso quemaba su cuerpo.
–Libera tu poder.
–No dejes que se acumule.
–¡Te está haciendo daño!
–¡Suéltalo ya, Drago!
Rendido ante lo que el dolor que soportaban su cuerpo y su cabeza, Drago solo pudo caer de rodillas al suelo mientras rugía con auténtico dolor y golpeaba la tierra con frenetismo.
–¡Abre el portal!
–¡Abre el portal!
–¡Abre el portal!
–¡YA BASTA! ¡YA BASTA! –. Rugió el Bakugan mientras se agitaba.
–¡DRAGO!
Azotando una última vez sus palmas contra la tierra, Drago solo pudo ver con asombro como en ésta se formaban grietas con forma de lava y grandes géiseres de fuego se asomaban entre la tierra de pronto, rodeando el campo de batalla.
Al compás de sus brutales rugidos, poderosas llamas comenzaron a salir de la tierra y de su propio cuerpo, bañando por completo el campo de batalla visible hasta que, en un acto sorpresivo, el bosque que los rodeaba se desvaneció por completo de su campo de visión; para verse reemplazado por lo que parecía ser un mundo diferente. Pero uno que Drago conocía muy bien.
Una dimensión completamente de fuego se posó alrededor de los Bakugan y sus peleadores, que solo podían ver impactados como todo lo que habían conocido en el bosque neathiano se desvanecía para dar paso a lo que debía ser una réplica exacta de Vestroia, de misma dimensión destinada a ofrecer un ambiente apropiado a los Bakugan Pyrus.
La única diferencia con el mundo que una vez había conocido era el suelo, bañado en un océano de ceniza blanca fungiendo como tierra firme.
–El portal está abierto.
–¿Qué es esto? –. Se preguntó Lumagrow mirando su entorno.
–No reconozco este sitio –. Se quejó Phosphos imitando la acción de su líder.
Drago no respondió ninguna de sus preguntas, no tenía por qué hacerlo. En lugar de eso, optó por levantarse finalmente del suelo, libre del calor y las llamas que había soportado su cuerpo por demasiado tiempo, más tranquilo y calmado, mostrando una vez más sus grandes alas con orgullo y dirigiendo una mirada fulminante a sus enemigos.
–Ahora están en mi territorio.
Las palabras de Drago salieron con dureza de su boca, dejando ver toda la ira y la frustración que las circunstancias habían causado en él.
No estaba dispuesto a permitir que esta pelea se alargara más tiempo, no sabiendo todo lo que estos monstruos estaban haciendo y todo lo que aún podrían hacer.
Tenía que hacerlo, tenía que terminar con esto. Por Dan, por Shun, por los Peleadores y por todas las almas que habían sido víctimas de estos demonios.
Drago: 2000.
Asustadas ante el infierno en la tierra que las rodeaba, las gundalianas no tardaron en levantar sus primeras cartas poder de la ronda para atacar al mismo tiempo.
–Poder activado: ¡Colmillo Skoll!
–Poder activado: ¡Corte Venenoso!
Lumagrow y Phosphos: 2500.
Dejando ver una hilera de grandes garras, blancas y rojas por igual, ambos Bakugan gundalianos se abalanzaron sobre Drago a gran velocidad, amenazándolo con una derrota segura mientras se acercaban.
Rápidamente descubrieron que esas serían promesas que ninguno podía cumplir.
Ambos monstruos arremetieron contra Drago en un frenesí de ataques, pero el vestroiano haría gala de una nueva velocidad al apartarse rápidamente de su lugar, evadiendo todo lo que sus enemigos tenían para lanzarle.
Parado a unos pocos centímetros de su objetivo, Phosphos trató de atacar primero con una serie de cortes y mordiscos que apuntaban específicamente al cuello de Drago en un intento desesperado de terminar con esto. Sin embargo, el enemigo de múltiples cabezas se llevó una desagradable sorpresa cuando Drago atrapó sus brazos por la muñeca antes de torcerlos, generándole un gran dolor.
Phosphos gritó por un momento, pero se vio obligado a callar al recibir una poderosa patada en el pecho por parte del dragón vestroiano, que lo envió por los cielos de esta extraña dimensión mientras Drago lo seguía rápidamente.
Por otra parte, en la mano de Shun una nueva carta adquirió un aura llameante ante sus ojos impactados.
–¿Qué es esto? –. Se preguntó el ninja confundido.
En un inicio, el peleador pareció dubitativo, marcado por los pensamientos de sus propias experiencias con su auténtico compañero. Pero no tardó en borrar cualquier rastro de duda de sus ojos para enfocarse en la batalla.
Drago tampoco sabía decir a ciencia cierta que estaba pasando, pero se sentía bien. Nunca se había sentido tan poderoso como ahora que estaba rodeado eufóricamente por una réplica exacta de su antiguo hogar. Se sentía más fuerte, más rápido, más ágil.
Era como si todo lo que existía afuera se hubiera borrado por un momento y solo se tuviera que enfocar en el poder Pyrus que corría por su cuerpo.
–Poder de fusión activado: ¡Luz Llameante!
Drago: 2500.
Rodeado por un campo de fuego dorado, Drago voló rápidamente por los aires como una ráfaga de viento hasta quedar al nivel de Phosphos, propinándole una serie de puñetazos en el torso y las cabezas a tal velocidad, que el Bakugan Aquos apenas tenía tiempo de emitir quejidos de dolor antes de recibir el siguiente ataque.
No fue hasta que Drago vio como hilos de sangre morada caían de entre los múltiples colmillos de su oponente que optó por detenerse, golpeando con toda su fuerza el estómago del Bakugan gundaliano para devolverlo al suelo bañado en cenizas blancas.
–¡Drago, ten cuidado! –. Advirtió Shun de pronto.
Al ver a su oponente cerca del nivel del suelo una vez más, Lumagrow había optado por lanzarse sobre él una vez más por la espalda.
No obstante, gracias a la advertencia del peleador, Drago no tardó en moverse justo a tiempo para evadir la ofensiva, dejando que el lobo blanco se posicionara por los pocos segundos que estaría en el aire a su lado.
Con gran fuerza, la mano de Drago alcanzó el hocico del Bakugan gundaliano, obligándolo a callarse antes de azotar su codo con dureza en el estómago oculto de la criatura.
Adolorido por la fuerza del golpe, Lumagrow no tuvo la fuerza para defenderse cuando recibió una patada que lo envió un par de metros en la dirección opuesta de la batalla.
–Poder activado: ¡Veneno!
Como pudo después de la paliza recibida en pleno aire, Phosphos se levantó del suelo, cubierto en gruesas capas de cenizas para, rápidamente, arrojar tres rayos de veneno de su boca hacia Drago.
En respuesta, el dragón vestroiano solo levantó una mano para detener los rayos, provocando que estos se disparan en el aire entre humo, como si hubieran tocado un muro de lava invisible.
Al verse ampliamente superado por su contrincante, Phosphos retrocedió asustado, temblando con cada paso que daba a sus espaldas.
Por desgracia para el invasor, Drago no tardó en abalanzarse nuevamente sobre él con el batir de sus alas, chocando su rodilla contra las cabezas expuestas del Bakugan en un suspiro para caer del lado opuesto del campo de batalla y frenando su retroceso con sus garras y pies para no alejarse mucho de Phosphos.
Acto seguido, el puño del Bakugan Pyrus volvió a estrellarse en el estómago del gundaliano, callando sus gritos antes de usar su mano libre para golpear la mandíbula de la cabeza del centro.
En medio del retroceso, Phosphos levantó ligeramente sus manos, pero Drago no tardó en aprovechar esa oportunidad para sujetar una de ellas y girar al lado opuesto para arrojar al Bakugan Aquos sobre Lumagrow.
Mostrando su envidiable agilidad, el lobo albino no demoró en hacerse a un lado, esquivando el cuerpo de su compañero para que éste cayera a un lado mientras el mismo Lumagrow se lanzaba una vez más en un ataque frenético sobre su enemigo.
No obstante, potenciado por la fuerza que le otorgaba este nuevo entorno, Drago logró conectar un golpe en el pecho de Lumagrow antes de que éste se acercara demasiado. Inmediatamente, un gancho cayó en la cabeza del lobo gundaliano, tirándolo al suelo como si no fuera más que un n costal de carne.
Siguiendo con la secuencia de sus ataques, Drago tiró del pelaje del animal para alzarlo brevemente antes de azotarlo con fuerza contra el piso, donde le dio dos patadas en el suelo, tirándolo lejos.
–¡Phosphos, no te acerques más! ¡Ataca a distancia! –. Ordenó Lena a su compañero.
Aprovechando la lejanía con su oponente, Phosphos mostró nuevamente la Serpiente Gorgón, dejando ver una vez más sus cuatro cabezas restantes antes de liberar una andanada de rayos azules sobre su oponente.
Kazarina fue la siguiente en seguir dicha estrategia, mostrando un par de cartas entre sus dedos para darle una nueva orden a Lumagrow.
–Doble poder activado: ¡Cuchilla Espiral + Cuchilla Fantasma!
Lumagrow y Phosphos: 3500.
Repentinamente, una ola de cortes dorados y destellos de electricidad Haos comenzaron a rodear a Drago, azotando su cuerpo al mismo tiempo que los ataques de Phosphos daban de lleno en su pecho.
No dolió, para ser honesto, apenas sentía las quemaduras que debían estarse formando en su cuerpo por recibir tantos ataques al mismo tiempo. Para ser sincero consigo mismo, ninguno de estos poderes lograba lastimarlo tanto como lo había hecho el Elemento antes de activar este poder.
No quería sonar arrogante, Drago no era así, pero viendo lo desesperados que estaban Lumagrow y Phosphos por hacerle un daño significativo y saber que no estaban teniendo éxito lo hacía sentir diferente, más eufórico, más fuerte. Era casi como una sensación adictiva que solo se reforzó cuando miró a sus alrededores y pensó en lo a gusto que se sentía en este sitio.
Era casi como volver a casa en la Tierra, casi como estar con sus amigos. Pero le faltaba algo y ese algo tenía nombre y apellido: Dan Kuso. En cierto modo, a pesar de todo el poder que sentía recorrer su cuerpo en estos instantes, no pudo evitar sentir que su compañero debería estar aquí.
No tenía sentido seguir alargando esta pelea, se sentía mucho mejor ahora, mucho más tranquilo y saludable. Seguir postergando la derrota de sus enemigos era un sinsentido.
Ya era hora de terminar con esto.
–¡Shun! –. Llamó Drago a su amigo.
–¡Enseguida! –. Respondió el Peleador Ventus mostrando un par de nuevas cartas –. ¡Acabemos con esto, Drago!
Mientras las cartas llameantes se mostraban orgullosas ante sus enemigos, Drago se preparó, separando un poco las piernas, levantando los puños y abriendo ligeramente su hocico; imaginando como terminaría este encuentro.
–¿¡Qué ocurre!? ¿¡Por qué no cae!? –. Preguntó Phosphos desesperado.
–¡No pares! ¡El Elemento debe ser nuestro! –. Ordenó Lumagrow sin cesar su ataque.
Con un pequeño asentimiento hacia su actual peleador, Drago dejó en clara su disposición a terminar esta batalla lo más pronto posible.
Este era el fin de la pelea y ya había ganado.
–Doble poder de fusión activado: ¡Vestroia Pyrus + Cometa de Fuego!
De pronto, en un acto repentino, las llamas que conformaban esta dimensión comenzaron a agitarse con más violencia de la normal, mostrando un patrón irreconocible para cualquiera a simple vista, pero mostrando un rumbo distinto cuando la punta de todas estas serpientes llameantes se desvió para bañar el cuerpo de Drago.
Drago: 3500.
–¿¡Qué está pasando!? ¿¡Por qué su nivel de poder aumenta tanto!? –. Preguntó Lena asustada.
–Observen como Drago absorbe el fuego que se encuentra en el entorno y lo usa para fortalecerse –. Explicó Shun alejándose ligeramente –. Cometieron un gran error al invadir Neathia y la Tierra, y esta son las consecuencias.
Empoderado por las llamas que el entorno le proveía, Drago emitió un poderoso rugido que se debió escuchar incluso fuera de los confines de esta batalla, yendo en un poderoso crescendo que se manifestaba al compás de la flama que se crecía en sus fauces, tapando sus colmillos con la luz de lo que solo podía descubrirse como la luz de una estrella muriendo en la boca del dragón vestroiano.
–Esta es solo una parte del verdadero poder del Elemento.
Dirigiendo la forma del poderoso ataque naciente entre sus fauces, Drago dio una última mirada a sus oponentes antes de disparar.
–¡Phosphos, sal de ahí ahora! –. Ordenó Lena de pronto.
–¿¡Qué tonterías dices!? –. Cuestionó Kazarina impactada.
–¡Ya me escuchó! ¡No vamos a ganar esta pelea, tenemos que volver! –. Dijo Isis envalentonada.
–¡No digas estupideces! –. Gritó Kazarina furiosa tirando del cuello de la joven.
Honestamente, sentía lástima por dos de ellos. A pesar de todo, Isis y Phosphos no parecían disfrutar genuinamente de sus perversiones. Según lo que Nick les había dicho en la Tierra, todo en equipo de Ren se escudaba tras el argumento de que ninguno de ellos había elegido esta vida, sino que habían sido obligados a asumirla por culpa de las 12 Ordenes.
No obstante, no podía olvidar el hecho de que, a pesar de todo, seguían siendo parte del enemigo y debían ser detenidos a como diera lugar. Ya fuera verdad o mentira, no dejaban de ser sus enemigos y responsables del dolor de muchas personas inocentes.
Su caída era necesaria y no se lamentaría por ser quien la llevara cabo.
–¡FUEGO!
Drago: 4000.
Cuando finalmente liberó su ataque, éste salió en la forma de una bola de fuego dorada, tan grande como un meteorito, por lo que ninguno de sus enemigos pudo si quiera pensar en esquivarlo.
En su lugar, lo único que pudieron hacer fue gritar. Ya fuera por el dolor de las quemaduras sufridas en batalla o por el amargo sabor de una derrota aplastante en sus paladares, ninguno pudo hacer más que gritar al verse envueltos completamente por la forma de poderosas llamas bañando sus cuerpos hasta que éstos mismos se deformaron en un as de luz que los hizo volver a su forma de esfera y caer a los pies de sus compañeras.
Todo mientras las llamas a sus alrededores desaparecían y el bosque de Neathia se posaba una vez más en los alrededores.
–Indicador de vida de Kazarina: 0%.
–Indicador de vida de Lena: 0%.
Victorioso, pero sumamente agotado por el uso de tanto poder, lo último que Drago pudo hacer antes de que el mundo se tornara borroso fue rugir, rugir eufórico por su gran victoria, rugir emocionado por el hecho de que su cabeza finalmente estaba en silencio.
No duró mucho. Poco después de su último rugido atronador, sus mano y rodillas cayeron al suelo y su visión comenzó a volverse más y más oscura conforme pasaban los segundos.
Agotado, lo último que Drago pudo ver antes de caer al suelo inconsciente fue a las peleadoras gundalianas huir despavoridas detrás de una lluvia de rayos de energía verde, mientras una voz fácilmente reconocible resonaba con más fuerza desde la distancia y acompañaba la de Shun, que ya se encontraba a su lado tratando de auxiliarlo.
Al menos, antes de que un par manos más grandes lo ayudarán a darse la vuelta.
–Ser Loren, ya nos encontramos en la central.
–Sí, señor. Los gundalianos también huyen de aquí. Ganamos.
–Tranquilo, Drago, esta batalla terminó. Ya podemos descansar por ahora.
–Misión cumplida. Lo conseguimos, Drago.
–Estuviste fantástico, amigo. Sabía que lo lograrían.
A pesar del cansancio y el sueño que amenazaba con reclamarlo, Drago no pudo pedir nada más maravilloso al universo que la oportunidad de saber que su compañero y sus amigos se encontraban bien.
La guerra aún estaba lejos de terminar, pero habían logrado una importante victoria. Eso era un logro para Neathia y un duro golpe para los gundalianos. No podía pedir nada más por hoy.
Ya sé, ya sé, reconozco que me tardé mucho en darle su momento de brillar a Drago. En mi defensa, siento que Dan y Drago comenzaron a opacar a los otros en esta parte de la serie, así que decidí tomarme mi tiempo antes de empezar a darles su porción de protagonismo en esta historia.
No obstante, hay algo que deben tener presente y es que aquí pretendo explotar más el concepto del Elemento para que no sea solo un medio de evolución (permanente en este caso). Al igual que las Piedras de la Evolución, el Elemento también tendrá un poco de Lore que quiero que sea importante para la historia.
Del mismo modo, Drago también se volverá más fuerte que su contraparte de la serie en algún punto. Poco a poco, la escala de poder se está elevando y el grupo de Baltasar es su punto más alto hasta el momento. Sin embargo, debo decir que ni ellos ni Hawktor han mostrado toda su fuerza. Eventualmente, llegaremos a un punto en que cambiaremos algunas de las reglas del juego que conocemos desde el fic anterior en Nueva Vestroia, pero cada cosa a su tiempo.
Por otro lado, mi viejo amigo Darth Mando me pregunto cuánto pienso cambiar la cuarta temporada cuando terminemos aquí. Creo que ya lo había mencionado antes, pero no tengo problema en repetir: esta trilogía estará compuesta por una adaptación relativamente fiel de la segunda temporada, una "adaptación" muy libre de la tercera (qué es esta) y una reescritura total de la cuarta con los elementos que hemos estado estableciendo.
Siendo totalmente franco, pienso cambiar alrededor de un 98% del Surgimiento de Mechtanium, es más, hasta el momento solo tengo contemplado mantener tres de sus elementos para la parte final de estas historias y tengo mis dudas respecto a uno (los dejaré adivinar cuales son). Si son fans de la cuarta temporada y esperaban ver a Leónidas pelear con Anubias y Sellon, lo siento, pero no forma parte de mis planes (*cof ganaría Leónidas *cof).
Finalmente, ya estuvimos cuatro capítulos en Gundalia y otros cuatro en Neathia, creo que ya saben adónde iremos en el siguiente ;)
Pregunta boba: ¿Qué lobo les gusta más? ¿Lumagrow o Wolfang? ¿El protector de Kazarina o el protegido de Leónidas y Ángel? Tengo curiosidad porque se me olvidó que Lumagrow también era un lobo cuando comencé el fic anterior y ahora tengo dos en la misma historia. Es curioso, porque el único animal que quería repetir era el tigre xD
