CAPÍTULO 38

25 de enero 2021

La mirada de Hiroshi estaba perdida en algún lugar del cual sus ojos no eran conscientes, la espesura del bosque no parecía existir en esos instantes. Su mente vagaba, distante en tiempo y espacio, ocupada, repitiendo una y otra vez la batalla que se había suscitado horas atrás.

Llevaban cuatro días de misión, era la tercera ciudad en la que paraban, habían tomado un desvío tras una misión repentina que le fue enviada a Satoru un día antes.

Gojo se acercó hasta Hiroshi y le palmeó el hombro con una sonrisa reconfortante puesta en la cara, quería animarlo. El siempre alegre Hiroshi solo hizo una mueca amarga.

Ese día habían estado a nada de no poder rescatar la vida de una niña. Combatieron contra un usuario maldito bastante poderoso, el sujeto había sido contratado por un particular para asesinar a la gente de cierto poblado, llevaba unos cuantos a lo largo de varias semanas hasta que la escuela de hechicería envío a alguien para hacerse cargo, es decir, a Gojo.

No era parte de la misión a la que originalmente iban a Akita, pero como ya estaban ahí, se le asignó. De no ser por Gojo, las cosas habrían acabado con peores resultados que un brazo roto para la pequeña.

—Quiero volverme fuerte… —dijo Hiroshi a un hilo de llorar—. No quiero ser incapaz de proteger a las personas. Tampoco quiero que tenga que salvarnos cada vez que fallemos.

—¿Y qué piensas hacer para cambiar esa situación?

—Sabe… creo que he estado confiado todo este tiempo, por eso, aun si entreno y entreno no puedo mejorar…

—¿A qué te refieres? —Gojo sonó curioso.

—¿Ha escuchado esa frase?: "Los niños que conocen la guerra y aquellos que solo conocen la paz, tienen valores diferentes" ... —dijo con tristeza.

—Eso es algo lógico, no todos nacemos bajo las mismas circunstancias.

—Tampoco quiero decir que quisiera vivir en un mundo caótico —Hiroshi negó tristemente con la cabeza—. Usted junto con los senpais tuvieron que enfrentarse a un infierno, nosotros lo vivimos de distinta manera, pero… siento esa brecha entre quienes experimentaron la batalla final y los que no…

—En menor o mayor medida todos nos exponemos al borde de la muerte. Una situación crítica hará que saques lo mejor de ti si tienes el valor, eso es seguro —aseveró su profesor.

—¿Puede llevarme a ese límite? —preguntó con férrea convicción el muchacho.

—No será un paseo en el parque.

—Estoy listo para todo.

—Estás siendo ambicioso y eso es bueno, pero tampoco no es malo confiar en tus compañeros —le dijo con una voz más animada.

—Tal vez no lo entienda porque no hay alguien más arriba que usted, pero quiero darle esa seguridad también. Quiero ser como Maki, Okkotsu, Itadori, Fushiguro…

—¿Por qué no ser mejor? —Gojo le sonrió con suficiencia.

—¿Mejor que ellos?: solo usted.

—Aunque no lo creas, confío en todos mis alumnos, si no fuera el caso no los enviaría a misiones.

—Llegará el día, lo prometo, en que pueda dejar todo en nuestras manos sin tener que preocuparse.

—Lo sé —afirmó genuinamente animado, alborotando los cabellos de su alumno.

Tendría trabajo que hacer, cuando sus estudiantes pedían su ayuda de esa manera tan ferviente no había nada en el mundo que evitara que él respondiera con el mismo ímpetu.

Las nuevas generaciones se alzarían para dar paso al futuro que tanto había soñado con crear.

27 de enero 2021

—No necesitas decir que me extrañas, lo sé —fanfarroneó alegremente, Gojo.

"¿En serio? Creo que estoy bastante tranquila sin ti".

—Que mentira, por favor —le recriminó cual niño pequeño. Escuchó la risa de Uta al otro lado del teléfono.

"¿Qué tal la misión? ¿Va todo bien?"

—Sí, ha sido bastante productiva para los chicos, están motivados, eso es bueno.

"Me alegro. Vuelvan a salvo."

—Sí, sobre eso… —dijo vacilante.

"¿Qué pasa?"

—Debo salir del país apenas regrese, serán unas dos semanas aproximadamente.

"Bueno, no hay nada que podamos hacer."

—También, pediré que Kei me acompañe. Llevaré a Hiroshi igualmente.

"Vaya, no me esperaba eso. ¿Hablaste ya con ella?"

—Le llamaré en cuanto termine mi llamada contigo.

"Usualmente no llevas a tus alumnos a las misiones del extranjero, puedo preguntar ¿por qué?"

—Voy a entrenarlos y esta es una excelente oportunidad —respondió con seriedad. Iba a tomarse en serio la propuesta de Hiroshi y de pasó se llevaría a Kei. Sabía que ambos eran prometedores.

"Está bien, será bueno para ellos. No seas demasiado duro."

—No tanto como lo soy contigo…

"Gojo…"

—Ah —suspiró desganado ante el refunfuñar de su novia—. Será un largo tiempo hasta escuchar mi nombre.

5 de febrero 2021

Era extraño, porque sabiendo que Gojo estaba en Tokio, el tiempo no parecía tan abrumador como ahora estando él en el extranjero. Los días parecían tan largos y esa promesa de un siguiente encuentro parecía muy azul en el horizonte.

A veces, terminaba riéndose de sí misma, por los ridículos pensamientos de enamorada. Extrañarlo era un poco doloroso, sin embargo, ambos habían acordado mantenerse a la distancia en lo que resolvían sus dilemas. Utahime no quería renunciar aún a sus labores como profesora, después de todo, eso era lo que la retuvo para no irse a Hokkaido. Igualmente, Gojo, él quería seguir enseñando en Tokio, sin mencionar que los altos mandos residían en la sede capitalina. Si bien hubo un cambio de plantilla, Gojo estaba convencido que debía seguir echándoles un ojo.

Era un problema que tarde o temprano deberían sentarse a platicar para llegar a un acuerdo: uno de los dos debía mudarse a donde el otro, eso era seguro. Cuando Utahime pensaba en ese momento, su lógica dictaba que ella sería quien terminaría mudándose a Tokio. Pero bueno… aún estaba de por medio la promesa de esperarlo por dos años. No tenía caso tampoco hacer planes si al final de cuentas acabarían separados.

Amar y no amar a Gojo era complicado. Aunque, sin duda, no amarlo y no permitirse experimentar lo que es ser suya, en todo sentido posible, eso dolería muchísimo más a futuro.

Lo amaba tanto, que se veía sorprendida en ocasiones divagando sobre su vida con él: si todo fuera perfecto y marchara como cualquier pareja normal. Claro que, Gojo Satoru, era todo menos una persona normal.

Ese día, mientras iba a una reunión con el director asistente Tanabe, se vio abordada por una persona diferente. Al principio no entendió aquel saludo, un tanto incómodo de quien se lo ofrecía con la finalidad de detenerla. Su colega debía estar ahí por trabajo, eso era innegable. No era alguien con quien frecuentemente intercambiara saludos, se conocían por ser hechiceras, pero no pasaba de eso: meras conocidas.

—Pareces ocupada, no quiero quitarte mucho tiempo.

Utahime miró los papeles en sus manos y luego a la hechicera.

—No, está bien. Puedo hacer tiempo.

—Vayamos afuera.

Yuri Yamazaki. Había estudiado en la escuela de hechicería de Tokio, era de la generación de Ijichi, por lo tanto, era mucho más joven que ella, la conocía porque eran un gremio relativamente pequeño, aunque eso no implicaba que fueran cercanas de algún tipo. No veía que pudiera necesitar de ella para que decidiera por vez primera, querer entablar una verdadera conversación.

—Supe que sales con Gojo —dijo sin dilatar el tema. No tenía caso a darle vueltas si lo único que tenían en común era su gusto por el peliblanco.

—Sí —respondió secamente. Las alarmas de Utahime se dispararon todas.

—¿Desde cuándo?

—¿Por qué te interesa?

—¿Te comentó que él y yo éramos amantes hasta hace poco?

—Sabía que veía a alguien —no por la boca de Satoru, sino por Shoko. Pero no tenía por qué dar explicaciones de cómo obtuvo esa información. Tenía que admitir que la revelación la tomó desprevenida.

—Tú fuiste la que le dejó la nota en su departamento ¿o me equivoco?

Eso le revolvió el estómago a Utahime. Miró sus labios, pintados con un rosa que le trajo recuerdos, no batalló para hilar el labial en el baño: era ella, sin temor a dudas. Además, acababa de descubrir que Gojo había visto a Yuri después del béisbol, aunque no sabía si antes o después de que hubieran discutido en Kioto. Recordaba que en su conversación con Gojo, él le aseguró que no había tenido sexo con nadie desde mayo. Y dijo "sexo", más no que no se había visto con otra u otras mujeres después de eso. ¿Por qué había omitido ese pequeño detalle? ¿No era mejor que se lo dijera? ¿Esperaba que nunca fuera a enterarse?

—Sí, fui yo —el semblante taciturno de Utahime se intensificó.

—No pasó de unos cuantos besos, descuida —Yuri trató de aminorar el aspecto pesado de la pelinegra. No tenía caso mentirle, Gojo le diría la verdad, sin embargo, también quería, hasta cierto punto, hacerle saber que Gojo había disfrutado de su compañía.

Utahime torció el gesto, como si lo dicho lo hiciera mejor. No quería imaginarse a Gojo besando a otra que no fuera ella.

—¿Qué quieres? ¿Me detuviste para decirme eso?

—Solo me preguntaba. ¿Cómo hiciste para atrapar a Gojo? —respondió sinceramente—. Fuimos amantes por un buen tiempo, pero él nunca dio indicios de querer comprometerse. O, acaso ¿Eres solamente su amante en turno?

Las palabras de la madre de Satoru resonaron nuevamente en su cabeza "¿Eso será? Una concubina".

—Satoru —dijo con intención—, es mi pareja. Soy su mujer, no una amante.

—¿Y los intereses del clan Gojo no velan en tu decisión? Me ofrecieron cosas valiosas, pero nada más valioso que ser la esposa y madre de los hijos de Satoru Gojo. Es tentador para cualquiera. No te juzgo.

—Satoru no es un premio —dijo con un tono tan gélido que nadie apostaría que saldría de su garganta—, y respondiendo a tu pregunta: No. El clan Gojo no tiene nada que ver en nuestra relación.

—Me alegro entonces, que haya conseguido a alguien por sobre el interés —alzó los hombros, como no creyendo lo que Utahime afirmaba.

—¿De eso se trata este interrogatorio?

—No nos conocemos, pero puedo decir que somos mujeres muy diferentes. Tenía curiosidad por saber qué tipo de mujer había elegido Gojo, luego de que tuviera un gran abanico de posibilidades.

—No se trata de tener a la mano un menú.

—Solo digo que… para quienes hemos pasado sobre su cama, sabemos lo difícil que es tratar con él fuera de la intimidad.

—No es para cualquiera. Eso te lo aseguro.

—Y te creo —dijo entre risas—. Es divertido, no lo niego, pero más allá del estatus y de lo delicioso que folla… —intencionalmente su mirada desafió a Utahime—, me pregunto ¿qué tan buena pareja será?

—Obsérvanos…

—Todos lo hacemos, no tienes que pedirlo.

Ambas intercambiaron miradas todavía más viscerales, Utahime más desafiante que Yuri. Había un ambiente de hostilidad casi palpable.

—No he venido a pretender que voy a quitártelo o a entrometerme. Como dije, solo era curiosidad.

—¿Satisfecha?

—Satisfecha.

—Ten un buen día —dijo Iori, ecuánime y dio media vuelta.

—Igualmente.

9 de febrero 2021

El fin de curso podía sentirse en el aire, para la escuela de hechicería a veces era más un simbolismo que un cambio mismo, los alumnos seguían teniendo misiones y prácticas de hechicería, tal vez lo único que les hacía sentir que avanzaban dentro de la escuela era la tarea acumulada y los exámenes más difíciles.

Ese día había sido, de hecho, día de examen, aprovechando que todos estaban libres de trabajos. Utahime cuidaba el aula, asegurándose que los bribones de primero y segundo no hicieran trampa.

Conforme iban terminando la prueba salían del aula, la última en levantarse fue Hibari, quien con un semblante perezoso entregó el examen. Hubo un intercambio de palabras con su profesora y luego de un rato Utahime salió a su oficina, con el fin de calificar. Debía irse deshaciendo del trabajo pues pronto viajaría a Izumo por el tema de los nuevos alumnos. Sin mencionar que seguía buscando un departamento nuevo en su poco tiempo libre.

—Profesora Iori.

—Kamo, buenos días —saludó Utahime—. ¿Qué te trae por aquí?

—Reportes de misión.

—La burocracia de la hechicería —dijo ella con una sonrisa afable.

—¿Quisiera acompañarme a tomar el té? Claro, si está libre —preguntó muy respetuoso, pues veía las hojas acumuladas dentro de aquel folder.

—Sí, lo estoy.

No era extraño tener a Noritoshi Kamo circulando por la escuela de hechicería, había sido alumno y de vez en cuando ofrecía sus consejos a los estudiantes, como fue el caso del evento de intercambio del verano. También, como había señalado, se le otorgaban misiones de parte de la sede de la escuela de Kioto.

Claro que, una invitación a tomar el té de parte del líder de los Kamo no era simplemente una charla para ponerse al día y cuchichear, Utahime estaba consciente de a dónde iría esa plática.

—¿Cómo has estado? —preguntó la profesora, con mucha cortesía en su voz. Sirvió el té para los dos.

—Un poco atareado con temas del clan, además de un poco de trabajo. En general, creo que bien.

—Me da gusto escuchar eso.

—Es temporada de mucho trabajo ¿cierto? —Kamo bebió té. La conversación estaba siendo natural, así que debía pronto tomar al toro por los cuernos y no dar rodeos.

—De hecho. Tengo que hacer las visitas para los nuevos alumnos, si hubieras venido un par de días después no nos habríamos encontrado.

—Justo a tiempo —sonrió apenas perceptible.

—¿En qué puedo ayudarte?

Dijo al fin la pelinegra, no quería que se fuera por la tangente a lo que inevitablemente quería decirle. Kamo dejó el té sobre la mesa y observó a su —casi siempre— calmada profesora.

—Me disculpo de antemano por entrometerme en un asunto personal —habló con firmeza. Tenía autoridad sobre ella como jefe de una gran familia, pero Noritoshi no olvidaba que Utahime fue su profesora y cuidó de él. Tenía respeto por ella.

—Puedes decirlo sin tapujos.

—No ha pasado desapercibida para el clan Kamo su relación con Gojo Satoru —dijo sin más.

Utahime quedó en silencio unos segundos. Intuía que la plática sería referente a ello. Los grandes clanes no se daban por las ramas al momento de querer información sobre sus rivales.

Solo eran pareja ¿cuál era el gran pecado en amarse abiertamente?

Justo cuando estaba superando la charla con el Clan Gojo, venían los Kamo a meter sus narices también.

—¿Y cuál es su interés? —dijo ella, sin perder la paciencia.

—Cuando el clan Gojo comenzó su búsqueda para darle un posible heredero a la familia, fue una reacción normal que despertara el interés el saber en qué manos quedará el futuro de un gran clan.

—¿Los Kamo estaban interesados en una alianza? —preguntó confundida.

—No, claro que no. Son demasiado orgullosos como para proponer algo así —le negó con simpatía. Tras unos segundos de pausa sonrió desganado—. ¿Me permite ser un poco impropio?

—Adelante.

—Es bien sabido que clanes con menos prestigio, aunque con buena cuna, ofrecen a sus miembros a clanes poderosos para crear alianzas y subir su estatus. El Clan Fujiwara, por ejemplo, por mucho tiempo casó a sus hijas con los emperadores de Japón, asegurando así ser regentes por muchas generaciones. Hablo del lado político, por supuesto, la otra rama de los Fujiwara eran habilidosos hechiceros, claro está.

Kamo estaba fundamentando el punto que quería tratar. Utahime sabía por dónde iban los tiros, esperó paciente a que el líder de los Kamo terminara de decir lo que tenía que decir.

—El clan Kamo se pregunta ¿qué beneficio podría tener el clan Gojo de formar una unión entre ellos y los Iori? Habiendo mejores opciones —reveló al fin. El semblante de Utahime pareció decepcionado—. Entonces, especularon sobre intenciones inciertas que los ponen nerviosos. Aunque no somos los únicos con estas inquietudes, sí somos de los pocos que pueden externar esta preocupación.

—Ya veo. Me siento ridículamente furiosa —dijo aparentando calma. Sus manos estaban hechas puño sobre su hakama—. Sé que mi familia no es tan valorada, sobre todo porque somos mujeres. Hemos ofrecido nuestro ritual cuando se ha solicitado sin dudarlo a numerosos clanes y aun así… nos ven como poca cosa.

—Yo… entiendo eso —se disculpó Kamo haciendo una reverencia para su profesora—. Mi madre era una concubina y yo un hijo bastardo, si no hubiera nacido con el ritual hereditario o la esposa de mi padre hubiera engendrado un varón… El clan no hubiera tenido clemencia hacía mí.

—Mi relación con Gojo Satoru no es un arreglo entre nuestras familias. No es ni una alianza, ni nada por el estilo.

—Lo sé —dijo muy seguro, tomando por sorpresa a Utahime—. La conozco desde que entré a estudiar aquí y sé qué clase de persona es, así que…, venía a decirle que no importa lo que escuche en los pasillos… Yo, Kamo Noritoshi, he pedido que cese toda especulación referente a su unión con Gojo Satoru.

—Kamo… —dijo atónita.

—Sé con firmeza que lo que usted tiene con él es genuino.

La comisura de los labios de Noritoshi se levantó solo lo necesario. Era una expresión seria, pero Utahime pudo vislumbrar la buena voluntad de sus acciones. Sabía que ella no era la mejor hechicera, sin embargo, había puesto todo su empeño en la educación y orientación de sus alumnos.

Lo que Noritoshi estaba haciendo era una retribución a ese esfuerzo de años.

—Sí ponerte de mi lado te trae problemas entonces no deberías hacerlo —sopesó Utahime.

—¿Qué clase de hombre sería si no lo hago? Siempre ha sido amable conmigo. Sus plegarias en Kamigamo debieron ser bien recibidas —Noritoshi volvió a inclinarse y Utahime hizo lo mismo.

—Al final si te enteraste —dijo con un tono de vergüenza.

—Me pareció un poco extraño, aunque no era algo impensable. Unas semanas después Megumi me confirmó mis sospechas.

—¿Hablaste con Fushiguro?

—Así es, quise saber su postura antes de venir a hablar con usted. Sobra decir que es obvio que el líder del clan Ze'nin también está de su lado.

—Me parece increíble que nuestros alumnos tengan que tomar esta posición ante algo que no debería importarle más que a los implicados —se quejó Utahime.

—Me temo que ha elegido a una persona que es un foco de atención. Era inevitable para cualquiera que él hubiera elegido.

—Te agradezco tus palabras, Kamo —ella se puso de pie y miró con bastante determinación al líder del clan Kamo, no a su exalumno—. Sin importar lo que pase, podemos encargarnos solos. Reitero que agradezco que intercedas a favor, solo cuida que no tengas problemas.

—Lamento haberla importunado con un tema tan personal, profesora Iori.

—Basta, ya no quiero hablar de eso. Mejor dime ¿podrás apoyarnos de nueva cuenta con los chicos de segundo el siguiente ciclo escolar?

—Claro, haré tiempo para venir a la escuela.

—Bien.

14 de febrero 2021

Recién llegaba de Izumo, la última parada en sus visitas para los nuevos estudiantes. La familia del joven Ono, a diferencia de los Kamiya en Iwate, conocían la verdadera finalidad del ingreso a la preparatoria en Kioto, lo cual hacía las cosas más sencillas. Aunque, costaba asimilar, para quienes no podían percibir las maldiciones, el que su hijo decidiera elegir una profesión tan riesgosa.

Para mediados de marzo volvería a Iwate para recoger a Kamiya y así se integrara a la escuela en abril. No eran raros los casos de alumnos entrando a mitad del semestre, siempre dependía de los ojos de los reclutadores. Este año no parecía ser el caso.

Todavía era invierno, pero la primavera estaba a la vuelta de la esquina.

Gojo Satoru

[Hubo unos imprevistos]

[Mi regreso se retrasará unos días]

Iori Utahime

[¿Estás bien?]

[¿Están los chicos bien?]

Gojo Satoru

[Sí…]

Iori Utahime

[Entonces nos veremos después]

[Tengan cuidado]

Gojo Satoru

[Lo siento por no estar para tu cumpleaños]

Iori Utahime

[Habrá otros]

[Descuida]

Gojo Satoru

[Eso creo]

[Debo irme]

[Te llamaré después]

Iori Utahime

[Ok]

Gojo Satoru

]

Tenían algunos días sin hablar y sentía que era mejor. Una parte de ella estaba todavía molesta por lo de Yuri. No era culpa de Gojo que sus examantes vinieran a ella para hacer reclamos, pero sí debía asumir la culpa por no contarle que vio a alguien y no precisamente para conversar.

….

15 de febrero 2021

La plática con Kamo la hizo caer en cuenta que, por su parte, también estuvo dándole largas a tener que hablarlo con su propia familia. Ellos no le habían preguntado y lo más probable era que estuvieran ya enterados de que era oficialmente la pareja de Gojo Satoru. Además, seguramente, les habrían abordado al igual que a ella para cuestionarlos sobre las intenciones del clan, ellos podían entender toda esa frustración que ahora mismo poseía Utahime ante el desprecio y falsas confabulaciones.

Era todo un lío, uno que era mejor aclarar de una buena vez.

Conociendo el carácter de Kaori lo más probable era que hubiera mandado a la mierda a todos los que llegaban a ella con habladurías, así mismo, debía estar furiosa porque Utahime no se dignaba aun a contarles directamente un evento tan importante. Cuando menos para ponerlas en alerta.

Al llamar, obviamente se llevó el regaño esperado.

"Estás durmiendo con Gojo Satoru y te parece tan poca cosa que decides no enterar al clan de ello. ¿Sabes cuán significativo es? Él no es un pelagatos que conociste en un partido de fútbol".

—No tenía caso decírselo tan pronto. Las posibilidades de que está relación fracasara son altas. Quería esperar.

"Trae tu trasero a casa. Hablaremos en tu cumpleaños, hace mucho que no vienes y sería bueno festejar en familia."

—No tengo otros planes, así que, supongo que sí, estaría bien volver a casa.


NOTAS:

Este capítulo lo escribí mas o menos cuando estaba todo el drama con el cuerpo de Gojo siendo usado, recuerdo que me sentí mal haciendo este cap, porque pensaba "a estos hdp no les importa Gojo en lo absoluto y aquí estoy yo, hablando sobre nuevas generaciones que le piden a Gojo hacerse a un lado y dejar todo en sus manos"... Ya que *spoiler alert* este capítulo marca una parte importante de porque el fic terminará como va a terminar.

En fin...

¡Gracias por su apoyo inconmensurable, infinito y sin límites!

CLASES DE HISTORIA PARTE 3

¡Hablemos de los Fujiwara!

Los orígenes del clan Fujiwara se remontan hasta los primeros Ujinokami (sistema de clanes) bajo el nombre del Clan Nakatomi. Dicho clan fue muy importante en la corte imperial pues estaba a cargo de los rituales tradicionales sintoístas en harae (ritual de purificación) convirtiéndose en jefes hereditarios del Jingikan, que fue un departamento del gobierno que se encargaba del clero y los rituales en todo el país (donde participaban 3 clanes mas: Inbe, Urabe y Sarume).

Fue por la era Asuka/Nara que uno de sus nobles recibió el título de Fujiwara no Kamatari y fundó el clan Fujiwara. Durante el período Heian, el clan consolidó su poder y ejerció un tremendo control en el gobierno, a través de matrimonios estratégicos con la familia imperial. Fuhito (hijo de Kamatari) ocupó cargos importantes en la corte de varios emperadores y convirtió a sus hijas en esposas y concubinas imperiales. Se aseguraron un control continuo sobre la administración civil y se convirtieron en los asistentes más cercanos al Emperador por 200 años! En términos más entendibles, los Fujiwara eran el equivalente a "la mano de rey" en Game of Thrones.

La influencia del clan Fujiwara en la política japonesa durante el período Heian fue notoria. Ejercieron un control significativo sobre el gobierno, tomando decisiones importantes y moldeando las políticas de la época. Sus miembros ocuparon cargos de primer nivel en la administración civil y se convirtieron en consejeros cercanos de los emperadores, lo que les permitía influir en la toma de decisiones y ejercer su poder de forma efectiva.