Podríamos decir muchas cosas sobre Theo Nott: amante egoísta, borracho peleonero, estudiante perezoso, quisquilloso para los platillos, excesivamente reflexivo en voz alta, pero jamás podrías decir que era mal amigo.

Incluso cuando su mejor amigo parecía no soportar su presencia y le lanzaba malas miradas de vez en cuando, él seguía aquí: doblando diligentemente invitaciones a mano. ¿Dónde estaban su padre, Potter, Zabini e incluso la propia novia en este momento?

—No estamos doblando invitaciones: las estamos metiendo en un sobre —contestó a una reflexión en voz alta, el mejor amigo en cuestión—. Y no te pedí que te quedaras, eres libre de irte cuando quieras.

Theo suspiró en voz alta y negó con la cabeza.

—Eso me haría un pésimo amigo, aquí hay como mil invitaciones. Además, tengo que asegurarme de que por ahí esté la mía y no la incendies.

—No somo amigos, Nott y sólo hay 200 invitaciones.

—Claro, claro. Pues parecen como mil.

Theo volvió a suspirar mientras metía invitaciones en otro sobre blanco.

—¿Y la novia? —preguntó Theo.

Draco lo ignoró y siguió con su tarea, diligentemente.

—Si Hermione no está aquí… ¿por qué no usamos magia?

—Por que sí.

—Draco… —se quejó Theo.

—De verdad, Nott, lárgate.

—¿Crees que no lo intenté? —suspiró el pobre Theo—. No podemos.

Draco levantó la vista de la invitación que estaba metiendo a un sobre y miró a su alrededor, parpadeando.

—¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo?

—Parkinson, nos maldijo, hace como… una hora.

Draco miró a su alrededor y a sí mismo, buscando indicios de algún maleficio.

—Es mentira.

—No, no lo es. —Theo observó a Draco intentar ponerse de pie.

—No te pongas de pie, querido mejor amigo —suspiró Theo—. ¿Ves ese brillo azulado? —Draco miró a su alrededor y entrecerró los ojos—. Es un maleficio de burbuja. Si nos ponemos de pie o no trabajamos, se irá reduciendo y ya sabes, tendremos menos oxígeno.

Draco se puso de pie y el brillo azulado se redujo, empujándolo al piso.

—¿Qué carajo?

Theo negó con la cabeza y siguió doblando invitaciones o lo que fuera.

—Algo así dije yo.

Draco se incorporó y empujó la burbuja que ahora se veía más pequeña.

—Te lo dije, amigo.

—¿Qué carajo, Nott? ¿por qué no dijiste nada?

—Te lo estoy diciendo ahora.

—¡Theo! —Draco empujó la burbuja, que se hacía más pequeña—. ¿No se supone que eres un inefable o algo así?

—Lo soy, pero… esto no tiene solución.

—¿Por qué no? —rugió Draco.

—Porque lo inventé yo. —Theo metió otra invitación a su sobre—. Y alguna vez lo usé con Pansy y ella simplemente… lo modificó.

—¿Qué? ¿Cuándo?

Theo miró a Draco y negó con la cabeza.

—Ha pasado un tiempo… O no, pero no importa. Es una historia larga y trágica.

Draco se quedó en silencio.

—Es una mera especulación, pero… ¿Pansy nos encerró aquí para que habláramos?

—Eso es muy Gryffindor.

—Granger —gimió Draco.

Theo asintió.

—Es una mera especulación, como dices.

Ambos hombres suspiraron y se mantuvieron ordenando las invitaciones.

—Granger me pidió mi varita en la mañana —dijo de pronto Draco.

Theo se mordió la lengua para no hacer un chiste sobre la varita matutina.

—Pensé que la dejaría en algún lado del departamento, pero se la llevó y ahora entiendo por qué.

—Es muy lista.

Draco asintió y siguió doblando invitaciones en silencio.

—¿Por qué?

Theo levantó la vista de unos tal Sr. y Sra. Livewood.

—No lo sé, amigo. Son tus invitados, no los míos.

Draco gruñó y arrojó las invitaciones a un lado.

—¿Por qué hiciste todo lo que hiciste?

—Tendrás que ser muy específico, he hecho muchas y grandes cosas a lo largo de toda mi vida.

—No seas vago, Theo. Sabes a lo que me refiero.

Él suspiró y dejó sus invitaciones, mirando a su amigo a los ojos. Se sorprendió de los cambios que notaba y lo poco que a su vez, había modificado. A lo largo de todos estos años, Draco se había vuelto un hombre, uno que sostenía tu mirada y sonreía, que asentía cuando hablabas y decía cosas más o menos amables la mayoría de las veces. Un hombre enamorado y trabajador, que soportaba a ciertas clases de niños y brillaba cuando Hermione estaba cerca.

—¿Por qué le dije a Granger que me usara como carnada para ocultar sus emociones a sabiendas que yo conocía tus más oscuros sentimientos?

Draco se pellizcó el puente de la nariz, exasperado.

—Porque sabía que te sacudiría; fue un juego sucio, pero pensé que te haría esforzarte más por moverte, un impulso. Pero me equivoqué. Sencillamente me alejaste de tu vida, sin esperar a saber si yo correspondía sus sentimientos o no, lo cual, por cierto, era un rotundo no. Ella es muy guapa y agradable, pero ella era… para ti. —Theo se miró las manos—. Ha pasado un tiempo, Draco.

—Fui un cobarde —contestó él después de un tiempo—. Ni siquiera pensé en ti o… lo que podrías sentir… —Draco hizo un ruidito extraño, como si estuviera ahogándose—. Lo siento.

—Yo también lo siento.

Ambos hombres suspiraron y siguieron con sus sobres.

—Que sepas, Draco, que nunca te quité un ojo de encima.

Draco asintió y sonrió.

—Lamento haber sido un bastardo egoísta y celoso.

—Granger es una santa, no sé cómo le hace para soportarte.

Theo permaneció en silencio, concentrado en su tarea.

—¿Y qué ha pasado en tu vida?

Theo, sonriendo, se lanzó a una explicación sobre los últimos años y Draco sonrió muy a su pesar.


Habían pasado algunas horas y finalmente terminaron las invitaciones, cuando la puerta de la entrada se abrió y la burbuja azul desapareció.

Draco vio una cabeza rizada asomarse con una sonrisa inocente.

—¿Cómo se la pasaron? —preguntó Hermione antes de besarlo en la mejilla. Draco sonrió, muy a su pesar—. ¿Terminaron las invitaciones?

—Un poco vil de tu parte: dejarnos aquí encerrados.

Hermione se encogió de hombros y sonrió.

—Fue idea de Pansy, pero perfeccioné el encantamiento.


Draco acompañó a Theo al punto de Aparición mientras Hermione enviaba las invitaciones a Pansy.

Theo sacó un cigarro de su bolso y se lo ofreció a Draco.

—¿Por los viejos tiempos?

—Ya no fumo.

Theo asintió y guardó el paquete.

—Tal vez debería dejarlo, a las chicas no les gusta el olor a tabaco en la ropa.

—Y los dedos se ponen amarillos.

—Y siempre está ese sabor extraño…

—¿Realmente, por qué fumamos?

—¿Por las chicas? —preguntó Theo—. Creo que así empezó.

Draco asintió.

—Y una chica me hizo dejarlo.

Se detuvieron en el punto de Aparición y Draco se recostó contra la pared.

—¿Sabes? Le das mucho crédito a Hermione sobre ti.

Su amigo lo miró con atención.

—Siempre dices que eres mejor por Hermione. Yo creo que no. —Theo metió las manos en los bolsillos y miró al cielo—. Creo que eres mejor porque decidiste ser mejor. Sí, Hermione es grandiosa, pero el crédito de elegir, es tuyo.

Draco observó a Theo por un momento y sonrió.

—Gracias por todo, Theo y perdona por lo demás.

Theo se encogió de hombros.

—Es lo que haría un amigo.

—Un mejor amigo —aclaró Draco.

Ambos hombres se sonrieron.

—¿Serías mi padrino?

Theo abrazó a Draco hasta que unos tacones resonaron por el pavimento.

—¿Qué hacen aquí?

Draco miró a Pansy Parkinson, quien observaba fijamente a Theo, el cual tenía la mirada fija en sus zapatos.

—Qué te importa —contestó Draco.

—Lo siento, me voy —dijo él al mismo tiempo.

Theo se retiró, tropezando con una piedra invisible, evitando la mirada de Pansy.

—Te diría que me hables, Nott, pero… Nop.

El mago desapareció, mortificado y Draco sólo observó la interacción.

Cuando se quedaron a solas, Draco arqueó una ceja.

—¿Algo que decir?

—Nop —contestó Pansy antes de darse la vuelta y marchar hacia su casa—. Vámonos, hay una boda qué refinar.


¿Sigues aquí? Yo también :3 Necesitaba escribir sobre estos dos.