Hola:
Tema del día 25.
Gracias por leer, comentar y seguir.
Atención:Todos los personajes deSaint SeiyaySaint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen aMasami KurumadayShiori Teshirogirespectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.
Día 25: Sobreestimulación/Overstimulation
Continuar con el estímulo tratando de llevar a la persona un poco más allá, provocando múltiples clímax.
[Aiacos x Violeta]
Lienzo Perdido, Navío Oscuro.
El juez Garuda había recibido una interesante información de sus espías: Los Santos de Athena estaban reparando un barco especial, ubicado en algún lugar escondido del Himalaya. Entonces, era tiempo de entrar en acción. Sólo necesitaba la orden del señor Hades y preparar a su batallón.
Se encaminó a las barracas en busca de su fiel lugarteniente, pues necesitaba afinar un par de detalles sobre cómo organizarían el asalto con el navío negro.
Llegó a la habitación que tenía asignada Violeta y tocó la puerta. Nadie respondió, por lo que hizo vibrar su cosmos sutilmente, anunciándose antes de entrar.
Oyó el sonido de agua corriendo en el área de termas, por lo que intuyó que Behemoth estaba tomando una ducha. Justo cuando se acercó al sitio, ella iba saliendo, envolviéndose con un lienzo.
—Señor Aiacos, ¿En qué puedo servirle? — saludó con una inclinación, sin importarle demasiado su desnudez.
Él sonrió un poco, haciendo un ademán para que se acercara.
—Hay noticias de los Santos de Athena, así que pronto partiremos a la misión. —
—Estoy ansiosa, tengo una pelea pendiente con ellos— hizo que sus puños chocaran entre sí.
El juez Garuda asintió, mientras acercaba su mano al rostro femenino. Violeta se veía hermosa cuando adquiría esa expresión tan determinada. Ella se dejó acariciar la mejilla, imitando la acción en el rostro de él con sus propias manos. Con ese gesto tan particular, se decían muchas cosas sin palabras.
Aiacos se aproximó hasta rozar sus labios, invitándola a besarlo. La mujer respondió, rodeando su cuello con los brazos. El acercamiento fue mayor cuando él abrazó su cuerpo, recorriendo sus formas sobre el lienzo. No hubo necesidad de peticiones o gestos extras, ambos se encaminaron al lecho de la guerrera.
…
El sonido voluptuoso que emitía Violeta, era la señal que Aiacos usaba para complacerla a conciencia. Entre más intenso fuera, él mantendría el ritmo de su caricia bucal.
La mujer yacía recostada sobre las sábanas, completamente abierta para su amante. Dejándose arrastrar por aquella estimulación tan placentera que la lengua masculina le regalaba. Las sensaciones se generaban en sus sensibles pliegues y luego recorrían su espalda, hasta llegar a su mente, nublándole la realidad.
En un principio, Aiacos comenzó a libar con parsimonia, preparándola poco a poco, disfrutando de su aroma. Pero, conforme la acariciaba con las manos, e intensificaba el recorrido de aquella rosada carne, la guerrera aumentaba sus jadeos.
Aquella melodía lasciva, que deformaba la voz femenina en deseo, espoleaba su propia lujuria a un nivel increíble. Le encantaba acariciarla de esta manera, con su lengua y con sus labios, pues en verdad disfrutaba verla derretirse de placer.
Al comienzo de su relación, ella se mostró reacia a éste tipo de estímulo, quizás por algún tipo de inseguridad o ignorancia. Pero el juez Garuda era terco, y cuando se proponía algo, lo conseguía. Así que, con la suficiente paciencia y algo de seducción, logró que ella aceptase probar algo nuevo, más allá de lo común en la práctica sexual.
Y terminó descubriendo lo sensible que era, y lo rápido que podía hacerla culminar si colocaba la lengua en el punto exacto, dónde las reacciones físicas explotaban con tal fuerza, que la mujer quedaba completamente agotada.
Y en éste preciso momento, el juez la tenía en el punto de no retorno.
Violeta temblaba notoriamente y resollaba con dificultad. Tenía las mejillas arreboladas y el sudor perlaba su frente, a la vez que apretaba las sábanas con fuerza. Lo que percibía, no podía ser descrito, y por un instante, creyó que moriría.
Entonces, Aiacos hizo el movimiento final, arrastrando la lengua hacia el vértice del sexo femenino, rozándolo con la presión exacta para desencadenar el clímax en ella.
Todo el cuerpo de la guerrera se sacudió, al mismo tiempo que el orgasmo nacía en su centro y se extendía por su sistema nervioso. El grito que liberó no pudo ser más enervante, pues la dejó sin aliento conforme el placer se acentuaba.
El hombre sonrió vanidoso, contemplando aquel rictus de placer, disfrutando de su entrega. Sin embargo, no se detuvo, sino que prosiguió con sus lamidas, más suaves, más lentas.
Podía sentir el palpitar de su carne y notar la contracción de su cavidad, decorada por el rocío transparente de su lubricación. Su hermosa ala derecha estaba en la gloria, y él quería que durase un poco más. Así que mantuvo la dulce libación, utilizando ahora un par de dedos para estimular los contornos de su entrada, dibujando círculos suaves que de inmediato provocaron nuevos espasmos en la mujer.
Behemoth apenas terminaba de asimilar el primer orgasmo, cuando sintió una nueva descarga sensorial arañando su columna vertebral. Abrió los ojos de golpe, sólo para cerrarlos de nuevo, en el mismo instante que el nuevo estallido le embotaba los sentidos.
Los segundos pasaron lentos y satisfactorios, el goce fue disminuyendo poco a poco. La libación y el toque del juez Garuda la habían hecho culminar dos veces, dejándola totalmente laxa y adormilada.
Lo sintió apartarse de ella con calma, para luego notar que le besaba la frente. Medio abrió un ojo y lo vio caminando a la salida.
—¿No te quedarás? —
—El señor Hades acaba de convocarme— la miró de soslayo con media sonrisa. —Prepárate, pronto partiremos al Himalaya. —
Violeta asintió con firmeza, quedándose con la idea de que le debía una retribución igual de placentera a su amante.
Gracias por leer.
25/Octubre/2024
