- Entonces... - pronunció Miroku. - ¿Nos dices que la señorita Kikyo apareció y comenzó a guiarlos a la aldea?

- Si. - respondió sin mirarlo. - El príncipe Hitomi me advirtió que algo andaba mal, pero no le hice caso. Luego de que Kohaku asesinara a mi padre y ella nos amenazara... simplemente tomé al príncipe y corrí.

- Eres una gran guerrera. - pronunció Kikyo. - Tuviste la fuerza para llevar a un hombre aún cuando acababas de vivir una gran situación.

- Supongo que sólo fue instinto de supervivencia. - apretó ligeramente su agarre sobre sus rodillas. - Estoy segura de que el príncipe Hitomi ya ha muerto. - sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Bueno, eso no podemos sentenciarlo. - el monje se puso de pie. - Iré a buscarlo.

- ¿Qué? - murmuró la castaña.

- Usted dice que cuando se fue en busca de ayuda, él se encontraba muy mal, sin embargo no tenemos pruebas de que haya muerto realmente.

- Iré con usted. - se puso de pie. - Mi mente se siente más relajada, supongo que podré encontrar el camino hacia donde estaba la última vez que lo vi.

- Inuyasha. - la sacerdotisa lo miró. - Podrías ir con ellos, tu olfato sería de gran ayuda.

- No es necesario, señorita Kikyo. - el monje sonrió. - Podremos solos, ¿verdad Sango? - la mujer asintió.

- Bien, como quieran. - se encogió de hombros.

- Por aquí, señorita. - sonrió, mientras la mujer tomaba la delantera en la larga caminata que les esperaba.

El hanyo y la sacerdotisa se quedaron solos en la cabaña, inmersos en un silencio profundo.

- Pronto anochecerá. - pronunció ella. - Lo mejor será ir a buscar a Kaede y los demás.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No es necesario. - sonrió. Ambos se pusieron de pie y salieron del lugar, sin embargo ella se detuvo en la entrada. - Inuyasha...

- ¿Qué sucede? - volteó.

- Muchas gracias.

- ¿He? ¿De que hablas?

- No dudaste en defenderme cuando Sango estaba dispuesta a atacarme. - sonrió.

- Bu... bueno, por supuesto que iba a defenderte, ¿Qué esperabas?

La mujer se acercó y lo abrazó, colocando su rostro en su pecho. Él se quedó inmóvil, sin embargo correspondió su acción.

- Kikyo. - murmuró.

Su aroma sigue siendo el mismo, sin embargo... ese pequeño olor a muerte que rodea su cuerpo es producto de ese fragmento que la mantiene con vida. Kikyo sigue siendo Kikyo pero... es diferente, no se como explicarlo.

Se apartaron unos segundos y ella acarició su mejilla con aquella expresión entremezclada con la tristeza y la nostalgia.

- Ya regreso. - tomó su arco, sus flechas y se marchó en dirección de la cascada que se encontraba a metros de la aldea.

El hanyo se quedó observándola unos momentos y, cuando desapareció de su vista, comenzó a correr en dirección del pozo. Al llegar, colocó ambas manos sobre la madera y sin dudarlo, saltó a su interior. Cayó de cuclillas, cerrando sus ojos al sentir la fría tierra bajo sus pies.

- Maldición. - murmuró. - El pozo sigue cerrado.

Mientras tanto, a unos metros de la aldea...

- Excelencia...

- ¿Qué sucede? - la miró, sin detenerse.

- Usted dijo que esa cosa se hace llamar Naraku, ¿Quién es?

- No lo se con exactitud... pero es un ser capaz de tomar la apariencia de los demás y parece estar interesado en los fragmentos de la Perla de Shikon.

- Bueno, tiene sentido... cuando estaba en la forma de Kikyo me exigió que le entregara el fragmento que estábamos trayendo.

- Asique, ¿Tú eres la hija del líder de los exterminadores? - sonrió, cambiando de tema.

- ¿Cómo lo supo?

- Lo noté por tu habilidad. - volvió a mirar el camino. - Fuiste demasiado rápida para atacarme y escapar ayer.

- Lo siento. - miró el suelo, completamente avergonzada.

- No tienes que disculparte, era de esperarse en tu estado. - hizo una pausa. - Además, tú llegaste aquí pensando que la señorita Kikyo había sido la responsable de su tragedia.

- Si.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - ella asintió. - ¿Qué edad tiene tu hermano?

- Once años. - respondió en baja voz. - Es sólo un niño y ahora... si Naraku no se deshizo de él... - sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.

- Quizás suene demasiado optimista, pero si Naraku lanzó alguna especie de hechizo sobre él, lo más probable sea que lo utilice para que realice el trabajo sucio por él.

- Si ese es el caso, no se que es peor. - respondió con amargura.

Continuaron en silencio un par de metros hasta que él nuevamente retomó la palabra.

- ¿Logras ubicarte?

- Eso creo. - miró a su alrededor. - Si... no estamos muy lejos del lugar.

Época Moderna

El sol se ocultaba rápidamente en el horizonte, dejando aquellos últimos destellos que iluminaban su habitación. Cerró su libro y dejó su lápiz a un lado, emitiendo un pequeño suspiro. Sus ojos viajaron a la ventana y le fue inevitable no ponerse de pie y observar a través de ella. Su mirada se detuvo en el templo y una mueca de tristeza volvió a apoderarse de su rostro. Giró su cabeza, observando el pequeño fragmento que descansaba en el interior de aquel frasco.

- No puedo quedarme con esto. - murmuró.

¿Y si... intento devolverlo?

- Pero... regresar implica volver a ver a Inuyasha.

Volver a ver a Inuyasha y Kikyo... juntos.

- No se si podría soportarlo. - colocó su mano en su pecho. - Pero... no es necesario que me quede allí tampoco, ¿verdad?

Regresó sobre sus pasos y lo tomó, mirándolo detenidamente. Sabía que devolverlo era algo importante, por lo que optó por dejar de lado sus emociones y las imaginaciones sobre los posibles escenarios al regresar y salió de su habitación.

El camino hasta el templo se le hizo bastante largo, pero no se detuvo. Apoyó sus manos sobre la madera y una lágrima se perdió en el interior de aquella estructura.

Yo... no deseo regresar, pero sé que es lo mejor.

- Sólo me desharé de ti y volveré.

No pienso encontrarme con nadie, mientras más rápido los deje en el olvido, más rápido volveré a mi vida normal.

Cerró sus ojos y se lanzó a su interior, sin embargo aterrizó con sus pies sobre la tierra, apretando sus ojos al sentir aquel contacto.

- ¿Qué esperabas, Kagome? - se dijo a si misma. - ¿Acaso crees que el pozo va a abrirse sabiendo que no es lo que quieres?

Al parecer si reacciona a mis sentimientos después de todo.

Pensó, poniéndose de pie y emitiendo un leve suspiro.

- Aún así me es inevitable no preguntarme... Inuyasha, ¿Qué estarás haciendo en este momento?

Época Feudal

El híbrido se encontraba sentado al lado del pozo, con sus brazos en su haori, sus ojos cerrados y su cabeza inclinada en dirección del suelo y, aunque su respiración era normal, lo cierto era que su mente era un torbellino de pensamientos y su pecho un mar de emociones.

Kagome... te marchaste odiándome, de lo contrario el pozo no se hubiera cerrado.

- Lo siento, yo no quería lastimarte. - murmuró.

Si tan sólo pudieras comprender como me siento.

- ¿Crees que Inuyasha está muy afectado? - preguntó el niño, observándolo detrás de un árbol.

- Estoy segura. - respondió Rin. - Siempre supe que la señorita Kagome estaba enamorada del joven Inuyasha.

- Si, yo también pero... - se quedó en silencio unos momentos. - Al parecer él y Kikyo están comprometidos.

- ¿Qué? - abrió ampliamente sus ojos ante aquella afirmación.

- Si, Kikyo me lo dijo una vez.

¿Inuyasha y la señorita Kikyo comprometidos? Pero...

La imagen de Sesshomaru y Kikyo, abrazados aquella lejana noche a las afueras del templo, pasó por su mente.

Entonces, ¿Por qué ellos...?

- ¡Rin!

- ¿Qué? - giró.

- ¿Vas a quedarte ahí? Debemos llevarle las hierbas a Kikyo.

- Oh, si... claro. - corrió en la dirección en la que el zorrito la estaba esperando y ambos regresaron a la aldea.

Mientras tanto, lejos de la aldea...

- Amo Sesshomaru, ¿Puedo hacerle una pregunta?

- ¿Qué es lo que quieres? - respondió tajante, alejándose.

- ¿Qué es lo que planea hacer?

Sobre todo teniendo en cuenta que se está alejando de esa aldea.

El yokai entrecerró sus ojos ante aquella pregunta, sin embargo se mantuvo en silencio.

No creas que me he olvidado de Tessaiga, Inuyasha. Un simple hanyo como tú no es digno de portar un arma como esa. Tarde o temprano me quedaré con ella, como debió ser desde un principio.

- ¿Amo Sesshomaru? - murmuró, siguiendo los pasos del demonio.

Mientras tanto, en una zona del bosque...

- ¿Estas segura de que aquí fue?

- Si... recuerdo este lugar. - miró a su alrededor. - Y como lo supuse, él no está.

- Sin embargo no hay rastros de nada. - imitó la acción de la exterminadora. - Al menos no de algo visible.

- ¿A que se refiere?

El monje caminó los pocos pasos que lo separaban del árbol y colocó su cetro sobre el mismo suelo en el que el príncipe había estado sentado.

- Definitivamente la energía demoníaca de Naraku se percibe aquí, aunque es demasiado tenue.

En ese momento, un ruido proveniente de los árboles los alertó. Ambos voltearon, mirando hacía arriba, sin embargo no lograron divisar nada.

- ¿Usted también lo escuchó? - preguntó, entrecerrando su mirada.

- Si, tal vez se trate de algún animal.

No, no lo es, estoy segura... No puede ser...

Un ligero brillo se percibió y lo comprendió de inmediato.

- ¡Cuidado! - gritó, lanzándose sobre el monje en el mismo momento en que el filo del arma se incrustaba en el árbol que estaba inspeccionando.

Es su arma.

Volvió a mirar hacía la copa de las plantas y lo vio.

- ¡Kohaku! - gritó, poniéndose de pie. - ¡¿Qué estás haciendo?!

El niño comenzó a huir utilizando las ramas, sin embargo ella no dudó en seguirlo.

- ¡Sango! - hizo caso omiso a la voz que la llamaba.

Kohaku, estas vivo... ¿Por qué...?

- Perdóname... ¡Hiraikotsu! - lanzó el boomerang, desestabilizándolo y provocando que cayera al suelo.

- ¡Kohaku! - gritó, tomando nuevamente el arma. - ¡¿Qué estás haciendo?!

El niño se puso de pie, observándola detenidamente con aquellos ojos sin vida, aquellos ojos que no reflejaban nada de la ternura que solía poseer su pequeño hermano. El pecho de la joven se apretó ante su fría expresión, sin embargo se negaba a creer que su esencia había desaparecido.

Busca a esa mujer, mátala y luego corta tu cabeza. Si no lo logras, regresa.

Las palabras de Naraku se materializaron en la mente del niño, quien sin dudarlo se puso en posición de ataque.

- No lo hagas. - murmuró ella. - se agachó, esquivando el primer ataque lanzado. - Es por él, ¿verdad? ¡¿Él te está manipulando?! - esta vez su boomerang fue el encargado de separar el filo del arma de su cuerpo. - ¡Despierta!

Lo siguiente que sintió fue como la piel de su pierna se desgarraba, provocando que cayera al suelo.

Maldición.

Gruñó, sintiendo aquel punzante dolor. En ese momento un viento proveniente de sus espaldas llamó la atención del niño, quién comenzó a retroceder.

- ¡Kohaku! - gritó al mismo tiempo en el que el joven desaparecía en la inmensidad del bosque.

- ¡Sango! - el viento se disipó y el monje se posicionó a su lado. - ¿Estas bien? Tu pierna...

- Si. - respondió sin mirarlo. - Sólo fue una cortadura.

- ¿Ese era tu hermano? - la ayudó a ponerse de pie.

- Usted lo dijo, excelencia... - sus ojos se llenaron de lágrimas. - Era mi hermano.

O lo que queda de él.

Horas más tarde.

Kaede y Shippo se encontraban profundamente dormidos mientras el sonido del fuego sobresalía del silencio del ambiente. Nadie pronunciaba una palabra, ya que cada uno estaba inmerso en sus propios pensamientos.

- Tu hermano está bajo el control de Naraku. - pronunció Kikyo finalmente.

- Si, no tengo dudas de eso.

- Esta situación es mala. - acotó el monje. - Ese tal Naraku no parece un ser inofensivo y si está en búsqueda de los fragmentos de la Perla...

- Se volverá más poderoso. - sentenció la miko.

- Entonces ya sabemos lo que tenemos que hacer. - todos miraron al hanyo, quién poseía sus ojos cerrados y sus manos en el interior de su haori. - Debemos ir a buscarlo.

- Eso es demasiado arriesgado. - respondió Miroku. - No tenemos idea de donde se encuentra.

- Naraku está en busca de los fragmentos de la Perla de Shikon. - ahora sus ojos viajaron a la mujer. - Si comenzamos a reunirlos, tarde o temprano nos encontraremos con él.

- Señorita Kikyo, usted es la única que puede verlos.

Eso es mentira, Kagome también podía.

Pensó el hanyo, desviando su mirada.

- Y también soy la única capaz de purificar la perla. - su mirada se posó en su hermana. - Sin embargo, ustedes son muy fuertes... con su ayuda todo serías más rápido.

- Bien, entonces está decidido. Completaremos la Shikon No Tama y nos encargaremos de ese tal Naraku. - sentenció Inuyasha con sus ojos fijos en la pequeña fogata que iluminaba la cabaña aquella fría noche.

Continuara...


Primero que nada: No me maten jajaja como bien dice al final, esta historia continuara.

Ahora bien, quiero explicar un poco los motivos de este final abierto y que, obviamente, tendrá su secuela.

Destino comenzó como una mezcla de diferentes cosas que deseaba plasmar en una historia y, una de ellas, era ambientarla en el momento en que Kikyo aún permanecía con vida. Todo venía bastante bien hasta hace meses atrás cuando comencé a sentir un peso enorme a medida que avanzaba en los capítulos.

¿A que se debía ese peso? A que mi idea original era apegarme al canon y modificar los hechos, sin embargo en un momento me di cuenta de que eso no iba a ser viable ni para mi, ni para quienes leen, ¿por qué? porque iban a ser tantos elementos y cosas que cubrir que terminaría siendo demasiado, pero demasiado extenso.

No se si muchos lo recuerden pero este fanfic se fue a hiatus durante un tiempo y hoy puedo confesar que, en ese momento, pensé seriamente el bajarla. Si, pensé en abandonarla porque me agobiaba demasiado pensar en el futuro. ¿El motivo por el que no la dejé? Si, los lectores. Quienes le dieron una posibilidad a este escrito no merecían para nada esto.

Por suerte encontré la solución: Dividirla en dos partes. Asique si, la primera parte de Destino ha finalizado aquí y en la siguiente cubriré todo lo que no me anime a cubrir aquí.

No quiero terminar sin agradecerles a todos y cada uno de los que leyeron, a quienes me dejaron sus comentarios y estuvieron firmes esperando cada actualización. Destino es lo que es gracias a ustedes.

Obviamente que todas las dudas y preguntas tendrán respuestas en su secuela (la cuál aún no se cuando se estrenará pero que, con toda seguridad, será anunciada en mi página de Facebook Cin Fanfics)

¡Muchas gracias por acompañarme en este camino, nos vemos en la secuela!