Disclaimer: Resident Evil ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Capcom.
Aclaraciones: Este fic está situado, finalizando los hechos de Resident Evil Vendeta, tomando hechos de Resident Evil 6 y su saga, podría contener ¡Spoiler! sin más espero disfrutes la lectura.
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~Podemos Empezar de Nuevo ~
Capitulo Ocho:
PROMESA
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El capitolio retumbaba con la furia de cada detonación, que resonaba como un trueno y sacudía los cimientos del edificio histórico, el humo negro se enroscaba en espirales difuminando la luz de las lámparas que titiritaban con cada estampido, los pasillos ahora convertidos en laberintos de escombros que bloqueaban su avance, sus bostas pisaban con firmeza, sobre los fragmentos de mármol y las vigas caídas que obstruían su camino.
Todo había pasado tan rápido, el equipo de Terra Save estaba por tomar la palabra en el podio, el aire vibraba con expectación, las luces de las cámaras y los flashes de los fotógrafos pintaban el ambiente con el brillo efímero. Él había estado observándolo todo, desde una sala cercana y de pronto el ambiente que había estado cargado de expectativa y esperanza se había trasformado en uno de terror y desesperación.
Aturdido se había intentado abrir paso ante el caos que lo rodeaba, su mente centrada en una sola meta: encontrar a Claire, asegurarse de que estuviera a salvo. El eco de las explosiones y disparos retumbaba por los interminables pasillos, llenando sus oídos con un zumbido ensordecedor, el aire era cada vez más espeso y cargado de un olor metálico, convirtiendo su respiración en un susurro áspero, con sus pulmones ardiendo por el aire cargado de polvo y humo; con cada esquina que doblaba su corazón, latía con la promesa de encontrarla, su mente una mezcla de determinación desesperada y un miedo paralizante, uno que no había sentido en mucho tiempo, no desde aquella noche de novato en Raccon City.
Finalmente se encontró con un pasillo parcialmente despejado, iluminado débilmente por la luz intermitente, a lo lejos, en el epicentro del caos, vio la figura Claire, una figura frágil, un oasis de vulnerabilidad, en medio del pandemonio, tendida, en brazos de aquel hombre de cabellos de azabaches, de inmediato le reconoció como Hotchner, el hombre que la acompañaba. Su piel era pálida y sus ropas manchadas por una herida oscura que marcaba su abdomen. Su corazón dio un vuelco doloroso al verla herida, sin vacilar Leon corrió hacia ellos, ignorando los escombros que crujían bajos sus botas, el humo y el polvo nublaban su visión, pero no podía apartar los ojos de Claire, cada segundo le parecía una eternidad mientras se acercaba, su mente clamaba por llegar a su lado.
—¡Claire! — grito su nombre, nada más que un eco desgarrador, en el vacío tumultuoso.
Hotch levanto la mirada hacia el con un gesto de preocupación plantando en lo que había sido su estoico rostro, luchando despernadamente por contener la hemorragia, sus manos presionaban con firmeza sobre la herida, el pánico reflejado en sus ojos mientras la sangre escapaba de entre sus dedos, hizo estremecer a Leon, quien presuroso se arrodillo junto a Claire, sus manos temblorosas buscando su rostro pálido, sintió su corazón apretarse contra su pecho, ante la vulnerabilidad de ella, Claire se encontraba agitada, sus labios entreabiertos en un intento vano por respirar, con cada intento se convertía en un burdo jadeo, sus ojos vidriosos observaron a Leon tan pronto le estuvo cerca.
Con un estremecimiento, abrió los ojos, encontrándose con la realidad fría de su habitación en penumbra, despertando sobresaltado y jadeando, con su corazón latiendo con fuerza, como si aún estuviese corriendo por aquellos pasillos en su pesadilla, el capitolio aun retumbaba en su mente con cada detonación, el humo y el caos lo envolvían mientras buscaba desesperadamente a Claire entre los escombros y el fuego. Cada pasillo era un laberinto de peligro y desesperación, el eco ensordecedor de las explosiones resonaba en sus oídos.
La habitación oscura solo iluminado por la luz tenue de la luna que se filtraba a través de las persianas entreabiertas, haciendo que cada sombra pareciera más profunda, más cargada de recuerdos y temores. Leon se sintió como si estuviera en un limbo entre la pesadilla y la realidad, aun atrapado en el eco de la tragedia que solo él había vivido en su mente, el sudor frío perlaba su frente mientras su corazón aún martillaba con fuerza sobre su pecho, tomando siento en la cama, con respiración irregular y pesada, miro a su alrededor, tratando de disipar las imágenes vívidas que aún lo perseguían, está la habitación del hotel, aún se encontraba en Nueva York. El silencio ahora le parecía opresivo después del tumulto de su pesadilla; con su cuerpo temblando y podía sentir la tensión de cada musculo, preparado para saltar a la acción en cualquier momento, levanto una mano temblorosa, buscando secar el sudor de su frente, pasando los dedos por su cabello húmedo, intento enfocarse en el presente.
Cerrando sus ojos un momento, tratando de encontrar la calma que necesitaba, pero de nuevo aquellas escenas de pesadilla volvieron con fuerza: los gritos, la explosión, Claire. Abrió los ojos de golpe, su vista se posó sobre aquella botella de whisky sobre el frigobar, una tentación silenciosa; Sabía que una copa calmaría sus nervios, más sin embargo de nuevo aquella nota, ahora guardada en su cartera, le recordaba la promesa que tenía intención de honrar, calmar u forma de beber, al menos con la bebida en cuestión, después de todo el Dannels no era su mejor loción.
Desechando la idea de beber, se levantó de la cama en un movimiento brusco, casi tropezando con la mesita de noche en su prisa por llegar al baño, donde se apoyó en el lavabo, mirándose en el espejo, su rostro estaba pálido, sus ojos vidriosos y cansados, aun podía ver el rastro del miedo reflejado en sus propios ojos, un miedo que rara vez permitía salir a la superficie. Abrió el grifo con manos temblorosas y dejo correr el agua fría por un momento antes de tomar un poco en sus manos y llevarla a su rostro, tratando de lavar no solo el sudor, sino también el miedo que lo invadía, repitió el gesto un par de veces más, buscando en aquel frio alivio, una forma de despejar su mente y calmar su corazón.
De regreso a la habitación, sus pasos fueron rápidos y decididos, tomó el teléfono que descansaba en la mesa de noche y se dejó caer en la cama, su mano temblorosa apenas logrando mantener el dispositivo estable, con un nudo en la garganta, busco el contacto de Claire, pulsando el botón de llamada, necesitando desesperadamente escuchar su voz después de la pesadilla, que lo había sacudido hasta lo más profundo, cada tono que sonaba le parecía eterno, con su ansiedad creciendo cada segundo sin respuesta. Finalmente, la llamada se conectó y la voz suave, pero preocupada de Claire lleno el silencio en la habitación.
—Leon… ¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —pregunto ella, en su tono detecto inmediatamente la angustia, estaba preocupándola, tonto, como no hacerlo, era poco más de media noche, se sintió culpable, apenas había notado la hora antes su impulsiva decisión.
Leon trago saliva, tratando de controlar su respiración, antes de hablar —yo…sé que es tarde, solo, necesitaba escuchar tu voz, necesitaba saber que estabas bien. — se sinceró, hubo una breve pausa al otro lado de la linea, como si ella no supiese exactamente qué decir, luego respondió con un suave suspiro lleno de compasión y preocupación.
—No te preocupes por ello, de cualquier manera, no estaba durmiendo… yo estoy bien Leon, estoy a salvo en casa de Chirs con Jill y Rebecca ¿sucedió algo? ¿Está todo en orden? — cuestiono suavemente.
— yo solo…— se mantuvo en silencio, intentando encontrar las palabras, que aún se atoraban bajo en nudo en su garganta.
—¿pesadilla?, está bien si no quieres contarme que sucedió, las pesadillas pueden sentirse muy reales, pero estoy aquí y estoy bien. —respondió con ternura — gracias por llamarme y confiar en mí. — hablo adivinado sin mucho misterio lo que sucedía, por supuesto que lo haría, ella podía leerlo bien con tan solo unas palabras, descifrar todo sobre él. Leon cerro los ojos, dejando que la sinceridad y el calor de sus palabras lo envolviera, ayudándolo a calmarse sintiendo como la angustia y temor que lo controlaban plantados en su pecho producto de aquel mal sueño, perdieran su poder sobre él.
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ALGUNA PARTE DEL ATLÁNTICO NORTE
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Con un dolor punzante en su cabeza, despertó apenas consciente de sí misma, trato de adaptarse al entorno que la rodeaba, el aire impregnado con el olor a antisépticos mezclado con un sutil aroma metálico característico de la sangre, inundaba sus fosas nasales, parpadeó varias veces, intentando enfocar su visión borrosa, mientras el sonido distante de máquinas zumbando y el goteo constante de agua rompían el silencio ominoso. Se encontraba en un laboratorio débilmente iluminado, con luces fluorescentes parpadeantes que proyectaban sombras inquietantes en las paredes. Al mirar a su alrededor, solo podía distinguir los contornos de equipos médicos, alta tecnología sin duda, mesas de acero inoxidable cubiertas con instrumentos quirúrgicos y pantallas mostrando datos que desde su posición le eran incomprensibles.
Cada movimiento le costaba un esfuerzo en demasía, sus extremidades las encontraba pesadas, limitantes de movimiento, en un vistazo rápido notó que sus muñecas y tobillos se encontraban sujetos con correas de cuero a una camilla fría y dura. La confusión la envolvió, ¿cómo había terminado allí? Intentó recordar los eventos previos, podía recordar el llegar al punto de reunión acordado para entregar las muestras obtenidas de la B.S.A.A, después de eso su mente estaba nublada, como si estuviera bajo el efecto de algún tipo de potente sedante. Fue entonces noto su nueva y escasa vestimenta, portaba una corta bata médica, había sido despojada de todas sus pertenencias y artilugios, lo que intensifico la sensación de vulnerabilidad al notar la frialdad del metal contra su piel, intento moverse por supuesto, pero las correas parecían contraerse más con cada movimiento, apretando sus muñecas y tobillos, restringido cada uno de sus movimientos aún más si es que eso fuera posible.
Al fondo de la sala, unas puertas dobles de metal, se encontraban parcialmente abiertas, dejando entrever un pasillo largo oscuro y quizá presa de la su incertidumbre o instinto puro la sensación de ser observada se intensificaba con cada segundo, presa en aquella camilla, como si la misma sombra acechante en las esquinas estuviera esperando el momento adecuado para abalanzarse sobre ella. La espía luchó contra sus restricciones, pero su fuerza era sumamente limitada. maldijo por debajo y respiró hondo, intentando calmarse y analizar la situación con la frialdad, fue entonces cuando escuchó unos pasos firmes acercándose, resonando en el piso de metal, donde el sonido reverberaba en las paredes del laboratorio, anunciando la llegada de alguien.
La puerta se abrió del todo, revelando la imponente figura su captor, alto y musculoso, llevaba una mirada de satisfacción cruel en sus ojos, Jack Krauser, su presencia llenaba la habitación con un aura amenazadora, la fría y calculadora mirada del hombre se posó sobre ella, la espía sintió una repulsión inmediata al ver la sonrisa torcida que se asomaba de entre sus labios, sin embargo, lo que realmente había logrado estremecerla era aquel rostro desfigurado. Donde la piel de sus mejillas se encontraba tan abierta que dejaba expuestos a la vista, los dientes de su mandíbula, un espectáculo grotesco, que hacía imposible apartar la mirada, la carne expuesta y las quemaduras evidentes en las heridas, hacían que su rostro pareciera más una máscara de pesadilla que la cara de lo que alguna vez fue.
—Parece que finalmente despertaste, Wong— dijo Krauser, su voz cargada de malicia. — Espero que te sientas cómoda.
La espía lo miro con desdén, tratando de mantener la compostura a pesar de su situación.
—Krauser, siempre tan encantador. —
El hombre soltó una carcajada fría — Oh disculpa mis malos modales, puede ser desagradable mostrar mi aspecto, pero no considere el poner los demás prostéticos, después de todo, no es más que el resultado de lo tú y bastardo de Kennedy, hicieron en la isla.
—Pareces estar disfrutando de tu nueva apariencia— Pronuncio de nueva cuenta la espía sin apartar la mirada del hombre frente a ella quien se movía con una elegancia depredadora por la habitación, acercándose con pasos firmes, su presencia imponente llenaba el espacio con una amenaza palpable, con aquella sonrisa torcida ampliándose, mostrando más de sus dientes expuestos.
—No tienes idea de lo que disfruto— En un movimiento con la ágil, con rapidez de un parpadeo, sobre la mejilla de la espía, se posó la navaja afilada de un gran cuchillo de combate, deleitándose en aquello trazó un leve surco sobre la delgada piel del rostro de Ada, haciendo que un hilo de sangre brotara y recorriera su piel pálida de su mejilla.
— No te muevas, conejita— susurró Krauser con voz áspera, mientras sus ojos escrutaban cada reacción de morocha —Eres el premio que necesito para atraer al conejo a la madriguera—
Ada, aunque experta en mantener la compostura bajo presión, vulnerable y dolorosamente consciente de su impotencia, sin poder contener más para si lo que su mente gritaba, aun contra su voluntad, pronuncio.
— Leon nunca caerá, no soy el premio por el que corre al rescate cada vez, no soy yo a quien buscas— se defendió, en voz firme tratando de mantener la calma mientras sentía el frío filo del cuchillo profundizar el corte contra su piel.
Pero aquellas palabras solo parecieron provocar al hombre quien sonrió con malicia, observando detenidamente a la morocha — Oh, no me subestimes, tengo acceso a tus registros médicos. todos ellos, sé mucho más de lo que crees, tú y el novato, no estuvieron perdiendo el tiempo mientras jugaban a la casita.
La expresión de Ada se oscureció, ante la certeza de sus palabras, entonces él lo sabía todo, la exposición de sus secretos más dolorosos le llenaron de una sensación de vulnerabilidad que rara vez experimentaba.
—Esa fue decisión tuya ¿no? Sabía que eras una perra, pero deshacerte de eso, como solo un pedazo de basura; Me pregunto qué pesara el novato sobre eso, ah no puedo esperar— rio regocijándose entre lo que sea que su mente dibujaba como venganza para la ocasión.
Ada sintió una oleada de repulsión y tristeza —No significo nada para él, más que una sombra de su pasado— dijo con voz entrecortada, tratando de mantenerse estoica, decidida a no darle ningún placer. Molesto el exmilitar endureció su expresión fría y el entrecejo fruncido, visiblemente frustrado al fallar en aquella provocación, al no tener reacción alguna del rostro que le miraba como esfinge, inhalo profundo antes de pronunciarse con frialdad.
—Te sorprenderías del daño que pueden hacer las sombras— Krausser giro encaminándose hacia una de las máquinas cercanas que la mantenían conectada a ella mediante una intravenosa, Ada observó sus manos moverse con destreza, sobre el teclado ajustando los controles mientras continuaba hablando.
—Pero si no eres tú a quien busco, entonces dime… ¿a quién sí? — cuestiono con curiosidad, sus intensamente fijos en la espía.
Con la dosis aumentada del tiopentato de sodio, o conocido como el brillante suero de la verdad, suministrado velozmente por la intravenosa, ahora recorriendo sus venas, haciendo que cada palabra fuera difícil de retener, Ada susurro. —La activista de TerraSave, ella significa más para él, que cualquier cosa en este mundo— La confesión, arrancada de sus labios contra su voluntad, dejó un eco de desesperación y resignación en el aire cargado de la habitación.
Krauser detuvo sus movimientos, sus ojos brillando con un interés renovado, acercándose bruscamente hacia la somnolienta espía, le sujeto de la mandíbula con fuerza, obligándola a mirarle directamente, plantando su mirada sobre la de ella, corroborando las desesperadas palabras de la morocha. — ¿Quién? — preguntó, esta vez como si cada palabra ahora pronunciada fuera crucial para él.
— Redfield... Claire Redfield— respondió Ada, su voz apenas un murmullo, bajo la presión del suero.
Aquel nombre finalmente pronunciado hizo la sonrisa socarrona del militar aún más amplia, Claire Redfield, ese dulce nombre sería la carnada perfecta que atraería a su perdición al hombre roto que era Leon Kennedy, saboreando la satisfacción de haber descubierto una nueva debilidad en su enemigo, como una carta más con la que podría doblegarlo, satisfecho y con un gesto triunfal en su desfigurado rostro soltó bruscamente a la espía y dio media vuelta sin esperar más, decidido a abandonar el laboratorio.
— No creas que Leon caerá tan fácilmente— advirtió, forzando una sonrisa, aun en su estado somnoliento, sintiendo el peso de sus palabras.
Krauser se detuvo un momento, girándose lentamente hacia ella, sus ojos brillando con una confianza desafiante, —Eso es lo que espero— respondió con calma, su voz resonando con una certeza ominosa — Si no lo hiciera, haría las cosas muy aburridas.
Con un último vistazo cargado de amenaza, siguió su camino alejándose a paso firme cerrando tras de sí con un golpe sordo la gran puerta de metal, sin nada más que la acompañase bajo el silencio en la habitación antes de perder completamente el conocimiento, víctima del coctel de drogas que se le suministraba, dejo atrás a la espía con un sentimiento de impotencia y la sensación de que había revelado demasiado.
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Woodstock, Virginia. Residencia Redfield, 1:45 AM
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Sentada en el pórtico de la gran casa, frente al jardín, la activista de TerraSave había estado tratando de completar el discurso final para la conferencia que daría en un par de horas, los documentos que habían estado esparcido a su alrededor, ahora estaban olvidados, mientras se perdió en la tranquilidad que la noche le ofrecía; El sonido suave de los grillos en el jardín acompañaba su penar.
Sostenía su teléfono con fuerza, aun absorta en la pantalla brillante, recordando la llamada con Leon que acaba de terminar, el eco de su triste voz aun resonaba en sus oídos, una melancolía que se mezclaba con preocupación persistente. Sabía que las pesadillas eran un elemento recurrente no solo para el agente, sino para todos los que alguna vez se había visto envueltos en algún desastre relacionado con el bioterrorismo, ella misma de vez en cuando las experimentaba, entendía que no siempre era fácil sacudirse de aquellas, sobre todo de aquellas que parecían tan vividas.
El aire nocturno era fresco y calmante, la brisa que jugaba con cabello mientras sus ojos se perdía en la oscuridad de las calles iluminadas solo por la tenue luz de las farolas, Claire respiro profundamente intentando con ello liberar la tensión que se acumulaba en sus hombros, el crujido de la pesada puerta de madera logro sacarla de su ensimismamiento, de pie al umbral con una sonrisa maternal envuelta en un cómodo cárdigan, y una mano descansando sobre su abultado vientre le observaba expectante.
— ¿Aun trabajando?, para ser honesta pese que te encontraría aun en mejor compañía, supuse que Hotch se quedaría dormir, ¿se ha ido? — pregunto rompiendo el silencio con un tono burlón, acercándose, tomando asiento con un tanto de dificultad ante su abultado vientre.
Claire forzó una sonrisa, intentando sacudirse la melancolía que la llamada de Leon había dejado en su ánimo.
—Si, aún tengo algunas cosas que pulir en este estúpido discurso, y Hotch el volvió al hotel, no creyó que fuese prudente quedarse, más tard—
Antes de que Claire pudiera terminar la oración, se vio interrumpida por el chirrido de la puerta de madera nuevamente, recibiendo a la joven Rebecca, que llevaba consigo una bandeja con tazas de café caliente.
—Pensé que podríamos necesitar esto— hablo mientras colocaba la bandeja sobre la pequeña mesa frente a la pelirroja, teniendo cuidado no aplastar ninguno de los papeles, regados por el lugar.
—Gracias, si yo… definitivamente voy necesitarlo. — agradeció la pelirroja aceptado la taza caliente, llevándolo a sus labios, intentando concentrarse en el calor del café, siendo imitada de la misma manera por las demás mujeres, quienes la miraban intrigadas por la actitud de la activista.
—¿Estaban hablando de Hotchnner? — Rebecca levanto una ceja interesada, por la conversación que sin querer había interrumpido, tomo asiento junto a la pelirroja al otro lado de la banca.
—Estaba diciéndole a Claire que pensé esta noche tendríamos que dormir con tapones en los oídos— bromeo Jill, tomando otro sorbo de su café.
—¡¿Qué?! — Exclamo con sorpresa la pelirroja tosiendo al atragantarse con su bebida ante tal comentario, definitivamente no había esperado aquel comentario, apenas podía creer que las supersticiones de su hermano y Barry hubieran viajado tanto, ahora entendía el repentino interés de su cuñada por invitar al hombre a la cena, cuando se encontraron en la sede esta mañana. mientras trataba de reponerse a la impresión, la joven Chambers brindo un par de palmaditas en la espalda. —Fue solo una cena normal, entre colegas, yo creo que ustedes, al igual que Chris están sobre entendiendo cosas— intento excusarse.
—Oh vamos Claire, amabas vimos que te miraba durante toda la cena, ese hombre muere por ti, y bueno tu tampoco pareces muy indiferente— Jill continua con una sonrisa cómplice, dirigiendo su mirada a la morocha, incitándole a unirse a la conversación, aunque le conocía como alguien tranquila y seria, definitivamente su comentario había hecho escapar una pequeña risa de entre sus labios.
—Bueno…en mi opinión el parece un hombre interesante, la forma en que hablaba de ti, no es ningún secreto que te tiene en muy alta estima y por lo que vi en la cena, parece que no solo es una cuestión de respeto profesional— opino la joven Chambers mirando a la pelirroja con una sonrisa incrédula en su rostro antes de tomar un sorbo de nueva cuenta a su bebida.
Sin poder evitarlo la activista, sintió el calor del tenue rubor cubriendo sus mejillas, sintiéndose acorralada por los perspicaces comentarios de sus compañeras, se encogió de hombros, jugueteando nerviosamente con el borde de su taza. Tal vez por más que intentara negarlo sus acciones cuando se encontraba alrededor de Hotch si revelaban mucho más de lo que le gustaría admitir, aunque lo había intentado, negarlo, el mantener las cosas profesionales, la relación entre ellos hacía mucho tiempo que había ido mucho más allá de una cortesía profesional. como cuando el iniciaba los suaves contactos entre sus manos, que finalmente se entrelazaban de manera natural al caminar, cuando susurraba sobre su oído mientras la envolvía entre sus brazos, haciéndola sentir segura y querida, cuando sin poder resistirse una y otra vez la besaba y entre las llamas de aquella pasión, derrumbaba sus defensas, terminando entre sus sabanas. Aunque quizá se sentía demasiado cómoda, sin ponerle un nombre a aquello, no podía negar que había algo especial en Hotch, algo que la hacía sentirse viva y deseada, finalmente elegida.
—Si bueno, él es agradable y antes de que procedan a preguntar los mismo que Chris y Barry, las cosas con el son… complicadas— admitió Claire finalmente levantando la mirada hacia sus amigas jugando con el borde su taza, buscando las palabras correctas.
—¿complicado en qué sentido? — interrogaron al unísono.
Claire suspiro, tomando un sorbo de su café, sintiendo el calor reconfortante del líquido bajar su garganta y se tomó un momento para ordenar sus pensamientos, antes de hablar por nueva cuenta.
—Bueno para empezar el mi jefe y después de lo de Neil, me prometí no mezclar más las relaciones personales con el trabajo, pero de alguna manera, Hotch se la arreglo para romper todas mi reglas…y bueno, si tanto les interesa saber, si hemos dormido juntos más de un par de veces, la cosa con él es…por un tiempo creí que él era el siguiente paso después de Leon, con quien podía rehacer mi vida, el hombre correcto, pero…— suspiro Claire incapaz de articular completamente sus sentimientos.
Jill y Rebecca intercambiaron miradas, asintiendo con empatía dándose cuenta que estaban entrometiéndose de nuevo por terreno peligroso. Rebecca fue la primera en romper el silencio.
—Pero la sombra de Leon, sigue ahí…— completo con suavidad, apoyando una mano sobre el hombro de Claire.
La pelirroja asintió ligeramente, su mirada perdida en la oscuridad del jardín frente a ellas, finalmente la verdad que aún era difícil de pronunciar se había hecho presente.
—¿Como han ido las cosas entre ustedes últimamente? — pregunto Jill finalmente, mirando a Claire con interés.
Claire volvió su mirada hacia su cuñada dejando que sus hombros se relajaran un poco, encontrado consuelo en la familiaridad de sus amigas, reflexiono por un momento antes de pronunciarse de nuevo.
—Bien, supongo…hemos estado charlando de nuevo, hace un momento colgué llamada con él.
—¿Esta todo en orden? —pregunto Rebecca, quien, aunque había estado observando en silencio, irrumpiendo en un tono que mezclaba la preocupación y cariño, por el agente.
Claire sacudió la cabeza, ofreciéndole una sonrisa cansada.
—Si solo… el necesitaba hablar— respondió, guardándose los detalles de aquella llamada para sí misma que, aunque corta y pese a que él no había querido proporcionarle muchos detalles, en palabras propias del Kennedy solo había necesitado escuchar su voz. —Nosotros hemos estado charlando de nuevo, después de todo lo que ha pasado, estamos construyendo esta una casa de naipes, aunque supongo es mejor que no ir a ningún lugar, para ser completamente honesta, ni siquiera se en que punto hemos dibujado la linea de la intimidad permitida, pronuncio Claire recordando aquella noche en la oficina del agente, dónde casi le beso.
Jill frunció el ceño ligeramente, reconociendo la preocupación en los ojos de su cuñada, sabía que había una historia más allá de ese simple "necesitaba hablar" después de todo había sido testigo, de la delicada linea en la que la pelirroja había decidido ponerse, desde aquel día, hace varios meses en la cena familiar. Conocía de primera mano, la nobleza que cargaban los Redfield pues su marido sin duda era igual, para ambos su nobleza los inspiraba sacrificar mucho más de lo que podrían entregar, tal vez por eso mismo eran tan buenos en sus trabajos. Sin embargo, cuando en temas personales se trataba, aquella dulce cualidad, terminaba siempre por heriles profundamente. Sabía que su nobleza hacía con el Kennedy, la llevarían a una posición peligrosa, en la que su pasado se vería enfrentado su capacidad de perdón, a su corazón. Jill coloco una mano reconfortante sobre el hombro de Claire, dejando que el silencio llenara el espacio antes de hablar de nuevo.
Ante las palabras de la joven, la mirada de Jill se volvió más profunda, en espera de mostrar la seriedad de sus palabras. —Claire, sé que quieres ayudar a Leon a superar lo que lo que está enfrentado, pero me, nos preocupa ¿cómo está afectándote esto a ti? — hablo levemente, mientras acariciaba su vientre y compartió una mirada con doctora Chambers, quien ante todo opinaba lo mismo, después de todo también había sido testigo de la complicada relación que compartían aquella noche. Claire vacilo desviando su mirada hacia el jardín, donde los grillos continuaban su serenata nocturna, permaneció en silencio por unos instantes reflexionado sobre aquellas palabras.
— No lo sé Jill, — admitió finalmente, su voz apenas convertida en un susurro, — yo no puedo simplemente dejar de preocuparme por él, no después de todo lo que hemos vivido juntos, yo quiero estar ahí para él…
Jill apretó suavemente el hombro de Claire, buscando sus ojos, con una expresión de preocupación sincera, — Claire Redfield, — eres idéntica a tu hermano, tienes un corazón enorme y esa es una de las muchas cosas que admiro y reconozco en ti, pero a veces el cuidar de alguien más, puede hacer que te olvides a ti misma, no tienes por qué cargar con todo sola, Sherry también está dispuesta a ayudarlo, todos lo estamos.
Claire suspiro sintiendo el peso de las palabras Jill
—… sé que quizás tienen razón y tal vez estoy siguiendo un deseo egoísta, pero Leon necesita a alguien que entienda por lo que está pasando, no es alguien que se habrá muy fácilmente y siento que yo soy esa persona, el tiempo que hemos pasado desde que volvimos a mantener contacto me lo ha demostrado.
Jill asintió lentamente, comprendido la complejidad de la situación, no era diferente a cuando Chris había perdido el camino y pese a que tenía un gran círculo de amigos, que buscaban apoyarlo, el único que había podido llegar hasta el, había sido el joven Piers Nivans y tal vez Claire era eso para Leon.
—¿Aun lo amas? — interrogo por última vez con voz baja y suave, la doctora Chambers consciente de que era una pregunta en terreno minado.
Las palabras de la morocha cayeron pesadas sobre la pelirroja, su corazón latiendo con fuerza, mientras buscaba dentro de sí una respuesta honesta, el nudo de su garganta se hizo más apretado, hasta que finalmente sus lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos, Claire respiro hondo, tratando de mantener la compostura mientras sus emociones la inundaban.
—Para ser honesta, no sé si puedo responder a eso de manera sencilla, ¡por supuesto que una siento algo por él!, Leon siempre ha sido y será una parte de mi vida, cuando volví a verlo mi corazón dio un vuelco, recordando cada beso, cada caricia, la alegría de su compañía, pero al mismo tiempo ha sido alguien quien ha roto mi corazón más veces de las que puedo contar, tal vez lo que siento ahora solo sean las brasas del amor incondicional que una vez deposite en él, ahora no estoy segura de que sea exactamente…
La voz de Claire comenzaba a quebrase ligeramente hasta que finalmente su un par de lágrimas comenzaron a recorrer libremente sus mejillas, mientras Jill solo podía ser una observadora impotente del torrente de emociones que había ayudado a desbordar.
—…es como si una parte de mí siempre estuviera atada a él, sin importar cuanto intente seguir adelante, por eso mismo no puedo seguir juzgándolo por correr tras esa mujer en cada ocasión, ¿qué derecho tengo yo, si hago los mismo? Se que para el siempre seremos amigos y nada más, así que solo nos queda aferrarnos a eso, como el ultimo recuerdo de nosotros, de lo que siempre hemos sido.
Jill y Rebecca ambas mujeres se inclinaron hacia adelante, envolviéndola en un reconfortante abrazo, dejando que Claire se desahogase, en ese pequeño abrazo grupal, acariciando suavemente su cabello.
—Está bien Claire, no era mi intención, no tienes que decidir ahora o tener todas las respuestas— se disculpó de inmediato, la doctora, sintiéndose culpable por lastimar a su amiga así.
— Sí, Rebecca tiene razón, pero si aún lo amas, tienes que enfrentar eso y si no, entonces necesitas encontrar una manera de seguir adelante, sea lo que sea, recuerda que no estás sola, siempre tendrás a Chris, a mí y todos los que te queremos, sin importar lo que decidas.
Claire asintió dejando que las suaves palabras de Jill la reconfortarán, ambas chicas la sostuvieron por un momento más, como si con aquel gesto pudieran brindarle, el confort y la fuerza, que necesitara, el silencio se instalado de nuevo entre ellas, lleno de compresión y apoyo mutuo.
Claire se separó suavemente del abrazo, secando las lágrimas con restantes con el dorso de su mano, intentado esbozar una sonrisa, aunque un se sentía emocionalmente cargada.
—Está bien, ya basta de esto, no quiero que lo primero que escuche mi sobrino, sean mis dramas amorosos, — hablo la pelirroja tratando de sacar el tema, Jill sonrió suavemente, poniéndose un mano sobre el vientre abultado de la rubia. —Hola pequeñín, no hagas caso de mis tonterías, pues pese a la complicada vida de tu tía, te aseguro que, está ansiosa por conocerte.
Jill sonrió ampliamente, su mirada cargada amor y gratitud, que permitió a Claire un momento de paz, sintiendo el cálido resplandor de la nueva vida que vendría, recordándole que, a pesar de todo, siempre había esperanza y amor en su familia, El ambiente se relajó, y las tres mujeres compartieron un momento de tranquila intimidad, lejos del peso de las emociones anteriores, sin más Rebecca se puso en pie ayudando a recoger las tazas vacías y ordenar los folders y papeles sobre la mesa.
—Está bien, no quiero volver a importunarte con eso Claire, como sea, creo que deberías descansar un poco, tal vez deberíamos volver a dentro, mañana puedes terminar el discurso, en un par de horas más será el último día de conferencias y no deberías sobrepasarte de esa manera. — dijo Rebecca en un tono más amable y practico.
—Además, en otras noticias ya he terminado de empacar mi maleta para el viaje, por la mañana después de las conferencias, partiré a Nueva York, para arreglar algunas cosas dentro de la sede antes de obtener mi incapacidad de maternidad formalmente. Nos seguiremos viendo al menos por un par de semanas más. tal vez sea mi última oportunidad de viajar antes de que este bebe me necesite 24/7 — añadió Jill con una sonrisa amable, acariciando su vientre, mientras se ponía en pie, lista para volver dentro.
—Por supuesto, una vez allí, puedo mostrarles algunos lugares en la cuidad y las remodelaciones que hice en el Loft, — respondió la activista, contenta de cambiar el tema con una sonrisa, sintiéndose agradecida, por el cambio repentino de tema y la presencia reconfórmate de sus amigas, el peso de sus problemas aún estaba allí, pero en ese momento sentada en el pórtico con ellas a su lado se sentía un poco más ligera.
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Nueva York, D.S.O Cuartel General 5:30 AM
Dentro de la galería de tiro del DSO era un espacio amplio y modernamente equipado, con cabinas traslucidas individuales para cada tirador, de luces fluorescentes que lanzaban una luz fría y brillante sobre el ambiente, destacando el contraste entre las sombras y los destellos de entre los disparos. El olor a pólvora quemada llenaba el aire, mezclándose con el persistente eco de los disparos que rebotaban en las paredes acolchadas.
Leon se encontraba en una de las cabinas, su cuerpo tenso, ajustando su postura tratando de concentrarse en el blanco distante. El agente era una figura solitaria en lugar a tan temprana hora del día en el resiento, su expresión denotaba una mezcla de concentración y cansancio; vestía una camiseta de entrenamiento color azul marino lo suficientemente ajustada para revelar la definición del contorno de sus músculos con cada movimiento, llevaba puesto los cascos protectores, para reducir el ensordecedor ruido de los disparos.
Levanto el arma de nuevo sus manos firmes, pero con un leve temblor que solo un observador cercano podría notar, el sonido de cada disparo era rítmico, casi meditativo. cada vez que apretaba el gatillo, el retroceso del arma le parecía familiar, tranquilizador, entre disparos, su mente vagaba de vuelta a aquella conversación telefónica de esta madrugada, la voz de Claire aun rondando su mente una y otra vez pese a que los temores de aquella pesadilla habían sido apaciguados por la calmada y tenue voz de la activista al otro lado de la linea, por la madrugada, sin embargo era incapaz de borrar por completo los ecos de la pesadilla, saberla aún lejos, de su tacto y protección le mantenían inquieto, sobre todo al saber que un faltaban un par de conferencias más dentro del capitolio.
Mientras recargaba su arma, los pesados pasos del viejo Burton resonaron en el pasillo, acercándose. El hombre de barba providente se detuvo en la entrada de la galería de tiro tapando consigo los oídos con sus manos, buscando reducir el fuerte estruendo, sus ojos se posaron fijamente sobre su compañero, a quien había estado buscandole en su oficina, pensando de nueva cuenta lo encontraría ahí, metido en montañas de peleo, más fue su sorpresa al revisar los registros de entrada, él se encontraba en la galería de tiro desde hacía más de dos horas, observándole en silencio durante unos momentos, viendo la concentración en el rostro de su compañero la forma en que sus músculos se tensaban y relajaban con cada disparo, podía notarlo preocupado, bien había aprendido a conocerlo, no solo como su compañero si no como su amigo cercano, una mezcla de preocupación paternal se plantó sobre su pecho, estimaba al hombre lo suficiente como para preocuparse por su estado y el que el estuviese aquí a tan tempranas horas de la mañana era un indicativo claro, había algo en la forma en la que Leon se movía, una lucha interna de la que había sido testigo más de un par de veces durante estos meses, una batalla que Barry creía reconocer muy bien, como un mal de amores.
si bien, el ceño fruncido y el ánfora de alcohol rebosante habían permanecido como una constante, que hasta hace poco le había visto disminuir significativamente, sospechaba desde la partida de la activista fueras de la cuidad, de igual manera había influido en el cambio, también estaba detrás de este, notado el considerable y exponencial aumento de su inquietud.
Barry se acercó con pasos firmes, cruzando el umbral de la sala y situándose junto a la cabina de Leon. Su presencia era imponente, pero también cálida, una figura paternal. El agente disparó otro tiro, el sonido resonando en la sala, terminado de vaciar el cartucho, fue al bajar el arma y recargar, que se percató de la presencia de Barry, mirándole de reojo, se encontró con la expresión reflexiva del hombre observándole antes de pronunciar palabra, asegundase que tenía su atención.
—Te noto un poco tenso — su voz penas audible sobre el eco del lugar— no eres de los que fallen el tiro.
—Estoy bien— respondió Leon sin mucho convencimiento — Solo…entrenando.
El pelirojo frunció el ceño, no del todo convencido en las palabras de su compañero, Barry se acercó un poco más apoyándose en la pared, con los brazos cruzados, observando a su compañero.
—Entrenar es una cosa, pero, usar esto para desahogar…es otra, lo visto antes, lo he vivido antes, aún recuerdo cuando solía venir aquí todas las noches, cuando no podía enfrentar algunas cosas. — hablo el pelirrojo su voz suave resonado en la sala casi al ritmo de los disparos.
Leon siguió mirando al frente con sus ojos fijos una sobre el blanco lejano, notando el par de balas dispersas, y su cuerpo se tensó ligeramente, desvió la mirada concentrándose en revisar al cargador, sin embargo, aquel comentario lo había alcanzado, soltando un suspiro se dirigió hacia Barry.
—Yo, tuve un sueño, no de hecho una pesadilla en realidad…— hizo una pausa como si le costara pronunciar las palabras— Todo iba mal, era como si estuviera en medio de un ataque, el capitolio estaba bajo fuego todo se desmoronaba a nuestro al redor, gritos explosiones el tipo de caos que me sigue a donde voy, estaba buscándola…a Claire y cuando finalmente la encontré, estaba. — Leon trago saliva, incapaz de continuar por el momento. Barry le observo en silencio escuchando cada una de las tortuosas palabras del hombre quien parecía de nuevo revivir el miedo de aquello con cada palabra. —Intenté salvarla, pero, no pude. Al final, la tenia en mis brazos, herida sangrando…y no podía hacer nada, Barry. Solo mirar cómo se me iba. — Su voz se quebró al final, apretando los puños sobre la mesa, claramente aun afectado por la memoria del sueño.
—Es por eso que estas aquí, ¿no? — Pregunto Barry suavemente — Te preocupas perderla.
El agente asintió, bajando la mirada al suelo.
—Siempre me ha preocupado. — suspiró — incluso cuando eso nos trajo algunos problemas en el pasado, siempre he procurado su seguridad, no solo de ella si no también Sherry. Ellas ha sido lo único que me han mantenido cuerdo después de todo, pero ahora… siento que no merezco estar cerca de ellas.
Barry dejo salir un suspiro, ahora lo entendía con un tono ahora mas firme, pero lleno de comprensión hablo.
—chico, todos los que hemos estado en esto pasamos por los mismo, las pesadillas no hay nada de lo que debas avergonzarte, después de lo que hemos visto…son parte del maldito paquete. Chris las tuvo, Jill, yo las tuve por años…— hizo una pausa, asegurándose de tener la atención del agente quien a parecía recio a apartar la mirada del blanco. — hasta que pararon.
— ¿Qué las hizo parar? — pregunto, sin míralo, con un tono mas suave del que pretendía.
Barry esbozo una una sonrisa pequeña, casi nostálgica mientras se cruzaba de brazos apoyándose en la pared con una postura mucho más relajada.
— Mi familia. Mis chicas. — pronuncio con suavidad— Ellas me hicieron darme cuenta de lo que realmente importaba. No bastaba solo sobrevivir a este trabajo, sino el vivir con él.
Leon asintió ligeramente, más su mirada permaneció fija en el objetivo, como si temiera que al apartarla los sentimientos con que había estado luchando por retener se apoderarían de él, las palabras de Barry comenzaron a resonar en su mente, mezclándose con el sonido de la pólvora y el eco de la sala.
—Supongo que nunca he pensado mucho en eso, este trabajo suele ser tan asfixiante que…a veces siento que el agente terminara por devorar al hombre— respondió Leon, su voz algo más suave esta vez, casi un susurro.
Fue entonces que Barry noto el leve cambio su postura, esa pequeña grieta en la armadura. Lo conocía lo suficiente como para saber cuándo algo lo estaba comiendo por dentro, lo miro de reojo con la paciencia de un padre esperando el momento adecuado.
— ¿Alguna vez te has preguntado cómo sería una vida normal? — Pregunto Barry inclinándose un poco hacia adelante, casi conspiradoramente.
Ante aquella pregunta Leon, dejo escapar una leve sonrisa sin humor, bajando brevemente el arma antes de volver a levantarla. — ¿Normal? No sé si esa palabra está en mi diccionario.
Barry sonrió para sí mismo, sin sorprenderse por la respuesta, conocía esa sensación, había estado ahí antes. le observo con paciencia tirar, antes de agregar de nuevo.
— A veces, tener a alguien esperando en casa hace que todo esto tenga sentido, — dijo con voz tranquila—tal vez el sentar cabeza con alguien, encontrar algo más allá del trabajo…
Leon frunció el ceño, continúo disparando el eco llenando el espacio solo para que el silencio que siguió pareció extenderse mucho más de lo habitual, apretó los labios claramente incomodo con la dirección que estaba tomando la conversación. Lo sabía, sabia a donde Barry había querido llegar, pero no estaba listo para enfrentarlo.
—No estoy seguro si eso es para mí. — murmuro antes de disparar nuevamente.
El eco del disparo resonó en la sala, pero Barry no se inmuto lo observo con calma sin perder la compostura, había sido paciente hasta ahora, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente.
—Yo pensaba lo mismo antes de conocer a Kathy, la vida cambia cuando encuentras a la persona adecuada, no se trata solo de lo que haces, si no dé con quien compartes el camino— pronuncio, en tono firme, pero no demasiado invasivo.
—Nunca he tenido a nadie tan constante, no en ese aspecto tan convencional, no hay muchas por ahí que entiendan el trabajo.
—¿Y no es eso lo que intentaste con Wong? Chris me conto que intentaste dejarlo todo atrás, cuando entro al programa de testigos protegidos, ambos vivieron como civiles por un tiempo.
Leon bajo lentamente el arma, tensando la mandíbula, esta no era una conversación que quería tener, pero finalmente Barry había tocado un nervio.
—Ada, eso fue…algo que nunca iba a funcionar, lo sabía desde el principio.
Barry arqueo una ceja, como si no se tragara esa respuesta tan fácilmente.
—De verdad? Porque para mí eso parecía estar muy dispuesto a la normalidad, en darle una oportunidad, a intentarlo. ¿Y qué paso con eso? — sus palabras eran suaves, pero aún se notaba la intención de confrontarlo.
—Ada era un misterio, algo que nunca pude descifrar del todo, algo que quería aferrarme a que funcionara, pero ella siempre tenía una segunda agenta, nada nunca fue claro con ella.
Barry le observó antes de continuar.
—¿Y Claire? ¿Qué fue ella para ti entonces? — pregunto suavemente— Lo veo en tus ojos cada vez que hablas de ella, muchacho.
Leon permaneció en silencio, sus ojos fijos en el blanco, frente a él, pero su mente por otra parte se encontraba claramente en otro lugar, derrotado finalmente, exhalo con frustración, bajando el arma y quitando los cascos por completo. Leon tenso la mandíbula en un gesto tan sutil que Barry casi lo pasa por alto, permaneció en silencio por un momento.
—Claire... — comenzó a decir, su tono apenas audible. — ella siempre ha sido una constante en mi vida, incluso cuando no está cerca, pero esa puerta está cerrada, la lastime, no creo que tenga derecho alguno, a siquiera pensarlo, además ella esta con alguien más, me parezca o no, yo la termine empujando en esa dirección.
Barry le miro arqueando una ceja, cruzando los brazos con una expresión de escepticismo, evaluando sus palabras con cuidado antes de seguir.
- ¿El tipo de Terra Save?, vaya partido, atractivo, rico, en una posición y trabajo estable, claro, sin tantos peligros como el oficio que tenemos, pero, ¿cómo va el dicho?, donde hubo fuego, cenizas quedan. Tal vez ella no lo ha olvidado por completo, algo como lo que ustedes comparten, no es algo que desaparezca fácilmente. Mira todos cometemos errores y no te estoy diciendo que Claire no la esté pasando bien con quien este ahora, pero te has preguntado ¿por qué piensas tanto en ella? Lo que tenías con Wong ciertamente fue una aventura peligrosa e incierta, pero Claire ella ha sido todo lo opuesto.
Leon negó con la cabeza, esta vez un tanto incomodo sin saber que responder exactamente, sus manos jugaron con el cargador del arma, con sus pensamientos arremolinándose en su mente.
-Que! No, L-las cosas con más complidas de que eso. Hemos pasado por mucho juntos, yo…somos amigos, más que eso, buenos amigos, para ser honesto, no sé lo que quiero, siento que no merezco estar cerca de ella, Es la única constante que he tenido en mi vida, pero… no sé si la amo como una mujer o si solo, no puedo imaginar mi vida sin ella, y eso me tiene aterrado. La última vez que hablamos de ello me aseguro tajantemente que se arrepentía y detestaba cada uno de los días en los que estuvimos juntos.
Barry guardo silencio por un momento antes de asentir, ahora estaba claro finamente el conflicto de su compañero.
—Ada fue la fantasía, pero Claire es algo real y a veces lo real es lo que más miedo puede darnos porque implica enfrentar nuestros errores, no te estoy diciendo de corras hacia ella, pero piénsalo bien, no dejes que lo que paso con Wong, te haga creer que no mereces algo mejor. Nada que valga la pena es fácil. solo necesitas averiguarlo, el dolor de un pasado, puede nublar el juicio y perspectiva de algo, que no es así, solo digo que deberías decidir si estás dispuesto a intentarlo. Y quizás sea hora de hacer algo al respecto, puede que cuando estés dispuesto descubrirlo sea demasiado tarde.
Leon guardó silencio por un momento, sus pensamientos vagando hacia Claire mientras cargaba su arma nuevamente.
—Es más complicado que eso, hemos pasado por mucho juntos, no tengo derecho a complicarle a la vida de esa manera.
— ¿Entonces a que si tienes derecho?, ella volvió a incluirte en su vida ¿no es así? Tal vez le importas más de lo que te das crédito, tal vez siente más por ti de lo crees. Solo necesitas decidir si estás dispuesto a intentarlo. — Barry suspiro y se apartó de la pared — volveré al hotel por Moira y Natalia para desayunar, ¿porque no nos acompañas?
Leon negó con la cabeza. —No, gracias yo… no puedo yo veré a la terapeuta de buro.
Barry asintió su semblante mostro una ligera sorpresa al escuchar que su compañero tenia una cita con la terapeuta, aunque disimulo bien su reacción, sus ojos traicionaban un atisbo de alivio, como si aquella revelación le diera una señal de que su compañero estaba dando pequeños pasos hacia el equilibrio que tanto necesitaba.
Leon asintió en silencio, sus ojos fijos en el blanco distante, pero sus pensamientos claramente en otro lugar, sentía el peso de las palabras de Barry asentándose lentamente, como el eco de un disparo que se iba disipando, pero seguía presente, su mano tembló levemente mientras volvía alinear el arma y por un instante el sentimiento de confusión y culpa se entrelazaba con la claridad de lo que realmente temía. El pelirrojo lo observó un segundo más en el ambiente cargado de entendimiento no verbal entre ambos, se apartó de la pared, cruzando la sala a pasos lentos dejando la última palabra colgara el aire.
—Piensa en lo que te dije— añadió Barry con suavidad, sin mirar atrás, antes de darle una palmada firme en el hombro— te veré más tarde en la oficina.
El sonido de los pasos de Barry alejándose resonaron en la galería de tiro y con cada eco que se desvanecía, Leon sentía que las palabras del hombre quedaban más grabadas en su mente, la pregunta seguía colgando en su conciencia, ¿Qué había sido realmente Ada en su vida? ¿y qué significaba Claire ahora? Leon se quedó inmóvil por unos segundos, sus dedos apretaron el arma con más fuerza de la necesaria, finalmente exhalo un largo suspiro, un peso todavía colgando en su pecho, pero con el sobre de una posibilidad, quito el seguro del arma y una vez más alineo la mira y disparo, esta vez, el blanco no le parecía tan lejano.
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Washington,DC.
Hotel Intercontinental, 3:30 PM
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Bajo la tranquila intimidad de su habitación en el hotel, la tenue luz del amanecer se filtraba entre las cortinas entreabiertas, llenado el espacio con una suave calidez. El aire fresco del mañana perfumaba la habitación mezclándose con el aroma de las elegantes flores dispuestas estratégicamente sobre la mesa del centro. En conjunto al mobiliario elegante y moderno creaba un ambiente acogedor, un refugio sereno frente al bullicio de la cuidad más allá de las ventanas.
La joven activista, dejo su teléfono de lado después de responder rápidamente al urgente mensaje que había recibido esta mañana de Sherry, la joven siempre confiaba en ella para pequeños favores, como quedarse en su departamento de Nueva York mientras estaba fuera. Una costumbre que la reconfortaba, recordándole los lazos cercanos que ambas compartían.
La joven pelirroja se acercó al lavabo y se observó en el espejo, su expresión reflejaba una serenidad superficial, el maquillaje a tonos suaves que resalta sus rasgos, termino de colocar un poco de polvo antes de observase de nueva cuenta, por más maquillaje que aplicara no podía ocultar, el remolino de emociones que revelaban sus ojos ante ella.
Pese a haber pasado casi una semana desde de aquella noche lluviosa, en Nueva York, cada palabra, cada paso compartido, resonaba aun vívidamente en su memoria, aquella había sido un poderoso recordatorio de lo que una vez ambos compartieron y de lo que aun resonaba entre ellos, a pesar de los tantos años y circunstancias que los había separado. Aquello sin duda se había convertido en un punto de inflexión, una chispa en un camino lleno de incertidumbre y decisiones difíciles y ahora se encontraba sumida en la confusión.
Leon con su mirada dulce y voz suave se había sincerado con ella aquella noche, compartiendo sobre lo que había estado cargando, el peso sus pérdidas y decisiones pasadas, había logrado su cometido, pero aquello había sido jugar con fuego, con cada interacción junto al agente, soltaba los puntos de aquella herida en su corazón. Incluso ahora que ella misma había avanzado en su propia vida, quizá su hermano había tenido la razón, ¿sería capaz de reconciliar su pasado con su presente? 0 de nuevo sería otro capítulo en su historia de amor incompleta.
Cansada y sin saber hacia dónde dirigir sus pensamientos, soltó un suspiro cansino. Por ahora, prefería mantenerse concentrada en su trabajo, la conferencia de bioterrorismo que se avecinaba a su tercer día consecutivo, requería su atención plena y profesionalismo. Desde la ventana de su habitación, podía contemplar una panorámica del Capitolio. un recordatorio constante de la importancia del evento. Apartándose del espejo con determinación, dejando de tras los pensamientos tumultuosos sobre Leon y aquella noche, volvió su atención a la mesa donde yacían varios documentos y su portátil esperando ser revisados antes del evento.
El sonido de su teléfono irrumpió el silencio de la habitación, era un mensaje de Hotch, recordándole los detalles logísticos de la jornada, Claire asintió para sí misma, agradecida por la distracción que le ofrecía su trabajo, con paso firme, se acercó a la mesa y tomo asiento mientras se sumergía en los detalles de la preparación para conferencia, aun recordaba la conversación que había tenido con Hotch en el avión hacia unos días.
"Estaremos bajo mucha presión estos días," le había dicho él, sus ojos serios reflejando su habitual determinación. "Pero sé que puedes manejarlo."
Ella había sonreído, apreciando su confianza, para ser honesta la proximidad de Hotch siempre le provocaba una mezcla de emociones complicadas. habían trabajado juntos durante años, y su relación había evolucionado de una camaradería profesional a algo más profundo, aunque Claire no podía nombrar exactamente que era, especialmente ahora con la sombra de su pasado con Leon siempre presente, tal vez, las chicas tenían razón y no necesitaba tener todas las respuestas ahora, solo bastaba con ponerla en orden.
El sonido de la campañilla de notificación en su móvil la sacó de sus pensamientos una vez más; era otro mensaje de Hotch.
"Nos vemos en el lobby en 30 minutos para la
reunión de coordinación. No te olvides de traer tus notas."
Claire se apresuró a cambiarse de ropa, optando por un traje formal que reflejara la seriedad del evento. Antes de salir presurosa de la habitación, se dirigió al lobby. El bullicio de la mañana resonaba a su alrededor mientras caminaba por los pasillos del hotel.
Al llegar al lobby, Claire levanto la vista y a Hotch a lo lejos, su postura siempre impecable y expresión inmutable lo hacían destacar en la multitud, incluso desde la distancia, podía ver la concentración en su rostro, una mezcla de Profesionalismo y calma, no podría negar que su atractivo destacaba naturalmente entre las demás personas, simplemente era una presencia difícil de ignorar.
Mientras la pelirroja se acercaba presurosa, Hotch levanto la vista y sus ojos se encontraron, su expresión se suavizo de inmediato, asintiendo levemente en señal de reconocimiento, cuando finalmente llego junto al hombre, para su sorpresa, él se inclinó ligeramente, colocando un pequeño beso en la mejilla como saludo. Claire sintió un leve escalofrió de sorpresa ante el acto inesperado y aventurero del morocho, sin embargo, se recompuso rápidamente devolviendo el saludo en una leve sonrisa.
—Espero no haberte hecho esperar mucho— se disculpó de inmediato, tratando de ocultar su nerviosismo.
—No te preocupes —respondió Hotch, asintió compresivamente, ofreciéndole una pequeña sonrisa. —¿Todo en orden?, te noto agitada.
—Estoy bien, solo un poco nerviosa por el evento, es la última conferencia, es importante y no quería llegar tarde—admitió la peliroja respirando profundamente.
Hotch la observo cálidamente ante su confesión, —Entiendo, pero estas más que preparada para ello Claire, confió plenamente en ti, ellos solo son políticos y científicos, este evento es importante, claro, nos dará visibilidad, pero lo importante es nuestro mensaje, recuérdales que estamos aquí para apoyar.
La pelirroja asintió, sintiéndose un poco más relajada. —Gracias Hotch, eso realmente ayuda.
—Vamos, el coche nos está esperando afuera— dijo el, indicándole la salida.
Mientras caminaban hacia la puerta, Claire noto el bullicio alrededor de ellos: periodistas, senadores y otros conferencistas moviéndose apresuradamente Hotch caminaba a su lado, siempre alerta, sin perder atención sobre el entorno que les rodeaba, hábitos difíciles de dejar desde sus días como agente para la Casa Blanca. Al salir del hotel, un coche negro les esperaba, Hotch abrió la puerta para que la peliroja subiera primero, una vez dentro ella se acomodó en el asiento mirando por la ventana, tratando de clamar su mente antes de la conferencia.
—¿Has tenido oportunidad de revisar el programa del evento? — preguntó Hotch mientras el coche se ponía en marcha.
—Si, lo revisé anoche. La gala comenzará por la noche, así que tendremos algo de tiempo después de la conferencia —respondió Claire.
Hotch asintió, mientras guardaba su teléfono dentro de su saco, procediendo a revisar algunos documentos a su lado, —Será una buena oportunidad para hacer contactos. Se que no te agradan mucho esas cosas, pero, estamos todos en el mismo barco.
La activista sonrió ante el comentario, al menos si ella tendría soportar usar un incómodo y escotado vestido toda la noche, él tendría que lidiar con los políticos y sus discursos. A medida que el auto avanzaba por las calles de Washington, Claire noto como los transeúntes se detenían a mirar el convoy negro que se abrió paso por las calles, un contante recordatorio de la atención mediática del evento.
Pronto el auto se detuvo frente al imponente edificio del Capitolio, sintiendo la magnitud del lugar. Hotch abrió la puerta para que Claire saliera primero, gesto que ella agradeció con una discreta inclinación, antes de juntos caminar hacia la entrada principal donde los esperaba el recibimiento formal de los conferencistas.
Dentro del Capitolio, el ambiente solemne y elegante, la pelirroja observo con atención los hermosos arcos y la arquitectura clásica, mientras caminaba por los pasillos hacia la sala de conferencias, que medida que se acercaban, podía escuchar el mormullo de las conversaciones y constantes flashes provenientes de las cámaras de prensa.
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Nueva York, D.S.O Oficinas 4:50 PM
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El aroma del café caliente llenaba el aire en la oficina, mezclándose con el leve zumbido de la cafetera en la esquina. Los documentos se apilaban desordenadamente sobre el escritorio de Leon y Barry, reportes llenos de los detalles sobre los recientes hallazgos en la investigación en las que trabajaban, finalmente había descifrado algunas cosas en la memoria que recuperaron de la embarcación, aunque la mayoría podría clasificarse como corre basura debían echar un vistazo a todo. las tazas en sus manos comenzaban a perder el calor, pero ninguno de los dos hombres parecía darse cuenta. Sus ojos estaban fijos en la pantalla del televisor montado en la pared, donde las conferencias contra el Bioterrorismo transmitían en vivo desde Washington.
Claire Redfield ocupaba el centro del escenario, su voz firme y segura mientras exponía frente a los líderes mundiales. Leon mantenía su vista fija en ella, apenas parpadeaba, aunque había una tensión en sus labios, un rastro de preocupación apenas disimulado. Barry, sentado junto a él, no dejó de notar ese pequeño detalle. Sabía lo que le rondaba la mente; el eco de su pesadilla seguía latente.
—Sabes, Claire tiene todo bajo control— comentó Barry sin apartar los ojos de la pantalla, irrumpiendo el hilo de pensamientos de su compañero, rompiendo el silencio pesado que se había instalado en la habitación. — Parece que está en su elemento.
Leon asintió ligeramente, pero no respondió. Sus dedos jugaban distraídamente con el borde de su taza. Sus pensamientos no dejaban de volver a esa imagen perturbadora de su sueño, donde todo había colapsado a su alrededor, y Claire… no podía olvidarlo. Observaba cada gesto en la pantalla, buscando signos de peligro donde no los había. El brillo en sus ojos dejaba entrever la lucha interna: ¿Era solo la preocupación por una amiga? ¿O algo más profundo?
Antes de que el silencio pudiera volverse incómodo, el sonido agudo de su teléfono vibrando en la mesa lo sacó de sus pensamientos. Leon parpadeó, parándose un poco más recto mientras sacaba el teléfono de su bolsillo. Al ver el nombre de Sherry en la pantalla, su ceño se frunció levemente.
—¿Sherry? —respondió, llevándose el teléfono al oído.
La voz de Sherry llegó con urgencia desde el otro lado de la línea.
—Leon, yo… necesito un favor, me encuentro en el aeropuerto, ¿me preguntaba si podrías venir a recogerme? La situación aquí es un caos, no había transporte disponible y nadie de la DSO dejo organizado algo para mí…está bien, si estas ocupado yo... —
Leon intercambio una mirada rápida con Barry antes de responder.
—Está bien, no te preocupes, dame un par de minutos, voy para allá —le aseguró Leon, su tono sereno, aunque sus pensamientos aun estuvieran con Claire.
Colgó el teléfono, suspirando profundamente mientras se levantaba de su asiento. Barry le observaba en silencio tomando otro sorbo de su café, pero no pudo evitar una sonrisa leve y paternal.
—Parece que tienes tienes que moverte chico. ¿Vas a recoger a Sherry? —preguntó Barry, dejando su taza sobre la mesa.
—Sí, voy por ella —dijo Leon, agarrando su chaqueta, con un movimiento rápido.
Leon asintió mientras colocaba su chaqueta, su mente enlazada aun con la imagen de Claire sonriendo en la pantalla, no pudo evitar echar un vistazo al televisor antes de salir, Claire aun hablaba, su figura llena de seguridad y determinación, de nueva cuenta las palabras de Barry resonaron en su mente, algo en el se aferraba a esa sonrisa que acaba de ver.
—Entonces, ve. Yo seguiré revisando esto, te informare si encuentro algo, más relevante, aprovecha el paseo para despejarte un poco. — menciono el Burton, con sus palabras cargadas de un consejo paternal.
Leon asintió en silencio, si entiendo las llaves del auto dentro de la bolsa de su pantalón, salió por la puerta con el eco de las palabras de Barry flotando en el aire mientras caminaba por los pasillos de la DSO, dejando detrás de sí una habitación que aún olía a café y a los vestigios de sus inquietudes.
El ruido de sus pasos resonaba en los pasillos mientras salía del edificio. A pesar de que estaba de camino para ayudar a Sherry, su mente seguía regresando a Claire y a la sensación de verla nuevamente, aunque fuera solo a través de una pantalla. La sonrisa de Claire seguía latente en su mente, como un eco que no lograba silenciar. El trayecto al aeropuerto fue silencioso, con el ruido suave del motor y la radio local como único acompañante. La ciudad estaba sumida en un caos que había dejado las calles atascadas y llenas de tensión, pero en su cabeza, era el nerviosismo lo que realmente dominaba. Mientras se aproximaba a la terminal, el peso de su pesadilla volvía a acechar. No podía perder de vista la imagen de Claire herida, algo que, a pesar de su alivio al verla bien, aún le erizaba la piel.
Cuando finalmente llegó al aeropuerto, el bullicio de la gente y las luces frías del lugar le dieron la bienvenida. Leon aparcó cerca de la entrada, y en cuanto entró al vestíbulo principal, localizó a Sherry casi al instante. Estaba allí, esperando, su maleta junto a ella. Al verlo, sus ojos se iluminaron, y antes de que él pudiera decir algo, Sherry se lanzó a sus brazos.
—¡Leon! —exclamó, abrazándolo con fuerza.
El abrazo fue cálido y reconfortante, un recordatorio de lo mucho que ella significaba para él. Sherry siempre sería su niña, la pequeña a la que habían protegido tantas veces, y esa conexión seguía siendo inquebrantable. Leon la rodeó con sus brazos, sintiendo una pequeña oleada de calma. Por un breve momento, el mundo se detuvo, y las tensiones que había arrastrado desde la oficina parecieron disiparse.
—Me alegra verte, Sherry —dijo, sonriendo mientras se separaban.
—A mí también —respondió ella, aún con una chispa de alivio en la mirada—. Gracias por venir. Aquí está todo un caos.
—No hay problema —contestó Leon mientras tomaba las maletas de Sherry notando lo livianas que eran, la ayudo a deslizarse por la multitud del aeropuerto, donde el ruido de las voces y los anuncios resonaban en el aire. Las luces brillantes del vestíbulo iluminaban sus rostros, creando un paisaje ajetreado, pero Leon apenas lo notaba; su atención estaba completamente centrada en Sherry.
Mientras caminaban, las manos de Sherry se movían animadamente, y Leon no podía evitar sonreír al escuchar su voz entusiasta hablando sobre el caos del aeropuerto. Sus pasos eran rápidos y seguros, pero había una ligera preocupación en su mirada, una sombra de la que el rápidamente noto y lo hizo sentir protector.
—¿cómo estuvo la conferencia de Claire?, no pude verla en el avión, estuve ayudándola a escribir el cierre hace unos días, me hubiese encantado verla. — pregunto Sherry, mirándolo de reojo mientras navegaban entre los grupos de pasajeros que se apresuraban a salir o entrar.
Leon se detuvo un instante, recordando la imagen de Claire sonriendo en la televisión tan segura y decidida.
—Ella estuvo increíble, tampoco pude ver el cierre, pero, parecía realmente tener a todos encantados. — respondió en un tono ligero. —. Entonces, te llevo a donde necesites.
—En realidad... —comenzó con una ligera duda en su tono—, ¿te importaría dejarme en el loft de Claire? Me voy a quedar en su departamento unos días, hasta que regrese.
Leon se tensó al instante. El departamento de Claire. No había vuelto a poner un pie allí desde aquella noche, nunca pensó en volver. Y ahora, la idea lo golpeaba como un eco distante de aquella vergüenza que lo había perseguido desde entonces.
—¿El loft de Claire? —repitió, más para ganar tiempo que por desconocimiento. Sherry, ajena al torbellino de emociones que revolvía en él, asintió con una sonrisa.
—Sí, me ofreció quedarme allí mientras ella está en la conferencia. Es mucho mejor que un hotel.
Leon tragó saliva y forzó una pequeña sonrisa, al llegar a la salida, la brisa fresca del exterior los envolvió, una bienvenida en medio del bullicio del aeropuerto, Leon guío a Sherry hacia el auto, un modelo oscuro que contrastaba con las luces brillantes que aun se reflejaban en los ventanales del edifico. Al abrir la puerta del copiloto hecho un vistazo a su alrededor, la multitud aún seguía moviéndose, pero dentro de el todo parecía haberse ralentizado.
Una vez que Sherry se acomodó dentro del asiento, el cerro la puerta y dio un paso atrás, sintiendo un ligero nudo en el estómago, la idea de regresar al loft de Claire lo inquietaba por supuesto, pero no podía dejar que eso interfiriera en ente momento.
—Entonces, ¿vas a quedarte un tiempo con ella? — pregunto mientras se acomodaba en el asiento del conductor, echando un último vistazo a la joven rubia.
Sherry asintió, sonriendo de manera radiante, su alegría le dio un poco mas de tranquilidad a Leon, pero a medida que arrancaba el auto y se incorporaba al tráfico, no podía evitar que su mente divagara hacia el pasado, hacia aquella noche en que había salido de Loft, sintiendo avergonzado, mientras conducía dejando atrás el aeropuerto.
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Washington,DC. 5:40 PM
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El cielo sobre Washington D.C. ya comenzaba a teñirse de suaves tonos dorados para cuando Claire y Hotch salieron del Capitolio, el aire frío de la tarde envolvía a Claire, así como el peso de la conferencia que aún presionaba sobre sus hombros, mezclado con el cansancio que se acumulaba tras horas de mantener la compostura bajo la mirada de figuras importantes. Había hecho lo que debía, había hablado en nombre de Terra Save, pero la tensión se le aferraba como una sombra difícil de sacudir.
A su lado, Hotch caminaba con esa serenidad que tanto la desconcertaba. Nunca parecía alterarse, siempre firme, una presencia constante que irradiaba calma incluso en los momentos más exigentes. Claire agradecía esa estabilidad, pero ahora, en su mente agotada, todo lo que quería era un respiro, un lugar lejos de las formalidades y la presión. Aquello Hotch lo percibió, como siempre lo hacía, y cuando se detuvieron junto al coche, giró hacia ella con una pequeña sonrisa que intentaba suavizar la tensión en sus labios.
—Hiciste un trabajo impresionante hoy, Claire. —Su voz era baja, grave, pero con un toque cálido que encontró un eco en su interior—. ¿Qué te parece si comemos algo antes de volver al hotel? Hay un restaurante frances no muy lejos de aquí. Nos vendría bien relajarnos un poco antes de la gala.
Claire vaciló un momento, su cuerpo le pedía descanso, pero al mismo tiempo, la idea de compartir una comida tranquila, sin las presiones de la conferencia, era tentadora. Además, Hotch siempre tenía esa manera de hacerla sentir que todo iba a estar bien.
—Suena bien. —Su sonrisa fue leve, pero genuina. El cansancio seguía ahí, pero el estómago vacío también empezaba a hacerse notar—. Creo que lo necesito antes de tener que arreglarme otra vez.
Poco tiempo después, ambos estaban sentados en un rincón del acogedor restaurante que Hotch había mencionado. La decoración era elegante pero no pretenciosa, con mesas cubiertas por manteles blancos y una luz cálida que suavizaba los contornos del lugar, Claire se dejó caer en su silla con un suspiro, sintiendo como el agotamiento finalmente la alcanzaba.
Mientras revisaba la carta, su mente aún se debatía entre el cansancio físico y el alivio de haber terminado la conferencia. La atmósfera, tan distinta de la tensión política del Capitolio, le permitió soltar un suspiro cansino, mas no podía evitar pensar en la noche que le esperaba, en las conversaciones vacías que tendría que sostener durante la gala, los trajes y sonrisas educadas. Pero aquí, en este momento, con Hotch mirándola desde el otro lado de la mesa con esa tranquila atención que siempre le ofrecía, todo parecía más sencillo.
—No solo estuviste increíble hoy —continuó Hotch, sirviéndose un poco de vino—, sino que captaste la atención de todos. Es impresionante verte así. —Alzó su copa hacia ella, brindando de manera casual, pero con una admiración sincera.
Claire alzó la vista, sorprendida por la sinceridad en su voz. Hotch no era el tipo de hombre que regalaba cumplidos sin motivo, y por un instante, se sintió vulnerable bajo su mirada, casi expuesta. Algo en la intensidad de sus ojos la hizo sonrojarse, algo que no podía evitar, a pesar del cansancio que la embargaba.
—Gracias —murmuró ella, alzando su copa en respuesta—. No fue fácil, pero al menos terminó bien.
A medida que la comida llegaba, la conversación fluyó con facilidad entre bocados de pasta y un par de copas de vino que comenzaba a aflojar las tensiones en su cuerpo, y la conversación con Hotch se tornó más ligera, más íntima. Hablaron de la conferencia, del trabajo que aún quedaba por hacer, pero cada palabra traía consigo una cercanía que ella no había anticipado. La pelirroja notaba cómo él la observaba, no solo con admiración profesional, sino con una atención personal que la hacía sentir vista de una manera que no experimentaba hacía mucho tiempo. Cada vez que Hotch la elogiaba o sonreía ante algo que ella decía, Claire se sentía un poco más vulnerable, como si la barrera que había construido y tratara de mantener se debilitara lentamente.
Para cuando la comida termino y el vino había relajado su cuerpo por completo, mientras el restaurante comenzaba a llenarse de más comensales, Hotch se inclinó un poco hacia ella, sus dedos rozando los de Claire sobre la mesa, casi imperceptible, ese simple toque envió un corriente inesperada por la tersa piel de la activista no desagradable, sino una corriente cálida que la sorprendió, quien por un momento pensó en retirar su mano, pero no lo hizo, se quedó allí, mirando como sus dedos se entrelazaban con los de el en un gesto familiar que hablaba de la cercanía que ella había estado evitando.
—Claire —murmuró él, en voz baja, intima, con sus ojos buscaban los de ella, casi un susurro que quedó atrapado entre ambos—. ¿Te das cuenta de los increíble que eres?
Sus palabras la sorprendieron, pero más lo hizo la calidez en sus ojos, una calidez que había pasado de ser profesional a algo profundamente personal. Hotch no se movió, no la presionó, pero la cercanía de su rostro y la suavidad de su mirada eran suficientes para romper lo que quedaba de su resistencia. Por un momento, vacilo, sabía que estaban cruzando un límite, uno que no podría deshacer fácilmente, aun con la sombra de su pasado, que aun la envolvía, pero había algo la tranquilidad del hombre frente a ella que la anclaba. Inconsciente se inclinó hacia el respondiendo a esa conexión que había surgido de manera tan natural. Cuando sus labios finamente se encontraron, fue como si el mundo se ralentizará, no fue un beso apresurado, ni apasionado; fue suave, pero cargado de tensión subyacente como una pregunta sin palabras, sus labios exploraron los de el con una mezcla de incertidumbre y deseo.
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Nueva York, 6:50 PM
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Al detenerse frente al Loft, Leon apagó el motor del auto, pero no hizo ningún esfuerzo por moverse de inmediato. Sus dedos aún sostenían con firmeza el volante, su mirada fija en la fachada del edificio que tantas veces había visitado en el pasado. Sherry, notando la inquietud en su rostro, le lanzó una mirada comprensiva antes de abrir la puerta y salir del auto.
—Vamos, será rápido. —Su tono era suave pero alentador, casi como si supiera que él necesitaba ese pequeño empujón.
Leon salió del auto, sus movimientos más pesados de lo habitual. Siguió a Sherry hacia el elevador que, tras subir un par de pisos, su mente asediada por recuerdos de aquella última vez. Cada paso resonaba con un eco de su pasado; el sonido de la puerta abriéndose, el aire gélido de aquella madrugada cuando Claire había descubierto la verdad. El fantasma de esa noche lo perseguía con cada latido de su corazón. Sherry, ajena a sus pensamientos, pero consciente de su estado, deslizó la llave en la cerradura y empujó la puerta. La luz tenue del interior los recibió, un contraste con los recuerdos oscuros que invadían la mente de agente. Ella entró primero, dejando que la puerta se abriera completamente detrás de ella, girándose para mirarlo con una sonrisa ligera, casi protectora.
—Adelante Leon, entra, está bien a Claire no le molestará —bromeó suavemente, pero al notar su mirada distante, su tono se suavizó.
Leon se quedó en el umbral por unos segundos eternos, observando el espacio que solía conocer tan bien. Finalmente, dio un paso adelante, pero su mente retrocedió a esa última conversación, a Claire rota en medio de la habitación, diciéndole que lo dejaba ir. Ahora, el espacio frente a él no se parecía del todo al que recordaba: la chimenea nueva en la sala de estar, las paredes repintadas en tonos fríos de blanco y negro, dándole un aire minimalista y moderno que no encajaba con la calidez que Claire solía desprender. Pero el aroma... ese aroma familiar a flores frescas y algo más indescriptible que siempre había sido "Claire" lo envolvió tan pronto como cruzó la puerta.
Sherry, notando la tensión en su expresión, se acercó y tomó su mano con firmeza, para ofrecerle un punto de anclaje en medio del torbellino de emociones. El contacto cálido y confiado de Sherry le devolvió algo de la calma perdida. Con una sonrisa, lo condujo más adentro.
—¿Te gusta? —preguntó ella mientras señalaba los cambios en la decoración—. Claire ha estado haciendo algunos arreglos. La chimenea es nueva. Y creo que esos mosaicos... definitivamente no estaban antes.
Leon asintió, pero su mente aún estaba en otra parte. Sus ojos recorrieron el espacio, viendo los ecos de lo que fue y lo que ahora era. El Loft había cambiado, sí, pero no lo suficiente para borrar las marcas de su última despedida.
—Huele a Claire —murmuró casi en un susurro, sin ser consciente de que lo había dicho en voz alta. Sherry lo miró por un instante, dándose cuenta de que Leon aún lidiaba con el peso de ese pasado. No quiso presionar más.
—Vamos, déjame ayudarte con las maletas —dijo Leon rápidamente, intentando distraerse de la marea de emociones. Tomó las maletas de Sherry, levantándolas con facilidad mientras ella lo guiaba hacia el interior. Sherry miró a su alrededor con una sonrisa y luego añadió casualmente:
—Muero de hambre. ¿y tú? Deberíamos pedir algo, prometo no cocinar añadió con una sonrisa traviesa, recordando con humor los intentos fallidos en la cocina.
Leon se quedó inmóvil un segundo distraído por el ambiente y sus propios pensamientos, apenas la escucho al principio, Sus manos, que hasta ese momento sostenían las maletas de Sherry con seguridad, temblaron ligeramente. Volver a ese lugar le resultaba más doloroso de lo que había anticipado. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Sherry, esos ojos azul suplicantes, que siempre lograban hacerle ceder, no pudo evitar sonreír ligeramente.
—No estoy muy seguro, Sherry…— pronuncio, pero ella ya había sacado su teléfono, lista para hacer un pedido. ajena a la tormenta que pasaba por su mente.
Dejando las maletas en el suelo, juntos caminaron hacia el pequeño recibidor, y Leon sintió cada paso como si atravesara un campo minado de recuerdos. Su respiración era más lenta, controlada, mientras intentaba mantener la calma ante los fantasmas del pasado que lo acechaban en cada rincón.
—Vamos Leon, solo es una comida, además hace mucho que no tenemos tiempo de hablar bien, esta vez sí me gustaría contarte sobre Jake. — insistió con esa chispa juguetona, que le recordaba lo mucho que Sherry significaba para él. A pesar de todo, siempre había sido como una hija para él, alguien a quien proteger y cuidar y ahora después de tanto caos en su vida, un momento de tranquilidad no le parecía tan mala idea, un si eso significaba afrontar los fantasmas de su pasado.
Suspirando, Leon se rindió ante la mirada de Sherry, —Esta bien, pero yo elijo la comida— respondió con una sonrisa apenas visible.
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Washington,DC.
Hotel Intercontinental, 9:30 PM
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De regreso en la tranquilidad de su habitación del hotel, Claire se dejó caer sobre la silla frente al espejo, exhalando lentamente. La comida con Hotch había sido agradable, incluso más de lo que había anticipado. Habían compartido una conversación ligera, risas y el sorbo ocasional de vino, pero una parte de ella no podía sacudirse la sensación de sus labios sobre los suyos, persistente como un eco que no podía callar, llevo la mano a sus labios y un calor familiar la recorrió, como si la piel de su boca aun guardara el rastro de suavidad, una chispa de pasión las estremeció, pero no podía permitirse pensar en eso ahora.
Con un gesto de frustración, Claire se levantó de la silla y se dirigió al armario concéntrate, se dijo así misma, casi exasperada por la forma en que su propio cuerpo parecía traicionarla, giró hacia los vestidos que había colgado cuidadosamente en el armario. Ambos eran espectaculares, uno en un tono gris, ceñido y elegante, el otro un vestido rojo oscuro que caía en ondas suaves alrededor de sus piernas, más delicado y etéreo. Se quedó mirándolos por unos segundos, indecisa. ¿Cuál reflejaba mejor cómo se sentía en ese momento? ¿Quería destacar y llamar la atención con el rojo, o prefería la discreción y sutileza del gris? Un suspiro escapó de sus labios. Finalmente, decidió por el vestido rojo. Se puso de pie y lo deslizó con cuidado sobre su piel, sintiendo cómo caía a la perfección sobre su figura. se miró al espejo y se permitió una pequeña sonrisa. "Esto servirá." No era tanto por impresionar a nadie, sino porque se sentía ella misma, tras retocar un poco el discreto maquillaje sobre su rostro, la pelirroja se dio un último vistazo en el espejo, ajustando su vestido, suspiró y tomó su cartera, preparándose mentalmente para la gala.
Al salir de su habitación, se encontró con Hotch quien ya esperaba por ella en el vestíbulo cuando Claire bajó. La música suave del piano resonaba en el fondo, mientras los huéspedes del hotel se movían con elegancia. Cuando Hotch la vio, sus ojos brillaron con una mezcla de sorpresa y admiración contenida. Él también lucía impecable, en aquel esmoquin negro que destacaba su porte siempre recto y seguro.
—Estás... impresionante, Claire —dijo, con esa voz grave. Ella sintió sus mejillas calentarse ligeramente.
—Gracias —respondió, sonriendo mientras Hotch ofrecía su brazo para escoltarla hacia el salón de la fiesta.
El vestíbulo del hotel estaba inundado de luz suave y resplandeciente, proveniente de los candelabros que colgaban en lo alto, reflejando sus destellos en las pulidas paredes de mármol. Los invitados, la mayoría de ellos figuras destacadas en la lucha contra el bioterrorismo, científicos y políticos, se movían con una elegancia natural por el espacio, intercambiando saludos formales y sonrisas de cortesía. El suave murmullo de las conversaciones mezclado con el tintineo de copas de champaña llenaba el aire, creando un ambiente de sofisticación y expectación. Claire, ataviada con su vestido rojo que resaltaba sus facciones delicadas y su elegancia innata, permanecía junto a Hotch mientras observaban el bullicio desde su posición cerca de la entrada del salón principal. Estaba ligeramente cansada tras un largo día, pero la calidez del brazo de Hotch, que rozaba el suyo al caminar, y la anticipación por la noche de gala lograban mantener su energía lo suficientemente alta.
Hotch, como era habitual, parecía imperturbable. Su porte siempre firme y seguro destacaba incluso en un entorno tan cargado de personalidades influyentes. Cada vez que alguien se acercaba para saludarlo, él respondía con una sonrisa cordial, apretando manos con una firmeza que denotaba respeto y autoridad. Sus ojos, sin embargo, permanecían atentos, ocasionalmente recorriendo la sala para asegurarse de que todo estuviera en orden, Mientras charlaban, un científico, el doctor Antonio Taylor, se acercó con una sonrisa efusiva en el rostro. Taylor era el jefe de uno de los laboratorios más prominentes, en cuanto a vacunas y su entusiasmo por la conferencia aún parecía vibrar en su manera de caminar.
—¡Claire Redfield! —exclamó Taylor, estrechando su mano con un apretón firme y amigable—. Debo decirte que tu discurso hoy fue absolutamente brillante. Creo que hablo por muchos de los presentes cuando digo que has dejado una impresión duradera. Es exactamente lo que necesitamos para movilizar más apoyo en la lucha contra el bioterrorismo. Tu pasión es contagiosa.
Claire sonrió, agradecida pero ligeramente abrumada por los elogios. —Gracias, doctor Taylor. Me alegra saber que el mensaje llegó—, respondió con humildad, aunque sabía que su discurso había sido fuerte. Había trabajado arduamente para transmitir la urgencia del momento, y escuchar que había tenido impacto era reconfortante.
Taylor, sin embargo, no disimulaba del todo su entusiasmo por estar cerca de Claire. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo con una rapidez que pasó casi desapercibida para muchos, pero no para Hotch, quien, en un gesto sutil, posó su mano sobre la cintura de Claire, atrayéndola un poco más hacia él. Un gesto firme, pero educado, que no interrumpió la conversación, pero envió un claro mensaje: Claire no estaba sola. Taylor, captando el cambio en la postura de Hotch, rápidamente devolvió su atención a él, aunque no sin cierta incomodidad. Hotch lo saludó con un leve movimiento de cabeza, manteniendo la compostura.
—Patrick Hotchner, CEO de Terra Save, un placer verte por aquí —dijo Taylor con una sonrisa ligeramente más contenida. Hotch respondió con cortesía, pero sus ojos apenas se desviaron de Claire, vigilando cualquier otro gesto fuera de lugar. Con un guiño amistoso y un último cumplido, Taylor se despidió, dejándolos de nuevo a solas en medio del ajetreo del vestíbulo. Claire sintió el peso protector de la mano de Hotch sobre su cintura afianzarse, algo que no la incomodaba, pero que definitivamente la hacía sentir más consciente de la forma en que otros la miraban.
—Algunos nunca aprenden a mantener la compostura —murmuró Hotch, casi para sí mismo, aunque la pelirroja lo escuchó claramente, soltando una risa suave.
—Es parte del trabajo, supongo —respondió, manteniendo el tono ligero mientras tomaba una de las copas que ofrecían los camareros que circulaban con bandejas plateadas. Hotch hizo lo mismo, tomando una copa de martini que le tendió un camarero vestido de esmoquin impecable. Alzaron sus copas en un pequeño brindis silencioso, y ambos tomaron un sorbo, disfrutando del momentáneo respiro en medio de todo el ajetreo.
—De todas formas, después de la forma en que lo ahuyentaste dudo que alguien más intente su jugada. —dijo Claire, mirándolo de reojo con una sonrisa divertida.
Hotch soltó una risa baja, mirándola con esa mezcla de seriedad y ternura que solo él parecía poder conjurar.
— No esperaría menos. —Su voz era suave, pero firme. La forma en que sus dedos se afianzaban en la curva de su espalda baja mientras la guiaba por la sala no dejó lugar a dudas de sus intenciones. Hotch no solo la admiraba como profesional, sino que también la cuidaba de una manera más personal, más íntima. Los murmullos en la sala continuaron, y a medida que avanzaban, Claire podía sentir las miradas de algunos seguirlos. Algunos con respeto, otros con curiosidad, y quizás unos pocos con ese toque de admiración más... descarado. Pero cada vez que alguna de esas miradas se detenía un poco más de lo debido en Claire, Hotch respondía con una presencia silenciosa pero poderosa, como si su cercanía marcara un límite invisible que nadie debía cruzar.
Conversaciones se sucedían una tras otra, tras un par de intercambios más con varios invitados y unas copas de Martini vacías en sus manos, Hotch notó que la velada se adentraba en un momento más distendido. Los camareros ya habían comenzado a retirar discretamente las bandejas con aperitivos, y el murmullo de las conversaciones se apagaba levemente cuando los músicos, ubicados en una pequeña tarima al fondo del salón, comenzaron a tocar una suave melodía de jazz. La atmósfera del lugar cambió, tornándose más íntima, más acogedora. Hotch, siempre observador, notó el leve cambio en la postura de Claire. Sus hombros, tensos desde que habían llegado, comenzaban a relajarse un poco más a medida que la música fluía por el ambiente. Quizá eran las copas de martini o el hecho de que el bullicio comenzaba a disminuir, pero ella parecía estar dejando escapar el peso del día.
—¿Te gustaría bailar? —preguntó Hotch, con una leve inclinación de la cabeza y esa sonrisa reservada que solo le mostraba a ella.
Claire lo miró por un momento, sorprendida por la invitación. Bailar no era algo que estuviera en sus planes, especialmente después de un día agotador de conferencias. Pero la música, suave y envolvente, y el modo en que Hotch la miraba, con esa calidez en sus ojos oscuros, la hizo dudar. Ella no era alguien que disfrutara del protagonismo, pero allí, en ese momento, la propuesta parecía ofrecerle una pequeña tregua, un instante para desconectar.
—No soy muy buena bailarina, ¿sabes? —murmuró Claire con una pequeña sonrisa, jugueteando con la copa vacía en su mano, intentando disimular su nerviosismo.
Hotch soltó una risa suave, la clase de risa que calmaba sus nervios y le hacía sentir que todo estaría bien.
—Yo tampoco lo soy —respondió él, mientras extendía su mano hacia ella, su mirada firme pero llena de una ternura que la hacía sentir extrañamente protegida—. Pero juntos creo que lo haremos bien.
Claire dudó por un instante más, pero finalmente deslizó su mano en la de Hotch. Al contacto, sintió esa cálida familiaridad que él siempre traía consigo. Su palma era firme pero acogedora, y cuando él la guió hacia la pista de baile, no pudo evitar sentirse más tranquila, menos insegura. El salón de baile no estaba lleno, pero sí lo suficientemente ocupado como para que no llamaran demasiado la atención. Tell It Like It Is de Aaron Neville empezó a sonar, una melodía suave y envolvente que llenaba el ambiente con un aire nostálgico, perfecto para lo que estaba por venir. Hotch se colocó frente a Claire, colocó su mano en la parte baja de su espalda y comenzó a guiarla lentamente al ritmo de la música. Al principio, los movimientos eran algo torpes, especialmente para Claire, que no se sentía particularmente cómoda en esas situaciones. Su postura era rígida, sus pasos vacilantes, pero Hotch la mantenía firmemente con una calma que lentamente comenzaba a relajarla.
—Creo lo hacemos bien —susurró Hotch, con una sonrisa mientras la guiaba con suavidad, haciendo que sus pasos se sincronizaran con los de él. Claire soltó una pequeña risa nerviosa, sentía que sus pies podían tropezar en cualquier momento, pero la firmeza de los brazos del morocho la mantenía segura.
Cada paso que daba la hacía sentir menos torpe, más ligera. La distancia entre ambos comenzó a reducirse, y lo que al principio había sido una postura algo rígida ahora se volvía más fluida. La pelirroja sin darse cuenta, comenzó a relajarse por completo, y sus manos, antes cautelosas, ahora se aferraban suavemente a los hombros de Hotch, buscando apoyo en la familiaridad de su presencia. Se permitió cerrar los ojos por un instante, dejándose llevar por el ritmo de la música y la cercanía de Hotch. El ambiente a su alrededor comenzó a desvanecerse poco a poco; ya no sentía las miradas de los otros invitados ni el bullicio lejano de la fiesta. Solo estaban ellos dos, moviéndose al ritmo lento y envolvente de la música, mientras los brazos de Hotch la sostenían con una seguridad que la hizo sentir protegida y deseada al mismo tiempo.
—Te ves hermosa esta noche, Claire —murmuró Hotch cerca de su oído, su voz profunda y suave, justo al nivel de la música. No había rastro de formalidad en sus palabras ahora, solo una genuina admiración.
Claire abrió los ojos lentamente, sus mejillas se tiñeron de un leve rubor que no pudo evitar. Hotch la miraba con esa intensidad que la desarmaba, y por un momento, sintió cómo su corazón latía un poco más rápido. El cansancio del día parecía evaporarse bajo la calidez de su mirada.
—Gracias, susurró ella, sus ojos entrecerrándose con una mezcla de gratitud y algo más que aún no se atrevía a nombrar.
La música continuó, y el tiempo pareció detenerse. Claire ya no intentaba mantener una distancia profesional o cuidarse de ser vista en una postura que pudiera generar comentarios. Se aferró suavemente a Hotch, dejando que sus manos descansaran sobre sus hombros, y su cuerpo se dejó llevar completamente por el ritmo lento y constante de la canción. El peso del mundo, por primera vez en lo que parecía una eternidad, se sentía mucho más ligero. Hotch, sintiendo la relajación de Claire en sus brazos, dejó que su mano en la espalda de ella la atrajera un poco más, siempre con ese toque protector, pero también más íntimo. Bailaron así, cada vez más cerca, mientras el salón a su alrededor seguía su curso, pero para ellos, solo existía el momento presente. Cuando la canción llegó a su fin, Claire se permitió respirar profundamente, separándose apenas lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos. Había algo en la manera en que la miraba que la desarmaba por completo, algo cálido y seguro, que hacía difícil resistirse.
—Creo que necesito un poco de aire fresco —dijo Claire, sonriendo con suavidad, tratando de disimular los sentimientos que empezaban a agitarse en su pecho.
Hotch asintió, entendiendo perfectamente, soltando su agarre solo lo suficiente para dejarla ir, pero con la clara promesa de que estaría allí cuando ella volviera, Claire caminó hacia el jardín del hotel, buscando un respiro, dejando detrás el bullicio de la fiesta y la música vibrante que una resonaba en sus oídos, el Jardín del hotel era un remanezco de tranquilidad, en contraste perfecto con el ambiente elegante de la gala, las luces tenues, colgadas de los árboles, parpadeaban suavemente creando un juego de sombras y luces que danzaban en el suelo, las flores , cuidadosamente dispuestas exhalaban un aroma sutil, mezcla entre jazmines y rosas llenaba el aire que ahora acariciaba sus sentidos.
Claire se apoyó en la barandilla de hierro forjado, su mirada perdida en el horizonte donde la cuidad brillaba a la distancia, el suave murmullo de una fuente cercana le proporcionaba una melodía tranquila, un fondo armonioso en el que su corazón agitado, comenzaba a calmarse.
A medida que respiraba profundamente, sus pensamientos comenzaron a inundándola de vuelta, las barreras que había construido a lo largo de los años, todas esas reglas que se había impuesto para proteger su corazón, comenzaron a desmoronarse, dejándola vulnerable antes sus propias emociones, se preguntaba como había llegado a este punto: estaba en un evento prestigioso, acompañada de un hombre al que ciertamente no le era más indiferente, al que pesar de todos sus esfuerzos por mantener la distancia, no había podido evitar sentirse atraída hacia él.
Y aun así su mente seguía regresando a cierto ex policía, su pasado juntos, las promesas rotas, inundaron su mente de igual manera que aquellas palabras no puedo robarte la felicidad que conseguirías con alguien que pueda quererte en plenitud, desearía poder ser yo, pero…no es así A pesar de todo no podía evitar preguntarse si Leon alguna vez la amo, como ella o siempre solo había ocupado el lugar de esa amiga incondicional, como la constante en su vida, pero nunca algo más. En tanto Hotch era diferente a Leon; su respeto y atenciones la hacían sentir valorada de una manera que no había experimentado en mucho tiempo. Mientras pensaba en lo que había pasado entre ellos, no podía negar que había algo más profundo que la simple distracción. Hotch no era una sombra del pasado, como Ada Wong había sido para Leon. Era un hombre que la veía por lo que realmente era, y no como un reemplazo o un consuelo. Con él, no había comparación constante; él no la hacía sentir como un mero eco de un amor que ya no existía.
"¿Qué me está pasando?", se preguntó Claire mientras se apoyaba en la barandilla del jardín, mirando las luces de la ciudad en el resplandor de la noche. Sus sentimientos eran confusos y abrumadores, pero no podía negar la verdad: Hotch la había ganado con sus atenciones, su paciencia y su forma de hacerla sentir como la única persona en la habitación. Con un suspiro, Claire se giró hacia la fuente, observando cómo el agua caía suavemente en un juego de luces y sombras. Perdida en el tiempo sin saber exactamente cuento había pasado, Hotch apareció en el jardín caminando con paso decidido, su figura recortada contra la suave iluminación del lugar. Había una expresión de preocupación en su rostro, como si el tiempo que había pasado sin ella lo hubiera hecho sentir inquieto.
—Claire, ¿estás bien? —preguntó, su voz sonando genuina y suave al acercarse. Su mirada se posó en ella con intensidad, como si pudiera leer la tormenta de emociones que se agolpaban en su mente.
—Solo necesitaba un momento de aire fresco —respondió ella, forzando una sonrisa mientras luchaba con sus emociones. Pero mientras lo miraba, vio la calidez en sus ojos, y eso solo hacía que su corazón se sintiera aún más agitado.
Hotch dio un paso más cerca, su mirada fija en ella, como si estuviera intentando entender lo que realmente pasaba en su interior.
—He estado pensando en lo que ha estado sucediendo entre nosotros —dijo, su voz baja y seria, pero llena de esa calidez que Claire había llegado a apreciar. —Sé que este no es el lugar, y que las cosas han sido complicadas, pero quiero que sepas que, para mí, esto significa algo—.
Claire sintió que su corazón latía más rápido. Las palabras de Hotch resonaban en su interior, empujándola a cuestionar todo lo que había tratado de contener.
—Hotch... —comenzó, pero él levantó una mano, interrumpiéndola suavemente.
—No quiero que pienses que estoy apresurando las cosas —dijo él, sacando de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo roja. Se detuvo por un instante, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —Esto no es lo que piensas, Claire. No si no quieres, está bien. Solo quiero entregártelo como una promesa de mi parte—.
Los ojos de Claire se abrieron con sorpresa mientras observaba cómo él abría la caja, revelando un delicado anillo plateado. El brillo del metal reflejaba la luz suave del jardín, y por un momento, su corazón se detuvo.
—He estado toda la tarde pensando en cómo no soñar tan abrumador —continuó Hotch, su voz llena de sinceridad. —Sé que, por tus experiencias, no estás muy interesada en el compromiso, y no quiero presionarte. Quiero que tomes esto, no como un compromiso, sino como un recordatorio de que sin importar lo que elijas, yo siempre te voy a elegir a ti, Claire. No hay nadie, no habrá nadie más. Siempre has sido tú, Claire…—.
Claire sintió una oleada de emociones recorrerla. Cada palabra de Hotch resonaba con un significado profundo, y se dio cuenta de que no podía seguir ignorando lo que sentía. "Pero, ¿y Leon?", pensó. Las memorias de su primer amor la asaltaron con fuerza. Aunque habían pasado muchas cosas, seguía sintiendo un lazo, una conexión profunda, alguien a quien no podía borrar solo así, sin embargo, el peso de esa relación estaba lleno incertidumbre y de dolor, la posibilidad de una relación romántica había muerto hace mucho, ahora solo podían convivir como la amistad a la parecían siempre destinados, en cambio ella merecía avanzar.
—…Tal vez yo no sea tu primer gran amor, pero tengo la intención de ser el último, Claire. — sus ojos estaban fijos en los de ella llenos de promesas, que la hicieron sentir como si el tiempo se hubiera detenido,
La lucha interna de la pelirroja se intensifico, tanto que la abrumaba, sin embargo, había algo tan genuino en las palabras y la mirada de Hotch que le hizo replantear, lo que había estado sintiendo, para finalmente, asentir, la emoción desbordándose en su pecho. — un. recordatorio—, susurró, extendiendo su mano hacia él.
Hotch sonrió con una mezcla de alivio y felicidad mientras colocaba el anillo en su dedo. En ese instante, Claire supo que se estaba permitiendo a sí misma un nuevo comienzo. Las barreras que había construido se estaban desmoronando.
CONTINUARA…
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N/A:
Hey, ¿qué tal les va todos? Ya sé, ya se… tarde mucho mucho mas de lo que prometí en actualizar, parece que algo pasa cada vez que intento continuar esto, pero la verdad soy demasiado terca para incluso el haber estado hospitalizada y con un par de cirugías me impidan seguir con esto. Ahora ya estoy mucho mejor, en recuperación así que he ocupado el tiempo en cama para escribir.
Este capítulo sí que ha dado un vuelco, como siempre nuestro viejo Barry parece conocer demasiado bien a Leon y lo ha impulsado esta vez, en la dirección que estaba necio a aceptar, veremos cómo sus próximas decisiones, aunque por otro lado nuestra bella pelirroja, si que ha estado ocupada y con sus sentimientos tan revueltos como los de Leon, aunque parece que finalmente ella ha encontrado un camino, nuestro acompañante Hotch todo un caballero, ¿no lo creen? Casi no siento pena por Leon, aunque la atmosfera sí que se ha prestado completamente en su favor.
Por cierto, la canción: Tell it Like it is de Aaron Neville. no es muy convencional, pero recomiendo completamente el escucharla, no solo para meterlos en atmosfera sino porque la letra de esta va muy bien con Hotch y lo que representa muy bien la relación en la que ambos ha estado enfrascados este tiempo. por cierto, notaron la referencia a otro personaje como el Dr Taylor de Dead islad, y para aclarar la trama se alejará de ello, completamente pero no pude resistirme a incluirlos como un giño.
En fin, si es que todavía hay alguien detrás de esa pantalla esperando desenlace de todo esto, les agradezco por leerme de nuevo, además que me encantaría saber que opinan de todo este nuevo desastre emocional.
Hasta la Próxima Actualización. Cambio y Fuera Hunnigan.
