Anteriormente:

Pasaron un par de minutos en los que estuvimos en silencio, veía de reojo su postura tranquila y desinteresada con las manos en los bolsillos del pantalón. Yo en cambio, sentía que mis manos sudaban tanto que tenía que secarmelas discretamente en la falda que llevaba puesta.

-¿Tienes hambre?- Preguntó, se había detenido.

-R-realmente no… acabo de comer más azúcar de lo que debería.-

Me vio fijamente, entre pensativo y molesto. Inmediatamente pensé que tal vez mi respuesta había sido descortés.

-P-pero…-

-Acompañame a cenar.-


…no tienes que comer si no lo deseas.-

Asentí automáticamente, pero me sentí confusa. ¿No sería un poco incómodo para él solo verlo comer?

-Bien…-

Tocó el botón en sus llaves para quitar el seguro de su auto, que previamente no se había hecho notorio en la oscuridad. No me percaté que incluso que habíamos caminado en dirección contraria a mi domicilio.

Suspiré. Era demasiado distraida.

Me abrió la puerta del copiloto y subí con cuidado. El camino fue agradable, el silencio se sintió un poco más tenso que la primera vez; claro, aquella vez no me importaba nada -ni morirme- mucho menos pensar en un tema de conversación o algo así.

Le estaba dando muchas vueltas al asunto.

-No me había dado cuenta, pero eres muy pequeña.-

Lo miré avergonzada.

-Hablo de tu estatura, de tu edad no. Somos cercanos en generación.-

-Entonces cree que soy …¿v-vieja?-

El pelinegro soltó una risa aislada y pasó los dedos por su lacio cabello.

-Solo si crees que yo soy viejo. También tienes un cabello muy peculiar; es muy oscuro, casi azul.-

Lo miré nuevamente, la escasa luz rebotaba en su perfil. Sentí el calor subir a mi rostro.

Me vió de reojo y solo atiné a sonreír apenada.

-T-tú cabello también es muy oscuro…negro como este auto.-

El joven rió en voz alta, justo como lo había escuchado hacerlo con la pequeña Sarada. No pude evitar soltar una pequeña risa nerviosa.

-De todas las cosas oscuras, no sé, la noche, la oscuridad, las tinieblas…¿decidiste compararlo con mi auto?-

-N-no cualquier auto…es un Hellcat.-

-Con que sabes de buenos autos ¿eh? ¿Qué belleza manejarás tú? con eso de que Ino asegura que tienes un mansión…-

-Manejaba un M-mustang…viejito. Desde que inicié la universidad había sido el mismo. Pero ahora me da temor conducir y no he visto mi auto desde lo que pasó…-

Abrí mis ojos con sorpresa. ¡No había entregado jamás la carta!

Peor aún. ¡¿Dónde demonios la había dejado?!

Sentí mi corazón acelerarse, sin embargo, el sonido del estéreo apenas encendido me distrajo.

-Un muy buen elemento, tu auto. Ya que no quieres conducirlo y no se usará, ojalá ese Mustang apareciese en la cochera de tu psiquiatra como regalo por ser excelente médico.-

Reí apenada. Claro que era un excelente médico.

-Llegamos.- Anunció mientras apagaba el motor.

Estábamos en la zona hotelera de la ciudad, donde la vida nocturna estaba llena de lujos y gente importante.

Descendí con un poco de temor y caminé nerviosa detrás de él, sentimiento que incrementó cuando lo vi acercarse a la entrada del Sushi-noha, uno de los restaurantes más caros a la redonda.

Miré mi atuendo, unas zapatillas deportivas, una falda de mezclilla y una camiseta de los Mets de mi papá que me quedaba gigantesca, porque se supone que solo iría a una florería cercana a mi casa. ¡No al Sushi-noha!

-¿Qué?-preguntó ofendido mientras estiraba su pierna, mirando su pantalón deportivo y sus Birkenstocks.-Yo pienso que nos vemos increíbles.-

Nos adentramos al restaurante en donde nos recibieron las anfitrionas vestidas con modernos kimonos a juego, deshaciéndose en cumplidos hacia mi acompañante; al parecer era un cliente frecuente.

Más rápido de lo que pude procesar, estábamos sentados en la zona VIP, en donde mi médico había pedido la mesa "más iluminada". Quería que me tragara la tierra y me escupiera en cualquier otro lado.

Tomé el vaso de agua de cortesía y comencé a darle pequeños tragos para que me ayudara a lidiar con mi nerviosismo.

-Doctor Uchiha, qué gusto y honor recibirlo nuevamente,- dijo un mesero con un traje impoluto- igualmente a usted señorita. Es raro ver al joven doctor acompañado, ¿es usted su hermana? son algo parecidos.-

Estuve a punto de escupir mi trago de agua, a lo que el pelinegro solo rió burlón por lo bajo.

-¡Que va! Yashiro, ella es Hinata. Mi pareja.-

Abrí los ojos sin mesura y sentí que todo mi cuerpo se fue de la fiebre a la hipotermia. ¡¿Su qué?!

-¡Vaya sorpresa doctor! Es la primera vez que nos trae una novia en toda una década. ¿Gusta que les traiga algo de beber?-

-Claro. Para mi un vino de la cava de siempre, tinto. Para ella…¿Hinata, bebes?-

-Y-yo…n-no…-

-Bien, para la señorita nada de alcohol. Traigan su mocktail más sofisticado, por favor.-

-Sus deseos son órdenes joven Uchiha...-el mesero sirvío el vino que tenía en su mesa de servicio, dejando la copa frente a su comensal.-regreso en un momento.-

Vi con terror como se alejaba dejándonos a solas. Traté de visualizar salidas de emergencia por si me echaba a correr, pero entre tanta gente y decoración era imposible encontrarlas a simple vista.

¿Eso no estaría en contra de los protocolos de seguridad?

Devolví cautelosamente mi atención al ojinegro, quién me veía de manera fija y sostenida mientras tomaba un sorbo de su copa de vino. Sentí que me iba a desmayar.

-¿¡P-por qué dijo e-eso!?-

-"Dijiste", te recordaré por esta ocasión. Me pareció que era mejor que decir que eras mi paciente, ¿qué dirían de mi ética profesional?-

-¡Pero pudiste afirmar que éramos hermanos!- reclamé.

Vi como el pelinegro pasó el pequeño trago de vino por su garganta y se sonrió satisfecho.

-Vamos avanzando. No tartamudeaste y me tuteaste de manera natural, hermanita.-

Me dolía la cara a nivel de las mejillas, no sabía si era por la luz de las lámparas pero también me moría de calor.

-"Claro de luna" para la señorita Hinata; extracto de lavanda con jugo de lima y uva, un poco de agua mineral y decorando, una oblea de ube, yerbabuena y oro comestible.-

Observé la bebida un tanto nerviosa. ¿Cuánto costaría eso?

-Toma un poco, anda.-

Miré a mi acompañante con vergüenza, pero me reafirmó con una mirada suave que lo intentara. Mojé solo un poco mis labios, sorprendiéndome de la exquisitez.

-Está magnífica.-

-Qué gusto que haya logrado sus expectativas, señorita Hinata. Joven Uchiha ¿desean algo para cenar?-

-Solo quiero una orden de gyozas y un sashimi de anguila individual. No tengo nada de hambre.- Lo miré amenazadoramente. ¡¿Qué haciamos ahí si no tenía hambre?!

-Para la señorita, un molten de chocolate.-

El mesero asintió y se fue. Yo veía atónita al hombre frente a mi; cada vez resonaba más fuerte en mi cabeza la voz de Shikamaru diciendo que estaba loco.

-¿N-no tenías hambre?-

-Para nada.-Lo miré casi indignada, mientras bebía un sorbo de mi seguramente costosa bebida.-Solo quería que pasaras una noche agradable siendo tratada como te mereces.-

Sentí que mientras tragaba me quemaba la garganta…me sentía tan apenada que casi pude usar esa vergüenza para cubrir el pensamiento que se había instalado en mi.

Probablemente, que estuviese pasando toda esta situación, era por mera lástima.

-Disculpa si te molesté, Hinata. Siento que "pareja" es un término neutro, podrías ser mi compañera de trabajo, mi colega de peritaje. Incluso las autoridades de vialidad llaman así a sus compañeros.-

Lo miré recelosa. No creo que nos hubiese sentado bien el chaleco fosforecente de tránsito y vialidad, éramos muy pálidos.

-Entonces… ¿t-trabajas en peritajes?.-

Me miró, curioso. Posteriormente rió sarcasticamente.

-Lo decía en tono figurativo. Actualmente me dedico a la medicina clínica, pero sí, trabajé en el ambito legal algunos años mientras estudiaba la subespecialidad, me imagino aquel idiota de Nara te lo comentó.-

Casi me asfixiaba con el último trago de mi bebida, por quinta vez en la velada.

-T-tal vez lo comentó…y-yo...-miré mis dedos avergonzada, desviando mi atención de mi acompañante.

Mentir no era una opción pues siendo psiquiatra, lo sabría. ¿O no? Me era inconcebible que en tantos años de formación no lo hubiesen entrenado para detectar mentiras…

…más si había trabajado con delincuentes.

El pelinegro rió con una elegante melodía, mostrando todo su set de perlados dientes. No pude evitar sonrojarme.

Sentía una diferencia abismal entre su clase y preparación, con mis ademanes infantiles y pláticas sosas.

-¿Sabes? Odiaba mi trabajo.-dijo, tomando también el último trago de su copa.-toda mi vida quise dedicarme a la medicina clínica, pero el bastardo de Madara me frenó en todo momento; fui libre de su control hasta el momento en que al fin se murió ese hijo de perra.-

Lo miré atónita, balbuceando antes de poder emitir frases efectivas.

-M-madara…¿c-como en el doctor Madara?-

-Dudo que haya otro en la ciudad. Compartimos el apellido Uchiha y la profesión, pero nada más; para mí dejó de ser mi familia hace muchos años.-

Asentí, tratando de lucir comprensiva. No cabía en mi mente cómo aquél prudente y amable doctor pudiese ser un villano.

Pero no me quedaba duda alguna de que las apariencias…siempre engañan.

Cómo si viniese hilado a mi último pensamiento, sentí un estímulo de electricidad corriendo por mi espalda. Volteé instintivamente, encontrándome con unos tríangulos rojos debajo de unos ojos color avellana que me observaban de manera fija.

Sentí mi corazón detenerse.

Todo el demás escenario, se desmoronaba a pedazos, haciendo que la voz del doctor se fundiera con la música del violín de fondo, ahora distorsionada. Trataba de respirar, sin éxito, mientras sentía mis ojos humedecerse y la temperatura de mi cuerpo disminuir.

Ahogué un sollozo cuando sentí que me tomaron del brazo para levantarme de mi asiento y pegaron mi rostro a una superficie suave. Escuché un par de conversaciones lejanas, en conjunto con el retumbar de un corazón y me encontré caminando torpemente por algunos minutos que habían parecido horas, mientras luchaba por que mis piernas no flaquearan y me dejaran caer al suelo.

Sentí que me pusieron sobre algo mullido y agradable; solo atiné a colocarme en posición fetal, temblando de frío. Después de unos segundos, el frio cesó, siendo reemplazado por calidez.

Pasé sin moverme algunos minutos, posteriormente, miré a mi alrededor con la poca energía que me quedaba. Estaba recostada en la parte de atrás de un auto, cubierta con una manta color gris. Los ojos azabaches de mi acompañante, quien estaba sentado junto a mi, me miraban de manera suave.

En cuanto nuestras miradas se encontraron, sentí como me invadió algo urente el estómago, subiendo por mi garganta. Mis ojos arrojaban lágrimas sin parar de manera estrepitosa y mis sollozos ahogados se convertían en quejas audibles.

-Desahógate. Estás a salvo.-

Tomé la manta entre mis puños y la apreté contra mi rostro, casí sentía mis uñas atravesar la tela afelpada. Grité con todas mis fuerzas, mientras me ahogaba ocasionalmente por la falta de aire.

Estuve llorando amargamente largos minutos, no sé si horas; no pude parar en pensar si estaba haciendo algo malo o indecente, porque toda lo que expresaba venía de una avalancha de mil pensamientos y emociones que no podía dominar.

Pasó un rato hasta que de nuevo, todo se convirtió en sollozos que apenas se hacían presentes en el pequeño espacio.

Noté la mano del chico acariciar mi cabello, con delicadeza. Lo dejé por un par de minutos, hasta que avergonzada, volví poco a poco a mi realidad.

Me incorporé cabizbaja sobre el asiento, escondiendo mi rostro detrás de mi flequillo.

El pelinegro tomó mi barbilla, haciéndome levantar la mirada.

-Hinata…-

Lo miré con los ojos aguados, ahora por la vergüenza de haberme permitido a mi misma estar tan fuera de control. Tomó mi flequillo sudado entre sus dedos y lo levantó, para después mirar fijamente mi cicatriz.

…acto seguido, sopló sobre mi frente para aliviar el calor de la misma.

Lo miré sorprendida y me sonrió de vuelta, sin mostrar los dientes.

-Gracias. Por permitirte estar vulnerable conmigo.-

Sentí una opresión en el pecho, pero ahora era distinta. Era cálida, parecida a lo que sentí cuando nació Hanabi, o cuando mis padres adoptaron legalmente a Neji.

-…y haré lo posible para sacarte de esto.-

-Gracias, p-por ser tan buen médico conmigo.-

-No lo hago como médico. Te lo dije hace un rato, no todo el tiempo voy a ser tu doctor.-


Doble capítulo hoy, porque este es cortito :)

Un abrazo

C.D