HISTORIA CORTA DE BONIFICACIÓN: FIDO
"¡Rápido papá, vamos tarde!" Grito mi hija Winnie mientras me tiraba de la pata.
Actualmente estábamos caminado rápido en dirección al parque, donde quedamos con Bandit y Bluey. A pesar de solo conocernos hace un par de meses, fue grato entablar una amistad con los Heeler, eran divertidos y muy animados.
Debido a que olvidé poner el despertador anoche, de no ser por Winnie no me habría levantado. Tuve que disculparme con ella por eso, y salir corriendo para llegar a tiempo, por suerte no era la primera vez que pasaba, así que sabíamos que hacer.
Al entrar al parque, Winnie aumentó la velocidad, haciéndome casi tropezar. Por suerte no tardamos en ver el parque de siempre, así que tranquilicé a mi pequeño tornado café para que bajara la velocidad.
Al acercarnos noté que Bandit estaba con su esposa Chilli, lo cual era raro, ya que casi siempre se quedaba en casa a cuidar a la hermanita de Bluey, bastante parecido a mi propia esposa. Lo otro que noté fue que había alguien que no conocía jugando con Bluey.
"¡Bandit, hola!" Grite mientras abría la puerta del pequeño parque, Winnie no perdió el tiempo y salió disparada a donde jugaban los dos niños.
"¡Buenos días, señor y señora Heel…!" Winnie se cortó a mitad de oración mientras cerraba la puerta. Cuando giré para ver qué pasaba, noté algo. "Tú no eres la mamá de Bluey."
"No, no lo soy." Dijo ella, Estaba tan desconcertada como Winnie, de lejos se veía como Chilli. "Soy su hermana, Brandy, un placer conocerte."
"Es un placer conocerla Brandy." Dije, estirando la pata para saludarla. Ella regresó un firme apretón, y noté inmediatamente que era fuerte.
"Es un gusto, tía de Bluey." Dijo Winnie con una gran sonrisa. Estaba feliz de conocer a otro familiar de Bluey.
"El placer es todo mío." Respondió Brandy, igualmente con una sonrisa.
"Me voy donde Bluey, nos vemos papá." Fue lo último que dijo mi hija antes de salir corriendo donde su amiga. No pude evitar sonreír al ver que mi hija disfrutaba pasar el tiempo con su amiga.
"Fido," Dijo Bandit mientras ponía su pata en mi hombro. "Una vez más, esta de aquí es Brandy, la hermana de Chilli y mi cuñada."
"Y una vez más, soy Brandy, un placer." Compartimos unas risas mientras nos presentábamos de nuevo.
"Siempre es un placer conocer a la familia de un buen amigo." Le dije, dándole un guiño.
Nos quedamos en silencio por un rato, mientras veíamos a nuestros hijos jugar. Noté que el niño que acompañaba a Bluey no se parecía en nada a Brandy, pero sumando dos más dos me di cuenta de que era adoptado. Pensé en preguntar por el asunto, pero me pareció grosero hacerlo en el mismo instante en que nos conocimos.
"¿Cómo se llama el pequeño?" Le pregunté a Brandy, optando por ser algo más discreto y, no mentiré, tenía algo de curiosidad.
"Le decimos Weis, su nombre real es difícil de pronunciar." Me respondió Brandy mientras reía. No pude evitar levantar una ceca, estaba confundido. ¿Cómo que difícil de pronunciar?
"Es alemán, me di cuenta por la pronunciación ayer, pero si, es difícil de pronunciar." Añadió Bandit, y simplemente asentí en acuerdo. Lo poco que había escuchado en alemán sonaba algo… difícil de pronunciar.
"¿Y cuantos años tiene?"
"Cumplió ocho años este dieciocho de enero, justo antes de conocerlo." Me respondió Brandy, sonando algo triste.
Dieciocho de enero fue hace casi dos semanas. Me alegré de que consiguiera una buena madre justo después de su cumpleaños. Acababa de conocer a Brandy, pero por su pequeña sonrisa mientras veía a los niños jugar, pude notar el cariño que le tenía.
"¿Les gustaría sentarse?" Preguntó Bandit, a lo cual accedimos, no había necesidad de permanecer parados sin motivo.
"¿Sigues cansado de la carrera?" Preguntó Brandy con una sonrisa socarrona en su rostro.
"¿Cuál carrera?" Dijo Bandit mientras se sentaba, dejando escapar un gran y exagerado suspiro.
Reconocí esa mirada, uno de sus juegos se volvió en su contra. Reí en mi interior al imaginarlo correr una carrera contra su cuñada, solo para perder.
Regresamos nuestras miradas a los niños. Weis le había cedido su turno a Winnie, quien ahora se columpiaba mientras Bluey la empujaba y él observaba. Parecían divertirse.
"¿En qué trabajas Fido?" Preguntó Brandy. Me di cuenta de que movía los pies, debía de estar ansiosa por romper el silencio. Pero justo antes de que pudiera responder, Bandit lo hizo por mí.
"Fido trabaja en una reserva natural como veterinario. Casi parecido a tu trabajo." No pude evitar alegrarme al saber que éramos espíritus a fines.
Amaba a los animales, siempre lo hice. De pequeño una de nuestras vecinas tenía de mascotas algunos loros, los pobres parecían tristes siempre que los asomaba a las ventanas a tomar el sol. Un día me acerqué sigilosamente y abrí la jaula, dejándolos salir. En ese momento creí que había hecho lo correcto, pero no tardé mucho tiempo en arrepentirme.
Mi vecina vivía sola, y esos loros eran su única compañía. Rompió en llanto cuando vio la jaula abierta, tanto que todo el vecindario se acercó a consolarla. No tuve el valor de confesarlo, y la culpa me carcomía por dentro. Le dije a mis padres que fuéramos a conseguirle más loros, pero me dijeron que no era tan fácil, y eran caros.
Me devané los sesos pensando en una solución, hasta que se me ocurrió ir al refugio a adoptar alguna mascota. Si bien no había loros, logramos encontrar una gatita de pelaje gris. Cuando la vi supe que era la indicada.
Nunca olvidaré la cara de felicidad de esa señora al recibir la gata, me agradeció mientras me abrasaba, lo cual solo aumentó la culpa de aquel día. Me gustaría creer que los loritos vivieron su vida plena, y que la gata sería mejor mascota.
Nunca pude confesarle la verdad, que fui yo quien liberó a sus únicos amigos.
Cuando estudiaba veterinaria, aprendí que las aves domésticas tenían problemas para vivir en lo salvaje, y esa anécdota de mi niñez vino directo a mi mente. No toda buena acción siempre va a resultar en algo bueno. Desde entonces, me esforzaba por ayudar a los animales heridos y encontrar mascotas… no, compañeros para quienes los necesitaban.
"No exactamente," dijo Brandi, sacándome de mis pensamientos y recuerdos. "soy doctora en el Hospital militar de Brisbane." Terminó mientras se rascaba la nuca con su pata, claramente nerviosa.
"¿Por qué tan avergonzada?, Creo que es genial." Le dije, siendo totalmente honesto.
"No es vergüenza, no me gusta que la gente crea que estoy presumiendo." Dijo entre risas.
"Ah, lo entiendo. Tengo algunos amigos de la universidad que son tan hábiles como divas." Le respondí también riéndome.
Los tres nos reímos y regresamos a ver a los niños. Ahora Weis estaba en el columpio, pero no lo estaban empujando. Pensé que era extraño, pero entre más lo veíamos, más se esforzaba por subir. Sabía muy bien cómo usar el columpio, hasta que al final dio un salto, aterrizó bien, pero casi se resbala.
"Recuerdo hacer eso, solo que, con una cuerda y caíamos a un lago." Dijo Brandy con una pequeña sonrisa. "¿Crees que deberíamos preocuparnos?"
"JAJA, no," Respondió Bandit. "Ese columpio es muy pequeño para que puedan lastimarse haciendo eso, los de antes eran mucho más grandes, y no teníamos este sofisticado suelo amortiguador."
Bandit tenía razón, ese columpio es muy pequeño para que pase algo grave.
"Aun así voy a revisar, no quiero correr riesgos." Terminó Brandy mientras iba en dirección a los niños.
"Entonces, Chilli tiene una hermana." Dije luego de que Brandy no estuviera al alcance del oído. Tenía algunas preguntas para Bandit.
"Si, y adelantándome a algunas otras preguntas, solo diré, problemas familiares." Capté la indirecta y desistí de preguntar más, no era de mi incumbencia los asuntos personales de otras familias. "Pero sí te diré que estoy algo molesto con Brandy."
Bandit terminó eso y se acercó a mí, supuse que quería hablar lo más bajo posible para evitar ser escuchados.
"No puedo quejarme con Chilli y sé que no es justo para Brandy, ella pasó por sus asuntos, pero alejarse de su hermana cuando más la necesitaba no estuvo bien." Refunfuñó Bandit.
"¿Le vas a decir a ella?" Pregunté curioso.
"Por supuesto que no, no quiero alejarla otra vez. Chilli la perdonó y eso es suficiente para mí, pero ya sabes, tengo que sacar estos pensamientos con alguien."
"Bueno, para eso están los amigos." Le respondí con una gran sonrisa, seguido de un fuerte apretón de manos.
Realmente nos habíamos convertido en buenos amigos.
"¡WEIS!"
De repente un grito resonó en el pacífico parque. Bandit y yo saltamos por instinto y quedamos de pie, solo para ver al pobre chico siendo perseguido por Brandy.
Al principio me preocupé, y cuando estaba a punto de ir a ver qué pasaba, Bluey y Winnie estaban riendo, y poco después se unieron a Brandy en la persecución.
Weis corrió directo a la estructura del parque, subiendo por el tobogán, solo para ser perseguido por una imparable y enojada Brandy. Bluey y Winnie intentaron acortar por las pequeñas rocas de escalada, pero no fue suficiente. El aterrado chico se deslizó por el otro tobogán, corriendo directo hacia… nosotros.
Corrió hasta esconderse detrás de Bandit, quien, al igual que yo, estaba completamente perdido. Y, al poco tiempo, llegó Brandy.
"¿Qué está pasando?" Preguntó Bandit, siendo el actual escudo de Weis.
"Brandy se ofreció a jugar con nosotros, pero le dije que su enorme trasero era demasiado grande para el pequeño columpio." Dijo el niño justo antes de que Brandy respondiera.
Contuve con todas mis fuerzas las ganas de reírme, era grosero burlarse del trasero de una mujer a la cual acabas de conocer.
Bandit no tubo esos reparos, y soltó una carcajada.
Brandy se puso roja, no sabía si de la vergüenza o de la ira. Saltó directo a por el niño, pero este empezó a girar alrededor de Bandit.
Pero de repente, Bandit se agachó y aseguró al pequeño, y sin mucha elegancia, se lo pasó a su tía.
"Disfruta tu tiempo con las niñas." Le dijo Bandit al niño, quien luchaba por liberarse del agarre de su madre, sin mucho éxito.
"Gracias Bandit," Dijo Brandy. "¡Niñas, pueden jugar con él a lo que quieran!" Les gritó a las niñas mientras se giraba y partía con su presa recién atrapada. Las niñas lo celebraron, mientras el niño parecía resignado.
Nos sentamos nuevamente, y esta vez no pude evitar reír.
"Parece que se llevan bien." Le dije a Bandit, limpiándome una lagrima del ojo.
"Si, lo hacen." Me respondió con una sonrisa mientras miraba al grupo divertirse en el parque.
"¿Y, tienen planes para la semana?" Le pregunté.
"Si, Chilli va a pedir el martes libre para ir con esos dos al centro comercial a comprar cosas para el niño, y," Miró a nuestro alrededor, para luego susurrarme. "Y estamos planeando una barbacoa familiar este sábado, queremos que toda la familia se reúna."
"Que bien," Le respondí. "Espero que el resto de tu familia no le guarde rencor."
"No, apenas y la conocen y siempre nos referimos a ella como ocupada en el trabajo, ser doctora y soldado es duro." Me dijo con un giño, y simplemente asentí en comprensión.
"Y a qué escuela piensa inscribirlo Brandy." Pregunté. Sabía que Bluey ya había entrado, y Winnie entraba la otra semana.
"Aún no sabemos. Por lo que me dijo Chilli, creo que tiene problemas para convivir con otros niños de su edad."
"A mí me parece que lo hace bien." Dije mirando en dirección al grupo.
"No lo sé, ayer se mostró algo perdido cuando todos hablábamos entre nosotros. Chilli le está recomendando la escuela de Bluey, y estoy de acuerdo, podríamos ayudar tanto a Brandy como al niño."
Regresamos nuestras vistas hacia el grupo, Weis intentó escapar escalando por la reja del límite del parque, dejando atrás a Bluey y Winnie quienes lo perseguían, pero Brandy saltó la reja sin problemas, atrapando al niño al poco tiempo. Reí por reflejo, sabiendo que el niño estaba en buenas manos, al igual que aquella gatita que regalé años atrás.
