Una avería dentro del Tifón Azul había provocado que la energía del sistema se cortara repentinamente, dejando a la tripulación en una oscuridad total. Como siempre, Tails fue el encargado de examinar la avería y de repararla. Se pasó toda la mañana examinado la nave entera, buscando dónde pudiera hallarse un cortocircuito. Debido a la oscuridad, Cosmo tuvo que acompañarlo todo el tiempo, llevando una linterna para alumbrarlo en su trabajo.
El zorro comenzaba a frustrarse. No encontraba nada, y encima hacía perder el tiempo a Cosmo. Ella mantenía una sonrisa inborrable, que lo hacía sentir más tranquilo cuando la veía. Con sus palabras tranquilizadoras, trataba de mantenerle el ánimo, asegurándole que sería capaz de solucionar el problema.
Tails se sentó en el suelo, para descansar un rato. La chica miró sus herramientas con curiosidad. Sacó un martillo de electricista.
– ¿Para qué te sirve un martillo en esta clase de reparaciones? – preguntó, con curiosidad.
– Es bueno para trabajar en espacios estrechos, o cajas eléctricas. – explicó, contento de poder tener alguien con quien compartir su conocimiento.
Ella sacó otro objeto de la caja. A Cosmo le parecía más un extraño Nokia sin pantalla que una herramienta de electricista.
– ¡Cuidado!, Me lo regaló el abuelo de Chris. – dijo el zorro. – Es una pinza amperimétrica, sirve para realizar mediciones en equipos eléctricos de baja, media y alta tensión sin interrumpir el flujo de corriente.
– Suena interesante. – respondió la chica, mientras devolvía la pinza a su lugar. – Lo siento, no quiero distraerte, pero nunca había visto herramientas tan raras.
– Descuida, puedes preguntarme lo que quieras.
Así, comenzaron una larga pero animada charla sobre destornilladores aislados, alicates pelacables, y detectores de tensión. Cosmo entendía poco del tema, pero trataba de mantener viva la conversación. Notaba como la frustración desaparecía del rostro de Tails, dejando una expresión radiante y llena de emoción al hablar de mecánica eléctrica. Ese era el zorrito que ella conocía.
Entusiasmado, él continuó la plática entre multímetros, pinzas universales y soldadoras. Luego, se dió cuenta de que había hablado demasiado. Sin dudas, su intención no era aburrir a Cosmo, así que se disculpó. Ella sonrió aún más, y le dijo que no se preocupara, había adorado escucharlo.
El zorro continuó tratando de hallar el origen de la avería. La chica notó que un voltímetro marcaba números al azar, de pronto muy altos, y de la nada muy bajos. No sabía si tenía algo que ver, pero igualmente preguntó. El mecánico, luego de analizar un par de cosas, se dió cuenta de que uno de los resistores estaba defectuoso, por lo que la corriente no estaba llegando de forma constante. Se sentó a hacer par de reparaciones, con Cosmo como su ayudante.
Finalmente, luego de un rato, las luces del Tifón Azul se encendieron. La chica aplaudió.
– Eres muy lista. – la felicitó Tails. – Sin ti no hubiera notado lo del voltímetro.
– Tuve un buen maestro mecánico. – respondió ella.
