Nota de la autora: El principio del fin.

Nota de la traductora: llegamos a la batalla final! Así que acomódense, abróchense los cinturones y agárrense fuerte porque esto va a ser toda una montaña rusa. Como siempre, gracias a phoenix1993 y a Tast Cullen por sus comentarios, espero que disfruten este capítulo.

—S—

10 de marzo de 1998 (continuación)

Severus y Minerva observaron cómo la luz blanca en su oficina crecía antes de que cuatro adolescentes ligeramente desaliñados aparecieran frente a ellos.

"Bueno", dijo Minerva. "Debo decir que ustedes cuatro se han visto mejor".

"Gracias, tía Min". Aurora sonrió radiante mientras todos dejaban caer sus cosas.

"Severus, ¿qué…?" comenzó a decir Dumbledore enojado.

Severus puso los ojos en blanco y se volvió hacia el retrato. "¿Por qué deberían estar huyendo cuando todo lo que queda por hacer es lo que nunca podrían lograr?"

"Sabías que Harry no podía saberlo".

"¿Saber qué?" Potter dijo inexpresivo. "¿Que el padre de una de mis mejores amigas, esposo de la mujer que alguna vez fue mi mejor amiga, en realidad está de mi lado? ¿O que hay un Horrocrux en mí y la única forma en que alguien puede destruirlo es matándome?" —preguntó Harry como si simplemente estuviera transmitiendo el clima. El rostro de Draco se contorsionó en una mueca de desprecio mientras Harry hablaba, pero no dijo nada, simplemente apretó los puños.

Cuando el silencio era espeso en la habitación, Aurora preguntó: "¿Dónde está mamá?"

"Está... con tu tía Poppy, preparándose."

"¿Qué tan pronto sucederán las cosas?" —preguntó Ron.

"No inmediatamente. Pero cuando suceda, sucederá rápido" —dijo, lanzando una mirada rápida a Minerva, quien asintió—. "Quiero que vayan a la Sala de los Menesteres, puedes usar la red flu. Pídanles a los líderes de las Casas que reúnan a cualquier menor de edad. La mayoría ya estará adentro, pero es imperativo que todos los estudiantes menores de quince años sean escoltados afuera. Solo permitiré que los mayores de quince años ayuden a los sanadores. Pídanle a la Sala una salida a un lugar seguro y la concederá."

"Papá, ¿y Leo?" —preguntó Aurora.

"Asegúrate de que salga."

"Señor" —dijo Potter. "¿Qué vamos a hacer después de que los saquemos?"

"Lo vamos a usar como cebo, señor Potter "—dijo Minerva.

"¿Y la Orden?" —preguntó Ron.

"También entrarán a través de la Sala ."

"Papá, ¿por qué no mantener a todos allí, en la Sala?"

"Porque si algo le sucede a la estructura del castillo, la habitación podría dejar de funcionar. El camino en la habitación los llevará a un lugar seguro donde podrán esconderse durante la batalla. Fuera del castillo."

Aurora asintió.

Había tantas cosas que Severus quería decir, por si acaso esta era la última vez que tenía la oportunidad de decirlas. Pero se contuvo, este no era el momento para sentimentalismos, no para él.

"Váyanse" —dijo Minerva—. "Demorarse no nos hará ningún bien a ninguno de nosotros."

Observó cómo cada uno se dirigía a la red flu, pidiendo ir a la Sala. Cuando el último de ellos se fue, se volvió hacia Minerva.

"¿Conoces el hechizo?"

Ella sonrió. "He estado esperando una excusa para usarlo durante años."

"Bien" —asintió Severus—. "Convocaré a la Orden. Asegúrate de que los estudiantes menores de edad se vayan. Después de eso, sigue el plan."

Ella asintió, dirigiéndose a la chimenea.

"Minerva" —dijo antes de darse cuenta de que lo haría. Cuando ella se detuvo, mirándolo por encima del hombro con el ceño fruncido, agregó—: "Gracias. Por tantas cosas en las últimas dos décadas."

Vio que sus ojos se llenaron de lágrimas por un momento antes de que se recompusiera, asintiera y se fuera.

"Severus" —dijo Dumbledore, y lentamente se giró para mirar el retrato. Esperaba una diatriba, esperaba un sermón. En cambio, miró a un Albus Dumbledore completamente derrotado. "Lo han hecho bien, todos ustedes."

Se alejó del retrato, sin necesitar su elogio o aprobación, y convocó a varias leonas para que fueran a buscar a los miembros de la Orden.

—A—

La habitación ya estaba en un alboroto de alegría cuando ella llegó a través de la red flu detrás de Ron. Harry fue bombardeado por todos dándole la bienvenida y haciendo tantas preguntas que todas se mezclaban.

Ella miró alrededor de la habitación, moviéndose hacia un lado como le habían enseñado a hacer cuando pasaba por la red flu. No eran los ojos que estaba buscando en la multitud, pero la encontraron de todos modos.

"Rory", dijo Neville con una cálida sonrisa.

"Hola, Nev", respondió, incapaz de sonreír en respuesta. Él dio un paso hacia ella, y ella lo encontró a mitad de camino, abrazándolo a modo de saludo, contenta de estar de vuelta. Sin embargo, no pudo decir nada, porque una vez que el breve abrazo terminó, alguien se lanzó sobre ella. Apenas capaz de estabilizarse antes de caer, sostuvo el cuerpo que se estrelló contra ella a pesar de que sus brazos la envolvían firmemente.

"Apuñalé un Horrocrux", dijo Leo contra su brazo. "Bueno, no, no lo apuñalé. Pero lo encontré y estuve allí cuando lo apuñalaron, y luego casi me mata, pero he estado practicando mi encantamiento escudo, así que todo el material rebotó en él, y terminé en un cráter, y rompí mi frasco de Suerte Líquida."

"¿Qué dices?" dijo Aurora, tratando de mirar a su hermano pero incapaz de moverse porque él tenía sus brazos inmovilizados y estaba poniendo casi todo su peso sobre ella.

"Lo rompí. Pero tuve, bueno, suerte, porque algo se filtró en mi torrente sanguíneo cuando el vidrio me cortó la mano".

"Leo, suéltame", dijo, y él lo hizo, sonriéndole. Ella sonrió. "Bueno yo si, apuñalé un Horrocrux. Y entré en el apartamento de Umbridge, y robé cerveza de mantequilla".

Los ojos de Leo se abrieron. "¿Te has dedicado a la vida criminal?"

"Hay cosas peores". Se encogió de hombros, volviendo su atención al lugar donde estaba el tapiz que marcaba las infracciones y notando que ahora era una puerta. Y que había gente entrando por allí.

No tardó nada en localizarlo, y parecía que la búsqueda fue mutua. Fred Weasley apenas había atravesado la puerta cuando la encontró. Cruzó la habitación rápidamente, empujando suavemente a la gente para que se apartara de su camino hasta que estuvo frente a ella. En un instante, la rodeó con sus brazos y ella con los suyos.

"Sabía que estabas bien. Lee seguía diciendo que no te veías bien cuando se fueron, pero yo sabía que estabas bien."

"Bien es una cuestión de opinión" —dijo mientras daba un paso atrás—. "Me despartí bastante gravemente mi pierna izquierda. Ron me lanzó un Reparo."

"¿Él hizo qué?" —preguntó Fred, girando la cabeza, claramente buscando a su hermano.

"Si te arrancan una parte de tu pierna dime si te importaría cómo la volvieran a unir" —dijo, y Fred pareció relajarse un poco.

"¿Sin embargo, estás bien ahora?" —preguntó Neville.

"Una pequeña cicatriz, pero estoy bastante segura de que todos tenemos de esas ahora" —respondió Aurora con una sonrisa descarada.

Un silbido cortó la charla, y aunque todavía había gente entrando, todos se giraron para mirar a Harry y a la tía Min, que estaban de pie sobre una mesa en el centro de la habitación.

"¡Muy bien, escuchen!" —gritó Harry—. "Sé que esto es emocionante, pero hay un peligro muy real que viene aquí pronto. Vamos a enfrentar a Ya-Saben-Quién aquí en Hogwarts." —Hubo un murmullo suave, pero se calmó cuando Harry levantó la mano para silenciarlos—. "Cualquiera que tenga menos de quince años, debe irse. No habrá discusión al respecto, deben hacerlo. Si tienen menos de diecisiete años y no han aprendido curación, deben irse."

"Oye, eso no es justo" —dijo alguien. Otra persona se quejó, y luego más siguieron su ejemplo.

Las cejas de Aurora casi le tocan la línea del cabello cuando vio a su hermano subirse a la mesa para pararse a lado de la tía Min y Harry. Todos se quedaron en silencio de nuevo, aunque esta vez ella sospechó que era más por curiosidad que por respeto.

"Puede que no les guste, pero serían idiotas si intentaran quedarse."

"Cállate, Snape" —gritó alguien, y antes de que Aurora pudiera defender a su hermano, vio cómo él ponía los ojos en blanco, se cruzaba de brazos y miraba en su dirección con absoluto aburrimiento.

"¿Cuánto tiempo te llevó pensar ese comentario tan mordaz? «Cállate». Sí, bueno, si no quieres escucharme, eres más que bienvenido a que los mortífagos te saquen las tripas." La tía Min parecía lista para sermonearlo, pero se detuvo cuando él continuó. "Y te sacarán las tripas, no te equivoques. Harry se ha enfrentado a ellos, por supuesto, pero también mi hermana. Los Weasley, todos los que están aquí actualmente. Bueno, excepto ese, no estoy seguro de quién es" —dijo Leo, y Aurora vio a Percy Weasley de pie con su padre y Bill. Sintió que Fred la agarraba del hombro y miró hacia atrás para ver que tanto él como George estaban completamente sorprendidos por la vista—. "Pero los Weasley se enfrentaron a ellos, Longbottom, Luna, Draco, lucharon contra ellos. Y si creen que los mortífagos fueron indulgentes con ellos porque eran menores de edad, están equivocados. No les importa eso. Diablos, ni siquiera creo que les importen a que Casa pertenecen. Si se enfrentan a ellos, intentarán matarlos. Francamente, es probable que lo hagan. Dejen la lucha a los que pueden. Esta no es una aventura en la que puedan ser como Harry Potter, esto es la guerra y es real. No es cobarde correr cuando no puedes luchar para empezar."

"Bien dicho, señor Snape" —dijo la tía Min, poniendo una mano sobre su hombro—. "Ya ven la puerta por la que entró la gente, salgan por ella. Un hombre llamado Aberforth Dumbledore los estará esperando al otro lado."

"¡Síganme!" —gritó Daphne Greengrass—. "Les mostraré la salida, me aseguraré de que lleguen sanos y salvos."

"¿Deberíamos…?" —preguntó George.

"Definitivamente" —respondió Fred, y soltó su hombro para unirse a George, que caminaba hacia Percy.

"Supongo que se están reconciliando" —dijo Neville, de pie junto a ella mientras observaba a los gemelos hablar con Percy.

"Bien" —dijo—."No es momento de guardar rencor."

"Sí" —dijo Neville. "Entonces, probablemente sea un buen momento para que sepas que yo... bueno, reconciliarme con tu padre implicaría que estábamos en buenos términos para empezar, pero…"

"Me alegra oírlo, Nev" —dijo Aurora.

"¿Sí?" —preguntó, y cuando estaba a punto de agregar algo más, Ginny lo interrumpió.

"Deberías saber que tu hermano casi se suicidó varias veces, a pesar de que traté de asegurarme de que no lo hiciera" —dijo mientras se acercaba a Aurora y le daba un abrazo.

Aurora le devolvió el abrazo felizmente. "Me contó un poco sobre eso."

"Fue bastante valiente" —la voz de Luna se unió a ellos, y Ginny se alejó de Aurora para dejar que su otra amiga la abrazara.

"No tengo dudas de que lo fue" —respondió Aurora, dando un paso atrás y viendo a Harry acercarse a ella.

"Rory" —dijo—. "Aparentemente voy a ir con McGonagall, pero después, bueno, todavía tendremos que encontrar una manera de llegar a la serpiente."

"¿Nos vemos cerca del vestíbulo de entrada?" —preguntó.

Harry asintió. "Se lo diré a Ron." Y se fue.

"¿Qué pasa con los túneles secretos y las entradas?" —pensó Aurora en voz alta, luego fue hacia la tía Min—. "¿Qué pasa con los túneles secretos de entrada y salida?"

"Bueno, sugeriría que tú, el señor Longbottom y el señor Finnegan se dediquen a volarlos."

"Podríamos ayudar con eso" —dijo George mientras él y Fred se unían a ellos.

"Sí, yo diría que ustedes dos sin duda podrían" —coincidió la tía Min con una sonrisa—. "Bueno, adelante."

"Harry" —dijo Aurora, tocándole el brazo mientras se acercaba a la tía Min—. "¿Tu mapa?"

Harry buscó en sus bolsillos y lo sacó. "¿Lo necesitas?"

"No" —dijeron los gemelos al mismo tiempo que Aurora y Neville dijeron: "Sí." Harry simplemente se encogió de hombros antes de entregárselo y salir de la habitación con la tía Min.

"Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas" —dijo Aurora, tocando el mapa con su varita—. "Probablemente podríamos hacer esto mejor en parejas. Tal vez Seamus con…"

"Creo que Fred y yo deberíamos dividirnos" —la interrumpió George, y ella frunció el ceño.

"¿Quieren estar separados?" —preguntó.

"Solo tenemos un mapa" —dijo Fred—. "Y conocemos los pasadizos mejor que nadie."

"Lo que haría que el mapa fuera bastante inútil si los conocemos todos."

"Dáselo a Gin" —sugirió George—. "Ella no va a pelear."

"¡Maldita sea si no!" —respondió Ginny con vehemencia.

"No eres mayor de edad" —le recordó Fred.

"Podría simplemente tomar la poción Multijugos para ser Aurora y nadie notaría la diferencia" —replicó ella en desafío.

"Eso sería inquietante" —dijo Fred, haciendo una mueca.

"Creo que depende de Gin como quién lucha" —dijo Aurora—. "Y si los dos quieren separarse, bien" —le entregó el mapa a Ginny—. "Tal vez ustedes dos podrían asegurarse de que todos los estudiantes más jóvenes salgan sanos y salvos. Y estar atentos a los posibles mortífagos que aún puedan estar rondando dentro."

"Puedo ayudar con eso" —dijo Blaise mientras se acercaba por detrás de Ginny y le tocaba el hombro—. "Sé quiénes pretenden frente a los Gryffindor y quiénes son genuinos."

"Gracias" —dijo Ginny, sonriéndole un poco demasiado tímidamente.

"Bien, bien" —dijo Aurora, volviéndose hacia los demás.

"Yo iré con Finnegan, tú con Fred y Neville" —dijo George bastante rápido.

"Bien" —dijo Aurora, con su sonrisa vacilante—. "Hagámoslo."

—S—

"¡Amycus! ¡Alecto!" —gritó Severus, deteniendo su inútil patrulla. Se dieron la vuelta bruscamente, confundidos. "Tenemos noticias de que Potter fue visto en Hogsmeade" —dijo, haciéndoles señas para que lo siguieran.

"¿Qué vamos a hacer, director?" —preguntó Alecto, luciendo como si quisiera aferrarse a su brazo.

"Haremos lo que debemos hacer" —respondió Severus—. "Vamos a reunir al personal, asegurarnos de que sepan lo que se supone que deben hacer" —dijo, guiándolos fuera de las mazmorras y hacia el vestíbulo de entrada.

Fue cuando entraron que Minerva bajó las escaleras, aparentemente sola.

"Minerva" —dijo Severus en un tono sedoso que podría haber hablado de peligro y advertencia.

"Severus" —dijo ella secamente.

"Han visto a Potter en Hogsmeade" —dijo, mirando a su alrededor, preguntándose si el chico no había seguido el plan después de todo—. "Convoca al personal, asegúrate de que sepan que sí lo ven, deben traerlo ante mí."

"¿Y si no lo hago?" —preguntó ella, con los labios fruncidos de tal manera que podría haber parecido petulante, si no fuera por la arruga de humor cerca de sus ojos.

"Si no lo haces" —dijo lentamente—, "habrá... un castigo. Acorde, por supuesto, a la gravedad de tu infracción."

Los Carrow detrás de él rieron disimuladamente.

"Parece que, a pesar de sus exhaustivas estrategias defensivas, todavía tienen un pequeño problema de seguridad, Director" —la voz de Potter llegó desde detrás de Minerva, y sintió que los Carrow sacaban sus varitas, mirando a su alrededor en busca del intruso.

"En efecto" —dijo Severus, justo cuando Potter se quitó la capa, con la varita en la mano.

Severus se giró, varita en mano, listo para aturdir a los Carrow.

Cayeron y, mientras lo hacían, Theo Nott entró desde el Gran Comedor. Miró los cuerpos en el suelo como si no fueran más que tierra arrastrada por las huellas, luego miró a Severus. "La sala médica está lista."

"Bien" —dijo Severus, luego se volvió hacia la mujer que consideraba familia—. "Minerva, tu brazo."

Ella frunció el ceño, levantando vacilante su brazo derecho. Él lo sujetó por su codo, obligándola a tomar el suyo en algo que imitaba un Juramento Inquebrantable. Sus ojos se abrieron con preocupación.

"Yo, Severus Tobias Snape, estando en pleno uso de mis facultades, cedo el control de las protecciones y del castillo a Minerva Isobel McGonagall, instalándola como directora del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería."

Un remolino de magia roja, verde, amarilla, azul y púrpura envolvió sus brazos, comenzando por Severus y terminando en Minerva, transfiriéndole su poder. Su mente lentamente comenzó a sentirse extrañamente silenciosa, y sintió que la escuela lamentaba su pérdida mientras celebraba otro director digno.

"Severus… yo… yo no…"

"Mientras sea director, la escuela puede dejarlos entrar y evitará que hagas lo que es necesario. Creo que hasta el momento adecuado, debería seguir fingiendo que estoy de su lado. Al menos hasta que la serpiente sea asesinada. Si puedo, despistaré a los otros mortífagos de la pista de Potter, ganaré más tiempo antes de que esto termine. Además, siempre debiste haber sido tú".

"No sé qué decir, muchacho", respondió ella, con su acento cada vez más marcado.

"No digas nada", respondió él.

"Bueno". Se dio la vuelta y miró alrededor del vestíbulo de entrada. Abrió los brazos y gritó: "¡Piertotum Locomotor!".

Las estatuas y las armaduras empezaron a cobrar vida, lo que hizo que Theo y Potter se acercaran un poco más a los profesores mientras los que formaban parte de las paredes aterrizaban con un estruendo en el suelo.

"Hogwarts está en riesgo", les dijo Minerva. "¡Vigilen los bordes, protéjannos! Cumplan su deber para con la escuela". Continuaron marchando uno por uno en dos filas hacia las puertas principales.

Era una vista asombrosa, una que dejó a Severus con la boca abierta. Nunca había visto el hechizo realizado a tal escala, y ver todas las fachadas y la decoración de los lugares comunes del castillo levantarse y seguir el llamado a las armas le levantó el alma. Escuchar a la bruja que se reía a su lado también ayudó. Se volvió hacia Minerva, arqueando una ceja, con una sonrisa burlona en su rostro. Ella se volvió hacia él con una sonrisa vertiginosa.

"Siempre quise usar ese hechizo", dijo, con la voz quebrada por la alegría.

Severus resopló, sacudiendo la cabeza y ya no conteniendo su sonrisa.

Se volvió hacia Potter. "Antes de irme, quería darte esto" —le dijo al muchacho, metiendo la mano en su túnica, dudando un momento y luego sacando la piedra que había colocado en su bolsillo interior antes de salir de su oficina.

Tuvo mucho cuidado de no girarla tres veces, apenas la hizo rodar entre sus dedos. No quería dársela, porque darle la piedra a Potter significaba admitir que el anciano tenía razón. Pero supo que en el momento en que vio a Voldemort con esa varita en su mano, que tenía que hacerlo.

"¿Qué es eso, señor?" —preguntó Potter mientras se guardaba la capa en el bolsillo y extendía la mano para recibir la piedra.

"Un recuerdo" —respondió—. "Si te encuentras frente a una tarea imposible, gira la piedra tres veces y encontrarás el consuelo que siempre has necesitado."

Potter frunció el ceño pero se guardó la piedra en el bolsillo de su chaqueta.

Fue un alivio saber que la tenía, y una vez hecho eso, Severus se volvió hacia Theo. "Invoca a Voldemort."

Theo se puso rígido. "¿Acaba de decir…?"

"¿Su nombre? Sí. Es un apodo tan ridículo y merece ser ridiculizado. Incluso si mi única forma de hacerlo es pronunciarlo."

Theo resopló, puso los ojos en blanco, dudó, luego presionó su mano sobre su Marca Tenebrosa. "Está aquí" —dijo, y luego miró a Severus. Asintió con la cabeza hacia el joven, luego miró hacia el Gran Comedor. Su esposa estaba allí y debería ir a decirle algo. Debería decir algo, por si acaso. Pero no podía, no podía hacerle eso. Ella estaría bastante preocupada como estaba, sin haber visto a Aurora todavía, sabiendo que iba a luchar.

"Ayudaré a los profesores y a la Orden a asegurar las protecciones" —le dijo a Minerva. "Y hasta que me llamen, cosa que estoy seguro de que ocurrirá, intentaré asegurarme de que nadie que entre en los terrenos del castillo logre entrar en él."

"Ten cuidado, Severus" —dijo Minerva—. "Tu hijo querrá conocer a su padre, no solo oír hablar de él."

Con un gesto de asentimiento, Severus se fue, obligándose a no mirar atrás, al Gran Comedor.

—A—

Se quedó parada con su varita en mano frente al último túnel de su lado del castillo. Con George llevándose a Seamus y Dean con él, habían dividido la tarea a la mitad, aunque estaba tomando más tiempo de lo esperado debido a la distancia entre los túneles y los hechizos necesarios para cerrarlos.

"¿Escuchan algo?" —preguntó Neville, y Aurora se esforzó por escuchar. Hubo un murmullo, algo así como voces que venían de lejos.

"Buena noche para un paseo, ¿no?" —gritó Fred por el túnel, y las voces de repente se hicieron más fuertes. "Sí, hay alguien ahí abajo" —dijo, levantando su varita.

"Espera" —dijo Aurora, sujetándole el brazo—. "Hay gente ahí abajo, ¿no deberíamos simplemente bloquear la entrada?"

"Aurora, amor, superaría la aprensión de matar a alguien ahora mismo. Porque somos nosotros o ellos."

Ella entrecerró los ojos, pero sabía que él tenía razón, así que dejó caer la mano de su brazo.

"Lancen la carga, en tres, dos, uno..."

Ella y Neville lanzaron las pequeñas cargas que normalmente se usaban para los fuegos artificiales que hacían los gemelos, y por orden de Fred, las pequeñas cosas explotaron con más fuerza de lo habitual. El túnel se derrumbó.

"Ya está", dijo Fred, frotándose las manos y mirándolas con una sonrisa. "Ahora, ¿qué sigue?"

"Necesitamos gente apostada alrededor del castillo", les dijo Kingsley mientras él y Remus pasaban por ahí.

"Tengo que ir con Harry", dijo Aurora. Miró a Neville, luego a Fred.

"Cuídate", dijo Fred, sosteniendo su mirada.

"Tú también", dijo. Aurora estuvo a punto de decir algo más, pero decidió no hacerlo. Fred le sostuvo la mirada incluso cuando se alejó, y luego se fue, trotando detrás de Kingsley.

"Señor Longbottom "—gritó la tía Min desde el final del pasillo—. "¿Podría ir con el señor Finnegan y hacer algo con el puente que lleva al campo de quidditch?"

"Sí, señora" —dijo Neville, y luego se volvió hacia Aurora—. "Ten cuidado" —dijo, ahuecando su mejilla.

Ella tomó su muñeca, bajando su mano para apretarla. "Tú también" —dijo y luego se dio la vuelta para buscar a Harry.

Se quedó helada cuando el castillo se volvió inquietantemente frío y las antorchas y velas se atenuaron.

"Sé que se están preparando para luchar" —una voz escalofriante detuvo a Aurora—. "Sus esfuerzos son inútiles. No pueden luchar contra mí. No quiero matarles. Tengo un gran respeto por los profesores de Hogwarts. No quiero derramar sangre mágica. Denme a Harry Potter y nadie será dañado. Denme a Harry Potter y dejaré la escuela intacta. Denme a Harry Potter y serán recompensados. Tienen una hora."

La voz se detuvo, la luz volvió y Aurora se apresuró a llegar al vestíbulo de entrada para encontrarse con Harry.

Se sorprendió por el guardia de piedra en la entrada. Miró a su alrededor, preguntándose dónde estaban los demás.

"Rory" —llamó Ginny y se giró para verla a ella y a Luna caminando hacia ella—. "¿Dónde está Nev?"

"Se fue a encargarse del puente del campo de quidditch. ¿Has visto a Harry o a Draco? ¿A Ron?"

"Draco fue a ayudar a sacar a los Slytherin más jóvenes, Ron está con los Gryffindor. Creo que Harry estaba con…"

"Estoy aquí" —jadeó—. "Lo siento, estaba... estaba hablando con Remus y Sirius."

"¿Dónde está Sirius?" —preguntó Aurora, solo ahora dándose cuenta de que no lo había visto.

—H—

"¿Harry me vio?" —le preguntó Hermione a Sirius mientras caminaba hacia donde estaban ella y Molly. Habían colocado barreras alrededor del Gran Comedor, tan fuertes como pudieron, con la ayuda de Cissy y Andy. Este sería un espacio seguro para los heridos. Un lugar donde…

Ni siquiera podía pensar en ello. No quería hacerlo, no si eso significaba que alguien de su propia familia, extendida o no, podría terminar aquí. Pero era casi inevitable, ¿no?

"No" —dijo Sirius, sacudiendo la cabeza—." Al menos, no la parte que te preocupa. Me preguntó sobre la piedra que Severus le dio y qué significaba."

"¿Y se lo dijiste?"

"No pude" —dijo Sirius—. "Quería hacerlo, pero las palabras me fallaron." —Se aclaró la garganta—."No puedo perder la esperanza, todavía no. No sé si creo en todas estas tonterías de cuentos de hadas, pero quiero creer."

"Babbity Rabbity me hace cuestionar si hay algo de verdad en ellas", bromeó Hermione.

"Sí", asintió Sirius. "Pero ¿soy tonto por tener esperanzas?"

"No", aseguró Hermione. "No creo que lo seas".

El primer estallido señaló un ataque a las barreras, y Hermione extendió una mano para equilibrarse sobre Sirius.

"Realmente no deberías estar aquí, no en tu condición", reprendió Poppy.

"No voy a dejar a mi familia".

"Suenas como Nymphadora", dijo Andrómeda desde unos catres más allá.

"¿Dónde está?", preguntó Hermione.

"En la taberna, asegurándose de que nadie se quiera pasar de listo e intente regresar aquí", respondió Andrómeda.

Entonces Hermione miró a Narcissa, que estaba mirando por las ventanas con tristeza. Se acercó a su amiga, colocando una mano en su hombro, que Narcissa correspondió. "Está ahí fuera" —dijo en voz baja.

"Sí" —respondió Hermione.

"Anhelaba una reunión, pero nunca en estas circunstancias."

Hermione no sabía qué podía decir a eso, así que simplemente se quedó quieta, en silencio, mirando cómo atacaban las barreras.

"Llegarán pronto" —dijo para romper el silencio.

"No puedo quedarme aquí" —dijo Sirius, captando la atención de Hermione. Le sonrió con tristeza. "Buena suerte, gatita."

"A ti también, Sirius."

Él sonrió un poco más genuinamente y la besó en la mejilla. Ella sonrió, le devolvió el gesto y luego volvió a mirar la ventana. Las barreras ardían más, casi se habían deshecho, y respiró profundamente. Su corazón latía con fuerza y luchó contra el miedo nervioso que se alzaba en su interior. Debería haber estado ahí fuera, luchando, protegiendo a su familia. En cambio, fue tonta, olvidadiza y, aunque ya amaba a su tercer hijo, lamentaba el momento. Pero lo hecho, hecho estaba, y no había forma de volver atrás y detenerlo.

—L—

Los de primer año temblaban. Los de segundo no estaban mucho mejor. La mayoría de los de tercer año intentaban mostrarse valientes y hacían todo lo posible por consolar a los más jóvenes. Los de cuarto y quinto año, e incluso algunos de sexto, estaban impacientes e inquietos. Algunos ya habían regresado al túnel, colándose en la pelea. Idiotas, todos ellos.

La bruja, Nymphadora, con un embarazo casi tan avanzado como el de su madre, intentaba ayudar en lo que podía mientras actuaba como si fuera a defenderlos a todos. Tal vez lo haría, era una auror después de todo, pero se movía lentamente.

Y luego hubo una sorpresa que no había esperado cuando los guió a la taberna: la abuela Delia.

Al parecer, Oliver había oído lo que estaba sucediendo, y cuando se lo había contado a su madre, ella también había venido.

"Leo, querido", dijo mientras se acercaba a ella.

"¿Hay algo que pueda hacer?", preguntó.

La abuela Delia miró por encima del hombro a la masa de niños acurrucados juntos, encogiéndose y gimiendo con cada golpe y ruido fuerte. Su severidad se desvaneció y sus labios se curvaron ligeramente hacia abajo. "No sé, cariño", dijo.

"Deberíamos distraerlos. ¿Quizás lanzar un patronus?", sugirió Nymphadora.

Delia negó con la cabeza. "Apenas podía hacer un incorpóreo antes de que muriera mi esposo. No soy tan buena con ellos ahora".

"Sí", suspiró Nymphadora, su mano haciendo círculos en su vientre. Eso golpeó a Leo en el corazón, la acción similar a la que había visto hacer a su propia madre incontables veces. Sintió nostalgia momentánea.

Sacó su varita, la examinó, recordando haber ido a la tienda de varitas de Ollivander con sus padres para conseguirla. Y luego amenazar a Fred Weasley inmediatamente después. También recordó cuando los gemelos, más bien Fred, le enseñó el hechizo que usó para las cajas Aurora.

El interior de la taberna estaba oscuro, polvoriento y sucio, y no resultaba nada reconfortante. Apuntando con su varita al techo, murmuró: "Et Aurorae".

La multitud suspiró y jadeó, con los ojos muy abiertos mirando hacia el techo donde los distintos colores bailaban y se entrelazaban.

"Bueno, es un truco ingenioso", dijo Nymphadora, sonriendo.

Leo se encogió de hombros. "Es algo".

"Probablemente tengan un poco de hambre", dijo Delia pensativamente. "Sed".

"Aberforth no es el mejor cocinero", explicó Nymphadora.

"No, pero nunca fui demasiado mala en eso", dijo mientras se movía detrás de la barra, echando un vistazo a lo que Aberforth tenía a la mano. "Estoy segura de que podría hacer algo".

"¿Qué tal si vigilamos la puerta?", preguntó Nymphadora.

Una estudiante mayor, una que parecía familiar, se puso de pie y apuntó con su varita a la puerta, desapareciéndola. "¿Qué puerta?". Dijo, ganándose una pequeña risa.

Después de esto, los demás se calmaron, y la chica que había hecho desaparecer la puerta pareció notar que Leo la miraba. Sabía que debía mirar hacia otro lado, especialmente porque sabía que estaba siendo grosero, pero no podía evitarlo. La conocía pero no podía identificarla.

"Daphne dijo que eras raro, pero no pensé que se refiriera a esto", dijo la chica finalmente.

"¿Conoces a Daphne?", preguntó Leo.

"Ella es mi hermana", respondió Astoria con una sonrisa burlona.

"Sí, bueno, te pareces lo suficiente a ella como para que me quedara mirando, aunque solo sea para comparar tu cara con la de todos los que conozco", explicó. Ella asintió, luego regresó con sus amigos, y Leo se giró para ver a la abuela Delia enseñando a algunos estudiantes cómo ayudarla en la escasa cocina.

Otro estruendo llenó la noche, mucho más fuerte que el anterior, pero no los amedrentó demasiado. No por ahora, al menos.

—A—

A pesar de lo mucho que querían, no pudieron encontrar y destruir a la serpiente de inmediato. Una hora pareció pasar volando cuando empezó a reinar el caos. Además, estaba bastante segura de que Voldemort no les había dado una hora entera, aunque no podía estar segura.

De cualquier manera, no pasó mucho tiempo después de que a Aurora y Harry se les unieran Ron y Draco que comenzó el ataque. Los mortífagos y los carroñeros estaban asaltando el castillo. Pero Voldemort no estaba a la vista.

"¿Cómo vamos a encontrarlo?", preguntó Ron durante una breve pausa en la lucha.

"Potter podría encontrarlo", dijo Draco, girando su varita para aturdir a un mortífago que se dirigía en su dirección.

"¿Crees que es una buena idea aquí?", preguntó Harry, su oración puntuada por una explosión en algún lugar del castillo.

"Te cubriremos", dijo Draco, y sin necesidad de que se lo dijeran, él, Aurora y Ron rodearon a Harry de manera protectora.

Unos cuantos mortífagos más los vieron y comenzaron a batirse a duelo de inmediato. Aurora luchó y, cuando supo que estaban a punto de volverse más violentos, transformó a uno de ellos en un arpa. Sus compañeros quedaron aturdidos lo suficiente como para que Draco y Ron se deshicieran de ellos rápidamente.

"Está... está en... el lago. Está en el cobertizo para botes", respondió Harry.

"Entonces, ni siquiera está peleando", dijo Aurora entre dientes.

"No, pero al menos no tenemos que ir muy lejos. Vamos", dijo Harry, y se abrieron paso a través del castillo para salir cerca del lago. Significaría correr hacia el cobertizo para botes al aire libre, expuestos, pero podría ser mucho peor.

Doblaron por el último pasillo cerca de la salida, cuando una voz familiar hizo que Aurora y Ron se detuvieran, haciendo que Draco y Harry se detuvieran. Fred, junto con Percy y Lee, estaban luchando con un grupo de mortífagos. Y estaban ganando.

Entonces, ¿por qué tenía un mal presentimiento?

Pareció que todo se movió en cámara lenta. Vio a un mortífago, con una mueca de odio en el rostro, apuntando su varita por encima de las cabezas del trío. Estaba empezando a lanzar un Reducto, y no hacía falta ser un genio para entender su plan. El trío podía haber estado ganando, pero estaban justo debajo de una gruesa alcoba, al lado de una viga de soporte que claramente ya había recibido algunos golpes. Sabía, sin lugar a dudas, lo que sucedería cuando se lanzara el hechizo. Lee tenía un escudo levantado, Percy estaba fuera de lo que sería lo peor del golpe.

Fred estaba en la zona cero.

El hechizo salió de los labios del mortífago.

La voz de Aurora era estridente y fuerte. "¡Accio chaqueta de Fred!".

Él fue jalado justo cuando el hechizo golpeó la pared, pero los escombros cayeron sobre él. El polvo se levantó a su alrededor, y ella apenas podía ver su cabello rojo a través de él.

Algo así como rabia y fuego se acumuló dentro de ella, y antes de que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, Aurora estaba lanzando maldiciones y hechizos violentamente a los mortífagos. Ron estaba justo a su lado, y no le importaba si era él o ella quien causaba que los bastardos sangraran. No eran humanos, eran monstruos. Monstruos que mataban a su propia gente porque los consideraban inferiores, no más que animales. Sí, parte de ello era que habían...

Ni siquiera quería pensar en ello.

Con los mortífagos caídos, se movió hacia donde Percy estaba llamando desesperadamente a su hermano, donde Lee miraba conmocionado, y donde Ron había caído de rodillas.

Aurora hizo lo mismo, sacudiendo la cabeza, su corazón latía con fuerza, su garganta se cerraba. Quería tocarlo, pero no se atrevía.

"No", dijo. "No, no, por favor, no. No". Estaba en pánico, mirándolo. Sus piernas estaban aplastadas, su brazo izquierdo parecía estar también debajo de la piedra, sus ojos estaban cerrados y había un corte desagradable en su cabeza. Ella lo tocó, se obligó a hacerlo, sus manos temblaban. Si ella intentara sanarlo, lo sabría. Si tan solo pudiera mantener sus manos firmes.

"Está vivo" —dijo Ron con voz aguda—. "Tiene pulso. Apenas."

"Hay que quitarle la piedra de encima" —dijo Lee rápidamente, y Aurora dio un paso atrás, no queriendo estorbarles. Podía ver mucha sangre filtrándose de debajo de la piedra, y Fred se veía mucho más pálido de lo que debería.

"Ve con Harry, Rory" —dijo Ron.

"No." —Sacudió la cabeza, incapaz de apartar los ojos de Fred.

Fueron las manos de Ron sobre sus hombros las que le hicieron apartar la mirada, y miró sus ojos temerosos y suplicantes. "Ve con Harry. Deshazte de la serpiente. Fred no querría que lo vieras así. Y si... y si…"

"Será mejor que lo mantengas con vida, Ronald Weasley" —amenazó con voz quebrada.

Él le apretó los hombros. "Mantén a Harry con vida" —dijo, y con ese entendimiento entre ellos, ella se soltó de su agarre y se reunió con Draco y Harry cerca. Draco puso su mano sobre su hombro, miró hacia atrás al desastre e hizo una mueca. Ella no quería saber y estuvo agradecida cuando Draco le dio un pequeño empujón y se quedó a su lado mientras salían.

—H—

"¡Lucius!" El jadeo de Narcissa hizo que Hermione levantara la vista de su paciente hacia Lucius. Pero el hombre que tenía delante no era el Lucius Malfoy que recordaba. Estaba demacrado, gris en lugar de pálido, su cabello era un completo desastre.

Miró a la gente que estaba dentro, todos tan jóvenes, y apenas le prestó atención a su ex esposa. En cambio, sus ojos se encontraron con los de ella. Y eran completamente de disculpa.

"Se fue a ver al Señor Oscuro" —dijo apenas por encima de un susurro—. "Tú... iba hacia el cobertizo para botes. Junto al lago."

El corazón de Hermione se hundió y todo el aire abandonó sus pulmones. "Él está…" —No pudo terminar la frase, porque sabía lo que eso significaba. Las conclusiones a las que había llegado Voldemort.

"¿Alguien ha intentado aparecerse?" —preguntó, mirando alrededor de la habitación.

"No, pero Hermione, incluso si pudieras" —dijo Narcissa, mirando el vientre de embarazada de Hermione.

"Tampoco puedo correr por los jardines y llegar allí, y tengo que hacerlo."

"Hermione" —dijo Lucius con pesar—. "Pasé junto a Severus ya hace un rato. Él… él estaba en camino hacia allí. Probablemente ya esté…"

Hermione silenció a Lucius.

"Me niego a creer eso" —dijo, y luego cerró los ojos y se concentró. Destino, Decisión, Desenvoltura.

Pero no pasó nada.

Cubrió el sollozo desesperado que intentaba escapar de ella con su mano, tratando de pensar en una forma de llegar a su esposo.

Lucius se acercó a ella, con la mano metida en el bolsillo de su túnica. Ella observó, lo des-silenció y esperó que su suave sonrisa significara algo.

"No puedes correr por los jardines ahora" —dijo amablemente—. "Pero puede haber una forma en que aún puedas estar allí."

"¿Cómo?" —preguntó, con lágrimas picándole los ojos. "Lucius, ¿cómo? No puedo… tengo que intentar hacer algo."

Él asintió. "Nunca me olvidé de ti" —dijo, y el extraño cambio de tema hizo que Hermione se encogiera de hombros y sacudiera la cabeza. Necesitaba llegar a Severus, no un viaje por el callejón de los recuerdos. "No de quién eras" —continuó Lucius—, "antes de que fueras la aritmántica Hermione Snape. Aun así, me llevó un tiempo entender, hacer la conexión entre tú y Hermione Granger. Ella desapareció, para nunca más ser vista ni saber de ella. Y luego apareciste en los registros del Ministerio, solo veinte años antes."

Sus ojos se abrieron de par en par. "¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?" —preguntó, sin molestarse en ocultar la verdad.

"Desde justo después del ataque de Arthur Weasley, cuando estaba tratando de encontrar una manera de complacer al Señor Oscuro atrayendo a Potter."

"¿Y te quedaste callado?"

"Eres familia" —respondió él—. "Severus es lo más cercano que tengo a un hermano, a un amigo. Y tú eres su esposa, lo que te convierte en familia."

Hermione sacudió la cabeza, sin estar segura de qué decir.

Sacó una cadena de oro de su túnica. "Severus y yo fuimos a las bóvedas hace poco, y encontré esto en la bóveda de los Lestrange. Dudo que alguien de la familia supiera qué era, de qué era realmente capaz. Pero tú sí, ¿no?"

"¿Cómo podré pagarte por esto?" —preguntó mientras tomaba el giratiempo.

"Destrúyelo cuando hayas terminado. No nos preocupemos de que esto termine en las manos equivocadas."

Ella asintió, poniéndose la cadena alrededor del cuello. "Gracias" —dijo. Trató de abrazarlo lo más rápido que pudo antes de enviarse cuatro horas atrás, justo antes de que todo comenzara.

—S—

Nunca antes sus pasos le habían hecho pensar en una marcha fúnebre. A menudo sabía que significaban la perdición para los estudiantes que se portaban mal. A veces, si necesitaba diversión, repetía la marcha imperial en su cabeza y ajustaba su paso. Había caminado para encontrarse con el Señor Oscuro docenas de veces, pero nunca había sentido que marchaba hacia su muerte.

El momento en que vio la varita en la mano de Voldemort fue el momento en que supo que lo llevaría a su fin. No le había dicho nada a Hermione, pero pensó que ella podría haber sospechado. Porque había matado a Dumbledore. Pero no lo había desarmado, Nott lo había hecho. Y luego él había desarmado a Nott cuando había detenido una pelea entre Slytherins.

No había pensado en ello hasta el día que llevó los colmillos de basilisco a Potter y compañía. Había aparecido justo en frente de la tienda, las barreras adicionales le impedían entrar directamente. No se había dado cuenta de que Potter estaba detrás de él hasta que escuchó el grito, pero para entonces ya era demasiado tarde. Potter lo había desarmado y luego se había disculpado tímidamente.

Pero a pesar de todo, era perfecto. Porque una vez que vio que Voldemort tenía la varita, entendió lo que Albus había querido decir cuando dijo que Harry tenía que morir a manos de Voldemort en el momento exacto. Porque el viejo idiota lo había planeado, el final de cuento de hadas para la leyenda del Niño Que Vivió. Era como la amenaza conspiradora siempre había querido: Harry era el Señor de la Muerte y no lo sabía. Era el dueño de una varita invencible, que no lo lastimaría.

Severus también lo entendía: Albus siempre había planeado que Voldemort lo matara. Porque ¿cómo podría el bastardo sádico confiar lo suficiente en la lealtad de la varita si no mataba al hombre que asesinó a Albus Dumbledore?

Severus pensó en su hija. Aurora se había convertido en una joven bruja brillante y no tenía ninguna duda de que alguien la cuidaría por el resto de su vida. Pensó en su hijo, en como Leonidas había empezado a encontrar su camino en Hogwarts. Algún día sería un gran hombre. Pensó en el niño que no conocería. Lilia si fuera una hija. Y si fuera un hijo, quizás Alastor. Le debía mucho al difunto auror.

Pensó en Hermione y en lo diferente que podría haber sido su vida si no hubiera llegado a él. No podía imaginar que hubiera tenido la misma cantidad de amor, la misma cantidad de alegría que experimentó a través de ella. La vida no siempre era perfecta, pero no cambiaría nada de lo que había vivido con ella, ni siquiera un poco. Esperaba que todos sus hijos encontraran un amor así.

Cuando entró en el cobertizo para botes, aclaró su mente una última vez y entró para presentar su acto final.

—A—

Llegar al cobertizo de botes había sido más difícil de lo que ninguno de ellos había esperado. Resistencia por todas partes, en más formas de las que podrían haber imaginado. No se mencionó que todos estaban contentos de que Ron no estuviera con ellos cuando se encontraron con las arañas gigantes. Harry se refirió a ellos como los hijos de Aragog, pero a Aurora no le importaba lo que fueran, siempre y cuando murieran o fueran tras alguien más.

Llegaron al lugar y avanzaron tan silenciosamente como pudieron, bajo encantamientos desilusionadores, agachándose afuera de las ventanas a pesar de estar bajo el hechizo.

"No hay varita más poderosa", Aurora escuchó la voz de su padre al otro lado de las ventanas, y frunció el ceño. Miró primero a Draco, que estaba tan sorprendido como ella, y luego a Harry, que tenía una mirada temerosa en sus ojos. "Ollivander mismo lo ha dicho. Esta noche, cuando el muchacho venga, no le fallará, estoy seguro". Hubo una pausa y Aurora miró por la ventana para ver la espalda de su padre y a Lord Voldemort de pie no muy lejos de él, con la serpiente a su lado. "Le responde a usted, y solo a usted".

Hubo una pausa y el demonio con cara de serpiente sonrió. "¿Lo hace?"

Otra pausa y Harry puso su mano sobre el brazo de Aurora mientras ella fruncía el ceño.

"¿Mi señor?", cuestionó su padre.

"La varita, ¿realmente me responde a mí?", preguntó Voldemort, y Draco puso su mano sobre el hombro de Aurora mientras una sensación ominosa comenzaba a apoderarse de ella. El Señor Oscuro estaba comenzando a rodear a su padre, y con cada paso, ella se ponía más nerviosa. Con cada palabra, más temerosa.

"Eres un hombre inteligente, Severus", continuó Voldemort. "Seguramente debes saber... dónde reside su verdadera lealtad".

Dejó de dar vueltas, pero se alejó una buena distancia de él.

"Con usted", respondió su padre, con las manos todavía detrás de la espalda, aunque su varita apareció en una. "Por supuesto, mi señor."

"La Varita de Saúco no puede servirme adecuadamente porque no soy su verdadero amo" —dijo Voldemort, y Draco la sujetó con más fuerza—. "La Varita de Saúco pertenece al mago que mató a su último dueño."

"No" —dijo Aurora cuando todo lo que estaba escuchando tuvo sentido.

"Tú mataste a Dumbledore, Severus."

"No, papá, no" —dijo Aurora, y antes de que pudiera lanzarse hacia la puerta, Draco la agarró por la cintura.

"Mientras vivas" —dijo el Señor Oscuro—, "la Varita de Saúco no puede ser mía."

"No, no, déjame ir, no" —dijo, luchando contra Draco.

"Has sido un buen y fiel sirviente, Severus" —dijo Voldemort, y Aurora luchó más, con el brazo que sostenía la varita inmovilizado, un encantamiento silenciador colocado sobre ella justo antes de que Harry se uniera a Draco para sujetarla. Gritó a todo pulmón, se agitó, necesitando detener lo que estaba a punto de suceder. "Pero sólo yo puedo vivir para siempre."

"Mi Señor" —dijo su padre, y se movió, como si estuviera a punto de atacar o proteger, y entonces el Señor Oscuro movió su brazo y el padre de Aurora se desplomó. No había hechizo, no había luz, así que no era un Imperdonable. Aurora se detuvo por un momento, esperando escuchar el crujido de la Aparición mientras su corazón latía salvajemente en su pecho.

"Nagini, mata."

"¡Nooooooooo!" —La voz de Aurora no hizo ningún ruido, pero su garganta todavía le dolía por el grito, el agarre que los chicos tenían sobre ella casi no era suficiente. No quería escucharlo, los sonidos del maldito reptil atacando a su padre una y otra vez mientras él estaba solo al otro lado del cristal. No quería pensar que era su sangre lo que estaba viendo y no podía hacer nada al respecto. Sus gritos se fueron apagando hasta convertirse en sollozos.

Los sonidos se detuvieron, hubo un siseo, luego el sonido de la Aparición.

Draco y Harry la soltaron al instante y ella atravesó la puerta.

"Papá", lloró, corriendo a su lado. Él se giró débilmente hacia ella, con los ojos muy abiertos y aterrorizado mientras ella se desplomaba a su lado. "Por favor, no, por favor, no puedo..." dijo, presionando su mano en su cuello donde estaba lo peor, levantando su mano temblorosa con la varita, tratando de recitar su hechizo curativo.

Se oyeron pasos, pero no solo de Harry y Draco entrando. Eran pesados y sonaban como si estuvieran tratando de ir más rápido de lo que podían.

"Eres un estúpido". Aurora se dio la vuelta para ver a su madre pálida, con lágrimas corriendo por sus mejillas y muy, muy embarazada. "Eres un estúpido, maldición, como se te ocurre venir aquí".

"A-ro-a, Her-min-ie", respondió con voz ronca.

"¡No vas a morir!" Aurora se sobresaltó ante la respuesta muy vehemente de su madre. Observó a su madre meter la mano en la túnica de su marido y sacar frasco tras frasco: Poción Reabastecedora de Sangre, díctamo, algo verde fluorescente. "¡Vas a sufrir un largo y tortuoso sermón por someterte a los caprichos de ese... ese bastardo! Vas a tener cicatrices de por vida, pero por Dios, Severus, ¡no vas a morir esta noche! Aurora, haz que tu padre beba esto mientras hago el encantamiento, estás demasiado conmocionada" —exigió, y Aurora inmediatamente hizo lo que su madre le ordenó.

"Fred apenas está vivo" —dijo Draco, con la voz temblorosa—. "Lo vimos antes de venir aquí."

Los ojos del padre de Aurora se encontraron con los de ella, con compasión y pena, pero no importaba. Abrió el frasco con cuidado y lo ayudó a inclinar la cabeza hacia atrás mientras ella y su madre trabajaban en equipo para curarlo.

Aurora resopló. "Deberías encontrarlo", dijo mientras miraba a un Harry conmocionado. "Deberías encontrarlo y matar a la serpiente. Tú y Draco".

Harry pareció salir de lo que estaba pensando, mirándola por un momento antes de asentir. Miró a Draco, quien los miró.

"¿Están seguras de que ustedes dos tienen esto bajo control?" preguntó.

Aurora miró el cuello de su padre, viéndolo cerrarse lentamente.

"Sí", dijo, asintiendo con más fuerza de la necesaria. "Vayan. Todavía tenemos trabajo que hacer".

Se fueron, y quedaron solo los tres.

"Estás embarazada", dijo Aurora, encontrando la mirada severa pero avergonzada de su madre. "Sabía que algo estaba mal cuando me fui, pero deberías habérmelo dicho. ¿Lo sabe Leo? Por supuesto que lo sabe. Él estuvo aquí todo el tiempo. Maldita sea, que mal momento…"

"Rory" —dijo su padre con voz ronca, y ella se volvió hacia él. Él negó con la cabeza muy levemente. "Ahora no."

"Lo siento."

Su madre terminó el hechizo y se desplomó hacia atrás, con el sudor salpicando su cabeza. Hizo una mueca, frotándose el vientre.

"¿Voy a tener otro hermano o finalmente me van a dar esa hermanita que seguía pidiendo?"

Su madre se rió entre dientes, haciendo una mueca. "No lo sabemos."

Algo en la noche se volvió más oscuro, y Aurora se inclinó hacia su padre mientras miraba hacia el cielo.

"Han luchado valientemente, pero en vano" —la voz de Voldemort resonó en la noche—. "No quiero esto; cada gota de sangre mágica derramada es un terrible desperdicio. Por lo tanto, ordeno a mis fuerzas que se retiren. En su ausencia, desháganse de sus muertos con Potter, ahora te hablo directamente a ti…"

"Vuelve a la escuela." Su madre hizo una mueca. "Ve a ver cómo están las personas allí. Estaremos contigo tan pronto como podamos."

"¿Papá?" —dijo, volviéndose hacia su padre.

"Ve" —le aseguró, con la voz todavía ronca.

Puede que su voz nunca volviera a ser la misma, pero eso no importaba. En realidad no. Besando su mejilla y luego la frente de su madre, Aurora salió del cobertizo y comenzó su camino de regreso a Hogwarts.

—H—

En cuanto Aurora estuvo fuera del alcance auditivo, Hermione gimió. Hizo una mueca y jadeó cuando la contracción terminó, luego miró a su esposo, quien la miró comprendiendo lo que pasaba.

"Es demasiado pronto", dijo, su voz maravillosamente suave era áspera. A ella todavía le encantaba porque significaba que estaba vivo.

"Lo sé", dijo, haciendo una mueca de nuevo. "Pero el estrés mágico..." Esta vez, la contracción fue mucho más fuerte y mucho menos espaciada que la anterior.

"Hermione", dijo tan duramente como pudo.

"Curarte, sí... y... y esto", dijo mientras sacaba el giratiempo de debajo de su ropa. "Tenía que llegar a ti. Tenía que asegurarme de que vivieras".

Él se veía completamente estupefacto y Hermione se rió entre dientes antes de que el dolor fuera demasiado. Cuando pasó, giró su varita hacia el cobertizo para botes y lanzó un hechizo de limpieza. "No alcanzaré a llegar a la escuela. Vamos a tener que hacer esto aquí."

"Demasiado pronto" —dijo de nuevo, presa del pánico.

"Severus" —lo regañó—. "Ambos estamos muertos. Protegeremos este lugar y tendré a este bebé porque es demasiado tarde para detenerlo. Con un poco de suerte... vendrán al mundo tan rápido como lo hizo Leo."

—A—

Cuando entró en el Gran Comedor, Aurora fue golpeada con toda la devastación de la batalla. Había tantos heridos, tantos muertos. Se abrió paso entre la gente, con el corazón encogido cuando vio a Kingsley entre los muertos, cerca de la entrada, donde los estaban colocando. Un poco más abajo, Romilda. Puede que a Aurora no le agradara la chica, pero no merecía morir. Recién había cumplido diecisiete años no hace mucho. Se había quedado para luchar y lo pagó caro. Comenzó a formarse un respeto post mortem por ella, pero Aurora no paró.

Continuó y luego se detuvo cuando vio a los Weasley. La señora Weasley estaba llorando sobre alguien. No era el señor Weasley, que estaba parado con su brazo alrededor de Ginny. No era George, que estaba de pie, bloqueando la vista de quién era. No podía distinguir. Ron la vio, miró el cuerpo y luego comenzó a caminar hacia ella.

Aurora empezó a sacudir la cabeza, asustada y aterrorizada. Había dicho la palabra «no» más veces durante las últimas horas que durante la mayor parte de sus años en Hogwarts, pero aun así la palabra se le escapó, asustada y desesperada.

"Oye" —dijo Ron, con los ojos rojos y húmedos—. "No es Fred. No es Fred."

"¿Entonces quién?"

"Percy" —dijo Ron con una sonrisa triste.

"Lo siento mucho" —dijo ella, atrayéndolo para abrazarlo.

"El maldito idiota se reconcilió con nosotros solo para que lo mataran" —dijo Ron con un resoplido, abrazándola con sorprendente fiereza—. "Pasó cuando estábamos tratando de liberar a Fred."

"¿Tratando?" —dijo mientras se separaban.

"Lo sacamos" —dijo él—. "Está allí con los heridos." Ron hizo un gesto y Aurora lo vio en un catre en el suelo, acostado al lado de Bill, Fleur al lado de su esposo. "Lo atacó un hombre lobo" —explicó sin que ella le preguntara—. "Dice que está bien, pero…"

Aurora asintió. "Voy a…"

"Sí" —dijo Ron, apretándole el hombro una última vez antes de regresar con su familia.

Se abrió paso a través del Gran Comedor, en dirección a los Weasley heridos. Le sonrió a Fleur, que la saludó cálidamente a pesar de todo, y se volvió hacia Fred. Sus piernas estaban cubiertas con una manta, o al menos lo que habrían sido sus piernas. Tenía la sensación de que ya no estaban allí.

"Ahí está" —dijo con voz áspera—. "La mujer que destruyó mi mejor chaqueta."

"Era eso o tus pantalones" —bromeó—. "Además, la chaqueta no se ve tan mal."

"El cuello se rompió."

"Mejor su cuello que tu cuello."

"Supongo que si" —dijo, y ella se acercó, arrodillándose a su lado—. "Te ves fatal."

Ella resopló, soltando una risa sin alegría. "Soy un huérfana según Voldemort."

"¿Tu papá?"

"Está bien, creo. Pero mamá estaba bastante enojada, así que eso podría cambiar."

Fred se rió entre dientes, su mano se extendió hacia ella pero no la tocó. "Tu mamá siempre fue aterradora."

"Rory" —dijo Ron mientras se acercaba a ellos, luciendo nervioso. "¿Has visto a Harry?"

"No desde que él y Draco dejaron el cobertizo para botes, ¿por qué?"

"Porque Malfoy acaba de entrar" —dijo Ron—, "y está solo."

Nota de la autora: No quiero ser pesimista ni nada, pero todavía queda la siguiente mitad de la batalla.

Nota de la traductora: Les dije que sería una montaña rusa! Primero, la autora no podía privarnos una última vez de ver a Dumbledore dándose cuenta de que todos sabían de su plan secreto, aunque al menos ahora ya no le quedó de otra más que resignarse.

Me encantaron los momentos entre Minerva y Severus, mucho más que la pelea que la película nos da, aquí su relación es cercana y familiar y aunque ninguno es muy sentimental, están consientes que podría ser la última vez que se vieran y actúan acorde a eso.

También me gustó ver a un Leo más seguro de si mismo, que puso la situación en perspectiva y que se aleja del Leo inseguro que vimos a su llegada a Hogwarts.

Uno de mis momentos favoritos fue el que ocurre entre Lucius y Hermione. Como bien sabemos por la conversación con Severus, Lucius sigue teniendo bastantes prejuicios de sangre pero llegó a un punto en donde, no es que haya dejado de creer lo que cree, es que ya no le importa. Y eso me parece muy canon. Lucius es un personaje que tomó muy malas decisiones y tenía ideas extremadamente prejuiciosas, pero también es una persona que pone a los suyos por encima de todo y es bonito ver que no solo considera a su esposa e hijo como "los suyos" sino también a los Snape.

Y bueno, un giratiempo evitó que la vida de Severus se volviera la miseria que fue en canon y ahora un giratiempo evita su muerte. Y en realidad creo que este ha sido el punto de este fic porque ha sido muy diferente al canon pesar de seguir el canon muy de cerca. Creo que, como había dicho antes, la autora juega con el concepto de "destino", ¿está todo predestinado o vamos creando nuestro propio destino? Creo que aquí nos muestra que si bien hay cosas que están destinadas a ocurrir, hay otras que dependen de las decisiones que tomemos, y como nuestra presencia puede impactar para bien la vida de otras personas. En este caso Severus estaba destinado a tener su encuentro con Nagini pero la presencia de la mujer que cambió su vida marca la diferencia, y me gustó que en lo que pensó que eran sus últimos momentos él piensa en ella, en la vida y familia que formó con ella y como sabe que sin ese viaje al pasado no hubiera tenido toda la felicidad que tuvo. Por otro lado, también Fred parece que estaba destinado a su experiencia cercana a la muerte pero gracias a la chica nacida del viaje de Hermione, su vida se salva de una forma muy similar a como se salva la vida de Sirius otro que fue salvado gracias al accidente con el giratiempo, al igual que Tonks, quien gracias a que la batalla se adelantó no estuvo en condiciones de pelear.

Y hablando de adelantarse, al parecer el nuevo miembro de la familia Snape estaba determinado a llegar al mismo tiempo que la batalla final y decidió que el mejor lugar era el cobertizo de botes donde su padre casi muere, un momento después de que padre casi muera. Como dirían en Jurassic Park: la vida se abre camino. Esperemos que todo salga bien, y que no perdamos a más gente en la segunda parte de la batalla.

PD. El detalle del que hablaba el capítulo anterior era el desarme de Severus a Theo y de Harry a Severus. Me gustó mucho la forma tan sutil en que la autora trabajó ese detalle pero de nuevo me hace pensar que el brillante plan de Dumbledore estaba demasiado basado en la buena suerte y solo resulta en canon por el poder del guion ya que así como aquí los desarmes se dan de forma completamente casuales, Harry pudo ser desarmado de forma aleatoria por, no se... Perico el de los Palotes y hasta ahí llegaba la estrategia de Albus. En fin. Nos leemos el siguiente capítulo.