24 / 10 / 2024

Prompt: Pedir Disculpas


El humo del té caliente se coló en las fosas nasales de Sou, un aroma cítrico que solía calmar sus nervios al momento de tener que pensar y tomar decisiones, al menos hasta ahora. Sentado en la cafetería de siempre, Sou miró la taza con desdén, apenas apreciando los toques que él dependiente del lugar solía ponerle a su mejor cliente. La verdad era que su mente estaba más ocupada pensando en ella, en Schilly.

La dejó dormir en su departamento, necesitaba tomar aire, despejar su mente, pensar que hacer. Las enormes ojeras en sus ojos rojos solo delataban su falta de sueño, había estado vagando por la ciudad toda la noche, buscando una respuesta ya sea en la soledad de las calles o en el interior de su cuerpo, pero no había encontrado más que un profundo arrepentimiento, arrepentimiento por haberle hecho tanto mal a la de Galar. Cuando el sol salió del horizonte, su primer instinto fue recurrir con quién siempre estaba libre, aún en una mañana tan fría como la de ese día: Marnie.

La chica se presentó un poco malhumorada por la hora, sin embargo, ver el rostro cansado de Sou le hizo preocuparse de golpe.

—¿Qué fue lo que pasó?

Sou negó con la mirada, cansado.

—Lo arruiné, Marnie… la arruiné.

La chica punk se sentó de inmediato. Conforme Sou le explicó lo que había pasado, en su rostro se fue dibujando una expresión de sorpresa al escuchar su relato. Marnie asintió al final que Sou terminó de hablar, hundiéndose de hombros.

—Así que finalmente te lo dijo —replicó, hundiendo su rostro en la taza de café.

—¿Ustedes ya lo sabían? ¿Por qué nunca me lo dijeron? —reclamó Sou con un tono de molestia.

—Sou… desapareciste por seis años, todos intentamos contactarte y jamás respondiste, y para cuando volviste... Schilly ya era otra persona —Marnie se quedó mirando su taza de café, en un intento de evadir el rostro afligido de Sou, como si buscara evitar decirle algo—. Nosotros… también pensamos que era una mala idea que volvieras.

A Sou se le hizo un hueco en el estómago. El que Marnie confirmara su pensamiento solo le hacia sentirse más miserable. Tragó saliva y miró al cielo, arrepentido de haber vuelto, reacción que hizo que Marnie arqueara una ceja.

—Tú también lo piensas, ¿verdad?

—Si —Sou asintió con pesadez, en su rostro se dibujó una expresión de clara frustración ante aquel asunto—. Fue una pésima idea, solo lo voy a arruinar más… pero no puedo irme, le prometí que no lo haría.

Marnie asintió, sabía de esa promesa, si era honesta le había sorprendido que lo hiciera, desde que lo conoció supo que no era mucho de hacer promesas, pero lo había hecho. Fue eso lo que le hizo respirar con calma y mirarlo directamente a los ojos.

—¿Por qué te fuiste? —preguntó, mirándole directamente a los ojos.

—Ya te lo había dicho —su ceño se frunció levemente.

—Si, me dijiste que no podías decirle te amo, lo sé, pero ya han pasado meses desde que están en esa relación rara y… ¿cómo te sientes con ello?

Aquella pregunta le pareció muy extraña. Intentó pensar en una respuesta, centrando sus ojos en su té, observando claramente su reflejo en el líquido. Buscó en sus adentros, recordando todo lo que había vivido estos últimos meses, una extraña mezcla de emociones que seguía sin entender del todo, como las pequeñas partes oscuras en su té: sin forma, sin aroma, pero ahí estaban, presentes. Le dio un trago, sintiendo lo mismo al beberlas que cuando pasa el tiempo con ella.

—Me gusta estar con ella, me hace sentirme bien, y pleno, pero… —Sou volteó a ver a Marnie— Siento que también que estoy haciendo mal, y no me gusta.

Una sonrisa calmada se plantó en su rostro, a pesar de la declaración.

—Sou, cuando estabas con ella antes, ni siquiera te preocupabas por esas cosas, no te importaba cómo es que ella estaba —Marnie movió su rostro con sutileza—. Creo que has cambiado, no sé si sea lo que ella necesita, pero debe saber que estás ahí, para ella —Marnie se llevó las manos a la barbilla—. ¿Ya te disculpaste con ella?

Sou se encogió de hombros. No lo había hecho, no había pasado por su mente algo tan simple como pedirle perdón, tal vez por qué nunca se dio la oportunidad, o por qué, en realidad, le aterraba hacerlo, cosa que Marnie identificó de inmediato.

—Necesitas hacerlo, sincerarte con ella —Marnie terminó su café de golpe.

—Pero… ¿y si no me perdona?

—No tiene que hacerlo, pero al menos le demostrarás que ya no eres el mismo de antes —dijo, tratando de acudir a su lado lógico—. En el peor de los casos, si no te perdona, ella daría el paso y se alejaría de ti, y te quitaría ese peso, ¿no?

Sou pensó por un momento las cosas por un momento. Tenía sentido la idea, y sería una solución muy simple a su paradoja. Y aun así, aunque quería verla feliz y libre, la idea de que lo apartara de su vida le hizo sentir un hueco en el estómago.

—Solo quiero que esté bien…

—¿Pero? —Marnie arqueó la ceja, intentando que terminara su oración.

—No quiero alejarme de ella tampoco.

Ante aquella respuesta, Marnie solo sonrió, optimista por lo que estaría por pasar.

[...]

Sou pensó por mucho tiempo la forma de hacerlo. De alguna forma quería asegurar el hacerla sentir mejor, pero a su vez, que no se alejara de él. Meditó mucho la forma y el lugar hasta que un recuerdo lejano asaltó su mente. Cuando tuvo la idea no tardó mucho en enviarle un mensaje, citando en el sitio donde había comenzado todo.

El bosque Oniria le dio la bienvenida con su característico clima helado que le hizo temblar conforme más se adentraba. El lugar estaba en completa calma para ser el ocaso, con los pokémon huyendo de su paso y alguno que otro pokémon volador observando desde la copa de los árboles.

Se paró frente al enorme lago desde el cual se alcanzaba a mirar la pequeña edificación donde se habían encontrado la espada y escudo oxidados. Un escalofrío recorrió su piel al recordar su vieja obsesión por esos objetos, la forma en la que actuó con los demás. Dudo si aquel lugar era el mejor, pero ya le había avisado a Schilly, no había vuelto atrás. Mientras esperaba su llegada comenzó a repasar en su cabeza como hablar con ella, que decirle y cómo decírselo. No tuvo mucho tiempo de pensarlo, pues al poco rato pudo escuchar a alguien acercándose.

—¿Sou? —preguntó Schilly, confundida. El chico sintió como su corazón se agitó al verla, levantándose de golpe y acercándose a ella— ¿Ocurrió algo?

—N-no, nada, solo quería hablar contigo —confesó Sou, intentando ocultar su nerviosismo en su típico rostro de calma. Cosa que no logró, pues Schilly se preocupó de inmediato al verle—. Estoy bien, no pasada nada malo, te lo prometo.

—¿Estás seguro? Tienes esa expresión en tu rostro que…

Sou tragó saliva, Schilly podía leerlo más claro que él agua. Cerró los ojos y suspiró, repasando una última vez exactamente las palabras que le diría y cómo se las diría.

—Schilly yo… —Sou tragó saliva, nervioso— Yo quiero…

Le costaba expresarlo. Y no era por qué realmente no lo sintiera, podría jurar a Arceus que cada fibra de su ser se sentía mal al recordar el estado en el que la dejó, en todo el daño causado desde que la conoció, sin embargo, las palabras se negaban a salir de su boca hasta que Schilly se acercó con calma hacía él, sujetando sus manos y provocando un ligero espasmo.

—¿Quieres disculparte?

Su nerviosismo desapareció de golpe, sus expresión de incredulidad contrastaba con la mirada de calma de la chica, quién ya sabía de sus intenciones.

—¿Co-como lo sabes? —preguntó, incrédulo.

—Bu-bueno, Marnie me lo dijo —admitió, apenada—. Me habló un poco sobre lo que sentías y… bueno, me contó que querías hacerlo, pero no tienes que hacerlo si te cuesta…

—¡No! —Sou gritó, tomando las manos de Schilly con más firmeza— Tengo que hacerlo.

Schilly se sorprendió ante el cambio de actitud. Una mirada cálida se dibujó en su rostro, dándole la oportunidad de hablar.

—Yo lo siento… —lo dijo sin más, cerrando los ojos, dándole la oportunidad a lo que sentía de salir— Lo siento por todo, por haber sido un tonto en nuestra niñez, por ser un idiota en nuestra relación, por no haber sido lo que necesitabas en su momento y por irme como un cobarde, y también… por volver…

—Sou…

—Lo que me dijiste la otra vez me hizo darme cuenta por primera vez que te hice un daño irreparable, y que tal vez fue un error volver y pretender que podrías retomar lo nuestro, generarte otro trauma, y yo… lo siento, por todo.

Schilly se quedó congelada por unos segundos, no sabía qué decir o que pensar, mirando directamente a Sou antes de bajar las manos y mirar al estanque.

—¿Quieres sentarte?

Sou asintió, sentándose a la orilla junto a ella. Ambos se quedaron en silencio, pero la mente de Sou estaba demasiado inquieta, ansiosa, quería que Schilly dijera algo, pero solo se quedaba mirando al horizonte, al sol ocultándose poco a poco de su vista. Luego de unos minutos que parecieron horas, la chica finalmente habló.

—¿Quieres irte otra vez? —preguntó con un tono de voz reflexivo

Sou tragó saliva, debía ser sincero.

—No quiero hacerlo…

—¿Pero? —Schilly notó como había algo que se callaba.

—Schilly, desde que he pasado los últimos días contigo he estado… bien, como, feliz, me gusta estar contigo… pero quiero que estés bien, y sé que hice una promesa y quiero cumplirla, pero si tengo que decidir entre cumplirla y dañarte más, o que estés mejor sin mí, prefiero que estés mejor sin mí.

Schilly rió ante la respuesta de Sou, el chico arqueó la ceja, confundido.

—Pasaste de enfocarte en ti a enfocarte mucho en mí —Schilly miró su mano, inquieta.

—¿Eso te molesta? —preguntó.

Schilly no respondió, tomando su mano una vez más y acercándose a él.

—¿Qué es lo que sientes por mí?

Sou tragó saliva, nervioso al tener la mirada de la chica tan fija. Nunca la había visto de ese modo.

—Yo… —le costaba articular palabras— siento que mi vida se vuelve más soportable cuando estoy contigo, que todo tiene un sentido, mi cerebro se vuelve loco al verte, al sentir tus abrazos, al escuchar tu voz, ver tu rostro me hace sentir… que todo vale la pena —admitió, mirándola—. Y quiero que estés bien, que seas feliz, y si yo soy la causa de tus traumas entonces…

—Sou… —Schilly acercó sus manos a su rostro, tocando sus mejillas con las yemas de sus dedos— Tú no me tienes que salvar.

Aunque cautivado por la forma en que Schilly le miraba, esas palabras le hicieron sentirse extraño. Él era el culpable de todo, debía hacerse responsable de sus actos, sin embargo, Schilly no quería que lo hiciera.

—Pero yo… quiero repararlo —dijo Sou, nervioso al sentir a Schilly más cerca.

—Solo quédate conmigo, si eso es lo que realmente quieres —Schilly acortó la distancia entre ellos—. ¿Eso es lo que quieres, Sou?

A pesar de saber lo que estaba pasando, Sou hizo una última introspección donde todo su cuerpo gritó una única palabra al unísono.

—Si…

Y con eso dicho, la distancia entre sus labios desapareció. Schilly lo besó, lo besó como en los viejos tiempos, cuando empezaron su primera relación. Sin embargo, este beso era muy diferente, Sou pudo sentir cómo su corazón estaba en calma, como su cuerpo se relajaba mientras Schilly acariciaba su cabello con ternura, disfrutando de cada centímetro de los labios de su amada, como si sincronizaran el ritmo de sus corazones. Se sentía bien, muy bien, una sensación de bienestar que Sou jamás había experimentado, como si todo lo vivido hubiese valido la pena para llegar a ese momento que Schilly se separó y los últimos rayos del sol iluminaron su rostro sonrojado y feliz.

—Te perdono.