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Capítulo 77

No hay magia mas peligrosa y aborrecible que aquella que perturba el descanso de los muertos… pero incluso en ello, la nigromancia es lo peor… no solo reviven a un muerto, sino que le quitan lo único que nos hace únicos, el libre albedrío. —

Sermón sobre la Nigromancia que se da a los iniciados en los Vigilantes de Stendarr

Los ojos de Mannimarco observaban con ligera diversión el cadáver del llamado dragón maligno más poderoso. Habían pasado solo unas pocas horas desde que aquel estúpido lagarto había tenido la imprudencia de atacarlos directamente en su base principal.

'Deberías haberte mantenido tranquilo y esperar las órdenes, como el buen perro que eras.' pensó con irritación el nigromante. Sabía que habían perdido un valioso perro de guerra, uno que habría servido para desviar la atención de las facciones rivales y poder seguir trabajando sin ser molestados hasta que el plan de Padomay estuviese completo... En ese momento, serían imparables, pues nadie podría detener a la encarnación de una de las fuerzas primordiales que dieron origen a Aurbis: la representación del caos, el cambio y la oscuridad.

"Euclid-sama." llamó la voz temblorosa de uno de los magos de Nilrem, que se acercaba con una pequeña caja en sus manos.

Al verlo, el "demonio" levantó una ceja, visiblemente suspicaz.

"¿Eso es todo lo que habéis conseguido?" preguntó Euclid con condescendencia.

"Sí, Euclid-sama... aunque me temo que para obtener esto hemos perdido a más del noventa por ciento de los humanos hibridados que estábamos creando." respondió el mago con evidente temor. No sabía cómo reaccionaría el demonio ante semejante fracaso.

El tono de Euclid hizo que un escalofrío recorriera la espalda del mago, llenándolo de pánico, tanto que estuvo a punto de perder el control sobre sí mismo... y el fétido olor que pronto invadió la sala confirmó que, de hecho, había fallado en contenerse.

El rostro del demonio se torció en una mueca de profundo desagrado al percibir la peste. Sin embargo, apartándose del cadáver de Crom Cruach, se acercó al mago y le arrebató la caja. A simple vista, parecía una caja de madera común, pintada de un rojo intenso, pero en realidad, era un artefacto capaz de contener objetos de inmenso poder.

Sin decir una palabra más, Mannimarco hizo un gesto con la mano y el mago desapareció de su vista.

Ya en soledad, guardó la caja, que entregaría a su maestro en breve. Pero antes, tenía otro asunto pendiente. Acercándose de nuevo al cuerpo del dragón caído, Mannimarco convocó su bastón y, clavándolo en el suelo, erigió un altar nigromántico.

"No eres más que un perro, pero por ahora, eres el perro más fuerte que tenemos... Así que no podemos dejarte ir tan fácilmente, lagartija." dijo con desprecio mientras lanzaba el insulto que siempre usaba para referirse a los dragones.

Con un gesto de su mano, conjuró veinte cristales negros como la noche sin estrellas. Estas gemas irradiaban una opresiva energía tan abrumadora que cualquier mortal común se habría sentido sofocado solo con acercarse. Eran las infames gemas de alma negra, capaces de contener las almas de seres mortales, y un tesoro valioso para los nigromantes, quienes las utilizaban en sus experimentos y hechizos más oscuros.

Las gemas comenzaron a flotar, rodeando el cuerpo inerte del dragón. Cuando se posicionaron, Mannimarco unió ambas manos y empezó a reunir una enorme cantidad de magicka. La energía era tan densa que se hizo visible, formando una espesa aura de un profundo color púrpura alrededor del nigromante.

"Del polvo a la carne… del alma al cuerpo… que este cadáver vuelva a caminar, pero con cadenas que lo aten… Que sus pasos ya no le pertenezcan y que su voluntad sea mía… Que este pacto se selle con el alma ofrecida, hasta que su cuerpo sea destruido o su alma consumida…"

Con cada palabra que pronunciaba Mannimarco, las gemas de alma negra brillaban con mayor intensidad. Cuando recitó la segunda estrofa, lanzaron rayos de energía pura, de color púrpura, hacia el cuerpo del dragón.

El cuerpo de Crom Cruach absorbió aquellas energías como una esponja, y lentamente, la enorme herida en su costado derecho, producto de su batalla con Padomay, comenzó a cerrarse. El agujero en su cuerpo desapareció, dejando la carne impoluta, algo que habría confundido a cualquier espectador que lo hubiera visto antes.

Cuando la regeneración terminó, el cadáver del dragón comenzó a levitar. Las gemas, agotadas de su energía, dejaron de brillar y cayeron, mientras el cuerpo de Crom Cruach descendía al suelo con un sordo golpe.

"Parece que está listo…." murmuró Mannimarco acercándose al cadáver restaurado. "Aunque son similares, ustedes y los Dovah no son lo mismo cuando se trata de almas… Las de ellos son inmortales, solo pueden ser destruidas por su propia especie o por un Dovahkiin. Pero las vuestras… son poderosas, sí, pero no poseen esa cualidad. Son como las almas de las bestias, solo más difíciles de dominar… Ahora levántate, Crom Cruach… Levántate y prepárate para servirme hasta que dejes de serme útil."

Mientras Mannimarco hablaba, el cuerpo del dragón comenzó a moverse lentamente. Primero, los dedos de las manos y los pies, que se flexionaron ligeramente. Luego, los ojos de Crom Cruach se abrieron, revelando que ya no eran los mismos: ahora brillaban con un enfermizo color rojo sangre, mientras que sus escleróticas eran negras como el carbón.

El dragón maligno se levantó y se quedó de pie frente a Mannimarco, que solo sonreía con crueldad, deleitándose en su éxito. Había resucitado a un dragón maligno, aunque a costa de utilizar más de diez mil almas humanas atrapadas en las gemas de alma negra.

"Bien... Ahora sígueme, mi esclavo… Tengo una nueva misión para ti." dijo Mannimarco mientras se alejaba, dirigiéndose a donde estaba su maestro para entregarle lo que sus vasallos humanos habían recolectado.


La luz de la luna se alzaba en lo alto del reino de bolsillo creado por Edzard, iluminando suavemente el lago cercano al palacio. El hogar de Edzard y su familia estaba completamente resplandeciente gracias a las miles de «luces de vela» que conformaban el sistema de iluminación de todo el complejo. Dentro del palacio, se podía ver a muchas personas moviéndose de un lado a otro, siendo estos los sirvientes que Yasaka había "prestado" para la ocasión. En la cocina, varios de los mejores cocineros de la facción de los youkai bajo el mando de Yasaka preparaban los diversos platos que se servirían en la celebración principal.

Mientras todo ese ajetreo se desarrollaba en las cocinas, en una de las habitaciones, antiguamente vacía, se encontraban Kunou y Marie, rodeadas por varias sirvientas. Entre los sirvientes había tanto los que servían a Yasaka como las sirvientas que anteriormente pertenecían a la nobleza de Diodora. Todas se movían de un lado a otro, terminando de arreglar a las niñas para el gran evento del día: el cumpleaños doble de ambas.

"Por favor, Kunou-sama, manténgase quieta para poder colocar los últimos alfileres en su kimono." pidió una de las sirvientas mientras ajustaba el atuendo que la pequeña kitsune usaría para la ocasión.

"Listo, Marie-sama." dijo Roxanne, una de las antiguas caballeros de Diodora. Había sido designada para vestir y ayudar a Marie a prepararse para el evento de hoy. "Ya está lista para la fiesta."

Al escuchar aquello, la pequeña dragona sonrió y, saltando del taburete en el que había estado parada, corrió hacia Kunou, quien finalmente estaba completamente vestida.

"¡Wow...!" exclamó Marie con asombro mientras miraba a su "hermana" con ojos brillantes. Le encantaba el atuendo que Kunou había elegido. "Te ves muy linda, Ku-chan."

Las mejillas de la kitsune se sonrojaron ante el cumplido de su "hermanita." algo que no recibía muy a menudo. Aun así, gracias a su educación, logró mantener la compostura lo suficiente como para devolverle el cumplido a Marie al verla vestida completamente.

"Tú también te ves hermosa, Ma-chan." comentó Kunou mientras se acercaba a la hija de su "padre".

Las dos niñas se miraron unos segundos y luego se sonrieron con alegría, un gesto que también conmovió a las sirvientas presentes, quienes sintieron que las sonrisas de las pequeñas eran como un soplo de aire fresco ante los eventos tumultuosos que sacudían el mundo.

Cuando ambas terminaron de sonreírse, la puerta de la habitación se abrió y Emilie, al verlas listas, asintió. Este gesto fue la señal de que era hora de dejar el salón y caminar hacia la sala principal, donde comenzarían las festividades.

Tomadas de la mano y con pasos lentos pero emocionados, las niñas comenzaron a caminar, seguidas de cerca por las sirvientas. Mientras avanzaban, recordaban cómo había sido su mañana. La verdad es que no fue muy distinta a otras, salvo por el hecho de que habían desayunado con toda la familia, es decir, con sus padres y abuelos. Aquel desayuno fue divertido, pues les habían preparado sus platos favoritos, algo que se repitió en el almuerzo, aunque más ligero de lo habitual, ya que en la noche habría un banquete y no querían que estuvieran demasiado llenas antes del evento principal.

Tras unos pocos segundos, llegaron a un área donde no había más que algunas plataformas circulares talladas en el suelo. El lugar fue rápidamente reconocido por las dos hijas de Edzard: eran sellos de teletransporte.

"Marie-sama, Kunou-sama." llamó Emilie con voz calmada, captando la atención de las niñas. "Edzard-sama, Asia-sama y Yasaka-sama han ordenado que esperen en estos dos círculos, con Marie-sama a la derecha y Kunou-sama a la izquierda. Según el protocolo establecido para la ceremonia, serán convocadas al gran salón cuando Edzard-sama las nombre. Hasta entonces, deben esperar aquí. El momento de su teletransporte no debería tardar, ya que los eventos preliminares de la ceremonia comenzaron hace un rato."

Con esas palabras, Emilie y las sirvientas se retiraron. Las dos hijas de Edzard se miraron, y caminando hacia sus respectivos lugares, esperaron pacientemente a ser llamadas. Cuando vieron que los círculos mágicos comenzaban a brillar, sus sonrisas se llenaron de emoción, pues sabían que estaban a punto de presenciar la gran fiesta que había sido planeada para ellas.


El gran salón del palacio estaba decorado de una manera que dejó a todos los presentes anonadados. El lugar, como siempre, estaba impecablemente limpio, con el suelo de mármol tan pulido que reflejaba como un espejo. Esto, por supuesto, era del agrado de Issei, quien aprovechaba el reflejo para intentar ver la ropa interior de algunas chicas del ORC. Las paredes estaban adornadas con estandartes de la Casa Cumberland, junto con decoraciones típicas de las casas nobles japonesas. Aunque estos estilos de decoración eran muy diferentes, no competían entre sí; más bien, se complementaban, otorgándole al lugar una apariencia única.

En medio del salón, se encontraban todos los invitados a la ceremonia. Aunque el evento aparentaba ser grandioso, no era excesivamente ostentoso, ya que no había miles de asistentes, solo los más importantes y cercanos a la familia, ya fuera por lazos de amistad o por otros vínculos... aunque también había algunos invitados políticos.

Entre los asistentes más destacados se encontraban todos los miembros del Clan Gremory: Rias, sus padres, su hermano, su cuñada y su sobrino. Junto a la pelirroja estaban sus sirvientes, así como los padres de Issei. Al lado de los Gremory, se encontraba el Clan Sitri al completo, incluyendo a la actual Leviatán, además de los miembros del consejo estudiantil. Separados de estos, pero no demasiado, estaban algunos representantes del Cielo: Vasco Strada, Michael y Dulio Gesualdo. En otro sector, se encontraban los miembros del Grigori, con Azazel, Tobio y Baraqiel como representantes. También estaban presentes los miembros del equipo de Vali, junto a Ophis, cuya presencia aterraba a muchos de los asistentes que la reconocían. Finalmente, entre los más inesperados, estaban Mariella y los huérfanos de su iglesia, quienes observaban la celebración con entusiasmo, pues era la primera vez que asistían a un evento de esta magnitud.

A pesar de que debía ser un ambiente festivo, el salón estaba impregnado de una tensión palpable, como si una pelea pudiera desatarse en cualquier momento. Los miembros del equipo de Vali observaban con cautela a los presentes, manteniendo siempre la guardia en alto ante la posibilidad de un ataque. Los únicos que parecían tolerar su presencia eran los miembros del ORC, el consejo estudiantil y el Grigori... El resto los miraba con desconfianza, lo cual era comprensible, dado que eran miembros de la Khaos Brigade.

"¿Por qué crees que Vali y su equipo están aquí?" preguntó Issei, mirando a los mencionados miembros del grupo rival.

"No lo sé, Ise... pero no creo que hagan nada hoy." respondió Rias, observando con desconfianza al equipo de Vali, que en el pasado les había causado tantos problemas.

"Ria tiene razón." añadió Zoeticus con una sonrisa. "No se atreverán a hacer nada en un lugar como este, rodeados de tanta gente poderosa."

El líder actual del Clan Gremory observaba con ligera sorpresa el salón principal del palacio de Edzard. A pesar de estar acostumbrado a ambientes lujosos, había algo en este lugar que lo hacía sentir pequeño. No era una opulencia evidente, pero tanto él como su esposa, Venelana, percibían una sensación de grandeza casi abrumadora, como si el palacio mismo fuera una entidad incomprensible. Aun así, lograron mantenerse tranquilos, lo que les permitió interactuar de manera natural con los demás invitados.

"No puedo creer que Edzard-kun nos haya invitado al cumpleaños de sus dos hijas." dijo emocionada Mikki, la madre de Issei, mientras admiraba el castillo medieval en el que se encontraba. "Nunca imaginé que alguien tan joven tuviera tantos contactos de alto nivel."

"Te entiendo, querida." respondió Garou, sonriendo ligeramente, aunque incómodo por estar rodeado de tanta gente influyente. "Estar entre tanta gente importante puede hacerte sentir insignificante."

"Sí, querido. Solo espero que Edzard-kun no se sienta decepcionado por nuestros regalos." añadió Mikki con preocupación, temiendo que lo que habían preparado no fuera suficiente para alguien que vivía en un palacio tan imponente.

"No deberían preocuparse por eso." intervino Sirzechs, con una sonrisa amable. "A él no le importan tanto los objetos caros, sino el valor sentimental con el que se entregan... Estoy seguro de que eso es lo que está transmitiendo a sus hijas."

Las palabras del líder de los demonios tranquilizaron a los padres de Issei, haciéndoles sentir que sus presentes serían apreciados, independientemente de su valor material.

Tras esa breve conversación, el grupo permaneció en silencio, al menos entre ellos, mientras que los Sitri mantenían un ambiente más animado.

"¡No puedo esperar para ver a las pequeñas Marie y Kunou aparecer!" exclamó emocionada Serafall, con la mirada fija en el lugar donde se encontraba el trono. A su lado estaban sus padres y Sona, quien intentaba ocultar su rostro, avergonzada por el comportamiento de su hermana mayor.

Los padres de Sona y Serafall, demonios que aparentaban tener unos treinta años, compartían rasgos comunes como el cabello negro y los ojos púrpura. Ambos mantenían una postura serena, a pesar de las extravagancias de Serafall.

"Onee-sama... por favor, tranquilízate." rogó Sona, tratando de esconder su rostro de la vergüenza que sentía por su hermana en ese momento.

Las risitas divertidas de los padres de Sona al ver la interacción entre sus hijas se detuvieron cuando fijaron su mirada en el trono.

"Es increíble que hayamos sido invitados a una celebración como esta... En todos mis años, nunca he visto un lugar como este." comentó el padre de Sona, con una mirada analítica.

"Tú también lo has notado, ¿verdad?" preguntó la madre de Sona, con una ligera preocupación en su voz.

"Estoy seguro de que cualquiera con experiencia en batallas contra ángeles ha percibido que hay algo extraño en esta estructura..."

La conversación entre sus progenitores llamó la atención de Souna, quien los miró con curiosidad. Al percatarse de que su hija menor los observaba, ellos le devolvieron la mirada y le preguntaron qué sucedía.

"¿Por qué dicen que hay algo raro en este palacio?" preguntó Souna, intrigada. A pesar de haber visitado el lugar en varias ocasiones, no había percibido nada inusual.

La pregunta de su hija provocó que ambos padres se sintieran confundidos y asombrados, pues no entendían cómo su hija no podía notar nada extraño.

"¿De verdad no sientes que este lugar está prácticamente construido con poder sagrado?" respondió el padre de Souna, visiblemente sorprendido. Esto conmocionó no solo a su hija, sino también al resto de la nobleza presente.

"¿Cómo que este lugar parece estar hecho con poder sagrado?" susurró Saji, con los ojos abiertos de par en par. La razón por la que no habló en voz alta fue porque Momo le había pellizcado el muslo, advirtiéndole que no gritara.

La pregunta del sirviente de Souna hizo que los padres de esta lo miraran, y sonriendo, comenzaron a explicarle que la estructura irradiaba una energía similar a las lanzas de luz de los ángeles de alto rango, aunque con una ligera diferencia en la sensación.

Esta explicación dejó a los jóvenes demonios abrumados, y pronto se dieron cuenta de que realmente había algo cierto en esas palabras. Aunque solo se habían enfrentado a un ángel de alto rango, Kokabiel, aquel encuentro había dejado una marca imborrable en sus mentes. Su memoria corporal finalmente captó la familiaridad de la energía que emitía el palacio, similar a la lanza de luz que el ángel caído había creado antes de luchar contra Edzard.

Mientras los miembros del Clan Sitri discutían sobre esto, los representantes del Cielo y la Iglesia mantenían otra conversación.

"¿Crees que es un buen momento para hablar con Edzard-dono sobre lo que está ocurriendo con los exorcistas?" preguntó Michael con su habitual tono tranquilo y apacible, dirigiéndose al cardenal, quien mantenía una expresión seria, claramente preocupado pero también decidido.

"La verdad, no... pero no podemos perder más tiempo. En un principio, planeaba hablar de esto durante la presentación de la joven Ingvild en el Inframundo, pero esto es más urgente. Si logramos que acepte, podremos ganar tiempo. Mi discurso en la Capilla Sixtina convenció a muchos, pero algunos de los cardenales más radicales enviarán a sus propios exorcistas para cazar y matar a los exorcistas rebeldes. No podemos permitir que eso ocurra."

Las palabras del viejo cardenal contenían una gran verdad. A pesar de que su discurso había logrado persuadir a varios miembros del consejo cardenalicio, aún quedaban algunos que deseaban eliminar a los exorcistas rebeldes, algo que no podían permitirse. No solo porque era moralmente incorrecto, sino porque no podían darse el lujo de perder capacidades de combate en estos tiempos.

"El cardenal Strada tiene razón, Michael-sama." intervino Dulio, observando con una sonrisa a los niños huérfanos que estaban junto a Mariella. El 'Joker' de Michael encontraba reconfortante que algunos niños, que no tenían familia, pudieran disfrutar de momentos como este, momentos en los que podían ser simplemente niños. Esa era la razón por la que él luchaba: para proteger la inocencia y las sonrisas de los pequeños, a quienes consideraba el futuro del mundo. Aunque, al igual que Vasco, tampoco aprobaba las ideas radicales de algunos cardenales extremistas. Tras las palabras de Strada, miró a Michael esperando su respuesta.

Sintiendo la mirada de sus dos subordinados, Michael comprendió que tenían razón. No podían permitirse perder a los exorcistas rebeldes. A pesar de no estar del todo cómodo con el momento, asintió, dando permiso a Vasco para hablar con Edzard sobre el tema.

Al ver la aprobación de su líder, Vasco asintió, gesto que fue replicado por Dulio.

Mientras tanto, en otro rincón, Azazel reflexionaba tranquilamente mientras miraba hacia la entrada de la sala.

'Tengo que hablar con ese mocoso sobre los sujetos que dejó para que los examináramos', pensaba Azazel mientras se llevaba una mano al mentón. La sonrisa que siempre mantenía en su rostro parecía normal, pero internamente, el líder de los Grigori estaba muy preocupado por lo que había descubierto durante los exámenes realizados a esos individuos. Aunque solo se había examinado al cuarenta por ciento de ellos, los resultados eran inquietantes y, a la vez, aterradores. 'Lo que les hicieron va más allá de lo humano o posible sin un conocimiento profundo de cómo funcionan los cuerpos de los nirmnianos... Esto solo me hace pensar que realmente tienen a alguien de Aurbis ayudándolos... Maldito seas, Rizevim... siempre traes problemas...'

Los pensamientos de Azazel se interrumpieron abruptamente cuando las puertas de la sala se abrieron, permitiendo la entrada de un joven. La apariencia del recién llegado fue rápidamente reconocida por todos los presentes, ya que habían recibido una carta de Edzard informando sobre su identidad y explicando que ahora estaba bajo su protección, por lo que tenía un salvoconducto.

Cuando el joven, que resultó ser Karna, caminó hasta detenerse a pocos metros del trono, se giró y miró a todos los presentes.

No fue difícil para los presentes notar que el joven estaba nervioso por estar frente a ellos. Era comprensible, pues alguien que alguna vez perteneció a la Khaos Brigade no estaría tranquilo al encontrarse ante los líderes de las facciones que probablemente había atacado en el pasado. Aunque, dicho nerviosismo podía deberse más a la presencia de su antiguo líder supremo en la sala.

Pese a sus nervios, Karna logró mantenerse firme. Tras aclarar su garganta, tomó un papel y comenzó a hablar:

"¡Haciendo su ingreso, la familia Argento-Cumberland!"

Tras aquel anuncio, las puertas de la sala principal se abrieron, lo que provocó que todos los invitados, al menos aquellos que conocían el protocolo, se levantaran. Aquellos que no estaban familiarizados con este tipo de ceremonias se demoraron un poco, pero al ver que el resto se ponía de pie, se dieron cuenta de que debían hacer lo mismo, por lo que rápidamente imitaron las acciones de los demás.

El sonido que llegaba desde el exterior confundió a los presentes. No era el típico ruido descoordinado de varias personas caminando, sino uno solo, sincronizado, como si se tratara de una sola persona. Sin embargo, eso parecía imposible, ya que todos sabían que la familia de Edzard era numerosa. Por eso, cuando los vieron aparecer, no pudieron evitar sorprenderse. Los que conocían a Edzard y su grupo se habían preguntado al principio por qué no estaban Ingvild y Rossweisse, quienes no eran consideradas parte oficial de la familia. Sin embargo, al verlas caminar junto a las demás chicas en una formación triple, comprendieron que eso había cambiado.

"Maldito Ed... ya van siete..." susurró Issei con celos, llorando lágrimas de sangre al ver cómo su amigo seguía sumando amantes.

"Increíble..." murmuró asombrada la madre de Issei al ver a Asia y al resto de las chicas luciendo hermosos vestidos.

Las chicas vestían trajes únicos, cada uno más bello que el otro. El vestido de Asia era de encaje blanco, con mangas acampanadas que se ajustaban a su figura como una segunda piel. La falda caía hasta sus pantorrillas, mostrando unos zapatos blancos de tacón bajo. Aika, por su parte, lucía un vestido de satén rojo con un corsé ajustado y una falda amplia. El escote en V destacaba su figura, y la falda hasta las rodillas dejaba ver unos zapatos negros de tacón alto.

Mittelt, con su gusto por lo costoso, llevaba un vestido de brocado dorado con cuello alto y un corsé muy estructurado. Aunque su vestido largo no permitía ver bien su calzado, había optado por zapatos blancos de tacón bajo. Valerie, fiel al estilo de su ascendencia, vestía un vestido victoriano en tonos azul claro y plata, con un corsé elaborado y mangas acampanadas. Complementaba su atuendo con zapatos negros de época, dándole un aire atemporal que encajaba perfectamente con ella.

Lint optó por un vestido de tafetán plateado con corsé ajustado y falda amplia, que le daba un aspecto clásico y sencillo. Su falda hasta las rodillas revelaba unas sandalias de plataforma baja. Rossweisse, después de dificultades para encontrar un vestido que le gustara y que fuera asequible, terminó escogiendo uno de seda color perla. El corsé ajustado con escote en V resaltaba sus curvas, y la falda larga hasta los tobillos dejaba ver unos zapatos blancos de tacón alto.

Ingvild, con un estilo más sencillo, lucía un vestido lila bebé, sin mangas, que destacaba su corsé y escote. La falda llegaba hasta sus rodillas, permitiendo ver los zapatos de tacón alto a juego con su vestido. Finalmente, Yasaka vestía un elegante kimono azul real, adornado con grullas plateadas, y un obi a juego con un nudo elaborado en su espalda.

Cada una de ellas llevaba diferentes joyas como accesorios. Todas portaban coronas, excepto Yasaka, quien llevaba pasadores Kanzashi en su cabello. Las coronas variaban en diseño, con detalles representativos de cada una. La de Asia tenía cruces talladas y esmeraldas incrustadas; la de Aika, símbolos mágicos y pirita dorada. La tiara de Mittelt llevaba alas y cruces invertidas con zafiros, mientras que la de Valerie tenía alas de murciélago talladas con rubíes. La tiara de Lint presentaba alas de paloma y rubíes, mientras que la de Rossweisse tenía runas y aguamarinas que combinaban con sus ojos. Ingvild llevaba una tiara con diseño de alas similares a las suyas y topacios anaranjados, mientras que los pasadores de Yasaka estaban adornados con gemas como rubíes y zafiros.

Por su parte, Edzard vestía un traje negro compuesto por un chaleco de cinco botones y pantalones semi-ajustados del mismo color, con botas de cuero negro adornadas con hebillas de plata grabadas con runas nórdicas. Bajo ese atuendo formal, llevaba una camisa azul claro y una corbata gris oscuro, asegurada por una gema. Sobre sus hombros descansaba una capa negra, sostenida por dos dijes unidos por una cadena de oro.

Si bien la presencia de Edzard y sus parejas llamó la atención, fueron dos individuos quienes realmente captaron la mirada de todos los presentes, ya que eran desconocidos para la mayoría, excepto para unos pocos invitados.

El hombre, vestido con un elegante traje azul oscuro compuesto por un blazer, chaleco y camisa blanco humo, caminaba junto a una mujer que llevaba un vestido turquesa claro, ceñido a su figura como una segunda piel. El vestido llegaba hasta sus rodillas y tenía un sutil corte en la pierna derecha. Aquella mujer era prácticamente un reflejo de Asia, lo que desconcertó a los conocedores de la pareja, quienes comenzaron a especular. La primera teoría fue que se trataba de la hermana mayor de Asia, pero cuanto más los observaban, más se convencían de que probablemente eran los padres de Asia.

Los susurros de aquellos que descubrieron la conexión no tardaron en llegar, sacando una sonrisa al último Lilmothiit. El campeón de Meridia estaba de pie, observando con satisfacción cómo el padre de Asia caminaba junto a su esposa sin necesidad de bastón ni ningún tipo de ayuda. Esto le hizo darse cuenta de que las Parcas habían cuidado bien de ellos y que Edzard no había permitido que su salud se deteriorara. Un hecho que el Vestigio tendría presente cuando hablase con el mocoso. Aun así, esperaba estar presente cuando se revelara que los padres de Asia seguían vivos, algo que, sin duda, sacudiría el mundo sobrenatural de Draconic Deus.

"Esa mujer se parece mucho a la esposa de Edzard... ¿Es la madre de la chica?" preguntó Vali, mientras observaba a la pareja de adultos, intentando discernir si la madre era tan interesante como su hija.

"Sí, es su madre." respondió Zakir con una sonrisa apenas disimulada.

"Vaya, entonces ese hombre debe ser su padre, ¿no?"

La pregunta de Vali tenía segundas intenciones, algo que Zakir notó de inmediato. Esto hizo que la sonrisa en el rostro del zorro humanoide se ensanchara, encontrando gracioso que el medio demonio quisiera enfrentarse a alguien como Marcoryan.

La sonrisa no pasó desapercibida para los demás, lo que despertó la curiosidad de Kuroka, quien deseaba saber más sobre la familia de la esposa de la persona a quien quería que le diera gatitos.

"¿Por qué esa sonrisa, nya~?" preguntó Kuroka, arqueando una ceja con suavidad.

"Me resulta gracioso que el mocoso Lucifer crea que podría enfrentarse a alguien como Marcoryan." respondió Zakir con una pizca de burla, revelando el nombre del padre de Asia.

La respuesta del héroe hizo que Vali frunciera el ceño, ya que no consideraba que el padre de la esposa de Edzard fuera tan fuerte. Sin embargo, las siguientes palabras de Zakir hicieron que no solo él, sino todos los presentes, entendieran mejor el poder que el padre de Asia podría tener.

"Mocoso, sabes que la magia de Restauración es el equivalente a la magia sagrada en este mundo, ¿verdad?" La pregunta del Lilmothiit fue respondida con asentimientos por parte del equipo de Vali. "Bien, verán... el padre de Asia es lo que llamamos un Templario."

"¿Templario? ¿Como los caballeros medievales cristianos que fueron acusados de herejía y condenados a la hoguera?" preguntó Le Fay con curiosidad, fascinada por el hecho de que ambos mundos usaran una palabra similar para describir a un guerrero.

"No, para nada." Respondió Zakir rápidamente. "Los templarios de este mundo, según lo que leí, solo eran caballeros con mucho poder económico, pero los templarios en Aurbis son otra cosa. Para empezar, son guerreros que luchan con magia y armas, lo que los convierte en caballeros mágicos. Sin embargo, no son como el mocoso que usa magia de destrucción. No, los templarios usan magia de Restauración como arma... la emplean para potenciar sus ataques, imbuir sus armas con el poder de la luz y curarse a sí mismos y a sus aliados. Ya entiendes a dónde voy, ¿verdad, Vali?"

Las últimas palabras de Zakir fueron un gruñido, indicando que el tema estaba cerrado. Al percatarse de esto, los miembros del equipo de Vali asintieron, dirigiendo nuevamente su atención a los anfitriones de la celebración, quienes ya estaban parados frente al trono, observándolos.


Los ojos de Edzard y su familia estaban enfocados en todos los invitados, observándolos con atención. Todos se mostraban felices de ver a sus amigos presentes, aunque también había personas que habían sido invitadas por asuntos políticos, como los miembros del consejo de los Youkai. Todos los invitados fueron ubicados de tal manera que ninguno se sintiera ofendido.

Dejando de lado a los invitados, la mirada de Edzard se dirigió hacia su familia. Todas sus amantes lucían hermosas, incluso Yasaka, quien, a pesar de ser solo su prometida de manera ficticia, se veía más radiante de lo habitual. Esto provocó que el hijo de Akatosh se sintiera afortunado de tenerlas a todas a su lado, desde Asia hasta Yasaka. Con una sonrisa en el rostro, miró a su suegro, quien le devolvió la mirada con un asentimiento.

Tras ese gesto, Edzard dio un paso al frente, pues debía dar las palabras con las que iniciaría la celebración.

"Buenas noches a todos los invitados." dijo Edzard con calma, pero con una voz lo suficientemente firme como para que todos en la sala lo oyeran sin necesidad de gritar. Al terminar esas palabras, se dio cuenta de que había captado la atención de todos. Al ver que había logrado su objetivo, se llevó una mano a la boca, y, formando un puño, tosió ligeramente para estructurar sus pensamientos antes de continuar. Tras unos pocos segundos, encontró la manera correcta de expresar lo que planeaba decir. Sin perder más tiempo, volvió a hablar. "Es un placer para mí y para mi familia que todos estén reunidos en este lugar en un día tan especial para nosotros. Si bien hoy es un día dedicado a mis pequeñas, hay algo que quiero compartir con todos ustedes. Sé que muchos se habrán dado cuenta de que hoy me acompañan personas desconocidas para la mayoría… por eso, me gustaría presentarlas antes de dar inicio a esta fiesta."

Las palabras de Edzard hicieron que toda la atención de los presentes se dirigiera hacia los dos individuos que no habían estado presentes en la celebración de la firma del tratado que otorgaba a los Youkai un hogar en este reino.

Al oír a Edzard, tanto Marcoryan como Zephyra dieron un paso al frente. Los padres de Asia miraban a todos los presentes, mostrando emociones diferentes. Marcoryan se mantenía tranquilo y sereno, pues este tipo de presentaciones eran algo a lo que estaba acostumbrado desde su niñez, y nada comparado con la presión que sintió cuando fue presentado como el prometido de Selene hace años. Por su parte, Zephyra no estaba tan calmada como su esposo, ya que este tipo de ambientes no eran lo suyo. La madre de Asia estaba visiblemente nerviosa, algo que se notaba en el ligero temblor de sus manos. Esto continuó hasta que sintió que alguien tomaba su mano izquierda. Al mirar hacia abajo, se dio cuenta de que era su esposo quien le había tomado la mano.

"Tranquila…" susurró en voz baja Marcoryan mientras apretaba suavemente la mano de su esposa. "No te preocupes. Este tipo de presentaciones son rápidas, y no tenemos que hablar frente al público desde aquí."

"¿E-en serio?" preguntó Zephyra con cierto miedo en la voz.

"Sí, no tienes de qué preocuparte."

Las palabras de su esposo lograron calmar a Zephyra, quien sonrió con más confianza ante el público.

Cuando Edzard vio a su suegra más tranquila, volvió a mirar al frente. El hijo de Akatosh había notado su nerviosismo, por lo que retrasó la presentación un poco para darle el tiempo necesario para que se relajara. Ahora que la veía más calmada, era el momento de continuar.

"Es un honor para mí presentarles a una parte de mi familia que creí perdida." dijo Edzard mientras su esposa se acercaba lentamente hasta estar a su lado y tomaba su mano derecha. Esto hizo que Edzard girara el rostro y le sonriera, gesto que ella replicó. Después de ese breve intercambio, volvió su atención al público. "Como todos saben, mi esposa creció creyendo que sus padres estaban muertos… pero la verdad es otra. Las dos personas que tengo a mi lado son Marcoryan Cumberland y Zephyra Argento, los padres de mi amada esposa."

La revelación de la identidad de los padres de Asia provocó una ola de murmullos, ya que esa información era desconocida para casi todos. A pesar de ello, los presentes se mostraron felices por la joven, especialmente Mariella, quien lloraba silenciosamente de alegría por su antigua protegida.

"Así que esos son los padres de Asia-san." comentó Akeno, visiblemente sorprendida por lo que acababa de escuchar. Todos los que conocían a Asia sabían que sus padres supuestamente habían muerto, lo que hacía que esta revelación los dejara perplejos.

"Eso parece." dijo Xenovia con una sonrisa, feliz por su amiga. Sin embargo, pronto se dio cuenta de algo: si el padre de Asia estaba vivo, podría oponerse a que Edzard tomara más amantes… lo que complicaría su deseo de tener un hijo del hijo de Akatosh. Esta reflexión hizo que frunciera ligeramente el ceño, aunque pronto volvió a su expresión habitual.

"Seguro que Asia-chan debe estar muy feliz por esto." comentó Miki emocionada, esbozando una gran sonrisa al ver a los padres de Asia con vida.

"Por supuesto." respondió Zoeticus con un toque de preocupación en su voz. "Ahora solo espero que puedan restablecer una buena relación de padres e hija tras tanto tiempo separados."

Las palabras del patriarca de los Gremory fueron acompañadas por asentimientos de su esposa, su hijo mayor y su nuera. Ellos comprendían mejor que nadie que, aunque este era un momento feliz, también debía ser complicado, ya que Marcoryan y Zephyra tendrían que reconectar con su hija adulta, algo que no sería fácil. Por ello, mentalmente decidieron no hacer preguntas incómodas a la pareja, a pesar de las dudas que aún tenían sobre lo ocurrido para que desaparecieran. Sin embargo, el hecho de que estuvieran siendo presentados en esta ceremonia y parecieran tener una buena relación con su hija y su familia era más que suficiente para entender que no habían abandonado a Asia por voluntad propia.

El pensamiento de los Gremory mayores era compartido por muchos de los otros adultos presentes, quienes también deseaban que los padres de Asia lograran establecer un vínculo con su hija. Aun así, pese al revelador momento que Edzard había propiciado al presentar a sus suegros, la fiesta debía continuar, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que la voz del hijo de Akatosh volviera a resonar.

"FAAS… Ahora, sé que muchos de los presentes tienen algunas dudas, pero las responderé en privado… siempre que sean razonables." dijo Edzard con una sonrisa que no transmitía calma, sino que causó escalofríos en todos los que la vieron. Esa expresión decía claramente: No me pregunten nada que no quiera responder.

Aquella actitud hizo que Azazel esbozara una sonrisa forzada, mientras se preguntaba qué les daban a los Nirmnianos para actuar de esa forma. Sin embargo, el ángel caído dejó de pensar en ello, creyendo que tal vez era un tema de crianza, o algo que solo ese mocoso llamado Edzard era capaz de hacer.

Sin que nadie lo supiera, la razón por la que todos se sintieron así fue porque Edzard había utilizado la primera palabra del Thu'um de desasosiego, infundiéndoles miedo de forma sutil. Una vez que los corazones de todos los presentes, que se habían acelerado por el Thu'um, se calmaron, el hijo de Akatosh continuó hablando.

"Ahora que el tema de mis suegros ha concluido, continuemos con la fiesta. Pero antes, unas palabras de las madres de las dos niñas."

Tras esas palabras, Edzard se hizo a un lado, cediendo el paso a Asia y Yasaka. Las dos mujeres se miraron por un instante, y tras un asentimiento mutuo, Asia dio un paso al frente.

Los ojos de la exmonja recorrieron a los invitados. Aunque todos eran amigos de alguna manera, ella comenzó a extrañar algunos rostros. Pese a que le hubiera gustado ver a Aela, Serana y sus amigas del Colegio de Hibernalia, Asia estaba feliz. A pesar de que sus amigas más antiguas no estaban, tenía nuevas amistades con quienes celebrar este momento tan especial. Sin embargo, aunque estaba llena de alegría, también se sentía nerviosa. Ni siquiera en su boda había tenido que hablar ante tantas personas. Aun así, tomó aire, creó un círculo mágico y lo colocó frente a su boca para que todos pudieran escucharla sin necesidad de elevar demasiado la voz.

"B-buenas noches a todos…" comenzó Asia con algo de nerviosismo, pero a medida que pronunciaba esas primeras palabras, el temor se fue desvaneciendo como el azúcar en el agua. "Como madre de Marie, les doy las gracias por estar aquí con nosotros en este día tan especial. Espero que disfruten de la celebración. Muchas gracias."

Tras esas breves palabras, Asia retrocedió y le dio el turno a Yasaka.

La madre de Kunou se situó frente a los invitados y, a diferencia de Asia, comenzó a hablar con total tranquilidad.

"Buenas noches a todos ustedes." La voz de la kitsune era serena y elegante, demostrando que tenía la capacidad de mantenerse calmada en situaciones como esta. Y era de esperarse, ya que Yasaka había presidido la apertura de varias celebraciones masivas en su pueblo cuando aún vivían en Urakyoto. "Como madre de Kunou, también les agradezco por estar presentes hoy. Siendo sincera, hasta hace poco nunca imaginé ver a los líderes de varias facciones reunidos para el cumpleaños de mi hija, pero ahora las circunstancias han cambiado. También quiero aprovechar este momento para agradecer la ayuda que las diversas facciones han brindado a mi pueblo, permitiéndoles asentarse en este reino. Sin más que añadir, espero que disfruten de esta pequeña celebración."

Tras esas palabras, Yasaka miró a su prometido, quien a su vez dirigió una mirada a Asia. Luego, Edzard y su esposa caminaron hasta situarse al lado de Yasaka. Una vez juntos, se miraron nuevamente y asintieron al unísono. Edzard dio un paso al frente para hablar.

"Ya con los saludos protocolarios hechos, es hora de que las dos estrellas de esta noche se hagan presentes." dijo Edzard con una sonrisa de alegría, mientras Asia y Yasaka conjuraban sendos círculos mágicos.

Los dos círculos mágicos aparecieron a los pies de las escaleras que llevaban al trono, brillando con una intensa luz dorada, algo que sorprendió a todos los presentes, pues no era común que los círculos mágicos irradiaran de esa manera. Sin embargo, si eso ya los había dejado sorprendidos, lo que sucedió a continuación los dejó anonadados. El círculo creado por Asia, diseñado por Edzard tiempo atrás, brilló por última vez antes de dar paso a un remolino de nieve que se convirtió en una suave lluvia de copos que reflejaban la luz de tal manera que parecían pequeñas estrellas suspendidas en el aire.

Al mismo tiempo, el círculo creado por Yasaka, que contenía líneas que recordaban a un circuito eléctrico y estaba formado por un hexágono con círculos en cada esquina, adornados con signos sintoístas, también dejó de brillar. De su interior surgió un remolino, pero este estaba hecho de pétalos de flores de cerezo. Los pétalos comenzaron a llenar la sala, uniéndose a los copos de nieve, creando así una vista impresionante que destacó aún más a las dos niñas que emergieron de los círculos.

Ante los ojos de todos los presentes, de los círculos aparecieron Marie y Kunou. Las dos hijas de Edzard lucían radiantes, casi etéreas, como si no fueran de carne y hueso. Las ropas que llevaban eran dignas de princesas, o incluso de reinas. A simple vista, se notaba que estas prendas no eran comunes ni fabricadas con materiales ordinarios, ya que la calidad era evidente, y su confección era tan perfecta que no parecían haber sido hechas por manos humanas.

Las prendas que ambas vestían eran nada menos que un vestido para Marie y un kimono para Kunou. El vestido de Marie parecía ser de una sola pieza, aunque en realidad constaba de dos partes unidas. La parte superior era un corpiño detallado, bordado con flores amarillas y rojas cuyas ramas estaban adornadas con hilos plateados. Estos bordados estaban hechos con oro amarillo, oro rojo y plata. La parte inferior consistía en una falda de tul blanco, que caía en capas, creando la ilusión de nubes en el cielo. Incrustadas entre las capas, pequeñas perlas y diamantes brillaban como estrellas en pleno día.

Por su parte, el kimono de Kunou estaba confeccionado con una seda tan pura, suave y ligera que parecía un trozo del firmamento traído al mundo. El color base del kimono era un azul profundo, similar al cielo nocturno, adornado con un patrón de flores de cerezo plateadas que brillaban suavemente bajo la luz del lugar. El obi, de un brillante color plateado, contrastaba armoniosamente con el azul del kimono, ciñéndose delicadamente al cuerpo de Kunou. Finalmente, el cuello y los bordes del kimono estaban finamente bordados con hilos de oro y plata, añadiendo aún más elegancia al atuendo.

Aunque los trajes capturaban la atención de muchos, algunos invitados, especialmente los miembros del consejo youkai, centraron su mirada en la joyería que llevaban las dos niñas. Marie lucía una tiara de plata con un diseño que recordaba las ramas de un árbol, adornadas con hojas de esmeralda y flores de diamantes. Pese a su apariencia rústica, el diseño era increíblemente elegante y refinado. Kunou, por su parte, llevaba el cabello recogido en un moño, decorado con un pasador Hana Kanzashi del que colgaban flores de campanilla en diversos tonos púrpura. Estas flores, hechas de amatistas, variaban en tonos de lila y púrpura. Acompañando al Hana Kanzashi, Kunou también llevaba un Tama Kanzashi, un pasador dorado con una esfera decorada con líneas rojas, azules y blancas. Este pasador, hecho de oro puro, estaba adornado con hileras de rubíes, zafiros y diamantes.

Lo que más sorprendió a muchos fue el hecho de que Kunou, quien había perdido todo por culpa del hijo de Molag Bal, ahora tuviera algo de tanto valor. Muchos pensaron que estas joyas debían haber sido un regalo de Edzard para su nueva hija.

Sin embargo, estaban equivocados. Tanto las prendas como las joyas habían aparecido en el estudio de Edzard un día antes. Aunque esto lo sorprendió, también le trajo una sensación de déjà vu, recordando algo similar que había sucedido antes de su boda con Asia en Skyrim. A pesar de ello, simplemente sonrió al ver aquellos hermosos regalos, consciente de que ni siquiera él, un herrero competente, podía haber creado joyas tan bellas, ni los mejores sastres de este mundo podrían haber confeccionado ropas tan sublimes. Finalmente, les entregó las prendas a Asia y Yasaka para que las guardaran hasta el gran día.

Cuando ambas niñas terminaron de aparecer en la sala, abrieron los ojos que habían mantenido cerrados desde que fueron teletransportadas. Al ver a todos los invitados ante ellas, ambas se sorprendieron, pero sabían lo que debían hacer por protocolo, por lo que sin dudarlo, hicieron una reverencia en agradecimiento por la presencia de todos.

La reverencia fue recibida con aplausos, lo que provocó que Marie y Kunou sonrieran de felicidad, dándoles más valor. Marie fue la primera en hablar.

"¡Gracias por venir!" exclamó con alegría y una enorme sonrisa mientras levantaba una mano.

"¡Sí, muchas gracias por venir!" repitió Kunou con una sonrisa en el rostro.

La felicidad de las niñas era contagiosa, y pronto todos los presentes sonrieron. Cuando los aplausos cesaron, las dos jóvenes comenzaron a caminar hacia el frente para recibir sus respectivos regalos.

Lentamente, cada una de las niñas fue recibiendo regalos. Algunos eran ropa, joyería o incluso libros. Muchos de estos obsequios eran de gran valor económico, pero había otros más simples. En un cumpleaños típico de nobles, los regalos baratos habrían sido considerados un insulto, pero para Marie y Kunou eso no importaba. Lo que realmente les alegraba era la presencia de tantas personas en este momento tan especial.

Cuando los invitados terminaron de dar sus regalos, llegó el turno de Edzard para entregar los suyos.

Las dos niñas miraban expectantes, sabiendo que lo que su padre les tenía preparado sería increíble. Con los ojos fijos en él, observaron cómo Edzard caminaba hacia ellas con una sonrisa en el rostro.

"Supongo que ahora es mi turno." dijo Edzard con una sonrisa.

"¡Sí!" exclamó Marie, con los ojos brillando de emoción.

Kunou, aunque igual de emocionada, no lo mostraba tanto, lo que la hacía destacar al lado de la efusiva Marie.

La vista de sus hijas tan emocionadas hizo que la sonrisa de Edzard se ensanchara aún más. Arrodillándose ante ellas, chasqueó los dedos e hizo aparecer dos vórtices púrpuras. Estos vórtices sorprendieron ligeramente a Kunou, quien aún no se acostumbraba a ellos, pero no apartó la vista mientras dos cofres comenzaban a materializarse desde su interior.

¡Plaf! ¡Plaf!

Ambos cofres cayeron al suelo con un ruido fuerte que sorprendió a los presentes. Algunos invitados miraban los cofres de manera analítica, tratando de discernir de qué material estaban hechos, mientras otros simplemente admiraban su lujoso diseño.

"En cada uno de esos cofres están los regalos para cada una de ustedes... Si bien los hice yo, fueron sus madres quienes me ayudaron a refinar cada una de las imperfecciones que tenían los bocetos originales." dijo Edzard mientras se acercaba al cofre que estaba frente a Kunou. Al llegar junto al cofre, el hijo de Akatosh se agachó y lo abrió.

Los ojos de todos los presentes se abrieron con asombro al observar el interior. Sobre una cama de terciopelo rosado, descansaba un arco plateado de aproximadamente noventa centímetros de largo. La forma del arco recordaba a un Yumi, el tradicional arco japonés, pero, por su tamaño, no era un Daikyu (arco largo), sino un Hankyu, un arco corto. El arco era una verdadera obra de arte: a diferencia de los típicos arcos japoneses, este no estaba hecho de bambú, sino de un metal que algunos creyeron era plata. Sin embargo, aquellos más experimentados reconocieron el material al instante.

'Así que usaste adamantio para hacer ese arco... Sí, una buena elección. Aunque es un metal pesado, no lo es tanto como el ébano o el stalhrim...' pensó Zakir al reconocer el material.

"E-es hermoso..." susurró Kunou, totalmente asombrada, sin despegar la vista de su regalo. La pequeña kitsune jamás había visto algo semejante en toda su vida.

Al escuchar las palabras de Kunou, Edzard y Yasaka sonrieron, complacidos de que le hubiera gustado el regalo. Fue Yasaka quien sugirió aquel presente, sabiendo que su hija siempre miraba con cierta envidia a los jóvenes que practicaban Kyudou. Esa observación le permitió a la líder de los youkai notar la afición de Kunou por el tiro con arco. Por ello, ella y Edzard diseñaron juntos un arco Yumi para la joven kitsune. El arco conservaba las características típicas de su diseño asimétrico, con la empuñadura en el tercio inferior, aunque su tamaño era notable para un arco corto, comparado con los arcos tradicionales occidentales.

Con timidez y algo de duda, Kunou extendió su mano lentamente hacia el arco, temerosa de que este desapareciera en cuanto lo tocara. Sin embargo, cuando su mano finalmente rozó el arco, no desapareció. Al contrario, se sintió extrañamente cómodo en su mano. El cuero negro de la empuñadura era suave y se amoldaba perfectamente a sus dedos. Aunque el arco tenía cierto peso, no era tanto como para ser incontrolable, pero sí lo suficiente para requerir algo de fuerza.

"¿Qué te parece?" preguntó Edzard con una sonrisa en el rostro.

"E-es hermoso... Me gusta mucho... Gracias, papá." respondió Kunou con una sonrisa, usando por primera vez la palabra 'papá' para referirse a Edzard. Por alguna extraña razón, llamarlo así no le pareció para nada incómodo. De hecho, por primera vez en mucho tiempo, sintió que algo que le faltaba comenzaba a llenarse lentamente.

"No hay de qué, Kunou." contestó Edzard mientras se acercaba a su hija. Tomando sus manos entre las suyas, la guio para que adoptara una postura adecuada para disparar el arco. "Parece un arco común, pero hay una razón por la que no ves flechas en el cofre... Este arco no las necesita. Las puede crear, pero requiere un combustible especial."

"¿Qué combustible?" preguntó Kunou con sorpresa y curiosidad, ansiosa por saber qué necesitaría para crear las flechas.

La pregunta de su hija hizo que Edzard sonriera, respondiendo con calma. "Tu fox fire."

La respuesta de Edzard no solo sorprendió a Kunou, sino también a Yasaka, pues nadie esperaba que el arco utilizara el poder por el cual los kitsunes tipo kyubi eran tan conocidos.

"Edzard-kun... ¿Cómo es que...?" intentó preguntar Sirzechs, pero Edzard la completó antes de que terminara.

"¿Cómo es que lo hice? No fue sencillo, pero le pedí a Yasaka un poco de su fox fire y logré encontrar la forma de sintonizar el arco con sus llamas. De este modo, Kunou podrá usarlo como un medio para crear ataques más precisos y poderosos."

Las palabras de Edzard provocaron que los ojos de Yasaka se abrieran con asombro. Recordaba que él le había pedido un poco de su fox fire, pero no le dijo para qué lo usaría. Ahora, al saberlo, se sentía aún más complacida, pues no solo había aportado ideas para el diseño, sino que también había contribuido directamente al poder del arco.

"Te diré cómo hacerlo, así que escúchame con atención, Kunou." dijo Edzard mientras movía suavemente las manos de la joven para que tensara la cuerda de mitril. "Inyecta tus llamas en el arco..."

"P-pero..." comenzó a tartamudear Kunou, preocupada de que sus llamas pudieran herir a Edzard.

"No te preocupes, no me lastimarás." respondió Edzard con convicción.

"¡Así es, Ku-chan!" gritó Marie, quien había estado observando todo con fascinación. "¡Confía en papá!"

El ánimo de su hermanita le dio a Kunou la confianza que necesitaba. Cerró los ojos por un segundo y conjuró las llamas azules características del fox fire. Las llamas se esparcieron rápidamente por todo el arco, incluyendo la cuerda, y lentamente comenzó a formarse una flecha hecha de fuego azul.

Cuando Kunou abrió los ojos, se sorprendió al ver la flecha de fuego, que parecía mucho más poderosa que cualquier bola de fox fire que hubiera conjurado antes.

"¿Lo sientes, verdad?" preguntó Edzard mientras ayudaba a Kunou a sostener el arco, asegurándose de que no disparara la flecha accidentalmente.

Kunou asintió, pues lo sentía claramente: esa flecha era mucho más fuerte que sus ataques normales.

"Para cancelar un ataque, simplemente deja de alimentar el arco con tu fuego." comentó Edzard mientras concentraba magia en sus manos. Al reunir suficiente magicka, utilizó casualmente un hechizo de «Disipar magia." haciendo que el fuego se desvaneciera. "Aunque por ahora, me temo que no podrás hacer eso sin práctica. Necesitarás entrenar... ¿lo entiendes, verdad?"

Kunou había mantenido la mirada fija en la flecha de fuego, y se asombró aún más al ver cómo Edzard la disipaba con tanta facilidad. Aun así, asintió, comprendiendo lo que su padre quería decir.

Al ver el rostro de su hija, Edzard supo que ella había comprendido lo que le había querido decir. Con el regalo de Kunou entregado, estaba a punto de girarse para mirar a Marie y darle su presente, pero antes de que pudiera siquiera moverse, sintió cómo la pequeña dragona se lanzaba sobre él.

"¡Es mi turno! ¡Quiero ver mi regalo!" gritó Marie mientras se abalanzaba, esperando que su padre la atrapara. Edzard, sonriendo, la recibió en sus brazos y la hizo girar en el aire antes de colocarla frente al cofre.

"Je, je, je... Tan impaciente como siempre." rió Edzard mientras Asia negaba con la cabeza, pero mantenía una sonrisa en el rostro. Todos los miembros de la familia sonrieron, e incluso los invitados rieron divertidos ante la energía de Marie.

Al oír las risas, la pequeña dragona frunció el ceño e hizo un puchero, cruzando los brazos sobre su pecho. Estaba algo fastidiada de que se rieran de ella, pues lo único que quería era ver su regalo y comprobar si era tan increíble como el de Kunou.

Notando la expresión de su hija, Edzard sonrió. Sin hacerla esperar más, se acercó al cofre. Al abrirlo, observó con diversión cómo los ojos de Marie se agrandaban al ver lo que había en su interior. El cofre estaba forrado de terciopelo azul, y sobre él reposaba el regalo de su primogénita.

"Woaaaa..." fue todo lo que pudo decir Marie ante lo que veía.

El regalo que Edzard había diseñado para su hija, y que casi causaba un malentendido con Asia, era ni más ni menos que una daga... o al menos eso parecía. En realidad, se trataba de una espada, pequeña pero claramente una espada. El mango era negro, hecho de ébano, y la empuñadura estaba forrada en cuero suave al tacto. El pomo tenía una forma lobulada con detalles en plata adamantina. La guarda, rectangular y algo ancha, apenas superaba el tamaño de la base de la hoja. Lo que más destacaba era la propia hoja, forjada en Stalhrim. Era delgada, aunque no demasiado, con un característico tono azul, pulida hasta el punto de parecer una pieza única.

Marie extendió la mano con suavidad, tomando la espada.

"Ughhh..." resopló ligeramente cuando casi pierde el equilibrio al levantarla, pero logró mantenerse en pie.

Los ojos de la pequeña dragona brillaban de emoción mientras daba pequeños movimientos laterales con la espada, aunque sin experiencia. En uno de esos movimientos, casi tropezó y cayó, pero antes de tocar el suelo, Edzard la sostuvo, riendo levemente.

"Cuidado, querida. Aún no has aprendido a usarla, así que no intentes moverla demasiado por ahora, ¿vale?"

Marie asintió ante las palabras de su padre.

"No te preocupes si parece pequeña. Esta espada está encantada para crecer contigo. Cuando alcances tu altura final, el encantamiento desaparecerá y solo quedarán los otros hechizos que le he puesto." Explicó Edzard, refiriéndose a los encantamientos que adornaban la espada.

Todos los presentes escucharon con atención la explicación de los encantamientos, sorprendidos de que la espada de Marie compartiera muchas de las mismas cualidades que las armas de sus padres.

Cuando Edzard terminó de hablar, la pequeña dragona sonreía, emocionada de tener también una espada poderosa. Se acercó a Kunou y comenzó a mostrarle su espada, a lo que la joven kitsune respondió enseñándole su arco. Ambas sonrieron ante la situación.

Con los regalos entregados, tanto Marie como Kunou pidieron salir del salón, ya que querían ir a jugar en el jardín. Ante esto, Edzard asintió y todos se dirigieron al jardín principal del castillo, que había sido preparado para la parte más casual de la celebración.

Al llegar al patio, vieron largas mesas llenas de todo tipo de comida y bebida.

"Ahora que lo formal ha concluido, ¡comencemos!" exclamó Edzard con una sonrisa mientras chasqueaba los dedos. Varias figuras fantasmales aparecieron y comenzaron a tocar música. Los presentes se dispersaron por el lugar, algunos conversando mientras otros comían y bebían.

Los adultos formaron grupos para charlar, mientras los niños, incluidas Marie y Kunou, corrían y jugaban por todo el jardín. Aunque ver las ropas de las niñas ensuciarse podría molestar a cualquier padre, Edzard y Yasaka no pensaban detener su diversión en ese momento tan especial.

"Sabes, esta fiesta es más tranquila de lo que esperaba, mocoso." comentó Zakir mientras se acercaba a Edzard, que estaba acompañado de sus amantes.

"Ya sabes que no soy de hacer fiestas locas, bola de pelos." contestó Edzard con una sonrisa al ver al viejo héroe. "¿Cómo les ha ido a todos?"

La pregunta tomó por sorpresa a Vali, quien no esperaba que Edzard se preocupara por ellos.

"¿Te preocupas por nosotros, nya~?" preguntó Kuroka con una sonrisa juguetona mientras se acercaba a Edzard, intentando frotarse contra él. Sin embargo, fue detenida rápidamente por Bikou, que la jaló del cuello de su kimono al notar las miradas asesinas de las amantes de Edzard, quienes claramente no estaban dispuestas a dejar que Kuroka se saliera con la suya.

Al ver que la situación podía escalar y causar más problemas, Zakir decidió intervenir rápidamente.

"Bien, por suerte estamos bien. Al final, sí terminamos siendo el blanco de toda la Khaos Brigade… pero no es nada que no podamos manejar. El mocoso de Vali se estuvo divirtiendo." Respondió Zakir con una sonrisa, antes de mirar a Ingvild y a Rossweisse. "Por tu lado, veo que no has perdido el tiempo… has sumado a dos chicas más a tu familia. Je, ¿ya las has desvirgado o todavía no?"

La pregunta tan directa del Lilmothiit provocó que tanto Rossweisse como Ingvild se sonrojaran de inmediato, pero no fueron las únicas; Asia y Valerie también se ruborizaron notablemente.

Al ver la reacción de las chicas, el zorro humanoide supo la respuesta, por lo que rápidamente intervino antes de que Edzard pudiera decir algo.

"Vaya, parece que al menos lo estás tomando con calma y responsabilidad… Bien, no creo que sea conveniente para ninguna de ellas quedar embarazadas tan pronto, especialmente en estos momentos."

La mención del embarazo hizo que todas las chicas presentes se sonrojaran aún más y comenzaran a fantasear sobre cómo sería convertirse en madres. Sin embargo, salieron de sus ensoñaciones cuando Edzard finalmente habló.

"¿Podrías no hablar de ese tema por ahora...? No creemos que sea prudente tener más niños… ya cuando se alcance la paz…"

"Entonces dejarán de usar esas pociones anticonceptivas." remató Zakir rápidamente, con una sonrisa maliciosa.

Aquellas palabras provocaron un sonrojo colectivo, que incluyó también a Aika y Mittelt. Edzard, por su parte, solo soltó un suspiro, claramente cansado de las tonterías de Zakir. Afortunadamente para él, la ayuda llegó en forma de su suegro, quien tomó al zorro humanoide por el hombro.

"Hola, Zakir." dijo Marcoryan con una sonrisa en su rostro. "Creo que tenemos muchas cosas de las que hablar, viejo amigo. Dejemos que los jóvenes charlen de sus propios asuntos. Además, creo que hay otras personas que quieren hablar con mi yerno."

Con esas palabras, el Lilmothiit fue prácticamente arrastrado fuera de la escena, lo que sorprendió a todos, excepto a Edzard, quien notó que Zakir había buscado esa salida.

Tras eso, Edzard miró al frente y vio acercarse a Sirzechs, Serafall, Vasco, Michael, Dulio y Azazel. Al verlos, se dio cuenta de que no venían a saludar… No, ellos venían con una petición o, peor aún, con malas noticias.

'Mierda.' pensó Edzard, antes de caminar hacia ellos para terminar con el asunto cuanto antes.


Nota de autor:

A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.

Bueno, y el capitulo 77 está listo XD

ya vemos que se ha realizado el capítulo del doble cumpleaños y la verdad espero haberlo hecho ben. Vemos que las cosas comienzan a moverse más rápido, algo que deseo hacer, ya que si bien tengo muchas ideas en la cabeza, no quiero sobre exagerar y agregar sucesos que luego no pueda integrar correctamente.

Tambien vemos algo más… Crom Cruach no está muerto, al menos no definitivamente. Lo que Mannimarco ha hecho es simple, convertirlo en su mascota personal, por lo que tendremos muchas apariciones de Crom durante varios capítulos futuros, en especial cuando ya nos estemos acercando a la recta final

Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.


Omake:

La luna estaba en lo alto, y todos los niños ya se habían ido a dormir, dejando solo a los adultos y a los jóvenes, entre los cuales se encontraban los miembros del ORC, el consejo estudiantil y el equipo de Vali. Todos, incluidos los integrantes de los mencionados grupos, ya tenían algunas copas de más, ya que habían estado bebiendo vino.

Los jóvenes se habían reunido alrededor de Edzard, quien les estaba contando algunas anécdotas de sus aventuras en Skyrim, más precisamente sobre la vez que fue con Serana en busca del arco de Auri-El.

"A ver si entendí bien… ¿Te cayó el techo de un templo encima y saliste como si nada?" preguntó Issei con los ojos muy abiertos, sorprendido por lo que acababa de escuchar.

"Sí, pero no solo fue el techo del templo, también hubo algunos escombros de una cueva…" Respondió Edzard, casi sin entusiasmo, como si aquello fuera algo común para él.

"Y no fue solo esa vez." añadió Asia, con el ceño fruncido. El alcohol parecía haberle dado más confianza para hablar. "El día en que él y yo empezamos a salir, también le cayó encima parte del techo de unas ruinas antiguas."

Aquel fragmento de la historia sobre cómo comenzaron la relación Edzard y Asia sorprendió a quienes no lo sabían, es decir, el ORC, el consejo estudiantil y el equipo de Vali. Todos quedaron asombrados por la fuerza de Edzard, quien había resistido que le cayera lo que debió ser más de quinientos kilos de escombros.

La conversación continuó entre risas y anécdotas divertidas, incluso Vali se unió, lo que, para sorpresa de todos, llevó a Ophis a participar, haciéndole preguntas a Edzard sobre los Dovah. El ambiente era tan ameno que todos los presentes siguieron charlando, hasta que la conversación atrajo la atención de Zakir, quien se acercó e interrumpió con unas palabras.

"Saben, es raro verlos a todos juntos… Al menos a las chicas de este grupo." comentó Zakir, quien, por la forma en que hablaba, más amistosa y juguetona de lo normal, evidentemente estaba borracho. Esto sorprendió a Edzard, ya que sabía que el viejo zorro era un gran bebedor, capaz de vaciar barriles de hidromiel como si nada.

Este hecho preocupó a Edzard, quien sabía que las personas borrachas podían ser impredecibles, pero fue demasiado lento para detener lo que el Vestigio estaba por decir.

"No sé por qué, pero me parece gracioso verlas a todas juntas…" dijo Zakir, arrastrando un poco las palabras. "¿Sabían que en otros mundos, varias de las mujeres aquí presentes fueron amantes del mocoso?"

La revelación del Lilmothiit descolocó a todos los presentes, incluido Edzard, quien se quedó tan sorprendido que dejó caer la copa de aguamiel que tenía en la mano.

"¿Qué?" fue lo único que pudo decir Rias, siendo la primera en salir de su estupor.

"Lo que oyeron… Hay realidades alternas donde las cosas no pasan como aquí." confirmó Zakir, aludiendo a la existencia de realidades paralelas.

"E-espera… ¿Nos estás diciendo que hay…" comenzó a preguntar Sona, quien parecía la más desconcertada.

"¿Realidades alternas? Sí... ¿Acaso no lo dije?" respondió Zakir con total naturalidad.

"Bueno, sí, pero… no podemos creerte sin pruebas." replicó rápidamente Issei, visiblemente celoso, pensando que si lo que decía Zakir era cierto, en algunos mundos Edzard habría tenido algo con las chicas del ORC. Lamentablemente, sus pensamientos se interrumpieron cuando Zakir sacó algunas fotos y se las mostró a todos.

Los ojos de todos, y esta vez, de todos, se abrieron al máximo al ver las fotos que Zakir mostraba. En ellas, se veía a Edzard en diversas fotos familiares, como una en la entrada del palacio, junto a su familia… solo que las fotos no eran exactamente como las que conocían.

La primera mostraba a Edzard junto a Rias, Akeno, Asia y Koneko, todos con el uniforme de la Academia Kuoh, pero lo que dejó de piedra a las chicas del ORC fue que cada una sostenía un bebé en brazos… bueno, en el caso de Rias, tenía dos bebés, que parecían gemelos.

La visión de lo que claramente era otro mundo dejó a todos paralizados, especialmente a Issei, que sintió una oleada de celos. Las chicas que miraban la foto se sintieron extrañas, pues no sabían cómo procesar lo que veían: a sí mismas como jóvenes madres, algo que las sorprendía y confundía a partes iguales.

Rias y las demás chicas del ORC no fueron las únicas sorprendidas. Xenovia e Irina también quedaron boquiabiertas al ver otra foto donde aparecían junto a Lint y Asia, cargando niños de un año cada una, mientras que Edzard, con aspecto de haber salido de una batalla, sostenía a Durandal y a Mimic Excalibur. Asia vestía un uniforme de exorcista, y Edzard tenía un collar con una cruz colgando de su cuello.

Por otro lado, Mittelt miraba con asombro una foto donde Edzard, vestido con el uniforme de la Academia Kuoh, estaba acompañado por ella misma, una Asia con su ropa de monja, y dos ángeles caídos que reconoció como Raynare y Kalawarner… aquello la dejó perpleja, pues sabía que ambas habían muerto en un incidente con los Gremory. Esto la llevó a preguntarse si, en ese mundo, Edzard se habría enfrentado a los Gremory.

Sona y su grupo también quedaron sorprendidos al ver otra foto donde Edzard aparecía con el uniforme de la Academia, pero con la diferencia de que llevaba un parche en uno de sus ojos, lo que las aterrorizó, ya que no podían imaginar cómo alguien como él habría perdido un ojo. En esa foto, Edzard tenía el brazo rodeando a Sona y Tsubaki, lo que molestó tanto a Saji como a Kiba, especialmente a este último, quien no podía explicar por qué le disgustaba ver a Edzard abrazando a la vicepresidenta del consejo estudiantil.

Si bien todas esas fotos eran impresionantes, ninguna se comparaba con la que veían Le Fay y Ravel, en la que aparecían junto a Edzard y Asia, pero vestidos con uniformes militares, él del ejército del Reino Unido y Asia del de Italia. Aquella imagen las dejó sin palabras, pues no esperaban ver a Edzard en un uniforme militar, aunque debían admitir que le quedaba bastante bien.

Así, siguieron viendo más fotos, todas mostrando a Edzard con diferentes miembros del grupo presente. Una de las más destacadas mostraba a Edzard con el equipo de Vali, incluyendo a Ingvild, y otra donde vestía ropa de Skyrim junto a Asia y Rossweisse mientras estaban en lo que parecía ser una casa vikinga antigua.

Todas estas fotos dejaron a los presentes completamente atónitos, pero no por mucho tiempo, ya que Issei y Saji se lanzaron contra Edzard en un ataque de celos, lo que provocó las risas de Zakir y los verdaderos causantes de esta revelación: un par de príncipes daédricos que observaban la escena mientras bebían vino y brandy, comiendo queso.