UN DESCANSO

Por Light of Moon


NOTA DE LA AUTORA: Hola a todos, les saludo desde un pequeño intervalo de descanso de mis ocupaciones (y en medio de un break de mi tarea), para obsequiarles un pequeño fanfic que había estado rondando por mi cabeza desde que vi la película de nuestros héroes unidos "RE: Death Island" y con tremendo fanservice, no me podía quedar quieta y me imaginé lo que sucedería con todos nuestros personajes en un contexto más cotidiano y tratando de resolver sus conflictos personales después de esta épica reunión. Esto obviamente será algo un poco de comedia/romance, porque ya de drama hemos tenido suficiente. Bueno, esta es una lectura ligera y amigable (posiblemente 4-5 capítulos) así que considerenlo un pequeño dulce de Halloween de mi parte. Espero que puedan darle una oportunidad y me dejen sus opiniones al respecto.

Ojalá disfruten la lectura, tanto como yo disfruté escribirla. ¡Saludos!


CAPÍTULO 1: SECRETS

"Bar de J" rezaba el viejo y sucio letrero de neon del conocido bar de la ciudad, famoso porque lo frecuentaban muchos veteranos de guerra, de la policía y otros sujetos peculiares; Chris Redfield, tan acostumbrado a ese lugar, se adentró dando grandes zancadas hasta que miró en una mesa solitaria a la persona que estaba buscando, quien yacía reclinado sobre su postura, con los codos en la mesa.

—¿No me digas que llegué tarde? —Mencionó el Capitán de la B.S.S.A. mirando su reloj que llevaba en su mano izquierda.

—Para nada, yo llegué antes. Necesitaba un trago. —Contestó mientras le mostraba un whisky en las rocas. —Pide lo que quieras, yo invito esta ronda.

Chris sonrió de medio lado e hizo una señal a la camarera a quien le solicitó una cerveza oscura, trayéndola casi de inmediato, dándole una risita coqueta al ex S.T.A.R.S., la cual no pasó desapercibida por su compañero.

—Eres un viejo lobo de mar con suerte. —Mencionó burlonamente.

Redfield puso los ojos en blanco.

—No me gustan las jovencitas.

—¿Los jovencitos?

Chris le dedicó una mirada asesina a su compañero quien, antes de que el Capitán le respondiera algo se adelantó a decir:

—Tranquilo viejo, es sólo una broma. Después de todo, ¿cuándo podemos tomar un trago como amigos sin que haya trabajo de por medio?

—Sólo deja de ser un idiota, Leon.

Leon se relajó en su asiento y continuó bebiendo amenamente.

—¿Qué tal la D.S.O.? —Preguntó Chris mientras daba un trago a su cerveza.

—Quedamos en no hablar de trabajo, Redfield. —Respondió Leon.

—Lo sé, pero, ¿de qué otra cosa podemos hablar? —Contestó el Capitán con ironía.

—Buen punto. —Afirmó el ex policía con una sonrisa amarga. —No estamos casados, no tenemos hijos…

Chris negó con la cabeza.

—Fue jodido lo de Alcatraz. —Comentó acerca de su última misión.

—Demasiado. Y lo peor es que el imbécil de Dylan se salió con la suya; de toda esa sarta de estupideces, algunas cosas que dijo me provocaron más ganas de beber que las habituales. —Habló con cierta melancolía en la voz.

—No es nada nuevo, yo también me lo he cuestionado muchas veces. —Razonó el mayor de los Redfield mientras solicitaba otra ronda.

—La vida se nos ha ido de las manos sin que nos demos cuenta, hemos perdido a mucha gente y aún tengo mis dudas de que estemos haciendo lo correcto. —Terminó el rubio mirando hacia la nada.

—Lo estamos intentando.

Leon soltó una risa amarga.

—Y se suponía que esto sería un plan divertido.

—Confórmate con que estamos vivos; esta vez estuvo muy cerca. —Le respondió Chris en un débil intento por animar un poco a su compañero.

—Es cierto. Y eso se lo debemos a Rebecca y a Jill. —Comentó el agente.

El Capitán se encogió de hombros ante la mención; Leon notó su incomodidad y normalmente en sus cinco sentidos, lo hubiera dejado pasar, pero estando con unos tragos encima y con los efectos del alcohol comenzando a hacer estragos en su personalidad, se animó a tantear el terreno de manera directa.

—Es una suerte que Jill esté de regreso, ¿no es así?

—Sí, es una suerte. —Afirmó el Capitán desviando la mirada.

—¿Qué se traen ustedes dos? —Preguntó en tono ladino. —¿Están juntos o por qué te cambia el rostro cada que hablas de ella?

En circunstancias más normales, quizás Chris se habría guardado su respuesta; pero después de tanto tiempo, al final del día Leon era su único amigo —además de Barry— y, quizás desahogarse con él y escuchar una opinión diferente a las ideas paternales de Burton, le vendría bien.

—Es complicado. —Respondió finalmente.

—No sabes cuánto odio esa respuesta. —Contestó el titular de la D.S.O.

Chris sonrió de lado.

—¿Acaso te la han dicho muchas veces?

—Más de las que me gustaría recordar.

Redfield se encogió de hombros.

—Lo mío con Jill no ha sido fácil.

Leon le dio un enorme sorbo a su whisky y ordenó otro; supo que la cosa iba a ponerse seria.

—Cuéntame mientras mantengo lo que resta de mi sobriedad.

—Durante muchos años estuve enamorado de ella, no te lo voy a negar; era quien mejor me entendía, nos acoplábamos perfectamente el uno al otro en el trabajo, me gusta físicamente, creo que eso está de más decirlo. Creía que mi vida ya estaba escrita a su lado y que sólo faltaba un paso pero… Por alguna u otra razón, nunca sucedía. —Suspiró. —Circunstancias externas o personales nunca permitían que estuviéramos juntos, incluso cuando yo tenía la entera certeza de que ella también tenía sentimientos por mí. Entonces, un día ella desaparece… Por salvarme.

Leon se mantuvo serio; sabía que venía la parte que más le dolía a su amigo.

—Creerla muerta fue lo peor que pudo pasarme en la vida; perdí a mis padres, a mis abuelos… Y ningún dolor me había atravesado tan profundo como perderla a ella; me llene de tristeza, de ira, de rencor… Pero sobretodo, de culpa; me maldije mil veces por la decisión que había tomado de ir nosotros dos solos a buscar a Spencer, me torturé demasiado tiempo de sobrepensar que si tal vez hubiera manejado de otra forma la gestión de la misión, si tan sólo hubieran ido más personas, si me hubiera entrenado más, tal vez hubiéramos tenido una oportunidad; pero nunca pude prever el regreso del maldito de Wesker. —Se interrumpió para dar un trago a su cerveza.

—Me odié a mí mismo durante mucho tiempo; ni siquiera Claire sabía cómo lidiar conmigo en esos tiempos… Y entonces apareció Rebecca.

Kennedy reclinó la espalda hacia atrás en su asiento ante el giro inesperado de la historia y levantó la mano para llamar a la mesera.

—¡Señorita, otra ronda por favor! —Apremió; ahora sospechaba que su amigo tenía un dilema.

—Rebecca me hizo compañía en mis peores momentos; estuve a punto de renunciar a todo esto e irme a la mierda y fue ella quien me animó a continuar y de alguna manera, me ayudó a salir del hoyo negro en el que estaba hundido. Luego, cuando Jill apareció ella volvió tan cambiada… —Rememoró mirando hacia la nada, como si hurgara en sus recuerdos más profundos. —No la culpo de nada, ella estaba luchando contra sus propios demonios, pero allí estaba nuevamente Rebecca, cuidando de mí y de ella al mismo tiempo…

—¿Y qué pasó después? —Preguntó con impaciencia el agente.

—Creo que es más que evidente lo que sigue; tengo sentimientos por ella, pero una parte de mí, aún se aferra al recuerdo de Jill.

Leon alzó las cejas con sorpresa, definitivamente no se esperaba nada de lo que el Capitán acababa de contarle; él conocía a ambas chicas e indudablemente, las dos tenían muchas cualidades para enamorar a cualquiera, incluído al taciturno y reservado Chris Redfield.

—¡Vaya! Nunca imaginé que tendrías un dilema de ese calibre en la cabeza, amigo. —Expresó estupefacto.

—Nadie lo sabe, ni siquiera Claire. —Dijo mientras bebía su cerveza.

—Ni cómo suponerlo, todos creemos que estás casado con tu trabajo. —Afirmó.

—¿Y tengo otra opción? —Cuestionó esbozando una sonrisa astuta.

Leon suspiró.

—No me pediste un consejo, pero, ¿crees que aferrarte al recuerdo de Jill funcione? Después de todo, ha sido con Rebecca con quien te has sentido más en paz. —Mencionó.

—No lo sé, a Jill le debo demasiado y con Rebecca… Me gusta su compañía, me relaja, me hace sentir seguro y a la vez, siento el ferviente deseo de querer protegerla a toda costa. —Relató con una sonrisa, recordando en su mente el aspecto frágil y los ojos vivaces de su compañera.

Leon sonrió. Realmente era raro ver a Chris tan expresivo y fuera de su papel de militar veterano; recordó su misión en Nueva York y muchas veces se sintió como un tercero inoportuno cuando Chambers y su amigo estaban juntos, realmente había una química en el ambiente que lo hacía sentir extraño. Y fisgón.

—Chris Redfield enamorado. Esto sí que es una novedad. —Mencionó en tono burlón.

El ex S.T.A.R.S. se percató de que ahora Kennedy posiblemente iba a empezar a ponerse pesado y decidió interrogarlo ahora a él.

—Bien, ya hablamos demasiado de mí. ¿Qué hay de ti? ¿Es cierto que tienes algo con esa espía? No voy a denunciarte, puedes contarme. —Respondió en el mismo tono de mofa.

Leon suspiró hondo y dio un trago a una de las cervezas que la mesera había traído.

—¿Por qué todo el mundo piensa que tengo algo con Ada?

—¿Tenemos motivos para pensar lo contrario? Aunque no me agrada, reconozco que es guapa. —Admitió.

—Sólo fue un maldito beso, una vez, en 1998, en medio de un momento de crisis; literalmente fue en el siglo pasado. —Explicó con irreverencia. —Y si aparentemente le he ayudado, es porque ella me ha salvado el culo en varias ocasiones; decir que tenemos una relación, en todo caso, sería de negocios y nada más.

—¿Negociar con una espía? No suena muy astuto de tu parte. —Cuestionó sarcásticamente el ex S.T.A.R.S.

—Ella me salva; yo la salvo. No metería las manos al fuego por Ada, pero me ha salvado la vida; creo que sabes la importancia que tiene un favor de ese calibre en este negocio.

Chris asintió; si bien, Ada Wong no encabezaba la lista de sus personas favoritas, entendía que mantener la vida era prioridad en su giro profesional, aunque esto implicara hacer "alianzas" con gente con la que normalmente no negociarían.

—Entiendo. —dijo el Capitán, comprendiendo a lo que su compañero se refería.

—Además, mi interés está en otro lado. —Comentó comenzando a sentir en la punta de la lengua, la sinceridad que únicamente puede provocar los altos niveles de alcohol en la sangre.

—¿Ah sí? ¿Y quién es la desafortunada? —Mencionó entre risas burlonas.

Leon sonrió de lado y le lanzó una mirada desafiante:

—Me gusta tu hermana.

Al escuchar esto, el trago de cerveza que estaba en los labios del Capitán ahora yacía derramado sobre la gastada mesa de madera.

—¿¡Qué?! —Exclamó poniéndose de pie y levantando a su camarada por las solapas de la chaqueta de cuero, llamando la atención de todos los presentes.

—¡Viejo, tranquilo! —Dijo poniendo las manos en alto en señal de rendición. —Todavía no he hecho nada.

Chris, quien también ya se encontraba un poco afectado por los tragos, se dio cuenta que estaba haciendo el ridículo y lo soltó, provocando que Leon se tambaleara un poco hasta que recuperó la postura y volvió a sentarse en la mesa.

—¡Vaya! No pensé que fueras del tipo hermano celoso. —Dijo mientras se acomodaba el cuello de la chaqueta de cuero.

Chris se llevó una mano a la nuca avergonzado.

—Lo siento, lo siento, exageré. —Contestó volviéndose a sentar y relajando la postura. —Es sólo que Claire es la única familia que tengo y me cuesta pensar en ella no como mi hermanita, sino como una mujer hecha y derecha.

—Y qué mujer. —Replicó el agente mordiéndose los labios.

Chris volteó a mirarlo con ojos asesinos.

—Ok, entiendo que hace rato me excedí, pero otro comentario de esos, Kennedy y te juro que…

—Está bien, ya dejaré de bromear con eso. —Dijo con expresión derrotada. —Pero eso no cambia las cosas; realmente estoy muy interesado en tu hermana.

—¿Desde cuándo?

Leon dio una media sonrisa y luego pegó un sorbo a su cerveza.

—Creo que desde siempre. —Admitió. —Sólo que soy imbécil y tardé demasiado en darme cuenta.

—¿Nunca le has hablado de esto? —Preguntó el Capitán.

—No. —Dijo casi en automático. —Aunque no lo creas, nunca se ha presentado la oportunidad; en las ocasiones que había logrado reunir el valor suficiente, ella ya estaba saliendo con alguien más. Ya sabes, si no era Piers Nivans, era el maldito de Neil Fisher o si ex novio, ese famoso filántropo millonario. —Masculló.

—Ni me menciones al imbécil de Fisher; si no estuviera muerto, yo mismo me encargaría de enviarlo al infierno. —Comentó Chris apretando los dientes.

—Yo también. Con gusto le hubiera metido un tiro entre ceja y ceja cuando sucedió el secuestro de Claire.

—Y ahora, ¿qué es lo que te detiene? Perdoname que te lo diga, pero tienes fama de casanova.

Kennedy dio una media sonrisa.

—Realmente no entiendo por qué.

—Mucho tiempo existieron rumores de tus romances; se rumoraba desde un agente de S.W.A.T. hasta la hija del Presidente Graham. —Explicó Redfield. —Pero he de admitir que mi teoría favorita era la de la espía. Siempre te creí un cabrón hijo de puta.

—¿Gracias? Me agrada que ya seamos amigos. —Respondió sarcásticamente el ex policía.

—Y lo somos, los amigos dicen la verdad aunque duela. —Mencionó entre risas.

—Pues muchos rumores apuntaban que tú eras gay, ya sabes, por todo ese tiempo sin pareja y esa convivencia cercana con tus subordinados.

El aludido puso los ojos en blanco.

—No sé si agradecerte por contarme esto.

—De nada. —Sonrió.—En fin, volviendo al tema. —Continuó el agente de la D.S.O. —Claire no es cualquier persona para mí; es alguien que ha significado una constante en mi vida, es bella, es inteligente, fuerte y sumamente noble. —Describió. —No sé cómo pudo tener el temple de cuidarse a sí misma y a Sherry en Raccoon City cuando yo estaba muerto de miedo y fingía jugar al policía incorrupto. Incluso ahora, cuando estuvimos en Alcatraz, ella pudo tener el coraje de ayudar a ese bastardo de Antonio Taylor y luego auxiliar a que saliéramos de todo esto. Sé que tú también estabas en peligro y que nuestra salvación se la debemos a Jill y a Rebecca, pero en cuanto vi a tu hermana infectada, todo dejó de tener sentido para mí. —Aceptó encogiéndose de hombros. —Sentí que me iba a dar un ataque cardíaco cuando pasó por mi mente el escenario de verla morir y lo único que deseaba era que ella viviera aunque yo no lo lograra o nadie más lo hiciera. Admito que eso fue egoísta de mi parte.

Las notas de una mala canción de country que no lograron reconocer inundaron el lugar, mientras ambos veteranos continuaron bebiendo la ronda que les había traído la mesera, en un momento de silencio que finalmente Chris se atrevió a interrumpir.

—Creo que, si sientes algo por Claire, deberías decírselo.

Leon enarcó una ceja.

—Creí que no te gustaba como cuñado.

—Nunca dije que no te quisiera de cuñado, sólo pensaba que eras un pedazo de patán irremediable. —Admitió Chris. —Pero si todo lo que me contaste respecto a Claire es cierto, creo que puedo confiarle a mi hermana a alguien que esté dispuesto a cuidarla tan bien como yo.

—Protegería a Claire con la vida si fuera necesario. —Confesó ya estando algo borracho.

—Tienes mi "bendición" entonces. —Dijo el castaño. —Pero considera que no repararé en partirte el culo si le rompes el corazón. —Amenazó.

—No sucederá, créeme.

—Entonces brindemos, por mi hermana y porque todo salga bien con ella. —Animó el Capitán.

—Por el linaje Kennedy-Redfield.

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