La campana de la Academia Kuoh sonó, marcando el final del receso de la mañana. Los estudiantes se apresuraron a regresar a sus aulas, y Hideki caminó a paso lento, perdido en sus pensamientos. El uniforme escolar, aunque elegante, no lograba ocultar la cicatriz vertical cerca de su ojo derecho, una marca de las batallas que había enfrentado en su mundo anterior. A menudo, las miradas curiosas y las preguntas implícitas de sus compañeros se dirigían hacia esa cicatriz, pero Hideki había aprendido a ignorarlas con el tiempo.
En los pasillos, la mayoría de los estudiantes parecían concentrados en sus propios asuntos, intercambiando chismes y riendo en grupos. Hideki, con su altura de 178 cm, sobresalía un poco entre la multitud, pero su presencia solitaria y su actitud reservada lo hacían parecer aún más apartado. No era tan guapo como Kiba Yuuto, quien siempre atraía la atención con su apariencia impecable, pero Hideki tenía su propio tipo de atractivo.
Mientras caminaba hacia su aula, un grupo de estudiantes de primer año se acercó a él. Entre ellos, unas chicas con uniformes impecables y sonrisas tímidas lo miraban con curiosidad.
—"Oye, Hideki-senpai"—dijo una de las chicas, una joven de cabello corto y castaño—", ¿puedes ayudarnos con la tarea de matemáticas? No entendemos bien la explicación del profesor."
Otra chica, con trenzas rubias, asintió. —"Sí, te lo agradeceríamos mucho. Hemos oído que eres muy bueno en esto."
Hideki detuvo su paso y sonrió amablemente. Aunque era un estudiante solitario, siempre estaba dispuesto a ayudar a aquellos que lo necesitaban. —"Claro, ¿qué es lo que no entienden?"
El grupo se agrupó alrededor de él, y Hideki se inclinó para ver sus cuadernos. Mientras explicaba los conceptos con paciencia, notó que las chicas se miraban entre sí, claramente impresionadas por su actitud amable y su habilidad para explicar las cosas de manera clara. Aunque no buscaba atención, era evidente que su esfuerzo no pasaba desapercibido.
—"Gracias, Hideki-kun "—dijo una de las chicas con una sonrisa—". Eres un verdadero salvavidas".
—"No hay problema" —respondió Hideki con una sonrisa sincera—". Todos necesitamos un poco de ayuda de vez en cuando."
Con la tarea aclarada, el grupo de chicas se despidió y se dirigió a sus respectivas aulas, lanzando miradas de admiración hacia Hideki. Él continuó su camino hacia el aula, sintiendo el peso de su situación emocional. A veces se preguntaba cómo sería su vida si pudiera regresar a su propio mundo, pero sabía que tenía que seguir adelante y adaptarse.
Más tarde, en la clase de educación física, Hideki se encontró con los estudiantes de primer año en el gimnasio. El profesor había decidido organizar un ejercicio de equipo para fomentar la colaboración. Hideki, como estudiante de segundo año, estaba mezclado con los primeros años para facilitar el trabajo en equipo.
Entre los estudiantes de primer año, Hideki vio a Koneko Toujou, una compañera con la que ya había interactuado antes. Koneko estaba observando a los demás estudiantes con una expresión serena, pero su mirada se posó en Hideki mientras él se preparaba para el ejercicio.
Koneko se acercó a Hideki con pasos suaves y una ligera sonrisa. —"Hola, Hideki-senpai" —dijo con voz tranquila—". ¿Cómo ha sido tu día hasta ahora?"
Hideki se sorprendió al verla acercarse y le sonrió. —"Hola, Koneko. No ha sido nada fuera de lo común."- Hideki la llamaba por su nombre a petición de ella.
Koneko asintió y observó a Hideki mientras él sacaba una pequeña bolsa de su mochila. De ella, extrajo una galleta casera y se la ofreció a Koneko.
—"Toma, una galleta para ti" —dijo Hideki—". Se lo mucho que te gustan los dulces y los postres"
Koneko aceptó la galleta con una expresión de sorpresa y agradecimiento. —"Gracias, Hideki-senpai. No tenías que hacerlo, pero lo aprecio mucho. Fue un gesto amable de tu parte."
—"No es nada" —respondió Hideki con una sonrisa—". Me gusta compartir lo que tengo con amigos."
Koneko asintió en señal de comprensión. —"Eso es muy amable de tu parte."
Con una sonrisa amistosa, Koneko se unió a su equipo para el ejercicio, y Hideki se unió al grupo también.
*PIIIIII* El sonido del silbato del profesor resonó por todo el campo.
—"Bueno, muchachos, hoy tendremos partidos de voleibol mixto, como habíamos acordado la semana pasada. Formen sus equipos y prepárense para jugar"— anunció el profesor con entusiasmo.
La clase de educación física era una de las actividades más esperadas del día, especialmente porque el partido de voleibol mixto prometía una competencia amistosa y divertida. Los equipos, formados por alumnos de diferentes grados, generaban una atmósfera de camaradería que todos parecían disfrutar.
Hideki se encontraba en un equipo que estaba compuesto por alumnos de segundo y primer año. Estaba listo para jugar y disfrutar del partido, sin dejar que la presión de estar en el centro de atención lo afectara. Por otro lado, el equipo contrario estaba encabezado por Koneko, y Hideki no pudo evitar notar que ella estaba acompañada por algunos de sus compañeros de primer y segundo año.
El partido comenzó con gran entusiasmo, y rápidamente se hizo evidente que la habilidad física de Hideki destacaba entre los jugadores. Su agilidad y fuerza eran notables, y aunque él no buscaba el protagonismo, no pudo evitar llamar la atención por su desempeño.
Koneko, a pesar de su tamaño, sorprendía a todos por su gran habilidad atlética. Se movía con una precisión y rapidez que hacían que el juego fuera más desafiante para el equipo de Hideki. Sin embargo, Hideki no se dejaba intimidar y contraatacaba con habilidad.
En uno de los momentos clave del partido, Hideki saltó para realizar un remate, y su altura y fuerza lo hicieron destacar aún más. La pelota voló por encima de la red con una velocidad impresionante, y el equipo contrario apenas tuvo tiempo para reaccionar. Las chicas del equipo de Hideki vitorearon, y Hideki les dedicó una sonrisa confiada.
Desde las gradas, varios estudiantes observaban el partido con interés. Las chicas, en particular, parecían impresionadas por las habilidades físicas de Hideki. Sus movimientos eran precisos y llenos de energía, y cada acción que realizaba en la cancha atraía miradas de admiración.
Después de un intercambio dinámico de jugadas, el partido llegó a un momento crítico. Koneko, con su habilidad para anticipar los movimientos, logró bloquear un ataque potente de Hideki, causando que el público estallara en vítores y exclamaciones. A pesar del esfuerzo de Koneko, Hideki se recuperó rápidamente y ayudó a su equipo a mantener la ventaja.
Finalmente, el pitido del árbitro marcó el final del partido. El equipo de Hideki ganó por una diferencia estrecha, y ambos equipos se dieron la mano en señal de respeto y camaradería. Hideki se acercó a Koneko, que estaba con una expresión de concentración y agotamiento.
—"¡Eres impresionante Koneko!" —comentó Hideki con una sonrisa, mientras se acercaba a ella—". Jugaste muy bien, aún sigo sin poder creer lo mucho que puedes saltar" Hideki estaba genuinamente sorprendido por las habilidades Koneko.
Koneko le devolvió la sonrisa con un leve asentimiento. —"Gracias, Hideki-senpai. Tú también jugaste bien. Fue un buen desafío."
—"Muchas gracias, Koneko" —respondió Hideki.
Mientras los equipos se dispersaban, Hideki notó que algunos estudiantes seguían hablando sobre el partido y su desempeño. Aunque él no estaba interesado en ser el centro de atención, no pudo evitar sentir un poco de satisfacción por haber contribuido al entusiasmo general.
Con el final del partido, Hideki y Koneko se dirigieron hacia las duchas, contentos por la buena energía del juego y la oportunidad de compartir una experiencia deportiva. A pesar de las diferencias entre sus mundos, momentos como estos le recordaban que aún podía encontrar conexión y camaradería en su nuevo entorno.
Después del vibrante partido de voleibol, Hideki se dirigió a los vestuarios masculinos para cambiarse. La energía del juego todavía le recorría el cuerpo, y aunque estaba cansado, sentía una satisfacción que no podía ignorar. Entró al vestuario con la misma tranquilidad que mostraba en la cancha, sin saber que sus compañeros de clase estarían prestando atención a su presencia.
El vestuario estaba lleno de conversación animada y risas de los estudiantes que se cambiaban después del partido. Hideki se dirigió a un banco libre y comenzó a desvestirse, consciente del calor y la humedad en el aire. Mientras se cambiaba, varios de los chicos del equipo que eran en su mayoría de primer año, que habían estado observando el partido y hablando sobre él, comenzaron a murmurar entre ellos.
Uno de los chicos, con el cabello desordenado y una expresión curiosa, lanzó un comentario al grupo. —"¿Han visto el físico de Hideki-senpai? Es impresionante. Se nota que entrena en serio."
Otro compañero, que estaba secándose el cabello con una toalla, asintió con entusiasmo. —"Sí, y no solo eso. Las cicatrices que tiene en su cuerpo... ¡Eso debe ser de alguna historia épica o algo así!"
Sin embargo, entre los chicos que no conocían bien a Hideki, algunos miraban con cierta inquietud. —"¿Y esas cicatrices?" —dijo uno de ellos con tono nervioso—. "¿No les parece que da un poco de miedo? Parece como si hubiera sido un delincuente juvenil o algo así."
Otro chico, que también estaba observando, asintió con una mezcla de preocupación y curiosidad. —"Sí, no sé, esas cicatrices le dan un aire bastante intimidante."
Pero entonces, otro estudiante que conocía mejor a Hideki intervino. —"No debe ser posible. Hideki-senpai es muy amable. Me ha ayudado en varias ocasiones, incluso cuando no tenía por qué hacerlo. No creo que esté fingiendo o que sea como los demás piensan."
El chico que había planteado la inquietud levantó una ceja. —"¿De verdad? ¿Estás seguro? Tal vez solo está fingiendo para ocultar su verdadera naturaleza."
El estudiante que defendía a Hideki negó con la cabeza. —"No lo creo. He visto cómo trata a los demás. Es una persona genuinamente buena, a pesar de esas cicatrices. Creo que solo es una historia de vida dura, pero no significa que sea una mala persona".
Al escuchar estos comentarios, Hideki se dio cuenta de que lo estaban observando y se volvió hacia ellos con una sonrisa amable, sin mostrar ningún malestar por la atención. —"Oh, esas cicatrices son de un accidente que tuve mientras intentaba salvar a alguien. Fue una situación bastante complicada, pero afortunadamente todo salió bien" —explicó con una mezcla de sinceridad y vaguedad—". Nada de lo que preocuparse."
Uno de los chicos, que estaba especialmente interesado, se inclinó para observar más de cerca. —"Debe haber tenido una vida bastante dura. Aunque, de verdad, eso lo hace parecer más... impresionante, ¿sabes?"
Hideki se encogió de hombros y se puso la ropa que había llevado para después del partido. —"Solo he tenido que enfrentar algunos obstáculos en mi vida. Pero lo importante es seguir adelante."
Los chicos continuaron hablando entre ellos, algunos con una mezcla de respeto y admiración, mientras Hideki terminaba de vestirse. A pesar de que había notado las miradas y los comentarios, no se dejó afectar por ellos. En lugar de eso, se centró en prepararse para volver al restaurante y cumplir con su turno de trabajo.
Mientras los compañeros seguían charlando sobre el partido y las habilidades de Hideki, él se dirigió hacia la salida del vestuario, sintiendo una mezcla de satisfacción por el buen desempeño en el partido y tranquilidad por mantener su enfoque en lo que estaba por venir.
El Club del Ocultismo estaba en plena actividad cuando Koneko entró en la sala. Rias y Akeno conversaban mientras revisaban algunos documentos y libros antiguos. El aire del lugar siempre estaba impregnado de misterio, acentuado por las reliquias y artefactos que decoraban la sala, haciendo que la atmósfera se sintiera cargada de secretos por descubrir.
Koneko se acercó silenciosamente, aún pensando en su reciente interacción con Hideki. Al acomodarse en un sillón cercano, Akeno no tardó en notar su presencia con su característico tono juguetón.
—"Ara ara, Koneko-chan, últimamente pareces muy interesada en Saito-kun" —comentó Akeno con una sonrisa traviesa—. "¿Acaso has encontrado algo más que un simple compañero de clase?"
Koneko se sonrojó ligeramente, un gesto casi imperceptible en su rostro normalmente imperturbable. —"No es así, Akeno. Solo hemos... congeniado bien."— respondió, intentando mantener su habitual calma.
Rias, quien había estado observando la conversación con curiosidad, frunció ligeramente el ceño antes de inclinarse hacia adelante. —"Saito-kun... No estoy familiarizada con él. ¿Podrías decirme más sobre este chico?"
Akeno soltó una pequeña risa, disfrutando de la situación. —"Bueno, Hideki Saito-kun ha comenzado a atraer algo de atención últimamente. Aunque no es el estudiante más famoso de la Academia Kuoh, su habilidad física y su actitud amable lo han hecho destacar. Ha mostrado un rendimiento impresionante en deportes, y su dedicación al estudio es notable; incluso tiene una beca. Algunos ya lo llaman el 'héroe de la academia' por su carácter ejemplar."
Rias escuchaba con interés, pero su mente se enfocó en algo más. —"Koneko, ¿has notado algo extraño en él? ¿Algún rastro de energía sobrenatural o conexión con los Sacred Gears?"
Koneko negó con la cabeza. —"No, Rias-buchou. No siento ninguna energía sobrenatural en él. Su presencia es un poco diferente a la de otros humanos, pero no parece tener ningún poder especial. Tal vez sea mi imaginación... influenciada por lo amable que ha sido conmigo." —murmuró para sí misma, aunque Akeno logró captar sus últimas palabras.
—"¿Diferente cómo?" —preguntó Akeno con una sonrisa curiosa, mientras Koneko desviaba la mirada.
—"Tiene un... extraño olor a perro" —agregó Koneko, murmurando en voz baja. Sin embargo, Akeno la escuchó perfectamente, provocando que su sonrisa se ampliara.
—"¡Oh! ¿Tienes miedo de que a Saito-kun le gusten más los perros que los gatos?" —bromeó Akeno, provocando que Koneko se sonrojara aún más.
—"¡No es eso!" —se apresuró a replicar Koneko, visiblemente avergonzada—. "El olor que percibo es más parecido al de un inu-yōkai, pero puedo asegurar que él es humano. Quizá solo me estoy confundiendo y tiene un perro como mascota."
Rias frunció el ceño con expresión pensativa. —"Es interesante... Aunque no haya ninguna energía sobrenatural evidente en él, su presencia y el olor a inu-yōkai que mencionas podrían sugerir alguna conexión con criaturas sobrenaturales. Tal vez Hideki tiene algún vínculo desconocido con estos seres, o incluso podría estar relacionado con algún tipo de magia o linaje especial."
Akeno, con su usual curiosidad, se unió a la conversación. —"Eso suena plausible. Los inu-yōkai son conocidos por tener una influencia particular en su entorno. Si Hideki tiene alguna relación con ellos, eso podría explicar por qué sientes algo diferente en él."
Akeno sonrió de manera traviesa. —"Quizás sería útil preguntarle a Hideki directamente si tiene alguna mascota, especialmente un perro. A veces, una simple conversación puede despejar dudas."
Rias asintió, aún pensando en las posibilidades. —"Es una buena idea. Aunque no podamos detectar energía sobrenatural en él por ahora, es importante estar atentos a cualquier detalle que pueda surgir. Las apariencias pueden ser engañosas, y a veces los más sutiles indicios pueden revelar más de lo que imaginamos."
Hideki caminaba por la ciudad después de un largo día, con los pensamientos pesados en su mente. A pesar de la calidez de la familia Nishimiya y la conexión que había empezado a forjar con Koneko, una sombra parecía seguirlo a cada paso. Algo faltaba. Algo que no podía ignorar.
Al pasar frente a una pequeña tienda de donas, se detuvo. El dulce aroma lo atrajo, pero fue más que eso lo que lo empujó a entrar. Era la nostalgia, ese recuerdo de días pasados en su antiguo mundo, cuando momentos tan simples como comprar una dona podían brindarle algo de felicidad. Entró, pidió unas cuantas y salió con una bolsa en la mano, como si se aferrara a esa pequeña ilusión de normalidad.
Se sentó en un banco cercano, con una sonrisa forzada adornando su rostro. Abrió la bolsa con una emoción que intentaba imitar, buscando consuelo en el familiar olor de las donas.
—"¡Mhm! ¡Huele delicioso!" —exclamó, forzando entusiasmo. Tomó una dona y la acercó a su nariz, sonriendo de manera que ocultaba lo que realmente sentía—. "Qué aroma tan celestial... Huele a pastelillos de miel. ¡Y sin más palabras!" —dijo con una sonrisa grande antes de darle un mordisco—. "¡Esto es increíble! ¡Está súper delicioso! ¡Qué bueno es estar vivo!"- dijo, intentando convencerse a sí mismo mientras le daba un mordisco. Sabía que, aunque estuviese agradecido por estar vivo, el sabor dulce no podía llenar el vacío que sentía.
Pero mientras masticaba, el sabor dulce no lograba llenar el vacío que sentía. A su alrededor, el mundo seguía girando. Unos niños pasaron corriendo, riendo emocionados porque su madre les prometió un juguete. Una pareja caminaba tomada de la mano, compartiendo una conversación ligera y risueña. Unos amigos discutían entre bromas, uno diciendo: "Te conozco demasiado bien, no lo harás". Una familia pasó frente a él, la niña riendo con una alegría contagiosa mientras sus padres la seguían de cerca, sonriendo.
—"Sniff... Deliciosas..." —murmuró, con la voz entrecortada por la emoción contenida—. "Están... muy sabrosas".
Sus manos se detuvieron mientras hablaba, y la tristeza que había estado ocultando en su voz se hizo evidente. Los sollozos comenzaron a escapar de su pecho. Las donas que sostenía cayeron al suelo, olvidadas.
—"¿Por qué...?" —susurró con las manos cubriendo su rostro, tratando desesperadamente de contener las lágrimas que ahora fluían sin control.
Su mente se llenó de recuerdos, que ahora se sentían más lejanos y dolorosamente inalcanzables. Recordó cómo su abuelo solía despertarlo cada mañana, sus regaños envueltos en un amor incondicional, y el apoyo inquebrantable que le brindaba en sus momentos más oscuros. Las imágenes de sus amigos, especialmente Shinsou y Kirishima, también aparecieron, aquellos que habían sido su refugio en tiempos difíciles. Los buenos momentos compartidos, en un tiempo en que el peso de convertirse en héroe aún no lo agobiaba, ahora se sentían como ecos distantes, llenos de una nostalgia que amplificaba su tristeza.
Sin embargo, con esos recuerdos felices también llegaba el peso abrumador de su situación actual. Había perdido lo que solía darle sentido a su vida. Su familia, sus amigos, su sueño de ser un héroe... Todo parecía ahora tan distante, tan fuera de su alcance, que el contraste entre su pasado y su presente solo acentuaba su dolor.
En ese momento, rodeado de personas que vivían sus vidas como si nada hubiera cambiado, Hideki sintió el verdadero peso de su soledad. Y por primera vez en mucho tiempo, se permitió derrumbarse. Las lágrimas, que había contenido por tanto tiempo, cayeron sin freno.
Fin espero les haya gustado.
Casi lloro escribiendo esto ultimo, realmente me puse en sus zapatos escribiendo el final
Esta ultima escena esta inspirada en una escena de Trigun.
