Intento 4.

Se le había hecho ya costumbre encontrar al caracal husmeando en su habitación, rara vez tenía necesidad de correrlo, pues él mismo se iba cuando no lograba quitarle el pin. Aunque, sentía que sus estadías se habían extendido últimamente, pues, se quedaba a charlar con él de cualquier cosa.

A veces solo estaban juntos, sin decir mucho, como siempre, con el muchacho esperando aperturas. Pero hasta el momento, no había encontrado ninguna. Está vez, al llegar a su habitación, no fue la excepción. Lo encontró ahí, sentado balanceando sus piernas.

— Buen trabajo hoy — le saludó el caracal con presunción.

— Gracias— dijo observándolo mientras quitaba el pin de su gabardina y la colgaba— ¿Y ahora qué intentarás?

— Eso ya lo descubrirá.

Black intentó reprimir una sonrisa.

Como estaba cansado y se había comenzado a acostumbrar a que estuviera revoloteando a su alrededor, tomó asiento al lado del muchacho y sin quitarse las botas, terminó por recostarse. Entrelazó sus manos detrás de su cabeza, intentando relajarse un poco.

No.6, quien lo observó recostarse tranquilamente detrás de él y se dio cuenta de lo mucho que Black deseaba aparentar calma. No obstante, él había notado que no estaba tan relajado como quería verse. De otro modo ¿por qué conservar el calzado?

Quiso presionar un poco.

Se inclinó en su dirección, el actuar de su instructor siempre le parecía curioso y le daban ganas de probarlo.

— ¿Cansado?

Leyendo la intención del muchacho, le advirtió:

— No lo suficiente.

Esa sencilla respuesta encantó a No.6. Quiso presionar aún más y se inclinó en señal de recostarse a su lado, al tiempo que agregaba un sencillo:

— Yo sí.

Más por inercia que otra cosa, Black cambió de posición y le hizo lugar. Terminó recostado de lado, usando uno de sus brazos como almohada, dándole espacio a su estudiante para que se acomodara. No le era extraño compartir sitios angostos para dormir, en varias misiones anteriores al proyecto YorHa ya había tenido que compartir espacios para dormir con variados compañeros de misión al mismo tiempo, así que no le era una situación ajena. Ni tan molesta.

El caracal, gratamente sorprendido, aprovechó que de tan buena gana su superior le hiciera lugar, sin cuestionarlo, se puso aún más cómodo junto a él. No.6 también se recostó de lado frente a él y cerró los ojos sin más.

Black lo imitó. Se sentía casi dispuesto a considerar ese momento como una pequeña tregua.

— Huele bien…

Ese fue el último comentario dicho, pues Black no se molestó en responder. Posterior a ello, el silencio fue lo único que restó y los guio hasta que finalmente perdieron la conciencia, logrando que los minutos pasaran hasta transformarse en horas.

Durmieron apaciblemente. No hubo recuerdos, no hubo nada que fuera remotamente similar a un sueño. Solo calma.

El primero en abrir los ojos fue Black. Al hacerlo, vio el rostro de No.6 durmiendo frente a él. Verlo dormir era el único momento en el que lo vería con una expresión libre de su usual picardía.

No se movió, permitió a su alumno descansar un poco más. Estaba más que consciente que ese entrenamiento estaba desgastando a ambos, y necesitaban descansar antes del descenso a la tierra.

Luego de algunos minutos, le llegó una notificación y revisó la hora. Liberó un pequeño suspiro. Ya debía ir a su próxima supervisión. Se consoló pensando que al menos, había logrado descansar un poco. Dispuesto a irse, colocó su mano en la mejilla de No.6 para despertarlo. Pero no lo vio moverse.

— No.6 —susurró.

Al ver que no lograba despertarlo, se las arregló para saltarlo y bajarse de la cama. Se alistó y volteó a verlo indeciso.

No sabía si intentar despertarlo de manera más firme, si llevarlo a su propia habitación o si dejarlo dormir ahí hasta que se despertara normalmente.

Al cabo de un minuto de pensárselo, lo cargó en sus brazos y salió de su habitación. Se alivió de que el pasillo estuviera vacío, no quería tener que dar explicaciones de ningún tipo. E incluso si no le preguntaban, de alguna manera le evocaba algo de vergüenza que lo vieran.

— ¿Vergüenza? — pensó, preguntándose ¿por qué sentía vergüenza?

Por fortuna, llegó a la habitación del castaño, permitiéndole cortar de su mente dicho análisis y terminando con el peligro de toparse con alguien en el camino. La puerta automatizada se abrió y entró sin dificultad alguna. Recostó al muchacho en la cama con cuidado.

Consideró de nuevo si debía o no despertarlo y finalmente concluyó que permitiría que él lo hiciera por sí mismo. No debía arrebatarle la responsabilidad de despertarse y cumplir con los entrenamientos. Se limitaría a reprenderle si no cumplía en tiempo y forma.

Con una última mirada, salió de la habitación del muchacho, en dirección a supervisar la sincronización de No.3 y No.4, debía concentrarse en lo que tuviera en frente.

Apenas Black se fue, No.6 abrió los ojos. Su experimento le había dejado más información. Black era algo susceptible a la cercanía con otros, eso explicaba porque intentaba evitarla, se encariñaba con mucha más facilidad de lo que al mayor le gustaba admitir. Eso le hizo decidir su siguiente movimiento.