-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro de George R.R. Martin "Sangre & Fuego", más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Swan Song" de Dua Lipa para Sakura, "Unholy" de Sam Smith para Sasuke, "Summertime Sadness" de Lana del Rey para Hanan, "The Last Of Her Kind" de Peter Gundry para Baru, así como "The Gift Of A Friend" de Demi Lovato y "Need You Now" de Lady Antebellum para el contexto del capitulo.

1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".

2-Breves textos en cursiva para pensamientos.

3-Texto con dialogo en cursiva para flashbacks


Semanas Después/Desembarco del Rey

Sasuke era alguien más bien solitario, detestaba a la mayoría de las personas, más considerando que todo el afecto que debería sentir por otros siempre se había enfocado en su hermana Sakura, ya que la adoración que sentía por ella desde antes de que pudiera recordarlo rivalizaba con la de un Septón por sus dioses y avergonzaba al amor descrito en los libros de cuentos infantiles, pero, como el príncipe obediente que era, Sasuke jamás expresó su idolatría en voz alta, meditando en solitario en su habitación a esa hora. Tras regresar a Desembarco del Rey, Sakura había esperado que todo volviera a ser como debería ser, pero Sasuke no se había presentado a desayunar ese primer día, tampoco al siguiente, ni al siguiente ni durante toda esa semana, se había mantenido apartado la mayoría de los días desde su regreso, y no habían existido instancias para que Sasuke y ella se vieran, su madre les había dado lecciones durante todo el día, retomando su educación, ella misma apenas y veía a Baru pese a que este fuera su prometido, por lo que esa noche se decidió y acudió tras ponerse el sol a la habitación de su hermano, o eso intento. Conduciéndose por los pasillos de la Fortaleza Roja en compañía de sus doncellas y su leal protector sir Kakashi Hatake, la reina Hanan reconoció a su hija de pie ante la habitación de Sasuke al doblar por el pasillo, a punto de tocar, lo que la alarmó; la reina Haruno portaba un elegante vestido turquesa de escote alto en V, cerrado por seis botones, mangas ceñidas hasta los codos y abiertas como lienzos, con falda de capas de velo, y sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros, resaltando una guirnalda de esmeraldas que abrazaba su cuello y a juego con unos largos pendientes.

—Sakura— llamó la reina a su hija, que se volvió con sorpresa al saberse descubierta. —¿Qué estás haciendo?— interrogó pese a tener clara la respuesta.

—Quería ver a Sasuke— contestó la princesa inocentemente, no viendo problema en ello.

—No molestes a tu hermano ahora, necesita descansar para recuperarse— negó Hanan con voz severa, no queriendo que nadie importunara a su hijo en su recuperación.

—Sí, madre— asintió Sakura a regañadientes, comprendiendo la aprensión de su progenitora y deseando de igual modo que Sasuke se sintiera bien luego de lo ocurrido.

Dócil como una paloma, Sakura dejó que su madre cerrara la distancia entre ambas, envolviendo uno de sus brazos alrededor de sus hombros y escoltándola de esa forma a su habitación, mas nada impidió a Sakura volver la mirada por sobre su hombro hacia la habitación de Sasuke, odiando no poder verlo, abrazarlo y estar ahí para él, pero no se rindió por ello, prometiendo insistir cuando la situación fuera posible. Ajeno a lo que sucedía fuera de su habitación, Sasuke se había recluido en sí mismo, no buscando consuelo de nadie, ni siquiera de su madre a quien era tan cercano, volviendo la mirada hacia el espejo cerca de su cama y que le permitía ver su reflejo, un recordatorio constante de que le habían arrebatado el ojo izquierdo, aun siendo tratado por el Maestre Mizuki, pero teniendo claro que la cicatriz lo acompañaría por el resto de su vida y que ya nada volvería a ser como antes. El príncipe lamentaba cómo se habían desarrollado las cosas cuando sus sobrinos y primas lo habían confrontado, no debería haber sido tan arrogante tras reclamar a Vaghar como su dragón, quizás así…no habría perdido un ojo. Siempre había albergado resentimiento hacia sus sobrinos, los cuales siempre lo ofendían con sus "bromas" al igual que Baru; Sasuke había crecido siendo minimizado, había sido pequeño al nacer, había tenido que esforzarse para lograr todo lo que a Baru se le daba gratis como el primogénito, y ello incluía el convertirse en jinete de dragón, y al final no había sido Junichi quien le había quitado el ojo, sino Yuudai, el menor; su madre había tenido razón, incluso se habían sentido con el derecho a tomar eso de él y la realidad de lo frágil que podía ser creo una profunda ira en él, como una tempestad.

Su progenitora, la reina Hanan, era solo una madre que intentaba buscar justicia después de que uno de sus hijos fuera mutilado y gravemente herido, su actuar al atacar a Izumi estaba justificado, pero nadie había intentado entenderla y estar tan al margen del bullicio de la corte le permitió a Sasuke enterarse de los rumores de los sirvientes, y que lo hicieron enfurecer; todos veían a su madre como una demente y a Izumi como una princesa digna, lo que contribuyó a que él viera a su progenitora bajo una luz diferente, ahora ella tenía todo su respeto y devoción. Sin embargo, durante su tiempo a solas en su habitación, Sasuke no solo había pensado en su madre, también pensaba constantemente en Sakura a quien era tan unido, un vínculo entre ambos y que solo se había profundizado con el paso del tiempo, ambos siempre habían sido muy unidos, casi de forma irracional, pero él no podía pensar siquiera en arrepentirse por ello. Sin otro remedio y sabiendo que su madre la vigilaba, Sakura no hizo intentos de volver a visitar a Sasuke hasta una semana después, despidiéndose de Ino—su doncella principal y a quien se había vuelto tan cercana—al abandonar su habitación, haciéndose escoltar por sir Raido Namiashi, pidiéndole que esperara mientras ella llamaba a la puerta de la habitación de su hermano y abría esta sin esperar respuesta; la princesa portaba un sencillo camisón azul pastel muy claro, de escote redondo y cerrado por tres botones, decorado por encaje en los hombros como si fueran alas, continuando en mangas ceñidas que se tornaban acampanadas desde los codos y traslúcidas hasta cubrir las manos, vistiendo una corta capa de piel encima, con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros y tras su espalda.

—¿Sakura?— reconoció Sasuke con sorpresa cuando la puerta de su habitación se abrió, —¿Qué estás haciendo aquí? Madre te reprenderá si te ve— obvió sentándose sobre la cama mientras ella cerraba la puerta a su espalda.

—Tranquilo, nadie me vio venir— sosegó Sakura acercándose a la cama y sentándose sobre esta, teniendo cuidado de hablar en voz baja y no hacer ruido. —Te extrañaba mucho— declaró nada más encontrar su mirada con la de su hermano.

—Yo también le extrañe— correspondió él, esbozando su primera sonrisa por primera vez en semanas.

Las palabras no eran lo suyo, pero él que no dijera algo todo el tiempo no quería decir que no lo sintiera, y no podía comprenderse el sentimiento de extrañar tanto a alguien hasta experimentarlo en su plenitud, lo que le ocurrió a Sasuke en ese momento, por lo que atrajo a Sakura en un cálido abrazo pese a no ser asiduo a las demostraciones de afecto, recordando tardíamente que a Sakura le incomodaba el tacto de otras personas; sin embargo, para su asombro, Sakura situó sus manos sobre sus hombros, correspondiendo al abrazo, sí que no le gustaba el tacto de otros, pero sí el de Sasuke y cuanto más cerca estuviera de ella, mejor, sonriendo mientras permanecían unidos. Cuando el abrazo se rompió lentamente, Sakura encontró su mirada con la de su hermano, y no pudo evitar sonrojarse bajo su orbe ónix, le encantaba la forma en que él la veía, como si fuera algo precioso e importante, a diferencia de Baru, que la mayor parte del tiempo la veía como si fuera una loca, se burlaba de ella a menudo, y se refería a ella como "lenta" o "idiota", mas Sasuke siempre había visto un lado diferente de Sakura, una profundidad oculta que lo intrigaba y maravillaba a partes iguales. Por costumbre, Sakura se tumbó sobre la cama a la diestra de Sasuke como siempre habían hecho de pequeños, pero ligeramente sentada ya que él también se encontraba de esa forma, comportándose con aparente indiferencia o con carencia de sorpresa ante la mirada de sorpresa que su hermano le dirigió, Sasuke había esperado que ella se sorprendiera o aterrara por su aún reciente herida en el ojo izquierdo, incluso su madre se mostraba sorprendida cada vez que lo veía…pero, asombrosamente Sakura no, ella lo veía con la misma sonrisa de siempre.

—Nadie me acompaña a pasear con Dreamfire— comentó Sakura, iniciando la conversación, —me siento muy sola sin ti— agregó con la voz ligeramente quebrada.

—Me recuperaré pronto, y te haré compañía otra vez, lo prometo— aseguró Sasuke, volviendo el rostro en su dirección, no queriendo que ella estuviera triste. —Vaghar vendrá esta vez— agregó, queriendo competir en vuelo con ella.

—Esperaré entonces— asintió la pelirosa, no pudiendo evitar alzar una de sus manos. —¿Te duele mucho?— consultó, trazando la cicatriz sobre el ojo izquierdo de su hermano, el cual simplemente apartó la mirada sin responder. —Desearía haber visto cuando sucedería exactamente, así tal vez…Te he fallado como hermana— se disculpó, entendiendo si él llegaba a odiarla por ello.

—Nadie desearía una hermana mejor— negó el azabache, alargando su mano para entrelazarla con la suya. —Está bien, ahora tengo un dragón— sosegó, mas ello solo hizo que su hermana se acercara a él y apoyara su cabeza contra su hombro.

—Mis días son más felices cuando estás en ellos— admitió ella sin vergüenza alguna, sonriendo ligeramente y por fin pudiendo respirar tranquila.

—Nunca volveré a dejarte— prometió él y era un juramento que se tomaba muy en serio.

Sasuke no pudo evitar sentir duda al inicio, no supo cómo responder a la cercanía de Sakura, en años pasados ello no le habría incomodado…pero ahora todo era diferente, ella estaba prometida a Baru pese a que él la deseara para sí, y ambos estaban cambiando, ya nada jamás sería como antes, mas tanto el anhelo de afecto que sentía por ella como el consuelo que le brindaba su presencia lo hicieron deshacerse, envolviendo uno de sus brazos alrededor de Sakura, inclinándose para besarla en la frente, disfrutando de la calidez de su presencia contra su cuerpo cansado, su abrazo se convirtió en un santuario donde el mundo exterior se desvanecía. Ser parte de la casa o dinastía Uchiha significa ser hermanos, hermanas, esposos, esposas, reyes y reinas, todo y nada a la vez, porque todos ellos eran todo para los demás y no tenían a nadie más que a ellos mismos, así había sido desde la caída de la Antigua Valyria y desde que se habían establecido en tierra extraña, solo los Uchiha podían entenderlo, ello hacía que el vínculo entre familia e individuos estuviera difuminado, todos ellos eran aliados y enemigos a la vez, pero Sasuke y Sakura tenían su propia relación. Acurrucándose contra el pecho de su hermano, sintiendo los brazos de él a su alrededor, Sakura no pudo evitar sentir como se aceleraban los latidos de su corazón y Sasuke carraspeo irrefrenablemente para aclararse la garganta, sintiéndose inusualmente nervioso por la cercanía de su hermana, pero era un buen tipo de nerviosismo compartido y que—junto con cambiar o despertar un extraño fuego en su interior y que comenzó a arder—, finalmente, hizo que ambos jóvenes no tardaran en quedarse dormidos al poco tiempo, olvidando cualquier preocupación.

Por fin todo volvía a ser como debía ser.


La presencia de Sakura era un bálsamo para sus heridas, le dio ánimos extra para recuperarse, eso y que el flujo constante de compasión de los demás lo ponía nervioso, le recordaba constantemente su ojo izquierdo perdido y solo alimentaba su frustración; el Maestre Mizuki le aconsejo comenzar a usar un parche sobre la cuenca de su ojo izquierdo perdido, una sugerencia bienvenida para Sasuke en un intento por seguir adelante y no llamar tanto la atención, de ser posible. Perder el ojo izquierdo realmente lo afectó y Sasuke comenzó a darse cuenta al intentar volver a su vida de antes; afectaba mucho su vista y ahora debía adaptarse a ello lo quisiera o no, inicialmente dando pasos más lentos de lo habitual y guiados por Sakura—que se ofreció voluntariamente—en cada momento libre, también sintió que su percepción de profundidad y equilibrio había cambiado y tuvo que practicar diariamente para volver a ser autosuficiente, para volver a correr y moverse tan libremente como lo hacía antes. La asistencia voluntaria de Sakura fue bienvenida, él ya llevaba varias semanas encerrado y deprimido dentro de los muros de la Fortaleza Roja, y su constante aliento lo hicieron ansiar mental y físicamente retomar su actividad cotidiana, no solo leer libros y estudiar, por lo que regresó al patio de entrenamiento, encontrando aceptación y respeto por parte de sir Kakashi Hatake que comenzó a entrenar particularmente con él; aprender a leer con un solo ojo fue una lucha, como volver a aprender a usar la espada, pero Sasuke se esforzó continuamente, decidido a no quedarse atrás de su hermano Baru, el cual volvió a burlarse de él, pero esta vez el joven príncipe no permitió que ello lo afectara, se negaba a volver a ser visto como débil.

Con el tiempo, el impacto de lo que sucedió en Driftmark comenzó a desaparecer para todos, su faltante ojo izquierdo era combustible para las burlas de Baru, que comenzó a llamarlo "El Príncipe Tuerto", ante lo que Sasuke se mostró indiferente, liberado ya que sus sobrinos Junichi y Yuudai habían regresado a Dragonstone, junto a sus primas Ayame y Ryoko, pues su hermana Izumi se había casado con su tío Itachi, quizás la única acción inteligente en su vida…mas, decían que su tío Itachi era impredecible y Sasuke se dijo mentalmente que esa unión acabaría mal, aunque si ayudaría a mantener la sangre Valyria pura. También tuvo que lidiar con la aprensión de su madre, la reina Hanan, que seguía sin estar de acuerdo en que reanudará su entrenamiento con la espada, ofreciéndole continuamente pasar tiempo con ella, con Sakura y el pequeño Kagen…pero Sasuke se negó de la forma más educada, necesitando volver a ser el mismo de antes, aunque fuera imposible; de cara al futuro, ninguna dama noble se interesaría voluntariamente por él debido a la pérdida de su ojo izquierdo, y su padre el rey Tajima parecía injusto en su indiferencia, más preocupado por proteger a su adorada Izumi y a sus hijos bastardos. Sasuke se dedicó a entrenar más allá del cansancio y ser mejor, quería enorgullecer a su madre y demostrar que todos estaban equivocados, que podía ser igualmente capaz pese a ya no tener ambos ojos, era el segundo príncipe del reino, debía ser fuerte, valiente, audaz, físicamente apto y muchas cosas más, no debía merecer lástima y cuidado y se los hizo saber a todos con su actuar, sonriendo ladinamente cada vez que su hermana aparecía en el palco del campo de entrenamiento y le sonreía para animarlo.

Sakura había dicho que, para tener un dragón, tendría que perder un ojo y no había sido la primera vez que había aludido el tema antes de que ocurriera, pero no se encontraba molesto por ello en absoluto, de hecho, estaba maravillado con su don para ver los acontecimientos que sucederían, aunque no pudiera predecir nada con precisión, él jamás había estado de acuerdo con la creencia de sus padres y hermano mayor sobre que los acertijos de Sakura eran una rareza, que lo eran, pero Sasuke no la veía como una tonta ni loca, sino una soñadora, al igual que Chinami Uchiha, la princesa que había predicho la destrucción de la Antigua Valyria salvando a su linaje de la extinción, y como Baru I "El Conquistador" que había forjado su dinastía, ¿Qué grandes proezas lograría ella? El deseaba ser testigo de ello. Desde su infancia temprana, Sasuke había buscado y anhelado el amor de su padre el rey, pero había tenido que perder su ojo izquierdo que se dio cuenta de que, si esperaba más, sucumbiría a la debilidad como había hecho su ojo izquierdo; aunque tuviera claro que nunca sería posible, Sasuke se permitió soñar despierto, podía imaginarse sentado en el trono como rey de los Siete Reinos, con Sakura como su consejera de mayor confianza, ella podría protegerlo con palabras de la misma manera que él la protegería con espadas…pero, si él pudiera ser rey, ella no solo sería su consejera, sería su esposa, si tan solo fuera posible. El eco metálico del acero contra el acero—pues ya podía usar una espada real y no una de manera, superando los logros de Baru en su entrenamiento—hizo que Sasuke regresará su mente a la realidad, esbozando una sonrisa ladina en respuesta a la mirada de sir Kakashi, quien continuó atacándolo.

Sin embargo, su madre y su aprensión no consiguieron mantenerlo alejado de Vaghar al final de cada jornada de entrenamiento y el joven príncipe comenzó a volar diariamente con el viejo dragón, que residía fuera de los muros de la ciudad, pues era demasiado grande para el basto Foso de Dragones y fuera podía obtener todas las presas vacunas o bobinas que quisiera; volar en círculos alrededor de la ciudad no hacía mucho para ejercitar al viejo dragón o estirar sus alas, por lo que dragón y jinete comenzaron a volar más y más alto, más y más lejos, consolidando su vínculo con cada nuevo vuelo. Vaghar sonrió cuando reparó en el respeto que el joven príncipe sentía por él, era su jinete y sin embargo sabía bien que él podía tragarlo fácilmente con un chasquido de sus enormes mandíbulas, pero él era viejo, tenía más de cien años y apreciaba demasiado al joven Uchiha como para acabar con su vida, ronroneando cuando su joven jinete finalmente bajó del caballo y corrió hasta él, acariciar sus enormes escamas esmeraldas con su suave tacto, saludándolo como a un amigo e igual, relajándose en presencia del otro, y más cuando el joven príncipe subió a su lomo y Vaghar alzó el vuelo sin necesidad de orden alguna; con el joven príncipe, Vaghar se sabía libre, era mucho más que una montura o un derecho de nacimiento, era parte de su alma y viceversa. Aunque comunicarse en Alto Valyrio—el idioma de los dragones—era maravilloso, era todavía más maravilloso para Sasuke interpretar y entender cada ruido que Vaghar hacía, ya fuera un estruendo o un gruñido, sabiendo a dónde deseaba volar y cuándo quería que él regresara a la Fortaleza Roja, actuando como una figura paterna de forma inconsciente y su amigo a la vez.

La fuerza de su vínculo también había tomado por sorpresa a Vaghar, casi podía percibir cuándo su jinete estaba especialmente molesto o frustrado, y él disfrutaba de hacerle saber que no estaba solo, porque no eran tan diferentes; así como los miembros de la corte y de la ciudad parecen horrorizados por la falta de un ojo del joven príncipe y su cicatriz, muchos se sentían petrificados por Vaghar, porque era demasiado grande, un dragón guerrero con cicatrices de batalla por derecho propio, capaz de quemar castillos y fortalezas enteras hasta los cimientos si así lo deseaba. La gente parecía temerles a ambos por una u otra razón, nada cambiará eso, y Sasuke no se sentía preocupado, era difícil preocuparse por lo que pensaba la gente común cuando estaba con Vaghar, ya sea que estuviera volando o simplemente sentados juntos, él con la espalda apoyada contra su enorme flanco, riendo tras bajar de su lomo luego de finalizar otra jornada de vuelo, cuando el viejo dragón sopló una ráfaga de viento caliente en su cara, distrayéndolo momentáneamente de la decepción que supuraba en su corazón. Vaghar era viejo, antes de vincularse con su joven jinete, se sentía viejo, le pesan los huesos y le costaba respirar, sabía que era casi una reliquia, había sido un dragón joven al momento de la Conquista de Baru I, menor que su hermano mayor Balerion y mayor que su joven hermana Meraxes que había caído en batalla; Balerion había muerto de viejo, apenas y quedaban sus huesos y recuerdos, convertidos en leyendas para los tontos de mente pequeña o para los Uchiha, a Vaghar le dolía saber que él era el último, que había vivido más tiempo de los tres dragones destinados a ser uno, pero tenía a su jinete y eso era todo para él.

El dolor en el alma de su nuevo jinete le traía nostalgia y recuerdos, le recordaba a su primera jinete; Mikoto Uchiha, tan joven, apasionada, con deseos de conquistar todo a su paso, pero quién había ganado grandes cicatrices emocionales durante su vida, aún recordaba lo devastada que había estado cuando su querida hermana Ume había muerto en batalla, tenía el mismo dolor que Sasuke, la diferencia era que Mikoto había sido una mujer adulta y el príncipe era apenas un muchacho, mas Vaghar no tuvo reparos en apoyarlo en su sentir, así como brindarle parte de su sabiduría a través de su vínculo, haciéndole sentir apoyado y contenido, que era lo que el pobre chico más necesitaba; le enseño lo que Mikoto le había enseñado a él mientras ambos crecían, que para sobrevivir en el mundo, debía destruir a sus enemigos e imponerse como los dragones que eran. Al final del día, Vaghar esbozó lo que pareció una sonrisa con sus mandíbulas cuando su joven jinete intentó rodear su hocico con sus brazos en un abrazo a modo de despedida, corriendo hacia su caballo para regresar a la Fortaleza Roja; no había creído nunca que encontraría a su digno jinete, en el ocaso de su vida, él, el único dragón sobreviviente que recordaba la Antigua Valyria, orgulloso a más no poder, rejuvenecido y revitalizado por la personalidad de su jinete, por su ímpetu, por sus anhelos de ser alguien de cara al futuro y que hizo ronronear al dragón, que se recostó sobre los verdes campos cuando perdió de vista a su jinete, diciéndose que el joven príncipe estaría bien hasta que volvieran a verse y que, de ocurrir algo, él lo sentiría a través de su vínculo. Estaba ansioso por conquistar todo Poniente junto a su joven jinete y más allá, junto a Dreamfire y la princesa…


Meses Después

Los meses continuaron pasando y a su propio modo todo recuperó su habitual normalidad, o la que había existido antes a ojos de Sakura, quien cumplió catorce años y con ello vinieron los cambios que ella tanto había temido; su padre continuaba empeorando en su enfermedad, debía caminar apoyado en un bastón y la condición que padecía había obligado a los Maestres—dirigidos ahora por el joven Maestre Jugo, tras la muerte del Maestre Mizuki—a amputarle el brazo izquierdo y la enfermedad continuaba progresando, pudriendo su rostro y haciendo que el monarca Uchiha apareciera cada vez menos en público. El mejor regalo que Sakura recibió por su onomástico, o cumpleaños, fue de Sasuke; se trataba de un escritorio creado por los mejores artesanos, especialmente diseñado para que albergara su colección de insectos, ya que la parte superior en realidad era una gran vitrina que podía levantarse para que ella los sacara o metiera a voluntad, o los observará cuando le placiera …La única noticia triste para ella—que empaño aquel día—, y Baru que había cumplido dieciséis en fechas recientes, fue el anuncio oficial de su compromiso, ya que ella se encontraba en la edad apropiada para concebir, y por tradición, para preservar la sangre Valyria. Todo aquello hirió profundamente a Baru, sabía que el compromiso se haría oficial en algún momento, mas la realidad no era fácil de aceptar, su madre le recordaba una y otra vez que debía fortalecer su reclamo como el heredero primogénito y varón del rey, que debía asegurar tu linaje y procrear hijos, ¿A quién le importaban sus sueños, anhelos, deseos o lo que pensara siquiera? En el pasado, Izumi había propuesto que Junichi y Sakura se casaran.

Algo impensable, por supuesto, ya que el mocoso era un bastardo—Baru no era especialmente cercano a su hermana en comparación con Sasuke, pero le disgustaba imaginarla casada con Junichi—, y en nada ayudaba que Izumi se hubiera casado meses atrás con su tío Itachi, era una declaración disimulada de guerra y todo lo que los adultos en el bando Verde podían hacer era contestar con una unión igualmente incestuosa, pura a ojos de la antigua tradición Valyria. Al final de las celebraciones de ese día, la princesa Sakura y el príncipe Baru salieron a pasear por los jardines como su madre les había ordenado, la princesa apretándose nerviosamente las manos; portaba un femenino vestido aguamarina de escote corazón que abrazaba su cambiante figura, cerrado por seis botones de igual color, mangas ceñidas hasta las muñecas y desde donde se tornaban acampanadas hasta cubrir las manos, encima una capa superior sin mangas, de escote redondo y ceñido bajo el busto, abierto en A bajo el vientre, con sus largos rizos rosados peinados por una diadema de plata de tipo cintillo, cayendo sobre sus hombros para resaltar una guirnalda de acero Valyrio, obsequio de su padre y que emulaba la cabeza de un dragón en su dije, con esmeraldas a modo de ojos. Siguiendo la costumbre familiar, el príncipe Baru vestía un jubón verde esmeralda de cuello alto y cerrado por cuatro hebillas gemelas hasta el abdomen en forma de cabeza de dragón, mangas ceñidas y corto faldón por sobre las rodillas, abierto en A bajo el vientre, pantalones negros y botas de cuero, con las manos a cada lado de su cuerpo y no sabiendo que hacer, caminando a la par que su hermana y con sus doncellas siguiéndolos de acuerdo al protocolo.

—Hermano— nombró Sakura rompiendo con el tenso silencio, —¿Quieres casarte conmigo?— preguntó directamente, no sabiendo como más formular la incógnita.

Los pasos de Baru se detuvieron, por lo que Sakura también lo hizo, observando la expresión estoica en su rostro al observarla, como si dudara en decir algo, por lo que ella guardó silencio, esbozando una ligera sonrisa en espera de poder agradarle y conquistar su atención, diciéndose que de otro modo ambos serían infelices cuando estuvieran casados; otras jóvenes de la corte anhelan pasar tiempo con él y se sonrojaban a su paso, ella se enteraba de los rumores gracias a su amiga Ino, pero ello no la afectaba en absoluto y él no era particularmente sutil con sus desventuras por los burdeles o con las sirvientas de la Fortaleza Roja. No es que Sakura no fuera atractiva, lo era y mucho, sus rasgos angelicales parecían trazados por los mismos dioses, masificados por los hermosos jardines por los que transitaban, y sería mucho más hermosa al crecer, él lo sabía…pero no era el tipo de mujer que Baru prefería en absoluto, era demasiado dulce y reservada cuando él adoraba la lujuria, la pasión, el fuego, y seguía viéndola como su inocente hermana antes que como una mujer, ¿Cómo verla con un ápice de deseo y anhelar casarse con ella? El sentir de Sakura no era particularmente diferente, Baru era muy guapo, con los rasgos armoniosos de su madre y el característico cabello largo y oscuro hasta los hombros de los Uchiha, mas no era su tipo; ella prefería bordar arañas en lugar de flores, elegía perseguir lagartijas o ardillas en el jardín en lugar de chismorrear, prefería pasar el tiempo leyendo sobre la historia de los dragones en lugar de asistir a la corte de su padre, pero eso no quería decir que fuera tonta, mas había aprendido a dejar que los demás pensaran lo que quisieran de ella, utilizando su posición en su favor.

—Solo pregunto si tú lo deseas, no si lo desea nuestra madre, nuestro padre o nuestro abuelo— desarrolló Sakura en caso de que su hermano no entendiera. —Quiero que me hables de tus sentimientos hacía mí— pidió, tan solo recibiendo silencio de su parte hasta ese momento y aspirando a más pese a que fuera egoísta.

—Sakura, eres muy bella y atenta, aunque siempre te dé a entender lo contrario— admitió Baru, observando el angelical semblante de su hermana. —Si no fuera por el deber, todo sería diferente— el deber lo torturaba, no era como Sasuke para cumplirlo.

—No entiendo— contestó la pelirosa extrañada, no sabiendo cómo podía arreglarlo.

—No puedo cambiarlo— respondió el pelinegro únicamente, resignado en ese aspecto.

Para su madre, la reina Hanan, cumplir con su deber había sido una obligación que había aceptado siguiendo el orden de las cosas, se había casado con su padre el rey Tajima a los quince años, a los dieciséis había alumbrado a Baru, a Sakura a los dieciocho, a Sasuke a los diecinueve y a Kagen a los veintitrés, ella había abrazado su labor de reina y aceptado su deber, pero no todos podían hacer lo mismo, Baru no podía, y temía acabar descargando todas sus frustraciones con Sakura, quería amarla y tratar de sacar algo bueno de ello, pero algo en su interior le decía que eso jamás sería posible. Baru tendrá diez y yo tendré tres, pero no serán de él; las palabras resonaron dentro de la mente de Sakura, habiendo oído ya rumores de que Baru había embarazado a un par de prostitutas de los burdeles, señal de salud y virilidad, mas algo le decía en su interior que no conseguiría embarazarse de él cuando se casaran, pero ello no quería decir que tuvieran que odiarse y llevarse mal, sus padres se entendían maravillosamente pese a ser tan diferentes, ¿Ellos no podrían hacer igual? En un arrebato, recordando los escasos besos que había visto compartir a sus padres, Sakura acercó rápidamente su rostro al de su hermano, presionando sus labios de forma muy casta, su primer beso…pero Baru inmediatamente la sujetó de los hombros y marcó las distancias, sorprendiendo a la pelirosa que analizó su rostro en busca de alguna señal de que aquello le había agradado, pero no había ninguna, su ceño estaba fruncido por lo que parecía ser desconcierto y ni ella misma sabía que sentía, nada particularmente agradable en contraste con los dragones en el estómago que sentía cuando estaba a solas con Sasuke.

—¿Por qué hiciste eso?— cuestionó Baru, sorprendido y extrañado por su actuar.

—Porque quise— contestó Sakura inocentemente, como si fuese obvio. —Recibí mi respuesta, gracias— agregó esbozando una ligera sonrisa, tratando de animarse.

Baru no quería nada de lo que estaba delante de él de cara al futuro, no quería ser rey, no quería casarse con Sakura ni obligarla a tener sus hijos para que estos fueran herederos y cargaran con la misma obligación que él, no quería ser un desafío al trono para la ambición de su hermana Izumi, no quería nada de lo que estaba pronosticado para el futuro. Su padre, el rey Tajima, nunca le había dado el más mínimo reconocimiento, los abrazos cariñosos de su madre lo asfixiaban con expectativas y desilusiones por igual, su abuelo lord Kizashi Haruno estaba tan lleno de ambición que parecía no haber espacio para el amor en él, su hermana Izumi parecía ser la "única hija" del rey…todo estaba en su contra, no quería hacer sufrir a Sakura, se sentía eclipsado por Sasuke quien había cambiado muchísimo desde que había perdido su ojo izquierdo, y que tenía todas las libertades que él deseaba, todo era demasiado para Baru con solo dieciséis años y no sabía qué hacer o cómo actuar. Su compromiso oficial se había anunciado el día de hoy, pero su boda no tendría lugar hasta dentro de dos meses, pues debían realizarse todos los preparativos e invitar a lores muy importantes, y todo debía estar a la altura de la ocasión, por lo que había tiempo para mentalizarse para lo que vendría o eso se dijo Baru, esbozando una forzada sonrisa para su hermana a quien se acercó a besar en la mejilla, inclinando la cabeza y procediendo a retirarse en solitario, terminando de esa forma con su paseo, y Sakura lo observó partir con las manos cruzadas sobre el vientre, aguardando a que este diera dos pasos y luego siguiéndolo con sus doncellas, como correspondía al protocolo, regresando al interior de la Fortaleza Roja y a las celebraciones.

El futuro ya había sido decidido por otros.


Tres Años Antes/Desembarco del Rey

La noticia de que la princesa Sakura se volviera jinete de la dragona Dreamfire había sacudido a todos, nadie había esperado que la inocente joven consiguiera semejante cosa hasta que la noticia llegó a oídos del rey por los Cuidadores de Dragones y vio a la dragona regresar volando a Desembarco del Rey, para asombro de la gente común de la ciudad, y toda la familia celebró la feliz ocasión esa noche, pero la verdadera alegría para Sakura tuvo lugar a la mañana siguiente, cuando se dirigió al Foso de Dragones e invitó a su hermano favorito para que conociera a su dragona, así como invitándolo a volar tras ella en su silla. La joven princesa Sakura de once años portaba un sencillo vestido blanco de escote redondo, cerrado por seis botones de igual color, de mangas ceñidas que se abrían como lienzos desde los codos para exponer los brazos y falda de velo, encima una chaqueta o capa superior de escote en V que se cerraba escasamente a la altura del vientre y abría en A debajo, sin mangas y con el emblema de la casa Uchiha—un dragón de tres cabezas—bordado en hilo plateado en los lados de la capa superior y a lo largo de la misma, en la espalda y parte posterior de la falda, con los largos rizos rosados de la joven princesa cayendo sobre su hombro izquierdo, peinada por una diadema de oro y perlas en forma de mariposa. Su hermano el príncipe Sasuke, de diez años, caminaba a su lado, vistiendo un jubón verde esmeralda de cuello alto y cerrado con tonos más oscuros en el recorte en el centro del pecho, mangas ceñidas a las muñecas, ceñido a su cuerpo por un cinturón y faldón hasta las rodillas, abierto bajo el vientre, pantalones y botas negras, con su rebelde cabello azabache azulado ligeramente despeinado como siempre.

Sakura tuvo que esforzarse para no sujetarse la falda del vestido y salir corriendo, usando botas bajo el vestido en lugar de los típicos zapatos de corte, llena de emoción por volver a montar a Dreamfire, pero se contuvo para caminar a la par que su hermano a quien tomaba de la mano y que parecía emocionado a la par que curioso tras cruzar la entrada del Foso de Dragones, Baru ya estaba vinculado a Sunfire su joven dragón que ya podía llevarlo sobre su lomo, pero Sasuke nunca los había visto volar y lo entusiasmaba enormemente la experiencia que su hermana quería compartir con él. Los Cuidadores de Dragones se encontraban presentes en el foso cuando la princesa y el príncipe aparecieron, y solo unos instantes después la gran dragona de escamas malva emergió del foso, articulando lo que pareció ser un rugido mezclado con un ronroneo, acercándose a su jinete, quien soltó la mano de su hermano y corrió hacia ella, acunando su hocico con sus brazos y recibiendo una cálida respiración en su rostro como saludo, así como un amague de lametón que la hizo reír. Asistiendo a tan adorable encuentro, habiendo crecido escuchando de cómo era el vínculo entre jinete y dragón, Sasuke no pudo evitar sentir desconfianza mientras observaba a la dragona, se veía muy intimidante, era el doble de grande que Sunfire el dragón de Baru y más grande que Syrax la dragona de Izumi, ambos siendo sus hijos, ¿Cómo es que algo tan poderoso y colosal podía pertenecer a su hermana? No lo dudaba, pero ¿Tener a un dragón bajo su poder no era una ilusión? Los Uchiha y los dragones estaban estrechamente relacionados según su dinastía había enseñado por generaciones, pero no dejaba de ser algo empoderante y a la vez humilde.

¿No es hermosa?— preguntó Sakura como si le leyera el pensamiento. —Sus escamas brillan como amatistas— su dragona y amiga ronroneó ante sus elogios, embelesada.

Lo es, es impresionante— admitió Sasuke genuinamente impresionado, pero permaneciendo a una distancia prudente.

Acércate, Sasuke, no te hará daño— alentó la princesa con una queda risa, volviendo la mirada hacia él. —Sabe que eres importante para mí— agregó, regresando su mirada a Dreamfire y ambas intercambiando una mirada especial.

No pudiendo decir que no a su hermana y mejor amiga, Sasuke asintió torpemente y finalmente se acercó con pasos lentos hacia la diestra de su hermana, observando atentamente a la maternal dragona, que lo observó con lo que parecía sabiduría, ternura y seriedad entremezcladas, recordándole a su progenitora aunque no se asemejaran en nada físicamente; como si quisiera probarlo, y Sasuke lo sintió al escuchar la voz de la dragona en su cabeza—dulce, melodiosa y maternal—, Dreamfire ronroneó antes de fingir un gruñido que hizo reír a Sakura, pues Sasuke ni siquiera tembló, aunque sí observó a la dragona con el debido respeto y que ella agradeció. Para Dreamfire, quien fuera importante para su jinete era importante para ella, y aunque la joven princesa no podía entender los sentimientos que crecían en su interior debido a su temprana edad, ella si lo hacía y ello la llevó a intercalar su mirada entre ambos jóvenes, alentando al príncipe Sasuke a acercársele, prometiendo no lastimarlo ni ser agresiva con él, menos cuando la princesa Sakura alargó sus brazos para acariciarle el hocico. Reservándose a observar a la imponente dragona, madre de todas o casi todas las bestias que él había visto, Sasuke no pudo evitar sentirse mal, estaba feliz porque su hermana tuviera un dragón, pero igual que sucedía al crecer a la sombra de Baru o Kagen quienes tenían a Sunfire y Vissarion respectivamente, Sasuke no pudo evitar sentirse inútil, desplazado, olvidado, diferente, como si no tuviera un propósito en su propia familia, como si nunca pudiera ser como los demás, destinado a ser el segundo hijo para siempre; anticipándose a los pensamientos de su hermano, Sakura pensó en reconfortarlo en ese momento, queriendo animarlo.

Cuando tengas tu propio dragón, volaremos juntos por todas partes— comentó la princesa, muy segura de ello. —Oh, tal vez podamos ir al norte, siempre he querido conocer Invernalia— sugirió, más que entusiasmada por la idea.

Nunca tendré un dragón, Sakura— contrarió el príncipe, intentando convencerse de ello debido a los fracasos que ya había experimentado.

Tendrás un dragón, el más grande de todos y que oscurecerá la tierra con su sombra— insistió la pelirosa, repitiendo lo que había visto en sus visiones y que un día se haría realidad. —Volarás hacia los cielos y el cielo te rodeará hasta que te ahogues— solo había visto eso una vez, pero nunca podría olvidarlo y deseaba que jamás ocurriera.

Las palabras eran solo eso y Sakura no culparía a Sasuke por no creerle, pero ella decía la verdad, lo había visto en sueños y en imágenes que pasaban delante de sus ojos en momentos al alzar, podía verlo crecer, convertirse en el mejor de los guerreros y ser jinete del mayor de todos los dragones, alargando una de sus manos y entrelazándola con la suya, lo que claramente lo sorprendió, así como la seriedad en su mirada, por lo que él solo asintió, aceptando sus palabras cargadas de afecto, pero negándose a creer en ellas hasta verlo con sus propios ojos. Sakura era hermosa, Sasuke lo sabía, verla era como contemplar a un ángel, y aunque no hubiera mucha luz en el Foso de Dragones, de alguna forma Sasuke la vio bajo una luz diferente, como si fuera una joya, asombrado mientras ella volvía la mirada hacia Dreamfire, quien volvió a ronronear e hizo amague de chocar su cabeza como juego contra su jinete y el joven príncipe, mientras la princesa le hablaba en Alto Valyrio…A solas mientras continuaban las celebraciones por el onomástico de su hermana, Sasuke se hallaba fuera de la ciudad, sentado junto a Vaghar, meditando en silencio en tanto el viejo dragón dormitaba o eso parecía, abriendo los ojos de vez en vez y observándolo para asegurarse de que estaba bien, ante lo que el joven príncipe solo asentía; Sasuke esperaba que Sakura nunca se hubiera dado cuenta, pero ese día él había comenzado a verla de manera diferente, no como si fuera su hermana, lo que ya hacía, sino como una chica o joven mujer por quien sentir devoción, sentimientos extraños y que lo hacían sentir dragones en el estómago, porque sabía que lo que estaba sintiendo estaba mal. Sakura era la prometida de Baru, pero ya no podía cambiarlo, la amaba…


A imagen del recuerdo que Sasuke había rememorado el día anterior, durante el onomástico de Sakura, finalmente al día siguiente y libre de compromisos él pudo invitarla fuera de los muros de la ciudad para conocer a Vaghar, habían pasado meses desde su regreso a Desembarco del Rey y sin embargo la oportunidad no había surgido hasta entonces, mas la sonrisa en el rostro de Sakura era invaluable para Sasuke, quien bajó del caballo y le tendió la mano para ayudarla a desmontar. Sasuke había deseado poder presentar su dragón a su hermana hace tiempo, pero pasaba cada vez más tiempo en el patio de entrenamiento y junto a sir Kakashi como para dedicarse a algo más, Baru había comenzado a desertar de entrenar como de todo y el joven príncipe se sentía cada vez más seguro, pues asombrosamente había crecido varios centímetros en muy poco tiempo, ya habiendo alcanzado la altura de su hermano, y muchos creían que lo superaría pronto. La joven princesa Sakura portaba un sencillo vestido verde pastel de escote corazón que denotaba su cambiante y femenina figura, de escote corazón, ceñido a su esbeltez, falda superior abierta en A que exponía una falda inferior de gasa y mangas de igual material, acampanadas y que llegaban a cubrirle las manos, con el collar de acero Valyrio alrededor de su cuello, largos pendientes a juego y sus largos rizos rosados cayendo tras su espalda, con una trenza adornando su coronilla. Sakura tenía catorce años y Sasuke estaba a un par de semanas de cumplir trece—y era más alto que ella—, teóricamente aún eran niños, pero ella no parecía tímida ni asustada al acercarse a Vaghar, cubriéndose los labios a causa de la sorpresa mientras observaba al enorme e imponente dragón.

—Había escuchado historias sobre él, pero creí que eran solo eso— suspiró Sakura por fin, recuperando el habla. —Es enorme, y hermoso— elogió al detenerse junto al gran dragón.

—Sigue adulándolo, le gusta, no ha escuchado palabras así en muchos años— Sasuke sonrió ladinamente, recorriendo con la mirada al viejo dragón, que ronroneo ante los elogios de su hermana. —Es demasiado grande para una fosa, quizás demasiado para este mundo— Vaghar parecía no encajar en los moldes, como él, por eso se entendían.

—Igual que su jinete— comparó la pelirosa como si le leyera el pensamiento, haciendo que su hermano volviera la mirada en su dirección sonriendo ladinamente.

Normalmente, dragones como Vaghar tenían muchas escamas pequeñas, pero él era tan masivo que cada una de sus escamas era más grande que la palma de la mano de Sasuke, que acarició la cabeza del enorme dragón, el cual se mostró dócil bajo su afecto y el de su hermana, el viejo dragón también se mostraba más saludable desde que había dejado Driftmark, pues la arena y brisa marina ya no secaban sus escamas, el entorno con césped de Desembarco del Rey era mucho más cómodo para él y se alimentaba mejor, pues su jinete lo consentía muchísimo. Sorprendentemente en ese momento, al menos para Sasuke, se escuchó un rugido a lo lejos, era otro dragón, Dreamfire y a quien el príncipe reconoció tan pronto como la dragona aterrizó a un par de metros, ronroneando cuando la princesa volvió la mirada por sobre su hombro, ella la había llamado y la dragona por su parte había aprendido a disfrutar de la presencia del príncipe tuerto, porque hacía feliz a su jinete y porque era el único que realmente tenía paciencia con sus maravillosas rarezas y excentricidades a la par que Sakura era la única que podía soportar sus oscuros estados de ánimo. Observando lo embelesada que Sakura se encontraba con Vaghar, que actuaba como un pequeño dragón salido del huevo, Sasuke no pudo evitar encontrarse igualmente obnubilado, a sus ojos Sakura poseía un encanto que ni las diosas antiguas ni nuevas en que creían el Septón o su familia podrían emular alguna vez, estaba dejando de ser una niña para convertirse en una hermosa mujer, sus ojos eran vibrantes y su cabello, tan singular, era más fascinante que la mejor seda, era la única persona en el mundo que lograba deslumbrarlo a cada momento, encandilando sus sentidos.

—Ven, dame la mano— instó Sasuke, ante lo que su hermana no dudo en entrelazar su mano con la suya, acercándola cada vez más y más a Vaghar, situando sus manos unidas sobre el hocico del dragón y que ronroneo de forma aparentemente amigable.

A imagen de su jinete, Dreamfire se acercó a Vaghar, rondando al viejo dragón y que solo la observó, habiendo transcurrido mucho tiempo desde que ambos habían podido disfrutar de la mutua compañía del otro, sus jinetes eran jóvenes, demasiado inocentes para entender el vínculo entre dos dragones que habían pasado casi toda su existencia juntos; Vaghar había visto crecer a Dreamfire, ella había sido hija de su hermana Meraxes y de su hermano Balerion, que junto con él habían sido los últimos dragones procedentes de la Antigua Valyria. El ahora viejo dragón siempre se había sentido cómodo con ella, por lo que no había sido una sorpresa que se aparearan en el pasado y procrearan crías, pero sus jóvenes jinetes no tenían cómo saberlo—los dragones no eran tan obvios como los humanos—, y con la atracción que estos se profesaban, tanto Vaghar como Dreamfire, que se gruñeron quedamente el uno al otro, preveían que otra temporada de apareamiento tuviera lugar dentro de poco tiempo, más si la jinete de Dreamfire, la dulce princesa Sakura, se quedaba embarazada, pues el ciclo de reproducción de los dragones estaba vinculado al de su jinete. Observando a su hermano por el rabillo del ojo, Sakura contuvo su emoción, Sasuke cumpliría trece años en un mes y ella llevaba meses pensando en un regalo y ya lo había encargado, una espada hecha especialmente para él y que esperaba fuera de su agrado, cerrando la distancia entre ambos y besándolo castamente en la mejilla–, Sasuke congelándose de la sorpresa, y ella misma ruborizándose así como apartando la mirada, temiendo delatarse, a imagen de Dreamfire, que acercó su cabeza a Vaghar, mordisqueando sus escamas en señal de juego.

Había una atracción cada vez más latente.


Inevitablemente avergonzada, aunque agradeciendo con la mirada la asistencia de Ino como su doncella, Sakura salió detrás del biombo de madera que obraba de pantalla y tras el cual se había despojado de su ropa para el examen que tendría lugar, una costumbre más de la realeza y que le exigía demostrar su virginidad tan cerca de la boda, así como teniendo la edad para yacer con un hombre y concebir; la princesa portaba un inocente camisón blanco de escote en V, cerrado por dos botones, distorsionando la figura al ceñirse bajo el busto, falda de velo y mangas que se abrían como lienzos desde los hombros, con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros y tras su espalda. Dirigiendo una amable sonrisa a su hija, la reina Hanan se acercó para tomarla de la mano y guiarla hacia la cama, más en concreto de pie junto a esta para que el Maestre Jugo procediera a examinarla; la reina Haruno portaba un austero vestido verde—el color de su familia—de escote recto, con detalles en encaje a lo largo del corpiño, las mangas ceñidas, falda lisa y en el cuello falso debajo, representando un arciano con el encaje y su largo cabello rosado estaba pulcramente recogido tras su nuca para despejar su rostro, sin otra joya que unos pendientes de esmeralda en forma de lágrima. Sakura se congeló de miedo, observando al Maestre Jugo, que mantuvo las distancias por respeto, mas ello no la hacía sentir mejor, nunca había estado completamente desnuda delante de nadie que no fueran sus doncellas, e incluso entonces solo Ino la ayudaba a vestirse, nadie la ayudaba a bañarse, le incomodaba mucho, y aunque entendiera el propósito del examen, la princesa no entendía por qué tenía que encontrarse en camisón y dejarse examinar.

—¿Por qué hacemos esto?— preguntó Sakura a su progenitora, no queriendo hacerlo.

—Es necesario comprobar tu virginidad, es una tradición— contestó la reina Hanan con voz calmada. —No puedes casarte de otro modo— y era imperativo que lo hiciera.

No teniendo otra opción, Sakura asintió y se dejó hacer, desabrochándose lo suficiente el camisón para que el Maestre Jugo examinara su anatomía con ojos juiciosos; en nada le extrañaría que la estuviera comparando con Mikoto o Ume Uchiha, grandes matriarcas de la dinastía y que habían sembrado un precedente, o la muy amada reina Demiya, esposa del fallecido rey Naka I; la joven princesa también se mantuvo estoica cuando el Maestre se arrodillo frente a ella y le alzó la falda para continuar con el examen, haciendo que la joven casi entornase los ojos, desviando la mirada hacia su amiga Ino y que solo pudo instarla a resignarse y esperar que todo terminase pronto. Volviendo la mirada hacia su madre, la reina Hanan, Sakura casi pudo palpar su orgullo y confiabilidad, siempre tenía esa mirada cuando alguien juzgaba a sus hijos, como si los calificara de dioses, y aunque Sakura había crecido con las antiguas leyendas valyrias que situaban a los Uchiha entre dioses y hombres, ella no se consideraba una diosa. Mentalmente, Sakura trato de pensar en cualquier cosa para que el tiempo pasara rápidamente, en Sasuke quien se levantaba muy temprano para entrenar hasta que se ponía el sol o para montar a Vaghar, pensó en sus viajes cada vez más largos y a mayores alturas, de los cuales regresaba con algún animalillo pequeño, insecto o planta nueva para ella, siempre sacándole una sonrisa y que ella esbozó irrefrenablemente de solo recordarlo. Cuando el examen termino, y así se lo hizo saber el Maestre Jugo, retrocediendo sus pasos e indicándole que podía volver a acomodarse el camisón, Sakura se cerró el escote y observó tanto al Maestre como a su madre, esperando que le dijeran que todo aquello ya había acabado.

—El estado de su Alteza es ideal para tener hijos, su cuerpo debería continuar adaptándose con el paso del tiempo y los partos conforme se vayan dando— concluyó el Maestro Jugo muy seria y profesionalmente. —Como su Majestad, el cuerpo de la princesa es perfecto para el parto— ella parecía idónea para la labor de ser madre.

—¿Lo ves? No tienes ningún problema— celebró la reina a su hija, que esbozó una sonrisa solo para complacerla.

—Sin embargo, para un examen más detallado, es necesario que se recueste y abra las piernas, Alteza— solicitó, siendo la prueba final, —por favor— insistió al ver que la joven princesa no hacía amague de obedecer.

La idea no podía desagradarle más, tenía catorce años, llevaba un año sangrando cada mes como cada mujer, pero seguía estando muy incómoda con los cambios físicos que estaba sufriendo, en especial con el crecimiento de sus pechos, adaptándose a volver a desarrollar el equilibrio, nadie le preguntaba en absoluto lo que quería, su madre y todos a su alrededor solo le daban órdenes, parecían creer que todo era fácil para ella, ¡Y no era así! Pero, como siempre, Sakura no gritó, no verbalizó el rugido de dragón en su interior, mas pudo imaginarse a Dreamfire haciéndolo por ella y quizás fuera así al interior del Foso de Dragones, pero ella no podía saberlo, sino que en su lugar asintió, soltó la mano de su madre y procedió a subir a la cama, recostándose sobre esta y pidiendo la ayuda de Ino, quien asintió en silencio, subiéndole la falda para que el Maestre Jugo se acercara a examinarla, y alargando una de sus manos para entrelazarla con la suya, infundiéndole valor. La reina Hanan apartó la mirada, sabiendo lo incómoda que era esa parte del examen, viendo al Maestre Jugo arrodillarse y examinar aquella área tan privada para su hija y cualquier mujer, ella misma había pasado el mismo examen a los quince años—siendo un año mayor que su hija—para poder casarse con el rey Tajima, entonces se había cuestionado ¿No era más importante el amor que la virtud? Eso le había enseñado que todo estaba sujeto a observación, por lo que se reservó a esperar la resolución igual que su hija, dejando libre un suspiro cuando el Maestre Jugo terminó su examen y se levantó para dar su conclusión, permitiendo a la joven princesa acomodarse la falda del camisón y sentarse con ayuda de su doncella, que le sostenía la mano. Era virgen…


Las insistencias de su madre para que Baru y ella—que, pese a ser hermanos, parecían completamente ajenos el uno al otro—pasaran tiempo juntos eran cada vez mayores, las semanas habían continuado pasando y la boda se acercaba, era necesario que ambos pudieran entenderse y llevarse bien, por lo que Sakura invitó a su hermano a dar un paseo por los jardines, agradeciendo que este no se negará, y no manejando ella los mejores temas de conversación para interactuar con él, Sakura eligió hablar del examen al que se había sometido, esperando que la conclusión de su virginidad complaciera a Baru. Sakura portaba un vestido verde pastel de escote corazón y falda de velo, con mangas abiertas como lienzos desde los codos, encima una chaqueta aguamarina de escote redondo ligeramente bajo, cortas mangas ceñidas hasta los codos y falda abierta en A bajo el vientre, con su largo cabello rosado peinado para caer tras su espalda, salvo por una trenza que obraba de cintillo sobre su coronilla; se vestía de manera diferente, se peinaba de forma diferente y quizás la percibían de manera diferente, todo era diferente, pero ello no afectaba a Baru, aunque si a Sasuke quien se había quedado observándola embobado cuando creía que ella no lo veía, y ello le agradaba mucho. Baru era indudablemente atractivo, alto—aunque Sasuke ya lo había alcanzado en altura y claramente seguiría creciendo—, tenía los mismos rasgos etéreos y atractivos de su madre, con los ojos oscuros y cabello ébano de los Uchiha, largo hasta los hombros, en nada extrañaba que tantas jóvenes de la corte y cortesanas de los burdeles se le entregaran fácilmente, pero Sakura no podía verlo como otra cosa que su hermano, ¿Eso estaba mal?

—¿No estás contento?— más bien afirmó Sakura, apretándose las manos nerviosamente.

—No, lo siento— contestó Baru, no sabiendo ni pudiendo mentirle. —Si pudiera, me habría ido muy lejos y jamás habría regresado, habría vivido en paz en cualquier lugar— admitió, no teniendo deseo alguno de ser rey ni cumplir con ninguna de sus obligaciones.

Saber que su hermana era virgen no arreglaba nada especialmente, Baru de hecho habría preferido que ella no lo fuera, él jamás había estado con una virgen, ni siquiera en los burdeles, no sabría cómo actuar en su noche de bodas y lo anticipaba, sería brusco y egoísta con ella, buscaría su propio placer antes de pensar en ella y por ende tenía claro que no sería un buen esposo, Sasuke sería mucho mejor en ello…de hecho, el príncipe casi esbozo una sonrisa burlona, su joven hermano cumpliría trece años en cuestión de semanas y naturalmente seguía siendo virgen, por lo que Baru medito el llevarlo a un burdel de la Calle de la Seda para que despertara su vigor y no decepcionara a las damas que se llevará a la cama en el futuro. Su madre había crecido enseñándole a ella, así como al mismo Baru, a Sasuke y Kagen, que Baru era el heredero al Trono de Hierro, aun cuando su padre el rey Tajima no hubiera rectificado en su decisión original de nombrar a Izumi su heredera, mas a ojos de todos no podía ser reina, porque era una mujer y la casa Uchiha jamás había tenido una reina; la reina Hanan había alimentado a todos sus hijos con esa idea a lo largo de sus vidas y ellos debían llevar esa carga entre ellos, naturalmente y siendo Baru el mayor, probablemente llevaba la mayor carga entre todos sus hermanos. Sus ansias de libertad debían ser enormes, Sakura ni siquiera podía dimensionarlas al observarlo por el rabillo del ojo, deteniendo sus pasos y haciendo que su hermano hiciera lo mismo, así como sus doncellas que seguían sus pasos, ¿Cómo conquistar el corazón de su hermano y cumplir su deber de esa forma? La joven princesa no sabía qué hacer, pero se prometía hacer todo lo posible para complacer a su hermano y hacerlo feliz.

—Baru, me esfuerzo por entenderte, y no puedo— confesó Sakura, siendo igualmente honesta con él. —Pero si tengo que amarte, me acostumbraré, lo prometo— iban a casarse de cualquier forma y lo mejor sería que se entendieran y llevaran bien.

—Sera lo mejor— asintió Baru, completamente de acuerdo. —Ahora, necesito estar solo— se excusó, sorprendido por ella, mas esforzándose por disimularlo.

Siempre la misma letanía, la misma insistencia que nunca acababa, todo se trataba del deber, de lo que su madre la reina Hanan quería de él, de lo que se esperaba de él…Pero, ¿Qué había de él?, ¿Es que alguien pensaba solo en lo que él quería? Agradeciendo el sentir tanta comprensión de alguien que no pensaba ni tan siquiera un momento en juzgarlo, Baru observó por un momento el semblante de su joven hermana y prometida; era muy bella con aquellos rasgos angelicales, mejillas sonrosadas y brillantes ojos verdes como dos esmeraldas, su largo cabello rosado de rizos ordenados enmarcando su rostro y cayendo tras su espalda, era una belleza tímida y a la vez fascinante, aunque él se negara a admitirlo. Quizás fuera posible, quizás pudiera aprender a cumplir con su deber y pudiera amar a Sakura como ella se merecía, tal vez todo fuera posible después de todo, por lo que sonrió ladinamente y sostuvo una de las manos de su hermana, inclinándose para besar el dorso de esta a modo de despedida, procediendo a retirarse, y Sakura hizo lo mismo instantes después. Aunque no lo verbalizó, Sakura se sorprendió profundamente por el repentino colapso de su hermano, nunca había visto ese lado de Baru o él nunca había dejado que nadie lo viera, pareciendo siempre un príncipe vago y perezoso, mas ella ahora entendía que era todo menos eso, ¿Por cuánto tiempo se había sentido así? Se había callado todo y jamás le había dicho su dolor a nadie, algo muy parecido a lo que Sakura hacía día con día, y aunque quizás no pudieran ser un matrimonio armonioso de cara al futuro—como auguraban sus visiones—, Sakura se comprometía a darle el cariño que él se merecía, a ayudarlo a sentirse escuchado, aunque pareciera imposible.

El futuro estaba escrito, pero quizás aún pudiera cambiarse.


Un Mes Después

El día había llegado, por la noche en concreto, ya era más de media noche y por ende Sasuke podía considerar en toda regla que ya tenía trece años, aunque la celebración tuviera que esperar hasta el alba, cuando su madre con certeza acudiría a su habitación para despertarlo, pero en su lugar quien acudió a su habitación a medianoche y ordenándole que se vistiera fue su hermano Baru, conduciéndolo por pasadizos secretos que Sasuke ni se había enterado que existían, con una capa oscura sobre su ropa, la más desgastada y vieja que tenía y solía usar en los entrenamientos, Baru le había impedido vestirse como debía un príncipe y él no entendía porque. Los papeles se habían invertido, con trece años y en cuestión de meses, Sasuke había superado a Baru que era el príncipe heredero; era erudito, el mejor luchador tras su continuo entrenamiento con sir Kakashi, lo que había hecho que los comentarios sarcásticos de su hermano desaparecieran casi por completo, Sasuke había creído que había llegado el momento de que su hermano lo viera como su igual, de ahí el viaje por los pasadizos secretos, pero, no hacía el Foso de Dragones como habría imaginado. Tras abandonar la Fortaleza Roja, los jóvenes hermanos de dieciséis y trece años cruzaron las calles de Desembarco del Rey, adentrándose en las partes más oscuras, hacia un lugar desconocido para Sasuke, pero reconocible, aunque el príncipe solo hubiera escuchado de ella por conversaciones en el patio de entrenamiento; la Calle de la Seda. El joven príncipe intentó creer que Baru solo lo había guiado hacía aquel lugar para beber, hablar y divertirse, pero cada paso que daba solo le hacía pensar lo contrario y lo ponía muy nervioso, porque no quería estar ahí en absoluto.

—Ya dime, ¿A dónde vamos?— interrogó Sasuke, rompiendo con el silencio al caminar.

—Tranquilo, hermanito, no te asustes— sosegó Baru envolviendo uno de sus brazos alrededor de sus hombros. —Tienes trece años, es hora de que estés tan bien educado como tu hermano mayor— justificó con presunción, lo que no alivio a su hermano.

—No entiendo— negó el joven príncipe, mas cuando su hermano se detuvo ante unas grandes puertas y llamó a estás sin dudarlo, —¿Qué hacemos aquí? Es un burdel— era joven, mas no tonto como para no darse cuenta de ello.

—Gracias por señalar lo obvio— sonrió el mayor, encogiéndose de hombros sin más.

—No hay nada aquí que me interese— desestimó Sasuke, no queriendo estar ahí.

—Haces mal— refutó Baru, sorprendido porque su hermanito pensase así. —Te lo resumiré así; hay que mojar el pincel— simplificó, esforzándose para no reír ante la idea.

El momento en que las puertas se abrieron permitiendo el ingreso de ambos jóvenes fue de lo peor para Sasuke, él no quería estar ahí en absoluto, pensó en salir corriendo de regreso a la Fortaleza Roja, pero su hermano se lo impediría y se burlaría de él para siempre, llamándolo virgen y mojigato, y Sasuke no quería llamar la atención con todos los vigías o guardias de Capa Dorada circulando por las calles, su madre se enteraría o su abuelo lord Kizashi y lo último que Sasuke quería era recibir un castigo. El lugar era de alta categoría, al menos en ello Baru tenía buen gusto, las mujeres eran jóvenes y hermosas, tanto o más que cualquier dama de la corte, aunque escasamente vestidas o desnudas, y el lugar estaba cargado de un perfume extraño que le quemó las fosas nasales a Sasuke con solo respirar, sentía no estar ahí en absoluto, como si fuera un espectador de sí mismo, como si fuera otra persona y ello lo puso aún más nervioso, siguiendo forzosamente los pasos de su hermano, a quien tuvo deseos de apuñalar, cortarle el miembro y dárselo de comer a Vaghar por hacerle pasar aquel disgusto, pero más que nada el príncipe deseaba salir de ahí cuanto antes. Como si Baru le leyera el pensamiento, lo golpeó secamente en la espalda y haló de la capa para que lo siguiera, observando a las mujeres con lujuria en tanto su inocente hermano apartaba la mirada y no se decidía a si salir corriendo o seguirle el juego a su hermano mayor, siendo conducido hacia una serie de estancias separadas entre sí por cortinas y tenuemente iluminadas pese a la considerable cantidad de velas dispuestas, atiborradas con olor a incienso, donde fueron recibidos con una mujer de sonrisa amable o eso parecía, Sasuke no sabía qué creer.

—Sean bienvenidos, señores— recibió Leiko, encargada de dar la bienvenida a los clientes como de costumbre. —¿En qué puedo ayudarlos?— inquirió, haciéndose una idea.

—Yo vengo por lo de siempre, ya sé servirme— sosegó Baru, actuando muy relajado y tendiéndole una generosa cantidad de monedas de oro. —Pero traigo a mi hermano por primera vez, él necesita...instrucción especial— volvió la mirada hacia su hermano, envolviendo uno de sus brazos alrededor de sus hombros antes de dejarlo por su cuenta, dirigiéndose en solitario hacia una de las estancias como si estuviera en casa.

—Entiendo— meditó la encargada con una distraída sonrisa, —Shina, esto es para ti— designó, volviendo la mirada hacia una joven mujer.

—Descuide, estará en buenas manos— la mujer incluso le sonrió, ante lo que Sasuke no pudo dejar de sentirse incómodo, solo deseando salir de ahí y rápido.

La mujer, llamada Shina, debía tener la misma edad que su madre la reina Hanan y era muy bella, de expresiones amables y largo cabello entre almendra y rubio, pero Sasuke no se sintió tranquilo en absoluto mientras la mujer lo sujetaba del brazo y conducía hacia una de las estancias, cerrando las cortinas tras de sí e instándolo a tomar asiento sobre el amplio futon que abarcaba el lugar y obraba de cama, rodeado de almohadones de terciopelo, haciéndole sentir que no podía salir de ahí sin importar cuanto lo deseara. No por primera vez, Sasuke sintió resentimiento por su hermano; Baru lo tenía todo, todo aquello de lo que no era digno, cosas que ni siquiera quería, incluso tenía a Sakura—ella no era una posesión, en absoluto, pero iba a convertirse en su esposa—, ¡Baru odiaba a las mujeres! Era cruel y grosero con casi todas en general, excepto con su madre, y ahora él pagaba un nuevo precio por su causa, forzado a pasar la noche ahí, ¿Haciendo qué? No tenía idea. ¿Qué era una mujer hermosa? Sasuke solo conocía a las mujeres de la corte y que él consideraba olvidables, sabía que su madre era hermosa, también su hermana Izumi, pero Sakura era más hermosa que nadie a sus ojos, pero ¿Había sentido deseo por ella alguna vez? Él nunca había sentido eso por Sakura, no había tenido el impulso de imaginársela desnuda debajo de los vestidos, ella estaba por encima de cualquier deseo lujurioso, y pensar en ella en lugar de en el burdel fue en lo que se concentró, no quería ser como esos hombres que arruinaban sus matrimonios y producían bastardos, como aquellos seres inferiores que profanaban y violaban a las mujeres, le gustaba ser diferente en ese momento, le agradaba no tener deseos de algo tan repugnante e incómodo.

—No necesita asustarse, joven señor, no es el primer hombre que viene aquí sin saber qué hacer con una mujer— la voz de la mujer llamada Shina lo regresó a la realidad, cuando esta se sentó a su lado tendiéndole una copa de vino mientras ella sostenía otra. —Vera que soy muy competente en mi trabajo, y por ello sé cuándo un hombre no está interesado— aquella aclaración le quitó un gran peso de encima a Sasuke, aunque no del todo. —No lo obligare a nada, príncipe— aseguró sosteniéndole la mirada. —Su hermano ya pagó por usted, podemos quedarnos aquí hablando toda la noche o intentar algo, será como guste— ella estaba vestida por esa razón, no haría nada que él no quisiera.

—¿No le dirá nada a mi hermano?— cuestionó Sasuke, receloso con respecto a la confidencialidad de una mujer que se vendía por dinero.

—No siento afecto por su hermano, joven señor— contestó ella sin titubeos, —tiene fama de cogerse todo lo que ve, se ha follado a todas las chicas aquí, incluyéndome— no estaba feliz por ello según Sasuke noto. —No es tan prodigioso como quiere parecer— admitió, sin avergonzarse por ello. —Pero es un secreto— agregó en voz baja, cómplice.

Aunque fuera un pobre sucedáneo, ello hizo reír a Sasuke por lo bajo, Baru siempre presumía de su habilidad con las mujeres y había perdido la cuenta de todas las veces que su madre lo había regañado por cogerse a las sirvientas, era un milagro que no se hubiera fijado en las doncellas de Sakura y que destacaban por su belleza—además de provenir de familias nobles—, mas aparentemente su virilidad no estaba a la altura, no es que él se creyera superior, pero ello le daba ánimos para no sentirse inferior a él, no tenía porque. Sasuke nunca había bebido vino—ni siquiera en ocasiones especiales, su madre se lo había prohibido—, técnicamente ahora que había alcanzado los trece años podía comenzar a hacerlo, mas nunca le había interesado, por lo que por mera curiosidad dio un trago a su copa, casi tosiendo cuando el líquido ardiente le rozó la lengua y garganta, tragándolo para respirar, no teniendo idea de porque Baru bebía algo así casi a diario, ¿Qué propósito tenía? Recordando a las mujeres tan expuestas fuera de la habitación y el propósito por el que su hermano lo había traído ahí, Sasuke pensó en Baru, quien prefería cogerse a las sirvientas o putas de los burdeles antes que dedicar tiempo a Sakura que pronto sería su esposa, era absurdo, ¿Quién podía llegar siquiera a los tobillos de Sakura? Ella era maravillosa, hermosa, perfecta, delicada, inteligente, valiente y con un don dado por los dioses…A Sasuke se le revolvía el estómago por solo imaginar que Baru tendría que hacer con Sakura lo que hacía con las putas en aquel burdel, anticipaba que no sería amable con ella, nunca podría amarla como un hombre debería amar a su esposa, ¿Por qué no habían podido comprometerla con él en su lugar? Era tonto, pero ojalá fuera posible.

—En realidad, y ya que estaré aquí toda la noche, quisiera información— solicitó Sasuke, diciéndose que no tenía sentido, pero que al menos le sería útil.

—¿Información?— repitió Shina con extrañeza, viendo asentir al joven príncipe. —Ah, ya entiendo— sonrió, enternecida al comprenderlo. —Hay una mujer en su corazón— el joven príncipe era apenas un muchacho, pero evidentemente estaba enamorado.

—Así es— asintió el Uchiha, liberado por no sentirse juzgado por nadie al afirmarlo.

—Y no quiere estar con otra que no sea ella— más bien afirmó la dama, ante lo que el joven volvió a asentir. —Es muy dulce de su parte, la mayoría de los hombres vienen aquí a despertar su libido y así saber cómo complacer a una mujer, pero acaban despertando sus instintos básicos y cogen con ellas como los perros con sus perras— todos los vírgenes que ella había visto se convertían en el mismo tipo de hombres. —¿Usted es ese tipo de nombre?— inquirió, esperando que no fuese así, se veía muy inocente.

—No creo, ni quiero serlo— contestó el príncipe, indignado ante la sola idea. —Quizás suene tonto, pero solo quiero pertenecer a una, de otro modo prefiero emplear mi vida en otros propósitos— había crecido bajo esa norma, y no transaría sus ideales.

—En verdad que no es como ninguno de los que han entrado aquí— admiró Shina, disimulando su sorpresa ante las fuertes convicciones del joven príncipe. —Creo que su hermano pagó bien; quería que recibiera instrucción, y eso es lo que recibirá— comentó con una sonrisa, transmitiendo confianza al joven príncipe. —Hágame las preguntas que quiera— invitó, prometiendo implícitamente ser honesta y transparente.

—Gracias— Sasuke inclinó la cabeza respetuosamente antes de manifestar sus preguntas.

Baru había pagado por él en palabras de la "dama" conocida como Shina, por lo que Sasuke aprovechó toda la noche en el burdel aprendiendo de la teoría de un acto que desconocía y no deseaba aprender, aprendiendo bien sobre lo que sentía o podría sentir a futuro, y cuando abandonó el burdel cerca del alba—al mismo tiempo que Baru, quien le preguntó si había disfrutado la noche, a lo que él respondió con un simple "si"—, lo hizo con la mente serena, el corazón tranquilo y sintiendo que no se había vendido a sí mismo, porque no era ni nunca sería como su hermano. Como Sasuke había predicho originalmente que sería su onomástico, al regresar a la Fortaleza Roja, se había cambiado de ropa y esperado a su madre que acudió a su habitación al alba, tuvo lugar un gran banquete matutino en su honor y ni siquiera Baru había intentado molestarlo, lo que era un gran logro, los nobles de la corte se habían acercado a él para expresarle sus buenos deseos y otorgarle regalos; los mejores, naturalmente, vinieron de nobles ambiciosos que esperaban que él eligiera a una de sus hijas como esposas a futuro, pero los ojos de Sasuke solo estuvieron en una dama ese día, Sakura. El mejor regalo que Sasuke recibió en su onomástico fue la espada que Sakura le entregó esa noche—de acero valyrio, forjado por los mejores artesanos de Poniente—, al final de las celebraciones y visitándolo en sus aposentos, con los ojos llenos de ilusión y ante lo que el príncipe no dudó en contestar con un abrazo, sintiendo su corazón acelerarse y recordando las mujeres del burdel en el Barrio de la Seda, recordando cómo ninguna había despertado siquiera su interés, porque su corazón le pertenecía solo a ella, y siempre sería así…


PD: Saludos queridos y queridas, actualice esta historia esta semana por tener el capitulo terminado, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Como les había informado, me encuentro de viaje, por lo que de actualizar algo apenas me encuentre disponible, quizás sea "El Rey de Konoha" o "A Través de Las Estrellas", las actualizaciones de "El Cerezo & La Amatista" se deben solo a que ya tenía el material terminado, corregido y solo faltaba subirlo :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.

Personajes:

-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (14 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (13 años)

-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (16 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (9 años)

-Hanan Haruno como Alicent Hightower (37 años) -Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (38 años)

-Tajima Uchiha como Vicerys I Targaryen (51 años) -Kizashi Haruno como Otto Hightower

-Izumi Uchiha como Rhaynera Targaryen (28 años) -Itachi Uchiha como Daemon Targaryen (44 años)

-Junichi Senju como Jahaerys Velaryon (9 años) -Yuudai Senju como Lucerys Velaryon (6 años)

-Rhaena Targaryen como Ryoko Uchiha (7 años) -Baela Targaryen como Ayame Uchiha (7 años)

Vinculo, Matrimonio Político & Amor: El primer aspecto importante a destacar en el capitulo y que recalcó profundamente es como el vinculo familiar de hermano-hermana esta difuminado en la trama, ya que los Uchiha se ven a si mismos como entidades separadas de los humanos, de ahí que no se vean como parientes, sino como parte de un complejo juego político, por ende Sasuke y Sakura no se ven como hermanos entre si, aunque lo sean. Por otro lado tenemos el vinculo entre Baru y Sakura, que se ven como hermanos en toda regla; Sakura no puede imaginarse sintiendo algo fuera de ese afecto por él, y Baru a su vez la ve como una hermana, siendo incluso distantes en ese aspecto, lo que augura que su matrimonio será un fracaso en ese aspecto pese a sus interacciones e intentos de Sakura por alentar la atracción entre ambos, actuando como se esperaría de una futura novia. La escena de Sasuke yendo al burdel a los 13 años puede ser impactante, pero adapta lo dicho por el personaje de Aemond Targaryen en la serie, sobre que "su hermano lo llevo a un burdel en su cumpleaños 13 para que aprendiera de las mujeres", pero nada ha indicado que haya hecho algo, por lo que interprete esto a mi manera, ya que el personaje nos e traiciona a si mismo, y esto permite que tanto Sasuke como Sakura comprendan la profundidad de los sentimientos que tienen el uno por el otro, pero esto no se verá realmente hasta el próximo capitulo y más allá.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3