-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro de George R.R. Martin "Sangre & Fuego", más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Only Love Can Hurt Like This" de Paloma Faith para Sakura, "Fire On Fire" de Sam Smith para Sasuke, "Illusion" de Ross Lynch para Baru, y tanto "The Heart Wants What it Wants" de Selena Gomez como "I Get To Love You" de Ruelle para el contexto del capitulo.
1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".
2-Breves textos en cursiva para pensamientos.
3-Texto con dialogo en cursiva para flashbacks
Un Mes Después
El día tan temido había llegado, y sin embargo Sakura no podía sentirse feliz por ello, solo nerviosa, apretándose nerviosamente las manos mientras contemplaba su reflejo y tanto Ino como sus demás doncellas la rodeaban, terminando de cerrar su vestido, arreglar su cabello, colocarle las joyas e impregnar su cuello de perfume…era una ocasión feliz, ¿Por qué entonces se sentía como un funeral para ella? El vestido, ordenado por su madre, era de seda blanca con un exquisito patrón de diminutas perlas bordadas y que brillaban contra la luz, de escote alto y redondo, encima un corte en V con bordados dorados en el contorno para replicar los tres dragones del emblema real y ascendían formando alas, una en cada hombro, mangas ceñidas hasta los codos donde se volvía acampanadas y abrían revelando una tela carmesí, falda lisa hasta el suelo y con una ligera cola, y su largo cabello rosado se hallaba recogido en un moño alto, despejando su rostro y cuello, masificando la corona sobre su cabeza, de oro con diamantes y cristales rojos a juego con unos largos pendientes; se suponía que debía llevar una guirnalda de esmeralda, pero Sakura había desistido de usarla. Las jóvenes de la corte suspiraban por Baru, comentaban lo guapo que era y lo afortunada que era ella por casarse con él en ese día, pero Sakura no podía sentirse afortunada; lo amaba, igual que a su madre, a su padre y a su abuelo, como familia, pero no sentía emoción alguna ante la idea de casarse con él y sabía que él encontraba más placer en coger con las sirvientas o cortesanas de los burdeles. No eran como Naka I y Demiya, que se habían casado pese a ser hermanos y habían tenido trece hijos…a Sakura se le encogía el corazón imaginarse teniendo hijos con Baru.
—Dicen que cuando te casas con la persona indicada, recibes el mejor de los regalos— su querida amiga y doncella Ino rompió el silencio, como si le leyera la mente. —La pasión fluye en cada mirada, cada gesto y toque que puedas imaginar, te sientes transportado al paraíso— ella misma se casaría en las próximas semanas, una unión concertada debido a su noble posición como dama de la princesa. —No hay nada como la dicha de casarse por amor— pocas mujeres tenían el privilegio de elegir, y ellas claramente no lo tenían.
—¿Y si te casas con la persona equivocada?— preguntó Sakura con genuino interés, estando en conflicto por los sentimientos que tenía por su hermano Sasuke.
—Dicen que entonces tu matrimonio será el mismo infierno, los besos serán ceniza en tus labios y su tacto el peor veneno sobre tu piel— la Yamanaka tembló al decirlo, comprendiendo bien los sentimientos de la princesa.
—Quizás nuestro destino está escrito, quizás nada puede cambiarse— suspiró la Uchiha, diciéndose que ella no era más que una pieza en un enorme tablero de ajedrez.
Su madre la había acompañado en cada prueba del vestido desde hace semanas, sonriendo y acariciando su largo cabello rosado, murmurando incansablemente sobre lo hermosa que se veía y lo embelesado que estaría Baru cuando la viera…pero Sakura sabía que nada de eso sucedería, no deslumbraría a Baru, porque él simplemente no sentía nada por ella salvo el afecto de un hermano por su hermana; dándose una última mirada en el espejo y recibiendo la aprobación de sus doncellas, la princesa se dio la vuelta y dirigió a las puertas que estas no dudaron en abrirle, encontrando a su hermano Sasuke esperando por ella, y la escoltaría al altar ante la débil salud de su padre el rey Tajima. Sasuke no había seguido las pruebas de vestuario, por lo que se congeló de la sorpresa al ver a Sakura, era la novia más hermosa que los Siete Reinos hubieran visto, aunque no luciera el verde tradicional de la familia Haruno, tampoco se veía particularmente feliz mientras él le tendía su brazo para escoltarla, en su lugar se mostraba seria, como una digna descendiente de Baru I El Conquistador y él no podía estar más orgulloso de ella, intercambiando una mirada entre sí y continuando con su camino por los pasillos de la Fortaleza Roja. Entrelazando una de sus manos con la de su hermano, Sakura oró por fuerza desesperadamente, ojala pudiera reescribir su destino, ojalá los sueños y visiones que tenía le brindaran un consuelo, le dijeran que todo sería diferente, mas no era así, todo era lineal, estaba escrito y ella no podía tomar el material, desgarrarlo o arrugarlo, porque la realidad era más fuerte que ella…ojala pudiera casarse con Sasuke ese día y no con Baru, pero el destino nunca pediría su opinión en menesteres como ese.
El destino ya estaba escrito.
Septo, Sobre El Foso de Dragones, Desembarco del Rey
Los dos hermanos abordaron un carruaje que esperaba por ellos en el patio, el cual los llevó al Septo sobre el Pozo de Dragones, un lugar muy simbólico para la dinastía Uchiha, ya que era donde su ancestro Baru I había sido proclamado rey de los Siete Reinos, y donde residían las bestias que daban poder a su reino, los Dragones; al interior del Septo, todos aguardaban para ver a la novia, en particular la reina, su padre lord Mano, y el rey; se había extendido una invitación a la princesa Izumi, su esposo y sus respectivos hijos, pero ninguno había aceptado acudir, aparentemente tenían asuntos más importantes que atender. Pese a ser una princesa, Sakura no se consideraba mejor que la mayoría simplemente por ser una Uchiha, era bien sabido que los Uchiha se consideraban dioses, siempre por encima de los demás, pero ella seguía siendo solo una joven de catorce años, obligada a cumplir un deber impuesto desde su nacimiento, ¿Qué clase de diosa tenía que casarse con su hermano borracho? Ella no lo había pedido, lo único que agradecía y valoraba de ser una Uchiha, sin lo cual no podría imaginarse vivir, era su dragón; Dreamfire. El momento en que ambos entraron en el Septo fue seguido por las miradas de todos los presentes; ambos jóvenes identificaron a su padre, sentado en una silla en la primera fila junto al altar, demasiado enfermo como para escoltar a su hija, aunque sí hasta el breve tramo hasta el altar, por lo que Sasuke se inclinó ante él y tendió la mano de su hermana, que reverenció de igual modo a su progenitor, siguiendo el ritmo de sus pasos hasta encontrarse de pie frente a Baru, el cual vestía un jubón esmeralda con un bordado de Sunfire en el pecho y una capa dorada sobre los hombros.
Sakura sintió la mirada de su madre por el rabillo del ojo, sentía su sonrisa, tan fácil de imaginar como si pudiera tocarla, observándola tanto a ella como a Baru, depositando todas sus esperanzas para el futuro sobre ambos y no viendo cuánto sufrimiento les causaba debido a ello; era difícil saber qué pensaba su abuelo Kizashi Haruno, lord Mano, de pie junto a su madre la reina, mas parecía satisfecho según Sakura observó por el rabillo del ojo, viéndolo asentir y gesticular con los labios la palabra "bien", permanentemente orgulloso de su única nieta. El Septo era una gran edificación de aspecto solemne, la representación de la fe de los Siete, muy iluminado por las puertas abiertas y desde donde ingresaba la luz directa, filtrándose a través de las vidrieras y encargado de oficiar la ceremonia era el Septón Supremo de la Fortaleza Roja; Ebisu, un hombre dedicado a la fe y que observo a la joven pareja con ojos críticos, seguramente receloso como la gran mayoría por el incesto real practicado por los Uchiha desde el inicio de su dinastía para mantener la sangre pura, mas los nobles de la corte lo habían aceptado y naturalmente él también, uniendo ambas manos frente a si y procediendo con la ceremonia como debía. Las palabras no tuvieron mucho sentido para Baru ni para Sakura, los Uchiha tenían sus propias creencias en los dioses antiguos, e incluso entonces su familia se veía a sí mismos como dioses, por lo que no podían entender o comprender del todo las palabras del hombre encargado de unirlos como uno solo, la princesa apretándose las manos o la falda de su vestido, tragando saliva nerviosamente y viendo a su hermano hacer lo mismo, ¿Qué estaba pasando por su mente? Ojalá lo supiera.
La boda había sido ensayada en los días previos, cada uno tenía relativamente claro lo que tenía que hacer, por lo que Sakura no dudó en volverse de espaldas a su hermano, a quien se acercó el pequeño Kagen cargando una larga capa de seda roja y negra con los bordados del dragón de tres cabezas que representaba a su dinastía, y que Baru tomó para colocarle sobre los hombros, temblando de incomodidad en el proceso y ella lo sintió, mordiéndose el labio inferior, deseando decir algo para animarlo o reconfortarlo, mas ese no era el momento, volviéndose entonces hacía él, nuevamente ambos frente a frente, observándose. Las ceremonias, formalismos y protocolos incomodaban profundamente a Baru, era un espíritu libre, por lo que no pudo evitar entornar los ojos y suspirar, deseando salir de ahí cuanto antes, deseando que aquel teatro y fanfarria terminara, mas viendo a su abuelo y madre dirigirle una mirada severa para que se comportara y permaneciera en su lugar, ¿Por qué no podían intentar al menos ponerse en su lugar? Baru apretó fuertemente las manos hasta sentir que se hería las palmas, enfocando su atención en su hermana, que esbozó una muy ligera sonrisa para animarlo y ante la cual él no supo cómo responder, como ante todo lo que tuviera que ver con ella. Para Sakura, se sentía bien tener la atención y aprobación de toda su familia, aunque solo fuera por un momento, pero le dolía el estómago por memorizar las palabras del Septón y recordando cuales tendría que pronunciar ella, aquellas que la condenarían a una eternidad unida a Baru, algo que jamás había pedido; lo sentía en su corazón, algo malo ocurriría en el futuro, pero ni aún con sus visiones, ella no tenía forma de saber qué.
—El amor de los Siete es sagrado y eterno, es la fuente de la vida y el amor; estamos aquí el día de hoy en agradecimiento y alabanza, para unir a dos almas en una— las palabras del Septón Ebisu fueron más enfáticas que nunca para la joven pareja. —Pronuncien sus votos— solicitó a los dos jóvenes príncipes, que procedieron a recitarlas al unísono.
—Padre, guerrero, herrero, extraño— nombró Baru, aparentemente indiferente, estoico. —Yo soy tuyo y tú eres mía, sin importar lo que venga— le quemó la lengua decirlo.
—Madre, doncella, anciana— completó Sakura de forma ordenada. —Yo soy tuya y tú eres mío, sin importar lo que venga— se esforzó para que su voz no se quebrara.
—Aquí, en presencia de dioses y hombres, yo declaró a Baru y Sakura de la casa Uchiha como marido y mujer— oficializó el Septón, alzando la voz para que todos los presentes lo escucharan. —Un cuerpo, un corazón, un alma, ahora y para siempre— declaró, consagrado a la ceremonia religiosa y no a los sentimientos de aquellos jóvenes.
Las palabras se clavaron a fuego caliente en el corazón de Baru, cortando su libertad para siempre, lo quisiera o no, en el corazón de Sakura, quien sintió un nudo en el estómago, siendo esposada a una vida que no quería—lo que casi la hizo llorar, sintió las lágrimas en sus ojos, mas se negó a llorar—, pero más que nada en el corazón de Sasuke, quien asistía a tan solemne ceremonia, de pie junto a su abuelo Kizashi Haruno y teniendo a su lado a su pequeño hermano Kagen; desearía tener su inocencia, desearía que aquella realidad no lo hiriera, pero lo hacía y muchísimo. Sakura podría haber sido la novia más hermosa de los Siete Reinos, pero Sasuke veía lo que los demás no; su rostro tenía una expresión de congoja, sus ojos brillaban por las lágrimas y temblaba en silencio, Sasuke siempre se había jurado que protegería a su hermana de quien fuera necesario, de todo el mundo…Pero no podía protegerla a partir de ahora, su juramento llegaba hasta ahí, pues su verdugo de ahora en más habría de ser su propio hermano y esposo, el heredero al trono y él nuevamente se veía imposibilitado por ser el segundo hijo, condenado a esa existencia y a ser privado de Sakura. Había llegado el momento final, algo que no habían ensayado a diferencia del resto de la ceremonia; el beso que definitivamente los uniría como esposo y esposa, Sakura ya había besado a Baru en una oportunidad, no había gran sorpresa en ello, pero podía ver en sus ojos y notando el temblor en su cuerpo que él no quería hacer nada de ello, recordando las palabras de Ino y diciéndose que el beso que recibiría de él sería igual que un veneno, uno que la acompañaría en los días venideros, pero con el que trataría de congraciarse con tal de hacer más llevadero el tormento.
—Con este beso te prometo mi amor— pronunció Baru, encontrando su mirada con la de su hermana, que se quedó quieta y lo dejó actuar.
Los labios de Baru fueron fríos sobre los suyos, un roce que apenas duró un segundo antes de que él se alejara, haciendo que ambos se tensaran de incomodidad, sintiendo tanta decepción e infelicidad como el otro; era el primer beso de ambos como esposo y esposa, y carecía de toda emoción, pasión o sentimiento, estaba vacío, aún así el Septón los declaró marido y mujer, y la multitud reunida aplaudió de inmediato, provocando un ruido demasiado fuerte, que resonó en las paredes que los rodeaban y ante lo que Sakura se estremeció irrefrenablemente. Baru entornó disimuladamente los ojos ante la reacción de su hermana, siempre tan frágil e insegura en su posición, pero aun así sostuvo una de sus manos contra la suya y se volvió hacia la multitud para dar la falsa imagen de pareja perfecta que todos querían ver, no teniendo otra opción, ella era su esposa ahora después de todo y era su deber—maldito deber—estar juntos en las buenas y las malas, en la salud y en la enfermedad, para siempre. Sakura se sintió aliviada cuando Baru le tomó la mano, a su propio modo podía ser tierno, sin apretarle demasiado la mano y sin tirar de ella, guiándola únicamente mientras bajaban del altar y transitaban por el pasillo, siendo observados por todos; tal vez las cosas fueran diferentes a partir de ese momento, Sakura intentó aferrarse a esa esperanza, ambos eran miserables, pero quizás sería más fácil ser miserables juntos que separados; tal vez su renuencia compartida y su desagrado por su matrimonio fuera, en un giro irónico, lo que pudiera acercarlos más. Aunque sumergida en sus pensamientos, Sakura notó que Sasuke no aplaudía en lo absoluto, teniendo la mandíbula tensa y observando todo con ojos fríos, callando su propio dolor…
Las celebraciones de la boda continuaron a lo largo de todo ese día, en los días previos habían tenido lugar torneos, banquetes y celebraciones, por lo que las festividades de ese día fueron algo predecible a ojos de quienes participaban en ello, básicamente eran un torbellino de color y ruido; la pareja solo bailo una vez, Sakura no se sentía cómoda siendo el centro de atención y Baru comenzó a beber más y más vino durante aquel día, por lo que sus movimientos fueron torpes y rígidos. Cuando regresaron a la mesa, Baru continuó bebiendo como de costumbre, pero nadie le dijo nada, aun cuando seguía con la mirada a las camareras con lujuria no disimulada, e ignorando descomunalmente a su esposa, lo que hizo enfurecer a Sasuke desde su lugar, apretando fuertemente los puños cuando no lo veían. Tan pronto como el sol se ocultó en el horizonte, se comunicó a la corte que los jóvenes esposos se retirarían, por lo que se procedió con el ceremonial de cama, en que los nobles masculinos de la corte ayudarían a la princesa a desvestirse, cambiarse de ropa y meterse en la cama de matrimonio, mientras que las nobles femeninas se encargarían de acompañar al muy ebrio príncipe; eso había sucedido en la boda de su padre el rey Tajima y la reina Hanan, también en la boda de su hermana la princesa Izumi y el fallecido lord Tenma, pero no en su reciente unión secreta con su tío, el príncipe Itachi. Debido a su minoría de edad, el príncipe Kagen fue liberado de participar en la ceremonia, mas no así el príncipe Sasuke, quien agradeció tomar la mano de su hermana, guiarla hasta su habitación y supervisar que ningún hombre se pasara de listo con ella, actuando como intermediario entre ella y los nobles, pasando las prendas de estos a ella y viceversa.
A la mente de Sasuke vino aquella noche que había pasado en el burdel, pero no sintió excitación ni nada parecido, desabrochando el vestido a su hermana y deslizando la tela por su anatomía que ni siquiera se atrevió a contemplar, recibiendo esta cuando su hermana se desnudó y tendiéndola a los nobles, apartando la mirada y obligando a los demás hombres mayores a hacer igual ante su fragilidad, y solo volviendo su atención hacia ella al recibir el camisón por el que ella se cambiaría, siendo rápido en pasarlo por sobre la cabeza de su hermana, no queriendo que nadie contemplara su desnudez de ser posible. Sakura no sabía que tan difícil o traumática habría sido para ella aquella ceremonia de no ser por la intercesión de su hermano y que casi la hizo sonreír, agradeciendo infinitamente el momento en que Sasuke le colocó el camisón por encima de la cabeza, ella solo debiendo acomodarlo, ya no encontrándose expuesta a los ojos de nadie, murmurando un quedo gracias cuando él le entregó una bata de seda un instante después, completamente blanca y con un grueso margen de bordados de escamas de oro en forma de dragones por todo el dobladillo interior del escote alto y en V, así como en el contorno de la tela, con mangas acampanadas. El tacto de los nobles y toscos señores no era como el de la amable Ino y sus demás doncellas, pero Sakura dejó que la peinaran y cruzó ceremonialmente las manos cuando estos se retiraron, encontrándose por primera vez a solas junto a Sasuke, quien la tomó de la mano y guió a la recamara nupcial, los aposentos de Baru, no soltando su mano ni aun cuando se detuvieron junto a la cama, temiendo dejarla sola y la princesa se sintió profundamente conmovida por ello.
—Cumpliré con mi deber— aseguró Sakura con aparente indiferencia, mas Sasuke continuó observándola, esperando a tener confirmación de que estaría bien sola. —Estaré bien, Sasuke— sosegó con expresión tormentosa, tratando de sonreír.
Aunque asintió en silencio, la mano de Sasuke permaneció entrelazada a al de su hermana por varios segundos más antes de soltarla, inclinando ligeramente la cabeza y procediendo a retirarse, observándola una última vez antes de cerrar las puertas tras de sí, soltando un suspiro y enterrando el rostro entre sus manos, ¡Cuanta envidia sentía por su hermano! Baru no merecía nada de aquello, esa noche debería ser suya y de Sakura, él sería un buen esposo para ella, pero ella ahora estaba verdaderamente fuera de su alcance y él no podía hacer nada para cambiarlo, retirándose no a sus aposentos, sino hacia los establos, prefiriendo pasar la noche junto a Vaghar en lugar de luchando con sus pensamientos en sus aposentos. Ya a solas en la habitación nupcial, Sakura se metió bajo las sábanas, alisando la tela de su camisón y acomodando su cabello, esperando ser lo que se esperaba de ella, aguardando...hasta que las puertas de la habitación se abrieron estruendosamente, permitiendo el ingreso de su joven esposo el príncipe Baru, quien se tambaleó en su camino mientras los guardias cerraban las puertas a su espalda, dando privacidad e intimidad a la joven pareja; el príncipe vestía una sencilla camisa blanca de lino y unos pantalones de igual color, pero fuera de su halagador aspecto, parecía el peor ebrio de cualquier taberna local, apestando a vino desde la distancia. Mientras veía a su esposo quitarse los zapatos y acercarse tambaleante a la cama, a Sakura no le extrañaba que Baru estuviera borracho, lo había visto beber copa tras copa durante el banquete de bodas, y era ya parte habitual de su comportamiento; ella podía estar observando a Baru, ambos eran los únicos en esa habitación, pero él seguía sin verla en absoluto.
—Como reirían los sirvientes si nos vieran ahora— rio Baru por lo bajo, terminando de quitarse los zapatos y sentándose torpemente sobre la cama.
Sakura esbozó una amable sonrisa, diciéndose que sería fácil estar cerca de Baru, en sus años de infancia siempre había pensado en lo guapo que era, tenía el mismo rostro dulce de su madre, a quien tanto amaba, aunque no sus modales, pero cuando su esposo enfocó su atención en ella, le dirigió una mirada oscura que la hizo sentir nerviosa, más cuando apoyó los codos a cada lado de su rostro y acercó su rostro al suyo, demasiado cerca, ella podía sentir hasta la más minúscula gota de licor que había bebido, lo que la hizo apartar forzosamente el rostro para no sentirse ahogada, y agradeció infinitamente cuando—ebrio como estaba—su hermano se desplomó dormido sobre ella. Habiendo cerrado fuertemente los ojos, esperando que sucediera lo peor, Sakura abrió los ojos un instante después, escuchando a Baru roncar sonoramente como prueba que estaba dormido, ante lo que ella cuidadosamente gateó y se deslizó debajo de él, dejándolo dormido sobre la cama en tanto ella se levantaba, acercándose a los libros que yacían sobre el escritorio, tomando asiento junto a este y prefiriendo pasarse la noche de esa forma antes que compartiendo la misma cama con su muy ebrio y dormido esposo. Más que nunca, Sakura vio los contrastes entre sus dos hermanos; mientras que Baru apestaba a licor, Sasuke a madera quemada por montar a Vaghar, su presencia era más placentera y reconfortante, cálido, relajante, ¿Por qué no habían podido comprometerla con Sasuke en lugar de con Baru? La idea de que su hermano compartiera la cama con ella esa noche en lugar de su esposo la llenó de emoción, sabía que estaba mal, pero deseó que él fuera el primogénito y no Baru, aunque fuera tonto e ingenuo de su parte mientras leía.
Si tan solo Sasuke fuera su esposo y no Baru.
Bosques Reales, Fuera de Desembarco del Rey
Luego de un día tan dedicado al ocio y la vagancia, Sasuke podría haber entrenado, pero no tenía ánimos para ello y sir Kakashi Hatake se hallaba ocupado con la guardia de esa noche como para dedicarle algo de tiempo, razón extra para que Sasuke se hallase disgustado, montando en su lugar su caballo y abandonando los establos reales en plena noche, galopando hasta cruzar las murallas de Desembarco del Rey y subiendo la colina de los bosques reales hasta llegar junto a Vaghar, su único amigo verdadero. El viejo dragón, dormido cuando nadie requería su atención, abrió los ojos y levantó la cabeza con un quedo gruñido al sentir a su jinete acercarse, sintiéndose a gusto cuando este bajó del insignificante equino y se acercó lentamente a él, que soltó un ligero resoplido y que casi hizo perder el equilibrio a su jinete, el cual no tenía buen ánimo, no sonreía, sino que en su lugar le dio unas ligeras palmaditas en el hocico a modo de saludo. Recostándose sobre el suelo junto a Vaghar, apoyando su espalda contra el costado de su cuello, Sasuke cerró los ojos sin decir nada, escuchando su respiración como ráfagas de viento caliente en su cuerpo, algo extrañamente relajante; Sasuke amaba profundamente a su madre la reina Hanan, pero ella no sabía su mayor secreto, no sabía cuán grande era su amor por Sakura, ni sabía cuánto lo alimentaba la ira, el deseo y la necesidad de ser más de lo que era. Notando el humor de su jinete, Vaghar movió su cabeza para golpear el cuerpo del joven príncipe con su hocico, casi haciéndolo rodar bruscamente, si Sasuke no hubiera estado tan concentrado en mantener la guardia alta, no cediendo ni un ápice, mas el viejo dragón repitió la acción, consiguiendo moverlo unos centímetros esta vez.
—Basta, vieja lagartija— río Sasuke por lo bajo, no estando de humor ese día…pero comenzado a recuperarse ante aquel juego por parte de su dragón.
—No juegues con fuego, niño tonto— correspondió Vaghar, moviendo una de sus alas y golpeando con esta la espalda de su jinete, el cual casi perdió el equilibrio.
Sasuke nunca insultaba a Vaghar en Alto Valyrio, quizás porque temía que este lo entendiera y porque no se atrevía a ofenderlo, ni siquiera a modo de broma, pero en ese momento no se encontraba de humor para nada, mas al escuchar la risa de su joven jinete, Vaghar apoyó su gigantesca cabeza junto a su cuerpo, sintiendo al chico pasar su mano por sus escamas, sintiendo su textura. Ni aun siendo ahora un jinete de dragón, siendo más alto que su hermano Baru y entrenando cada día para fortalecerse más y más, Sasuke era incomprendido por su familia; su padre lo regañaba por ser tan cercano a Vaghar, diciendo que la idea de controlar a los dragones era una ilusión, su madre la reina Hanan le insistía en que los dragones no eran mascotas para jugar y que Vaghar era peligroso, pero Sasuke veía a Vaghar como un amigo, el viejo dragón había tenido múltiples jinetes antes que él y aunque Sasuke estaba orgulloso y seguro de sus habilidades, no era tan vanidoso como para pensar que un dragón de más de cien años iba a ser entrenado en modales por un chico de trece años; era Vaghar quien le enseñaba a él y no al contrario. Vaghar sabía de los sentimientos que su jinete tenía por la joven princesa Sakura, pero en su mente el chico daba demasiadas vueltas; los dragones veían con justicia la lucha entre pretendientes por una hembra, lo que Sasuke debería hacer sería matar a su hermano y reclamar todo lo que este tenía como suyo, igual que él mismo había reclamado a Dreamfire en su juventud y nuevamente ahora, aunque nadie tenía cómo saberlo, estando bastante cerca la temporada de apareamiento, ¿Por qué Sasuke no hacía lo mismo y se evitaba tanto tormento emocional? Este amor estaba torturando al joven príncipe y eso hacía sufrir al dragón, por no saber cómo ayudarlo.
—Estás completamente enamorado, muchacho, eres digno de compasión— habló Vaghar finalmente, haciendo que su jinete abriera los ojos únicamente. — No recuerdo haber visto a nadie tan embelesado, desde que Mikoto se enamoró de Baru, claro en privado no lo llamaba por su nombre real, era solo "Fugaku"— y el Conquistador había amado a sus dos hermanas-esposas por igual; Mikoto y Ume. — Amar es muy complejo para los humanos, nosotros los dragones vivimos sin ataduras, sin límites— Vaghar solo había tenido una pareja en su larga vida, la dulce Dreamfire, no encontrando ninguna otra alma afín.
—Ojalá nuestra vida fuera así de simple— asintió Sasuke con un suspiro frustrado. — En verdad la amo, y lo peor es que nunca será posible— Sakura estaba prohibida para él.
—Podrías matar a tu hermano, la competencia entre parejas es aceptable para los dragones, y tú eres uno— sugirió Vaghar, muy interesado en que se derramara sangre.
—Gracias por el consejo, pero no creo que resulte— el Uchiha sonrió ladinamente ante la idea, por primera vez aquel día. — Los Uchiha estamos a medio camino entre dioses y hombres, pero incluso nosotros tenemos que seguir las reglas— les gustara o no, el equilibrio debía mantenerse y él era demasiado joven para cambiarlo.
No era la primera vez que hablaban de ello, Sasuke le había confesado desde el principio a Vaghar lo que sentía por Sakura, incluso antes de entenderlo, sintiéndose tonto al principio, mas encontrando comprensión y aceptación pura de parte del dragón, haciendo que este a su vez se sintiera importante e incluido, creyendo férreamente que los dragones eran conscientes y entendían todo, algo que Vaghar no había experimentado con sus jinetes o que estos no le habían hecho sentir desde su primera jinete, la valiente Mikoto Uchiha. Sasuke recordaba una ocasión en que había acudido a los aposentos de Baru una mañana, encontrándolo en la cama con una sirvienta, ya estando comprometido con Sakura, pero ello no lo había detenido de cogerse a quien quisiera, sin tener en cuenta las consecuencias o el honor de su hermana y futura esposa…ahora, actual esposa, escupiendo a la cara de todos y Sasuke no tenía reparos en guardarle rencor, porque Baru era la causa de su lucha y su sufrimiento, y ahora del sufrimiento de Sakura. Esa noche, Sasuke durmió junto a Vaghar y no regresó a la Fortaleza Roja hasta que el sol comenzó a emerger en el horizonte, encerrándose en sus aposentos y sumergiéndose en la bañera para quitarse el "hedor a dragón" como lo llamaba su madre cada vez que montaba a Vaghar—madera quemada, reptil y humo—, procediendo a vestirse entonces y dirigiéndose hacia el patio de entrenamiento para comenzar con su rutina diaria junto a sir Kakashi, diciéndose que al menos su vida seguía siendo la misma, pero no sabiendo si podría volver a ver a Sakura igual que antes, porque ya nada era como antes. Desde la noche de bodas de Baru y Sakura, sintió como su corazón se dividía en dos…
A la mañana siguiente, muy temprano y antes que cualquiera de sus sirvientes llamara a la puerta, o antes de que su hermano Baru despertará, Sakura tomó una pequeña daga que reposaba en los cajones y se hizo un diminuto corte en la palma de la mano, insignificante, pero lo suficientemente profundo para sangrar y ella deslizó su mano por las sábanas para dejar la mancha que sabía todos querían ver como prueba de su virginidad perdida, aunque no fuera real. Cuando Sakura abandonó los aposentos de su hermano esa mañana, estando Baru aún profundamente dormido, fue recibida por su madre la reina Hanan, quien la envolvió en un cálido abrazo y la felicitó tras nada más ver la mancha en las sabanas, diciéndole que si había tenido suerte y la bendición de los dioses—lo que parecía no dudar—se habría quedado embarazada esa misma noche, mas Sakura sabía que era imposible. A lo largo de aquel primer día y los que siguieron, Sakura comprendió que ser una mujer casada no era muy diferente de ser una mujer soltera, al menos para ella; cuando su esposo no la reclamaba, ella podía dormir en su habitación y lo hizo en las noches siguientes, escuchando de los sirvientes y sus doncellas que iba de devaneo por la Calle de la Seda y cogía con cortesanas y golfas; la única visita de Sakura en esas noches solitarias fueron sus sueños, repitiéndose unas palabras en su mente, unas que ella no conseguía entender; Baru tendrá diez y yo tendré tres, pero no serán suyos. ¿Cómo se esperaba que concibiera de la nada? A Sakura se le revolvía el estómago de solo pensar en compartir la cama con Baru, pero no era tonta y conocía la explicación básica del acto amatorio entre un hombre y una mujer para saber que sin ello no podría concebir.
Baru pasaba su tiempo en posadas, burdeles o recuperándose de una noche de bebida, visitaba prostitutas antes que a ella y encontraba placer en otros lugares en lugar de su lecho conyugal, pero nada de eso irritaba o molestaba a Sakura, de hecho, ella lo prefería así; las felicitaciones por su unión continuaron al día siguiente y en los días sucesivos, pero su padre el rey Tajima ni siquiera reparó en ella esa mañana, no la convocó para felicitarla, sino que actuó como si no existiera, más concentrado en luchar con su enfermedad que continuaba progresivamente; su madre la reina Hanan también estaba preocupada por ello, pero sonreía a sus hijos y se preocupaba por ellos, mas aquella era una situación a la que ellos ya estaban acostumbrados y no tenía sentido pensar demasiado en ello. Otro regalo de boda que Sakura recibió, pero a la mañana siguiente, fue una nueva caja o vitrina para guardar sus insectos, obsequio de su abuelo Kizashi, quien la había atraído en un abrazo y la había besado en la frente, también recibió un abrazo de su hermanito Kagen, quien inocentemente le preguntó si la había perdido para siempre solo porque ella se casara con Baru, mas ella había sosegado sus temores, diciéndole que seguía siendo su hermana y que eso nunca cambiaría, recibiendo otro abrazo de su adorable hermano menor. El único cambio que Sakura notó en los días y semanas sucesivas provino de su hermano favorito, de sus interacciones con él o de sus nulas interacciones más bien, ya que Sasuke comenzó a evitarla desde la mañana siguiente, no le dirigía la mirada, hablaba con ella por lo que parecía obligación y solo en la mesa del desayuno o cena, lo que la entristeció profundamente, más cuando él dejó de visitarla durante el día.
Al principio esto fue bueno para Sakura, estaba agradecida de no tener que soportar la incomodidad de ver a su hermano favorito a la cara mientras este seguramente imaginaba cómo habría sido su noche de bodas, así que los primeros días sin interacciones permitieron que ambos se aclimataran—a su propio modo—a la nueva realidad, pero cuando estos primeros días pasaron, Sakura comenzó a extrañar a Sasuke más y más, su ausencia la hacía sentir muy sola pese a contar con la presencia de sus doncellas—especialmente Ino—o las constantes visitas de su madre, pero nada podía desvanecer el dolor de su corazón. No era ningún secreto que tenía pocos amigos, y eso se acrecentó tras su boda, cuando su protector sir Raido Namiashi se retiró tras sus largos años de servicio, dejando libre el puesto de Comandante de la Guardia Real, el cual fue dado a sir Kakashi inmediatamente; Sir Sakon Otogakure relevó al Hatake como guardia protector de su madre, y sir Raido fue reemplazado por Arsen Konohakure como su guardia consagrado, un hombre joven y guapo de su misma edad, muy talentoso con la espada y de modales maravillosos que siempre era amable con ella, pero con quien Sakura no pudo evitar sentirse incómoda al principio. La ausencia de Sasuke continuó sintiéndose día tras día, ni siquiera podía verlo a menos que se dirigiera a los balcones que daban vista al patio de entrenamiento, e incluso entonces Sasuke y ella no interactuaban, siempre había terceros presentes y de intentar acercarse ambos sabían que otros los verían de manera incorrecta y todos sufrirían por ello, por lo que no era una opción, haciéndola bufar por lo bajo y apretarse nerviosamente las manos hasta herirse las palmas.
Por su parte, Sasuke fue un espectador de todos los cambios que ocurrían y pareció indiferente a todo, mas solo él conocía su dolor, realmente intentó estar feliz por el matrimonio de sus hermanos…pero solo conseguía sentirse mal por Sakura, por aquello que ella debía soportar por tener a Baru como esposo; percibía el arrepentimiento de su madre y su abuelo por permitir aquella unión, pero era tarde para retractarse y esto solo hizo que el desagrado que Sasuke ya sentía por su hermano mayor aumentará más que nunca. Sasuke había anhelado desesperadamente visitar a su hermana, hacer que todo fuera como antes, quería hacerle saber que nada tenía que cambiar…hasta que comprendió que, como esposa del príncipe, ella debía recibir a cualquiera en presencia de sus doncellas para asegurar su castidad y respeto por su vínculo matrimonial, algo que Izumi no había hecho para nada, pero que se esperaba ella siguiera, porque estaba casada y eso solo hizo crecer la frustración de Sasuke, quien se obligó a permanecer alejado de ella, ocupando su tiempo con Vaghar en su lugar. Sasuke ya acostumbraba a montar sobre el lomo de Vaghar durante horas, y se volvió aún más asiduo a ello, aprovechando cada momento libre con tal de no pensar en Sakura o eso intento, una y otra vez, consolidando su vínculo con su dragón, alcanzando nuevas alturas, letales para cualquiera y ni él pudo entender que lo guiaba a acercarse tanto a la línea de la muerte, ni siquiera la fuerza de los peores vientos podía congelar su corazón y nada podía hacerlo olvidar a Sakura, menos cuando tenía que volver a la Fortaleza Roja al final de cada noche, menos cuando todo lo que deseaba era acudir a sus aposentos y verla, pero era imposible.
Su amor por Sakura lo había convertido en un remedo patético e insignificante del hombre en que debería estar convirtiéndose, porque ninguna cantidad de entrenamiento, estudio u horas de vuelo podía borrarla por completo de su memoria sin importar cuánto lo intentara, no cuando su nombre estaba grabado a fuego en su alma, no cuando ella era un fantasma en su alma, una llama en su ser, siempre tan presente y nunca lo suficientemente cerca, ni siquiera en sus sueños, que lo dejaban sintiéndose vacío; no anhelaba poseerla, no ambicionaba a tanto, pero si tan siquiera pudiera tenerla delante, si pudiera abrazarla y respirar su perfume sería el hombre más feliz sobre los Siete Reinos. En medio de una noche de ocio en sus aposentos—heredados de príncipe a príncipe de la dinastía—, no pudiendo concentrarse en nada, Sasuke notó una banca empotrada innecesariamente contra una pared y que él movió, revelando un pasadizo secreto, esbozando una sonrisa al internarse en este antorcha en mano y encontrando todo un entramado de corredores dentro de la misma Fortaleza Roja, casi pegando su oído a las paredes y siguiendo el camino que conocía hacia los aposentos de su hermana, aumentando su sonrisa al encontrar una puerta que conectaba ahí; ahora tenía como visitar a Sakura sin que nadie lo viera, pero no lo intentaría ese día, porque según tenía entendido, ella compartiría habitación con Baru esa noche. Si tan solo Sasuke pudiera saber que, en la habitación de su hermano mayor, Sakura permanecía despierta y observando una vela consumirse, sola en la cama porque su esposo y hermano había partido a la Calle de la Seda, anhelando poder ver a Sasuke y olvidarse de todo.
Si tan solo la hubieran casado con Sasuke en lugar de Baru.
Aunque Baru evitaba a Sakura la mayor parte del tiempo, este actuar no era tolerado por el resto de la familia, en especial por su madre la reina Hanan y su abuelo lord Mano, que finalmente lo presionaron para que le dedicara algo de tiempo a su esposa, apareciendo en sus aposentos una mañana al azar e invitándola a dar un paseo por los jardines, y naturalmente Sakura no se negó, siguiéndolo dócilmente como se esperaba de ella. Los jardines reales eran uno de los lugares más hermosos de la Fortaleza Roja por su esplendor y delicadeza, si es que no el lugar más hermoso para la joven pareja, que camino uno junto al otro mientras las doncellas de la princesa los seguían muy de cerca de acuerdo al protocolo; la princesa portaba un sencillo vestido rosado de escote redondo con un falso escote inferior en V, cerrado por seis botones de igual color hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos desde donde se abrían en lienzos de gasa y falda de velo, con una capa superior transparente y bordada en diamantes, sin mangas y de profundo escote en V, escasamente cerrada a la altura del vientre, con su largo cabello rosado peinado para caer sobre su hombro izquierdo por un peine de oro en forma de mariposa y adornado por cristales rosa pálido. Baru era joven, guapo y llamativo, pero Sakura no reparaba en nada de ello, sino en las diferencias; notaba que Sasuke ya era más alto que su hermano, Sasuke también tenía rasgos más serios, fríos y filosos, rasgos propios de un Uchiha en contraste con los rasgos dulces de su hermano mayor, heredados de su madre; nadie podía negar que, incluso con el parche que cubría su ojo izquierdo, Sasuke era un joven muy guapo y lo sería todavía más cuando fuera adulto.
—Hoy fue un buen día— comentó Sakura para romper con el silencio entre ambos.
—¿Por qué?— inquirió Baru con extrañeza, volviendo la mirada hacia su hermana.
—Aprendí mucho sobre ti— contestó ella como si fuera evidente. —Ahora sé mejor que te interesa, o eso intento— elegía ver cada día de esa forma, era más fácil.
Siempre intentaba hacer aquello, aunque sonara tonto o pareciera una mera pérdida de tiempo, pero caía en el mismo error, acababa comparando a Sasuke y Baru, y aunque ambos eran sus hermanos—Baru dos años mayor que ella, mientras que Sasuke un año menor—, eran completamente diferentes; Baru tenía el cabello largo hasta los hombros, balanceándose ligeramente a cada paso, negro como la noche; el cabello de Sasuke era azabache azulado, más rebelde e indómito, excepto por los mechones que enmarcaban su rostro y en el último tiempo uno de estos cubría el lado izquierdo de su rostro. Baru portaba los elegantes trajes de corte en esmeralda, jade y viridian con bordados de Sunfire, llamando la atención, conquistando a las damas; Sasuke por otro lado, vestía un jubón de cuero negro, mas practico para el entrenamiento, compuesto de pantalones, botas y una chaqueta, igualmente apto para montar sobre Vaghar, pero quizás no el mejor atuendo para estar en la corte, mas a ojos de Sakura su hermano se veía muy guapo usándolo, era su propia persona y no dejaba de asombrarle como parecía tener físicamente la misma edad que Baru, el entrenamiento lo había hecho madurar y endurecerse. Dos hermanos, tan diferentes entre sí, como la noche y el día, y ella se encontraba dividida entre ambos, casada con Baru, pero albergando sentimientos que no debería por Sasuke, ¿Era tan extraño? Naka I y Demiya se habían amado con devoción pese a ser hermanos y habían tenido trece hijos, ¿Era tan extraño que ella…? Preguntándose aquello, Sakura llegó a una conclusión sobre lo que sentía por Sasuke, sintiendo como se le aceleraba el corazón, preguntándose si él sentía lo mismo.
—En otras circunstancias habríamos sido una buena pareja— la voz de Baru la hizo regresar a la realidad. —Nuestra madre es una mujer terrible, todo esto es por su causa— a sus ojos, la culpa del fracaso de tan grotesca unión era solo de su progenitora.
—Ella hace lo que cree que es correcto, igual que nosotros hacemos lo que creemos correcto— difirió Sakura, inmediatamente en defensa de su madre. —Si tenemos hijos, debemos hacer las cosas diferente— eso era todo cuanto podían y debían hacer.
—¿Diferente?— repitió el príncipe con extrañeza, no viendo cómo podían hacer eso
—Debemos amarlos, no podemos ser como fueron nuestros padres con nosotros— explicó ella con una ligera sonrisa, ilusionada ante la idea de ser madre en el futuro.
—Eso es seguro— asintió él, esbozando una sonrisa ladina ante la idea, —y sentaré a nuestro hijo en el Consejo desde muy pequeño, siempre a mi lado— planeó, casi pudiendo verlo delante de sus ojos, lo que también hizo sonreír a Sakura.
Era muy bello e idealista soñar con aquello, poco realista en el sentido en que ninguno había hecho nada por intentar tener hijos y porque sus diferencias continuaban separándolos, lo quisieran asumir o no; su madre la reina Hanan aún no había dicho nada al respecto con el paso de los días y semanas, pero era evidente que se cansaría en algún momento, tan solo dándoles tiempo debido a los jóvenes que ambos eran. Sakura se había enterado de los rumores a través de sus doncellas y sirvientas; la corte estaba decepcionada porque el paso de las semanas no revelaran un embarazo, más cuando su esposo le dedicaba tan poco tiempo, continuando con sus juergas, devaneos y borracheras de siempre, teniendo ya un par de bastardos con las cortesanas de la Calle de la Seda y eso era del conocimiento de todos. Ella era la extraña, quien no encajaba con el estereotipo de una princesa, por lo que, de haber un problema, seguramente sería suyo. El paseo continuó calmadamente, o al menos para Baru, quien para continuar la conversación le comentó que había llevado a Sasuke a un burdel en la Calle de la Seda hace alrededor de un mes, no dándose cuenta de cuanto hirió a Sakura enterarse de aquello, ralentizando sutilmente sus pasos ante la sorpresa y apretando fuertemente sus manos; la idea de que una cortesana, una golfa, zorra o como la llamaran, se fuera a la cama con su hermano favorito le hizo sentir una irá irracional y que nunca antes había tenido, mas sentía que no tenía derecho a sentirse así, él no era su esposo sino que lo era Baru tanto como ella era suya, Sasuke no era ni jamás sería suyo, no de esa forma y no podía hacer nada para cambiarlo, ni en el presente ni en el futuro, dejando un profundo dolor en el centro de su pecho y que sintió nunca desaparecería por completo…
Un Mes Después
A un mes de la boda, llegó una noticia desde Dragonstone, donde residía su hermana; tras casarse con su tío Itachi, Izumi se había quedado embarazada casi inmediatamente, pero mientras que el rey Tajima se hallaba encantado con la noticia, la reina Hanan parecía profundamente disgustada y todos sabían que con ello habían aumentado más que nunca las presiones sobre Sakura y Baru, porque los Verdes necesitaban presentar un frente unido y la única forma era produciendo igualmente un heredero de sangre pura. Si Sakura había sentido que quizás su madre vigilaba más sus sangrados mensuales, ahora lo confirmaba; una de sus sirvientas—designada por su madre—incluso monitoreaba lo regular que era su sangrado, duración, que noches pasaba con Baru; todo, haciendo que la joven princesa se sintiera enclaustrada como una pequeña ave en una jaula, teniendo en ese momento una expresión huraña. Sentada junto a la chimenea de sus aposentos, bordando, la princesa Sakura portaba un femenino vestido aguamarina de escote corazón, cerrado por seis botones, de mangas ceñidas que se tornaban acampanadas desde los codos, con falda de velo, encima una chaqueta superior sin mangas y ceñida bajo el busto en un profundo escote redondo, abierta en A bajo el vientre y con sus largos rizos rosados cayendo tras su espalda, peinados por una diadema de oro y esmeraldas en forma de flores de cerezo, a juego con unos pequeños pendientes. Muy concentrada, la princesa bordaba un dragón malva—Dreamfire—en su bastidor y acompañada por sus doncellas, cuando las puertas de sus aposentos se abrieron repentinamente, permitiendo el ingreso de su madre la reina, ante lo que ella se levantó de inmediato como correspondía.
—Madre— reverenció Sakura, como también procedieron a hacer sus doncellas.
—Siéntate, por favor— sosegó Hanan, tomando asiento frente a ella, en el escaño libre. —Déjenos— agregó, despidiendo a las doncellas de su hija.
Sakura no estaba de acuerdo en que sus doncellas se retiraran y las dejaran solas, pero no pudo discutir, volviendo a sentarse frente a su madre en tanto sus doncellas se retiraban, la princesa continuando con su bordado o eso intentó, sabiendo porque su madre había acudido a visitarla; para interrogarla, Baru también era víctima del mismo estudio, pero él solo continuaba haciendo lo que deseaba como siempre, burlándose y siendo él mismo sin importar lo que dijeran otros, porque no lo afectaban como a Sakura, porque no cuestionaban sus habilidades como esposo, pero sí las de ella. La reina Hanan portaba un vestido de seda esmeralda perfectamente ceñido a su esbelta figura, de escote corazón cerrado por seis botones de igual color, mangas ceñidas hasta los codos donde se abrían como lienzos y falda de velo; encima una chaqueta transparente con bordados dorados y sin mangas, de cuello alto y cerrado, abierta en A bajo el vientre, con un fajín de cuentas de oro resaltando su cintura, a juego con la corona real sobre su cabeza, y sus rizos rosados estaban peinados en una coleta sobre su hombro izquierdo, resaltando unos pendientes en forma de jazmín. Cuando Izumi se había casado con su tío Itachi, ambos eran dos herederos o aspirantes al trono que se unían, representan un linaje y un derecho fuerte, por ello Hanan había empujado a Baru y Sakura a casarse al poco tiempo, para hacer que su unión fuera más sólida que la de su hermana y tío; Baru no sentía cariño por su hermana, ni siquiera una pizca de consideración, la veía como una piedra en su zapato, pero aun así ambos se habían casado y estaban cumpliendo con su deber, mas aparentemente ahora nada de eso era suficiente, así lo percibía Sakura.
—Quería preguntarte algo, mi niña— inició la reina Hanan, observando a su hija con una sonrisa rígida. —¿Todo está bien contigo?, ¿Tu esposo te trata bien?— inquirió, haciendo que su hija diera una mala puntada, pinchándose el dedo mientras bordaba.
—Todo está bien— contestó Sakura, tensándose anticipadamente a causa de los nervios.
—Sé que no te gusta hablar de esto, pero es necesario un heredero, ese fue el motivo de tu boda con Baru— recordó la reina mientras veía a su hija continuar bordando. —Embarázate cuanto antes— pidió con un suspiro, muy incómoda por la conversación.
—No debes enfadarte con Baru, madre, él ha cumplido con su deber— la princesa no supo porque, pero pensó inmediatamente en proteger a su hermano, —no es culpa suya que no esté embarazada— estaba tan ebrio al final de cada día que no podía hacer nada.
—Sakura...— la Haruno iba a decir algo, pero se congeló antes, meditando las palabras exactas. —Para algunos lleva tiempo— resumió, claramente incómoda con la situación.
—¿Qué quieres decir, madre?— inquirió Sakura, parpadeando con extrañeza ante esas palabras.
—Algunas parejas lo intentan durante años antes de tener éxito, por ello deben ser perseverantes— explicó Hanan, no dándose cuenta del brillo de angustia en los ojos de su hija ante la sola idea. —Baru te visitará cada dos noches hasta que estés embarazada, así habremos cubierto cualquier imprevisibilidad— declaró como una orden, con la diferencia que su voz fue más suave, solo porque se trataba de ella.
—Madre...— intentó protestar la princesa, mas le faltó fuerza para oponerse a su madre.
—Embellécete, atráelo— insistió la reina, alzando una de sus manos para acomodar el cabello de su hija sobre sus hombros. —Recuerda, Sakura, fracasar no es opción— no ante el permanente desafío por parte de Izumi. —Tenemos vientres reales tú y yo; el lecho es nuestro campo de batalla, no otro— eran mujeres después de todo.
Sakura había crecido con una enseñanza que quizás muchas princesas anteriores a ella no habían tenido; la reina Demiya había alumbrado trece hijos del rey Naka casi sin problema, pero en su caso generacional, la reina Haruka—madre de su hermana Izumi—había muerto alumbrando un hijo que apenas había vivido un día y ni siquiera eso, los Maestres le habían abierto el vientre para sacar al infante, todo en pro de una sucesión que había sido inestable hasta que su madre, la reina Hanan, se había casado con el rey Tajima y le había dado cuatro hijos, tres de ellos varones, por lo que Sakura no tenía permitido fallar. Con aquellas muestras de afecto tan particulares de ella y que Sakura jamás sabía cómo interpretar, la reina Hanan se levantó de su lugar se inclinó para besar en la frente a su hija, que se tensó de inmediato, pero que no protesto cuando su madre se retiró en silencio, tampoco dijo nada unos instantes después cuando sus doncellas retornaron al interior de la habitación, pero no necesitaba decir nada, Ino tomó asiento frente a ella, le sostuvo las manos y la acompañó sin necesidad de comentar nada, siendo su única amiga real en ese mundo de encajes y silencio. Sakura se pasó la tarde entera bordando sentada frente a la chimenea, sin ánimos, despidiendo a sus doncellas y quedándose sola con Ino hasta que el sol se ocultó, cuando la Yamanaka comenzó a preparar su ropa para dormir tras enterarse por los guardias que el príncipe Baru había partido a la Calle de la Seda, para alivió de la princesa, mas el silencio fue sorpresivamente roto por la pared junto a la cama de la princesa abriéndose y revelando al príncipe Sasuke; había cruzado los pasadizos secretos, y ello hizo que la princesa sonriera.
Él le había devuelto la alegría.
Siendo el hermano paciente y respetuoso que era, Sasuke aguardó de pie junto a la chimenea mientras Ino terminaba de ayudar a su hermana a cambiar su ropa por un camisón, tan solo volviendo la mirada cuando la Yamanaka lo reverenció y se retiró, sintiendo una de las manos de Sakura en sus hombros y que lo hizo volver la mirada hacia ella antes de tomarlo de la mano y guiarlo hacia la cama, ambos sentándose en la parte trasera de está, observando las llamas de la chimenea; como todos los Uchiha, ambos se sentían más afines y serenos junto al fuego, el elemento de su herencia. La princesa portaba un camisón ámbar de mangas acampanadas hasta los codos y escote en V que se ceñía bajo el busto, pero no hacía nada por aminorar su belleza a ojos de Sasuke, y encima una bata de encaje esmeralda con bordados dorados en forma de dragones, sin mangas y que permanecía abierta, y sus largos rizos rosados caían tras su espalda, escasamente recogidos por un broche en forma de mariposa. Sentado junto a su hermana, hombro con hombro, codo con codo, Sasuke no sabía por dónde empezar, había tanto que quería saber de su hermana durante el mes transcurrido desde su boda, quería preguntar tanto sobre Baru, sobre si la había tratado bien…pero no pudo, las palabras se congelaron en su garganta antes de que pudiera pronunciarlas, por lo que fue bueno que Sakura—quizás leyéndole el pensamiento como de costumbre—se decidiera a hablar por su cuenta, con un pesar, melancolía y aflicción que sorprendió al príncipe Uchiha, no atreviéndose a volver la mirada en su dirección y verla con lastima, pero si escuchando cada palabra que salía de sus labios con suma atención, diciéndose que, de haber sido su esposo en lugar de Baru, él no le habría hecho nada de eso, él habría sido un buen esposo para ella.
—Siempre supe que, como Uchiha, tendría el deber de casarme con alguien de mi propia sangre, pero no logro comprender...¿Por qué no te eligieron a ti en lugar de a Baru?— preguntó Sakura al final de todo, volviendo la mirada hacia su hermano y viendo la sorpresa en sus ojos. —¿De verdad creías que algo cambiaría solo por casarnos?, ¿Creías que de pronto dejaría de desagradarle solo porque nos obligaron a casarnos?, ¿Qué de pronto sería amable y atento conmigo cuando me ha insultado y agredido durante años?— cuestionó, siendo ingenuo para cualquiera creer aquello.
—Sakura...— inició Sasuke, no habiendo pensado eso, pero tampoco habiendo esperado que su hermano mayor sería tan indiferente y mezquino con ella.
—No digas mi nombre como si fuera estúpida— interrumpió ella, imaginando lo que él estaba pensando. —Puede que sea rara, pero no soy estúpida, conozco mi deber— lo que se esperaba de ella, tanto como princesa como esposa.
—Sé que no eres estúpida, no soy Baru— aclaró él en caso de que ella pensara así.
—Gracias a los dioses por eso— suspiró Sakura, aliviada de la sola idea. —No soy tan ingenua como todos creen, no necesito escuchar acerca de tus grandes experiencias en la Calle de la Seda, estoy atrapada para siempre con alguien que me odia— se explayó, aún muy incómoda con el tema y frustrada. —Ve el lado bueno, si te casan con una mujer y no eres feliz por ella, podrás coger con quien quieras, igual que Baru— aparentemente para los hombres todo se solucionaba muy fácil, no así para las mujeres.
—No sabría qué hacer— negó Sasuke de inmediato, no pudiendo mentirle al respecto.
—¿De qué hablas?— inquirió ella arqueando una ceja con extrañeza ante sus palabras.
—Baru me llevó a un burdel en la Calle de la Seda cuando cumplí trece, pero no hice nada— puntualizó él, carraspeando para aclararse la garganta por los nervios. —Conocí a una mujer muy experimentada, su nombre es Shina, pero solo hablamos, no hice nada— añadió, no queriendo guardarle secretos a ella, no cuando ella se estaba abriendo con él.
No tenía de que avergonzarse por admitir ante su hermana que tenía nula experiencia con el sexo opuesto, fuera de la teoría, sabía que Sakura no se burlaría de él como si haría Baru, y querría corresponder a toda la honestidad que ella siempre expresaba con él, sintiéndose infinitamente afortunado por su vínculo, no pudiendo dejar de verla con calidez, mordiéndose distraídamente el labio inferior por desearla, no solo porque vivía por protegerla, sino por ser ella misma, teniendo el corazón lleno de reverencia, respeto y afecto por Sakura, la única mujer por quien sentía amor sincero e incondicional, un amor apasionado, no como el amor que sentía por su madre. A diferencia de como sucedía con Baru, con quien no tenía básicamente nada en común, Sakura siempre se había sentido cómoda con Sasuke, como si realmente pudiera ser ella misma y no preocuparse por las consecuencias cuando estaba a su lado; una parte de ella se sentía culpable por pensar que las cosas realmente serían mejores o al menos más soportables si se hubiera casado con él en lugar de Baru, pero eso no le impedía pensarlo de todas formas ni aminoraba el vertiginoso latir de su corazón. Esta nueva información fue profundamente reveladora, saber que ella tenía nula experiencia igual que Sasuke creó un sentir cálido en un corazón, le hizo sentir de modo egoísta que no todo estaba perdido, ambos estaban juntos y a solas en ese momento, nadie sabía del pasadizo secreto que comunicaba sus aposentos, ¿Y si ambos intentarán hallar la felicidad que otros tanto les había quitado?, ¿No se merecían al menos eso? Era un crimen, estaba prohibido, pero ¿Sasuke sentía lo mismo que ella o el brillo en sus ojos era solo una ilusión? Solo había una forma de saberlo.
—Sasuke...¿Y si aprendiéramos, juntos?— propuso la pelirosa con la escasa valentía de que disponía, tomando por sorpresa a su hermano. —No sucedió nada entre Baru y yo, estaba tan ebrio que se durmió tras entrar en la habitación y me corte para manchar las sábanas en la mañana— explicó ante el desconcierto que leyó en sus ojos.
—Pero, ¿Tú...?— el azabache titubeo, no iba a preguntar si era virgen, sino que clase de sentimientos tenía ella por él, si lo veía como su hermano pequeño o algo más.
—Quieres saber si te deseo— completó Sakura, recibiendo respuesta a su pregunta con su inseguridad. —Me he sentido conectada a ti durante toda mi vida, pero he intentado convencerme de que se trataba de nuestro vinculo de hermanos y nada más...estaba equivocada— admitió, sin apartar su mirada de los ojos de su hermano. —Nunca hubo siquiera una oportunidad para que fuera feliz con Baru, porque mi corazón te pertenece— se le quebró la voz de la emoción y más ante el brillo en los ojos de Sasuke, ¿Eran lágrimas? —Siempre desee casarme contigo en vez de con Baru, ojalá hubieras sido tú— declaró, siendo total y completamente honesta con él, solo faltando decir; te amo.
Sonaba demasiado maravilloso como para ser verdad, y Sasuke tuvo que cerrar los ojos un momento, inclinando su rostro sobre el de su hermana, presionando sus frentes, respirando el mismo aire, sintiéndose mareado por un calor que recorría sus venas, sintiendo la necesidad de reclamar sus labios, tan apetecibles… Si lo hubieran casado con Sakura en lugar de Baru, él cumpliría con orgullo con su deber de esposo, tanto que tendrían que separarlo de su lado para no morir en sus brazos. No resistiendo más la tentación, Sasuke finalmente cerró la distancia entre su hermana y él, besando sus labios de sabor más dulce que el néctar y más suaves que cualquier seda, alzando cuidadosamente una de sus manos para acariciar su rostro, jugando con sus sedosos rizos rosados, retirándose para recuperar el aliento y volviendo a sumergirse en sus labios, profundizando más el beso. Siendo la parte dócil del beso hasta entonces, Sakura arqueó el cuello y correspondió al contacto, tímidamente al principio, pero luego con más deseo, moviendo sus labios contra los de su hermano, dejando que este llevara el ritmo, ahogando un gemido de sorpresa cuando sintió su lengua deslizarse entre sus labios, reclamando todo de ella que se entregó sin reservas, sintiendo la esperanza en su lengua, alzando torpemente las manos para envolver sus brazos alrededor de su cuello. Aquello debería sentirse mal, Sasuke lo sabía…pero se sentía tan bien, la amaba tanto; era su hermana, la esposa de su hermano, una mujer casada, pero el roce de sus labios contra los suyos lo había hecho adicto, descendiendo su tacto y envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, cerrando toda distancia entre ambos, no pudiendo tener suficiente de ella.
—Si alguna vez he amado a alguien, es a ti— Sasuke rompió el beso para recuperar el aire, admitiendo su amor por ella sin temor. —Nadie tiene por qué enterarse, podemos tener cuidado— sugirió, viendo sus ojos esmeraldas brillar de emoción contenida.
—Sabes que nuestra madre odia a Izumi— dudó Sakura, anhelando eso más que nada nada…pero los condenaría. —Por culpa de la estupidez de nuestra hermana, sus hijos nunca conocerán la paz, ni ella tampoco— si lo hacían y tenían hijos, serían bastardos.
—No soy Neji Hyuga; soy el hermano de tu esposo y tu hermano— contrarió él, acunando su rostro entre sus manos, sosteniéndole la mirada. —Nadie se enteraría nunca— Baru y él tenían los mismos rasgos físicos, cualquier hijo suyo parecería ser de su hermano.
—¿Sabes qué hacer?— cuestionó ella solo para estar segura, finalmente viéndolo titubear.
—Muy parcialmente— admitió el azabache, teniendo una idea, pero no completa del tema. —Tengo una idea, ¿Crees que podamos esperar un día más?— consultó, viendo asentir inmediatamente a su hermana. —Iré a la Calle de la Seda otra vez, al burdel y le pagaré a Shina para que me explique exactamente qué debemos hacer— explicó, no queriendo guardarle ningún secreto.
—¿Solo eso?— preguntó la pelirosa, no queriendo compartirlo con otra mujer.
—Te lo prometo, la primera serás tú— aseguró él, enternecido con sus celos y pegando su frente a la suya, no teniendo ojos para ninguna otra.
—Gracias— sonrió ella, agradeciendo su comprensión. —La puerta de mi habitación estará abierta para ti todas las noches— prometió, enardecida al sentir su respiración.
—No creo usar precisamente la puerta— difirió el Uchiha bromista, haciéndola reír.
Ambos sabían lo que decía su madre sobre su hermana Izumi, una princesa indigna que había engendrado hijos no de su esposo, sino de su guardia predilecto, un hombre que no era su esposo—el fallecido Neji Hyuga—, cometiendo traición aunque su padre el rey Tajima no lo hubiera reconocido, mas era una desgracia, una violación de los votos más sagrados del matrimonio…pero, incluso si lo que Sasuke y Sakura sentían el uno por el otro era un pecado, pertenecían a la Casa Uchiha, a medio camino entre dioses y hombres, y nunca se regirían por las mismas reglas. No queriendo perder el tiempo, Sasuke presionó sus labios sobre los de Sakura, fundiéndose en un nuevo beso, sintiendo como ella abría la boca para dar paso a su lengua dócilmente, vibrando de placer cuando su lengua se deslizó entre sus labios y él la acercó más hacia sí, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura mientras sus lenguas bailaban juntas, ambos torpes e inexpertos al principio debido a su falta de experiencia, pero pronto encontrando su ritmo y perdiéndose el uno en el otro hasta sentir que perdían el aliento, forzándose a romper el beso para respirar, suspirando y gimiendo con sus labios muy cerca, tumbándose sobre la cama, Sasuke apoyándose en sus codos para no aplastar a Sakura con su peso, temblando ante su mayor cercanía e intimidad mientras se veían a los ojos en todo momento. Izumi había sido una tonta, descuidada y arrogante como era, había engendrado hijos de un hombre diferente de su esposo—el fallecido lord Tenma—y ella misma, ese había sido su error, ¿Quién notaría la diferencia entre Sasuke y Baru siendo hermanos? Por supuesto que Sakura si podía ver la diferencia; amaba a uno y era indiferente al otro.
—Esto siempre iba a pasar— suspiró Sakura con quedo gemido. —Siempre estuve destinada a ser tuya— declaró, con un tono singular y que lo hizo estremecer.
—Y yo soy tuyo— correspondió Sasuke con voz ronca, temblando de deseo por ella.
No harían nada esa noche, no tenían el conocimiento suficiente para intentarlo, ya fuera separados o juntos, pero había muchas otras formas de obtener placer y ambos se entregaron a ello sin dudarlo, temblando en brazos del otro y siendo atraídos entre sí en un nuevo beso, sus cuerpos más cerca que nunca y aumentando el fuego que ardía en su interior. Sakura no pudo evitar gemir en medio del beso, sintiendo como el tacto de Sasuke sobre ella cambiaba, deslizando sus manos por su anatomía a través del camisón, halando de sus caderas para acercarlas más a las suyas, ansioso por probar todo de ella y lo dejó en claro al romper el beso, bajando uno de los hombros del camisón, deslizando sus labios por su piel, inhalando su perfume y recorriendo cada poro con su lengua, haciéndola estremecer y arquearse contra él, separando sus piernas para permitirle tocarla como quisiera, sintiendo sus manos levantarle la falda y recorriendo su piel hambriento a la vez que curioso. Sakura no era voluptuosa como otras mujeres de la corte, pero era perfecta a ojos de Sasuke, quien se deleitó por tenerla en sus brazos y anhelo más de ella con cada nuevo toque, anhelando contemplar su perfecta desnudez, temblando al escuchar los gemidos de su hermana mientras acariciaba sus muslos, sintiendo sus manos ascender para jugar con su rebelde cabello azabache azulado; ninguno de los dos sentía miedo y él no podía pensar en nada más que tocar a Sakura, devorando la piel de sus hombros, cuello y escote, sintiendo las piernas de su hermana envolverse alrededor de sus caderas, ambos embistiendo hacia el otro a través de la ropa, frotándose entre sí en una simetría perfecta, hechos el uno para el otro…
PD: Saludos queridos y queridas, actualice esta historia esta semana por tener el capitulo terminado, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Queridas y queridos míos, acabo de regresar de mi viaje y, como comprenderán, no tengo fuerzas para escribir nada ahora, por lo que si subí esta actualización, solo fue porque ya estaba terminada, a partir de la próxima semana comenzare a subir "El Rey de Konoha" o "A Través de Las Estrellas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.
Personajes:
-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (14 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (13 años)
-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (16 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (9 años)
-Hanan Haruno como Alicent Hightower (37 años) -Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (38 años)
-Tajima Uchiha como Vicerys I Targaryen (51 años) -Kizashi Haruno como Otto Hightower
-Izumi Uchiha como Rhaynera Targaryen (28 años) -Itachi Uchiha como Daemon Targaryen (44 años)
-Junichi Senju como Jahaerys Velaryon (9 años) -Yuudai Senju como Lucerys Velaryon (6 años)
-Rhaena Targaryen como Ryoko Uchiha (7 años) -Baela Targaryen como Ayame Uchiha (7 años)
Boda, Inspiración & Amor: Para el vestido de novia que lleva Sakura en el capitulo, me inspire en el vestido de novia de Alicent Hightower (la reina Hanan) en la serie, y cuyas escenas fueron eliminadas por completo, representando el atuendo propio de una dama de la casa real y que imagine se vería muy bien en Sakura, también represente mucho los pensamientos de Sasuke, tanto su conflicto porque la mujer que ama se case con otro, como por no saber como relacionarse con ella después de esto, algo que se ha intentado abordar en múltiples historias sobre la pareja de Aemond y Helaena. Claramente y pese a ser un acuerdo político, Sakura intenta que su matrimonio con Baru fructifique, y aunque la unión no se ha consumado—Baru estaba tan borracho que no lo recuerda—, pero este no tiene deseos de colaborar en un matrimonio impuesto, para lo que me inspire en matrimonios reales sin éxito como el de Catalina la Grande y Pedro III de Rusia; el ritual de cama en la noche de bodas, esta inspirado en el protocolo francés de la corte Versallesca. Finalmente, el capitulo cierra con Sasuke y Sakura admitiendo sus sentimientos el uno por el otro y prometiendo aventurarse a lo desconocido juntos, aprendiendo el uno del otro, y aunque la idea del incesto puede repugnarnos, es una teoría dentro del fandom, llamada "El Zafiro & La Araña", según la cual Aemond seria el padre de los hijos de Helaena y por ende amante de su propia hermana, algo que la serie propuso en su primera temporada, pero a lo que no dio continuidad en su segunda, mientras que yo lo desarrollo en profundidad.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
