Capítulo 6.

–Oye, Shaoran. ¿Esta no es Rika? –preguntó Sakura con la fotografía en la mano, mientras Shaoran intentaba aguantar nerviosamente mientras el teléfono le vibraba en la mano porque era precisamente Rika quien lo estaba llamando. El móvil por fin dejó de vibrar, y Shaoran no tuvo más remedio que reconocer lo evidente.

–Sí.

Entonces Sakura comenzó a imaginar cómo su marido la abandonaba por Rika, a la que evidentemente también le gustaba el baloncesto.

–Puedo explicarlo. –dijo Shaoran ante la expresión de terror de su mujer. –Ella era la presidenta del club de baloncesto.

–¿Salisteis juntos? –preguntó Sakura de forma inquisitoria.

–Sí. –reconoció él. Por la expresión de Sakura, Shaoran supo que no se lo tomó demasiado bien. –Pero fue hace mucho tiempo. Fue durante la universidad. Me dejó a los seis meses.

–¿Rika es mi mama friend y tú me ocultabas esto? –preguntó Sakura. –Que me lo ocultaras me hace sospechar todavía más.

–No te oculto nada. –dijo Shaoran intentando suavizar el ambiente poniéndose el cartón de la cabeza gigante de Stephen Curry sobre su cabeza, lo que tenía el efecto contrario al que pretendía conseguir.

–¿Recuerdas la promesa que hicimos cuando nos casamos? –preguntó Sakura apartando la cabeza gigante de cartón de un manotazo.

–Por supuesto: no mentir, no engañar y no guardar secretos. –dijo Shaoran como si estuviera contestando a la respuesta de un examen.

–Exacto. No guardar secretos.

–Pero no era un secreto. Simplemente, no lo mencioné. Cuando me presentaste a Rik yo…

–¿Rik? Cuánta familiaridad.

–Está bien. Cuando me presentaste a la esposa de Yoshiyuki Terada sólo le seguí la corriente. –se justificó Shaoran. Entonces Sakura pensó en aquel momento. Él tenía razón. Fue ella la que fingió no conocerlo.

–Es verdad. Pero entonces, ¿por qué fingió? –preguntó Sakura al recordarlo.

–No lo sé. Ya me he encontrado con ella y su hijo un par de veces: una en el parque y otra al salir de la pastelería. –dijo Shaoran.

–¿Tantas veces la has visto? –preguntó Sakura como si no hubieran sido encuentros casuales.

–Sólo me la he tropezado dos veces. No te hagas ideas raras.

–¿Sigues sintiendo algo por ella?

–¡Claro que no! –exclamó Shaoran ofendido.

–¿No te asaltan los recuerdos?

–¿Los recuerdos? –hasta aquel momento no le había pasado, pero ahora que lo mencionaba Shaoran comenzó a rememorar aquellos tiempos.

–¡No necesitas recordar! –exclamó Sakura notando cómo por su expresión, su marido acababa de empezar a sentir nostalgia por aquella época.

–Ya te he dicho que no siento nada por ella. Créeme. –le aseguró Shaoran. Sakura se le quedó mirando fijamente a los ojos.

–Te creo. Pero, ¿qué hay de Rika?

–¿Qué pasa con Rik?

–¿Qué?

–Quiero decir, con la esposa de Terada.

–¿Es que no te das cuenta? Me resulta extraño que actuara como si no te conociera. Aunque no me importe, cuanto más lo pienso, más parece que me importe. Ahora me resultará incómodo. Todo es por tu culpa. –dijo Sakura abatida.

–Lo siento. –se disculpó Shaoran sin saber por qué era su culpa.

00000000

Durante el desayuno de los Hiragizawa la tensión se palpaba en el ambiente. Para Eriol era tan evidente que pensó que ese tenso silencio podía cortarse con un cuchillo. Normalmente él era el marginado de la familia, mientras que Kaho y Nakuru charlaban siempre animadamente. Pero algo en ellas se había roto y a Eriol no le gustaba en absoluto.

–Qué buen día hace hoy. –comentó Eriol intentando rebajar la tensión. Su mujer y su hija lo miraron como diciendo que no hacía falta que intentara nada porque para ellas no tenía nada de bonito, a pesar de estar soleado. –¿Por qué no hablamos de algo? Vosotras dos siempre charláis de forma animada y siempre me dejáis al margen.

–¿Así que quiere ser profesional? –preguntó entonces Kaho mirando a Eriol.

–¿Qué? –preguntó éste sin comprender.

–He decidido no rendirme. –dijo Nakuru entonces mirando a su padre, como si madre e hija fueran incapaces de hablarse la una a la otra mirándose a los ojos. –Hay una persona que me apoya.

–Claro. A mí me encanta cómo tocas el piano. –dijo Eriol.

–Claro, pero no creo que cuente el ánimo que le dan sus amigas de la escuela. –dijo Kaho.

–En realidad es Shaoran Li, el papá de Akiho. –dijo Nakuru mirando a Eriol.

–¡¿Qué?! –preguntaron Kaho y Eriol a coro. Aquello sí que no se lo esperaban.

–¿Puedes explicarme eso? –preguntó Kaho a Eriol.

–Yo no tenía ni idea de nada.

–Sí, claro.

–Te juro que es la primera noticia que tengo al respecto.

–Li se conmovió tanto cuando me escuchó tocar que pensé que podría hacer feliz a la gente tocando el piano. –dijo Nakuru metiendo el dedo más en la yaga, para desesperación de Kaho. –Por eso he decidido no dejar el piano.

–Eso sólo lo diría para ser amable. –dijo Kaho mirando a Eriol. –¿Acaso no he luchado tanto para que Nakuru no tenga que pasar dificultades? Tan pronto como entre a una buena universidad…

–¡No me impongas tus sueños! –exclamó Nakuru levantándose y mirando a su madre por primera vez.

–¡Te estás comportando como una malcriada! –exclamó Kaho levantándose también y mirando a su hija a la cara.

–Calmaos las dos. –dijo Eriol levantándose para intentar imponer paz. Casi prefería que se lanzaran las pullas mirándolo a él. –Sois madre e hija. Debéis llevaros bien.

Pero los esfuerzos de Eriol fueron infructuosos. Nakuru se subió a su habitación mientras que Kaho se sentó para seguir desayunando.

00000000

–Buenos días. –dijo Shaoran llegando al edificio de su empresa mientras pensaba por qué Sakura lo culpaba de todo.

–Buenos días. –saludó Eriol con derrota y agotamiento.

–¿Ha pasado algo? –preguntó Shaoran preocupado mientras subían por la escalera mecánica.

–En casa hay una guerra por el futuro de Nakuru. Es increíble cómo pelean las mujeres. –explicó Eriol. –Es muy doloroso estar entre las dos.

–Lamento oírlo.

–Y el hecho de que apoyes a Nakuru lo empeora todo. Es tu culpa. –acusó Eriol.

–¿Qué? –preguntó Shaoran, que no entendía por qué todo el mundo lo culpaba a él de todo esa mañana.

00000000

Como el día acabó siendo pesado para Eriol, y también para Shaoran al ser el objeto de todas las acusaciones, decidieron ir a la sauna al salir del trabajo.

–¿Qué la esposa de Terada fue tu novia? –preguntó Eriol ante las novedades que le contó Shaoran.

–Sakura lo descubrió anoche.

–No puede ser.

–No mentiría sobre algo así.

–Pues me parece una terrible coincidencia. Ahora no me extraña que Terada te mirara de aquella forma tan penetrante. –dijo Eriol. –No era porque le gustaras.

–Ya te dije que no podía ser eso. –dijo Shaoran, aunque hubo momentos en los que Eriol le hizo dudar. –Lo mío con Rika pasó hace más de diez años. Incluso me atrevería a decir que no fue nada serio. Oye, ¿no sería mejor poner a otra persona a cargo de su proyecto? Se supone que va a vivir allí el resto de su vida. No quisiera que tuviera presente continuamente que quien diseñó su casa es el antiguo novio de su mujer.

–Tienes razón. Pondremos a otra persona. Quizás no quiera vivir en un lugar diseñado por ti. Podría echarse atrás y todo el trabajo habrá sido en balde. –reconoció Eriol.

–Siento la molestia. –se disculpó Shaoran.

–No importa. Al fin y al cabo es por una causa justa.

–¿De verdad no te molesta?

–No. De todas formas habrá un pequeño cambio de personal. Trabajarás al mismo tiempo en el Departamento de Promoción de Ventas. –informó Eriol.

–¿Qué?

–La última casa que diseñaste se está convirtiendo en algo importante, así que los de arriba quieren que sigas diseñando para clientes importantes y te ocupes de sus ventas. –explicó Eriol. –Las personas habilidosas como tú necesitan aprender cómo tratar con la gente.

–Entiendo.

00000000

Al día siguiente, Shaoran cambió de planta de trabajo, para lo que recibió la ayuda de Yukito y Yamazaki, que se ofrecieron a llevar sus cosas.

–El ambiente aquí se siente diferente. –dijo Shaoran al entrar en su nuevo departamento.

–Por aquí, Shaoran. Tu mesa está aquí. –lo llamó Eriol. –Dejad aquí las cosas.

–Señor Li, aquí tienes tus nuevas tarjetas de presentación. –dijo Meiling dándole una cajita con sus tarjetas para los clientes. –Yo seré tu formadora en relación a las ventas.

–Pues voy a necesitar ayuda, porque no tengo ni idea de ventas. –dijo Shaoran.

–No te preocupes. Lo harás bien. Lo primero que haremos esta tarde será reunirnos con los otros arquitectos. –dijo Meiling.

–De acuerdo.

–Después, realizaremos algunas llamadas. De momento puedes instalarte tranquilamente. –dijo Meiling antes de sentarse en su mesa. Shaoran asintió con la cabeza y se sentó en su lugar.

–Esto la alejará todavía más de tu alcance. –le dijo Yamazaki a Yukito con una sonrisa guasona mientras le pasaba un brazo por los hombros. Yukito lo apartó de un codazo y se acercó a Meiling.

–Señorita Meiling.

–¿Si?

–¿Salimos hoy a comer? –preguntó Yukito con inesperado valor.

–¿Hoy?¿Puedo avisarte con un correo electrónico? –dijo Meiling mirando hacia el lugar en el que estaba Shaoran instalándose.

–Claro. Espero tu email.

Entonces, el teléfono de la mesa de Shaoran sonó.

–Soy Eriol. Tienes una llamada de Nakuru.

–¿De Nakuru? –preguntó extrañado.

–Te la paso. –dijo Eriol, que estaba a unas cuantas mesas de la suya.

–Hola, Nakuru.

00000000

Nakuru le había pedido a Shaoran encontrarse a la hora de la comida en un puente peatonal cercano a la empresa de su padre. Shaoran sentía cierta debilidad por Nakuru y fue incapaz de decirle que no. Además, si lo había llamado al trabajo debía de ser importante. Así que, cuando llegó la hora del descanso, fue al lugar acordado. Cuando él llegó, Nakuru ya estaba allí esperando mientras miraba al río.

–Siento haberte llamado al trabajo. –se disculpó Nakuru.

–No te preocupes. ¿Qué pasa?

–Quiero pedirte un favor. ¿Puedes ayudarme a persuadir a mi madre? Ya no puedo tocar en el piano-bar y mi madre no piensa dejarme tocar el piano de forma profesional. –explicó ella. –Pero yo quiero ser pianista y al menos quiero intentarlo.

–Comprendo.

–¿Y bien?¿Qué me dices?

–Me encanta cómo tocas el piano y me encanta animarte, pero tu madre es la esposa de mi jefe. No creo que pueda involucrarme en algo tan personal. –dijo Shaoran.

–Por favor. –le pidió Nakuru con los ojos llorosos. Entonces Shaoran supo que estaba perdido con aquella mirada.

–Está bien. La convenceré. –claudicó Shaoran. Sólo esperaba que su hija no usara esas mismas tácticas con él o sería incapaz de negarle nada.

–¡Gracias, Shaoran! –exclamó Nakuru, a la que se le iluminó la cara súbitamente.

00000000

–¿Cómo que Shaoran se ha entrometido en el futuro de Nakuru? –preguntó Sakura cuando Kaho le contó lo que había pasado cuando la visitó a su tienda.

–Por lo visto la ha estado animando para tocar el piano. Pero yo no veo la forma de que pueda dedicarse al piano profesionalmente. Siempre he estado con Nakuru y sé que hay un montón de gente con más talento que ella con el piano. Es maravilloso perseguir un sueño. Siempre le he inculcado que si algo le gusta, vaya a por ello. También lo hago con los niños que vienen aquí. Pero ahora me doy cuenta de que he sido una irresponsable. La realidad es mucho más dura que una bonita frase. No quiero que Nakuru apueste su vida a un posible error. No quiero que la realidad la machaque. Nakuru es mi hija. Es parte de mí. –se expresó Kaho. Sakura la miró con comprensión.

–Lo que dices demuestra mucho amor por ella. Madre e hija: dos corazones latiendo como uno solo. Sólo de imaginarte que Nakuru lo pase mal te hace más daño que si la que saliera herida fueras tú. –dijo Sakura.

–De todas formas, no creo que Shaoran quisiera herir a Nakuru. –dijo Kaho.

–Lo siento, aún así le diré que se meta en sus propios asuntos. –dijo Sakura.

–Vale, pero tampoco te ensañes con él.

–Cambiando de tema. ¿Puedo pedirte consejo? –preguntó Sakura.

00000000

Cuando Shaoran y Eriol se reunieron con Terada para comentarle que Shaoran dejaría de ser el responsable de su proyecto, Terada ni siquiera les dejó exponerle los motivos y fue directamente al grano.

–Parece que fuiste novio de mi mujer hace tiempo. Me lo ha contado. –dijo Terada. Eriol y Shaoran se removieron en sus sillas con incomodidad.

–Es cierto. –le confirmó Eriol, a pesar de que tenían preparada otra excusa.

–¿Entonces el cambio se debe a ese hecho? –preguntó Terada, que lo había intuido desde el principio. –Lo cierto es que algo que pasó hace tanto tiempo no me preocupa. Sin embargo, no sé si le preocupa a mi mujer.

00000000

–¡¿Bromeas?!¿Rika fue novia de Shaoran? –pregunto Kaho sin todavía creerse lo que le acababa de contarle su amiga. Ella asintió con la cabeza.

–Sé que fue hace mucho tiempo, pero me molesta. –dijo Sakura algo agobiada.

–Ya lo tengo. Vamos a comer juntas y sacaré el tema. –propuso Kaho, lo que asustó a Sakura todavía más.

–¿Estás segura de eso? –preguntó Sakura.

–Sí. Si el tema sale a colación de forma natural, funcionará. Estoy segura de que Rika también está preocupada. –dijo Kaho.

–Está bien.

00000000

–Sin embargo, ambos somos adultos. Incluso somos compañeros de sauna. –continuó diciendo Terada. –Y he visto que no nos llevamos mal. Somos papa friends, ¿no?

–Sí, supongo. –dijo Shaoran algo inseguro.

–Entonces quiero que sigas al frente de mi proyecto. Ahora mismo no me creería un motivo como una reestructuración del personal. Si el motivo que me vais a dar es ese, tendré que pensarme si rompo nuestro contrato. –dijo Terada.

–Por supuesto que Shaoran seguirá al frente del proyecto. –reculó Eriol.

–Muy bien. Entonces no habrá problema. –dijo Terada. –Un hogar es algo de por vida. El pasado no importa. Esfuérzate para que mi familia viva en el mejor lugar posible.

–Por supuesto. –dijeron Eriol y Shaoran a la vez.

–¿Qué tal si lo celebramos con una comida entre las tres familias?¿Cuándo quedamos? –sugirió Terada.

–Eriol vive en una casa. Podríamos hacerla allí. –dijo Shaoran incómodo e incapaz de rechazar la propuesta. Si se negaba, estaba seguro de que le saldría demasiado forzado.

–¿En mi casa? –preguntó Eriol.

–Lo estoy deseando. –dijo Terada.

00000000

–¿Por qué tenemos que hacer una comida en mi casa? –se quejó Eriol cuando Terada se hubo marchado.

–¿Y qué otra cosa podía hacer? Supongo que tenemos que hacernos a la idea e intentar tener una actitud relajada.

–Está bien, pero cocinas tú.

–Vale.

–De todas formas, nosotros nos relajamos en la sauna porque estamos solos. Con nuestras mujeres no podemos decir que nos podamos relajar. Allí no podremos hablar de ellas. Qué mal. –se quejó Eriol.

–Tienes razón. –dijo Shaoran con actitud relajada.

–¿Por qué estás tan tranquilo?¿Es que no lo entiendes? Tu mujer y tu antigua novia estarán en la misma mesa. La situación podría irse de madre. –dijo Eriol. Fue tras decir eso que Shaoran cayó en la cuenta de la situación.

–Es cierto. Eso podría ser un problema. –reconoció el castaño.

–Y no sé por qué, pero me da la impresión de que en el fondo Terada es un celoso de manual. –dijo Eriol. –Estará ahí atento como un tiburón.

–Eso es todavía peor. –dijo Shaoran asustándose por momentos.

–Hacer esa comida es un tremendo error, así que tú céntrate en la comida y ya está, como si fueras el anfitrión. ¿De acuerdo?

–De acuerdo.

–Ah, y ten cuidado con Kaho. Al haber estado animando a Nakuru a tocar el piano está enfadada. –dijo Eriol. –Lo cierto es que no me gustaría estar en tu pellejo ahora mismo.

–No quiero ir a la comida. –se quejó Shaoran todavía más asustado.

00000000

Meiling y Shaoran salieron de un edificio de una empresa de construcción al haber estado reunidos con unos clientes.

–Buen trabajo, Li. Supongo que es todo por hoy. –dijo Meiling.

–Sí. –dijo él con desánimo.

–¿Qué te pasa? No tienes buena cara.

–Cosas mías.

–¿Por qué no vamos a alguna parte para ver si te animas? –sugirió Meiling. Antes de que pudiera contestar, ella lo agarró de la mano y lo llevó a la sauna, específicamente a una zona donde podían tumbarse sobre piedras de las que emanaban calor.

–Qué relajante es esto. –comentó Shaoran extasiado.

–Hay un lugar en el que podríamos sentirnos mejor, pero…

–¿Qué? Meiling, deja de gastar esas bromas. –dijo Shaoran, pero al girar la cabeza para mirarla, ella le devolvía una mirada que prácticamente le decía que hablaba completamente en serio. De repente, a Shaoran le entró cierta tensión.

Una vez que se les acabó el tiempo, se vistieron con sus ropas y fueron a hidratarse en la zona de restaurante de la sauna.

–El departamento de ventas puede llegar a ser realmente estresante porque te cansas de tratar con clientes. Por eso a veces vengo aquí a sudar. Es como si al sudar se sacara todo afuera. –dijo Meiling tras darle un trago a su jarra de cerveza. –No te quería hacer sentir incómodo viniendo aquí.

–No te preocupes. Aunque no me imaginaba que una comercial tan competente como tú también se cansara de lidiar con la gente. Te veo siempre tan activa. –dijo Shaoran algo adormilado, con una mano sujetándose la cabeza y el codo apoyado en la mesa y con la otra mano sujetando el asa de la jarra de su cerveza.

–Pues no. Como puedes ver también soy humana y puedo acabar agotada. –dijo Meiling.

–Creo que es la primera vez que veo a la verdadera Meiling. –dijo Shaoran. –Atractiva, sexi y buena en el trabajo. Pero de alguna forma creo que también eres escurridiza.

–¿Escurridiza?

–Sí, como si nadie tuviera oportunidad contigo. –dijo cada vez más atontado.

–Y tú eres la persona que he elegido para mostrarle mi verdadero yo. –dijo Meiling.

–¿En serio?

–Sí. Estoy divorciada y no pienso volver a casarme. Pero el amor es otra cosa. No obstante, sí tendría una relación con el hombre adecuado. Dicho esto, ¿saldrías conmigo, Shaoran Li? –preguntó Meiling, pero entonces se dio cuenta de que su interlocutor tenía los ojos cerrados. Se había relajado tanto que se había dormido. Aunque para Meiling fue una oportunidad perdida, no se molestó y se aprovechó de la situación, por lo que se acercó y le robó un besó en los labios. –Nos vemos, Shaoran.

Tras despedirse, Meiling se levantó y se marchó.

–Pequeña diabla, pero gran y dulce tentación. Tengo un mal presentimiento. –dijo el hombre de melena negra, que había escuchado toda la conversación desde otra mesa, mientras Shaoran seguía dando cabezadas.

00000000

–¿Una comida? –preguntó Sakura mientras picoteaba algo de la cocina con su hija en brazos.

–Sí. Terada la sugirió como forma de estar en buenos términos con él, pero no tienes que hacer nada. –dijo Shaoran cuando llegó a casa.

–Me alegro. Lo cierto es que las mama friends también hemos quedado para comer en casa de Kaho, así que podemos aprovechar el mismo encuentro. –dijo Sakura.

–Oye, ¿por qué estás comiendo a estas horas? –preguntó él.

–Akiho ha estado llorando hasta hace nada y no he tenido tiempo ni de cenar. –dijo Sakura.

–¿Por qué lloraba?

00000000

–¿Una comida aquí? –preguntó Kaho cuando Eriol le dio la noticia.

–Pero no te preocupes. Será como si Shaoran fuera el anfitrión. –dijo Eriol. –Él se hará cargo de comprar y cocinar.

–Supongo que eso no está mal, pero sí que me da la impresión de que Shaoran atrae los problemas. Seguro que cuando venga dirá alguna sandez. –dijo Kaho.

–No será para tanto. –dijo Eriol restándole importancia.

Entonces, el semblante de Kaho cambió al ver a su hija bajar mientras se secaba el pelo con una toalla tras salir del baño. Tras mirarse mutuamente sin decir nada, Nakuru se subió a su habitación. Tras ver la escena, Eriol suspiró derrotado.

00000000

–Lloraba porque es un bebé. Por cierto, ¿por qué te entrometes en asuntos familiares de los Hiragizawa? Quien más se preocupa por Nakuru es su madre. –dijo Sakura sacando a colación el tema.

–Lo sé, pero tiene una forma de tocar el piano muy bonita. ¿Acaso no está bien que persiga su sueño? –preguntó Shaoran.

–Kaho ya ha pensado en eso. Pero, ¿qué pasará si fracasa?¿Cómo va a encontrar otro camino en su vida? –preguntó Sakura.

–Si se preocupa por cada pequeño detalle jamás será capaz de afrontar ningún reto. –argumentó Shaoran.

–Kaho no quiere ver cómo Nakuru acaba destrozada por perseguir un sueño tan ingenuo. –razonó Sakura.

–Quizás tengas razón, pero, ¿me estás diciendo que no apoyarías a Akiho cuando quiera cumplir un sueño?

–No lo sé. Todavía es un bebé. Es muy pequeñita y lo más importante para mí ahora mismo es mantenerla sana y salva cada día. –dijo Sakura, que todavía veía esa fase muy lejana. –No he tenido tiempo de pensar más allá de eso.

–Aún así…

–Pero te puedo asegurar que no hay nadie que piense más en la felicidad de Nakuru que Kaho.

–Y no lo dudo, pero…

–Además, no necesitan tus opiniones, así que no vuelvas a meterte en sus asuntos familiares y deja de hacerle ilusiones a Nakuru con ese tema. –le ordenó Sakura.

Pero para Shaoran, la cuestión era que había sido la propia Nakuru quien lo había involucrado a él pidiéndole que convenciera a su madre para que la dejara desarrollar una carrera como pianista. Ahora se encontraba en una encrucijada. Por un lado, Sakura prácticamente le exigía que no se metiera en ese asunto, pero por otro, le había prometido a Nakuru que la ayudaría. Toda la relajación que había conseguido ese día se fue al traste en pocos minutos.

00000000

–¿Estaremos tres familias? –preguntó Rika cuando su marido le avisó de la comida que celebrarían en casa de los Hiragizawa.

–Sí. Será una gran oportunidad para mostrarles que somos la pareja perfecta, ¿no lo crees? –dijo Terada.

Si le hubieran pedido a Rika que se calificaran como pareja, nunca habría dicho la pareja perfecta, pero no se atrevía a contradecir a su marido. De hecho, Terada notó el mohín de desacuerdo en su mujer, a pesar de haber sido muy sutil.

–¿Te preocupa algo? –preguntó él.

–No, nada. –respondió ella.

–Perfecto. Quería darte esto. –dijo Terada sacando una cajita. Al abrirla mostró un colgante de plata. –Siento lo de la otra noche. No quise hacerte daño.

Rika se quedó paralizada. Sin decir nada, Terada lo cogió, se puso tras ella y le puso el colgante. Esa era la dinámica de su marido: comprar su perdón mediante regalos caros que para ella cada vez significaban menos, pero que aceptaba por miedo.

00000000

Cuando Shaoran llegó a su mesa en la nueva jornada de trabajo encontró algo que no esperaba: una cajita y una nota en un papel con forma de corazón que expresaba lo bien que se sintió en la sauna, para acabar felicitándole por el día de San Valentín. Evidentemente, la nota la firmaba Meiling. Apurado de que la vieran y de que fuera el objeto de burlas y preguntas indiscretas ya que era un hombre casado, recogió la nota, la dobló y la metió en el bolsillo del pantalón.

Pero la nota y la cajita que todavía no había abierto no era todo. Meiling también le había dejado un libro cuyo título rezaba que cualquiera podía ser un número uno en ventas. Shaoran lo abrió por curiosidad y tras pasar páginas llegó a una página dedicada a una sola frase que le pareció de lo más interesante: Bórrate a ti mismo y adáptate a los demás.

00000000

Por fin llegó el día de la temida comida.

–Toallitas, una muda, pañales…–iba enumerando Sakura mientras preparaba el bolso de Akiho antes de ir a la comida.

Mientras tanto, Shaoran se preparaba recitando la frase del libro que le había regalado Meiling y que se había aprendido como un mantra.

Bórrate a ti mismo y adáptate a los demás. No hables con naturalidad a Rika frente a Sakura y Terada. Ni tampoco con Kaho. No toques el tema de Nakuru. –se decía Shaoran a sí mismo en el dormitorio. Quizás aquella frase era la clave y le vendría bien para superar aquella comida. –Sobre mi promesa de ayudarla para convencerla…

–¡Ya lo tengo todo listo! –exclamó Sakura interrumpiendo su mentalización.

–¿Debería o no debería? –se cuestionaba Shaoran mientras ella lo seguía llamando para marcharse.

–Shaoran, tenemos que irnos. –insistió Sakura acercándose al dormitorio.

–Ya voy.

–¿Qué hacías aquí adentro tanto tiempo? –preguntó Sakura.

–Nada. –dijo él.

–¡Ya sé! ¡Es porque vas a ver a Rika! ¿Todavía suspiras por ella? –preguntó Sakura con guasa.

–¡Claro que no!¡Ni siquiera un poco! –respondió él irascible por tanta tensión que venía acumulando.

–Pues vámonos ya o llegaremos tarde, y te recuerdo que cocinas tú. –le apuró Sakura. Pero justo cuando fue a coger a Akiho de la trona, Sakura percibió algo. –¡Oh, Akiho!¿Te has hecho caca? Acababa de cambiarte.

–Yo tengo que comprar algunas cosas, así que me adelantaré. –dijo Shaoran al ver que tardarían más en salir de lo esperado.

–De acuerdo.

00000000

Tras realizar las compras, Shaoran llegó a casa de los Hiragizawa. Suspiró y antes de entrar se repitió la frase bórrate a ti mismo y adáptate a los demás. Prácticamente debía comportarse como un sigiloso ninja que debía pasar desapercibido ante los posibles frentes abiertos.

–Espero que lo pasemos bien. –dijo un Shaoran demasiado formal cuando entró en casa de los Hiragizawa.

–Estás muy agarrotado. –dijo Eriol. –Bueno, gracias por comprarlo todo.

–Utiliza todo lo que necesites, Shaoran. Los utensilios están aquí. –dijo Kaho mientras ayudaba a sacar la compra de las bolsas que había llevado Shaoran. –Sakura me ha llamado justo cuando has salido de casa y dice que la niña se ha manchado enterita.

–Exacto, así ha sido. –dijo Shaoran con voz grave.

–¿Quieres relajarte? –dijo Eriol, para el que era evidente la tensión de su amigo.

–Shaoran, ¿has olvidado los condimentos? –preguntó Kaho al no encontrarlos en las bolsas que había llevado.

–¿En serio? –preguntó él apurado.

–No te preocupes, iré a comprar. –se ofreció Kaho.

–Ni hablar. Ya iré yo. –se ofreció Shaoran. –Vuelvo enseguida.

00000000

–Ya estoy aquí. –dijo Shaoran llegando con lo que faltaba.

–Ah. Perfecto. Sakura y Akiho han llegado mientras estabas comprando. –dijo Kaho.

–Hola, papi. –dijo Sakura poniendo voz infantil mientras sujetaba a la niña y le cogía el bracito para saludarlo.

Una vez con el delantal puesto, Shaoran comenzó a cocinar.

–¿Estás seguro de que no quieres que te ayude? –preguntó Kaho mientras jugueteaba con Akiho.

–Ya me ocupo yo. –dijo Shaoran casi automáticamente. Cuantas menos oportunidades de hablar con alguien tuviera, mejor para su integridad. Pero al responder a Kaho se cortó con el cuchillo. –¡Ahh!

Finalmente, Kaho fue la que acabó cortando las verduras y Shaoran acabó sentado en el sofá con la niña encima y un dedo vendado.

–¿Puedo tentarte? Esta es de mi reserva. –dijo Eriol llegando hasta Shaoran con una botella de vino, pero antes de poder responder, sonó el timbre. –Terada.

Al escuchar el timbre, reinó un silencio sepulcral. Era como si todos, de alguna manera sintieran cierta tensión de encontrarse con Yoshiyuki Terada.

Automáticamente, Shaoran recordó el mantra que se había estado repitiendo todo el tiempo: Bórrate a ti mismo y adáptate a los demás.

Por su parte, Eriol miró a Shaoran temeroso de cómo reaccionaría su amigo al volver a ver a su antigua novia, mientras que Kaho también estaba expectante y muy emocionada de ver qué pasaba con la antigua pareja. Por último, Sakura cogió aire para intentar afrontar aquella situación tan incómoda. La que más relajada estaba con aquella situación era Akiho.

Todos estaban tan sumidos en sus pensamientos que el timbre volvió a sonar porque nadie iba a abrir.

–Adelante, pasad. –dijo Eriol, que por fin abrió la puerta.

–Gracias. Hemos traído champán. –dijo Terada.

–Muchas gracias, aunque no tenías que haberte molestado. –dijo Eriol recibiendo el detalle y mirando a Shaoran.

–También hemos traído unos pasteles para el postre. –dijo Rika pasándole una bolsa a Kaho, que miró a Shaoran tras recibirla.

–¿Y el niño? –preguntó Kaho.

–Está con mis padres. –dijo Rika.

Entonces reinó el silencio. Un silencio incómodo que nadie se atrevía a romper, hasta que Eriol dio el paso.

–¿Comenzamos? –sugirió Eriol.

–Sí, claro. –asintió Terada.

–Bien, pues sentaos donde queráis. –dijo Eriol.

Una vez sentados, Shaoran se dedicó a servir a los invitados.

–Terada, tengo entendido que eres el padre ideal. –dijo Kaho. –Eres bastante popular entre las madres del parque.

–Qué va. No más de lo normal. –dijo Terada con modestia.

–También es bastante conocido entre los padres. Es muy diligente, colma a Rika de regalos y está muy involucrado en la educación de Kaito. –admitió Eriol.

–Sólo lo normal. –dijo Terada.

–Oh, ¿ese colgante es nuevo? –preguntó Kaho al ver la nueva joya de Rika. –¿De casualidad es un nuevo regalo?

–Lo cierto es que sí. –asintió Terada.

–Qué celos. Sois una pareja admirable, ¿verdad, Shaoran? –dijo Sakura.

–Sí, tienes un gran marido, Rik. –dijo Shaoran una vez que acabó de servir a los invitados.

¿Rik? Es lo que pensaron todos mientras Sakura hizo una mueca de dolor. Rika también miró a Shaoran, sin darse cuenta de por qué todas las miradas iban dirigidas a él. A ninguno de los presentes les pasó desapercibido que las miradas de Shaoran y Rika se encontraron, hasta que Rika, incómoda, apartó la suya.

–Te estamos agradecidos por tu amabilidad, Li. –dijo Terada. Entonces, se escuchó un suspiró generalizado que rebajó notablemente la tensión, ya que uno de los miedos era cómo reaccionaría Terada ante la interacción de su mujer y Shaoran.

–Decidme, ¿cómo será vuestra nueva casa? –preguntó Sakura intentando desviar la atención de lo que había pasado.

–Queremos que los armarios del dormitorio estén decorados con las marcas de crecimiento de Kaito y también con fotos y diplomas que consiga. –dijo Terada.

–Parece que tienes pensado cada detalle. –comentó Kaho.

–Totalmente. También me emocionan mucho las competiciones de atletismo del niño en el día del deporte. –dijo Terada.

–Desde luego que eres el marido ideal. –dijo Kaho.

–Sí, Terada es maravilloso. Es una suerte que no te casaras con Shaoran, Rika. –dijo Eriol sin pensar, lo que restauró la tensión entre las tres parejas. Nada más decirlo y sentir las penetrantes miradas de todos, cayó en el error, mientras Kaho, Sakura y Shaoran lo insultaban telepáticamente. De hecho, parecía que sólo a la pequeña Akiho le divertía la situación.

Entonces, tras mantener Terada el gesto serio, comenzó a reír, seguidos de la incómoda risa falsa de los demás.

–Bueno, yo tengo que irme. –dijo entonces Rika.

–¿Tan pronto?¿Ocurre algo? –preguntó Sakura.

–Es que tengo que recoger a Kaito. Estaba todo delicioso. –Terada lanzó una mirada fría a Rika.

–Yo creo que también voy a sacar un momento a Akiho para que le dé un poco el aire fresco. –dijo Sakura, asintiendo con complicidad a su marido. Gesto que él le devolvió.

00000000

–Te acompaño un trozo. –dijo Sakura a Rika.

–Vale, gracias.

–Sé que no sabíamos qué decir con nuestros maridos delante, pero quería decirte que a pesar de tu pasado común con Shaoran, espero que podamos seguir siendo amigas. –dijo Sakura.

–Gracias. –agradeció Rika sin esperar aquel gesto de amabilidad.

–Para serte sincera, estaba un poco preocupada. Sólo mírate. Eres una mujer preciosa. Desde que di a luz prácticamente he olvidado cómo estar guapa y siempre estoy algo aturullada con las prisas. Pero creo que debe de haber alguna clase de destino que ha hecho que nos hagamos amigas. Sois la envidia de todos. Sois la pareja ideal.

Pero aquello último hizo que Rika se detuviera.

–No somos la pareja ideal ni nada por el estilo. De hecho, creo que tú eres más feliz.

–¿Qué? –preguntó Sakura extrañada.

–¡Rika! –llegó Terada entonces. –Deberíamos ir juntos a recoger a Kaito.

–Sí, claro.

–Bien, pues yo voy a volver. –dijo Sakura.

–Me he divertido. Deberíamos repetirlo otro día. –dijo Terada.

–Sí, claro. Cuando queráis. Adiós. –dijo Sakura volviendo a casa de los Hiragizawa.

Unos minutos después, cuando Sakura volvió a casa de los Hiragizawa, se fijó que en el suelo de la entrada estaba lo que parecía ser el colgante de Rika.

–Ya te he dicho que no estoy borracha. –dijo Kaho acomodada con los pies en el sofá mientras daba un trago.

–¿Cuánto tiempo hace que no bebes tanto? –preguntó Eriol. –Y por cierto, estás bebiendo de mi reserva.

–Déjame en paz. Sólo me apetecía otra copa. –dijo Kaho con la voz arrastrada.

–¿Qué pasa? –preguntó Sakura acercándose a Shaoran, que estaba en la cocina preparando el postre.

–Parece que Kaho ha bebido más de la cuenta. –dijo Shaoran.

–No sabes nada de Nakuru. –le reprochó Kaho a Eriol.

–¿A qué viene eso ahora? –preguntó el de gafas.

–¿Sabes qué fue lo primero que dibujó sobre sus sueños futuros? –preguntó la pelirroja.

–Tú mantente al margen. –le susurró Sakura a Shaoran al ver el sentido que estaba tomando aquella conversación.

–Lo sé.

–Toma, coge a la niña. –dijo Sakura pasándole el bebé a Shaoran para coger un par de platos con postre. –¿Queréis postre?

–Ah, los postres ya están aquí. –dijo Eriol aliviado de que se desviara la atención hacia el postre. –Venga, Kaho, ya está bien de beber.

–¡No he terminado! –exclamó ella mientras Eriol intentaba quitarle el vaso de las manos.

–Traeré el té. –se ofreció Sakura.

–El primer sueño de Nakuru para su futuro eran fresas. Sólo tenía dos años. Entonces soñaba con ser princesa, maestra de guardería y pastelera para hacer postres con fresas. ¿A que tú no lo sabías, Eriol? –dijo Kaho.

–Claro que sí. –dijo Eriol.

–No tenías ni idea. –dijo Kaho. –Apenas has pasado tiempo con tu hija. Eras tan diferente a Terada. Ni siquiera ibas a verla en el día del deporte escolar, a pesar de celebrarse en fin de semana.

–Eso era porque tenía que trabajar incluso los fines de semana. ¿Verdad, Shaoran? –se defendió Eriol al tiempo que buscaba el apoyo de Shaoran, comprometiéndolo.

–Muchos acuerdos se llevan a cabo en fin de semana. –dijo Shaoran.

–Shaoran. –le advirtió Sakura con un codazo.

–Da igual que fuera entre semana o en fin de semana. –se quejó Kaho. –En la jornada de padres decías que no te sentías cómodo porque la mayoría de lo que iban eran madres.

–Bueno, confié esa labor en ti. –dijo Eriol, buscando a Shaoran con la mirada.

–Shaoran. –le advirtió Sakura antes de que pudiera pronunciarse.

–Ni siquiera habíamos discutido esto nunca. Nunca hablábamos cuando me preocupaban las compañías de Nakuru o por cómo iba en los estudios. Siempre has sido un dejado con esas cosas. –dijo Kaho, que en vez de alcohol parecía estar bebiendo el suero de la verdad.

–Creo que por hoy ya has bebido suficiente. No pienso pelear, y menos en este estado. –dijo Eriol para quitarle el vaso.

–¡Pues yo sí quiero pelear ahora! –exclamó Kaho ante la atónita mirada de los Li. –Hace tiempo que me di por vencida contigo. Me cansé de aguardar la esperanza de que te implicaras en la educación de Nakuru. Es mucho más fácil cuando no tienes expectativas. Y antes de darme cuenta, Nakuru creció.

–Creo que exageras un poco. –dijo Eriol atrapando el cojín que Kaho le había tirado.

–Tú ganas el dinero y yo crío a la niña. Así es como dividimos nuestras responsabilidades. Así es nuestra relación. ¿Por qué ahora te entrometes? –preguntó la pelirroja.

–¿Qué quieres decir?

–Con todo eso de que la comprendes.

–¿Te refieres al tema del piano?

–Eres un irresponsable. La has estado animando al decirle que te gusta como toca. –dijo Kaho.

–¿Eso es ser irresponsable?

–¡Lo es!¡Las posibilidades de que fracase son muy altas! –exclamó Kaho.

Entonces, se escuchó la puerta de entrada. Cuando Nakuru entró vio a los Li plantados allí de pie y a sus padres cada uno en un sofá.

–Hola, Nakuru. –saludó Sakura cuando entró.

–Hola. –la saludó Shaoran.

–Hola. –saludó Nakuru, que sentía que había entrado en un momento tenso.

–Hoy has llegado pronto. –dijo Eriol.

–¿No tenías clases particulares hoy? –preguntó Kaho.

–Las he dejado. –confesó la adolescente.

–¿Cómo que las has dejado? –preguntó Eriol.

–No me harán falta. Por eso las he dejado. –dijo Nakuru.

–Sabemos que no te hacen falta, pero es mejor para ir más preparada a los exámenes de acceso a la universidad. –dijo Kaho, que se había levantado ante la noticia.

–Los Li están aquí. Creo que es mejor que hablemos de esto más tarde. –sugirió Eriol.

–¡Cállate! –exclamó Kaho dándole un manotazo en el brazo. –Nakuru, ¿por qué me desafías de esta manera?

–No te estoy desafiando. Sólo quiero ser pianista. –entonces Nakuru miró buscando el apoyo de Shaoran, que automáticamente se puso nervioso.

–Shaoran. –le advirtió Sakura.

–Nakuru, ¿por qué?¿Acaso no nos hemos llevado bien siempre? Nunca me habías contestado antes. –dijo Kaho.

–Yo podría preguntarte lo mismo. Pensé que me comprenderías mejor que nadie. ¡Creí que entenderías lo que es importante para mí! –exclamó Nakuru.

–Es precisamente porque pienso en ti que…

–¡No, no lo haces!¡Sólo estás pensando en tus propios errores! –sentenció Nakuru.

–Nakuru, creo que ya has hablado demasiado. –dijo Eriol.

–Es cierto. No me apetece hablar más con ella. –dijo la joven antes de subir a su habitación, dejando a una Kaho devastada.

–Escuchad. –intervino Shaoran entonces.

–¡No, Shaoran! –le volvió a advertir Sakura, pero esta vez, no le hizo caso al verse incapaz de dejar así las cosas.

–Michael Jordan dijo una vez puedo aceptar el fracaso, pero no puedo aceptar no haberlo intentado. Y John Stockton dijo no dejaré que otros definan mis límites. ¿Acaso no es así como se siente Nakuru? Su habilidad depende de su esfuerzo. No importa si tiene éxito o fracasa. Pero al menos tiene que intentarlo. –dijo Shaoran, ignorando que Nakuru estaba escuchando lo que decía desde la puerta de su habitación. Entonces, Shaoran miró a su hija, que seguía en sus brazos. –Cuando Akiho elija el camino que le guste, será el inicio de su propia vida. Algún día, ella también saldrá del paraguas de sus padres para seguir su propio camino.

–Comprendo lo que dices, Shaoran. –dijo Kaho llorosa. –Pero ahora me duele la cabeza.

–Kaho, ¿por qué no te tumbas un rato? –sugirió Sakura.

Mientras Sakura atendía a Kaho, Eriol le dijo a Shaoran que lo siguiera hasta su rincón, donde le sirvió de su reserva.

–Siento lo que ha pasado. Hacía tiempo que no bebía tanto. –se disculpó Eriol.

–Yo también lo siento. Al final he acabado entrometiéndome. –se disculpó también Shaoran.

–Parece que las mujeres nunca olvidan. –dijo Eriol haciendo referencia al ataque de sinceridad en el que Kaho le lanzó todos los reproches que tenía guardados durante años.

–¿Algo de lo que dijo tu mujer era cierto? –preguntó Shaoran.

–Probablemente. La verdad es que no me acuerdo. –dijo Eriol intentando quitarle hierro.

–Pero es cierto que las mujeres nunca olvidan. –dijo Shaoran.

–Pero debo admitir que comprendo su miedo a fracasar al educar a Nakuru. Ha caído toda la responsabilidad sobre ella, y probablemente sea culpa mía que sea tan sobreprotectora con Nakuru. Le dejé todo el peso a ella. –admitió Eriol. –Nunca hemos tenido una conversación seria sobre nuestra hija. Y ese puede que sea la raíz de todos nuestros problemas de pareja. Creo que lo he notado demasiado tarde.

00000000

–Lo siento. Al final he abierto la boca con lo de Nakuru. –se disculpó Shaoran mientras cruzaban el parque de camino a casa. –¿Estás enfadada?

Pero Sakura no dijo nada.

–Por supuesto que estás enfadada. –se lamentó Shaoran, que empujaba el carricoche de la niña.

–La verdad es que creo que tenías razón con lo que dijiste. –admitió Sakura.

–¿Lo dices en serio? –preguntó él sin creérselo.

–Al pasar tanto tiempo juntas, las madres establecemos un vínculo tan fuerte con nuestros hijos que hace que nos preocupemos demasiado y acabemos entrometiéndonos en cosas que no debemos. Es lo que le ha pasado a Kaho. Es muy difícil ser madre. –dijo Sakura mirando a su hija.

–Antes de que nos demos cuenta, Akiho celebrará el día del deporte y la jornada de padres, y tendremos que preocuparnos por sus compañías. –dijo Shaoran, haciendo sonreír a Sakura.

–Sí, y seguramente descubrirá sus propios sueños. –añadió ella.

–Sí. Y cuando esos días lleguen, yo estaré el primero para animarla en el día del deporte e iré a todas las jornadas de padres. –dijo Shaoran, haciéndole ver a Sakura que no se comportaría igual que lo hizo Eriol con Nakuru.

–Eso está bien, pero de momento, puedes hacer todo lo que puedas ahora, como cambiar pañales, bañarla, calmarla cuando llora o darle de comer. –dijo Sakura.

–Creo que me pita el oído.

–Akiho, hoy papi te dará el baño y te dará la cena. –dijo Sakura.

00000000

Eriol observaba un par de fotografías enmarcadas que había encima del piano de pared, donde Nakuru estaba sentada al piano en sendos recitales. Esas fotos ya tenían unos años y Eriol no dejaba de darle vueltas no a los reproches de Kaho, sino a toda la verdad que había en ellos. Había sido prácticamente un padre ausente y aunque adoraba a su hija, nunca se lo demostró debidamente.

–Oh, me duele la cabeza. –dijo Kaho, que sufría los efectos de la resaca al despertar de la pequeña siesta.

–¿Quieres un poco de agua? –preguntó Eriol.

–Sí, por favor.

–Aquí tienes. –dijo Eriol sirviéndole. –Han llamado de la academia y parece que Nakuru no iba de farol y realmente la ha dejado.

–Esta chica. –se lamentó la pelirroja.

–Todo el dinero invertido en la academia se ha desperdiciado porque quiere tocar el piano. Parece que esa es su vida. Como padre, tengo que aceptarlo. –dijo Eriol, haciéndole saber a su mujer que iba a apoyar a su hija.

00000000

Una vez en casa, se pusieron cómodos. Mientras la niña dormía tranquilamente, Shaoran también lo hacía cómodamente en el sofá rodeado de sus muñecos de jugadores de baloncesto.

Entonces Sakura recordó que en su bolsillo había guardado el colgante de Rika que encontró en el suelo de la entrada de la casa de los Hiragizawa, sin poder evitar recordar lo que le dijo Rika. De alguna manera le dejó entrever que envidiaba su situación, dejando claro que ellos no eran la pareja ideal.

–Oye, Shaoran, ¿puedes quedarte un rato con Akiho? Rika ha perdido esto y voy a devolvérselo. –dijo Sakura mostrándole el regalo que le había hecho Terada a su esposa.

–Sí. –respondió Shaoran somnoliento.

–Mientras tanto ve bañando a la niña.

–Sí.

00000000

–¿A qué ha venido esa actitud en casa de los Hiragizawa? Parecías aburrirte. –exigió Terada en casa mientras forcejeaba con Rika para acabar con un bofetón en la cara.

–Te equivocas. –dijo Rika, cuya actitud no era por aburrimiento, sino por miedo.

–¿Acaso te avergüenzas de que te vean conmigo? –preguntó Terada, molesto por haber intentado marcharse sin él.

–Ya te he dicho que no. –pero Rika intentó proteger su cabeza al ver que su marido le volvía a levantar la mano.

–¡Para! –exclamó Kaito cogiendo a su padre de la chaqueta para intentar detenerlo. –¡No le hagas daño a mamá!

–Kaito. –dijo Terada, que no esperaba la intervención de su hijo.

Rika se agachó y se abrazó a su hijo.

00000000

–Me gustas y me gustaría salir contigo. –se declaró Yukito a Meiling. Finalmente había accedido a cenar con él en lo que para cualquiera sería una cita romántica en un restaurante que tenía las luces de la ciudad de fondo.

–Ya, pero yo quiero a otra persona. –dijo Meiling, que había aceptado la cita para dejarle las cosas claras a Yukito.

–Es Li, ¿verdad? –intuyó Yukito.

–¿Y qué pasa si es?

–Que está casado y tiene familia. –dijo él.

–¿Y crees que eso importa?

–Por supuesto. Es imposible. Ama a su mujer. –dijo Yukito.

–Pero yo le quiero. Le mostraré lo que tengo. –dijo Meiling, que parecía que la situación de Shaoran no la consideraba un impedimento para satisfacer sus deseos.

00000000

–Mira qué bien que estamos tú yo aquí, ¿verdad, Akiho? –dijo Shaoran con la niña en su regazo mientras él tomaba una cerveza después de haber bañado a la niña. A su vez, la niña sostenía en su regazo uno de los muñecos NBA de Shaoran.

–Papa. Papa. –dijo Akiho con su vocecita, a lo que Shaoran tardó en reaccionar.

–¡¿Qué?!¡¿Has dicho papá?! –exclamó Shaoran emocionado dejando el botellín en la mesa para concentrarse más en su hija. –Venga, cariño. Dilo otra vez.

–¡Ya estoy en casa! –anunció Sakura.

–¡Sakura!¡Mira lo que acaba de decir Akiho! –exclamó Shaoran levantándose y acercándose con la niña.

–Pasa. –dijo Sakura.

–¿Ha venido alguien contigo? –preguntó Shaoran. Entonces, Rika y Kaito hicieron acto de presencia.

¿Qué hacían su esposa, su antigua novia y su hijo en su pequeño apartamento?

Continuará…