Desde que la magia entró en mi vida nunca pensé en que me arrepentiría de saber de su existencia.

Uno de los días más felices de mi vida fue cuando recibí mi carta de Hogwarts…mis padres estaban tan asustados como yo pero conocer la realidad de que existía la magia y que había un colegio que me iba a preparar para ella, una comunidad desconocida para mí y que yo iba a ser parte de ella…es cómo si ahora todo encajase; mi forma de ser, lo diferente que me sentía a las niñas de mi clase de ballet o incluso de mi colegio…todo esto hizo que apartase el miedo y una sensación de plenitud y felicidad estallase en mi corazón y sentí como toda mi energía y toda mi magia viajaba por todas y cada una de mis venas mezclándose con mi sangre.

La magia es maravillosa; me ha permitido adoptar una forma de vida tan extraordinaria que no podría imaginarme sin ella, no podría seguir con una vida muggle tras conocerla.

Pero ahora mismo, la magia me pesa.

Y me pesa porque en el mundo muggle, los sentimientos siguen siendo complicados pero a la vez simples…

No existen filtros de amor ni Amortentias que puedan borrarlos de un plumazo.

En el mundo muggle puedes disfrazarlos, enmascararlos y hasta negarlos…pero siguen ahí, no se evaporan por arte de magia.

Así que cuando Theodore Nott me contó lo que había pasado con Draco…odié la magia. Más bien odié el uso que algunas personas le dan a la magia.

Y han pasado tres días desde nuestro encuentro y yo sigo hospedada en el caldero chorreante esperando…

Me he puesto de tope un día más…si Theodore no se pone en contacto conmigo tendré que volver a New York y rendirme.

Así que decido salir a pasear por el callejón Diagon. Falta un día para navidad y aunque no tenga ganas de celebrar me obligo a mi misma a entrar en Flourish y Blotts y al menos autorregalarme un libro.

Paseo por los pasillos leyendo los títulos sin decidirme y un escalofrío me recorre la espina dorsal.

Está ahí.

Draco está parado junto a una estantería con el ceño fruncido, acariciando los lomos de los ejemplares con delicadeza.

Mi respiración se vuelve agitada por los nervios y no puedo evitar recordar el día que lo encontré comiendo perritos, sentado en la mesa de madera del parque.

Y una lágrima baja por mi rostro al darme cuenta de cuán diferente se siente ahora encontrarlo.

Porque él no siente nada por mí.

Porque él ha borrado nuestra historia.

Así que doy un paso atrás intentando huir sin ser vista. Sería demasiado duro enfrentarme a él…

Pero tropiezo con la estantería y el ruido hace que sus ojos me descubran.

Me quedo mirándolo sin decir nada, mi cuerpo está totalmente paralizado y me mente en blanco.

—Granger…—dice con cara de sorpresa y mis rodillas tiemblan al escuchar mi apellido en su boca—¿Estás bien?

Y me gustaría decirle que no estoy bien, que estoy destrozada de verlo…que lo echo de menos.

Pero no soy capaz de articular palabra y noto que se acerca a mí con un paso lento.

—No te veía desde el colegio—dice sin ningún tipo de emoción en su voz y mi corazón se rompe en mil pedazos…porque una cosa es que Theodore me contase que me había olvidado y otra muy diferente comprobarlo por mi misma. Así que intento tragarme el nudo que se ha formado en mi garganta para no llorar y evito mirarle a los ojos.

—Eh…si, solo buscaba un libro.—digo mientras me vuelvo a la estantería para fijar mis ojos en cualquier ejemplar que me haga evitar cruzarme con el gris de sus ojos.

—Yo también. Busco un libro para mí prometida…Astoria.

Y me quedo rígida. Es todo tan surrealista que me dan ganas de chillarle y la rabia se apodera de mí.

—No sabía que Astoria leyese algo diferente a corazón de bruja.

Él me mira con confusión y yo me maldigo por haber soltado eso.

—¿Conoces a Astoria?

—Bueno…del colegio.—digo con voz nerviosa y me retiro de la estantería para salir de aquí cuanto antes pero cuando lo miro veo que su mirada se pierde en algún punto muerto.

—Tienes razón…a ella no le gusta leer, no sé porqué vine aquí.—dice en voz baja, como si estuviese hablándose a si mismo—juraría que pensé que este seria el regalo perfecto para la persona que amo.

Y de repente me vuelve a mirar sonriendo y veo como sus ojos grises están cubiertos por un fino velo, como si una capa translúcida los cubriese.

—Me alegra verte Granger. Qué tengas buen día.

Y se marcha dejándome totalmente destrozada.

Y sólo tengo ganas de volver a mi habitación del caldero chorreante para tirarme en la cama y llorar hasta quedarme dormida a pesar de no ser ni medio día.

Salgo de la librería con mi objetivo en mente pero cuando tomo la esquina de la calle que va hacia el pub me agarran del brazo.

—Theodore…

—Te buscaba Granger. Acompáñame, he encontrado algo.

Y resulta que Theodore no ha encontrado algo.

Ha encontrado lo que le pasa a Draco…así que para hacer honor a mi mote de rata de biblioteca me enfrascó en los manuscritos de la familia Nott para ayudarle a encontrar la solución y la liberación del amarre que tiene preso a Draco.

Pasamos horas y horas leyendo, sin decirnos nada. Yo estoy maravillada con las historias que leo sobre la familia Nott y la caza de brujas que llevaron a cabo en 1.700

Mi ansia de saber me tienen totalmente concentrada, casi he olvidado el motivo por el cual estoy leyendo estos manuscritos hasta que me topo con algo…

—¿Esto es un diario?—pregunto haciendo que Theodore levante la vista de sus manuscritos.

—Déjame ver…—Theodore se acerca a mí y estudia los pergaminos que le doy—si, parece de mi abuelo.

Veo como sus ojos brillan de felicidad mientras lee y cuando acaba se pone a saltar por toda la estancia. Me coge en brazos y corre por toda la sala de la biblioteca riendo como un loco.

Cuando se da cuenta de mi cara de confusión me suelta en el suelo y se pasa una mano por su cabello.

—Lo siento…me he emocionado de más Granger.

—Puedes llamarme Hermione, ya no estamos en el colegio.

—Tú puedes llamarme Theo. Theodore suena muy formal—dice sonriendo.

—¿Qué has encontrado?—pregunto intrigada y él me pasa el pergamino para que yo misma lo lea.

Martin Nott. 18 de diciembre de 1940

He decidido hacer este diario para los próximos Nott. Los Amarres siempre han formado parte de nuestra cultura y no quiero que esto siga siendo así.

Nuestros antepasados los usaron como una arma de defensa ante la cruel persecución que vivieron en sus propias carnes pero jamás pensaron las consecuencias que eso traería. Todas las brujas y magos de nuestra familia han sido sometidas por este amarre…durante generaciones la relaciones matrimoniales han sido a raíz del amarre tan fuerte que ellas hicieron con los pueblos nórdicos. El miedo ha persistido en nuestro linaje a pesar de que ya no hay peligro.

Es una tradición casarse con un mago o bruja perteneciente a los pueblos donde nuestros antepasados hicieron el amarre original. La magia a lo largo de los años ha sido reforzada por tantos Amarres que no hay ningún Nott que se haya enamorado de alguien fuera de esta comunidad.

Yo he crecido con esa tradición. Pero ya no quiero formar parte de ella. Me he enamorado de una bruja que no pertenece a Noruega y no pienso dejarla.

No pienso dejar que mis padres hagan un amarre conmigo y cualquier bruja nórdica.

Así que he descubierto la forma de romper el amarre si éste llegase a producirse.

Cabe destacar, que sólo se podrá romper si amas a alguien de verdad, un amor puro y real.

Pues no hay magia que pueda competir con la del amor verdadero.

Así que escribo estas hojas no solo para los futuros Nott…sino también para mí mismo por si fallo en mi misión y tengo que recordarme a mi mismo que hay un amor real esperándome.

Volver al lugar en que vuestros corazones latieron a la par. Volver al lugar donde tu alma eligió a su compañera…Astrid.

Dos lugares. Dos nombres.

Mi corazón está golpeando mi pecho fuertemente. Debajo del escrito hay dibujada una especie de runa y mi mente está tratando de encajar todas las piezas.

—¿Significa…que podemos deshacer el amarre?

—Debes hacerlo tú. No estoy seguro si el amarre que tiene Draco es similar a los de mi familia…pero no perdemos por intentarlo.

—Es lo único que tenemos…—digo encogiéndome de hombros—¿Tu abuelo…?

—Se casó con Astrid. Mi abuela era escocesa.—dice Theo sonriendo con nostalgia—ahora entiendo todas las historias que me contaba ella sobre los Amarres…ella fue víctima de eso.

—¿Crees que seré capaz…es decir…lo nuestro es amor verdadero por un día?—pregunto llena de miedo. Porque a pesar de mis sentimientos ocultos durante años no estoy segura del alcance de los sentimientos de Draco.

Theo ríe y me coge de la mano.

—Después de tantos años…si eso no es amor verdadero dime tú a mí que lo es.

—¿Qué quieres decir después de tantos años?

—Hermione…Draco lleva enamorado de tí desde cuarto curso. Lo de New York solo ha servido para que os deis cuenta los dos…porque me atrevo a decir, que la noche de la torre de Astronomía tú ya estabas enamorada de él.

Y me callo. Porque tiene razón.

—¿Preparada para volver a Hogwarts?

Asiento enérgicamente. Un sentimiento de esperanza ha surgido en mi interior y me agarró fuertemente a su brazo para aparecernos directamente en los exteriores del castillo.

Al ser navidad, el castillo debe estar desierto. Los alumnos estarán en sus casa celebrando la noche buena. El frío gélido me pega de golpe mientras avanzamos por los jardines hasta la puerta principal.

—¿Cómo vamos a entrar?—pregunto cayendo en la cuenta de que no podemos llamar y decir "hola venimos a deshacer un amarre Porque me enamore de Draco Malfoy en la torre de astronomía"

—Esa parte te la dejo a ti…Potter, Weasley y tú os colabais en cualquier sitio que quisieráis.

Y de repente caigo. Agarro a Theo y nos aparezco en Hogsmeade.

—No es hora de comprar dulces Hermione, hemos venido a…

—Callate y sígueme—le interrumpo mientras empujo la puerta del establecimiento que gracias a Merlín está tan abarrotado por las últimas compras antes de la cena de noche buena que nadie se fija en como nos colamos en el sótano.

Avanzamos por el pasadizo y no puedo evitar sonreír al recordar mis aventuras con Harry y Ron…es una tarea pendiente que tengo que solucionar en algún momento de mi vida. Los echo de menos .

—Maravilloso—dice Theo cuando salimos al tercer pasillo del castillo al retirarse la estatua de la bruja tuerta—sabia que no me defraudarías.

Sonrío y subimos hacia la Torre de Astronomía. Tengo sentimientos encontrados en este lugar, pero aparto los malos recuerdos referentes a la muerte de Dumbledore y me concentro en dibujar la runa del diario.

—¿Tengo que colocarme en medio?—pregunto a Theo porque en el diaria no específica nada más.

—La verdad es que no lo sé…no dice nada más así que supongo que solo debes dibujarla y repetir vuestros nombres.

Cierro los ojos e intentó traer a mi mente todos los momentos que he vivido con Draco desde la noche del "casi beso".

Una vez que todas las imágenes están pasando en mi mente como una película repito nuestros nombres completos dos veces.

Cuando abro los ojos veo como la runa se ha iluminado de un color dorado. Miro a Theo nerviosa y él se encoge de hombros.

—No me siento diferente—confieso mientras me acerco a Theo.

—Solo nos queda esperar. Volvamos a mi casa, aquí ya no tenemos nada más que hacer. Si ha funcionado, Draco vendrá a tí.