Cuando era pequeño solía odiar la navidad.

La mansión se llenaba de magos y brujas mientras madre daba galas día si y día también para celebrar los días festivos. El motivo real era hacerle ver a todo el mundo el poder de influencia que tenía la familia Malfoy.

Yo solo quería ser como mis compañeros de clase y amigos; cenar con mi familia, recibir regalos, ir al callejón Diagon a tomar helado...

Como madre y padre estaban demasiado ocupados atendiendo a sus invitados solía escabullirme sin que notasen mi ausencia.

Me encerraba en la biblioteca a hablar con los retratos de mis antepasados.

Los retratos de los Black siempre me hablaban de la importancia de la pureza de la sangre. Me recalcaban la deshonra que otros Black habían traído a la familia e intentaban hacerme entender cuál era el camino correcto a seguir para alguien como yo.

Los Malfoy, a pesar de también insistir en la parte de la pureza de la sangre me hablaban de la importancia del poder, de mantener siempre a la familia unida y hacerlo ver a los demás.

Solo había un retrato que no me hablaba esos temas tan aburridos para un niño como yo.

Mi bisabuela materna, Casiopea Black.

Su retrato estaba más retirado de los demás Black y cuando me sentía abrumado por las lecciones de los demás siempre me sentaba en el suelo junto a su retrato.

Ella me contaba historias antiguas. Me hablaba del poder del amor, de la importancia de encontrarse a sí mismo.

También me contaba cuentos sobre aquelarres vecinos de su época. De cómo sobrevivieron a la caza que hicieron contra las brujas de varias familias.

Esos cuentos son los que más me gustaban pero con el paso de los años, la insistencia de padre con su educación y mi comienzo en Hogwarts dejé de visitar los retratos de mi familia y cuando lo hacía para escapar de mi mismo solo me acercaba a aquellos que me hablaban de la pureza de la sangre.

Y aquí me encuentro, sentado ante el retrato de mi bisabuela Casiopea después de tantos años.

Ella es la única a la que puedo acudir pues amo a Astoria. Estoy deseando casarme con ella y empezar una vida juntos pero hoy en Flourish Bloots he sentido por un momento un pequeño hueco en mi corazón.

Quizá ha sido por ver a Granger después de tantos años. Me he sentido terriblemente mal al verla y recordarme lo mal que me porté con ella en el colegio.

Ahora soy un hombre nuevo. No hay rencores ni odios en mi alma pero siento que tengo una deuda con Granger.

—Draco, hacía años que no te veía. Ya eres todo un hombre—El retrato de Casiopea me saca de mis pensamientos.

—Lo siento.

Me disculpo porque no se que más decir. Ahora que estoy aquí no sé ni porqué he venido realmente. ¿A qué me aconseje sobre el amor?

¿A qué disipe mis dudas sobre este vacío que siento?

—¿Qué te atormenta muchacho? Veo algo extraño en tus ojos.

—Solo venía a informarte que me caso. Siempre me has hablado del amor y he sentido la necesidad de contártelo.

—Se que te casas. Nosotros solemos ver muchas cosas aunque no las digamos. Pero el amor del que yo te hablaba no es el que reflejan tus ojos.

La miro confundido.

—No me mires así muchacho. El amor verdadero no tapa. El amor verdadero brilla…

—Astoria y yo estamos enamorados desde el colegio. Es la bruja con la que quiero compartir mi vida.—digo totalmente convencido porque es la verdad, somos novios de siempre ¿No? Desde aquella noche en la torre de Astronomía…estudiamos juntos en la Academia de Aurores aunque ella lo dejó a los tres meses. Me despierto cada día a su lado y estoy feliz de tenerla en mi vida. Pronto nos casaremos y ella traerá al mundo al siguiente heredero Malfoy.

—Puede ser. No quiero confundirte Draco pero el amor verdadero pega tan fuerte que sientes que tu propia alma sale de tu cuerpo. El amor verdadero no deja vacíos ni huecos en tu corazón. Incluso cuando sufres en el amor verdadero sientes dolor, angustia…pero nunca vacío.

Y me quedo pensando en ese vacío que he sentido. Ella no puede saberlo…solo es un retrato.

Pero ese vacío no tiene que ver con Astoria. Tiene que ver con mi encuentro con Granger y con mi forma de como me comporté con ella.

Así que sonrío a mi bisabuela y me levanto del suelo.

—Gracias por tus consejos siempre. Ha sido un gusto hablar contigo después de tantos años. Feliz navidad.

—Feliz navidad Draco.

Salgo de la biblioteca y busco a Astoria. Necesito abrazarla y sentir su cuerpo, necesito que llene este vacío que siento.

La veo de espaldas en el salón. Tomando una copa de vino y su melena recogida en un moño que hace que su delicado y fino cuello quede expuesto.

Me acerco lentamente y aspiro su olor. Me encanta el olor de Astoria.

Beso su nuca produciéndole cosquillas. Ella ríe y se da la vuelta para besarme.

Me pierdo en su boca. Saboreo cada recoveco con mi lengua y bajó mis manos hacia su trasero.

—Draco para…mis padres están a punto de llegar.—me dice entre beso y beso.

—No puedo parar, me vuelves loco.—le digo porque es la verdad, porque la amo y ya he olvidado completamente ese sentimiento de vacío así como las palabras de Casiopea.

La beso apasionadamente. Con furia, mordiendo sus labios porque mis instintos me dicen que le gusta así.

—Draco para, estás siendo muy violento.

Pero no la escucho porque sé que he vivido esto tantas veces con ella que no puedo esperar a poseerla.

La subo la falda de su vestido hasta la cintura y la monto a horcajadas encima de mí, llevándola hasta el ventanal del salón que da al jardín. Su espalda choca contra el cristal y ese sonido hace que me excite aún más.

—Draco…mis padres van a llegar de un momento a otro—me dice con voz temblorosa y lanzo un muffiato y fermaportus a la puerta del salón.

Ella está mirándome asustada, no entiendo por qué pero yo no puedo parar. Con un brazo la sujeto contra el ventanal mientras que con el otro me desabrocho el cinturón y me deshago de mis pantalones.

No puedo esperar a hacerla mía en este ventanal.

Vuelvo a besarla con furia, paso mi lengua por su cuello, aspiro su aroma y cuando siento que no puedo más entro dentro de ella.

Comienzo a embestirla fuertemente, desesperado. El sonido del cristal chocando en su espalda y trasero me trae una sensación de paz, de estar en casa.

Cuando me retiro de su cuello comienzo a moverme lentamente clavando mis ojos en los suyos.

Pero no siento nada.

Vacío.

Hueco.

Sigo moviéndome por inercia pero algo no está bien.

De repente, ese hueco comienza a llenarse. Un calor se apodera de mí cuerpo y mi mente.

Unos ojos color miel. Una melena castaña con bucles perfectos. Un olor a algo dulce…¿Caramelo? No. No es caramelo…Vainilla.

Y de repente mi mente comienza a despertar. Y es como si una puta película de esas muggles comenzase a reproducirse.

Miles de imágenes sin sentido empieza a desfilar: una pista de hielo…New York, un café; perritos calientes, un tipo con guitarra cantando.

Mi ático, un apartamento…una cama, dos cuerpos unidos…una librería, una carta y….Granger. Hermione Granger.

—¡Joder!—exclamo abrumado por lo que acaba de pasar y me salgo del interior de Astoria tan bruscamente que se cae al suelo.

Mi mete sigue pasándome imágenes, como si hubiese corrido un tupido velo y todo quire salir a la luz.

Londres...mi despacho hecho un desastre, wikey de fuego...botellas y botellas vacías de wiskey de fuego. Theo, Dpahne...Astoria.

—¿Qué…que pasa?—pregunta recomponiéndose de la caída y de las embestidas que le he dado hace unos segundos.

Me subo los pantalones y comienzo a pasear nervioso por el salón intentado comprender.

Astoria en la cocina...Astoria ofreciéndome la última botella de mi reserva...

Ella se acomoda la ropa interior y se baja el vestido. Viene hacia mi; no quiero que me toque.

—Draco…mírame.

Comienzo a reír por no llorar cuando todo encaja y siento como se le corta la respiración.

—¿Qué coño me has hecho Astoria?

Pregunto acercándome a ella y cuando veo el miedo reflejado en sus ojos sé que ha sido ella.

No hay duda, Astoria ha tenido que hechizar el último wiskey que me bebí pues no hay otra explicación para que me la tirase de la forma en que lo hacía hace unos escasos minutos.

Y siento como la bilis sube hasta mi garganta buscando una salida como si asi borrase todas las veces que he tocado a Astoria en estas semanas.

Porque no me repugna por el hecho de haberla tocado...

Me repugna el pensar en las palabras que le dije al retrato de Casiopea hace una media hora...

...Ella traerá al mundo al siguiente heredero Mafoy...