Capítulo 70: Esto es un presagio que todo se complica…aún más.
.
.
Orion estaba meditando ese día sobre una piedra, no habían llegado criaturas como de costumbre atormentarlo, así que pensó que podría tener unas horas para descansar. Cada vez que algo anormal pasa, significa algo bueno o algo malo, la última vez que paso había encontrado un poco de comida en un templo perdido por aquí, había sido delicioso comer luego de muchos siglos sin comer nada. No es que fuera a morir, este lugar no funcionaba así, pero la cordura probablemente lo abandono hace mucho tiempo.
No se equivoca.
Algo diferente pasa.
Primero piensa que es una criatura, pero luego lo ve mejor.
Es un.
Punto de luz.
No.
Dos puntos de luz.
Orion piensa que tal vez se está volviendo loco, porque ambas pequeñas bolitas de luz parecen estar discutiendo entre ellas, aunque es imposible que exista luz en el tártaro. Orion camina un poco aburrido hacía los puntos de luz que parecen hablar en un idioma entre ellos, que hasta ahora Orion descubre que no ha podido descifrar.
Curioso.
Este lugar alejado del mundo, parece poder sorprenderlo aún después de todo.
—¿Qué hacen por aquí niños? —habla Orion, puede que sea un monstruo a estas alturas, pero es un monstruo decente, muchas gracias.
Tal vez son almas perdidas, aunque duda que alguien se pierda y termine en el tártaro cuando no han hecho nada malo. Ambos puntos de luz voltean a verlo, los tres se quedan ahí por un largo rato como si quisieran explicar al otro algo, pero el idioma no lo permite.
Pero hay algo en esos seres.
Parece entender algo.
—Vaya no están aquí por mí, supongo que tiene sentido, aunque si no están por mí, deben estar por la última pieza que falta—dice Orion pensativo mientras toca su mentón, las luces parecen revolotear como si pidieran ayuda y suspira.
No le gusta ayudar sin obtener nada a cambio.
Pero quizás.
Si obtenga algo.
Después de todo fueron traídas aquí por alguien.
¿Estigia?
¿Hades?
¿Hestia?
No importa, Orion puede ver estas dos motas de luz, como una forma de comprender, que esto va a terminar eventualmente, el tiempo se acaba, Orion sonríe.
—Les ayudare—dice con un susurro divertido, porque esto parece que está por comenzar en cualquier momento.
Las dos motas de luz revolotean, Orion mira entre ambas interesado.
Dos piezas más que encuentran su lugar.
.
.
Draco camina un poco alejado, sabe que sus amigos están por venir, pero a diferencia de Percy que esta emocionado, Draco se siente preocupado porque sabe que Annabeth cuando lo encuentre va a querer matarlo. Decide esconderse para disfrutar sus últimos minutos de vida, cuando se congela porque hay personas que no quiere ver en persona, el chico rubio al otro lado del jardín es uno de ellos. Hasta ahora Octavian no es una persona que le agrade mucho, en absoluto, Draco ha pensado en matarlo al menos 15 veces ya; pero no puede porque eso pondría mal a Percy.
Y matar aparentemente es malo.
Detalles.
No es malo si no te encuentran.
Tampoco entiende porque Octavian tiene un oso de peluche con él, sabe que tienen sus traumas, Draco no es la persona mejor indicada para señalar traumas, pero incluso para él esto es nivel raro.
Octavian lo ve mal.
Draco quiere decirle que podría matarlo si quisiera, pero supone que no es…bueno…no debería hacerlo.
Percy se enojaría.
—Draco Malfoy—habla Octavian con una voz tan jodidamente irritante, sabe que Hazel dijo que este era un legado de Apolo, pero es difícil verlo cuando conoce a Will; extraña a Will—eres jodidamente una molestia como tu amigo Jackson—
Al menos es sincero, dará un punto a personas irritantes que no intentan endulzarlo con palabras, o tal vez es porque es hijo de Apolo que no le agrada. Aparte de Will, sabe que los otros niños de la cabaña de Apolo se sienten tensos a su alrededor al inicio.
Draco esta fuera de las profecías, así que algunas cosas como aparecer de la nada siempre los tienen nerviosos.
Chasquea sus dedos señalando a Octavian como si asintiera, pero realmente no quiere hablar con él.
Octavian parece querer gritarle, pero se detiene cuando una presencia aparece, otra persona desagradable piensa Draco aburrido. Aunque Percy parece ser amado por el campamento romano, Draco no siente el más mínimo aprecio por nadie que no sean Hazel o Frank; aun así, admite que esta chica Reyna es probablemente una de las personas más pasables por aquí.
Su sola presencia hace a Octavian bufar y marcharse sin decir nada, aunque esta claro su desagrado por él.
—Encantador—dice aburrido viendo a Reyna, pero la chica solamente ve a Octavian marcharse antes de verlo de reojo.
Percy le había dicho entre susurros que ella estuvo en la isla de Circe, no es que importe, han sido muchos años y puede que, si Reyna tuviera un pasado triste, pero Draco y Percy tampoco han tenido un paseo por el parque así que no va a sentir lastima por ella.
Cada quien ha hecho lo que tenía que hacer para llegar donde están ahora.
—Deberías tener cuidado con Octavian, es una persona…impredecible—
—Deberías intentar con loco con aire de psicópata—
Si no tuvo ningún temor para ser insolente frente a un montón de olimpos, nadie debería esperar que fuera prudente frente a un simple mortal. Reyna no parece afectada en absoluto, solamente suspira y parece contar hasta 10 (un efecto que suele tener en otros) antes de indicarle que el barco ya había llegado y que era hora de ir a buscar a sus amigos.
Draco quiere insistir que es mejor estar aquí, pero Reyna no parece preguntar a lo que Draco solamente suelta un suspiro frustrado antes de comenzar a caminar.
Ve de reojo por donde Octavian se fue.
No hablaron.
Pero el chico le da mala espina.
.
.
Draco camino con Reyna por el campamento Júpiter. Rodeado por las colinas de Oakland, el valle era al menos el doble del tamaño del Campamento Mestizo. Un pequeño río serpenteaba colina abajo e iba hasta el centro como una G mayúscula, desembocando en un brillante lago azul. Vio los restos de la última batalla de los romanos contra el ejército de monstruos mientras caminaba. Había una cúpula con un gran agujero en lo que supuso que sería la Casa del Senado. La plaza central, el foro estaba llena de cráteres. Algunas fuentes y estatuas estaban en ruinas.
Docenas de chicos vestidos con togas salían de la casa del Senado para conseguir una vista mejor del Argo II. Más romanos salían de las tiendas y las cafeterías, mirando boquiabiertos y señalando mientras el barco descendía.
A unos ocho cientos metros al oeste, dónde los cuernos sonaban, un fuerte romano se alzaba en una colina. Una columna de semidioses salía de las puertas, con sus armaduras y lanzas brillando mientras corrían hacia la ciudad. Entre sus filas había un elefante de guerra de verdad.
Era difícil prestarle atención cuando estas luchando contra un ejército, Draco pensó que este lugar le gustaría a Harry, siempre parecía interesado en conocer nuevos lugares.
La soledad lo golpeo con fuerza haciendo que Reyna lo viera curiosa, pero Draco sabe que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que supo de Harry.
Esperaba que su novio siguiera siendo su novio a estas alturas.
Su última carta era referente a hacer una misión pronto con Dumbledore, así que supuso que estaría tan ocupado como Draco. Esperaba que cualquier locura que ese viejo planeara, cuidara de su novio o estaría muy enojado al respecto.
Un mar de apresurados semidioses abrió paso mientras Annabeth caminaba hacia el foro. Algunos parecían tensos, otros nerviosos. Algunos estaban vendados por su reciente batalla contra los gigantes, pero nadie estaba armado. Nadie atacó.
Familias enteras se habían reunido para ver a los recién llegados. Draco vio parejas con bebés, niños pequeños agarrados a las rodillas de sus padres, incluso algunos ancianos vestidos con ropas romanas y ropas modernas.
Cuando llega donde están descendiendo sus amigos, solamente observa como Annabeth y Percy se miraban tan añorantes que era incomodo. Reyna parece incomoda al respecto, pero Draco solamente se encoge porque sabe lo que viene.
La pretor Reyna se enderezó. Con una aparente desgana se giró hacia Jason.
—Jason Grace, mi antiguo colega…—pronunció la palabra colega como si fuera algo peligroso—. Te doy la bienvenida a tu hogar. Y a estos, tus amigos… —
Draco quiso escapar, pero Reyna lo retuvo del brazo confundida.
Ella no entendía.
El anhelo de Annabeth, la mirada de amor a Percy, pero su rostro que gritaba que iban a pagar por ello. Cuando dejara de ver a Percy y lo viera a él, trago saliva nervioso intentando escapar con más ganas.
Annabeth se adelantó. Percy corrió hacia ella al mismo tiempo. La multitud se tensó. Algunos pusieron sus manos sobre sus espadas que no estaban allí.
Percy puso sus brazos a su alrededor. Se besaron, y fue un poco incomodo de ver, Draco quiso tener aquí a Harry otra vez y se prometió que cuando todo esto se tranquilizara buscaría la forma de hablar con él.
—Dioses, creí que nunca… —
Percy no tuvo oportunidad.
Annabeth agarró su muñeca y le lanzó por encima de su hombro. Le lanzó contra el pavimento de piedra. Los romanos gritaron. Algunos se adelantaron, pero Reyna gritó:
—¡ESPERAD, RETROCEDED! —
Annabeth puso su rodilla sobre el pecho de Percy. Puso su brazo contra su garganta. No le importó lo que los romanos pensaran. Una sensación de furia se extendió por su pecho, un tumor de preocupación y amargura que había estado dentro de ella desde el otoño pasado.
Draco los sintió vivamente.
—Si me vuelves a dejar—dijo, con sus ojos llenos de lágrimas—. Juro por todos los dioses que… —
Percy rio. De repente, el tumor de emociones de odio se derritió en el interior de Annabeth.
—Me considero advertido—dijo Percy—. Yo también te he echado de menos. —
Annabeth se levantó y le ayudó a ponerse en pie.
—Así que… sí… Es genial estar de vuelta. —
Entonces cuando Annabeth al fin volteo a verlo y Draco intento escapar nuevamente sin éxito, el campamento Júpiter volvió a tensarse porque Draco también salió volando contra el suelo ante las risas de Percy. A diferencia de Percy no recibió un beso, pero Annabeth lo arrastro por la pierna para diversión de todos mientras hablaba con todos los demás.
Indignando.
.
.
Hubo muchas presentaciones, Piper parecía feliz de verlo, Leo estaba calmado, Jason lo vio curioso, pero Draco aparto la mirada.
Sabe que tiene que disculparse, pero tal vez es muy pronto todavía.
—Y esta es Annabeth—dijo Jason—. Eh… normalmente no hace llaves de judo a la gente. —
Los ojos de Reyna brillaron.
Percy y Draco negaron al mismo tiempo inseguros, ellos han recibido muchas llaves de Annabeth.
—¿Estás segura de que no eres romana, Annabeth? ¿O una amazona? —
Annabeth no supo si aquello era un cumplido, pero le tendió la mano.
—Sólo ataco a mi novio de esta forma y a mi amigo, pero es porque Draco se lo gano—prometió, Draco bufo indignado—. Encantada de conocerte. —
Reyna agarró su mano firmemente.
—Parece que tenemos muchas cosas que discutir. ¡Centuriones! —
Unos cuantos campistas romanos se adelantaron, aparentemente los oficiales.
Hazel y Frank se apresuraron rápidamente al lado de Percy, Draco vio nervioso a Frank que parecía un poco incomodo, pero el vínculo le ayudo a tranquilizarlo. Frank le dio una mirada agradecida, pero de reojo Draco noto la mirada de águila de Annabeth.
—Siempre hace vínculos con todos—susurra Percy resentido, lo que hace a Annabeth comprender y Draco sonrojarse abochornado.
No es que lo hubiera pedido.
Hazel miraba a Leo con seriedad, Frank se aclaro la garganta haciendo a Hazel voltear el rostro.
Mientras tanto, Reyna estaba dando órdenes a sus oficiales:
—…dile a la legión que se quede en su sitio. Dakota, dile a los espíritus de la cocina que preparen un festín de bienvenida. Y, Octavian… —
—¿Estás dejando que estos intrusos penetren en el campamento? —era un idiota, quería matarlo—. Reyna, los riesgos de seguridad… —
Percy le dio un golpe en el tobillo.
—Matar está mal—
—Sabes no extrañaba que me negaras matar a alguien—
Los vínculos parecen suficientemente normales para no causar caos, pero con Octavian ahí presente tal vez hablar sobre asesinatos al aire libre no fuera la mejor idea.
—No los vamos a llevar al campamento, Octavian —Reyna le lanzó una mirada de odio—. Comeremos aquí, en el foro. —
—Oh, mucho mejor —murmuró Octavian. Era el único que no trataba a Reyna como su superior—. Quieres que nos relajemos a la sombra de su barco de guerra. —
—Son nuestros huéspedes —Reyna pronunció cautelosamente cada sílaba—. Les daremos la bienvenida, y hablaremos con ellos. Como augur, tú deberías quemar alguna ofrenda para agradecer a los dioses por haber traído de vuelta a Jason sano y salvo. —
—Buena idea —añadió Percy—. Ve a quemar tus osos, Octavian. —
Los oficiales se dispersaron. Octavian le lanzó una mirada de aversión a Percy. Entonces repasó a Annabeth de arriba abajo y se alejó con grandes zancadas.
Percy le dio la mano a Annabeth.
—No te preocupes por Octavian —dijo—. Casi todos los romanos son buena gente: como Frank y Hazel aquí, y Reyna. Estaremos bien. —
Annabeth parecía tensa, Draco miro a la chica confundido. Miró hacia el Argo II. Su casco gigantesco de bronce brillaba con la luz del sol. Casi parecía querer llevarlos con ella rápidamente, pero en su lugar se lo trago.
—Estaremos bien —repitió su amiga, intentando creerlo.
No parecía convencida.
—Excelente —dijo Reyna. Se giró hacia Jason, y Annabeth creyó haber visto algún tipo de destello hambriento en su mirada—. Hablemos, y podremos tener una reunión más adecuada. —
Cuando comenzaron a caminar, Draco solamente miro confundido el lugar, parecía que su amiga ocultaba algo.
¿Pero que sería?
.
.
Draco ni siquiera dudo en sentarse con Leo a la hora de la comida, el chico pareció confundido, pero Draco quería darle espacio a Percy y Annabeth, no quería sentarse al lado de Jason porque era incomodo, así que decidió que Leo sería el sacrificio; podría sentarse también con Hazel y Frank, pero a diferencia de Percy que se encontraba cómodo aquí, Draco no podía esperar por largarse y volver a casa.
No aquí.
Si no el campamento mestizo.
Los romanos por otro lado sabían cómo comer. Montones de divanes y mesas bajas fueron repartidos por el foro hasta que pareció una exposición de mobiliario. Los romanos se amontonaban en grupos de diez o veinte, hablando y riendo mientras los espíritus del viento, las aurae, se paseaban por encima de ellos, trayendo un sinfín de pizzas, sándwiches, patatas fritas, bebidas frías y galletas recién horneadas. Paseándose por entre la multitud había fantasmas morados, los lares, vestidos con togas y armaduras de legionarios. Por los bordes del festín, los sátiros (no, son faunos, pensó Annabeth) trotaban de mesa en mesa, mendigando comida y haciendo trueques. En los campos cercanos, el elefante de guerra jugueteaba con la señorita O'Leary y los niños jugaban al escondite alrededor de las estatuas de Término que rodeaban los límites de la ciudad.
La escena era tan acogedora y tan extraña que le dio asco a Draco.
Porque de donde venían ellos, era casi lucha por supervivencia.
Aquí todo es normal.
Se siente incomodo de la existencia de un lugar así.
Come su pizza mientras Leo se ríe.
—Ten cuidado de quien te burlas, puedo arruinar tu relación con Lavender—
—No puedes usar eso siempre como excusa—
—Claro que si—
Leo hace un puchero que hace reír un poco a Draco. De reojo noto a Percy hablar con Annabeth entre susurros que pudo escuchar o sentir por el vínculo. Percy se inclinó y le susurró:
—Quiero enseñarte la ciudad de Nueva Roma. Sólo tú y yo. Este lugar es increíble. —
Annabeth no parecía del todo feliz con eso.
Draco se alegro que entre ellos indiferente de que sucedía con Annabeth, todo parecía volver a la normalidad. No quería pensar mucho en lo que paso antes que Percy recuperara las memorias. Ese momento en el tren cuando este había preguntado si eran pareja sigue pasando curioso por su mente, algo debe haber pasado con Percy, pero este no parecía querer sacarlo a colación.
Tomando en cuenta años de Draco ocultándole cosas.
¿Podría culparlo?
No.
Ahora se ve feliz con Annabeth.
Aparte de los celos de no poder hacerle ojitos a su novio Harry, no se siente mal y eso es genial. Temía que cualquier cosa que dijera Percy, pusiera en duda todo lo que tenía hasta ahora, pero aparte de incomodidad, solamente sigue extrañando a Harry como antes.
Recuperaron a Percy.
Pero no puede irse.
Ahora Nico se marchó.
Joder.
Su vida no era normal.
—Creo que Lavender disfrutaría mucho este lugar—dice Leo viendo a todos lados emocionados, sin ver a Hazel que no deja de verlo de forma poco disimulada.
Sutileza no es su mejor arma.
—No puedes salir con ella sin un chaperón—señala Draco.
Leo se ríe, no parece importarle eso con tal de salir con Lavender, era tan jodidamente ridículo que era imposible no tenerle un poco de aprecio.
Se detuvo cuando Reyna reclamó la atención.
Después de las presentaciones, los romanos y el equipo de Annabeth comenzaron a intercambiar historias. Jason les explicó cómo llegó al campamento Mestizo sin recuerdos, y cómo había ido en una misión con Piper y Leo para rescatar a la diosa Hera (o Juno, da igual cómo la llamabas era igual de molesta en griego o en romano) de su cárcel en la Casa del Lobo en el norte de California.
—¡Imposible! —interrumpió Octavian—. Ese es nuestro lugar más sagrado. Si los gigantes han encarcelado a una diosa ahí…—
—Eso la habría destruido —dijo Piper—. Y nos habrían echado la culpa a los griegos, y eso habría iniciado una guerra entre campamentos. Ahora, cállate y deja que Jason termine. —
Draco y Leo chocaron las manos al mismo tiempo, antes que ambos se vieran confundidos de la misma idea.
Tal vez compartían una neurona.
Percy lo vio con infinita traición al otro lado de la mesa cuando choco la mano con Leo y este lo hizo igual emocionado.
¿Qué?
No le gustaba ser la tercera rueda, mientras Leo estuviera aquí y siguiera sus locuras, bien podría divertirse mientras él hace cosas de novio con su novia. Sabe Draco que quiere hacer lo mismo con Harry.
Octavian abrió su boca, pero no emitió ningún sonido. Draco supuso que era debido al hechizo vocal de Piper. Notó que Reyna miraba a Piper y a Jason con la ceja levantada, como si comenzara a darse cuenta de que ambos eran una pareja.
Si.
Lo eran.
Lo que le trajo mal humor.
—Así que —continuó Jason—, así es cómo supimos lo de la diosa Gea. Sigue medio dormida, pero es la que está liberando los monstruos del Tártaro y haciendo crecer a los gigantes. Porfirión, el gran líder contra el que luchamos en la Casa del Lobo, dijo que iban a volver a los antiguos lugares, Grecia en sí. Planea despertar a Gea y destruir a los dioses… ¿cómo lo dijo? Ah, sí. Cortándoles de raíz. —
Percy asintió, pensativo.
—Gea ha estado también ocupada por aquí. Tuvimos nuestro encuentro con la Reina de la Cara de Polvo. —
Le dio una mirada a Draco, ambos pensando en Nyx, pero nadie la menciono.
Percy contó su parte de la historia. Explicó su despertar en la Casa del Lobo sin recuerdos, sólo con un nombre: Annabeth.
Quiso llamarlo infiel, pero dudaba que el campamento Júpiter descubriera el chiste del matrimonio falso.
Percy explicó cómo habían viajado hasta Alaska con Frank y Hazel (luego Draco se unió y tuvo que hacer un leve interludio sobre vínculos), cómo vencieron al gigante Alcioneo (no mencionó a Draco participando y Hazel y Frank tampoco), liberaron al dios de la muerte Tánatos, y devolvieron el estandarte del águila dorada perdida al campamento romano para poder repeler el ataque del ejército del gigante.
Cuando Percy acabó, Jason silbó, asombrado.
—No me extraña que te hayan nombrado pretor. —
Draco volteo a ver rápidamente a cierto rubio que no parecía feliz.
Nunca parecía feliz.
Octavian gruñó:
—¡Lo que significa que ahora tenemos tres pretores! ¡Las reglas establecen claramente que sólo podemos tener dos! —
—Mira el lado bueno, Octavian —dijo Percy—, tanto Jason como yo somos sus superiores. Por lo que ambos podemos hacerte hallar. —
Draco soltó una carcajada sin vergüenza que gano una mala mirada de Octavian, pero Draco comenzó ahogarse con su saliva, por lo menos Leo tuvo la decencia de palmearle la espalda para que no se muriera ahogado.
Octavian se volvió tan morado como una camiseta romana. Jason chocó nudillos con Percy.
Incluso Reyna sonreía, aunque sus ojos denotaban otro sentimiento.
—Tendremos que arreglar el problema del pretor extra más adelante —dijo—. Ahora mismo, tenemos problemas más serios que resolver. —
—Apoyaré a Jason —dijo Percy—. No me importa. —
—¿No te importa? —se atragantó Octavian—. ¿El pretoriado de Roma no te importa? —
Draco duda que Percy alguna vez le interesara el puesto de líder, de hecho, parecía feliz cuando Draco hablo sobre el campamento mestizo en su ausencia; podía jurar que cuando volvieran, el bastardo usaría alguna excusa para dejar a Draco a cargo de todo el mayor tiempo posible.
Este lo negó.
Pero sus ojos eran pésimos mentirosos.
Percy le ignoró y se giró hacia Jason.
—¿Eres el hermano de Thalía Grace, verdad? Guau. No os parecéis en nada. —al hablar ve de reojo a Draco, quien le da una mirada de estate quieto, porque es un tema del que no quiere hablar.
Por algo no le había presentado del todo bien a Jason.
No había querido hablar de eso.
Maldita sea, Percy no hablaba de porque pensaba que eran novios cuando perdió la memoria, Draco no quiere hablar de Jason, ocupan una muy larga charla pronto o esto les explotara en la cara pronto.
Percy no sabe que no es virgen.
Oh bueno.
Tal vez deba alertar a Harry, tiene la idea de que Percy va querer matarlo.
—Sí, ya me he dado cuenta —dijo Jason—. De todas maneras, gracias por ayudar a mi campamento mientras estaba fuera. Has hecho un trabajo increíble. —
—Lo mismo te digo —dijo Percy.
Quería decirle que no le diera ánimos al enemigo, pero se recordó que Jason no es enemigo y que ocupa una disculpa.
Suspira.
—Deberíamos hablar sobre la Gran Profecía. Parece que los romanos también estáis enterados de ella. —
Reyna asintió.
—La llamamos la Profecía de los Siete. Octavian, ¿te la sabes de memoria? —
—Por supuesto —dijo—. Pero, Reyna… —
—Recítala, por favor. En inglés, no en latín. —
Draco quiso hacer el sonido de un látigo, pero se contuvo por la mirada de Percy, Annabeth y Frank.
Cada vez se unían más en su contra.
Traición.
Octavian suspiró.
—Siete mestizos deberán responder a la llamada. Bajo el fuego o la tormenta, el mundo caerá… —
—Un juramento que mantener con un último aliento —siguió Annabeth—. Y los enemigos en armas frente a las Puertas de la Muerte. —
Todo el mundo la miró: excepto Leo que había construido un molinete de los envoltorios de aluminio de los tacos y se lo pegaba a los espíritus del viento que pasaban.
Frank, estaba sentado mirándola fascinado, como si le hubiera crecido un tercer ojo.
—¿Eres de verdad hija de Min… quiero decir, Atenea? —
—Sí —dijo Annabeth, claramente sintiéndose a la defensiva—. ¿Por qué tanta sorpresa? —
Octavian tosió.
—Si eres de verdad hija de la diosa de la sabiduría… —
—Al menos ella si es inteligente—habla Draco ganando miradas de todos.
Octavian parece querer matarlo.
Draco quiere decirle como: adelante chico, te cortare en dos antes de pestañear.
Percy parecía dividido entre animarlo o lucir nervioso cuando Annabeth le vio mal.
—Basta —espetó Reyna—. Annabeth es lo que dice ser. Ha venido en son de paz. Además…—le lanzó una mirada de respeto ferviente—. Percy ha hablado mucho de ti. —
Todos vieron un momento a ambas chicas, la tensión era palpable, Draco no pudo más que agradecer no tener sentimientos por su amigo otra vez. Pensó en decirle a Reyna que si rescataban a Nico podrían hacer una especie de club con Rachel sobre enamorados rechazados indirectamente por Percy Jackson.
Percy bajó la mirada, concentrado de repente en su hamburguesa con queso.
—Eh, gracias —le dijo su amiga a Reyna—. De cualquier manera, parte de la profecía se vuelve más clara poco a poco. Enemigos en armas frente a las Puertas de la Muerte. Eso habla de los romanos y los griegos. Tenemos que combinar nuestras fuerzas para cerrar esas puertas. —
Hazel, cogió algo cerca de su plato. Parecía un gigantesco rubí, pero antes de que Draco se asegurara, Hazel se lo metió en el bolsillo de su chaqueta tejana.
—Mi hermano, Nico, ha ido en busca de esas puertas—dijo.
—Espera —dijo Annabeth—. ¿Nico di Angelo? ¿Él es tu hermano? —
Annabeth ve a Draco, quien solamente suspira, porque eso es un tema delicado ahora.
Hazel asintió como si fuera obvio.
No era obvio.
Físicamente no se parecen en nada en un primer vistazo.
—Vale. ¿Qué decías? —
—Ha desaparecido. —Hazel apretó los labios—. Tengo miedo… no estoy segura, pero creo que algo le ha pasado. —
—Le encontraremos —le prometió Percy—. Tenemos que encontrar las Puertas de la Muerte, de todas maneras. Tánatos nos dijo que encontraríamos ambas respuestas en Roma, ya sabéis, la Roma original. Eso está de camino a Grecia, ¿no? —
—¿Tánatos os dijo eso? —Annabeth intentó aceptar aquello—. ¿El dios de la muerte? —
—Era bastante guapo—admite Draco para aliviar el ambiente.
Hazel lo mira cansado, mientras Frank luce levemente curioso y Percy se sonroja un poco.
No miente.
Era lindo.
Draco espera que el vinculo con Harry nunca le permita leerle la mente o será muy difícil de explicar.
Percy dio un mordisco a su hamburguesa.
—Ahora que la Muerte es libre, los monstruos se desintegrarán y volverán al Tártaro como han hecho siempre. Pero mientras las Puertas de la Muerte estén abiertas, seguirán volviendo. —
Piper cogió una pluma de su pelo.
—Como el agua saliendo por una presa—sugirió.
—Sí —sonrió Percy—. Hay un agujero en la presa. —
—¿Qué? —preguntó Draco
—Nada —dijo y en sus ojos prometió explicarlo despues—. Una broma interna. La cosa es que tenemos que encontrar esas puertas y cerrarlas antes de llegar a Grecia. Es la única manera que tenemos de poder tener una oportunidad para vencer a los gigantes y asegurarnos de que se queden vencidos. —
Reyna cogió una manzana de una bandeja de fruta. La hizo girar sobre su mano, estudiando su superficie roja.
—Proponéis una expedición hasta Grecia en vuestro barco. ¿Os dais cuentas de que las tierras antiguas, y el Mare Nostrum, son peligrosos? —
—¿Mary quién? —
—Mare Nostrum —explicó Jason—. Nuestro mar. Es como los antiguos romanos llamaban al Mediterráneo. —
Reyna asintió.
—El territorio que en su día fue el antiguo Imperio Romano no es únicamente el lugar de nacimiento de los dioses. También es el hogar ancestral de los monstros, los titanes y los gigantes… y cosas peores. Viajar es peligroso para los semidioses aquí en América, allí es diez veces peor. —
—Dijiste que Alaska sería malo —le recordó Percy—. Hemos sobrevivido a ello. —
Reyna negó con la cabeza. Sus uñas marcaban pequeñas muescas en la piel de la manzana mientras la giraba.
No era verde al menos.
Draco tuvo sueño por un momento.
—Percy, viajar por el Mediterráneo es un nivel diferente de peligros. Ha estado fuera de los límites de los semidioses romanos durante siglos. Ningún héroe en sus cabales iría allí. —
—¡Entonces vamos bien! —sonrió Leo sujetando otro molinete—. Porque todos estamos locos, ¿no es así? Además, el Argo II es un barco de guerra de última generación. Nos ayudará. —
Draco casi señala que la última semana sufrió un incidente, Leo lo golpea con fuerza debajo de la mesa.
Idiota.
Pensó que eran amigos.
—Tenemos que darnos prisa —añadió Jason—. No sé exactamente qué están planeando los gigantes, pero Gea está creciendo más consciente día a día. Invade nuestros sueños, aparece en lugares extraños, convoca monstruos más y más poderosos. Tenemos que detener a los gigantes antes de que la despierten del todo. —
Gea.
Pero nada de Nyx.
Draco mira a otro lado pensativo.
—Siete semidioses responderán a la llamada—dijo Annabeth—. Tiene que ser una mezcla de nuestros campamentos. Jason, Piper, Leo y yo hacemos cuatro. —
—Y yo —dijo Percy—. Junto con Hazel y Frank. Somos siete. —
Ni siquiera lo contaron a él.
¿Por qué deberían?
Ninguna profecía lo contaba, pero era como el +1 de Percy si hubiera una boda, así que simplemente come una manzana que encuentra.
Una parte de él sintiéndose un poco irritado.
—No soy parte de ellos—
No sabe quien lo dice en su mente, si es él, si es Nyx, simplemente se siente amargo al respecto.
—¿Qué? —Octavian se puso de pie—. ¿Se supone que tenemos que aceptar eso? ¿Sin someterlo a voto en el senado? ¿Sin un debate válido? ¿Sin…? —
—Por Hestia ese chico tiene un botón de apagado, les juro que abre la boca y mi cabeza duele—lo detiene Draco aburrido y un poco de mal humor ganando miradas divertidas demás de uno.
Octavian lo ve mal otra vez, aprieta el oso de peluche, Draco le levanta una ceja divertido de que este piense que podría intimidarlo.
—¡Percy! —el cíclope Tyson llegó trotando junto a ellos con la señorita O'Leary pisándole los talones. Sobre la espalda del mastín había la harpía conocida como Ella.
Tyson se detuvo cerca de su diván y saludó con sus grasientas manos. Su gran ojo marrón estaba lleno de preocupación.
—Ella tiene miedo —dijo.
Mala señal.
No está seguro.
Pero parece ser que las cosas podrían complicarse.
—No… no… no más barcos…—murmuraba la harpía, arrancándose nerviosamente las plumas—. El Titanic, el Lusitania, el Pax… los barcos no son para las harpías. —
Leo entrecerró los ojos. Miró a Hazel, que estaba sentada a su lado.
—¿Esta chica pollo acaba de comparar mi barco con el Titanic? —
Draco ahora no pudo ocultar la risa, ignoro a Octavian para no querer reírse de la mala película que recordaba haber visto con Sally Jackson y Percy cuando vivía con ellos.
Era viernes de películas y esa era un clásico.
—No es un pollo —Hazel evitó su mirada, como si Leo la pusiera nerviosa—. Ella es una harpía. Lo único que es… un poco hiperactiva. —
—Ella es guapa —dijo Tyson—. Y asustada. Necesitamos llevárnosla, pero no irá en barco. —
—¿Debería ofenderme que Tyson tenga mejor vida romántica que yo ahora mismo? —habla Draco mientras Percy le arroja un poco de pan para que guarde silencio.
—Barcos no —repitió Ella. Miró a Annabeth—. Mala suerte. Ahí está. La hija de la diosa de la sabiduría anda sola… —
—¡Ella! —dijo Frank de repente—. Quizá no sea momento para… —
—La Marca de Atenea arde a través de Roma—continuó Ella, poniendo sus manos sobre sus orejas y alzando la voz—. Los gemelos sofocan el aliento del ángel. Aquél que sujeta las llaves de la muerte infinita. La perdición de los gigantes se mantiene dorada y pálida. La victoria a través del dolor de una jaula tejida. —
Fue como si alguien hubiera lanzado una granada en la mesa. Todo el mundo miró a la harpía. Nadie hablaba.
El corazón de Annabeth le latía con fuerza.
Draco lo sintió contra su pecho, su rostro dejo de verse feliz y se volvió firme cuando noto a su alrededor, los sonidos del festín siguieron, pero enmudecidos y distantes, como si el pequeño grupo de divanes hubieran entrado en una dimensión más silenciosa.
Se puso de pie rápidamente caminando hacía Annabeth abrazándola desde la espalda y atrayéndola a él, la chica parecía confundida, pero aunque Draco no saco su arma, parecía que su aura había cambiado porque los chicos a su lado se alejaron un poco.
Al primero que vio fue a Octavian.
Gozando maliciosamente de como el chico se escalofrió sin poder evitarlo.
Su mirada era clara.
Tócala y te mato.
Percy fue el primero en recuperarse. Se puso de pie y cogió el brazo de Tyson.
—¡Ya sé! —dijo con un entusiasmo fingido—. ¿Por qué no te llevas a Ella a dar una vuelta a que le dé el aire fresco? Tú y la señorita O'Leary… —
—Esperad —Octavian agarraba uno de sus ositos de peluche, agarrándolo con manos temblorosas. Sus ojos estaban fijos en Draco—. ¿Qué acaba de decir? Sonaba como si… —
—Ella lee un montón —dijo apresuradamente Frank—. La encontramos en una biblioteca. —
—¡Sí! —dijo Hazel—. Probablemente es algo que leyó en un libro. —
—Libros —murmuró Ella, cooperando—. A Ella le gustan los libros. —
Ahora que había dicho su texto, la harpía parecía mucho más relajada. Estaba sentada a lo indio en la espalda de la señorita O'Leary, agarrándose las alas.
Annabeth le lanzó una mirada inquisitiva a Percy. Obviamente, él, Frank y Hazel ocultaban algo. Igual de obvio que Ella había recitado una profecía, una profecía que le concernía a ella.
La expresión de Percy decía: Ayuda.
—Eso era una profecía —insistió Octavian—. Sonaba como una profecía. —
Nadie respondió.
Por unos segundos.
—No tengo nada contra el campamento Júpiter—Habla la voz de Draco con calma sin dejar de ver a Octavian—pero si alguien piensa siquiera en tocar a Annabeth les mostrare porque pude contra un titan yo solo—añade sin dudar en la amenaza en su voz.
Percy gime con ambas manos en su rostro.
Pero Draco le ignora.
Annabeth intenta tranquilizarlo por el vínculo, pero Draco no le iba a escuchar, solamente miraba a Octavian fijamente. Al final Annabeth forzó una risa:
—¿De verdad, Octavian? Quizá las harpías sean distintas aquí, en el lado romano. Las nuestras tienen la inteligencia suficiente como para limpiar las cabañas y cocinar las comidas. ¿Las vuestras ven el futuro? ¿Las consultas para tus augurios? —
Sus palabras tuvieron el efecto intencionado. Los oficiales romanos rieron nerviosamente. Algunos miraron a Ella, después a Octavian y se rieron. La idea de una mujer pollo diciendo profecías parecía tan ridículo para los romanos como para los griegos.
Algunos se rieron forzadamente de Annabeth, probablemente era por la presencia de Draco.
—Yo… eh —Octavian soltó su osito de peluche—. No, pero… —
—Habrá recitado los versos de algún libro —dijo Annabeth—, como ha sugerido Hazel. Además, ya tenemos una profecía de verdad por la que preocuparnos. —Se giró hacia Tyson. —Percy tiene razón. ¿Por qué no te llevas a Ella y a la señorita O'Leary y viajáis por las sombras a algún lugar durante un tiempo? ¿Está Ella de acuerdo con ello? —
—Los perros grandes son buenos —dijo Ella—. Fiel amigo, 1957, guión de Fred Gipson y William Tunberg. —
La mano de Annabeth en su muñeca hizo que Draco a regañadientes la dejara ir.
—¡Genial! —dijo Percy—. Os enviaremos un mensaje Iris cuando hayamos acabado y os recogeremos más adelanten. —
Los romanos miraron a Reyna, esperando para su aprobación.
Draco vio de reojo a Reyna, esta tenía una cara de póquer perfecta. Estudiaba a Ella, pero Draco no podía saber qué estaba pensando.
—Claro —dijo la pretor, al final—. Marchad. —
—¡Yuju! —
Tyson dio una vuelta por los divanes dando un abrazo a todo el mundo, incluso a Octavian, que no estuvo demasiado contento con ello. Entonces se subió a la espalda de la señorita O'Leary junto a Ella, y el mastín salió corriendo del foro. Corrieron hacia una sombra en la pared de la casa del Senado y desaparecieron.
—Bueno —dijo Reyna mientras dejaba su manzana sin comer—. Octavian tiene razón en algo. Debemos tener la aceptación del senado antes de que dejar que ninguno de nuestros legionarios parta hacia una misión, especialmente una tan peligrosa como la que sugerís. —
—Todo esto huele a traición —murmuró Octavian—. ¡Ese trirreme no es un barco de paz! ¡Ese mocoso quiere la lucha! —ahora lo señala y Draco solo quiere decirle que, si lo quisiera muerto, hace rato estaría bajo tierra.
—Sube a bordo, tío —le ofreció Leo—. Te daré un tour. Podrás hacer virar el barco y si eres lo suficientemente bueno te daré un pequeño gorro de papel que te identifique como capitán junior. —
Las aletas de la nariz de Octavian se hincharon.
—¿Cómo osas…? —
—Es una buena idea —dijo Reyna—. Octavian, ve con él. Observa el barco. Nos reuniremos en senado en una hora. —
—Pero…—Octavian se detuvo. Aparentemente pudo deducir por la expresión de Reyna que discutirlo no sería nada bueno para su salud—. Bueno. —
Leo se levantó. Se giró hacia Annabeth que estaba con Draco y su sonrisa cambió. Sucedió tan rápido, que Draco creyó habérselo imaginado, pero por un momento alguien parecía estar en el lugar donde estaba Leo, sonriendo fríamente con una luz cruel en sus ojos.
Entonces Draco parpadeó y Leo era el viejo Leo de siempre, con su sonrisa impoluta de siempre.
—Volveremos pronto —prometió—. Esto va a ser épico. —
Draco quiso hacer algo, volteo a ver a Annabeth, quien lucía nerviosa, pero asintió.
Dio un paso.
Percy lo detuvo por el brazo mucho menos seguro que Annabeth.
—No lo mates, lo odio, pero no queremos una guerra—susurra rápidamente con una sonrisa tímida, pero Draco solo asiente antes de comenzar a caminar.
—Voy a vigilarlo para que Leo no haga ninguna locura, pensé que confiabas en mi—
—Soy tu esposo trofeo, claro que confió en ti—
Ambos se vieron con una sonrisa un poco nerviosa, pero con retazos de su amistad a los cuales Draco se aferraría de forma desesperada.
Un buen día.
Hoy sería un buen día.
Tiene que serlo.
Draco se apresura a seguir a Octavian y Leo.
.
.
Todo parece en orden, piensa Draco mientras deja que Leo presuma del barco y piensa que mientras este cerca si alguien hace algo puede distraerse un momento. La mensajería Iris no había estado funcionando bien, pero quiere intentarlo una vez más, especialmente cuando el día de hoy no ha dejado de pensar en Harry. Han pasado varios días desde la ultima vez que tuvo alguna imagen de él, especialmente por la misión que había tenido con Percy, pero ahora que todo estaba relativamente en calma, Draco piensa que con suerte tengan unos días de descanso.
Luego recuerda a Nico.
Y sabe que no hay tiempo que perder, mientras más rápido zarpen mejor.
Se va a su habitación, todo esta ahí como lo dejo cuando desapareció a buscar a Percy y rápidamente busca entre su mochila olvidada una snitch. El bastardo de Harry se la había dado cuando le gano en el ultimo partido de quidditch que jugaron juntos, en su momento se había enojado con él por el regalo porque ese partido perderlo le había dolido; pero Harry parecía obsesionado con que la tuviera.
Cuando pensó en regresarla, él aseguro que fue la snitch que más le había contestado conseguir como él.
Solo por eso la mantuvo.
Guardo la snitch en su bolsillo antes de ir al baño para buscar una fuente de liquido y rezar para que Iris fuera amable con él permitiéndole este mensaje.
Cuando el rostro de Harry aparece, Draco piensa por un momento que esta soñando, pero no, esta ahí. Lo sabe porque si fuera un sueño, Harry no se vería tan agotado, con un vendaje en su cabeza y luciendo un ligero corte en su mejilla.
—¿Harry? —odia la debilidad de su voz, pero Harry parece tan confundido como Draco que funcionara.
No había funcionado más de dos o 3 veces que pudieron hablar en meses desde que se vino a este país, a otro continente. La mayoría de mensajes que se han dado es por sueños o por lechuza, verlo en persona es un poco preocupante por el estado de su novio.
—Draco—dice este cansado y Draco quiere llorar, quiere abrazarlo, incluso si como Annabeth, Harry lo lanza volando por los cielos.
Quiere estar ahí.
Ahora entiende al idiota de Percy y la felicidad de ver a su novia, Draco es egoísta y quiere lo mismo para él.
—¿Qué paso? —pregunta alarmado, mientras que Harry parece dudar, antes de tocar su mejilla.
La forma en que los ojos de su novio se oscurecen un momento, le recuerda al propio Draco la mirada de sus compañeros de campamento cuando algo malo ha sucedido y alguien se los recuerda sin intención. Aprieta los puños porque no estuvo ahí, no sabe que paso, pero fue algo malo.
Piensa en Voldemort.
Tiene miedo.
Irónico.
Se enfrento casi a dos titanes, gano a uno, pero Voldemort le sigue dando miedo.
—Hubo un ataque, en Hogwarts, Voldemort…quería arrasar con todo y vino con algunos Mortifagos al ataque—musita Harry en voz baja.
Siente que algo cae en la boca de su estómago, levanta el rostro horrorizado casi queriendo que Harry diga una mentira; pero no lo es. Puede verlo, ahora que Voldemort trabaja para Nyx, tiene el poder suficiente para enfrentarse a las fortalezas del colegio si quisiera, piensa en la serpiente que mato a Bianca y siente que quiere vomitar.
Ocupa sentarse en el inodoro con una mano en su frente.
—¿Quién…? —no puede terminar la pregunta.
Piensa en Blaise, piensa en Pansy, en Daphne, en Greg y Vincent, piensa en Astoria, en sus Slytherin y siente el mundo caer en pedazos si algo les paso.
—No murió nadie—explica Harry entendiendo sus palabras y parece tan confundido como Draco—Estábamos buscando un Horrocrux en una cueva, era una trampa, pero no murió…Dumbledore no murió incluso cuando el propio Voldemort le lanzo la maldición asesina—añade Harry casi sin creerlo.
Bueno.
Ya son dos.
Draco se levanta alterado otra vez.
—¿Qué? —pregunta casi sin aire, porque eso es imposible, nadie sobrevive a la maldición asesina, bueno, Harry lo había hecho cuando era niño.
Lo cual tampoco tiene sentido.
¿Había una forma de sobrevivir a la muerte segura?
Desde niño le habían enseñado que esa era la peor maldición de todas, pero ahora que lo pensaba, durante la lucha con titanes no la intento, aun tiene algo de respeto por ella; y quería torturara más que matar para ser sinceros.
Pero se preguntó si funcionaria con titanes.
—Voldemort estaba nervioso, había dejado de temerle a Dumbledore y por eso vino, pero al ver que no murió…huyo, aunque no sabemos por cuanto tiempo—explica Harry casi cansado—vinieron tus amigos ayudarnos, Amos Kane está aquí trabajando con el profesor Snape intentando sanar la mano de Dumbledore; Sadie y Carter también han venido, dicen que una vez los ayudaste y vienen a pagar su deuda—comenta con una débil sonrisa.
El cuerpo de Draco queda casi sin aire.
El recuerdo de Carter y Sadie detrás de él mientras los protegía esa vez de los Seopardos, viene a su mente de golpe. Anthony aseguro que ambos habían crecido y eran muy fuertes ahora, pero una parte de Draco no deja de verlos como los niños que son.
Una sonrisa nerviosa se posa en sus labios al pensar en esos niños.
Entonces.
Recuerda algo.
—Tanatos—susurra pensando en el dios de la muerte que habían liberado hasta hace apenas lo que son horas, mientras que por todo el mundo había casos muy extraños.
Pensó que solo eran semidioses.
Pero.
Y si la falta de muerte, afecto otros panteones como el suyo.
Puede que eso hiciera que Dumbledore no muriera, aun cuando recibió la maldición asesina. Hasta ahora Harry era famoso en el mundo mágico por haber sobrevivido y derrotar la primera vez a Voldemort, pero ahora que Dumbledore había sobrevivido (aunque parece que no totalmente impune de dolor) a la maldición asesina muchas cosas podrían cambiar.
Muchos estarían interesados en saber cómo se hizo.
Pero si fuera Tanatos que milagrosamente al igual que con Hazel, decidió no recolectar el alma de la vieja cabra.
Seria complicado.
—¿Esto tiene que ver contigo? —pregunta Harry con incredulidad, pero también un deje de cariño como si no estuviera sorprendido.
Draco se encoge de hombros, pero antes de poder decir algo más del tema, se apresura a decir otra cosa.
—Encontramos a Percy, pero ahora Nico ha desaparecido—esta tenso al hablar.
Es curioso como Harry parece captar sus palabras, parece tener una chispa de molestia en sus ojos, pero se contiene de ultimo minuto. Draco puede suspirar, porque hasta ahora no le ha terminado en la cara, lo cual va a tomar como una pequeña victoria.
Pero Harry entiende sus palabras.
Si Nico no está, al igual que como hizo con Percy, no se va a detener hasta encontrar a Nico.
—Ginny me beso—habla Harry con calma.
Cualquier pensamiento de Nico, Percy, titanes sale por la ventana antes de ver incrédulo a Harry, este parece incomodo, pero un poco divertido por su reacción el hijo de perra.
—¿Qué…? —
—Cuando ganamos el partido de quidditch y la copa antes de todo esta locura, me beso, dijo que solamente quería saber que se sentiría y que sabía que no tengo sentimientos por ella; habían varios testigos que pueden dar fe que no fue mi culpa y me aparte apenas pude—
Ambos se miran fijamente.
Harry nervioso.
Draco con mirada asesina.
—¿No pudiste detenerla? —
—No, estábamos celebrando, así como no puedes detener que Nico desaparezca, son cosas que pasan—
—Eso es trampa, no puedes decirlo así, sabes que no importa, dile a la comadreja que se acaba de ganar un lugar en mi lista de odio y que la matare cuando vuelva—
Harry se ríe, pero Draco no le encuentra nada de gracioso mientras su mente piensa en mil maneras rápidas y lentas, para asesinar a Ginebra Weasley por osarse en tocar algo que era suyo. No sabe de quien debería estar más preocupado, si por él mismo que está meditando sobre métodos de tortura o sobre lo feliz que Harry parece encontrarse por sus evidentes celos.
Quiere decirle que es un idiota.
—Te extraño—admite Harry en voz baja, el instinto asesino de Draco baja solo un poco, porque también extraña a Harry.
Va a decirle algo, pero de repente todo el barco volador parece agitarse haciéndole tropezar. No es que estuvieran siendo atacados, pero parece como si todo el barco vibrara, como si estuviera atacando algo más bien ellos.
Octavian.
Seguramente hizo algo y se están defendiendo.
—Debo irme, un ataque—gruñe, Harry parece pálido queriendo hablar, pero la conversación se rompe.
Draco corre.
.
.
No sabe que esperar cuando llega a cubierta, probablemente cientos de romanos atacándolo, pensando en la forma más rápida de adentrarse en el campamento por sus vínculos para rescatarlos si fuera el caso antes de largarse. Claramente no espera no encontrara ataques, pero en su lugar el Argo parecía estar desplegando una enorme cantidad de disparos contra un campamento que no está atacando. Su rostro se vuelve pálido ante las vibraciones del barco y cuando encuentra con la vista a Leo, quien esta en la caja de mandos parece estar tranquilo, casi adormilado.
Idiota.
¿Qué estás haciendo?
Va a gritarle, pero se congela cuando lo ve cerrar los ojos, pero sus manos se siguen moviendo de forma extraña.
Un títere.
Como un títere.
Piensa en la maldición Imperius confundido, porque nadie debería saberla aquí.
—¿Leo? —pregunta confundido, pero este voltea a verle con una mirada que es diferente a la de idiota enamorado que tiene siempre al ver a Lavender.
Parece vacía.
Como un juguete roto.
Draco salta sobre Leo alejándolo del centro de mando, ya no había más disparos, pero este parecía luchar contra su agarre para liberarse, sabe que algo esta mal con Leo cuando intenta electrocutarlo con una de sus pistolas de electricidad.
Porque Leo sabe que eso era inútil contra Draco.
Habían hecho burla de eso en las fogatas.
—¿Quién eres? —pregunta Draco confundido sujetando a Leo, que parece tener más fuerza de lo que normalmente tiene.
Leo por un momento parece él, cuando tiene ese rostro de sorpresa, pero luego su rostro se dibuja en una mirada bastante oscura que no es de su compañero.
Entonces.
Todo el barco se mueve violentamente haciéndolos rodas, Draco golpea la espalda con una pared como Leo, o la imitación de Leo. Parece ser que hasta aquí va la paz con los romanos, porque alguien ha comenzado a contratacar de regreso.
Tiene sentido.
Nadie se queda ahí de pie esperando que lo maten, menos una manada de jóvenes romanos que han sido entrenados para la guerra.
¿Dónde carajos estaba Octavian?
¿Sería malo querer que muriera accidentalmente?
—Lo siento imitador de Leo—es todo lo que dice Draco, el Leo falso solamente le ve confuso antes de recibir un fuerte puñetazo en el rostro que lo deja quejándose de dolor en el suelo.
Se sujeta la mano un momento, antes de levantarse y correr a la maquina de controles intentando detener todo esto. Desea tanto que Lavender estuviera aquí, porque ella había pasado mucho tiempo con Leo y sabía manejar esta maquina mucho mejor que Draco.
Joder.
Tal vez debió pasar más tiempo jugando video juegos con Percy en lugar de estudiar, porque no tenía idea de que hacer.
Entonces algo salto sobre su espalda, Draco maldijo porque Leo se había levantado y ahora estaba intentando ahorcarlo, su cuerpo parecía más fuerte por cualquier cosa que le estuviera controlando y no dejaba de repetir algo como:
—Destruirles…—susurraba Leo. Sus ojos eran vidriosos. Sus movimientos eran robóticos—. Destruirles a todos… —
Draco estaba dudando, el anterior golpe no lo había noqueado y tal vez se había contenido un poco, después de todo Lavender le dijo que lo cuidara, pero ahora probablemente tendría que darle una paliza, amarrarlo o tal vez usar un hechizo congelante para que se quedara quieto.
No quería herirlo.
Pero no le estaba dejando opciones mientras el barco parecía modo ataque.
Toma aire, pero antes de poder quitarse algo o mejor dicho, alguien le arranca a Leo de la espalda…literalmente. Se giró confundido solo para ver a Percy que le placó. La cabeza de Leo golpeó con fuerza la cubierta, y sus ojos se pusieron en blanco.
Joder.
Lavender iba a matarlo.
Parpadea cuando ve a Annabeth llegando también agitada y el dragón (Frank supone) gris planeó y se quedó a la vista. Rodeó el barco y aterrizó en proa, dejando a Jason y a Piper, que se derrumbaron.
—¡Vamos! —gritó Percy—. ¡Sácanos de aquí! —
De golpe, Annabeth se dio cuenta de que le hablaba a ella. Corrió al timón.
Draco volteo para mirar por encima del pasamanos y vio legionarios armados formando filas en el foro, preparando flechas en llamas. Hazel espoleó a Arión, y salieron de la ciudad con una masa persiguiéndoles. Más catapultas fueron colocadas en fila para atacar. Por toda la línea pomeriana, las estatuas de Término brillaban de color morado, como si estuviera cargando energía para algún tipo de ataque.
Annabeth miró los controles.
Entonces, todos subieron de forma muy abrupta.
Draco se deslizo por la cubierta, pero Percy lo atrapo por la cintura, casi sacándole el aire el muy animal.
Harry habría sido más delicado.
Aunque no lo ocupaba siempre era más dulces.
Extrañaba a su novio.
Ahora que lo piensa tiene que matar a Ginebra Weasley.
El barco entero rugió. Proa se inclinó en un ángulo aterrador. Las amarras chasquearon y el Argo II salió disparado hacia las nubes.
Draco tuvo que sujetar ahora a Percy, es curioso, ahora que el barco estaba por las nubes cree que es la primera vez que lo ha visto mareado en uno.
Fue encantador los papeles invertidos para variar una vez.
Continuara…
Bueno ahora por fin comenzamos la marca de Atenea, estoy super emocionada por comenzar este libro así que esperen muchas locuras de mi parte.
Ya casi los 7 + Draco están listos para otra aventura.
Los nenes no pueden descansar.
Culpo a Rick por eso.
Me encanta el meme de que mato a todo el mundo, pero no a Dumbledore :D
