Prólogo: El Bosque Sombrío
La señal llegó sin advertencia.
Al principio, Nanoha Takamachi no pensó mucho en ella. Solo una fluctuación en el espectro de radio captado por uno de los satélites del TSAB (Bureau Administrativo de Seguridad Dimensional). Era común recibir ecos del espacio profundo, generalmente ruido cósmico o interferencia de alguna anomalía mágica. Pero conforme las horas pasaban y los datos llegaban, supo que esto no era ruido. Lo supo en el instante en que Raising Heart, su fiel dispositivo mágico, indicó algo extraño: un patrón, un pulso.
Nanoha había visto muchas cosas en sus años de servicio, pero ninguna como esta.
Lo que comenzó como una observación rutinaria pronto se transformó en una investigación a contrarreloj. Al lado de Hayate Yagami, amiga de toda la vida y criptógrafa del TSAB, y bajo la supervisión directa de Fate Testarossa, su esposa y compañera en tantas misiones, descifraron el mensaje con creciente preocupación. No se trataba de un saludo ni de una simple señal perdida en el cosmos. Era algo más antiguo, más frío.
El TSAB había recibido señales dimensionales y mágicas antes, pero esto… esto era distinto. Al principio pensaron que podría tratarse de una civilización perdida en algún rincón desconocido del universo. Sin embargo, cuanto más investigaban, más claro se volvía que no estaban ante una simple transmisión.
No era un llamado de auxilio. Tampoco era una invitación.
Era una advertencia.
Y cuando finalmente comenzaron a comprender su verdadero significado, Nanoha, Fate, y Hayate sintieron una presencia, algo insondable y aterrador, observándolas desde la oscuridad del universo. Algo que, en lo profundo de su ser, las había estado esperando.
El mensaje había sido enviado. Y lo peor no era que lo hubieran recibido. Lo peor era que ya habían respondido.
