Nota de la autora: Amor para mis Betas CorvusDraconis y TheFrenchPress.

Sé que estamos en septiembre de 1998, y la mayoría de los edificios, lugares y localizaciones sobre los que escribo en este capítulo no se construyeron hasta los años 2000-2010. Descubrí esto después de escribir más de la mitad del capítulo, y simplemente decidí que iba a mantenerlo así. Así que tengan en cuenta que sé que Dubái era considerada un desierto desolado en 1998, pero ahora mismo, en mi universo, es la misma ciudad vibrante por la que hice varios recorridos virtuales esta semana. 3

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos".
Marcel Proust.

Apartamento de alquiler vacacional en el centro de Dubái. Principios de otoño.

No hablaron de que Hermione había dejado cosas atrás la primera noche que llegaron a Dubai. Severus fue quien los hizo aparecer al otro lado del mar Mediterráneo, y eso lo había agotado a él y a su magia. Cuando Hermione los había transportado desde la isla al sur de Chipre hasta su destino, ninguno de los dos tenía energía para tener ningún tipo de conversación. Hermione apenas podía mantener los ojos abiertos mientras él la guiaba hacia su alojamiento. Para el ojo muggle, eran una pareja con descompensación horaria lista para retirarse a su apartamento de alquiler y descansar de las muchas horas que habían pasado en un avión, pero Severus sabía que ambos se estaban acercando peligrosamente al agotamiento mágico.

Así que fue al día siguiente, mientras Hermione estaba sentada bebiendo su segunda taza de té y contemplando la fuente de Dubai a través de la pared de ventanas de su apartamento, que Severus abordó el tema. Acomodó una de las sillas de la sala de estar para que estuviera en ángulo hacia ella, se sentó y juntó las manos frente a él.

"¿Cómo te sientes?", le preguntó, mirándolo con expresión cansada.

Severus reconoció que el desgaste del viaje mágico era tan intenso para ella como lo había sido para él. La próxima vez que tuvieran que hacer un viaje tan largo, lo harían en el transcurso de varios días, en lugar de todo de una vez.

"Cansado, pero sospecho que me sentiré mejor mañana, después de un día de descanso", respondió Severus, mirándola con una expresión curiosa. "¿Cuál es la razón por la que has estado dejando cosas atrás?"

Los labios de Hermione se curvaron en las comisuras por un segundo, un resoplido divertido la abandonó mientras tomaba otro sorbo de su té. "¿Prometes que guardarás tu juicio y no me ridiculizarás hasta que termine de explicar?"

Su respuesta lo obligó a fruncir el ceño. "No tengo intención de ridiculizarte".

"Bien", suspiró, dejando su té y girándose para mirarlo de frente. "Estoy tratando de enviarles un mensaje a Harry y Ron".

Su corazón se detuvo y dejó de respirar en ese instante. Sus ojos se cerraron, ocultando su mente y emociones mientras apretaba los dientes. Varias maneras en las que ella podía traicionarlo inundaron sus sentidos, y sus nudillos se pusieron blancos mientras apretaba sus manos con fuerza. Ella le estaba dejando mensajes a Potter sobre cómo encontrarlos, o peor, estaba detallando todo lo que habían hecho juntos. Él estaba siendo utilizado para algún enfermizo juego Gryffindor, y había caído como un tonto. Tan pronto como ella se hubiera divertido, ellos irrumpirían y se lo llevarían a Azkaban, dejándole como único recuerdo el escozor de saber que todo esto había sido una mentira.

"No para decirles dónde estamos, o delatarnos." —Hermione extendió sus manos para envolver las de él—. "Lo dije en serio cuando dije que elegí esta vida y a ti."

Severus bajó la mirada hacia sus manos y luego volvió a su rostro. Había inquietud en sus ojos, y debajo de eso, un susurro de miedo. Miedo de qué, no estaba seguro. Él tuvo que resistir el impulso de presionar dentro de su mente y descubrirlo, pero no iba a romper la confianza tácita que habían desarrollado.

"¿Por qué, entonces?", gruñó. "¿Por qué les estás dejando mensajes?"

Ella metió sus dedos entre los de él, separando su agarre como de tornillo de banco para poder sostener cada una de sus manos en las suyas. "Estoy tratando de decirles que me dejen ir. Que no quiero que me encuentren".

"No entiendo cómo se supone que lo que estás dejando atrás les esté diciendo eso", exhaló Severus, sintiendo que algo de tensión lo abandonaba con sus palabras. Era una reacción instintiva esperar traición y abandono, y tuvo que frenar el impulso de acusarla de mentirle a la cara. Severus sabía que no lo estaba haciendo; no había malicia en sus ojos, ningún engaño que encontrar.

Hermione soltó una de sus manos para apartar su cabello de su rostro antes de volver a tomarla. "Estoy tratando de decirles que soy feliz. Que la Hermione que conocían ya no existe y que nunca volverá. Dejé el libro que Dumbledore me dio en su testamento para mostrarles que ya no me interesaba resolver problemas que yo no he creado."

Miró de un lado a otro mientras pensaba en ello. Por lo que ella le había explicado, el ex director había dejado pistas en el libro infantil para que ella las descubriera, y así fue como Potter había terminado con las tres Reliquias de la Muerte al final. Entendía el simbolismo de dejarlo atrás, pero ¿lo harían los dos idiotas torpes?

"Les das demasiado crédito a Potter y Weasley. No creo que hayan descifrado su significado si el Profeta es algo por lo que guiarse."

"Lo sé, lo sé, pero tengo que intentarlo." —Hermione negó con la cabeza, con el fantasma de una mueca en los labios—. "Solo quiero que sepan que soy feliz. Feliz aquí contigo. Es por eso que dejé mi foto favorita de nosotros en Austria."

"Y ahora creerán que te he hechizado y que soy un villano aún peor que antes" —añadió Severus, sacudiendo la cabeza. Seguramente el Pelirrojo Idiota y el Chico Maravilla tendrían todo tipo de ideas sobre cómo la había seducido mágicamente para que cayera en sus garras, como un bribón de cuento de hadas. Otro pecado añadido a la larga lista de pecados reales e imaginarios.

El rostro de Hermione se arrugó ante sus palabras. "Es por eso que estoy tratando de dejar pistas un poco más obvias. Dejé la foto de mi entrando al callejón para decirles que no iba a volver y para recordarle a Harry algo que una vez discutimos. Algo que sé que no puede haber olvidado."

Esto despertó su interés. "¿Qué cosa?"

Sus pulgares recorrieron sus nudillos mientras miraba sus manos, hablando en voz baja. "¿Recuerdas cuando te dije que nos habíamos estado escondiendo en el Bosque de Dean, solo Harry y yo, después de que Ron se marchó?"

"Sí." No le gustó su tono, algo en él se sentía extraño. Como si hubiera algo oculto que ella aún no le había revelado. ¿Había habido algo entre ella y Potter? ¿Hubo alguna relación que había salido mal de la que no le había hablado? Mientras reflexionaba, Severus se dio cuenta de que sabía poco de sus asociaciones románticas anteriores a él. Siempre se había asumido que había algo entre ella y el chico Weasley, pero ella nunca había hablado de eso. Ahora Severus ardía en la necesidad de respuestas. "¿Qué pasó en ese bosque, Hermione?"

Los ojos marrones lo miraron sorprendidos. "Nada que ver con lo que imagino que estás pensando." —Hermione soltó sus manos y se sentó en su silla. Levantó las rodillas frente a ella y cruzando los brazos sobre ellas—. "Harry y yo estuvimos hablando. Nos quejábamos de Ron, de cómo podía irse y, del hecho, de que él sí tenía una familia a la cual regresar. Ninguno de los dos tenía a nadie más; éramos prácticamente todo lo que teníamos, solamente el uno al otro." Sus labios temblaron por un segundo y luego miró hacia otro lado.

Sus palabras provocaron más preguntas, principalmente sobre lo que le había sucedido a su familia, pero sintió que no era el momento de preguntar. Severus sintió que le dolía el pecho justo debajo del esternón al verla tan afectada. Todavía era tan nuevo y desconocido, así que se tragó el sentimiento, esperando a que ella continuara hablando, con la esperanza de que respondiera las preguntas que tenía en mente.

"Harry creía que cuando ganáramos, arreglaríamos el mundo. Evitaríamos que esto volviera a suceder." Hermione arrugó la nariz, mirando por la ventana ahora como si estuviera viendo algo que no estaba allí. "Le pregunté qué pasaría si perdíamos. Harry no imaginaba que esa fuera una opción." —Hizo una pausa y sacudió la cabeza—. "Yo sí lo hacía. Sabía que el éxito no estaba garantizado. Así que le dije lo que haría si perdíamos."

Severus tenía curiosidad sobre cuál habría sido su plan maestro si la Guerra Mágica se hubiera perdido y qué tenía que ver con sus circunstancias actuales. "¿Cuál era tu plan?"

Una sonrisa melancólica cruzó sus labios. "Huiría y nadie me encontraría. Ni siquiera él, a menos que yo quisiera que me encontraran." —Hermione se volvió hacia él en su asiento, desdoblándose de su fuerte abrazo, sus ojos encendidos con un fuego interior—. "Me obsesioné con poder pasar completamente inadvertida desde que nos dimos cuenta del tipo de peligro en el que estábamos. De lo que había allí afuera. Desde el año en que Sirius escapó, he estado aprendiendo encantamientos de ocultación, hechizos de protección, encantamientos desilucionadores y cómo viajar sin ser detectada. Leí muchos libros sobre supervivencia, y cada que aprendíamos un hechizo en clase, trataba de pensar en formas de aplicarlos si tenía que esconderme. Sentí que era una posibilidad, que estaríamos huyendo. Pasé tanto tiempo en la biblioteca leyendo sobre teoría y aplicación de hechizos poco comunes. Una parte de mí solo quería saber, pero otra pensaba que necesitaba saberlo." Hermione hizo una pausa, apartando la mirada de él cuando algo oscuro cruzó sus rasgos. "He sabido cómo lanzar un Obliviate a alguien desde mi segundo año, cuando Lockhart intentó hacerlo con Ron y Harry. He podido hacerlo de manera efectiva desde el verano después de mi cuarto año. En cualquier momento, podría desaparecer como un fantasma, y se lo dije a Harry".

Por supuesto que se había preparado tanto. Severus no pudo evitar poner los ojos en blanco ligeramente divertido ante su proclamación. "Siempre una insufrible sabelotodo".

"Nos ha servido bien", Hermione inclinó la cabeza, sonriendo.

"Lo ha hecho". No negaría que sus habilidades y conocimientos los habían beneficiado a ambos desde que se embarcaron en este viaje.

"Entonces", resopló, "estoy tratando de decirle a Harry que se detenga porque si quisiera que me encontraran, lo harían". Sus labios se fruncieron con irritación. "Quiero que sepa que no quiero que me encuentren, y es por eso que parece que no puede alcanzarnos".

La miró por un momento, asimilando todo lo que le había revelado y examinándolo. Severus podía apreciar su intención, su razonamiento e incluso el simbolismo. Sin embargo, sabía que había más oportunidad de que una sirena sobreviviera en un desierto que de que Potter y Weasley entendieran lo que estaba haciendo. No solo eso, sino que alguien como Potter, tan lleno de arrogancia, probablemente no lo percibiría positivamente. O haría lo que había hecho desde que tenía once años y supondría que tenía que resolverlo porque los adultos eran incapaces, o lo tomaría como un desaire. De cualquier manera, sus insinuaciones seguramente frustrarían al chico. Al mirar a Hermione, se dio cuenta de que no parecía haber considerado esas opciones. "Entonces, ¿te estás burlando de él?"

"No, no lo creo" —respondió Hermione, tomando otro trago de té.

"Hermione" —Severus arqueó una ceja y cruzó los brazos sobre el pecho. No podía creer que ella no hubiera siquiera considerado que se podía tomar como si estuviera desafiando a Potter a encontrarla. "Le dijiste que nunca te encontraría si huías, y ahora huiste y estás dejando cosas atrás para él como si dijeras 'te lo dije'. ¿Cómo no consideraría eso una burla o un desafío?"

"No lo había pensado de esa manera", consideró Hermione en voz alta, frunciendo el ceño. "Supongo que me estoy burlando de él entonces, pero no era mi intención".

"¿Crees que alguna vez recibirán el mensaje?" preguntó incrédulo. Severus tenía poca fe en los poderes de deducción de Potter, y a menos que tuviera que ver con comida, Quidditch o Ajedrez Mágico, dudaba que a su compinche le fuera mucho mejor.

"Puedo tener esperanza". Hermione se encogió de hombros, una pequeña sonrisa triste bailando sobre sus labios mientras su mirada se alejaba nuevamente. "Siempre puedo tener esperanza".

Su sonrisa hizo que su pecho doliera nuevamente. Por sus acciones, él podía decir que no podía permitirse creer que eran completamente inútiles, que Hermione se resistía a la idea y esperaba el momento en que pudieran demostrar que podían entender lo que estaba diciendo, que los significados ocultos detrás de los objetos habían llegado a ellos. Quería creer que sus amigos podían respetarla lo suficiente como para valorar su libertad de tomar sus propias decisiones y encontrar su propia felicidad. Eso era lo mínimo que un verdadero amigo podía hacer. Severus podría no haber tenido la mejor experiencia con la amistad, pero sabía lo que habría esperado de un amigo si estuviera en su posición.

En cuanto a los mensajes, entendió los dos primeros, pero el último... No logró comprender el significado detrás de la extraña y opresiva foto que ella quería que él le tomara, para poder dejarla con el grafiti. "¿Qué hay de la foto en Barcelona, cómo se supone que transmite tu mensaje?"

"Oh, es un callejón sin salida". Hermione cerró los ojos, sacudiendo la cabeza como si estuviera alejando pensamientos en los que no quería pensar más. —"Estoy tratando de decirles que si me siguen llegarán a un callejón sin salida. Que voy a donde ellos no pueden."

Desconcertado de que ella imaginara que lo entenderían por la foto, Severus se burló. "Sinceramente les das demasiado crédito a ambos." Él no había hecho esa conexión, y él no era tonto.

"No son unos completos idiotas" —se defendió ella, con la mano apoyada en la frente.

Él la miró como si hubiera dicho algo absurdo. Sus labios se tensaron y cruzó los brazos, sin decir nada, pero dejando en claro sus pensamientos sobre esa defensa en particular.

Ella no se acobardó de inmediato bajo su mirada pesada, y eso fue impresionante, pero sí suspiró, poniendo los ojos en blanco mientras inclinaba la cabeza hacia atrás. "Está bien, tal vez sean algo idiotas."

"Aún eres demasiado generosa" —la reprendió, relajándose en su silla.

"Me alegra que pienses eso" —dijo ella con una sonrisa. Sus ojos se apartaron de él y volvieron a las vistas del centro de Dubai. "Entonces, otro día de descanso, y luego podemos ir a explorar."

Girando las muñecas para liberarse de la presión que había ejercido antes, miró por la ventana. El Burj Khalifa, un inmenso rascacielos con andamios, empequeñecía los edificios circundantes. Era el edificio más alto del mundo, sus brillantes paneles de vidrio reflejaban el brillante sol del mediodía sobre el desierto que rodeaba la metrópolis. Desde lejos, parecía un gran huso celeste, con la punta señalando hacia la inmensidad del espacio. De día, era impresionante simplemente por su gloria en forma de aguja, pero por la noche las ventanas se iluminaban con colores cambiantes, el testimonio de la magia propia de la moderna tecnología muggle en la Tierra.

Los espacios verdes eran escasos en el clima árido y su apartamento de vacaciones tenía una vista excelente del rascacielos sobre la vegetación del Parque Burj. Era como un oasis con el agua azul de la fuente de Dubai, rodeado de jardines y edificios imponentes. Incluso con esa observación, Severus era muy consciente de que estaban en un desierto por la forma en que el aire ondeaba en la distancia con las altas temperaturas. No le trajo ningún consuelo el hecho de que habían viajado a una ciudad aún más cálida que la que habían dejado, y significativamente más seca. "¿Tuviste que elegir un lugar tan caluroso de nuevo?"

"Sí, quería estar aquí al principio de la temporada baja", se rió Hermione. "Y, el Consejo Mágico de los Emiratos Árabes Unidos no se lleva bien con el Ministerio de Magia, lo que significa que tenemos menos de qué preocuparnos aquí".

No dudaba de que el Consejo Mágico no trabajara con el Ministerio, pero eso no significaba que tendrían menos de qué preocuparse. Mientras hubiera una comunidad mágica cerca, habría una posibilidad de encontrar a alguien que supiera quiénes eran. "Puedo asegurarte que el Ministerio estará aprovechando todos los contactos que tienen para esta cacería humana".

"Se aburrirán bastante pronto". Hermione levantó los dedos, contándolos. "Ya han pasado más de tres meses. Les doy unos meses más antes de que suceda algo más emocionante y se olvidarán por completo de nosotros".

"¿Estás dispuesta a apostar por eso?", planteó Severus, sabiendo por experiencia que El Profeta era como un perro con un hueso cuando se trataba de una buena historia, y actualmente ellos eran el tipo de historia que vendía periódicos.

Hermione lo miró por un momento como si estuviera mirando a un extraño, y luego asintió. "Seguro, ¿qué quieres apostar?"

"No estoy seguro. Ciertamente se me ocurrirá algo cuando gane" —propuso, sabiendo que era poco probable que fuera en tan poco tiempo. Por el amor de Merlín, todavía se hablaba de algunas personas que habían muerto décadas antes de que él naciera.

"Bien." —Había ese fuego en sus ojos de nuevo. "Le doy tres meses."

"Le doy más de un año, digamos dieciocho meses" —contraatacó Severus.

Ella se puso de pie, tendiéndole la mano. "Cerramos el trato."

"Los magos y las brujas no se dan un apretón de manos para cerrar tratos" —se burló de ella, como si ella le hubiera ofrecido algo inferior a él.

Antes de que se diera cuenta, la bruja estaba sentada en su regazo, con los brazos alrededor de su cuello. "¿Lo sellamos con un beso? ¿Eres mi novio después de todo?"

"Me has convencido, bruja" —murmuró mientras le daba un tierno beso en los labios.

Parecía que a Hermione no le interesaba un beso suave, ya que se apretó firmemente contra él. Sus dedos se deslizaron por su mandíbula, pasaron por sus orejas y se metieron en su cabello mientras él deslizaba sus manos alrededor de su cintura.

Severus se contentó con besarla todo el tiempo que ella quisiera, una de sus manos ahuecando la parte posterior de su cabeza como si fuera algo natural, mientras la palma de la otra presionaba la parte baja de su espalda.

Su frente se presionó contra la de él cuando rompió el beso, sus brillantes ojos marrones escudriñando sus propios ojos negros.

Él le sonrió, sus labios entreabiertos mientras respiraba profundamente.

Su mano se deslizó por su rostro, su pulgar recorriendo su barbilla.

Severus atrapó su mano con la suya, besando su palma abierta con la misma ternura con la que ella había tocado su rostro, entrelazando sus dedos con los de ella.

La forma en que lo miraba le llegó muy adentro, tocando esa fortaleza de emoción detrás de su esternón y despertando algo. Luchó contra su instinto de apartar la mirada como si ella estuviera observando sus pensamientos, pero esto era algo diferente. Era como si Hermione realmente lo estuviera contemplando, y él no tenía miedo de esa exposición.

"Te a..." comenzó a susurrar, pero se detuvo, jadeando rápidamente mientras parecía titubear, "¿Te había dicho ya que me encanta cuando sonríes así?".

Había una mentira en sus palabras. Podía leerla en su rostro sin necesidad de mirar sus pensamientos, pero no podía decir cuál era la mentira. Era algo de lo que ella se sentía insegura, su cuerpo la delataba mientras se tensaba en su abrazo. Hermione estaba sentada en su regazo como un ratón asustado, lista para salir corriendo, pero no por lo que él había hecho o dicho, sino por lo que casi había dicho ella. O tal vez, lo que ella pensó que sería su respuesta a lo que ella quería decir. No podía distinguir qué era. Severus estaba demasiado distraído por su sabor, su cercanía y la sensación de bienestar que sentía al tenerla entre sus brazos.

Severus le sonrió y le dio un beso en la sien. "Gracias, a mí también me gusta cuando sonríes."

"Maravilloso, me haces sonreír" —suspiró Hermione, relajándose contra él mientras se acomodaba en su regazo.

Su pecho estaba cálido, su corazón se ablandó de nuevo mientras ella se acurrucaba contra él. Severus la envolvió con sus brazos, asegurándola en su lugar mientras miraba por la ventana, preguntándose qué les tenía reservado Dubai.

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Sus sienes estaban húmedas de sudor, pero el resto de su cabello era pesado y grasoso, lo que lo hacía sentir incómodo con el calor seco. A diferencia de Barcelona, que era húmeda, Dubai era árida, lo que significaba que su sudor se evaporaba y dejaba atrás todos los aceites naturales de su cabello. Su cabello nunca había estado tan incómodo en toda su vida. No era solo su cabello, tampoco. Era su piel seca y sus labios agrietados. El calor era fatigante. Este ambiente parecía decidido a absorber la vida de Severus junto con su humedad. Severus no sabía cómo aguantaría todo el mes en el opresivo clima del desierto. Estaba mucho más acostumbrado a los espacios húmedos, pues había vivido en una mazmorra durante años y había nacido en Cokeworth.

Hermione también sufría, su salvaje melena de rizos encrespados casi cobraba vida propia con el calor. Pero a diferencia de él, ella sufría en silencio, excepto cuando le sugería que volvieran a su apartamento con aire acondicionado y se ducharan y echaran una siesta a mitad del día, que era lo que iban a hacer.

A la tercera semana se convirtió en un hábito que salieran a primera hora de la mañana, visitando lugares que no estarían abiertos por la noche. Hermione estaba enamorada de la mezquita de Jumeirah. Juntos habían hecho varias visitas guiadas a la misma. A Severus le gustó bastante, aprender sobre la cultura y las costumbres era esclarecedor. Estaba contento de que le permitieran tomar fotografías dentro y fuera del edificio, aunque ambos tenían cuidado de ser respetuosos mientras estaban dentro. Pero él no estaba tan emocionado de estar allí como Hermione. Ella pensaba que todo era brillante, desde la arquitectura tradicional fatimí hasta las historias que se contaban.

Una vez que comenzaba a acercarse el medio día , regresaban a su apartamento para pasar las horas más calurosas, y luego se aventuraban a disfrutar de la ciudad un poco antes del atardecer. Severus descubrió que la vida nocturna era lo que más disfrutaba. Estaban a poca distancia de la casa de la ópera, lo que significaba que habían visto algunas de las diversas actuaciones que se realizaban durante el día y la noche. También había un acuario gigante en el centro comercial, lo que le dio la oportunidad de fotografiar a las criaturas acuáticas y a Hermione con una luz fascinante. El único inconveniente que notó fue que parecía que tanto los lugareños como los turistas iban a esa zona por la noche, lo que la hacía un poco más concurrida de lo que le hubiera gustado, pero Severus lo prefería al calor.

Severus suspiró aliviado cuando el aire fresco del edificio de apartamentos los recibió. "No quiero volver a un desierto nunca más, Hermione. Así que asegúrate de ver todo lo que quieras ver aquí antes de que nos vayamos".

"No es tan malo, honestamente", se rió Hermione de él, quitándose los zapatos mientras se sentaba en el sofá.

Él la miró con una mirada escrutadora, sacudiendo la cabeza. "No estoy hecho para este tipo de clima." No es que él hubiera asumido que estaba hecho para el frío de las tierras altas de Escocia.

"Yo tampoco" —reflexionó ella, quitándose los calcetines de los pies y metiéndolos en los zapatos. Se levantó de su asiento, sonriendo mientras se acercaba a él—. "Pero tengo que admitir que ha sido muy agradable estar en un lugar tan diferente."

"Estas insufriblemente alegre para alguien que tenía tanto calor como yo" —se lamentó Severus, inclinándose para quitarse los zapatos ahora que estaba considerablemente más fresco.

Hermione puso su mano sobre su hombro, su otra mano se dirigió hacia la cama cuando él la miró. "¿Por qué no te recuestas y te refrescas mientras me ducho?"

La agradable idea de subirse a la cama y dejar que su fatiga lo hundiera en una siesta era tentadora, pero se sentía sucio, demasiado sucio para estar cómodo si se acostaba. Su cabello ya se le pegaba a la nuca. Severus no quería que se pegara a la almohada. Se quitó los zapatos ahora que estaban desatados y cortésmente declinó su oferta. "No deseo acostarme hasta que me haya lavado el polvo, el sudor y la grasa del cabello" —hizo un gesto hacia la parte del cuerpo que le molestaba—. "Ahora está peor que después de trabajar sobre calderos calientes todo el día."

Sus cejas se alzaron y luego se arrugaron rápidamente, como si la hubiera golpeado una idea. Los ojos marrones de Hermione lo recorrieron y ella inclinó la cabeza.

Prácticamente podía ver los engranajes en su cabeza girando para resolver el problema que su declaración había traído al primer plano.

Solo duró un momento antes de que ella hablara. "Tengo una pregunta tonta."

Severus controló sus rasgos, mirándola casi con severidad. "La mayoría de tus preguntas son tontas de alguna manera" —bromeó, curioso, pero no dispuesto a no aprovechar la oportunidad para molestarla.

"¡Eso es mentira y lo sabes!" Hermione se reclinó y cruzó los brazos desafiantemente. Era exactamente lo que él esperaba que hiciera. Había una luz en sus ojos, ese fuego que había llegado a apreciar cuando ella debatía con él.

"Tal vez". Él sonrió.

Sus ojos se entrecerraron, desafiándolo sin palabras.

La sonrisa burlona en su rostro se convirtió en una sonrisa, y extendió las manos a los costados en derrota, sacudiendo la cabeza. "¿Qué deseas saber?"

Hermione resopló, desdoblando los brazos. Después de respirar profundamente, planteó su pregunta. "¿Por qué nunca te has cortado el cabello?"

No era lo que esperaba, y eso lo tomó por sorpresa. Severus no estaba seguro de lo que esperaba, pero no era esa pregunta. Titubeó buscando una respuesta, ya que nunca había considerado la pregunta en cuestión. "Yo... ¿por qué preguntas?"

"Simplemente, si es tan engorroso, podrías cortártelo y estarías más cómodo". Se encogió de hombros mientras explicaba su perspectiva. Con una sonrisa, se giró hacia el armario para sacar una de las toallas.

Severus apartó la mirada de ella, se dio la vuelta y fijó la mirada en la mesa de café mientras daba vueltas en su mente a su sugerencia. Cortarse el pelo no era algo en lo que hubiera pensado nunca, salvo para usar un encantamiento seccionador cuando pasaba más allá de sus hombros para mantenerlo fuera de su camino. Incluso entonces, era simplemente un hábito hacerlo y luego destruir el cabello cortado. Frunció el ceño mientras lo pensaba.

"¿Dije algo malo?" La voz de Hermione lo sobresaltó, no se había dado cuenta de que ella había regresado a su lado.

"No, solo... estoy considerando lo que has preguntado", Severus se tragó la sorpresa con un movimiento de cabeza.

"Está bien". Hermione parecía sorprendida de haberlo asustado. "Voy a darme una ducha, me apuraré".

"Tómate tu tiempo", murmuró Severus, volviéndose hacia la cocina.

La oyó cerrar la puerta del baño detrás de ella mientras se servía un vaso de agua. Su pregunta le resultó incómoda y no podía precisar la razón. Apoyó la palma de la mano en la encimera y bebió un largo trago de agua, con el ceño fruncido.

Severus se cuestionó por qué se lo había preguntado, en lugar de por qué nunca se le había ocurrido hacerlo antes. Si fuera por su comodidad, ¿por qué no se lo había sugerido el mes pasado cuando él se había sentido igual de miserable?

Desde donde estaba, podía verse reflejado en un espejo sobre el sofá. Su cabello colgaba en mechones alrededor de su rostro, brillante y aceitoso por su estancia en el exterior. La duda se hundía en él cuanto más se obsesionaba con su apariencia.

¿Hermione lo había mirado hoy y le había disgustado su cabello?

¿Su sugerencia era un intento de pedirle que se cortara el cabello para no tener que mirarlo? ¿Tocarlo?

Su estómago se apretó por la aprensión de que ella se estuviera cansando de él, o finalmente hubiera perdido las gafas de color rosa con las que parecía mirarlo.

Mientras sus pensamientos se acumulaban en una montaña de autodesprecio y certeza de que Hermione estaba disgustada por él, escuchó que la ducha se cerraba. Momentos después, con solo una toalla envuelta alrededor de su cuerpo húmedo, Hermione salió del baño. Sus largos mechones rizados estaban húmedos contra su espalda, y se sintió como si fuera grotesco comparado con su belleza.

Su rostro debió delatar su confusión interna cuando Hermione se giró para mirarlo, porque la sonrisa en su rostro desapareció y sus ojos se abrieron con un aire de preocupación.

"Severus, ¿estás bien?", preguntó mientras se acercaba a él en la cocina.

Se pasó la lengua por los dientes, luchando por encontrar las palabras para responderle. Lo que salió sonó más acusador de lo que le hubiera gustado. "¿Preguntaste por qué nunca me he cortado el cabello porque quieres que lo haga?"

"¡No!", lo interrumpió Hermione, extendiendo la mano para tocar su brazo, con sorpresa desenmascarada en sus ojos. "Para nada. Solo pensé que podrías estar más cómodo".

A Severus le costó aceptar sus palabras mientras su voz interior le decía que le estaba mintiendo, que él era una criatura desagradable y repugnante y, por supuesto, poco atractivo. Exhaló, acallando el ataque mientras se giraba para mirarla, sondeándola en busca de engaño. "Entonces, no estás diciendo que tienes un problema con mi apariencia".

Unos dedos suaves le tocaron la mejilla y le ahuecó la cara con la mano mientras lo miraba. Hermione lo miró con tristeza, como si le doliera que él creyera eso. "Te lo dije antes, Severus, me gustas tal como eres. Ya sea que te cortes el pelo o no, no me importará."

Él asintió, incapaz de expresar la avalancha de emociones que habían surgido con su tacto y sus palabras.

Ella le pasó el pulgar suavemente por la barbilla y su expresión cambió a medida que la esperanza y el afecto ahuyentaban la mayor parte de la tristeza. "Tal vez te sientas mejor después de una ducha fría. Te dejé una toalla limpia."

"Gracias" —susurró Severus, con el pecho apretado. Dio un paso atrás y ella apartó la mano mientras se movía a su alrededor.

Justamente cuando salía de la cocina, Hermione le agarró el codo. "No creas que quise decir nada malo, Severus" —le imploró. "No quiero que creas que alguna vez sería tan cruel contigo, porque no es así."

"No lo serías" —respondió, inclinándose para besarla en la frente—. "Te creo."

Dicho esto, la dejó en la cocina y entró en el baño. Se sintió bien quitarse la ropa y meterse bajo el chorro de agua fría. Severus apoyó la cabeza contra el azulejo de la ducha, con los ojos cerrados mientras dejaba que el agua cayera sobre él.

Con la ansiedad y la aprensión de que Hermione hubiera encontrado defectos en su apariencia desaparecidas, se vio obligado a considerar ahora por qué nunca se había cortado el pelo antes. Severus se pasó la mano por el cabello de la sien, haciendo que el agua penetrara en él. Haciendo memoria, siempre había llevado el pelo largo, al menos debajo de las orejas o hasta los hombros, incluso cuando era pequeño. Podía recordar claramente a su madre pasándole los dedos por el cabello mientras le leía para que se durmiera. Ese era de los pocos momentos de verdadera paz que podía recordar de su infancia.

Severus comenzó a lavarse el pelo, exhalando mientras pensaba en todas las formas en que le había traído tanto dolor. El apodo imbécil grasiento, que se había ganado a lo largo de su vida regresó a él. Una mueca de desprecio se deslizó por sus labios al pensar en ello, la ira instintiva aumentando en su pecho.

Al igual que su nariz, era otra parte de él que se convirtió en un foco para que otros lo torturaran con ella. Tal vez esa era parte de la razón por la que lo ignoraba, como lo hacía. Si lo cambiaba, aquellos que lo atormentaban ganaban, y Severus nunca le habría dado a Potter u otros torturadores la satisfacción.

¿Había sido esa la única razón por la que había vivido durante treinta y ocho años con el pelo largo? ¿Rencor?

En el fondo, sabía que era más que eso, el cariño que su madre tenía por su pelo largo había sido una fuente de consuelo.

¿Cómo se vería con el pelo más corto?

¿Se vería peor, ya que su rostro angular ya no podría esconderse?

Ya no podría ocultar su rostro, sus ojos, su expresión detrás de una cortina de cabello oscuro.

Severus terminó su ducha reflexionando sobre las posibilidades. Cuando salió, se secó y luego envolvió la toalla que Hermione había dejado cuidadosamente para él alrededor de su cintura. Cuando salió a la sala de estar, Hermione estaba acostada en la cama, la toalla todavía envuelta alrededor de ella mientras leía un libro.

"¿Te sientes mejor?", preguntó, mirándolo por encima del hombro.

Severus asintió y se sentó en la cama a su lado. "Y tengo una respuesta a tu pregunta. Siempre he llevado el pelo así porque a mi madre le gustaba que tuviera el pelo largo, así que simplemente lo mantuve así. Nunca había pensado en por qué lo mantengo tan largo hasta ahora, pero si tuviera que señalar una razón, sería esa".

"Tiene mucho sentido", tarareó Hermione, volviéndose hacia su libro.

Se aclaró la garganta. "Sin embargo, como nunca lo había considerado, me di cuenta de que nunca me había imaginado con el pelo más corto, y no sé si me gustaría o no".

Se dio la vuelta en la cama, con el brazo sobre la parte superior de la toalla para mantenerla en su lugar. Sus ojos color miel oscuro lo examinaron mientras sonreía con curiosidad. "¿Estás diciendo que quieres cortarte el pelo?"

"Estoy considerando la idea" —admitió, pasándose los dedos por el pelo mojado.

Hermione se sentó en la cama y se acercó a él—. "Bueno, estoy segura de que podemos encontrar un salón que pueda hacerte un buen corte de pelo."

Sus ojos se movieron de un lado a otro por el suelo mientras consideraba sus palabras. "Sí, supongo que podemos."

Los dedos se le metieron debajo de la barbilla, lo que lo obligó a levantarla y mirar a la mujer que estaba a su lado. Los ojos de Hermione buscaron algo en los suyos mientras hablaba. "No tienes que hacerlo, Severus, si no quieres."

"Tengo 38 años, Hermione, y nunca he llevado el pelo de un modo diferente al que le gustaba a mi madre" —suspiró, sintiéndose ridículo ahora que lo había dicho en voz alta—. "Ni siquiera sé si de verdad me gusta largo, ya que no he conocido otra cosa."

Sus palabras debieron haber satisfecho su búsqueda, sus labios se curvaron mientras se inclinaba y le daba un beso en la mejilla. "Esa es una razón válida para considerarlo."

Severus la rodeó con el brazo y la acercó a su lado.

Ella le rodeó la espalda con el brazo mientras apoyaba la cabeza contra su hombro.

Ahora que ambos se habían calmado, no era sofocante estar tan cerca de ella. Severus apoyó la cabeza sobre la de ella, pensando en todo. Estaba nervioso porque no quería lucir como un tonto, pero tampoco le gustaba la idea de que esto fuera algo que él nunca hubiera decidido por sí mismo. Respiró hondo y enroscó los dedos en la cadera de ella. "¿Cuánto tiempo lleva ese tipo de cosas?"

"¿Un corte de pelo?" —dijo ella pensativamente—. "Nunca me he cortado tanto pelo, pero mi madre se hizo un corte pixie una vez. Le llevó una hora aproximadamente, si mal no recuerdo."

Una hora. Era mucho más de lo que esperaba que dijera, pero no algo tan insoportable como una aventura de todo el día. "¿Estarías dispuesta a posponer nuestra siesta tanto tiempo?"

Ella se inclinó desde su lugar para apoyarse contra él y asintió. —"Absolutamente, déjame llamar al portero para encontrar un salón y podemos vestirnos."

La gratitud lo invadió por esta mujer dispuesta a hacer la parte incómoda de buscar un lugar para hacer este cambio drástico. Severus la atrajo hacia él, besándola con ese agradecimiento en primer plano en su mente. "Gracias."

"Cuando quieras" —sonrió ella, levantándose de la cama y caminando hacia donde estaba el teléfono.

Severus también se puso de pie, buscando su mochila. La levantó, y fue al baño a vestirse, así no tuvo que escucharla hacer la llamada. La energía ansiosa se le enroscó en el estómago, pero iba a seguir adelante a pesar de eso.

Cuando salió completamente vestido, Hermione se estaba recogiendo el cabello húmedo en la cabeza, arreglándolo en un moño. "Hay un salón que pasamos justo entre nuestro edificio de apartamentos y el siguiente. Reservé una cita en media hora. Era lo más pronto que tenían espacio."

"Está bien" —respondió mientras volvía a su vaso de agua medio terminado. Lo bebió de un trago, se dio la vuelta y se sirvió otro. Severus lo bebió, antes de poner el vaso en el fregadero. Por costumbre, cruzó los brazos sobre el pecho y entró en la sala de estar, mirando por la ventana hacia la ciudad.

Unos brazos se deslizaron alrededor de su cintura y Hermione le dio un beso en el hombro. "¿Estás nervioso?"

"¿Soy tan transparente para ti?" —murmuró, sabiendo ya la respuesta.

"Después de haber vivido tan cerca de ti durante tres meses, he aprendido a leerte mejor" —murmuró, presionando un beso en el lado sin cicatrices de su cuello. Le puso la piel de gallina en los brazos y sintió que algo de su tensión lo abandonaba.

"No estoy seguro de cómo me siento acerca de cortarme el pelo, y peor aún, no estoy convencido de dejar mi pelo cortado para que alguien más lo use con fines potencialmente nefastos" —expresó sus preocupaciones en voz baja, una de sus manos se soltó para agarrar la de ella. No se le había escapado que alguien podría obtener su cabello y usar multijugos con él.

La barbilla de Hermione descansaba sobre su hombro mientras hablaba: "Es un salón, habrá tanto cabello en el contenedor, que nadie podría detectar cuál es el tuyo".

"Hay algunos hechizos para eso", respondió él, sabiendo al menos tres de memoria que separarían su cabello de cualquier otro con el que se mezclara.

"Puedo pedirles que lo guarden, y podemos destruirlo aquí, si eso ayuda a que te sientas más cómodo" —le ofreció, entrelazando sus dedos con los de él.

Él asintió. "Te lo agradecería."

Se quedaron así frente a los ventanales, Hermione presionada contra su espalda durante varios minutos. Ella ya no apoyaba la barbilla en su hombro, sino que él sintió que ella apoyaba la cabeza contra su espalda. Severus se fortaleció en el consuelo que ella le daba sosteniéndolo. Era una posición desconocida, ya que no podía recordar que ella lo hubiera abrazado por detrás de esa manera antes, pero sabía que le gustaba.

"¿Alguna otra preocupación?" Ella rompió el silencio, su mano libre apretándolo contra ella.

Severus asintió, cerrando los ojos aunque ella no podía verlo. "No quiero lucir como un tonto."

"No será así" —le animó—, "y si no te gusta, es cabello, volverá a crecer, y siempre podemos conseguir una poción para que te crezca más rápido si lo necesitas."

"Eso se me ha pasado por la cabeza" —confesó.

"Todo irá bien" —dijo Hermione con confianza mientras lo soltaba—. "Vámonos, así no llegamos tarde."

Severus dejó que lo guiara de vuelta al calor del desierto y al salón. En realidad, era un edificio por el que habían pasado antes sin prestarle atención. Cuando entraron, sintió que se le apretaba el pecho y la garganta.

El joven que iba a cortarle el pelo era sociable y amistoso, e inmediatamente hizo que Severus rechinara los dientes. Si no fuera por Hermione parada a su lado hablando por él, podría haber dicho algo grosero. En cambio, se concentró en mantener su mente tranquila, purgando sus emociones para poder superar la tensión nerviosa en él.

Hermione había decidido que, ya que estaban allí, se haría un tratamiento capilar para su cabello seco, sentándose detrás de él.

"No deseo ver como me corta el pelo" —dijo Severus entre dientes, pidiéndole al hombre que le diera la vuelta.

Era más fácil concentrarse en ella que en el hecho de que había unas tijeras muy afiladas a escasos centímetros de sus orejas. Podía ver que Hermione estaba perfectamente relajada mientras una mujer le frotaba aceites en el cabello, masajeándolos en su cuero cabelludo. Sin embargo, en lugar de sentirse a gusto, Severus tenía los dedos enroscados alrededor de los brazos de la silla con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.

"Relájate", le dijo ella en voz baja cuando captó su mirada, dándole una sonrisa.

Él puso los ojos en blanco y respiró profundamente, tratando de hacer lo que le pedía. Le tomó más tiempo del que le hubiera gustado acomodarse en la silla y dejar que el hombre que debió haberse dado cuenta de que no estaba de humor para hablar hiciera su trabajo.

Se sentó con calma, mirando a Hermione disfrutar de sus mimos, hasta que el sonido de la maquinilla eléctrica y la sensación del metal contra su piel lo hicieron estremecerse ligeramente. Fue momentáneo, y rápidamente controló su expresión sorprendida.

El joven caminó a su alrededor, sonriendo nerviosamente. "Terminamos, señor, ¿está listo para ver?"

Severus negó con la cabeza, notando ya lo mucho más liviana que se sentía. Él no se sentía listo para ver el cambio todavía, así que la llamó. "Hermione, ¿qué tal quedó?"

Hermione giró la cabeza de la charla que tenía con la mujer que había terminado de peinarla para mirarlo, y sus ojos se abrieron, una de sus manos se movió para cubrir su boca mientras su mandíbula caía. "Oh, Severus."

Sintió que el color se le iba de la cara mientras el miedo de que ella pensara que lucía ridículo se apoderaba de él. "¿Es tan horrible?"

"No, es..." — sus palabras titubearon, y sus ojos brillaban mientras le sonreía. —"... te ves increíble, y mucho más joven de lo que te he visto nunca."

Parpadeó, tratando de determinar si estaba asombrada o disgustada. "¿Te gusta?"

"Sí, sí" —confirmó, girando su dedo para hacerle un gesto para que se diera la vuelta—. "¿Por qué no lo miras y ves si te gusta?"

Severus respiró profundamente y puso su pie en el suelo y se giró para mirarse en un espejo. Lo que vio lo dejó mudo por un momento. Severus no reconoció al hombre que lo miraba en el espejo. Hermione tenía razón, parecía diez años más joven. Se había cortado el pelo corto en los lados y la parte de atrás, pero no demasiado corto. La parte superior era más larga y se la habían peinado hacia atrás para apartarla de la cara. Le pareció inquietante mientras giraba la cara de un lado a otro, observando el cambio.

"Bueno, ¿qué piensas?" —la escuchó preguntar.

"Yo..." —comenzó, pero no pudo terminar. Una extraña catarsis lo recorrió, un peso que no sabía que llevaba cayó de sus hombros. Un grillete que no sabía que tenía se soltó de su tobillo e irracionalmente, se sintió como si fuera una nueva persona. Como si acabara de desterrar al «imbécil grasiento» de su pasado y ahora se hubiera convertido en quien quiera que fuera ese hombre del espejo.

"¿Severus?" —preguntó Hermione, y él la observó por el espejo mientras se deslizaba detrás de él. Sus ojos se encontraron con los de él, con preocupación en ellos.

Él asintió, tragándose las sensaciones y emociones que sentía intensamente. "Es aceptable".

Riendo entre dientes, se volvió hacia el peluquero y suspiró. "Esa es su manera de decir que le gusta. Creo que hizo un trabajo fantástico".

"Me alegra oír eso", asintió el hombre y se apartó.

Hermione lo siguió, regresando después de pagar la cuenta y tomar la bolsa de cabello de Severus que el hombre se había asegurado de guardar.

Cuando regresaron al apartamento, Severus lo destruyó por completo, por lo que no podía ser utilizado por nadie más.

Hermione ya se había desnudado hasta quedar solo con una camisa y su ropa interior, y se metió en la cama, bostezando. Su cabello estaba atado en una envoltura de seda para mantener en su lugar los aceites y todo lo que se le había puesto en el cabello para el día siguiente.

Las persianas necesitaban estar cerradas, por lo que Severus se movió por el apartamento, oscureciéndolo para que pudieran dormir. Cuando pasó por el espejo, se sorprendió de nuevo, y tuvo que sacudirse la sorpresa antes de desnudarse y meterse a la cama junto a ella.

Ella deslizó su cuerpo contra el de él, sus dedos moviéndose instantáneamente hacia su cabello. "Creo que te ves guapo con el pelo corto. Con el pelo más largo, te ves bien, pero de esta manera, es más fácil ver tu cara".

Él bufó. "¿No estoy seguro de que eso sea algo positivo?"

"¿No te gusta?" —preguntó ella mientras se levantaba para mirarlo.

Sus labios se torcieron mientras pensaba en cómo responderle. No era que no le gustara, era que todavía no estaba seguro de cómo se sentía al respecto. —"Todavía no me he decidido al respecto. ¿Estás segura de que no me veo ridículo?"

"Te lo juro, Severus, te ves encantador." —Hermione pasó los dedos por el cabello de sus sienes, mientras se presionaba contra él para darle un suave beso—. "No te mentiría sobre esto."

"Supongo que, considerando que eres tú quien más debe mirarme, sería prudente que no mintieras sobre esto" —reflexionó él, envolviéndola con su brazo y sosteniéndola contra él.

"Sería lo mejor para mí, sí." —Ella sonrió, apoyando la cabeza en su hombro y colocando su mano sobre su pecho desnudo—. "Y quiero seguir mirándote durante mucho tiempo. También me gusta tu pelo largo, pero creo que estarás más cómodo así."

"Ya veremos", reflexionó.

"Sí, lo haremos". Ella bostezó y se cubrió la boca, frunciendo el ceño. "Perdóname, estoy muy cansada".

"Duerme entonces, todavía tenemos varias horas antes de que se ponga el sol". Severus colocó la sábana sobre ella con su mano libre.

La sintió bostezar de nuevo y relajarse contra él. "Mmm, tú también duerme un poco".

Severus no dijo nada mientras cubría su cabeza con su otro brazo, sintiendo que la respiración de ella se hacía más profunda mientras se recostaba sobre él. No pasó mucho tiempo hasta que ella roncaba, el sueño dejándola inconsciente.

La observó dormir, con la mente acelerada. Algo que ella dijo había provocado una serie de pensamientos que no había considerado antes. Hermione acababa de decirle que planeaba seguir mirándolo durante mucho tiempo. Eso no le sonó desagradable, de hecho, creía que le gustaba la idea. Pero una cosa seguía viniendo a su mente.

¿Cuánto tiempo esperaba ella que esto durara?

¿Cuánto tiempo esperaba él que esto durara?

Eran fugitivos, él más que ella, y en algún momento, esto tendría que terminar.

Pero ¿y si ella tenía razón y el mundo mágico se cansaba de perseguirlos y los abandonaba? No era algo inaudito. La historia estaba llena de brujas y magos que se habían escapado y nunca fueron encontrados.

Si ese fuera el caso, ¿seguirían viajando por el mundo o algún día encontrarían un lugar en el que desearan establecerse? Sus ojos se dirigieron hacia las ventanas cerradas, el brillante desierto escondido detrás de los paneles de madera. No había forma de que se establecieran en un lugar tan caluroso y seco como un desierto.

De repente, Severus se dio cuenta de lo que estaba haciendo y aspiró una bocanada de aire. Su pecho se calentó, sus mejillas se sonrojaron mientras miraba a la mujer dormida y dejaba que se asentara el hecho de que estaba pensando en un futuro con ella. Podía imaginar un futuro con ella a su lado, aunque solo fuera huir juntos por el resto de sus vidas. Severus, por primera vez en su vida, podía imaginarse estableciéndose con ella en algún lugar, tal vez un bosque profundo con una biblioteca considerable, y viviendo el resto de sus días en satisfacción.

De alguna manera, había pasado de vivir el día a día a pensar más allá del mañana. A considerar que posiblemente tenía un futuro. Un futuro con Hermione a su lado. Seguramente no viajarían así para siempre. Su pronóstico financiero había dicho que podrían vivir así durante dos años como máximo. Necesitaría algún tipo de ocupación, alguna forma en la que pudiera mantenerlos a ambos, o al menos contribuir con sus gastos compartidos. Severus tendría que comenzar a pensar en sus opciones, en algo que pudiera hacer de manera segura mientras viajaban por el mundo.

Hermione se movió en su sueño, su brazo cayó alrededor de su cintura mientras acurrucaba su rostro en su pecho con un fuerte ronquido.

La miró y el nido de emociones bajo su esternón se hinchó y se expandió tanto que apenas podía respirar bajo la presión. Sentimientos que había estado ignorando y casi negando salieron a la superficie, negándose a ser dejados de lado. Sentía algo por ella que nunca antes había sentido. Pensó que lo había sentido, pero no era nada parecido a esto. No era nada parecido a la calidez y el poder de las emociones que latían por sus venas.

Severus se quedó allí asombrado, su mundo una vez más sacudido desde sus cimientos cuando se dio cuenta de que estaba enamorado de la mujer en sus brazos. Que él, Severus Snape, estaba enamorado de Hermione Granger.

La noche siguiente habían decidido cenar fuera, el aire de la noche significativamente más fresco que la noche anterior. Se habían decidido por un restaurante libanés en la orilla del lago Burj Khalifa. Severus y Hermione se sentaron en la terraza, tomados de la mano a través de la mesa mientras esperaban que llegara su comida.

Él la admiró mientras observaba la fuente. Se había soltado el cabello, que caía en cascada sobre sus hombros, y no pudo evitar pensar que era la mujer más hermosa del mundo. Todavía tenía que confesar los sentimientos que había descubierto por ella. Una parte de él tenía miedo de su rechazo, y la otra estaba segura de que era demasiado pronto para esas cosas.

Sus ojos marrones se dirigieron hacia él, atrapándolo mientras la miraba, y sonrió, levantando su mano hasta su boca para poder besar el dorso de la misma antes de volverse para mirar el agua danzante.

La fuente de Dubai acababa de terminar uno de sus espectáculos de cada hora cuando un extraño se acercó a la mesa. "¿Hermione Granger?"

Su corazón se paralizó cuando su nombre salió de la boca del hombre. Severus miró a Hermione esperando su reacción, mientras sus dedos instantáneamente atrajeron el mango de su varita hacia su mano debajo de la mesa.

Sus ojos estaban muy abiertos por la sorpresa y no había reconocimiento en ellos cuando se volvió hacia el hombre, sacudiendo la cabeza. "Lo siento, debe estar equivocado".

"No, eres esa chica que apareció en El Profeta. Mi esposa ha estado divagando sobre ti durante semanas. He visto tu rostro más veces de las que podría contar, reconocería tu rostro en cualquier lugar", le aseguró el hombre, mirándola a ella y a Severus con sospecha.

Severus miró alrededor del restaurante, notando que varios de los otros clientes y el camarero miraban en su dirección. Demasiados muggles para que pudiera lanzar algún hechizo sin llamar la atención sobre ellos más de lo que ya lo habían hecho.

"Está equivocado." —Hermione apretó la mano de Severus, sus ojos marrones abiertos por el miedo—. "Querido, deberíamos irnos."

Severus se levantó de su silla de inmediato, tomó su mano y atrajo a Hermione hacia su lado de manera protectora. "Estoy de acuerdo. ¿Eso va a ser un problema para usted, señor?"

El mago lo miró y luego dio un paso atrás. "No, no lo creo."

Dándose la vuelta con su mano firmemente en la de él, Severus la arrastró a través del restaurante tan rápido como imaginó que sus piernas podían soportar. Sus ojos inspeccionaban cada sombra, buscando cada oportunidad para que alguien se acercara a ellos. No dejaron de caminar hasta que estuvieron en su apartamento.

"Tenemos que irnos." —Hermione rompió el silencio, sacó su varita y sacó una moneda de su bolso. Tocando la moneda con la punta de la varita, ambas brillaron antes de que ella pusiera la moneda en la mesilla de noche. "Les doy menos de media hora antes de que estén aquí."

Severus ya tenía su mochila puesta y su cámara alrededor de su cuello. "Tenemos que tomar la red flu a nuestro próximo destino, ninguno de nosotros está lo suficientemente descansado para una Aparición tan larga."

"Lo sé" —la voz de Hermione reflejaba lo molesta que estaba, cargada de frustración—. "Maldita sea, estábamos teniendo una velada tan agradable."

Severus la atrajo hacia él, apoyando su frente contra la de ella. "Podemos tener otra, siempre y cuando no nos atrapen."

"Tienes razón" —se desplomó contra él, suspirando—. "Tomemos la red flu. Solo necesito lanzar algunos hechizos de distracción."

En menos de cinco minutos, se habían ido del apartamento en el que habían planeado pasar otra semana, corriendo hacia su próximo destino con el miedo de que los siguieran.

El Profeta

21 de septiembre de 1998

¡Hermione Granger ha sido vista!

El marido de una ciudadana de la Mancomunidad vio a Hermione Granger en un restaurante de Dubái. Se acercó a ella y ella afirmó que no era quien él pensaba, antes de irse abruptamente con un hombre desconocido. Este hombre no coincidía con la descripción de Severus Snape, por lo que no estamos seguros de con quién estaba.

Esta reportera logró conseguir una entrevista con el hombre que la vio. Detalló que Hermione Granger parecía tener una salud excelente. "No sé con quién estaba, pero parecían estar teniendo una velada agradable. Parecían una pareja feliz. Ella no tenía miedo de estar con él ni nada, pero sé que era ella. Reconocería ese cabello y esa cara en cualquier lugar".

¿Quién es este hombre misterioso?

¿Dónde está Severus Snape?

¿Le han borrado la memoria a Hermione Granger?

Tanto Harry Potter como Ronald Weasley rastrearon a Granger mágicamente hasta un apartamento de lujo, donde se dice que dejó su moneda del Ejército de Dumbledore. Todavía se desconoce a dónde fueron ella y el hombre misterioso, ni si Severus Snape estaba con ellos. El administrador del edificio le dijo a Potter que Granger había estado allí con un hombre que coincidía con la descripción de Snape, y que no tenía idea de quién podría haber sido el otro hombre.

La búsqueda para traer a Hermione Granger a casa de manera segura continúa, pero muchos respiran aliviados al saber que al menos está viva y sana.

Nota de la traductora: bueno, ya tuvimos la explicación de Hermione respecto a por qué está dejando pistas, que opinan ustedes de eso? La verdad yo creo que Severus tiene razón, esos dos necesitarían de ella ahí para descifrar las pistas, y ni siquiera es porque sean tontos sino porque no se sientan a analizar. Ambos (en especial Harry) tienen un historial de ver lo que quieren ver, guiados por sus emociones y en muchos casos por sus propios prejuicios. Pero también entiendo porque ella quiere tener fe en sus amigos, no solo en que eventualmente se calmarán y entenderán, sino en que le mostrarán la misma lealtad y amor que ella siempre les ha mostrado y la dejarán ser feliz. Ustedes creen que pasará o Hermione se va a llevar una gran decepción?

Ver las inseguridades de Severus siempre me rompe un poco el corazón, pero creo que todo su monologo interno es lo que lo mantiene fiel al personaje canon. Me encanta como la autora nos hace testigos de toda su introspección y evolución. Y ahora esta cerrando ciclos! XD Que sé que el cabello largo es parte de su famoso e icónico look, pero creo que era algo necesario para que él pudiera abrazar esta nueva persona en la que se está convirtiendo frente a nuestros ojos.

Y para terminar, quédense con quien se de cuenta que los ama mientras ustedes están roncando por dormir a pierna suelta XD Severus ha descubierto sus propios sentimientos pero como siempre, tiene miedo al rechazo... Aunque yo opino que no tiene nada de que preocuparse ;) Como sea, habrá que ver cuando y como se atreve a expresar lo que siente. Ustedes que dicen? Creen que tardará mucho?

Espero les haya gustado nuestro viaje de hoy. Hasta la otra!