«Как найти общий язык со слизеринцем» de Shampoo


Acalorada, Hermione caminó enfadada hacia la sala común de Slytherin.

Hogwarts ya estaba sumido en la oscuridad, y sólo las antorchas parpadeantes en las paredes iluminaban su camino.

Intentó retener toda la indignación que pudo transmitir sin derramarla, pero con cada minuto su ira se desvanecía. Esto hizo que Hermione se sintiera ofendida y se enfadó por su propia suavidad, apretando los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en las palmas.

Hacía frío en las mazmorras, pero Hermione no notó el frío. Corrió a toda velocidad hacia la entrada de la guarida de Slytherin. Acercándose a la pared detrás de la cual debería haber habido un pasaje secreto a la sala común, Hermione se detuvo.

«¿Y ahora qué?»

Miró la pared confundida. Ella desconocía la contraseña y no podía entrar.

Entonces surgió tal ola de resentimiento dentro de ella que quiso llorar. Antes de que las lágrimas brotaran de sus ojos, Hermione gruñó y golpeó la pared con el puño tan fuerte como pudo.

—¡Abre! —gritó ella—. ¡Ábrela inmediatamente!

Su mano rápidamente se entumeció por el dolor, y luego Hermione golpeó la pared con su bota, y luego una y otra vez, diciendo:

—¡Malditos Slytherins, malditos todos! ¡Abrid! —ladró la última palabra, dejando de tocar bruscamente.

Su cabeza daba vueltas. Hermione respiraba rápidamente. Levantó el pie para golpear nuevamente la pared, pero desde atrás escuchó:

—¡Mira quién decidió visitarnos!

Hermione se giró bruscamente. Parkinson. Y detrás de ella estaba Malfoy. Vaya suerte.

—¿Qué, decidiste desearnos buenas noches? —Pansy sonrió sarcásticamente.

—¡Finaliza el hechizo inmediatamente! —espetó Hermione.

Parkinson pareció sorprendida.

—¿De qué estás hablando? —preguntó inocentemente.

Detrás de ella, Malfoy miró expectante a Hermione.

—¡Sabes perfectamente lo que quiero decir! —Hermione cruzó los brazos sobre el pecho—. Te has burlado de mí, pero todo tiene un límite. ¡Rompe el hechizo!

—No sé de qué estás hablando —Pansy se encogió de hombros y dio un paso adelante—. Déjame pasar.

Hermione se puso contra la pared.

—¿Qué demonios te pasa, Parkinson? —siseó ella.

—¿Qué le hiciste, Pansy? —Malfoy habló finalmente—. ¿Has encantado todos los libros de texto para que sus páginas se peguen? —se rio entre dientes.

Hermione le lanzó una mirada asesina.

—No finjas que no sabes de lo que estoy hablando —le dijo Hermione, inflando las fosas nasales con rabia. Su mirada ciertamente podría matar ahora—. Tú también estás involucrado en todo esto —comenzó a acercarse lentamente a él. Su varita ardía en la manga.

—Tranquila, Granger —dio un paso atrás—. ¿Qué...

Hermione sacó su varita y apuntó directamente a su garganta.

—¡Quita el hechizo! ¡Inmediatamente! ¡De lo contrario, te ataré la lengua!

Reinaba el silencio. El pulso reverberó en sus sienes. Malfoy la miró sin aliento, como si realmente no tuviera idea de lo que estaba hablando.

Y entonces Pansy se rió.

Hermione cerró los ojos y apartó la varita.

—¿Pansy? —preguntó Malfoy preocupado.

Pansy se rio y volvió a reír.

—Aún tienes sentido del humor, Granger —admitió.

—Entonces, ¿de qué está hablando, Pans? —La voz de Malfoy estaba emocionada.

Pansy echó su pelo sobre su hombro y puso los ojos en blanco.

—Quizás solo quería divertirme...

—¿Así que admites que... —La voz de Hermione se quebró.

—Eres una aguafiestas, Granger. ¿No te gustó?

Hermione se sonrojó.

—Oh, oh —Pansy rompió a sonreír—. A mí también me gustó, bastante —concluyó.

—Entonces ¿cuál es el hechizo, Pansy? —exigió Malfoy—. ¿Y qué tiene que ver mi lengua con eso?

Hermione quería caer al suelo. Necesita decir algo, encontrar palabras para...

—Quizás… —dijo Pansy arrastrando las palabras de nuevo—, sólo quería ver cómo reaccionaría nuestra sabelotodo si...

—¿Si…? —Malfoy arqueó las cejas.

—Si siente algo realmente interesante —Pansy juntó las manos—. ¡No te enfades, Draco, sólo quería divertirme!

—No entiendo nada, ¿qué es interesante...

—Tu lengua, Malfoy —espetó Hermione—. Todo este tiempo he sentido tu lengua, tus dedos y no sé qué más, cuando tú y Pansy se besuqueaban por las esquinas.

Se había cruzado el Rubicón.

Reinó el silencio nuevamente.

Malfoy tragó con fuerza, su nuez se contrajo y por alguna razón Hermione no podía quitarle los ojos de encima.

—Bueno, ¿estáis todos contentos? —preguntó Parkinson.

—¡No! —exclamaron Hermione y Malfoy al mismo tiempo.

—Pensaba que sí —sonrió Pansy, pero Hermione la interrumpió.

—Estaré contenta cuando finalices el hechizo. Ahora mismo. ¡Vamos!

Pansy puso los ojos en blanco y sacó su varita.

—BIEN. Sentire finite. ¿Es todo? ¿Contenta? Vamos, Draco —se dio la vuelta, caminó hacia la pared y murmuró la contraseña.

Las piedras temblaron y comenzaron a separarse hasta formar una obertura. Parkinson se dio la vuelta y repitió: —¡Vamos!

Malfoy guardó silencio. Hermione volvió su mirada hacia él. Frunció el ceño, no parecía particularmente dispuesto a seguir a Pansy.

—¡Vamos, Draco! —suplicó—. Era sólo una broma.

—¿Por eso lo querías tan a menudo? —dijo finalmente Malfoy.

—¿Vas a montar una escena aquí mismo? ¿Qué hay de malo en esto? Es solo...

—Podrías… Bueno, no lo sé, ¿haberlo discutido conmigo primero? —Malfoy estaba claramente enfadado.

Hermione se sintió como la tercera rueda. Esta vez, realmente de más.

—Sabes, me iré ahora y tú te calmarás. Hablaremos más tarde —resopló Pansy y se dirigió a la sala común—. Adiós, Hermione. Fue divertido.

Cuando la pared se cerró detrás de ella, Hermione se quedó en el pasillo a solas con Malfoy.

Nunca en su vida hubiera pensado que se quedaría en el pasillo a solas con Malfoy. Y que no tendría nada de qué hablar con él.

—Bueno… —comenzó torpemente—. Yo, tal vez, también...

—¿De verdad sentiste todo? —Draco se rio entre dientes.

¡Esto no se lo esperaba!

Ella le devolvió la mirada con incredulidad.

¿Estaba... divirtiéndose?

El brillo travieso en sus ojos y la leve sonrisa en sus labios confirmaron su suposición.

—¿Entonces…? —preguntó, humedeciéndose los labios.

Hermione no pudo encontrar nada que decir y simplemente asintió.

Un brillo travieso bailó en sus ojos. Parecía que no podía contener su satisfacción.

Y por alguna extraña razón, Hermione continuó mirándolo directamente a los ojos. Quizás ella no quería sentirse derrotada. O tal vez no odiaba en absoluto la idea de que fuera Malfoy quien le estuviera haciendo todas esas cosas indescriptibles. Después de todo, durante estos días, ella realmente se había vuelto... cercana a él.

—¿Y… y a ti que te ha parecido? —preguntó, levantando ligeramente la barbilla.

Hermione dio un paso adelante.

—Pues… —un paso más—, me parece… —uno más, y ahora ya estaban a poca distancia—, qué necesitas… —había menos de un par de centímetros entre ellos—, necesitas practicar más —finalizó, exhalando casi contra sus labios, y, rozándolo ligeramente con el hombro, se dirigió hacia la salida de las mazmorras.

Ella no se giró, pero sabía con seguridad que definitivamente practicarían.