ENTRE CORONAS Y ENGAÑOS

CAPÍTULO 2

CARTAS DE TRAICIÓN

—¡Cada día creces más grande!— Exclamó Lita mientras caminaba por el bosque acompañada de Thorakar que revoloteaba a su lado— ¡Tanto que un día ya no podrás entrar en mis aposentos!

Thorakar dejó escapar leve rugido que Lita supo que era de disgusto, lo que la hizo reír.

—¡Ya sabes que te adoro, tonto!— Le dijo Lita— Pero a veces haces demasiado ruido y temo que se den cuenta. No quiero que te hagan daño, porque si sabes lo que le hacen la mayoría de los Jovianos de Clorokinesis a los dragones. ¿Verdad?

Thorakar soltó otro rugido, pero esta vez Lita lo ignoró al llegar al nogal del cual debía recolectar varias nueces con la cual llenar la pequeña canasta de mimbre que llevaba consigo, pues justo ayer por la noche a la reina se le había ocurrido que quería que preparara trescientas galletas de nuez de un día para otro, pues por la tarde tendría una reunión para tomar el té con tres de sus amigas pertenecientes a la nobleza joviana, y dos mujeres que aunque no eran nobles, si pertenecían a algunas de las familias más poderosas de Júpiter, entre las cuales estaba la esposa del primer ministro.

Por supuesto pedirle que preparara trescientas galletas era una exageración, pues además habría un enorme banquete con diversos platillos; y aunque Lita amaba cocinar, hubiera querido zafarse de dicha actividad ese día, pues aunque faltaban tres días aún para que Andrew Hansford fuera a pedir la mano de la princesa, no se le ocurría nada para hacer que él se enterara de la infidelidad de Wanda.

—¿Cómo voy a hacer para que el señor Hansford se entere del engaño?— Preguntó Lita en un susurro más para sí misma, ante lo que Thorakar emitió un rugido un poco más fuerte que llamó su atención.

Lita volvió a ver a Thorakar, y vio como este aleteaba llevándose las alas al pecho.

—¡Hablo en serio, Thorakar!— Soltó Lita— Es una por todas las que me han hecho. ¿No crees que lo merecen?

Thorakar movió su escamosa cabeza de arriba a abajo como si asintiera, pero minutos después, salió volando en dirección hacia el castillo Ios.

—¡Eit, Thorakar, vuelve aquí!— Le gritó Lita

El dragón desobedeció a su llamado, y Lita, que temía que alguna persona le hiciera daño, quiso detenerlo y corrió tras él, sin embargo, la criatura voló demasiado alto, y aunque a punto estuvo de caer por una manzana que le lanzó Lita, el animal logró perderse de su vista en el inmenso bosque joviano en medio del cual se encontraba el imponente castillo Ios.

—¡Maldito idiota!— Bufó Lita fastidiada viendo como Thorakar se perdía de su vista.

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Tras recoger nueces para el postre que debía preparar, Lita regresó a casa, y de inmediato fue a la cocina, pues debía pelar las nueces, además de ayudar en la preparación del banquete para la reunión de la reina; sin embargo, no podía concentrarse tratando de idear un plan.

"¿Y si me acerco a Andrew Hansford y yo misma se lo digo?" Se preguntó en silencio; sin embargo, rápidamente descartó la idea, pues sabía que difícilmente alguien creería en lo que dijera una bastarda sin pruebas; y dado que su futuro cuñado estaba profundamente enamorado de Wanda, muy seguramente la acusaría, y no quería ni pensar en el castigo que recibiría por tratar de manchar la reputación de la hija pródiga.

—Señorita Lita. ¿Quiere que yo prepare las patitas de codorniz?— Se ofreció una de las ayudantes de cocina.

—¿Perdón?— Cuestionó Lita que había estado distraída pensando en como hacer para arruinar la relación entre Andrew Hansford y su hermana.

—Le decía que si le gustaría que yo prepare las patitas de codorniz— Dijo de nuevo la ayudante— Digo. Terminar de pelar todas esas nueces y hacer trescientas galletas y dos pasteles para esta tarde es demasiado trabajo.

—Muchas gracias Gertrud, pero creo que…

De pronto un rugido interrumpió la conversación entre Lita y Gertrud, lo cual evidentemente asustó a la ayudante que lanzó un grito, y a Lita que reconoció a Thorakar.

—¡Dragones!— Exclamó con voz temblorosa Gertrud mientras tomaba un cuchillo carnicero y corría a meterse bajo la mesa.

—¡Debe ser sólo un pajaro!— Trató de convencerla Lita mientras se quitaba el delantal— Además no es tiempo de dragones, pero para que estés tranquila iré a ver.

—¡Señorita Lita puede ser peligroso!— Insistió la cocinera—¡Mejor llamemos a los hombres y…

—¡Si llamas a la guardia real por una tontería el Rey se enojará!— Le advirtió Lita— Si tienes miedo quédate ahí. No tardo en volver.

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Cuando Lita salió de la cocina, volteó a todos lados en busca de Thorakar. No lo vio de inmediato, pero de nuevo escuchó su rugido que parecía venir desde lo alto, y entonces, lo miró en el techo sosteniendo algo en el hocico.

—¡Maldito idiota!— Susurró por lo bajo mientras su corazón latía desesperado, y entonces, el dragón bajó y tiró a sus pies un manojo de sobres que estaban atados con un lazo en color dorado.

—¿Qué es esto?

Lita se agachó, y de inmediato tomó aquel manojo de sobres, y en el primero miró anotado en letra cursiva "Para mi amada Wanda"

—¡Pero si no es temporada de dragones!— Escuchó Lita no muy lejos de ahí la voz de uno de los hombres que trabajaban en el castillo.

—¡Yo tampoco lo creo pero mantén la guardia alta!— Respondió otro.

Lita, al escuchar la voz tan cerca supo que no había tiempo para que Thorakar huyera, así que tomó de un ala a Thor y lo metió bajo su largo vestido y se guardó las cartas dentro de sus pechos.

—¡Señorita Lita, vuelva dentro del castillo!— Exclamó uno de los hombres—¡Gertrud comentó que escuchó a un dragón y puede ser peligroso!

—¡Era solo un petirrojo, Ronald!— Respondió Lita tratando de fingir una tranquilidad que lejos estaba de sentir—Salí a averiguar porque vi a Gertrud asustada, pero era un pequeñísimo petirrojo y en cuanto me vio huyó despavorido.

Ronald, que era el hermano mayor de Gertrud puso cara de fastidio tan solo escuchar la respuesta de Lita.

—¡Ya suponía que Gertrud estaba exagerando!— Refunfuñó el hombre—¡Esa hermana mía debe de creer que no tenemos nada que hacer! Le ofrezco una disculpa, señorita Lita.

—No pasa nada—Respondio Lita—Pueden volver a lo suyo.

Tan pronto como los hombres se fueron, Lita liberó a Thorakar, no sin antes ordenarle que volara hacía el balcón que daba a sus aposentos, el cual solía tener la ventana abierta para que su amigo fuera y viniera cuando quisiera.

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Inmediatamente después de que Thorakar estuvo a salvo, Lita regresó a la cocina, pues debía darse prisa con los platillos que le había encargado su madrastra; sin embargo, aunque amaba cocinar, el tiempo le pareció eterno en la cocina, pues ansiaba leer esas cartas, sin embargo, no se desocupó hasta en la noche, después de servir la cena, así que entonces, cuando el día finalizó, llevó una charola de plata a sus aposentos dentro de la cual había un poco de lentejas con bellota y verdura, cerdo asado, patitas de codorniz a las finas hierbas, peras al vino tinto, además de vino con miel y agua. Suficiente comida y bebida para por supuesto compartir con Thorakar que como cada noche la esperaba ansioso por comer.

—¡Come!— Susurró Lita sirviendo un poco de todo— Come y mantente callado si no quieres que te descubran y termines hecho picadillo.

Mientras el glotón de Thorakar comía como si no hubiera mañana, Lita enfocó su atención en el manojo de sobres. Eran demasiados y no sabía por cual empezar, así que tomó el que estaba al principio y sacó la carta que había dentro para leer:

Mi amada Wanda:

Me han llegado noticias a Terra de que últimamente el hijo del primer ministro de Júpiter y dueño de Hansford Castle Bank ha estado visitando mucho el castillo Ios, por lo cual en toda la liga interplanetaria se rumora de un posible enlace matrimonial entre tú y él, algo que en lo personal me parece una ofensa a tu persona, pues por tus venas corre sangre real de la Diosa Deméter, mientras que los Hansford, no sólo son plebeyos cuya riqueza tú y yo muy bien sabemos que proviene de la vil usura, sino que son descendientes de ese dios bárbaro al que tanto veneran.

Quiero pensar que se trata de rumores infundados, pues no creo que tu honorable padre, el Rey sea capaz de otorgar tu mano a alguien que no está a tu altura; sin embargo, no puedo evitar sentirme celoso de sólo imaginarte caminar al altar para unirte a otro hombre que no sea yo.

Amada mía, por favor no te comprometas con otro hombre que no sea yo porque sabemos que ambos seríamos muy infelices, y además, yo ya soy tuyo como tú eres mía.

Sé que te duele que esté comprometido con la princesa de Marte, pero te reitero cariño que ese es un compromiso matrimonial que acordaron mi madre y el Emperador de Marte sin siquiera consultarme, pero te prometo querida que pronto estaré libre de ese compromiso, pues más tarde que temprano la princesa Rei que tampoco me soporta lo dará por cancelado, y entonces podré pedir tú mano con la seguridad de que no habrá nada ni nadie que se oponga entre nosotros.

Tuyo siempre:

J. M."

Aunque aquella carta tenía unas simples iniciales y no el nombre completo de quien la había escrito, Lita de inmediato las asoció con Jaedite Moon, y sonrió para sus adentros sintiendo como si hubiera encontrado oro.

Lita entonces cayó en cuenta de que desde hace más de dos años el duque Jaedite Moon pasaba demasiado tiempo en Júpiter, algo a lo que hasta hoy no le había prestado demasiada atención, pero que pensándolo detenidamente era extraño. Después de todo, si su prometida estaba en Marte ¿Por qué no pasar más tiempo en el planeta de su amada en lugar de estar en Júpiter?

De inmediato, Lita guardó la carta en el sobre, y de manera azarosa tomó otra.

Mi amada Wanda:

¡Al fin estoy en Júpiter! Para ser exacto en Ganimedes, pues en representación del soberano de la Tierra debo a acudir a una reunión que tendrá sede en dicho Satélite para hablar de un tratado comercial que se firmará entre Júpiter y los planetas interiores.

En fin, no te quiero abrumar hablándote de cosas que seguramente te parecerán aburridas. Lo importante es que quiero que sepas que pasado mañana estaré en Ios, y que acudiré a la cascada de Jade a la hora que tenemos pactada para verte.

Tuyo siempre:

J.M:

P.D.: Sé que quizá sonará atrevido de mi parte, pero no puedo callarmelo. Muero por besar tus labios, recorrer con mis manos la desnudez de tu cuerpo como la última vez que nos vimos, y si tú así lo quisieras, darme la prueba de amor para saberte mía. Después de todo algún día serás mi mujer.

Aquella segunda misiva que leyó sorprendió a Lita aún más que la primera. Si no hubiera visto con sus propios ojos a Wanda besarse con el duque Jaedite Moon, jamás la hubiera creído capaz de verse a solas con un hombre, ni siquiera con Andrew Hansford que era casi su prometido. ¿Y ahora resultaba que no sólo había tenido un amorío con otro sino que además le había mostrado su desnudez?

Algo que no sólo era demasiado escandaloso, sino que además dañaba profundamente la reputación de una mujer por mucho que no se hubiera consumado una unión carnal y por mucho que dicha mujer fuera la mismísima princesa heredera.

Tras leer un poco mas, Lita sintió sueño, así que dejó las cartas sobre la mesa, y cuando se puso de pie para ir a su cama, se enterneció al ver a Thorakar durmiendo plácidamente en la alfombra, así que se acercó para acariciarlo mientras dormía.

—¡Buen chico, mañana te haré más galletas!— Susurró.

Tras meterse bajo las cobijas, Lita se quedó pensando en cómo hacer que Andrew Hansford recibiera aquellas cartas, y entonces se le ocurrió que le pediría ropa prestada a Haruka para vestirse de varón y entregarlas ella misma, después de todo, sólo en dos ocasiones se había encontrado con Andrew, pero por tan breves segundos que no creía que él la recordara, mucho menos si el encuentro se daba estando disfrazada de hombre.

De pronto, por su mente pasó que aunque el plan de la entrega de las cartas resultara un éxito, aquello podría no servir de mucho, pues tanto Wanda podía negar que aquella cartas fueran para ella así como el duque Jaedite Moon podía negar que fue él quien las escribió si eso ponía en peligro su compromiso con la princesa de Marte.

Tras pensarlo, Lita se puso de pie para ir a su tocador y de uno de los cajones sacó su tintero y una de sus plumas, sin embargo, cuando abrió el frasco de tinta se dio cuenta se le había terminado, y aunque sintió fastidio por ello, pronto se le pasó, pues recordó que las plumas de Thorakar producían tinta de manera natural, así que se acercó a su fiel amigo que se había embriagado con el vino y le arrancó una pluma de una de sus alas.

—Te compensaré por ello— Le Susurró Lita

Después, se sentó frente a la mesita de té que ya estaba bloqueando la entrada de sus aposentos decidida a que no se iría a dormir hasta que pudiera lograr falsificar la letra del Duque Moon.

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Lita se puso de pie frente a aquel enorme espejo enmarcado en oro amarillo, y entonces, se contempló así misma vestida con aquella camisa masculina hecha con lana y lino, la cual tenía bordados que resaltaban estatus y elegancia, además de pantalones ajustados en color café y botas a tono.

—¿Acaso te volviste loca?— La regañó Haruka— ¡Podrían descubrirte! Tienes el busto demasiado grande como para parecer un varón y…

—¡Si me pongo la capa no se notará!— La interrumpió Lita, que sobre la indumentaria se puso una capa larga en color verde olivo, la cual estaba atada con un broche de oro en forma de trisquel.

—¡Tu voz, por dios!— Refunfuñó Haruka— No pasas ni siquiera por un varón afeminado

—Entonces no abriré la boca—Haruka puso los ojos en blanco, y Lita continuó—¡Existen los sirvientes mudos!

—¡Mejor lo hago yo!—Propuso Haruka—Al menos yo sí parezco hombre.

—Te lo cree quien no te conoce—La contradijo Lita—A tres años de vivir en Júpiter ya toda la alta sociedad sabe que eres la hija exiliada del Sultán de Urano. Podrías meterte en problemas y no queremos que te deporten.

—¿Puedo dar mi opinión?— Preguntó Samir, quién había estado callado escuchando como las dos jóvenes discutían.

Las dos jóvenes de inmediato guardaron silencio, y prestaron atención al apuesto medio hermano de Haruka.

—Si gustan lo puedo hacer yo—Se ofreció

Lita se sorprendió ante la propuesta de Samir, pues no creía que fuera la persona adecuada para tal misión, y no porque desconfiara de él, ya que aunque no lo veía frecuentemente porque él vivía en Venus, era muy notorio que era Uraniano, pues lo delataba su fuerte acento, y además, al igual que en ese momento, siempre vestía elegantes túnicas de seda, cinturones de cuero decorados con piedras de ámbar, botas de piel de camello y turbante; vestimenta típica de un príncipe del planeta de los vientos.

—Te lo agradezco mucho, Samir— Respondió Lita con sinceridad— Sin embargo se te nota el acento de Urano.

—¡No digas tonterías, Samir!—Lo regaño Haruka— Si te descubren antes de salir de Júpiter te van a deportar a Urano, no a Venus, y como nuestro padre en cualquier momento se muere todos nuestros hermanos varones van a empezar a matarse entre ellos para ver quien se convierte en el próximo sultán.

—Pero eso no va a suceder porque ya tengo la ciudadanía Venusiana— Presumió con orgullo Amir, al tiempo que se levantaba la manga de su túnica para demostrar la brillante marca con el símbolo del planeta del amor y la belleza

Haruka y Lita lo miraron sorprendidas, pues sabían que no era fácil que un hombre Urani pasara la prueba para ser aceptado como ciudadano del Reino de Venus, menos si este era un príncipe, pues entre la Reina Afrodita y el Sultán Mustafa había un conflicto de años.

—¿Por que no me lo dijiste?— Pregunto Haruka feliz por su hermano favorito.

—Después te cuento los detalles— Respondió Samir— Volviendo al asunto que ahora nos importa, no hay manera de que usted luzca como un varón, milady— Se dirigió Samir a Lita hablando el idioma de Júpiter pero imitando el acento de los Jovianos de Clorokinesis casi a la perfección—Y tú, Haruka, te expondrías a meterte en un problema que puede provocar que te deporten a Urano y que esta vez nuestro despreciable padre o el hermano de nosotros que sobreviva si te force a ser la cuarta esposa del viejo Visir Mohamed— Agregó en Joviano pero imitando el acento de los terranos y Venusianos, quienes compartían el mismo idioma.

Las dos se quedaron en silencio, incapaces de contradecir a Samir.

—La forma de vestir de vestir de los hombres es igual en Júpiter y Terra, así que si Haruka me consigue ropa de varón de clase baja puedo fingir que soy un sirviente del duque Moon y acercarme a darle la carta a la princesa Wanda y después con el duque Moon haciéndome pasar por un sirviente del Rey Joviano—Insistió— Eso sí, del señor Andrew Hansford no me puedo encargar porque hemos coincidido en eventos en la Academia de Bellas Artes de Venus y me reconocería.

—Respecto al duque y a Andrew Hansford, a ambos es fácil encontrarlos en The Emerald Hight Society Club— Comentó Haruka

—¿A los dos?—Cuestionó Samir— Si los dos están en el mismo lugar veo difícil las cosas porque Hansford me reconocerá.

—Descuida— Respondió Haruka— Tengo entendido que Hansford suele ir en la noche, mientras que el duque se la pasa casi todo el día ahí cuando está en Júpiter, y ahora mismo está en el planeta.

—¡Creo que a Hansford es mejor que le dejemos el paquete en su casa!— propuso Lita— Vive en el Palacete Hansford con sus padres, así que en algún momento tiene que llegar. Sólo es cuestión de que lo estemos cazando no muy lejos de la morada del primer ministro.

—¡Bien, entonces le compraré un par de sus prendas más viejas a mi chofer para que vayas al templo, y por la tarde te vestimos de elegante caballero joviano!— Comentó Haruka, quién a pesar de vivir en un palacete de estilo arabesco que le recordaba a su hogar de la infancia, tenía únicamente criados Jovianos a su servicio.

—¡Gracias!— Se dirigió Lita a Samir—No sé si alcance a darte un obsequio antes de que te vayas, pero si no se puede, te prometo que la próxima vez que vengas te cocinaré un delicioso hummus casero, kebab de cordero y un baklava de dátil— Prometió Lita, que pese a no haber estado nunca en Urano, había conseguido preparar muchos de los platillos del álbum de recetas de la difunta madre de Haruka.

—¡Lo tendré muy en cuenta, Lita, aunque si la blakava es de pistache voy a ser más feliz!— Comentó Amir entusiasmado—Ahora dame esa carta y dime qué tengo que decir.

—¡Claro!—Respondió Lita entusiasmada —Sólo voy a leerla una vez más.

Lita entonces sacó la misiva del sobre y la leyó de nuevo para cerciorarse de que no hubiera nada que delatara la falsedad.

"Mi querida Wanda:

¿Qué crees? Dado que la princesa de Marte no ha tenido el valor suficiente para poner fin a nuestra relación, por amor a ti he tenido que dar ese paso yo.

Hace dos días, después de que nos encontraramos en el bosque, recapacité y decidí que no debo ser un cobarde, así que hice un breve viaje al planeta rojo y me sinceré con la princesa, quien trató de persuadirme, sin embargo, le aclaré que no la amo y que nunca la amaré, pero el orgullo marciano es tan extraño que me ha pedido de favor que hagamos creer que es ella quien ha roto nuestro compromiso, algo que acepté sin rechistar, pues como tú sabes, de ser yo quien lo rompiera podría significar un obstáculo para que tu padre me ceda tu mano por los tratados comerciales entre Júpiter y Marte.

Amada mia. ¡Al fin soy libre para amarte!, sin embargo, yo también necesito una prueba de tu amor, y con ello no solamente me refiero a que le digas a tu padre que no te casarás con Hansford, sino a que te entregues a mí como una mujer enamorada lo haría.

En fin, mi amada. Mañana cuando salga el alba partiré al lugar donde siempre nos encontramos. Si decides no ir entenderé que has elegido a Hansford y no te molestaré nunca más.

Con amor

J.M."

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Algo que durante los últimos años solía hacer gracia a Lita, era que la princesa Wanda se había hecho muy devota a la diosa Deméter, tanto que no sólo acudía religiosamente cada jueves que era el día sagrado en Júpiter, sino que hacía acto de presencia a diario para llevarle ofrendas y rezarle, razón por la que era muy elogiada por las personas de su círculo social de nobles y por quienes no la conocían; cosa que contrastaba con la manera en que trataba a los sirvientes del castillo, pues solía tratarlos de manera prepotente; sin embargo, ahora que recientemente Lita había descubierto el amorío de Wanda con el duque Jaedite Moon le pareció que esa devoción nacida hace dos años tenía sentido, pues había iniciado casi a la par de su amorío con el duque, por lo que dedujo que ir al templo se había convertido en el pretexto perfecto para que la dejaran salir de los confines del castillo, pues al ser la mujer heredera al trono su reputación y su virginidad eran celosamente cuidadas por lo que sus salidas estaban muy controladas.

Así pues, el plan acordado fue que llegada la hora en que Wanda acudiría al templo, Samir se presentaría en el lugar, se acercaría a Hildrud, y haciéndose pasar por un humilde sirviente entregaría la carta.

—Y bien. ¿Cómo me veo?— Cuestionó Samir cuando de nuevo entró a los aposentos de Haruka.

Al verlo, Lita sonrió, pues con aquella camisa de lino descolorida, los pantalones de cuero agrietados y botas con evidentes reparaciones parecía un sirviente Joviano o terrano y no el Uraní elegante que en realidad era.

—¡Perfecto!— Exclamó Lita emocionada.

Por su parte, Lita que debía guiarlo para que no se equivocara al entregar la carta y deseaba pasar desapercibida, se puso las elegantes prendas masculinas que Haruka le había prestado, además de un casco con cuernos bajo el cual ocultó su cabellera que había peinado en un recogido, y por supuesto, una barba postiza muy larga en color caoba que Haruka guardaba entre las cosas que según ella pudiera llegar a necesitar.

Una vez estuvieron listos, los tres se dirigieron en uno de los carruajes al templo de Deméter, al cual llegaron un poco antes de la hora habitual en qué solía ir Wanda.

—¡Repítelo otra vez!— Le pidió Lita a Amir mientras se asomaba por la ventana del carruaje a ver los alrededores.

—Buenas tardes tener, milady—Dijo Amir hablando a propósito en un Joviano que sonara imperfecto y poco fluido, dotandole además acento terrano—Yo traerle carta del duque Moon a su prin…principesa

Lita iba a felicitarlo por su actuación, pero entonces, a través de la rendija miró llegar el carruaje de la familia real, el cual no era difícil que pasara desapercibido, pues además de que iban dos carruajes frente a el y dos por detrás, todos tenían en sus puertas el escudo de la casa real joviana, el cual en el centro de un círculo de color azul profundo mostraba un trueno atravesando un fértil campo de rosales color rosado, representando la fuerza y la fertilidad de los dos grupos étnicos que habitaban el planeta. El escudo estaba rodeado también por una rama de laurel y una de olivo entrelazados, símbolo de la victoria y la paz, y en los bordes, espinas que simbolizaban la valentía de los Jovianos para defender su planeta.

Lita entonces miró al chófer bajar del carruaje para después ayudar a bajar a la princesa Wanda y a Lady Hildrud, la primera de ellas ataviada con un vestido azul pálido elaborado con finas telas y bordados intrincados, finos brazaletes en sus brazos, además de un manto sobre su cabeza decorado con flores, y la otra con un vestido no menos elegante en color lila.

—Esa de vestido azul es la princesa casta y pura— Dijo Lita sarcásticamente— Y esa de vestido color lila y cabello trenzado que le acaba de entregar la canasta de mimbre es Lady Hildrud, su dama de compañía. A ella le entregarás la carta.

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Una vez que Samir bajó del carruaje para dirigirse al templo de Deméter no tardó ni diez minutos en volver, así que rápidamente regresaron al palacete árabesco de Haruka, donde rápidamente se vistió como un elegante caballero para juntos dirigirse a Emerald Hight Society Club.

—¿Entonces no hablaron mucho?— Preguntó Lita una vez más a Amir mientras se dirigían a la taberna—¿No te preguntó nada Lady Hildrud?

—Sólo me preguntó porque me habían enviado a mí en lugar de enviar a Aeneas, así que le dije que el tal Aeneas estaba enfermo—Dijo Amir —La verdad no sé me ocurrió otra cosa.

Cuando el carruaje se detuvo frente a la taberna Emerald Hight Society, de inmediato Lita y Amir bajaron y se dirigieron a aquel lugar que se encontraba en una de las zonas más prósperas de Ios, y cuyo exterior siempre había maravillado a Lita, pues se asemejaba a un palacete de arquitectura sofisticada, el cual tenía una fachada decorada con escudos de armas en cuyo centro había un trueno, esculturas que hacían alusión a las míticas ninfas de los bosques y guerreros del trueno, vitrales y lámparas alimentadas por luz solar que dejaban entrever la riqueza y prestigio de sus clientes.

Tras entrar a la taberna, Lita se sorprendió aún más, pues imperaba un ambiente refinado y elegante, con mobiliario de calidad, decoración sofisticada, pinturas que eran verdaderas obras de arte colgando de las paredes, meseros vestidos con decoro que en las charolas de plata llevaban vino de calidad y platillos que lucían exquisitos, además de que el sonido de los músicos tocando instrumentos como el arpa, el violín, la flauta y la gaita amenizaban el ambiente.

—Quita esa cara de sorpresa y mejor dime quién es— Pidió Amir a Lita en voz baja

Lita echó un rápido vistazo. Había hombres en la barra bebiendo vinos caros, otros tantos dispuestos en mesas o salas comiendo, pero entonces, al voltear hacia arriba, se percató de que el duque Jaedite Moon estaba en la planta alta, en algo que parecía una sala de juegos de azar.

—¡Es ese rubio!— Le Susurró Lita al oído a Amir

—¡La mitad de los hombres en este lugar son rubios!—Respondió Amir por lo bajo.

—El de capa azul que está fumando y jugando cartas con el hombre calvo y gordo.

—¡Ya sé cuál!—Exclamó Amir—¡Dame ese paquete entonces!

Lita le entregó el paquete a Amir, quién se dirigió a subir aquellas escaleras de caracol.

De pronto, entre la multitud de hombres, Lita se asustó al ver bajar por las escaleras al conde Bran de Aitne, uno de los miembros de la cámara de Clorokinesis en el Parlamento, y quién además visitaba con frecuencia el Castillo porque era nada más y nada menos que el padre de Lady Hildrud y hermano de la Reina consorte. El conde parecía dirigirse en su dirección, así que temerosa de que la reconociera, caminó hacia el área donde estaba la barra de bar, fingiendo interés en alguna bebida.

—¡Buenas tardes, caballero!—Se dirigió a Lita el elegante hombre que atendía —¿Le ofrezco alguna bebida?

Lita sonrió y negó moviendo la cabeza de un lado a otro, pues temía que si hablaba reconocieran su voz de mujer.

—¡Soy cocinero, no pastelero, señor príncipe!— Escuchó que tras ella un hombre hablaba con orgullo— Así que si tan mala le pareció la tarta es su problema porque advertido estaba de que odio la repostería.

A Lita le llamó la atención que el hombre se dirigiera a alguien como "príncipe", pues el monarca de Júpiter no tenía hijos varones ni hermanos que serían los únicos que pudieran ostentar ese título y la princesa heredera tampoco era casada como para que hubiera un príncipe consorte, y en todo caso, si así fuera, un monarca, ni sus cónyuges ,ni sus hijos, ni los primeros doce en la línea de sucesión podían pisar un lugar donde se jugarán juegos de azar, pues de lo contrario sería obligados por el parlamento a abdicar o perderían el derecho a la sucesión al trono.

—¡No seas dramático y no me llames príncipe por favor!— Respondió otra voz masculina que le pareció conocida a Lita— Eres un gran cocinero y la tarta que preparaste sabía bien a pesar de que odias la repostería, sólo que no sabe igual que la que prepara el cocinero de la familia real— Comentó el hombre—Sé que lleva queso marcaspone, mucha nuez, y no sé qué más, pero comerlo debe ser como estar en el Tír Na Nog—Agregó el hombre— ¡Le robaría el repostero y el cocinero al rey pero no lo conozco!

Lita sintió el corazón acelerandosele cuando escuchó aquello, pues ella era la cocinera y repostera de la familia real, y además, aquel postre era una receta que ella había inventado y que era su orgullo.

—¡Con suerte el Rey te regala a su repostero cuando te cases con la princesa!—Respondió el hombre— Aunque como sigas comiendo tanto un día te pondrás gordo, Andrew.

Tras aquello último, Lita cayó en cuenta que uno de los hombres tras ella era el joven señor Andrew Hansford, y entonces entró en pánico al recordar que su plan podía venirse abajo si acaso Andrew llegara a encontrarse con Amir, pues podría descubrirse que era ella quien estaba tras aquel plan para arruinar a su medio hermana, la princesa Wanda.

¡Hola!

Pues bien, aquí traigo el segundo capítulo de esta historia que me está gobernando porque la escribo sin parar y me tiene con la inspiración a full.

Gracias a quienes pasan por aquí a leer, sobre todo a Hospitaller Knight y Abel Gregov por su Review en el primer capítulo.

Abel Gregov: Si ya te parecen odiosa la familia real te van a parecer peor, porque son más despreciables de lo que muestra en el primer capitulo. En cuanto a Lita, le han hecho muchas desgraciadeces de las que aquí se muestran. Si ha sufrido mucho, pero el deseo de venganza y sus seres queridos (Haruka y la mascota dragón) la mantienen en pie.

Hospitaller Knight, a mí también me encantan los worldbuilding, aunque luego crearlos si es quebradero de cabeza, pero como lo disfruto. Y sí, en el fic si hay muchos enredos amorosos, y si saldrán las demás princesas y los shittenou, pero a su debido tiempo. Aquí como vez al menos ya se ha mencionado que existen Marte, Venus y Urano.

Lectores anónimos, gracias por leer. Si gustan dejar un Review son bienvenidos.

Saludos a todos

Edythe