CORONAS Y ENGAÑOS

CAPÍTULO 8

DOBLE JUEGO

Lady Serenity sintió una mezcla de ira y vergüenza en el momento en que su hija puso en manos de la vieja Calista dos de sus mejores vestidos confeccionados con fina seda Venusiana, los cuales había adquirido hace dos años en el planeta de la belleza y las artes, cuando aún gozaba de los beneficios de ser la amante favorita del Rey Geo.

—¡Pero no se te ocurra decir que son de mi hija y que soy yo quien te manda a venderlos o te echo a la calle!— Amenazó Lady Serenity—¿Escuchaste?

—¡No le hables así a Calista, madre!— Exclamó molesta Lady Serena—Agradecidas deberíamos estar de que siga con nosotros.

Lady Serenity se sintió herida en su orgullo cuando las palabras de su hija le recordaron como uno a uno todos los sirvientes los habían dejado para trabajar con nobles que aún mantenían su fortuna o mercaderes acaudalados. Todos menos Calista, aunque ignoraban si no se iba porque a su avanzada edad se le dificultaba encontrar trabajo o por verdadera lealtad a los Moon.

De pronto, se escuchó un golpe en la puerta, y Lady Serena se dirigió a abrir, dando así fin a la discusión, aunque no tardó mucho en volver.

—¡Mamá, ha llegado una carta de Jaedite!

Lady Serenity arrebató el sobre de las manos de su hija, y rápidamente la abrió para encontrarse con dos pergaminos. El primero, uno color rojizo con letras que parecían destellos de fuego, el cual descubrió que se trataba de una invitación de boda, pero no cualquier boda, sino una que se realizaría en poco menos de un mes, y en la cual el novio era nada más y nada menos que su primogénito.

—¡Tu hermano será Emperador!— Gritó llena de júbilo Lady Serenity

—¿Qué?—La miró su hija desconcertada

—¡Qué tú hermano se casa en un mes con la princesa de Marte!— Exclamó Lady Serenity extendiendo la invitación a su hija sin percatarse de que otro pergamino había caído de sus manos.

Lady Serena tomó la invitación, y mientras la leía, Lady Serenity no desaprovechó la oportunidad para ensalzar a su primogénito y desdeñar a su hija.

—¡Deberías aprender aprender de tu hermano!—Exclamó Lady Serenity —Si fueras un poquito más astuta ya habrías logrado convertir al príncipe Endymion en tu prometido, sin embargo sigue pasando de ti.

Lady Serena no pudo ocultar la expresión de tristeza en su rostro, sin embargo, no habían prestado atención a qué la vieja Calista se había inclinado para tomar el pergamino que había caído de manos de su ama, hasta que fueron sus palabras las que interrumpieron el momento de alegría de esta.

—Lady Serenity, se le resbaló este pergamino

Lady Serenity arrebató aquel pergamino de las manos de la vieja Calista, y entonces reconoció aquella caligrafía. Era una carta de Jaedite acompañando la invitación a su boda.

Querida madre:

¿Qué crees? ¡En un mes me caso con la princesa de Marte!

Así es madre, desde ayer que llegué a Marte la misma princesa me propuso casarnos en un mes, así que con suerte en un tiempo no muy lejano seré el Emperador del planeta de fuego.

Sólo hay un detalle. Según el Emperador los costos de la boda deben correr por cuenta del novio, así que por favor, necesito que me prestes quinientos mil argentum.

Sé que puede parecerte mucho dinero, pero ten en cuenta que no me estoy casando con cualquier mujer, sino con una princesa heredera, así que el Emperador Takahashi quiere una boda llena de lujo, pues piensa invitar a todos los monarcas del sistema solar interior y a las casas nobles más importantes.

Por favor madre, necesito que me mandes el dinero a más tardar en una semana. Sabes que tan pronto como me convierta en príncipe imperial mi situación mejorará, y por tanto la tuya y la de mi querida hermana.

Con amor.

Tu hijo Jaedite.

—¿Qué sucede, madre?— preguntó Lady Serena al ver que la expresión de felicidad de su madre había desaparecido de su rostro para dar paso a una de furia.

—¡Este idiota!— Refunfuñó— ¿De dónde demonios piensa que voy a sacar quinientos mil argentum?

Un golpe en la puerta llamó nuevamente a la puerta de los Moon, y Lady Serenity suplicó en silencio al universo o cualquier deidad sin nombre que se tratara del Rey Geo.

—¡Deja los vestidos aquí y ve a abrir, Calista!— Ordenó Lady Serenity

—Lady Serenity, la buscan dos recaudadores de Hansford Castle Bank—Anunció poco después la sirvienta —¿Los hago pasar?

Lady Serenity se puso nerviosa al escuchar de boca de Calista quienes eran sus visitantes. Hubiera querido negarse a recibirlos y mandarles a decir que no estaba, pero sabía que eso podría ser peor, pues los representantes de Hansford Castle Bank en aras de obtener su pago eran capaces de destruir la reputación de sus morosos, recurrir al embargo y despojarlos incluso de sus títulos y tierras.

—Hazlos pasar.

Calista siguió la orden de su ama, y poco después regresó a la sala seguida de dos hombres vestidos con largas túnicas negras y capas con capucha, además de un ancho cinturón con una gran hebilla de la que les colgaban bolsas con monedas y documentos.

—Buenas tardes, honorables caballeros— Saludo Lady Serenity tratando de no mostrarse nerviosa— ¿A qué debo su honorable visita?

—Buenas tardes, milady— Saludo uno de los hombres— Mi nombre es Patroclo Anetakis, recaudador de Hansford Castle Bank— Se presentó el hombre— Estoy aquí debido al incumplimiento de pago que tienen usted y el duque Jaedite Moon desde hace seis meses.

—Si me lo permite, la próxima semana podría darles un adelanto del pago y hacer un acuerdo para…

—¡Lady Serenity, no venimos para hacer un acuerdo de pago!— La interrumpió el hombre— No ha dado ni un solo pago desde hace seis meses, y de cualquier manera debía haber liquidado hace dos semanas— Le recordó el hombre mientras le extendía un pergamino— Necesito que a más tardar la próxima semana liquide su adeudo o entonces procederemos a un embargo y ha realizar una subasta.

Lady Serenity sintió un escalofrío al escuchar las palabras del recaudador, pues sabía que Hansford Castle Bank siempre cumplia sus amenazas; y que no se andaban con miramientos a la hora de cobrar las deudas, sin embargo, ella no se podía permitir aquello, pues el hecho de que le embargaran bienes y que después fueran subastados sería demasiado humillante. Algo que la convertiría en la comidilla de Terra, y que además, haría que la alta nobleza la mirara con desdén.

—En una semana tendrá la totalidad de su pago— Dijo con una falsa seguridad que estaba lejos de sentir.

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Aquella mañana tras el desayuno en el castillo Imperial de Marte, Jaedite salió a dar un paseo con su prometida y Andrew Hansford; sin embargo, la charla que estaba centrada en la boda de Rei no hacía más que estresarlo, pues parecía que a cada minuto a su prometida se le ocurría alguna cosa para la boda que no hacía mas que aumentar la cantidad de dinero que necesitaría.

De pronto, el mensajero imperial se acercó a ellos, anunciando una noticia que hizo que por un momento el estrés lo abandonara.

—Princesa— Se inclinó el mensajero ante Rei— Disculpe que la interrumpa. Ha llegado una carta con carácter de urgente para el duque Moon.

Jaedite tomó la carta, y cuando en el sobre miró escrito el nombre de su madre sonrió, pues suponía que su madre le escribía para decirle que dentro de poco le enviaría el dinero que necesitaba, así que de inmediato la abrió y comenzó a leer:

Querido Jaedite:

¿Qué crees? El día de ayer se presentaron los recaudadores de Hansford Castle Bank en nuestro hogar exigiendo la totalidad del pago para dentro de seis días.

¿Sabes lo que sucederá si no realizamos el pago?

Supongo que bien ya lo sabes, pero te lo recuerdo. De no realizar el pago procederán a embargarnos y seremos la comidilla de la sociedad. Entonces si no podrás pagar la boda y ninguna noble de buena familia querrá emparentar con nosotros.

Vende el palacete que compraste en Júpiter, algunas de tus prendas, tu nave o quizá tu título de duque porque dudo que vendiendo los vestidos de tu hermana nos alcance.

Tu madre

Tras terminar de leer la carta terminó más estresado de lo que ya estaba, pues si su madre no tenía la manera de conseguir el dinero que necesitaba no podría pagar la boda. Por supuesto podría recurrir a vender el palacete que había comprado en Júpiter, aunque como aún no lo terminaba de pagar no le darían ni la mitad de lo que valía, y si lo hacía, debía decidir entre si pagar los gastos de la boda o a Hansford Castle Bank, una decisión difícil, pues de no pagar los caprichos que Rei estaba exigiendo para la boda, ya lo había amenazado con romper el compromiso sin dar marcha atrás; pero si no pagaba el adeudo a Hansford Castle Bank su reputación se vería perjudicada, y entonces no se podría casar ni siquiera con la hija de algún duque o conde adinerado.

—¿Esta todo bien, cariño?— Preguntó la princesa Rei

De inmediato, Jaedite guardó la carta dentro de una de las bolsas ocultas del hakama de su kimono masculino.

—¡Claro!

—También a mi me pareció que algo iba mal—Comentó Andrew— Digo, te pusiste pálido. Pensé que algo le había pasado a tu familia.

El comentario de Andrew Hansford molestó a Jaedite Moon, pues sentía un gran desprecio por aquellos nuevos ricos que habían ido surgiendo en los últimos años, pues compartía la idea de muchos nobles de que alguien que no era de linaje noble no merecía poseer más riqueza que alguien de buena familia; sin embargo, Andrew Hansford era muy apreciado por la familia de su futuro suegro, y como si el destino quisiera burlarse de él en su cara, era con el Hansford Castle Bank con quien su familia estaba endeudada, así que tuvo que poner buena cara y seguir fingiendo que le agradaba su compañía.

—Solamente me escribieron para felicitarme por la boda.

De pronto, la charla de los tres jóvenes se vio interrumpida por una de las sirvientas del castillo.

—Princesa, disculpe que la moleste, ha llegado la modista que va a hacer sus vestidos de novia así que la requieren en sus aposentos para tomarle las medidas.

—¡Excelente!— Exclamó Rei, quien enseguida dirigió su mirada a Andrew y a su prometido— Jaedite, Andrew. Los voy a tener que dejar un momento a solas. Los dos ya conocen el castillo y sus alrededores así que no se van a perder. Ahora vuelvo.

Quedarse a solas con Jaedite, era algo que por supuesto no hacía feliz a Andrew, pues aunque había fumado hikarigara para tratar de controlar sus emociones, tenerlo de cerca sólo le provocaban ganas de electrocutarlo, sin embargo, si quería vengarse no debía perder el control, asi que trato de fingir como si la compañía de Jaedite fuera de su agrado.

—¿Nervioso por la boda?— Le preguntó Andrew al duque Jaedite

—Un poco— Respondió el duque—¿Tú no lo estarías? Digo, en todo el sistema solar interior se rumora que te vas a casar con la princesa de Júpiter.

—No— Respondió, y antes de continuar fumó un poco de hikarigara — Bueno, hasta hace lo que si me preocupaba era cómo sobreviviré hasta el día de la boda— Mintió Andrew— Quiero darme una gran despedida de soltero antes de casarme pero mi padre no me dará ni media moneda de verdeoro para que me lo gaste en eso que llama libertinaje.

—No creí que el dueño de Hansford Castle Bank fuera tan conservador.

—Afortunadamente Hansford Castle Bank no es la única institución que presta dinero— Comentó Andrew— Solicite un préstamo en Emerald Hight Society Club y con eso pienso darme una gran despedida de soltero durante un año.

—¿En el Emerald High Society Club?—Preguntó Jaedite interesado— No creí que ahí hicieran préstamos como si se tratara de un banco.

—Si los hacen— Respondió Andrew— Y lo mejor es que no piden tantos requisitos como el banco de mi padre.

Para Andrew no paso desapercibido como los ojos del duque Jaedite Moon brillaban ante aquella noticia, y tuvo que contener las ganas de sonreír de puro gusto al notar como el plan que tenía en mente parecía estar saliendo como lo esperaba.

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Al siguiente día de enterarse de que Haruka debía huir lo más pronto posible de Júpiter, Lita se reunió con ella en el bosque a la hora de siempre, aunque esta vez no para entrenar como solían hacerlo, sino para hacerle saber del trato que había hecho con Lady Hildrud y Wanda.

—Wanda me aseguró que en máximo tres días conseguirá la llave del brazalete y mis pendientes— Dijo Lita—Pero tenemos que estar preparadas por si los consigue antes— Añadió— Thorakar no sabe hablar, pero por alguna razón me entiende, así que si llegada la hora no puedo ir a buscarte te mandaré una carta con él.

Thorakar, que estaba a su lado lanzó un graznido, y aunque parecía molesto, Lita lo ignoró.

—También conseguí ruda y mandrágora para las dos— Comentó Lita entregándole a Haruka una pequeña bolsa que contenía suficiente de aquellas plantas prohibidas.

—¿Y eso para qué?

—En caso de ser violadas con esto evitaremos un embarazo—Explicó Lita—Y por cierto ¿Conseguiste los cinturones de castidad?

—Sí— Respondió Haruka— También he estado mandando a mis sirvientes a vender algunas de mis prendas y mis adquisiciones más valiosas porque necesitaremos llevar suficientes monedas de verdeoro para lo que se necesite en la travesía— Dijo Haruka— Pero ya que hablamos de eso. ¿Has pensado a dónde y cómo preferirías que huyéramos? Ya mandé una carta a Samir pero no sé si le llegue a tiempo. Nuestras únicas opciones serían viajar hasta el Satélite Ganimedes para abordar una nave comercial pero son dos días de viaje hasta ese satélite, además no sabemos cuánto tendremos que esperar cuando salga alguna nave y sin contar con que hay muchas revisiones así que podrían atraparnos— Explicó Haruka— La otra opción es atravesar un vórtice natural, pero aunque el riesgo de que nos atrapen es menor podemos salir heridas o morir.

Lita se quedó pensativa un momento analizando sus opciones. Sabía que si optaban por tratar de abordar una nave comercial le darían suficiente tiempo a su padre para que la encontrara; pero por otro lado, la idea de atravesar uno de los dos vórtices naturales que había en Júpiter tampoco se le antojaba, pues uno de ellos llevaba a Marte y otro a Saturno.

—¿Y si sobornamos a alguien que tenga una nave privada que quiera hacer el favor de sacarnos de aquí?

—¿Cómo a quien?— Cuestionó Haruka— Estuve averiguando y en todo Júpiter sólo hay tres familias que tienen naves comerciales. Una de ellas es la familia real, otra de ellos es Lord Bran de Aitne que es hermano de la Reina y Arthur Hansford y su hijo, tu casi cuñado.

—Me daría miedo caer en medio de uno de los volcanes de Marte— Soltó Lita más para sí misma.

—Ciertamente Saturno tiene un clima más agradable pero están en guerra con Plutón, hacen sacrificios para honrar a su sagrada diosa, está cerca de Urano y seguido cancelan los viajes al exterior— Dijo Haruka— Lo único bueno del sistema solar exterior es Neptuno. Desde ahí podríamos pedir asilo político en Venus pero llegar a Neptuno implica atravesar Saturno y Urano, y te recuerdo que en mí planeta les encanta secuestrar extranjeras para convertirlas en concubinas del Sultán.

—Parece que Marte es nuestra única opción— Susurró Lita

—Pues sí —Dijo Haruka— Es cierto que es un planeta árido e inhóspito, pero irónicamente a pesar de eso y que idealizan la guerra es un lugar más seguro para nosotras. En Marte no hacen sacrificios como en Saturno, no raptan mujeres como en Urano y si respetamos sus costumbres no nos harán la guerra—Explicó Haruka— Una vez que estemos ahí quizá sea más fácil contactar a Samir, y si en Venus no nos aceptan podemos establecernos en Terra que es similar a Júpiter.

Lita suspiró al escuchar el nombre del tercer planeta. Ese donde su amado Lord Neflyte Sweeney vivía, y que alguna vez soñó que sería su hogar.

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Después de que la nave del duque Jaedite Moon desapareciera de la vista de la princesa Rei, ella dejó de fingir ser la novia feliz que no era, y frente a Andrew, volvió a hablar con todo el rencor que albergaba dentro de su roto corazón.

—No va rumbo a Terra como dijo—Comentó Rei— Ayer por la tarde antes de que me dijera que partiría el fuego me dijo que el traidor partió a Júpiter— Dijo Rei tratando de ocultar su dolor—Seguro va a revolcarse con esa.

Andrew esbozó una maliciosa sonrisa que desconcertó a Rei.

—¿Qué te hace gracia?

—Dudo que vaya con el propósito de revolcarse con mi flamante prometida—Dijo Andrew— Seguro su urgencia es conseguir dinero para pagar sus deudas al banco de mi padre y los gastos de la boda.

—¿Desde cuándo haces préstamos en tu club?— Preguntó Andrew

—No hago préstamos pero le hice creer al duquesito que sí —Respondió Andrew—El será el primero.

—Eso si no me lo esperaba—Comentó Rei— Siempre creí que terminarías dedicándote de lleno a la pintura o a escribir.

Y ciertamente, dedicar su vida a pintar y escribir había sido el sueño de Andrew durante muchos años, pues al ser el segundo hijo de Arthur Hansford no esperaba heredar Hansford Castle Bank.

Sin embargo sus dos hermanos habían muerto, y su padre le había exigido estudiar derecho Intergaláctico para convertirse en jurista y conseguirle un puesto en el parlamento, algo que Andrew había aceptado ante la amenaza de su padre de desheredarlo.

Tras graduarse, descubrió que aunque en la teoría le había gustado el derecho, en la práctica no le gustaba tanto; sin embargo, los conocimientos adquiridos en su formación así como su pasión por la pintura, la literatura y el buen comer fueron los que lo impulsaron para fundar Emerald Hight Society Club, y al ver cómo se enriquecia desplumando nobles terminó descubriendo que era bueno en los negocios.

—Quizá terminó haciéndome banquero como papá—Dijo Andrew

—Eres su único hijo. ¿A quién más podría heredarle el banco?

—O quizá termino fundando el mio—Respondio Andrew—Por lo pronto iré a despedirme de tu padre. En un par de horas emprenderé un viaje a Júpiter. Necesito ir a ver cómo está todo en el Emerald Hight Society Club, redactar el contrato que me va a firmar el duque Jaedite y hablar con el jurista que estará con él cuando firme los documentos.

—¿Y si te encuentras con la princesa Wanda?

—Pretendo llegar de noche para no ser visto—Respondió Andrew—Solo estaré un par de horas y después regresaré a Marte, y quizá en una o dos semanas viaje a Terra porque pretendo abrir una sucursal del Emerald Hight Society Club allá.

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La princesa Wanda sintió un escalofrío cuando después de mucho tiempo se adentró en el imponente mausoleo donde descansaban los restos de su difunta abuela paterna, quién dicho sea de paso, había sido la Reina consorte anterior.

Sin embargo, su nerviosismo no era por estar en ese lugar, sino por el hecho de lo que pretendía hacer.

—Wanda, tengo miedo—Susurró Lady Hildrud.

De pronto, ambas escucharon el sonido de algo cayendo, y lanzaron un gritó de terror. Tras ese ruido, no escucharon nada, pero Wanda, con mirada aterrorizada recorrió el lugar con la mirada.

Las finas paredes de mármol seguían intactas tal como las recordaba, sin embargo, sentía como si las pinturas y estatuas en honor a la diosa Deméter que adornaban el lugar la estuvieran mirando.

—¡Es pecado profanar una tumba, Wanda!—Insistió Lady Hildrud—¡Y sí…

—¡Ya cállate!— Le interrumpió la princesa Wanda—Es la única manera de evitar caer en la deshonra, así que si quiero que la maldita bastarda me consiga la ruda y la mandrágora no puedo dar marcha atrás.

La princesa Wanda se acercó a aquel sarcófago de piedra rodeado de flores y preciosas esmeraldas. Antes de abrirlo, volteó a ver una pintura en la que habían plasmado la belleza de la que su difunta abuela gozó en la juventud, y sintió como si los ojos verdes esmeralda de la fallecida reina la miraran con reproche, los cuales para variar eran idénticos a los de su padre y a los de Lita.

—¡Ayúdame a abrir el sarcófago!— Exclamó la princesa Wanda.

Lady Hildrud, con toda la repulsión que le causaba, se hincó a un lado de Wanda, y tras varios minutos de arduo esfuerzo, lograron removerlo un poco, hasta que entonces de este emanó un olor putrefacto que provocó que a Lady Hildrud le dieran arcadas.

La princesa Wanda echó un vistazo, y entonces vio el esqueleto de su difunta abuela ataviado con el elegante vestido color carmesí con el que le habían dado sepultura, y entre los huesos de sus manos, una brillante llave color dorada

—¡La llave está entre sus manos!—Exclamó la princesa—¡Tómala, Hildrud!

Lady Hildrud se asomó a través del sarcófago, pero tan pronto como se asomó se hizo a un lado y comenzó a vomitar.

La princesa, al temer que fueran a descubrirlas, metió la mano, y soportando el miedo y el asco tomó la llave y rápidamente la sacó.

—¡Ahora vámonos!—Exclamó Wanda

—¿No vamos a cerrar el sarcófago?—Preguntó Lady Hildrud

—¡Al diablo con el sarcófago!—Soltó Wanda—¡Todos creerán que fue Lita!

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Lita como de costumbre se encontraba en la cocina preparando la cena, soñando despierta con que pronto alcanzaría su tan anhelada libertad cuando de pronto Lady Hildrud se atrevió a poner sus nobles pues en la cocina, algo que la sorprendió tanto a ella como a Gertrud.

—¿Le puedo servir en algo, Milady?—Ofreció Gertrud

—Lita, necesito hablar contigo—Ordenó Lady Hildrud ignorando a Gertrud

Lita siguió a Lady Hildrud a una distancia lo suficientemente lejos de la cocina como para no ser escuchadas, y entonces Lady Hildrud habló.

—Hemos conseguido la llave del brazalete—Susurró Lady Hildrud

—¡Dámela entonces!—Pidió Lita emocionada.

—Por tu seguridad no te la daremos aún —Dijo Lady HIidrud —Te quitaremos el brazalete por breves segundos cuando vayas a invocar a las plantas.

Lita trató de disimular sus ansías y la rabia que le provocó aquel comentario.

—De acuerdo—Dijo Lita—Solamente recuerda que si me están mintiendo y lo que quieren es prevenir un embarazo o provocar un aborto entre más rápido mejor—Agregó Lita tratando de infundirle miedo.

Lady Hildrud enrojeció, y en su rostro, Lita vio un atisbo de molestía.

—¡La queremos por mis cólicos!

—No necesita darme explicaciones milady—Dijo Lita— También le comento que para hacer la invocación entre más cerca esté de la naturaleza será mejor.

—Entonces mañana en cuanto se ponga el alba pasa a los aposentos de la princesa—Dijo Lady Hildrud — De ahí partiremos al bosque. Será una buena hora para evitar ser vistas y no es tan peligroso como salir de noche

—De acuerdo, Milady—Respondió Lita con una sonrisa fingida.

Cuando Lady se retiró, Lita regresó a la cocina, y entonces, Fiona que había llegado en su ausencia posó su mirada en ella.

—Ahí la tienes—Dijo Gertrud a Fiona.

Lita notó que Fiona la miraba de manera extraña, como si algo le preocupara.

—Señorita Lita, el Rey la espera en la sala del trono.

Lita sintió un escalofrío recorrerla cuando escuchó las palabras de Fiona, pues su padre jamás reparaba en ella, a menos que fuera para castigarla o golpearla por algo que a sus ojos había hecho mal, algo que no ocurría desde hace dos años, sin embargo no podía negarse a la petición de su padre, así que a pesar de sentir que algo iba mal se dirigió a la sala del trono.

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Al llegar a aquel salón que era la sala del trono, las imponentes puertas con grabados del escudo Joviano fueron abiertas por dos de los guardias, y Lita, con paso tembloroso ingresó al salón.

Tras entrar, lo primero que vio fue a su padre sentado en el fino trono, el cual estaba labrado en oro y tenía ramas de olivo entrelazadas, a su lado a la reina consorte, pero entonces, lo que provocó que Lita temblara de miedo y rabia fue ver qué junto a ellos se encontraba el protagonista de sus peores pesadillas: Lord Aren Campbell.

—Ahí la tienes sobrino— Comentó el Rey

Lita, al escuchar las palabras de su padre sintió que el corazón comenzaba a latirle con más fuerza, las manos comenzaron a sudarle, y respiró hondo para no llorar de rabia y que no percibieran emoción alguna en ella.

—Acepto— Respondió Lord Aren mientras la miraba con aquella asquerosa lascivia con que siempre la vio.

—Puedes retirarte—Ordenó el Rey

Lita se dio media vuelta, y con pasó apresurado salió del salón de tronos, olvidando incluso hacer la reverencia que debía hacer antes de desaparecer de la vista del Rey.

Sabía que la presencia de Lord Aren Campbell en el castillo no podía significar nada bueno para ella, y que debía huir cuánto antes, pero apenas llevaba unos pasos fuera cuando escuchó la voz de la Reina.

—Lita, espera un momento.

Lita se llevó la mano a la bolsa oculta de la falda de su vestido donde escondía una cimitarra que le había regalado Haruka por si acaso.

—Di… Dígame ma…majestad—Susurró con un hilo de voz

—Hueles a res y manteca—Le dijo la reina—Ve a tus aposentos a ducharte. En un momento te mandaré con que vestirte.

—Aun no he terminado la cena, majestad.

—Esta noche tienes una tarea más importante que cocinar—Le dijo la reina— Está noche estarás en los aposentos donde se hospeda mi sobrino Aren y más te vale que seas complaciente.

Lita sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. Estaba asustada, pues aunque había aprendido a pelear, en el castillo eran todos contra ella, y además ella era la única con un impedimento para usar sus poderes.

La reina, al ver las lágrimas bajar por sus mejillas soltó una risa burlona.

—¡No seas ridícula!— Le Exclamó — No es como si fueras una virginal doncella y bien sabemos que no es el primero.

Al escuchar aquellas palabras, Lita quiso írsele encima y encajarle la cimitarra, pero sabía que no era el momento ideal para atacar, así que asintió y se dio media vuelta para retirarse a la planta alta, aunque con la firme decisión de que ni esa noche ni ninguna otra permitiría que Lord Aren volviera a tocarla, aunque eso implicara matar o morir.

¿Bueno?...¿Qué les pareció el capítulo, mis queridísimos lectores?

Yo espero que les haya agradado, aunque a mí se me dificultó escribirlo, pero por dicha terminé satisfecha con el resultado.

Sólo para aclarar y recordarles, este Lord Aren Campbell que se quiere acostar con Lita es el mismo tipo que apareció en sus recuerdos un par de capítulos atrás. Es el mismo del que la salvó Haruka.

Y pues bueno, finalmente muchas gracias a los lectores asiduos: Hospitaller Knight, Maga del Mal, Abel Gregov, Jahayra, ryoluk832 y Athena que por primera vez se animó a comentar.

Lectores anónimos, anímense a dejar un comentario. Les juro que no muerdo.

En fin. Espero todos ustedes que me leen tengan un grandioso y bonito fin de semana.

Edythe