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El verano pasó con rapidez y todo pareció ir bien. Garou se había ido a competencias en ciudades de todo el distrito, paseaba de dojo en dojo buscando contrincantes. Siempre se aseguraba de enviar mensajes aleatorios o fotos acompañadas de quejas sobre lo aburrido que era todo, preguntando sobre su día y sobre qué haría el resto de las vacaciones sin él.
Superando su remordimiento y el entusiasmo en su corazón, Badd tardaba demasiado en responderle, admitiendo que trataba de ignorarlos a propósito. Se suponía que este distanciamiento sería lo que haría desaparecer sus sentimientos. Era increíble que, ni siquiera porque Garou estuviera fuera de la ciudad, Badd no pudiera dejar de pensar en él.
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Las vacaciones terminaron y Garou en ningún momento mencionó algo de su nueva escuela. En cierta parte esto le alegraba a Badd porque el simple hecho de recordar el no tenerlo cerca le dejaba un enorme vacío. Sus días ya eran lo suficientemente complicados, no necesitaba torturarse más.
El primer día de clases Badd buscó su nombre en el salón asignado y se dio cuenta que no conocía a la mayoría de sus compañeros.
En verdad iba a ser un nuevo comienzo.
A pasos lentos y pesados, Badd entró y se sentó en la butaca más lejana de la multitud esperando que el año escolar pasara rápido y tranquilo. No tener a Garou cerca le hacía sentir melancólico pero también un poco aliviado, ya no tendría que estar en alerta todo el tiempo. Por fin podría quitarse la máscara y el disfraz por un tiempo.
Veinte minutos después de haber iniciado la clase, Garou llegó con tanta prisa que casi se estrelló contra la puerta. En su mano había un papel. —Tengo un justificante de administración o lo que sea, dijeron que podría incorporarme en este grupo desde hoy.
Badd casi saltó de su butaca al verlo entrar al salón de clase, amedrentar al compañero del asiento de alado y tomar su butaca, sentándose justo a su lado.
—¿Me extrañaste? —Bromeó Garou limpiándose el sudor de su frente. —Por poco y creí que no llegaría, el autobús tardó demasiado en llegar y la secretaria no quería decirme en qué salón estabas.
La clase continuó y, cuando la maestra se giró hacia el pizarrón, Badd se encorvó con una mano en su boca, susurrándole por lo bajo sobre qué mierda hacía él ahí.
Garou entonces desvió su vista y comenzó a balbucear cosas sobre "dojos llenos de perdedores, una pérdida de tiempo", "el viejo Bang dijo que lo visitara seguido" y un "pude hacer mi cambio a último momento y aproveché para escoger este grupo, ¿qué casualidad, no?"
Badd sintió su ceño fruncirse y nariz arrugarse. —Eso es una estupidez ¿Qué hay de Bomb?
—Oh, ¿él? Se molestó al ver que no tenía interés en seguir las reglas de su estúpido estilo de lucha.
—¿Es en serio? ¿Por eso decidiste venir a molestarme aquí?
Garou rió burlesco.
Eso llamó la atención de la profesora, quien los miró mal y llamó su atención. Badd trató de recomponerse, no quería ser mandado a dirección en su primer día y mucho menos por algo que realmente no podría explicar, sino maldecir en su interior con todas sus fuerzas y, al mismo tiempo, colmarlo de felicidad. Tener a Garou lejos era un alivio, pero tenerlo justo a su lado por otros tres años era... dicha pura.
Por su parte, Garou lucía incluso más animado. Él siempre había sido el más expresivo y ruidoso de los dos. Cuando la maestra se dio la vuelta al pizarrón, Garou aprovechó para acercarse al oído de Badd y susurrar. —Quería estar cerca de ti.
Dicho eso, Garou se recompuso en su asiento con una mirada aburrida al frente y sus manos ocupadas fingiendo tomar apuntes.
Badd, por otro lado, se quedó atónito sin saber cómo reaccionar a eso. Su corazón latió a más no poder por el resto de la clase.
En verdad, él había extrañado demasiado a Garou.
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Sin perder tiempo, Garou se unió al pequeño club de artes marciales de esa preparatoria. No era tan bueno y equipado como los de las preparatorias fuera de la ciudad a las que había sido invitado, pero él afirmaba que le daba igual. Tal y como se esperaba, siendo el oponente fuerte que era, rápidamente demostró tener gran habilidad al punto se ser reconocido como un prodigio en el campo y comenzar a ganar popularidad en toda la escuela. El chico de primer año que en su primer bimestre ya estaba listo para competir en las grandes ligas del distrito.
Badd trató de mantenerse al margen de las peleas y los clubes escolares, necesitaba el mayor tiempo libre posible para ir a casa temprano con Zenko.
Garou comenzó a ser conocido por rumores sobre ser un busca pleitos y eso provocó que de vez en cuando varias pandillas fueran en su búsqueda para averiguar si él era tan fuerte como se decía. Badd rodaba sus ojos al escucharlos llegar, era obvio que Garou les patearía el trasero.
Y si no, Badd lo haría.
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Los cuerpos de Badd y Garou crecieron con bastante rapidez y gracias al ejercicio los músculos que ambos poseían se fortalecieron y dieron mucho de qué hablar. Badd tenía hombros anchos y piernas fuertes. Por otro lado, Garou estaba más tonificado, era mucho más flexible y ágil, también lo había superado en altura. Su cabello blanco creció mostrando un peinado que lo hacía ver más intimidante y su rostro se volvió más afilado. Él era muy apuesto y todos lo sabían. Su actitud altanera y rebelde era lo único que lo limitaban a ser más popular entre el resto de grupos.
Sin embargo, hubo un par de chicas que en el segundo semestre le confesaron su amor y fueron rechazadas, otras que se limitaban a dejar cartas en su mochila o chocolates en su butaca y sólo algunas que intentaron coquetear con él y fueron ignoradas.
Badd no podía culparlas, era de esperarse. Sólo había que ver pelear a Garou una sola vez para darse cuenta de lo tenaz que era.
—¿Nunca has tenido novia? —Preguntó uno de sus compañeros en el vestidor de hombres, cuando se preparaban para ponerse de nuevo su uniforme luego de la clase de deportes.
Garou alzó una ceja. —¿Debería?
—Dicen que eres popular entre las chicas.
—Nah, es puro sensacionalismo.
—Deberías aceptar al menos a una, es muy cruel rechazar a todas.
—Es una pérdida de tiempo.
—¿Es porque ya te gusta alguien?
Y el corazón de Badd se detuvo en el acto. Sintió su rostro palidecer y sus manos temblar, el sudor frío recorrió su frente mientras lentamente volteaba a ver hacia Garou, conteniendo su respiración.
Garou se mantuvo mirando su mochila a medio cerrar. —No. —Dijo él con frialdad.
Badd no pudo evitar suspirar aliviado y eso lo hizo sentir peor. Era tan patético e insoportable.
Los chicos rieron y algunos le sugirieron la idea de salir con algún grupo de chicas el fin de semana. Garou se limitó a rodar los ojos e ignorarlos, dirigiéndose hacia donde estaba Badd. —¿Nos vamos?
Tratando de no verse torpe, Badd asintió y terminó de acomodarse sus zapatos para seguirlo por detrás.
—¿En verdad no te gusta nadie? —Preguntó Badd y no sabía por qué necesitaba hacerlo, quizás sólo para estar seguro. Dentro de él había una tormenta de miedo y angustia que necesitaba ser calmada. En verdad había muchas chicas lindas en esa preparatoria. Garou era perseverante, él podría conseguir salir con quién se lo propusiera.
Garou lo miró de reojo sin mucho interés. —¿Te importa?
Y eso tomó por sorpresa a Badd quien de pronto se sintió descubierto. Él hizo lo mejor que pudo para mostrarse renuente antes de negar con la cabeza. —Idiota, sólo era una duda, lo que pasa es que no recuerdo que alguna vez te haya gustado alguien.
Garou hizo una mueca y chistó la lengua. —Bueno, no es como si pudieras reclamarme. Tú nunca me dijiste quien era la chica a la que te le declaraste.
El corazón de Badd se oprimió. Él en verdad no quería hablar deeso. Él apretó sus labios y sus puños, esperaba que para ese punto Garou ya lo hubiera olvidado. —Eso no responde a mi pregunta. —Masculló por lo bajo, dudoso sobre seguir insistiendo con el tema.
Entonces Garou volteó a verlo y le sonrió de lado, su mirada permaneció sobre él un poco más de lo necesario, de lo normal. —La verdad es que, creo que yo tampoco estoy hecho para tener una novia. —Garou le guiñó un ojo y luego soltó una carcajada adelantándose en el camino, dándole la espalda.
Él comenzó a alejarse con prisa y Badd se detuvo expectante.
¡¿Qué carajos?!
Una muy pequeña, apenas perceptible, esperanza nacía dentro de él. Podía sentirla revolotear en su interior como una luz cálida, una estrella lejana.
Garou le gritó que si planeaba quedarse ahí parado como imbécil o iba a seguirlo
Y Badd lo siguió, porque ir tras él es todo lo que siempre terminaba haciendo de todas formas.
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El tiempo transcurrió bañado en un conjunto de momentos muy lentos y otros muy rápidos. En un parpadeo, ya era Año Nuevo y el deseo de Garou de nuevo había sido ser más fuerte.
El de Badd era la felicidad de su hermana y, muy en el fondo de su corazón, ahí donde la luz no llega y las mentiras blancas no eran suficientes, deseó que Garou hablará en serio con eso no estar interesado en tener una novia.
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A pesar de haber tratado de reprimir su curiosidad en caso de que, sólo por si acaso, eso provocara mal entendidos o sospechas mal fundamentadas, principalmente porque Badd a veces se sentía más paranoico de lo necesario, al final la curiosidad venció.
—¿Qué hiciste con el botón?
Garou no dio respuesta y Badd mantuvo fija su mirada molesta hasta que él ya no pudo seguir fingiendo que no lo había escuchado.
—¿Ah? ¿Qué botón?
—Mi botón, idiota. El botón de mi uniforme de secundaria, no me lo has devuelto.
—Ah, es porque no te lo voy a regresar.
—¡¿Qué?!
Una risa altanera salió de Garou antes de seguir hablando, burlándose más bien. —Lo tengo guardado en un lugar muy preciado. Tu corazón está en buenas manos.
Badd rechinó los dientes y trató de golpearlo sin mucha fuerza, fallando ante la risa molesta del contrario. Finalmente rodó los ojos y suspiró, dando por perdido ese botón.
A decir verdad, no sabía por qué quería recuperarlo si eso sólo era un mal recordatorio para él. Quizás sólo era que no le gustaba la sensación de que Garou se quedara con una parte de él. Aunque, de todas formas, él ya lo había hecho desde hace mucho sin saberlo. Así que no importaba si Garou bromeaba con que su botón era como su corazón porque él ya estaba jugando con ambos; él ya se había robado los dos, uno a propósito y otro sin saberlo.
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Dentro del primer semestre, se corrió un extraño rumor sobre un chico de tercer grado que había sido visto tomado de la mano con otro chico de una escuela vecina. La noticia escaló con rapidez como un chisme que sólo buscaba entretener pero que a Badd le recordó lo peligroso que era exponerse de esa forma y le ayudó a imaginar la clase de escándalo en la que se encontraría si no se esforzaba lo suficiente en ocultar sus sentimientos.
Como su bocota siempre fue más grande y sus palabras poco cuidadosas, Badd decidió aprovechar el rumor para indagar en la forma de pensar de Garou. Quizás averiguar qué tanto de su casi extinta esperanza pudiera sobrevivir.
Como siempre, Garou se mostró desinteresado. —¿Y a mí qué me importa lo que otros hagan con su vida? Sólo son personas saliendo con otras personas o lo que sea.
Badd no supo cómo tomar eso pero parecía ser suficiente por el momento. Al menos Garou no tenía instintos asesinos o ganas de golpear a gente conesosgustos. En su mente la duda continuaba. Su frente debía estar más fruncida de lo normal porque Garou se le quedó mirando con curiosidad antes de preguntar.
—¿Y a ti?
—A mí no me agradan mucho esos chismes. —Respondió con rapidez y no mentía, él ha tratado duramente de ocultar sus sentimientos por años. No quería terminar en boca de todos como ellos.
—¿Qué harías si un chico se te declarara? —Soltó de la nada Garou.
Badd trató de que esa hipotética situación no le afectara demasiado. Garou era curioso, bromista en la mayoría de veces. Sabe que él sólo estaba buscando jugar pesado como siempre. Pero Badd no podía evitar sentir que su siguiente respuesta estaba cargada de una tonalidad decisiva, casi paranoica. Badd no podía permitirse apoyar al chico de los rumores de forma abierta porque eso podría abrir camino a delatarse a sí mismo. Por lo tanto, la opción más segura era negarse completamente. Incluso si eso era un acto de suma hipocresía.
Poniendo la mejor cara de asco que pudo, Badd respondió con voz clara y fuerte. —Obviamente lo rechazaría. No me gustan los hombres.
Eso tampoco era mentira, a él solo le gustaba Garou.
—De hecho, la simple idea de que un hombre tenga esa clase de sentimientos por otro hombre me parece bastante ridículo. —Doloroso. Prohibido. Enfermizo. Badd sabía muy bien de lo que estaba hablando. —De cualquier forma, no es como si pudieran casarse o algo... así que no tiene sentido si terminan juntos o no.
—No seas tan exagerado. —Garou enserió su rostro. Intentó decir algo pero se detuvo. No le contradijo, mucho menos le dio la razón. De pronto pareció molesto con su respuesta. —Parece que estás bastante en contra de eso, ¿eh?
Un sabor amargo se esparció por la boca de Badd. Trató de remediar su comentario anterior y no pudo, así que se limitó a asentir en silencio. Por alguna razón, eso último no se sintió como una mentira. En verdad él deseaba no ser así, no sentirse de esa forma hacia otro chico, no tener que lidiar día a día con esa frustración. —Fuiste tú quien preguntó.
Garou afiló su mirada y escondió su rostro girando hacia el otro lado del camino, metiendo sus manos a las bolsas del pantalón. —Cierra la boca, fue simple curiosidad.
Después de eso, Garou no volvió a dirigirle la palabra el resto del camino. Badd le restó importancia y se permitió suspirar tranquilo para sus adentros, deseando con todas sus fuerzas que en verdad su imagen haya quedado lo suficientemente limpia de toda sospecha.
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El segundo semestre del primer año comenzó con un revuelo de emociones amargas.
Garou había perdido en la final de la competencia ante un chico de una preparatoria de un pueblo aledaño. Ni siquiera había sido una competencia a nivel nacional o de distrito, fue una simple pelea de nivel regional.
Badd no estuvo ahí pero los testigos decían que Garou había sido completamente humillado por un sujeto calvo que no sólo era un completo novato en artes marciales, sino que no le tomó más de dos minutos derribarlo tres veces seguidas.
Al día siguiente se había reportado enfermo y no se había presentado a clases. No respondía llamadas ni mensajes y cuando Badd fue a buscarlo a su casa, nadie respondió en la puerta.
En cuanto salió de la escuela, Badd lo buscó por todos los lugares que le vinieron a la mente y finalmente lo halló en el techo de la cabaña abandonada a las afueras de la ciudad, cerca de las montañas. Donde ambos solían jugar cuando eran niños.
Garou se veía destrozado, perdido, muerto en vida. —No pude vencerlo... —Dijo él en cuanto lo vio entrar. —Di todo de mí y ni así pude vencerlo.
Badd se sentó a su lado tratando de ser silencioso. Su amigo se veía realmente mal.
—¿Qué se supone que haré ahora? —Continuó Garou con voz seca.
—Sólo fue una competencia, aún puedes entrenar y vencerlo.
Su ceño se frunció, su cabeza comenzó a negar lentamente. —No lo entiendes, esa estúpida fuerza era simplemente ridícula.
Badd resopló con cierto enfado. —Bueno, entonces haz otra cosa. Pero no te menosprecies, Bang te sigue considerando el mejor alumno que ha tenido.
Garou soltó una ligera risa, agachó su cabeza y suspiró un poco más relajado.
Ambos permanecieron en silencio un largo rato después de eso. Garou en ese momento no necesitaba palabras, sólo alguien que le recordara que no estaba solo. Badd no podía darle una solución inmediata, pero podría intentar darle la paz que a él le faltaba.
La boca de Garou se abrió con lentitud, meditando sus palabras, luego pareció cambiar de parecer y volvió a suspirar. —Estoy cansado, me muero de hambre. —Dijo él finalmente.
Una sonrisa no pudo ser disimulada en el rostro de Badd, ya sabía que él diría algo así. Así que, ante los ojos sorprendidos de Garou, abrió su mochila y sacó un bento.
Sus ojos amarillos, brillantes y profundos, eran más perforantes de lo que recordaba y eso puso a Badd de nervios. Por eso rápidamente decidió entregarle el bento de forma brusca y después esquivar su mirada. —Hice uno para Zenko y aproveché en hacerte otro por si acaso... son sólo sobras así que no me lo agradezcas.
Garou abrió el bento con cuidado y lo contempló, ligeramente maravillado. Pese a estar destrozado por dentro, él parecía menos triste que cuando lo había encontrado ahí. Badd sonrió tenuemente, aliviado de verlo más recompuesto.
Entonces Garou regresó su mirada a él con un rostro más iluminado y una voz alegre. —Vaya sorpresa, ¿eh? Recorriste toda la ciudad para venir hasta aquí y encima trajiste comida. —Su sonrisa se amplió y comenzó a comer del bento como un animal, luego comenzó a hablar con la boca llena. —No te sorprendas si termino enamorándome de ti.
Garou lo dijo con gracia pero para Badd eso había sido un golpe duro en su estómago.
Garou enamorándose de él era algo que nunca podría concebir.
Su sonrisa se borró y sintió un hormigueo en su piel, su rostro comenzó a palidecer, tenía ganas de vomitar debido al nerviosismo. De nuevo esa enfermiza sensación.
—Ey, ¡ey! Badd, era una broma. Sólo eso. —Comenzó a decir Garou con prisa y su sonrisa desvanecida. Pasó su comida casi sin masticar y frunció su ceño, más desconcertado que molesto. —Maldita sea, sólo fue una broma. No pongas esa cara de asco.
Después de un par de segundos incómodos entre los dos, Garou retiró su mirada para colocarla en el bento sobre sus manos y Badd hizo lo mismo pero a sus pies. Su boca se sentía seca, en su garganta permanecía un nudo. Era solo una broma, fue una simple e inocente broma. Garou no hablaba en serio, nunca lo hacía y nunca lo hará.
Pero Garou debería dejar de bromear con eso.
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A finales de la primavera, a punto de salir de vacaciones, el club de teatro organizó una obra inspirada en una historia sentai.
Los compañeros de dojo de Garou insistieron en llevarlo para levantarle los ánimos antes de su próxima competencia. Badd estuvo de acuerdo y finalmente fue él quien consiguió convencerlo. Lo conocía muy bien. No había forma en la que a Garou no le fuera a gustar.
—Sólo vengo porque tú me lo pediste, esto compensa lo del bento ¿no? —Dijo él mientras Badd rodaba los ojos y fingía no escucharlo.
Para no ser tan fanático de las series sentai, Badd admitió que la obra estuvo mejor que decente. El club de teatro tenía talento y la escenografía fue de nivel profesional. Por un momento consiguieron que Garou dejara de lado su mal humor y se divirtiera como un niño viendo su programa de televisión favorito.
La presentación terminó y Garou salió luciendo más relajado. El plan había funcionado.
En algún punto de la noche, Garou fue convencido de ir por unos refrescos y fue ahí cuando los compañeros de dojo aprovecharon para acorralar a Badd en la parte trasera del escenario.
—¿Qué tipo de chicas le gustan a Garou?
Badd no supo disimular su sorpresa por la repentina pregunta. –¿..."chicas"?
—Sí, pensábamos que quizás una novia le subiría el ánimo después de su última derrota.
Badd frunció su ceño y afiló su mirada. —No creo q-
—Él es un buen contrincante cuando está de buen humor y necesitamos que lo esté si queremos llegar a las nacionales.
Otro más se acercó y pasó una mano sobre sus hombros. —Tú has sido su amigo desde que eran niños, ¿qué sabes de sus gustos?
Pero Badd no sabía nada, siempre le fue doloroso imaginar, mucho más preguntar. —No sé, ¿por qué no le preguntan a él? —Se limitó a decir por lo bajo.
—Porque siempre evita el tema, es muy arisco con esto, ¿sabes? Quizás por eso nunca ha tenido novia.
Badd trató de evadir las preguntas sin mucho éxito. El chico que lo tomaba del brazo acercó su rostro sonriente. —Vamos, al menos danos una pista, ¿rubias o morenas?
—Ey. —Espetó Garou tras ellos, con su rostro molesto y sus ojos fijos en las manos que estaban abrazando los hombros de Badd. —¿Qué crees que estás haciendo?
—Oh, Garou, no te escuché lleg-
Garou lo empujó con su codo y lo miró de mala gana, haciendo que el tipo soltara a Badd y se hiciera a un lado. Entonces Garou comenzó a repartir los refrescos y bufar. —Lo que sea, esto ya se acabó. Larguémonos de aquí.
Badd miró hacia el escenario y suspiró con alivio. Parecía que él no era el único que no sabía nada sobre los gustos de Garou.
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En vacaciones de verano, Badd se la pasó trabajando a tiempo completo en un gimnasio, luego como cargador en un almacén de un supermercado. Garou tenía más tiempo libre de lo que le gustaría y como no dejaba de quejarse por su ausencia, Badd prácticamente lo obligó a aceptar una de las tantas salidas que sus compañeros de dojo le ofrecían.
Por la noche, Garou regresó renegando sobre la pérdida de tiempo que había sido y lo aburrido que había estado. Badd rodó los ojos y no prestó mucha atención, estaba comiendo su cena en el sofá.
—¿Y qué tal las chicas?
Garou lo miró estupefacto. — ¿Chicas?
Badd de pronto recordó el plan que tenían sus compañeros de dojo para conseguirle una novia a Garou y se maldijo internamente por haber insistido en que él fuera, pero ahora que ya había ido, necesitaba saber cómo había sido todo.
–¿No te... no te gustó alguna de las que te presentaron?
Garou alzó una ceja, aún más aturdido. —¿Y a ti qué mosco te picó? ¿Por qué me preguntas eso?
—Cualquier cosa es mejor que escucharte quejarte. Si no querías estar ahí, te hubieras ido y ya.
—¿Y perderme de toda esa comida gratis? Ni lo sueñes.
Badd cambió el canal en la televisión y se dejó caer más sobre el sofá, no había nada interesante por ver.
—Eran muy ruidosas y enojonas, definitivamente no eran mi tipo. —Soltó de la nada Garou.
—¿No te gusta la gente ruidosa y enojona? —La pregunta salió de la boca de Badd sin querer, sin poder evitarse.
—...Podría tener mis excepciones. —Garou lo miró de reojo. —¿Qué hay de ti?
Badd se alzó de hombros y buscó tantear terreno. Garou no era tonto, así que no podría ser demasiado obvio.
—Me agradan las personas de convicciones fuertes. —Dijo él. —Lo... lo demás me da igual.
Garou lo miró por varios segundos. —Mnh... —Luego se echó a reír. —Por un momento creí que comenzarías a describir a una chica igual que tu hermana.
—¡Oye! —Badd le dio un codazo, sin verle para nada la gracia al pensamiento. —¡No me tomes por un enfermo, imbécil!
Pero era justo así como Badd se sentía en el fondo.
Enfermo.
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Badd recordaba con exactitud el comienzo del incremento de su martirio, fue justo después de regresar de vacaciones de verano y de comenzar su segundo año cuando escuchó por el pasillo a unas chicas hablar sobre el rumor de que Garou hacía buena pareja con una chica de tercero. Badd no conocía a esa chica.
Lo que pasó a ser un rumor ligero y aparentemente llevadero se volvió algo más fuerte y ya no sólo eran algunas chicas chismosas hablando en el pasillo, sino también sus propios compañeros de clase que buscaban molestar a Garou con eso.
Garou rodaba los ojos e intentaba desviar el tema pero, lo que en verdad consiguió perforar en lo más profundo del corazón de Badd fue darse cuenta que Garou no era tan reacio a la idea como usualmente lo era con otras chicas. Él no se mostraba tan disgustado a la idea de salir con ella.
Kiiro era el nombre de la chica que todos ellos mencionaban, era una estudiante de tercer año y miembro del club de teatro. Garou la había visto actuar en una de las recreaciones de la batalla de una serie sentai que a él tanto le gustaba, ella había sido la power ranger amarillo. Badd pudo reconocerla de forma vaga.
Escuchar eso tuvo sentido al instante, conocía a Garou y sabía lo mucho que le gustaban las series sentais, él quería pensar que todo era parte de la afición que Garou disfrutaba y nada más, sin ninguna otra intención. Una simple y maldita coincidencia.
Sin embargo, los chicos del dojo no opinaban lo mismo y parecía que se habían mantenido insistentes en que Garou la invitara a salir desde aquella noche en la obra de teatro antes de las vacaciones y finalmente consiguieron presentarlos en una de las reuniones que tuvieron en verano. Garou y ella se llevaron bien al instante, ella había sido la única chica de la que él no se había quejado.
Se suponía que esto sería un rumor pasajero, como las malas bromas y los insultos no malintencionados entre ellos. Garou había rechazado a muchas chicas y pasado de largo muchos coqueteos, tenía que ser lo mismo ahora. Badd trató de consolarse con esta mentalidad hasta que un día los encontró hablando en los jardines de la escuela y de pronto todo el peso de la realización le cayó encima, de pronto todo lució demasiado obvio.
Garou solía sonreír de forma extraña, casi torpe, con mucho nerviosismo y tenue timidez, pero mucho entusiasmo cuando hablaba de sus competencias y pasatiempos; y justo en ese instante él estaba haciendo lo mismo, sólo que esta vez era por hablar con ella. Sus ojos brillaban y le costaba mantener la mirada, sus manos estaban inquietas y su voz se alzaba de más. Parecía que él había sido quien había ido a buscarla justo después de que terminara su ensayo y justo antes de que se fuera a casa.
Sus compañeros de dojo estaban celebrando a lo lejos. Badd sentía que algo dentro de él se hacía trizas y le cortaba el pecho desde el interior. Mientras más miraba, más sangraba.
Ella sonreía con amabilidad y asentía con paciencia. Era muy bonita.
—Idiota, ¿Por qué no me esperaste? —Le recriminó Garou parado afuera de su casa, dos horas después de haber salido de clases.
Badd sintió la rabia acumularse en su sangre. —¿Acaso soy tu niñera? Te busqué y no estabas así que me fui de ahí.
Deliberadamente evitó mencionar que lo encontró hablando con Kiiro, por alguna razón estaba esperando una explicación.
—Ah... bueno, lo que sea, tuve cosas que hacer en el dojo. —Dijo Garou con cierto nerviosismo, desviando la vista.
Badd sabía que era mentira.
Garou trató de esquivar el tema y pasar por la puerta para adentrarse a la casa pero, para su sorpresa, Badd no se lo permitió.
—Prometí... prometí que pasaría mi tarde ayudando a Zenko con su tarea.
Eso era medio mentira, medio verdad. Pero una excusa era una excusa.
—Vaya, y yo tratando de evitar mi propia tarea. —Soltó Garou en medio de una risa, intentando volver a entrar. —Como sea, hagamos esto rápido y luego vay-
—Nos vemos mañana. —Dijo Badd cerrando la puerta con rapidez, dando varios pasos hacia atrás de forma inconsciente. Tenía unas enormes ganas de huir lejos, desaparecer, arrancarse el corazón o lo primero que lo hiciera dejar de sentirte tan, pero tan enfermamente herido.
Garou no se fue de inmediato. Él volvió a tocar el timbre una vez, una vez más, luego tres veces seguidas y finalmente comenzó a llamarlo tras la puerta, gritando su nombre.
Después de casi una hora de esperar, él finalmente se cansó y su sombra debajo de la puerta desapareció.
Por mucho que le desgarrara el alma, Badd sabía que no tenía derecho a pedirle una explicación. Pero en verdad quería que Garou le diera una.
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Kiiro era una buena chica, muy linda, sencilla, siempre cargaba en su rostro una sonrisa confiada y cada vez que Badd la veía, su apariencia le recordaba más y más a la madre de Garou.
Badd no había podido encontrar algo verdaderamente malo sobre ella y eso hacía todo peor. No tenía una razón para odiarla ni para hacer que se alejara.
Garou se la pasó esquivando preguntas sobre ella y restándole importancia delante de todos, sobre todo de él. —No me digas que estás celoso. —Bromeó en medio de una risa creída.
Y eso hizo enfurecer aún más a Badd, consiguiendo dar por terminado el tema.
Lo mismo pasó en los días siguientes, Garou se reía altaneramente del tema y desviaba la mirada al ser confrontado. Aunque él dijera que no estaba pasando nada, Badd podía verlo estar más pensativo de lo normal.
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Durante la clase, Garou le envió un mensaje sobre necesitar hablar a solas con él después de la escuela. Ambos caminaron juntos de regreso a casa y Badd podía notar que él estaba real y extrañamente inquieto. Se detuvieron en el camino junto al río, con el atardecer a su espalda. Las mejillas de Garou tenían un ligero color rojo, sus manos estaban sudando.
—Bien, ¿de qué se trata?
—Creo que... bueno, no es tan serio pero... —Garou tragó saliva, su intranquilidad aumentó y de pronto él estaba moviéndose demasiado, jugando con sus manos buscando distraerse o aparentar tranquilidad o simplemente desviar la atención de su boca. —C-creo que... hay alguien que podría... gustarme... o algo así.
Algo se fracturó, Badd lo sintió justo en su pecho. Apenas y fue capaz de preguntar quién era.
Garou agachó la mirada pensando mucho en su respuesta. Badd no sabía qué tanto pensaba si él ya sabía de quién estaba hablando.
Decir que náuseas era todo lo que Badd comenzó a sentir fue quedarse corto. Sus oídos zumbaban, un viento helado corrió bajo su piel mientras su propio sentido del tacto desaparecía. La voz de Garou se volvió difusa hasta que desapareció. Badd temblaba de frío y el corazón comenzó a lastimar, cada palpite era un golpe desde adentro. No supo cómo sus piernas pudieron responderle cuando intentó ponerse de pie bajo la mirada sorprendida del propio Garou, quien pareció susurrar algo sobre su aspecto, sobre lo pálido que se veía.
En palabras rápidas y titubeantes Badd dijo que tenía algo por hacer y usó de excusa la prisa que tenía para salir corriendo.
La prisa no fue moderada ni comprensible, las ganas de escapar es lo que movían su cuerpo con mente aturdida, como su propio instinto de supervivencia. Una vez que sus piernas se abrieron paso por el camino, no pudo detenerse.
Garou tardó unos instantes en reaccionar a lo que estaba ocurriendo antes de correr a alcanzarlo. Badd maldijo que él fuera tan rápido, también se maldijo a sí mismo por ser tan impulsivo y malo inventando excusas.
Badd llegó a su casa sin recordar ponerle el seguro a la puerta de entrada, estaba subiendo las escaleras hacia su habitación cuando Garou entró y preguntó desde abajo. —¿Oye... estás bien?
Pero Badd no lo estaba, era un enfermo, anormal, se encontraba asqueado de su propio dolor tan insoportable. Él pasó de largo de la pregunta para encerrarse en su habitación. Una vez dentro, se las arregló para gritar un "lárgate, estoy bien" en medio de una respiración demasiado agitada, un sudor frío y una mano en su pecho. —Sólo... creo que la comida del almuerzo me hizo daño, voy a estar bien...
A pesar del poco ruido que hacía Garou al caminar, Badd lo escuchó permanecer un poco más tras la puerta antes de desaparecer.
Badd maldijo que él nunca dudara en perseguirlo con tanto afán, sobre todo en los momentos donde más quería estar solo. También maldijo que Garou se haya ido porque, en ese momento, necesitaba sentirlo cerca.
