.

Garou no ganaba la gran cosa en su trabajo, pero había ahorrado durante más tiempo del que quiso admitir para comprarle una cámara a Badd cuando la memoria de su celular se agotó. De esta forma él podría seguir tomando la cantidad de fotos que quisiera a Zenko. La cámara se veía más que decente, era nueva. En medio de una enorme calidez de una emoción enternecida, Badd se preguntó si Garou se había quedado en la quiebra debido a esa compra aunque él insistió con que cerrara la boca y sólo la aceptara.

Tal y como se lo pidió, Badd estrenó esa cámara en uno de los recitales de Zenko.

Las bromas sobre ellos siendo una familia comenzaban a sentirse poco a poco más reales. Su propia rutina, ellos dos y Zenko. Siempre habían estado juntos y ahora parecía que podrían permanecer así por siempre.

Badd sólo tenía que olvidar el hecho de que Garou seguía saliendo con Kiiro y que su relación estaba mejor que nunca.

.

Cuando Garou dormía, su rostro expresaba mucha tranquilidad. Un rostro sereno. Algunas veces Badd sentía que no podía dejar de verlo. Algunas veces los pensamientos intrusivos llegaban y él debía alejarse para evitar besarlo, tomar su mano o acariciar sus cabellos con sus dedos. Era sumamente doloroso tenerlo de frente, a tan poca distancia, y no tener permitido hacer nada de eso por más que quisiera, por más que soñara o deseara. Entre ellos siempre habría una línea que él nunca podría cruzar.

Hablando por su propia interpretación, Garou era feliz con este estilo de vida, luchaba por mantenerlo a toda costa y siguió siendo igual de ruidoso como siempre al respecto, sin darse cuenta del tormento que provocaba en Badd cada vez que pasaba su mano por sus hombros, cuando su respiración chocaba en su oído o la forma en la que sus manos se rozaban por accidente al encontrarse por el estrecho pasillo en direcciones contrarias.

Faltando un par de días antes del cumpleaños de Garou, él le pidió a Badd que la pasaran ellos dos solos alegando que podría pasarlo con Kiiro después o hasta el siguiente fin de semana. Badd aceptó sin estar muy convencido y eso fue suficiente para que Garou pidiera el día libre en el trabajo para ir a comer, pasear y perderse en los centros recreativos. También le pidió que trajera su cámara. Así, ambos salieron temprano de casa y al atardecer subieron por la colina que daba hacia el bosque a las afueras de la ciudad, donde se mantenía la cabaña abandonada donde ambos solían jugar y que con el paso del tiempo se había convertido en una especie de guarida para los dos.

Garou lucía relajado montando su sonrisa soberbia mientras hacía bromas sobre lo viejo que era Badd a sus diecinueve años, sobre lo viejo que sería él desde ese día cumpliendo los veinte.

Badd pasó la mayor parte del tiempo afuera de la cabaña tomando fotos aburridas del paisaje y, disimuladamente, algunas de Garou, luego simplemente se quedó mirando el cielo hasta que de forma repentina Garou llegó y le arrebató la cámara de sus manos, insistiendo en tomarle una foto. Obviamente Badd se negó porque le resultaba vergonzoso tener fotos de sí mismo y eso abrió una nueva pelea llena de insultos ingeniosos y malos chistes. De pronto era como si Badd y Garou volvieran a ser un par de niños problemáticos, aguantando la risa y creando discusiones por diversión.

En algún punto del día, ambos consiguieron subir al techo de la cabaña para mirar el atardecer. Fue una buena idea hacerlo porque la ciudad se veía enorme y llena de luces una vez que el sol se ocultó. Era una vista que valía la pena grabar en su memoria. Ellos apenas podían despegar sus ojos de ese paisaje.

Como si el aire fresco de la noche y el cómodo silencio hubiera suavizado el ambiente, Garou por fin le confesó que, aquella vez en secundaria, cuando estaban a punto de entrar a la preparatoria, todas sus opciones apuntaban a zonas alejadas de esa ciudad, la mayoría fuera del distrito. Que él había mentido sobre sus prioridades en ese momento. Que no se iba por los dojos, lo que él en verdad quería era estar lo más lejos posible de sus padres.

Badd nunca se imaginó esa posibilidad, pero tampoco se encontró sorprendido. Él tenía una idea de lo complicada que era la relación con ellos.

Garou suspiró mirando al frente, después a sus pies, con su rostro completamente serio, y luego volvió a hablar. —Pero no mentí cuando dije que quería estar contigo.

La sorpresa regresó. Algo cálido, hermoso y dulce se implantó dentro de Badd.

—Dijiste que te quedarías, así que decidí quedarme yo también. —Dijo Garou apretando sus labios y subiendo sus ojos de nuevo a la ciudad, a algo más allá de ella que bien no podría estar en un lugar físico, sino en su mente, en su pecho y detrás de sus palabras parsimoniosas y pacientes. Él mostraba una sonrisa calmada, pero sus ojos delataban intranquilidad, miedo. — Yo sabía que podía soportar seguir viviendo con la mierda de mi familia, pero no sabía si podría hacerlo sin ti.

Badd se había quedado sin respuesta, no tenía nada para ofrecer más que un pulso acelerado y un estómago que le cosquilleaba.

Sin darle la oportunidad de siquiera balbucear, Garou se puso de pie para estirar sus manos y su cuello. —Me muero de hambre, vayamos por un filete o algo. —Dijo dando por terminado la conversación, yéndose caminando como si no hubiera soltado una bomba en el corazón de Badd, como si sus ilusiones y esperanzas no hubieran renacido y aumentado de súbito, vuelto de la tumba, renacido como un nuevo ser. El ave fénix en su alma.

Badd volvió a recordar esas palabras el resto de la noche, al acostarse en su cama y justo antes de quedarse dormido. En su garganta había un nudo del que no sabía cuánto tiempo más podría retenerlo. Amar era demasiado doloroso.

Maldita sea, Garou. Eres un imbécil.

.

Dos semanas después, Garou se encargó de recoger las fotos reveladas y dejó el sobre en la mesa de la cocina. Cuando Badd lo encontró, lo primero que hizo fue separar las fotos de su salida de cumpleaños, "para nada una cita", con Garou de las fotos del recital de su hermana.

Eran muchas fotos y Badd sabía que cabía la posibilidad de haber perdido alguna en el camino o durante el acomodo, Garou y él nunca había sido personas cuidadosas.

Simplemente le resultó curioso que la única foto faltante haya sido aquella que Garou le había tomado a él.

.

Concentrarse demasiado en el trabajo para distraerse de las heridas del amor no correspondido finalmente estaban dando sus frutos, porque la propuesta para convertirse en el guardaespaldas personal de uno de los clientes más importantes se colocó ante sus pies. Badd lo rechazó porque eso implicaba mudarse a otra ciudad y no le gustaba la idea de cambiar a Zenko de escuela a medio año escolar. Así que simplemente se conformó con tener un nuevo ascenso en su trabajo y una mejor paga, eso les permitió mudarse a un departamento más amplio, una con tres habitaciones. Y aunque ahora cada uno tenía su propia habitación, Garou seguía insistiendo en pasar las noches de frío con él, compartiendo futón sin cabida a la objeción. —No es mi culpa que tu cuarto tenga calefacción y el mío no. —Dijo como argumento, sin darle tiempo a la apelación.

Garou pegaba demasiado su cuerpo por las noches, inconscientemente pasaba un brazo por su torso y eso paralizaba por completo a Badd. El tacto era cálido, adoraba esa sensación y al mismo tiempo le lastimaba por dentro porque sabía que eso no era una caricia, un abrazo ni mucho menos algo deseado o con cariño.

Badd sabía que Garou no lo hacía a propósito porque estaba dormido, así que él egoístamente comenzó a fingir que su corazón no se estrujaba y su mente no daba martillazos debido a la cercanía, al olor y a la culpabilidad de no decir o hacer nada para detenerlo.

.

Decidieron ir a tomar algo después de una pesada semana de trabajo, ambos ya eran mayores de edad y el alcohol era algo que no acostumbraban pero, por esa misma razón, les había gustado la idea de salir un poco de la rutina.

Fueron un par de cervezas cuando Badd se detuvo porque tenía la intención de regresar sano a salvo a casa. No sabía si él en verdad tenía un mayor aguante o era que la mezcla con licores extranjeros que había tomado Garou le había afectado más porque, de los dos, Badd al menos podía decir que podía mantenerse de pie sin tambalearse.

Cuando Garou se emborrachaba, era muy agresivo con los demás pero muy pegadizo con él; se reía por todo de forma boba y la palidez de su rostro marcaba un gran contraste con el carmín de sus mejillas.

Al llegar a casa ambos estaban agotados, uno por lo borracho que estaba y el otro por tener que cargarlo de los hombros todo el camino. Lo primero que hizo Badd al llegar a su habitación fue echarse en su futón sin siquiera molestarse en encender las luces. Garou, en lugar de irse a su propia habitación, lo siguió y se recostó a su lado, observándolo con atención.

El rostro de Garou estaba muy cerca, apenas podía mantenerse despierto pero insistía en contemplarlo. Su voz era un susurro grave, lento y con tono juguetón. —Tu cara... —Su boca se curvó mientras soltaba una risa en medio de un respiro, ligera y divertida, como la de un niño. —...es muy estúpida.

Badd rodó los ojos e intentó empujarlo para hacerlo irse a su propia habitación pero Garou pareció interpretar su acción con otra intención y, en lugar de quitarse, tomó sus manos entre la suyas, entrecerrando sus dedos.

La acción se detuvo, Badd estaba paralizado. Garou se le quedó mirando, como buscando algo en su expresión, su sonrisa había desaparecido. El pulgar de Garou comenzó a acariciar la palma de su mano de forma calmada, ejerciendo cierta presión en el tacto, poco a poco bajando su mano hacia su muñeca, con dirección al resto de su brazo.

Pasó un latido, un segundo sin respirar y luego una ola de calor que recorrió su cuerpo como una explosión antes de que Badd pudiera reaccionar dando un ligero brinco hacia atrás, rompiendo el contacto, sentándose sobre el futón con ojos muy abiertos tratando de asimilar lo que él estaba tratando de hacer al tomarlo de las manos de esa forma.

Garou lo observó en silencio, su boca era una línea recta y sus ojos amarillos dos soles que examinaban minuciosamente cada uno de sus movimientos.

Badd sintió su pesada mirada sobre él y se sintió avergonzado por su reacción que bien podría considerarse exagerada, pero él simplemente no podía permitirse bajar la guardia, mucho menos cuando él era el más sobrio de los dos. Incapaz de seguir soportando eso, bajó su rostro mirando a sus pies, aferrando sus dedos a la sábana del futón.

—¿Por qué... —comenzó Garou de forma pausada, cautelosa, cortando a través de la oscuridad y de la tensión silenciosa entre ambos, —...por qué siempre que quiero acercarme a ti, pones esa cara?

Los ojos de Badd se elevaron y se encontraron con los contrarios. No dijo nada, quería que Garou le explicara.

Garou lo hizo. —Es como... miedo.

Miedo. Aquello que ha retenido a Badd de hacer tantas cosas. Miedo a ser descubierto, miedo a ver su reacción, miedo al rechazo, miedo a ser juzgado, miedo a perder una de las cosas más importantes en su vida. La única clase de miedo a la que no ha sido capaz de enfrentar todavía pero con la que ha estado luchando día con día, años tras año.

—No. —Se corrigió a sí mismo Garou. — No es miedo, es más como...

Sus ojos se entrecerraron sin despegarse del rostro de Badd, tratando de leerlo pero también perdiéndose en recuerdos y otras imágenes mentales. El volumen de su voz había disminuido hasta convertirse en apenas un pequeño lamento en el viento, pero Badd conocía la palabra a la perfección, así que fue capaz de leerla de sus labios y reconocerla al instante.

"Asco."

—¿Tanto te molesta mi cercanía? —Cuestionó de pronto a Garou, la pregunta sonó como una especie de reclamo.

Badd desvió la vista lo más rápido que pudo y comenzó a removerse entra el futón hasta que sus manos tocaron el suelo y, cuando intentó ponerse de pie, Garou había extendido sus manos para tomarlo de los hombros y obligarlo a recostarse de nuevo, esta vez quedando ambos de nuevo frente a frente pero con mayor cercanía y con las respiraciones más agitadas y el tacto con más presión y, por lo tanto, más caliente al tacto.

Garou lucía profundamente dolido por su esquiva, necesitaba una respuesta. —Si tanto repudias mi cercanía, ¿por qué no me lo dices de frente?

—No es... no es que la odie.

—Lo haces.

—No lo hago.

—¡Odias que yo te toque!

—¡Te dije que no es así! ¡Deja de hablar estupideces! ¡¿De dónde sacas eso!?

Garou lo soltó de mala gana y se tiró del otro lado del futón, dándole la espalda. —¡Bien, como sea, no me importa! ¡Haz lo que quieras!

Badd trató de tranquilizar su respiración, que en ese momento le parecía muy ruidosa después de estar envueltos de nuevo en ese pesado silencio, en esa falta de respuesta y situaciones confusas; en medio de la impotencia por no poder ser sincero consigo mismo y mucho menos con él, de tener que mentirle a su mejor amigo para poder seguir teniéndolo de esa forma.

—No es que no me importes. —Dijo Badd de forma cautelosa, tratando de sonar lo más reconfortante que podía. Garou sólo estaba siendo un borracho molesto y nada más. —Es solo que a veces actúas extraño.

No hubo respuesta, Garou le estaba aplicando la ley de hielo. Para ser el mayor de los dos, era bastante infantil.

Un resoplido pesado salió de la boca de Badd. —Lo siento... sólo que no es fácil darme cuenta de la forma en la que actúo...

De nuevo no hubo respuesta. Podía imaginarse a la perfección a Garou rodando los ojos, podría imaginárselo también afligido y atormentado con la idea de que su mejor amigo, la persona más cercana a él, por quien había tenido que soportar otros tres años más el conflicto en su familia para estar a su lado, a quien había apoyado en los momentos más vulnerables de su vida sin pensarlo dos veces; ahora era el mismo que se negaba a darle una explicación coherente del porqué lo alejaba de esta forma.

Pero Badd no sabía cómo explicárselo sin delatarse a sí mismo. ¿Qué debería decir? ¿Que no se ha sentido en paz desde que se dio cuenta que él le gustaba? ¿Que se enamoró de él y ha estado luchando lo mejor que podía para ocultarlo en los últimos cinco años? ¿Que se odiaba y se despreciaba por actuar así pero que lo hacía para protegerse de sí mismo, para proteger su amistad, para protegerlo a él de los sentimientos enfermizos de su mejor amigo?

Badd estaba más que cansado, no sólo físicamente por el alcohol y por el camino de regreso a casa, sino también por toda esa carga mental que suponía tener que usar una máscara y un disfraz cada día de su vida, a cada minuto desde que ellos comenzaron a vivir juntos, desde que Garou dejó en claro que no tenía interés en salir con alguien que no fuera una mujer desde que conoció a Kiiro.

¿Cómo se superaba un miedo de la noche a la mañana?

¿Cómo se ponía el coraje sobre miedo al rechazo cuando la esperanza siempre fue tan pequeña, moribunda y apenas lo suficiente para no morir de completa angustia y frustración?

La serie de pensamientos sombríos que cruzaban su mente debieron tomarle un largo tiempo sin decir nada, al menos el suficiente como para hacer que Garou se girara ligeramente a verlo para asegurarse de que él seguía ahí. El amarillo de los ojos reflejó los de Badd y la intensidad de la emoción que nació de esa simple acción fue suficiente para obligarlo a hablar.

—Por más que lo intento, no puedo sacarte de mi mente. —Dijo Badd ante la mirada ahora perpleja del otro. Su bocota no paraba, sino que intentaba dar una explicación más rápida, agitada y en voz baja; entre suspiros apresurados, temblorosos. Como si eso pudiera remediar el posible error que estaba cometiendo. —Siempre pienso en ti. Es raro, pero tenerte cerca no ayuda en nada, ¿entiendes...?

El cuerpo de Garou se removió para encontrarlo, de nuevo más cerca, sentándose sobre el futón con su espalda encorvada, sus manos en su regazo y su mirada cansada sobre él. —Yo también.

El corazón de Badd dio un brinco, sintió la sangre descender hasta sus pies. Su propio cuerpo dejó de responder.

—Somos mejores amigos, no podría dejar de pensar en ti aunque quisiera. Deja de preocuparte por idioteces, eso no tiene nada de raro. —Agregó Garou.

—...Amigos.

Amigos.

Era una suerte que su cuerpo no le respondiera, porque Badd quería matarlo con sus propias manos sin dudar, ahí mismo.

—Claro, incluso puedo decir que no podría vivir sin ti.

En verdad, Badd no lo entendía, no lo soportaba, ¿cómo él podía decir cosas así y no sentir nada? ¿Y no darse cuenta del daño que le hacía? ¿De la tortura que era vivir en la intermitencia de flotar, derribarse y volver a levantarse con esa clase de declaraciones?

Y Garou lo decía con toda la tranquilidad del mundo, alzándose de hombros y rascándose la nuca sin darle importancia a sus palabras. Eso sólo hacía sentir peor aún a Badd, que a él ni siquiera le importara cuidar lo que decía. —No exageres, idiota. —Respondió Badd de mala gana, suspirando con rendición y recordándose a sí mismo que Garou en esos momentos era un hombre con alcohol en la sangre y mente borrosa.

Badd se puso de pie con la intención de irse a cambiar de ropa, lavarse la cara y darle un vistazo al cuarto de Zenko para asegurarse de que ella seguía durmiendo plácidamente. Una vez hecho eso, él regresó a su habitación sólo para darse cuenta de que Garou seguía ahí sin ninguna intención de largarse a su propia pieza. Probablemente se había quedado dormido.

Sin más remedio, Badd se recostó a su lado en el futón. Cuando estaba a punto de dormirse, sintió el brazo de Garou rodearlo por la espalda y acercarlo más a él.

—Es en serio. —Dijo él en voz grave.

Badd tardó en comprender a qué se refería. Garou continuó.

—Hagas lo que hagas, no te alejes de mí.

Una ligera y lastímera risa salió sin querer de los labios de Badd, más por los nervios que por intentar disminuir la tensión en el aire. Increíble. Garou era un cínico. No sólo lo torturaba, sino que le estaba exigiendo que lo hiciera algo eterno. Badd daría lo que fuera por tenerlo para siempre a su lado, pero no era un iluso. Algún día Garou podría irse a vivir con Kiiro, o conseguirse otra novia y casarse. Garou adoraba a los niños, seguramente tendría al menos dos o tres. Garou viviría su vida a costa de Badd mientras él sólo podía observar y fingir alegrarse por él. Garou amaría a otra persona, estaría con otra persona, viviría su vida y tendría un futuro con cualquier otra persona menos él; Badd era fuerte pero también quería ser feliz, emprender su camino y darle la mejor vida que pudiera a su hermana menor.

Algún día Badd tendría el suficiente valor para largarse y dejar todo atrás.

—¿Qué harías si... si yo... —Comenzó Badd en un susurro, con cierto temblor en su voz.

¿...Si un día se le confesara? ¿...Si le dijera que ha estado enamorado de él por mucho tiempo? ¿...Si un día se en medio de una discusión se hartara y terminara tomándolo del cuello para besarlo? ¿Qué haría? ¿Cuál sería su reacción?

¿Aún lo querría a su lado?

—...si un día decido irme de la ciudad?

Garou meditó la pregunta en silencio, luego soltó un gruñido y se pegó más hacia él. Su frente sobre su hombro. —Iría contigo. —Respondió.

A la mente de Badd llegó de pronto la propuesta en su trabajo que tuvo antes de mudarse a esa nueva casa, sobre irse de la ciudad con su nuevo jefe. Las posibilidades aumentaban y, con eso, la idea intrusiva que había estado rondando en su cabeza desde hace mucho.

—¿Y si me voy del país? A un lugar donde no puedas llegar, donde no puedas encontrarme...

Sí, alejarse de Garou para siempre, encontrar la paz en un nuevo ambiente y comenzar todo desde cero. Era algo que podría desear.

La pregunta dejó pensando a Garou con cierto detenimiento, entonces la presión de su abrazo aumentó y un ligero temblor nació de su cuerpo. —Me moriría.

Badd creyó escuchar mal, pero entonces las palabras siguieron.

—Sin ti, yo moriría. —Repitió Garou, con voz más fuerte y grave, con un tono que le recordaba a algo más oscuro, pesado y filoso que la tristeza. Miedo.

Badd mentiría si dijera que él no se sentía de la misma forma.

Alejarse de Garou era lo mismo que ceder ante la muerte, porque la vida se sentiría más vacía que nunca y eso es algo a lo que no sabía si sería capaz de afrontar, porque aún tenía una hermana menor por la cual ver y sobrevivir.

Aunque el mensaje fuera el mismo, Badd estaba seguro que Garou lo decía con otra intención. Había alcohol de por medio, él no estaba hablando en serio.

Pero en verdad Badd deseaba que Garou lo hubiera dicho en serio.

Ninguno de los dos dijo algo después de eso, no hizo falta. Garou parecía haberse quedado dormido, aún aferrado al cuerpo de Badd, mientras que él aprovechó el silencio para intentar aclarar su mente y tranquilizar su pulso, luchando con las ganas de ponerse a llorar hasta que por fin pudo cerrar los ojos y dormirse.

Esa noche, Badd tuvo un sueño sobre Garou separándose de su lado y poniéndose de pie, sobre él estando encima de su cuerpo, contemplándolo por un largo rato; sobre sus manos frías y dedos largos acariciando su rostro, con una respiración caliente y agitada sobre su nariz, como a punto de ser besado, y finalmente alejarse con cautela antes de desaparecer durante la madrugada, justo antes del amanecer. Había sido un sueño muy confuso y casi realista.

Cuando su alarma sonó para ir al trabajo, Garou ya no estaba ahí.

.

Garou y Kiiro pasaron la Noche Buena y la Navidad juntos, Badd no supo de él hasta después de Año Nuevo mediante una llamada al celular avisando de su regreso a casa y preguntándole qué podía comprar para cenar.

El trabajo se mantuvo tranquilo. Zenko comenzó a tomar clases extra para mejorar sus calificaciones, la búsqueda de escuelas secundarias en la zona comenzó.

El tiempo no se detenía, Badd seguía tratando de mantenerse cuerdo por el bien de su hermana menor. Al menos ella ya no había insistido en que Garou trajera a su novia a casa.

La idea de irse lejos rondó su mente con más frecuencia.

.

La temporada de frío había terminado pero Garou seguía terco en dormir en el mismo futón que él. Badd sabía que debería quejarse más alto, golpearlo más fuerte, ponerle el seguro a la puerta de una vez por todas y dejar de fingir que no estaba disfrutando de su compañía. Pero el hambre de la emoción intensa por la cercanía le había causado tanto dolor por tantos años que ahora se preguntaba si Garou le había creado alguna especie de adicción. Porque Badd se había acostumbrado tanto al dolor de tenerlo lejos que, una vez que Garou comenzó a invadir su espacio personal en lo más íntimo, él no pudo evitar sentirse indefenso. Tanta calidez le quemaba. Su voz y su aroma nublaban su juicio.

La respiración en su nuca. La forma en la que se apegaba demasiado. Badd a veces sospechaba que él lo hacía a propósito, luego se recordaba que eso no era posible. Garou no era como él. El corazón de Garou latía por alguien más y a un ritmo diferente. El brillo en sus ojos al verlo era aprecio, no amor.

Su cuerpo se calentaba, sobre todo cuando podía perfectamente sentir la presión de las piernas de Garou colocarse encima de las suyas. En verdad Badd no tenía paciencia para esto.

Su corazón latía tan fuerte que lo lastimaba. El pulso en su oído. Su rostro ardiendo. Las cosquillas en el estómago. La mente dando vueltas. El cuerpo inmóvil. La boca seca.

Todo era demasiado para él, tanto que finalmente un día tuvo el coraje suficiente para retirar la mano de Garou de un manotazo y empujar su cuerpo para ponerse de pie, escondiendo su rostro completamente rojo mientras huía con rapidez al baño para hacerse cargo del problema en su entrepierna. Esa noche no tuvo de otra más que irse a dormir en el sillón. Badd apenas y fue capaz de mirar a la cara a Garou al día siguiente.

Fue una suerte que Garou no lo hubiera notado.

Fue un alivio que Garou no hubiera cuestionado su mirada esquiva en toda la mañana.

Fue extraño que el rostro de Garou luciera bastante afligido cuando en la noche siguiente Badd le cerrara la puerta en la cara, poniendo el seguro y recordándole que él ya tenía su propia habitación.

Esta vez ya no había excusa. Así que Garou se dio la media vuelta y no volvió a intentar meterse a su habitación.

.

El año escolar finalmente terminó y ambos vieron a Zenko graduarse de la primaria. Garou le dio un codazo a media ceremonia y soltó una broma a los oídos de Badd.

—Es casi como si ella fuera nuestra hija, ¿no lo crees?

Badd frunció el ceño molesto y lo miró haciendo una mueca. —Ambos somos hombres.

—¿Y? Tú serías la mamá.

Otro resoplido salió de la boca de Badd, luego rodó los ojos cuando escuchó a Garou soltar una carcajada.

Esas bromas se estaban volviendo cada vez más insoportables. Sobre todo la idea de que Garou deseara tener una familia, hijos, una esposa... Probablemente Kiiro le daría algo así, todo aquello que Badd simplemente nunca podrá.

—No soy una mujer. —Contestó Badd de forma tajante. Aclarándole. Recordándose. Poniendo más ácido a la herida que parecía que nunca iba a cicatrizar.

Garou se enserió de pronto y sus hombros cayeron. La misma expresión que hacía cada vez que Badd se negaba a seguirle la corriente a alguna de sus bromas. Él se cruzó de brazos y su voz se convirtió en un susurro ronco, dicho entre dientes.

—Eso ya lo sé, idiota.

.

Lily era una compañera de trabajo bastante joven que, por azares del destino, había terminado como su compañera de guardia. Ella era alguien muy amigable y algo tímida, pero muy hábil en armas de defensa complejas. Su tema favorito era hablar de la señorita Fubuki, la cabeza de la compañía a la que ella estaba representando. Badd rara vez conseguía recordar las cosas que ella decía, pero al menos nunca fue grosero con ella. De alguna forma su inocencia y el gran esfuerzo que ponía en su trabajo le parecía admirable, incluso le recordaba un poco a su hermana menor.

Las jornadas en el trabajo dejaron de parecerle tan aburridas y agregar una nueva distracción a su vida le había devuelto un poco la alegría al despertar. A diferencia de Garou, Lily era más sensata y mucho menos ruidosa. Badd no sabía si también ella era alguien muy observadora y considerada o era él quien estaba perdiendo la capacidad de disfrazar sus emociones, pero era un buen consuelo encontrar dulces y notas con mensajes alegres en las bolsas de su uniforme cada vez que la pesadez en su cuerpo y el cansancio mental se hacían insoportables.

Un día ambos fueron relevados de su turno temprano y aprovecharon el tiempo para visitar ese buffet de sushi de la calle de atrás al que nunca habían podido ir. Lily era muy veloz para ganarle los platos de comida, pero Badd era más rápido al masticar. En una competencia por ver quién conseguía el último plato de salmón de la banda, Lily tuvo mejor vista y pudo obtenerlo primero. Su premio fue un postre de fresa de la pastelería de lado. Después de cientos de días de tormento y angustia, Badd admitía que se había divertido como no lo hacía en mucho tiempo.

Cuando llegó a casa, la cena estaba siendo servida. Garou y Zenko lo esperaban en la mesa y Badd tuvo que disculparse porque venía con el estómago lleno. —Salí a comer después del trabajo. —Explicó.

Zenko ladeó su cabeza con curiosidad. —¿Con quién?

Badd se recordó a sí mismo que nunca les había hablado de Lily, así que no importaba si daba detalles o no. Él sólo quería recostarse y descansar, después tendría que ayudarle a su hermana con su tarea.

—Uhm, con una compañera de trabajo. —Se limitó a decir.

Los ojos de Garou se clavaron en él al instante. —¿...compañera?

—¿Y adónde fueron? —Preguntó Zenko en un volumen más entusiasta. —¿Podemos ir a comer ahí algún día?

La idea rondó en su mente y no sonó mal, Badd asintió. —La comida es buena y barata, supongo que podríamos ir algún día ahí.

—¿Y quién es esa compañera del trabajo con la que fuiste? —Cuestionó Garou sin dejar de masticar su comida. —¿Cómo se llama?

—Bueno... —Badd pasó una mano por su nuca con cierta incomodidad. No era bueno describiendo gente. —Se llama Lily y es alguien bastante agradable... supongo.

Garou alzó una ceja. —¿Y desde cuando sales con ella, eh?

Cierta chispa se encendió en los ojos de Zenko y de pronto ella tenía todo su interés en el tema. —¿Entonces ya tienes novia?

El calor subió al rostro de Badd. —¡Zenko! ¡Yo no dije nada de eso! —Tampoco quería que indagaran en su intimidad amorosa, estaban entrando a territorio peligroso. Sobre todo porque la atención de Garou también estaba puesta en él.

—Uhh, ¿Badd con novia? —Garou soltó una risa burlesca, siguiéndole el juego a Zenko. Luego su mirada se afiló. —Sería un placer conocerla.

—Claro que no, ella no es... —El argumento de Badd se quedó sin finalizar para darle un momento para respirar y tranquilizarse. No importa cuánto ellos insistieran o él se mintiera a sí mismo, sabía a la perfección que nunca sería capaz de amar a alguien más. Era un eterno lamento en el fondo de su consciencia. Su mente y corazón ya le pertenecían a una sola persona. Lily era una buena chica, siempre estaba esforzándose y dando lo mejor de sí. Pero era todo. Simplemente le resultaba admirable su fuerza por hacer las cosas bien. Hasta podría desear que Zenko fuera alguien así algún día pero, por ahora, Lily sólo era una compañera de trabajo decente. —Ella tiene convicción. —Dijo de pronto Badd, tratando de dejar el tema de lado. —Supongo que por eso me cae bien, es todo.

Los ojos amarillos de Garou se abrieron al escuchar eso. Dejó de comer. La sonrisa se borró de su rostro y permaneció unos segundos en silencio antes de hablar en un tono de completa seguridad y cierta severidad. —Te gusta.

Los ojos marrones de Badd lo encontraron tratando de lucir estoico. —Para nada.

La forma en la que Garou se mantuvo observándolo con detenimiento le dio un ligero escalofrío. Él lo miraba como buscando algo en su rostro. Al no encontrar nada, chistó la lengua y rodó los ojos antes de dar otro bocado a su comida. —Como sea, apuesto a que ni siquiera le caes bien. Eres insoportable.

El rostro de Badd se quedó estupefacto. Zenko lo tomó como un usual comentario bromista pero él sentía que Garou de pronto estaba siendo ofensivo con intención.

—Incluso si fuera así, eso no te incumbe.

Garou lo miró mal.

Badd apretó sus puños y desvió la mirada a su costado, con la idea de dejarlo hablando solo si seguía molestando.

Entonces Garou se levantó de la mesa. —Bien, sí, lo que sea. —Recogió su plato aún con restos de comida y lo llevó a la cocina. —Haz lo que quieras, no me importa. Diviértete yendo a citas con tu "compañera".

Su actitud fue desconcertante. Incluyendo el ligero empujón que le dio cuando pasó a su lado. Zenko sugirió la posibilidad de que Garou hubiera tenido un mal día en el trabajo, o quizás estaba celoso de que Badd hubiera salido a comer sushi sin ellos.

Badd estuvo de acuerdo y maldijo profundamente esa actitud egoísta. Era cínico viniendo de alguien que pasaba sus fines de semana en citas con su novia. Garou no era nadie para molestarse con él por conocer nuevas personas. Garou no era nadie para prohibirle tener más amigos además de él.

.

Con el paso de los días la confianza entre los dos creció entre ambos al borde de que fue normal para Badd poder quejarse libremente del trabajo con Lily sobre los llamados de última hora. Sus deseos internos de querer comenzar de nuevo en otro lugar salieron a flote por accidente y fue ahí cuando Lily le propuso trabajar dentro de una de las divisiones en la empresa donde ella estaba inscrita. La paga era mucho mejor y los tiempos eran más o menos flexibles. Ella podría convencer a la señorita Fubuki de abrirle una vacante y, después de eso, él podría escalar todo lo que quisiera, era más sencillo trabajar en equipo. Lily carecía de la suficiente experiencia, pero él no. El único inconveniente serían las salidas de la ciudad con regularidad, pero hasta eso era mejor que vivir de contrato en contrato sin generar antigüedad. Por fin tendría prestaciones por encima de la ley y, por encima de todo, podría tener un pretexto para irse de la ciudad.

El problema comenzó cuando Badd decidió hablar de esta propuesta después de la cena a solas con Garou, cuando Zenko ya se había ido a dormir. Su delito fue haber dejado escapar su interés en aceptar.

Garou entonces se molestó más de lo normal y alzó la voz más de lo necesario. —¡Lo sabía, ella te gusta!

—¡¿Qué mierda!?

Badd no podía creerlo, Garou estaba hablando sin sentido, enojándose por cosas absurdas.

—¡Te irás sólo porque ella te lo pide! —Comenzó a acusarlo Garou de forma tajante. —¡¿A ti desde cuándo te interesa irte de la ciudad?!

"Desde que conociste a Kiiro", quiso decir Badd.

—¡No me importa si te gusta la idea o no, mi prioridad es asegurar un buen futuro para Zenko!

Sí, siempre había sido así. Zenko siempre fue y sería la prioridad sobre todas las cosas.

—Necesito el dinero, Garou. Quiero que ella pueda ir a la universidad algún día.

Eso era. Sí. Garou nunca estaría por encima de ella. Él debía saberlo a la perfección porque, en lugar de seguir discutiendo, se limitó a quejarse entre dientes y a apretar sus puños con fuerza.

Lavaron los trastes, limpiaron la cocina y sacaron la basura. Ambos se encerraron en sus habitaciones sin dirigirse una sola palabra.

.

Por la mañana la situación no se arregló, Garou salió de casa muy temprano y no regresó hasta casi la media noche. Al día siguiente finalmente se dignó a mirarlo de frente sólo para decirle que había decidido tener un segundo trabajo en el nuevo dojo de Bang.

—Ahora puedes rechazar esa estúpida oferta de trabajo. —Le dijo.

Con dos trabajos, Garou se mantenía ocupado la mayor parte del día. Por su propia y terca decisión, Garou fue quien comenzó a aportar el mayor porcentaje de los ingresos de la casa y eso le permitió a Badd aumentar la cantidad de dinero destinada a sus ahorros. Por otro lado, el hecho de que ya no hubiera nadie que pudiera cuidar a Zenko por las tardes obligó a Badd a tener que hacerse la idea de establecerse únicamente en trabajos dentro de la ciudad, al menos mientras su hermana estuviera estudiando ahí. No podía permitirse dejar a Zenko sin supervisión tanto tiempo.

En el fondo sabía que Garou había hecho todo esto con el fin de hacerlo desistir de la idea de irse y no sabía cómo sentirse al respecto. Era simplemente extraño. Parecía que Garou atesoraba su amistad más de lo que pensaba... o quizás estaba siendo tan obstinado como siempre.

Básicamente Garou ahora se la pasaba fuera de casa todo el día. Badd apenas lo veía y, aunque a veces sentía que comenzaba a extrañarlo, se convenció de que eso estaba bien, porque eso era algo que él había decidido por su cuenta y, de nuevo, la lejanía y la distancia era lo que ambos necesitaban por ahora, un tiempo ocupados cada uno con sus asuntos para ayudarlos a resolver sus propios conflictos internos.

Pero Garou de nuevo no se lo permitía. Era sorprendente lo obstinado que podía ser. Él apenas tenía tiempo para tener una cita decente con Kiiro porque su prioridad era cumplir con sus responsabilidades de limpiar y acompañarlo a él y a Zenko a hacer las compras. Incluso cuando Badd insistió a más no poder que no necesitaban su ayuda.

Cuando lo amenazó con amarrarlo a una silla, Garou rió y le restó importancia. —Cierra la boca, malagradecido. Es obvio que eres un desastre haciendo todo por tu cuenta.

.

La relación de Garou y Kiiro comenzaba poco a poco a desmoronarse. Él a sus 21 dedicaba la mayor parte de su tiempo a trabajar y ella a sus 22 estaba a punto de obtener su título universitario. Badd no sabía qué tan mal era la situación porque Garou nunca hablaba de ella con nadie.

—Eres un pésimo novio. —Le dijo Badd sentado sobre el sofá, cansado de escuchar cómo ellos discutían por teléfono debido a otra cita cancelada o pospuesta a última hora por culpa de Garou.

—¡Ella también lo es! ¡¿Qué clase de novia te da un ultimátum?!

Badd quería saber más sobre su pelea y al mismo tiempo no quería exponer su interés. Garou era su amigo, Kiiro era la novia de su amigo. Él sólo era un espectador.

Pero entonces Garou se alzó de hombros como si no le importara y estuviera cansado del tema. —Dice que estoy enamorado de alguien más o algo así.

Eso consiguió amedrentar el corazón de Badd. Una punzada dura, filosa, profunda e inesperada. Una bala pérdida para una tercera rueda.

—¿De quién? —La pregunta salió de su boca con sabor amargo, por sí sola, entrometida sin remedio.

Garou volvió a alzarse de hombros mientras rodaba los ojos. —Qué importa, obviamente eso es mentira. —Él comenzó a mascullar con los dientes. Su voz se convirtió en un susurro para sí mismo. —Claro que no es posible, ¿de dónde saca esas ideas tan estúpidas?

Garou no quiso hablar más de eso, sus ojos denotaban preocupación, sus manos estaban inquietas y su mirada estaba perdida, lejana, ensimismado en algo que parecía ponerlo triste. Badd no tuvo el suficiente coraje de preguntar y antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo, en la primavera de ese año, Kiiro consiguió una oportunidad de trabajo en el extranjero para continuar con su carrera de actriz. Ella estaba decidida a irse, ella estaba dispuesta a terminar la relación.

Eso parecía haber sido un golpe bajo para Garou. Había dejado de comer y su humor había empeorado. Tampoco quería hablar, se iba a dormir justo después de llegar a casa.

Zenko pudo notar su tristeza y comenzó a expresar estar preocupada, y ese había sido el punto de quiebre para Badd. La señal que tanto estaba esperando.

La felicidad de su hermana era primordial. El bienestar de Garou también lo era. Luego, por último, muy por debajo de todos los demás, estaba su propia razón de vivir.

—Deberías ir, —le dijo Badd sin saber realmente de dónde estaba sacado el coraje para hacerlo, —con Kiiro me refiero, deberías seguirla si tanto quieres estar con ella.

Garou podría arreglárselas para retenerlo a él a su lado, pero no a Kiiro.

Una enorme sorpresa se mostró en el rostro de Garou y Badd no podía culparlo, él mismo no podía creer la clase de puñalada que se estaba dando a sí mismo: alejar a la persona que amaba para que fuera feliz con alguien más. Antes podía soportarlo porque su amistad había permanecido, pero ahora probablemente no vaya a quedar ni siquiera eso. Garou se iría de nuevo, pero no sólo de la ciudad, sino del país, lejos, con alguien más.

Contrario a lo que esperaba, Garou lució sumamente herido por la propuesta.

—No me incumbe porque esto no tiene nada qué ver conmigo... —Agregó rápidamente Badd, haciendo lo mejor para mirarlo de frente. —...Pero voy a estar bien. Puedo cuidar a Zenko yo solo. No hay razón para que te quedes si no quieres hacerlo.

Badd trató de sonreírle lo más plácido que pudo. Una sonrisa forzada que apestaba a falsedad. Era malo mintiendo, pero no era tan mal actor.

Contrario a lo que esperaba, Garou lució como si de pronto quisiese molerlo a golpes.

.

El nuevo ascenso de Badd en el trabajo implicaba escoltar y arriesgar su vida para proteger a quienes lo contrataban. El problema fue cuando se vieron envueltos en un ataque sorpresa que más bien pareció un intento de asesinato que un asalto brutal.

Fue justo al salir de un restaurante. Badd consiguió fácilmente proteger al sujeto y a su hijo hasta mantenerlos dentro de su auto. Pero la paliza que consiguió a cambio dejó una fractura en su pecho y algo que parecía una costilla rota. Estaba casi seguro de que en su brazo había una bala, pero no podía decirlo con seguridad. Había mucha sangre, poca visión y de pronto todo se había vuelto oscuro.

Cuando despertó en el hospital, Garou estaba junto a él. En silencio y pálido. Luego llegó la enfermera y, horas después, Zenko apareció. Fue una suerte que ella llegara justo después de que Badd dejara de sentir entumecido su rostro. Ella lloraba mucho al mismo tiempo que trataba de sentirse alegre de verlo vivo y sentirse furiosa por ser tan descuidado.

Por la noche, Garou fue quien se quedó de guardia a su lado. Generalmente en silencio, mirando a la nada, era curioso que él estuviera sano pero fuera el que más muerto luciera de ellos dos. Sus manos temblaban, su voz era ronca, Badd no sabía cuánto tiempo llevaba ahí pero parecía que Garou no se había despegado ni un solo momento.

—¿Qué pasó con Kiiro? —Comenzó Badd en una tarde mientras seguía en camilla, justo antes del anochecer, tratando de hacer plática para mantenerse despierto. Estaba harto de estar postrado en cama, el silencio y el rostro estoico de Garou no ayudaban en nada. —No creo que a ella le quede mucho tiempo aquí, deberías estar con ella.

—Ella se fue. —Respondió Garou, frío y seco.

Badd no pudo evitar abrir sus ojos con sorpresa. —¿Qué?

Garou agachó su rostro con tristeza y no quiso explicar.

Así que Badd trató de reacomodarse pero el dolor en su cuerpo se lo impidió. La curiosidad lo hizo seguir hablando. —No es posible, ¡¿la dejaste ir así sin más?! ¡¿Qué carajos?!

Garou frunció su ceño y apretó sus dientes. —...Cierra la boca.

—Mierda... al menos... no sé, ¿ni siquiera considerarte una relación a larga distancia? —Badd no podía creer que Garou hubiera cedido a rendirse en una relación de años por... ¿por qué? —¿Por qué?

Garou alzó su rostro con ojos sombríos y volteó a verlo de forma fija, contemplándolo en silencio por un largo rato, luego con su voz ronca soltó un susurro. —Dije que cerraras la boca.

.

Badd comenzó a recuperarse con rapidez. Sus heridas tardaban en sanar pero eso no pareció ser un inconveniente para ganar movilidad. La única razón por la que él había accedido a mantenerse un par de días más en cama fue por petición de Zenko.

Por otra parte, la duda constante de la razón por la que Garou permanecía ahí se mantuvo.

No era su familia, era demasiado atrevido para que fuera el miedo a lo desconocido, demasiado terco para simplemente acceder a rendirse, demasiado impulsivo para preocuparse. Entonces, ¿qué era aquello que lo tenía atado?

Cada vez que intentaba averiguarlo, Garou siempre daba una respuesta diferente.

"No hay forma en la que puedas cuidar a Zenko en tu estado", "el viejo me necesita en su dojo", "sólo estropearía más las cosas con ella", "no tenía ganas de irme de aquí" y por último, dicho con un rostro serio y unos ojos afilados, "no te vas a deshacer de mí tan fácilmente".

Y de pronto Badd se sintió expuesto, alarmado y confundido. Él no estaba tratando de hacer que Garou se fuera, sólo no quería ser egoísta.

De regreso a casa las cosas siguieron como lo habitual excepto por el brazo vendado de Badd y el terrible humor de Garou.

Era entendible que el ambiente fuera tenso y pesado, su relación con Kiiro había terminado. Garou lucía serio, molesto, rechinaba los dientes y ponía más fuerza de lo requerido en las cosas.

Badd no podía entender qué era a lo que lo tenía tanto rencor hasta que un día escuchó un "voy a matarlos...".

Garou se lo había prometido en voz baja cuando lo encontró recostado sobre el sofá y pensó que él estaba dormido. Él hablaba sobre los chicos que los emboscaron, de quienes dos consiguieron escapar. —Voy a encontrar a esos imbéciles y los mataré.

Lo que parecía melancolía comenzó a tener un aroma a agresividad. Garou lucía perdido y en trance a la vez. Su mente estaba en algún lado obsesionado con algo que Badd no sabía reconocer. Algo más allá de sus repentinas ganas de vengarse.

.

Una noche, Garou llegó con las manos llenas de sangre y una inquietante sonrisa en su rostro. —Lo molí a golpes, así que yo gané.

Badd intentó preguntar pero Garou se había encerrado en su habitación sin escucharlo. Al día siguiente desapareció sin avisar y la historia se repitió. De pronto Garou comenzó a buscar peleas contra todo mundo y siempre llegaba herido a casa. Él era fuerte, siempre lo había sido. Y aunque había sido alguien problemático, nunca había usado sus habilidades en artes marciales para pelear sin una razón aparente. Ya no eran niños en pandillas, no podía comportarse así. Era una suerte que la policía no lo hubiera detenido aún.

Tratando de ocultar toda esa extraña situación de los ojos de Zenko para evitar preocuparla, Badd comenzó a encerrarse en la habitación con Garou para curar sus heridas y tratar de obtener una explicación.

Por más furioso que estuviera, Garou simplemente no respondía a sus preguntas. Era como si hubiera algo que lo estaba lastimando por dentro y que él estaba tratando de ocultar.

Cada vez que Badd intentaba acercarse, Garou se alejaba diciendo que algo estaba mal consigo mismo, con su forma de sentir y de pensar, que no era normal. Garou estaba lidiando con algo que no podía comprender pero que lo estaba matando con rapidez.

Cuando Badd le preguntó al respecto, Garou simplemente lo miró a los ojos con inquietud y de nuevo no pudo decir nada.

De pronto, era como si Garou hubiera entrado en un ciclo de no poder hacer nada razonable. Él trataba de mantenerse firme por las mañanas en el dojo de Bang, pero ya había perdido su trabajo de la tarde.

Zenko sugirió la idea de que Garou estuviera enfermo y Badd debió seguirle la corriente porque no tenía otra explicación inmediata. Badd nunca había sido alguien paciente. Tenía un trabajo, una hermana por cuidar y unas cicatrices que finalmente habían sanado; no podía permitirse estar curando heridas de un idiota busca problemas.

Para finales de la tercera semana con esa rutina, Garou dejó de encerrarse en su habitación y comenzó a ir directamente a buscar a Badd para que curara sus heridas. Badd lo resentía por lo que hacía y se odiaba a sí mismo por seguir permitiéndolo. Pero, ¿qué debía hacer? ¿Atarlo con una cadena mientras él se iba a recoger a Zenko a la escuela? ¿Encerrarlo en una jaula? ¿Ponerle una mordaza?

Podía sentir cómo las cosas se le estaban saliendo de las manos. Necesitaba alejarse de Garou. Nomás se está haciendo daño a sí mismo. Un día de estos él podría terminar muerto.

Decir que Badd estaba harto de todo era quedarse corto. Se estaba quedando sin opciones. Si Garou no se componía pronto, hablaría con Bang.

Una tarde Zenko habló de tener una piyamada con sus amigas y Badd decidió que esa era la oportunidad perfecta para hablar con Garou a solas. Así que pidió el día libre en el trabajo y esperó por él en la colina cerca de la cabaña abandonada.

Por fortuna, Garou sí se presentó.

Llegó tarde, con hombros caídos y con sangre seca en su camisa. Garou se mantenía ligeramente nervioso y con duda en sus ojos, apenas podía mantener la mirada.

Badd se puso de pie en cuanto lo vio acercarse y logró encestarle un puñetazo en cuanto estuvo a su alcance. Garou no podía lucir más sorprendido.

—¡Estoy harto de ti! —Comenzó Badd. —¡¿No has tenido suficiente de buscar estúpidas peleas?!

Lejos de los ojos y oídos de Zenko, en plena privacidad, Badd podía permitirse tanta violencia como quisiese.

Garou frunció su ceño y apretó sus puños, sin intenciones de regresarle el golpe. —¡Qué te importa!

—¡Esto también me está afectando, idiota! —Respondió en un grito más fuerte. —¡A este paso perderás tu lugar en el dojo!

Él hizo una mueca, desvió la vista y su mirada pasó intranquila a todos lados sin atreverse a mirarlo a la cara. Garou sabía que había algo mal con él, pero no quería escuchar.

—...No me importa. Estoy harto de esto.

—¡¿Qué?! —Badd no podía creer lo que estaba escuchando. —¡Imbécil, no pretendas que esto es algo que puedas tomar de la noche a la mañana! ¡Yo soy el que va a terminar pagando todos tus errores!

Quizás Badd se había pasado o era que Garou estaba más alterado de lo normal, porque de pronto se mostró reacio a mantener la discusión. Sus palabras eran casi escupidas, veneno puro en el tono de su voz. —Pues entonces ve con tuamigay pídele que te dé trabajo lejos de aquí. —Soltó antes de darle la espalda y comenzar a alejarse.

Eso no sólo hizo sentir herido a Badd, sino que pudo distinguir la rabia fluir dentro de su sangre. ¿De quién creía que era la culpa por la que él no había aceptado el trabajo? ¡¿Quién creía que era la razón por la que él había permanecido inmóvil en esta ciudad!? Garou era un imbécil y un cínico. Badd odiaba amarlo, lo odiaba tanto, lo detestaba, esos sentimientos lo habían estado lastimando y el escuchar sus reclamos sin sentido y verlo en ese estado tan depresivo le resultaba fatal; tanto por su preocupación, el estrés de su compañía, el repudio de sus palabras y, sobre todo, el recordatorio de que todo esto había comenzado por haber terminado con su novia.

—¡Si ibas a ponerte así, mejor te hubieras ido tras Kiiro! —Le gritó Badd. Tajante, sin parpadear.

Badd podrá no haberlo dicho en serio, pero debía admitir que eso no había sido muy amable de su parte.

Los pies de Garou se detuvieron en el acto, su cuerpo se giró con lentitud a verlo de reojo, luego, repentinamente, se dirigió a él caminando a zancadas, de frente, para sujetarlo de la muñeca y sujetarlo con fuerza. Badd estaba seguro de que él le lanzaría un puñetazo pero en lugar de eso sólo vio cómo Garou comenzaba a gritarle con el ceño sumamente fruncido y el dolor más grande que sus ojos habían visto.

—No tienes derecho a reclamarme nada. —Dijo Garou de forma casi amenazante, duro, fijo, frío y dolido. —Mira quién lo dice, el imbécil que sigue sufriendo por un amor de secundaria.

Sin saberlo, Garou había dado en el clavo.

Eso encendió una chispa de inmediato dentro de Badd. Una bomba de intensas emociones en conjunto que se le vinieron encima: odio, miedo, rencor, furia...

—¡Eso no tiene nada que ver, maldita sea!

Garou se esperaba el grito pero no el dolor en sus ojos. Su propia rabia no se apaciguó, sino que cambió su dirección y se transformó. —No puedo evitarlo. —Confesó de pronto, sosteniendo sus cabellos entre sus manos y volviendo su voz temblorosa. —No puedo dejar de sentirme así.

Badd quería saber de esa tormenta en su interior, ese debate, esa indecisión y angustia. No tenía idea de qué se trataba. —Si hablaras de esto conmigo, sería más sencillo.

Ojalá Garou pudiera leer mentes. Ojalá al menos fuera mejor leyendo a la gente y reconociéndose a sí mismo en un espejo, porque eso haría las cosas mucho más fáciles para los dos. Esa sería la bendita solución a sus problemas.

—¡No hay nada que puedas hacer, deja de fingir que puedes solucionarlo todo tú solo!

—¡Al menos deberías dejarte ayudar, idiota! —Badd dio un paso al frente, señalándose a sí mismo. —¡No importa el tamaño del problema, yo podría hacerme cargo de eso!

Perdió a sus padres de niño, se encargó del cuidado de su hermana desde entonces, había vivido con el corazón sangrante desde que se dio cuenta que estaba enamorado de alguien que nunca podrá verlo de la misma forma y ahora estaba lidiando con el corazón roto de su mejor amigo. ¿Qué más podría darle la vida para soportar?

Badd en verdad era alguien difícil de matar.

—¡Pues entonces hazlo! —Le gritó Garou. —Si en verdad puedes hacer algo para detener la forma en la que me siento, ¡cállate y hazlo! ¡Lo que sea, mátame si puedes! ¡Igual no puedes entender la forma en la que me siento!

Sus ojos se afilaron, Badd chistó la lengua e hizo una mueca. No soportaba esa actitud de niño haciendo una rabieta. —No, tú no entiendes nada.

Ojalá Garou lo amara de esa forma. Ojalá Garou sufriera por él de esa manera.

—¡Eres tú el que no entiende nada! —Garou dio un paso al frente y lo empujó con sus brazos. —¡Fuiste rechazado por esa chica, deberías al menos comprender cómo me siento justo ahora!

Badd estaba harto de las adivinanzas y las acusaciones sin sentido. Su cabeza ya estaba lo suficientemente hecha un desastre como para tener que lidiar con acertijos. — ¡¿De qué chica estás hablando?!

Garou apretó los dientes al igual que sus puños, parecía de pronto indignado. —¿Y cómo voy a saberlo? ¡Ni siquiera fuiste capaz de decirme su nombre!

La confusión perduró un par de segundos más que para Badd fueron frustrantemente eternos. No tenía idea a qué se refería hasta que el recuerdo le cayó de golpe.

El día de la graduación. El botón dorado. La confesión fallida de primavera.

Su rostro comenzó a enrojecer, no de vergüenza, sino de su sangre hirviendo por un completo enfurecimiento. Badd sintió que de pronto podría asesinarlo ahí mismo. ¡¿Cómo era posible que él le estuviera reclamando por cosas que ocurrieron hacía años?! ¡¿Quién se creía que era para echárselo en cara justo ahora de todos los momentos menos indicados?!

De pronto fue señalado por el dedo de Garou, como si el reclamo no fuera lo suficientemente ridículo. —Eres un imbécil por pretender que te voy a decir cómo me siento en estos momentos cuando tú no pudiste ser sincero desde el principio. ¿Tan poco fiable soy para ti? ¿Acaso eres el único que puede tener secretos?

A Badd no le cabía duda alguna de que, en definitiva, Garou era un estúpido que no sabía de qué lo que estaba hablando.

Garou era mucho más para él de lo que debería. Su primer amigo, su primer amor, su herida que nunca sanaba, la luna que brillaba hasta en la noche más oscura, la nube gris que lo perseguía incluso en los días más brillantes. Esa constante tormenta que revolvía su estómago y le reprochaba su estado como una enfermedad incurable. Nunca podría estar con él, pero lo amaba tanto que había preferido mantenerse en silencio, apenas alimentándose de las migajas de amor platónico que su amistad le brindaba, todo con tal de mantenerlo a su lado, para mantenerse con vida. Badd nunca había vivido por amor, sólo sobrevivido.

Quizás fue la emoción del momento, el coraje que cargaba en su pecho o simplemente que Badd era bastante bocón cuando estaba furioso, pero definitivamente sus palabras fueron más rápidas que su racionalidad.

—Nunca fue una chica. —Dijo él.

Garou frunció el ceño, creyendo haber escuchado mal. —¿Qué?

Badd apretó sus puños. Con el coraje en su sangre, sintió que la sinceridad fluyó bañada en rabia. Le quemaba y lastimaba como ácido. —Esa persona... —Su confesión se trababa, el volumen se apagaba y volvía a subir dejando el mensaje incompleto. — ...chico.

Estaba seguro de que Garou no había sido capaz de escucharlo bien, pero comenzaba a imaginarse el mensaje porque pudo ver cómo su cuerpo se paralizaba. — ¿...Qué?

Badd suspiró profundo, tembloroso. Acababa de cavar su propia tumba. — Nunca me ha gustado una chica, ninguna chica... simplemente...

Garou pareció exaltado, lo miraba de un lado a otro buscando la broma entre la confesión, las posibles cámaras ocultas de alrededor, luego su vista regresó a él y sus cejas se alzaron con sorpresa. —Tú... espera, tú-

Los ojos oscuros de Badd se afilaron sin parpadear, estoicos, poco a poco comenzando a humedecerse. No más secretos, no ahora, al menos no hoy. Estaba harto de ser el cobarde que se callaba y se escondía. Por un instante, podría mirar de frente a la razón de sus pesadillas. —Anda, dilo.

No había respuesta, Garou aún no era capaz de comprenderlo. Estaba totalmente perplejo hasta que el enojo volvió a apoderarse de él. —¡Deja de mentir!

—¡Fue un chico! ¡Me enamoré de un chico! ¡¿Qué te parece, eh?!

Garou comenzó a negar con la cabeza. —Badd, ¿de qué mierda estás hablando?

Ese era el colmo. Badd estaba cansado, sentía cómo sus ojos se volvían llorosos. La adrenalina estaba a flor de piel. Ya no quería seguir huyendo, no podía.

Badd escondió su rostro entre sus manos y soltó un pesado, profundo y lento suspiro en señal de completa impotencia, contenerse era demasiado difícil. Se sentía sofocado, no podía pensar en una sensación peor que esa.

De forma lenta y repentinamente amable, la mano de Garou tocó su hombro.

Al alzar la vista, los ojos amarillos de Garou fue lo primero que vio. Estaban amplios y sus cejas ligeramente curvadas, en su rostro se delataba extrañeza y preocupación. Por primera vez, él no estaba escatimado en expresar sinceridad en sus verdaderas emociones.

Badd lo vio y se sintió más y más contenido, atrapado, simplemente al borde de la explosión.

La rabia de ser diferente, el autodesprecio, el miedo al rechazo, la incertidumbre, la preocupación de ser descubierto; todo eso se comprimía en una pequeña fibra de su ser que se liberó en forma de coraje y amor, y entonces Badd reunió la suficiente fuerza en sus brazos para tomar a Garou del cuello de su camisa y lo jaló hacia sí, besándolo.

Y esa simple unión creó un inmenso océano que se desbordó de forma instantánea, en un sólo parpadeo. Por primera vez en su vida, en tan sólo ese instante, Badd se sintió lleno, pleno, libre y vivo.

No existió el que dirá de la gente, por un efímero tiempo los deseos de Badd se antepusieron sobre lo que Garou pensaría.

Badd trató de que ese beso no fuera un roce o un ligero tacto, sino un encuentro.

El beso duró tan poco, un único segundo en el paraíso que sólo fue interrumpido cuando Garou intentó encestarle un golpe directo pero Badd logró soltarlo con un empujón y consiguió esquivarlo por poco. Garou torpemente se hizo hacia atrás con las manos al aire, tropezando con sus pies y cayendo después sentado sobre el suelo. Garou lo miraba fijamente, con sus ojos y boca muy abiertos, su pecho subiendo y bajando con mucha fuerza. Estaba pálido.

—¿Qu... e... q-qu... ¡EH!? —Garou no podía formar nada coherente.

Badd lo miraba desde arriba sin ninguna expresión. Sus ojos se volvieron llorosos. —...Cierra la boca. —Luego se limpió los labios con una de sus manos y le dio la espalda, alejándose de ahí a zancadas.

Y Garou se quedó ahí, paralizado sobre el suelo. Badd nunca en su vida lo había visto tan atónito.

No fue asco ni alegría, sino terror puro.

Él estaba seguro que lo que vio ahí en los ojos de Garou fue terror.