El siguiente año pasó sin muchos contratiempos en el trabajo y en la forma en la que había aprendido a acoplarse en el día a día. Garou se había vuelto una presencia tenue y permanente, a veces en el aire, a veces su sombra; incluso a veces Badd podría llegar a olvidar que él se había ido y que volvería en cualquier momento. Era un poco patético pero al menos el nudo en su garganta había desaparecido. Si escuchaba la música en sus audífonos lo suficientemente fuerte, podría conciliar el sueño sin recordarlo. De esta forma, Badd había conseguido llegar hasta su cumpleaños número 26.
En el mes siguiente Lily tuvo una oferta para irse a la capital de otro distrito. Se convertiría en una de las principales integrantes del grupo de la señorita Fubuki. Era como un sueño hecho realidad, ella estaba muy entusiasmada. Sus esfuerzos habían valido la pena.
Badd la acompañó hasta la estación del tren donde partiría, hablando de la ciudad y los lugares que visitaría. Sería muy lejos, pero Badd había prometido visitar. Para ser una despedida, el ambiente era bastante alegre.
Tuvieron muchas conversaciones, todas tranquilas y entretenidas. Lily le confesó que le gustaría que él la acompañara. De hecho, le ofreció irse con ella en ese mismo instante si era que optaba por cambiar de opinión.
Badd se negó diciendo que su hermana seguía estudiando.
Los hombros de Lily cayeron y luego le regaló una tenue sonrisa. —En verdad eres un buen hermano menor. —Dijo ella con calma, como si su respuesta hubiera sido predicha incluso antes de preguntar.
Badd asintió en silencio y dio otro sorbo a su té caliente.
Entonces Lily le preguntó que por qué nunca había salido de esa ciudad antes si había tenido muchas oportunidades.
Decir que era porque seguía esperando a alguien sonaba muy doloroso y eso requeriría dar explicaciones que no quería dar. Ni siquiera ella sabía lo que él en verdad era, estar lejos de Garou había hecho que ocultarlo fuera más sencillo. Ahora era algo que simplemente lo acompañaba en su día a día. Al final de cuentas, Badd siempre puso varias excusas del porqué debía permanecer en esa ciudad, pero hoy decidió ser sincero. —Es porque había algo que quería retener en mi vida. —Dijo desviando la mirada.
Esos años conociéndolo y hablando con él no habían sido en vano, Lily supo de inmediato que él no se refería a su hermana.
Luego de pensar su siguiente pregunta, Lily continuó. –¿Es algo que amas?
Él se encogió de hombros y luego asintió dubitativo.
—¿Es una persona?
Badd agachó la cabeza al sentirse descubierto. Él nunca sería capaz de admitirlo en voz alta.
—No pasa nada, no tienes que se tan reservado. Somos amigos, ¿no? —Lily suspiró en medio de una sonrisa, acomodando su mechón de cabello tras su oreja. —Bueno... nuestro trabajo requiere que seamos reservados con nuestra vida privada, así que te entiendo.
Los recuerdos de su trabajo juntos renacieron por un instante y Badd pensó que esa era la clase de despedidas que siempre quiso tener, una donde no sintiera que la otra persona estaba siendo arrancada de su ser. Triste por supuesto, pero también esperanzadora. La alegría contagiosa de un buen porvenir. La melancolía de los momentos felices que pasaron juntos. La esperanza de reencontrarse algún día, sin ataduras, con planes por delante. Badd no sabía si en verdad se estaba convirtiendo en alguien más maduro o simplemente había obtenido resistencia al dolor de una separación.
—Mi nueva jefa me contó sobre necesitar a alguien fuerte y hábil para cubrirle las espaldas. De preferencia alguien con experiencia en combate cuerpo a cuerpo.
Badd no pudo evitar soltar una risa ligera. —¿Y crees que yo podía ocupar ese puesto?
—Yo puedo encargarme de eso. Entonces, ¿aceptas?
Las oportunidades nunca se repetían, sobre todo estas que estaban en bandeja de plata. Badd había desperdiciado muchas por su terquedad a mantenerse cerca de Garou, luego a su idiotez por la ilusión de algún día verlo regresar, finalmente la excusa de que su hermana seguía estudiando en esa ciudad. Ahora que sabía que Garou bien podría nunca volver a aparecerse y Zenko ya era mayor de edad, la idea se volvía tentadora, optimista y posible.
¿Por qué no?
¿Qué más daba si cuando Garou regresara él ya no estuviera ahí?
El pensamiento fue digerido por un largo rato antes de que asintiera. —Vuélvelo a preguntar cuando la oferta sea algo seguro. —Respondió porque tampoco quería ser demasiado precipitado, tenía que hablar con Zenko y arreglar su traslado en su actual trabajo.
Lily le sonrió de forma entusiasta. —Lo haré, ¡espera mi llamada!
Se dio el anuncio de la llegada del tren. Lily se despidió de un fuerte abrazo y algunas lágrimas en sus ojos. Antes de irse, ella le dio un rápido beso en la mejilla y le susurró al oído palabras de ánimo y consuelo, recordándole que amar también era aprender a dejar ir.
Badd vio partir el tren con la mente en blanco y una sensación melancólica en su pecho.
El calor del té en sus manos se había ido, pero la idea de aceptar la oferta en la capital permaneció.
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El tiempo en el trabajo sin Lily se volvió ciertamente melancólico y un poco solitario, pero fuera de eso todo seguía normal. El afán por contemplar la ciudad como si fuera la última vez que iba a estar ahí incrementaba y de pronto el día parecía ser más brillante, como un paisaje que le gustaría capturar en una fotografía.
Sus pensamientos lograron distraerlo lo suficiente como para saltarse dos estaciones de donde debería haberse bajado del tren. Acordando que no tenía tiempo libre antes de trabajar y nunca le había molestado hacer un esfuerzo físico extra, Badd decidió regresar caminando. Entonces se detuvo en una cafetería a comer algo rápido antes de irse a trabajar, tomando una de las mesas del segundo piso cerca del balcón para continuar contemplando esa parte de la ciudad a la que, por más tiempo que haya estado viviendo ahí, nunca había pisado.
La gente se aglomeraba en las calles, desde los que indagaban en los comercios hasta las personas que se adentraban en la ciudad con sus maletas y bolsos, porque la estación de autobuses estaba bastante cerca de ahí. Badd masticaba su comida mientras los miraba con aburrimiento porque no le interesaba su vida, sólo estaba buscando algo que llamara su atención; y parecía que su deseo interno fue escuchado porque en medio del panorama, captando su curiosidad al instante, una cabellera blanca apareció. Su caminar era más tenso de lo que recordaba, con su espalda debidamente enderezada, tenía el cabello mucho más corto, su semblante era serio, cargaba una mochila y arrastraba una maleta con su mano. Era Garou, no había forma en la que Badd no reconociera esos ojos afilados y amarillos.
Garou había regresado.
La simple realización lo hizo ponerse de pie de un salto, queriendo correr hacia él. Luego se paralizó, dándose cuenta que en realidad no quería verlo de nuevo, sino estar lejos de él.
Ya no terminó su comida, sólo pagó y salió a la calle tratando de divisarlo pero no pudo encontrarlo en ninguna parte. Garou se había perdido entre la multitud.
La posibilidad de que haya sido una alucinación llegó y fue aceptada en cuando vio la hora en el reloj de su celular. Ya era tarde, tenía que irse a trabajar.
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La sensación de melancolía no se iba. La molestia de verse extrañándolo de nuevo después de todos esos años, a pesar de todo lo que pasó, lo hacía sentir molesto y con razón, no era posible que ese idiota estuviera haciendo lo que quisiera sin darse cuenta del daño que había causado con su partida. Y, al mismo tiempo, la mezcla de compasión y recriminación por sí mismo aumentaba, porque por una parte sabía que era su culpa sentirse así, por no haber luchado más fuerte por enterrar esos sentimientos desde que comenzaron, pero también sabía que lo había intentado, en verdad lo hizo y no fue suficiente; ahora la culpa de algo que no podía evitar ni había provocado le pesaba en el fondo de su mente. La costumbre de despreciarse a sí mismo por ser la clase de persona enferma que era, como si él pudiera tener el total control de sus deseos y gustos.
Su cuerpo comenzaba a resentir esa necesidad por retener algo de esperanza o de buscar algún recuerdo feliz en el pasado, quizás fue por eso que decidió dejar a Zenko a cargo de las compras de la semana e ir a la cabaña en lo profundo del bosque por su cuenta.
El camino le pesaba, sus pasos se estancaban y su cabeza dolía como advirtiéndole que ese era un sitio al cual no debería volver. Porque estaba lleno de recuerdos felices que ahora eran amargos, porque él nunca había ido a ese lugar solo, porque ese erasulugar especial, de los dos, su refugio, su rincón lejos de la gente y la ciudad, el lugar donde ellos siempre conseguían encontrarse.
El lugar estaba hecho un asco, era un milagro que siguiera en pie. No tenía derecho a quejarse, la última vez que pisó ese lugar había sido hace más de cuatro años atrás cuando Garou desapareció y él ilusamente mantuvo la esperanza de que él se estuviera ocultando en esa cabaña. Nunca sucedió, pero al menos lo intentó.
La caminata le dio calor así que se quitó su chaqueta y la lanzó a una de las sillas de madera. En una de las esquinas del lugar había una parte donde la tierra del suelo había sido removida, se sentía fresca y muy notable visiblemente. Badd tocó esa zona con sus dedos y se preguntó si alguien más había estado ahí específicamente para enterrar algo, ¿un tesoro? ¿Un cadáver? ¿Algún objeto robado? Badd tenía la sospecha de que un grupo de niños indagó en las profundidades del bosque y dio con el lugar por accidente. Había pasado mucho tiempo, tarde o temprano esa cabaña tuvo que ser descubierta.
Badd no sabía lo que estaba buscando, tampoco entendía muy bien qué fue lo que lo hizo esperar un tiempo más. Se convenció de que al menos debía aprovechar para ver lo que había ahí escondido pero en cuanto sus dedos se enterraron en la tierra para escarbar, el techo de lámina comenzó a crujir. Eran pasos. Había alguien caminando en la azotea.
Al reconocerlo, Badd tomó lo primero que estuvo a su alcance para defenderse en caso de que se tratara de un sujeto peligroso o un animal como un oso o un ave gigante, ¿los osos pueden trepar cabañas? No estaba seguro y no iba a correr el riesgo.
Con movimientos lentos y una mirada concentrada, poco a poco fue persiguiendo los pasos por encima de él, sosteniendo con fuerza la botella de vidrio vacía en sus manos como si de un bate se tratara. Entonces el peso se liberó con un estruendo y la sombra se posicionó por uno de los pequeños huecos entre la pared y el piso, como si hubiera dado un salto del techo al suelo.
La puerta estaba entreabierta. La sombra se acercó. Era alguien. La puerta comenzó a rechinar conforme fue abierta. Pausado, justo frente a sus ojos. Su respiración se detuvo cuando la imagen de hizo más clara y pudo reconocerlo.
Su cabello era mucho más corto que antes, lo hacía ver más joven y de alguna forma más formal. La cicatriz era nueva. Ésta cruzaba en diagonal desde la parte de su frente, pasando su sien y terminando en su mejilla. Seguramente producto de alguna pelea que había tenido. La manera en la que la luz del sol en el atardecer se colaba en el contorno de su cuerpo y rostro, ensombreciendo su cara, resaltando el amarillo en sus ojos y haciendo brillar su cabello seguía siendo exactamente la misma. Intimidante. Cautivador. Increíble. Apenas había cambiado.
El rostro de Garou se mostró igual de impresionado al encontrarlo, primero con su ceño fruncido y luego con ojos amplios y boca entreabierta. Su cuerpo paralizado sosteniendo el pomo de la puerta.
Ninguno hablaba, no se movían, no parecía que alguno estuviera respirando.
El tiempo se detuvo en cuanto sus miradas se encontraron.
Entonces los labios de Garou formaron una tenue sonrisa y se movieron como queriendo decir algo cuando su intención fue abruptamente cortada para permitirle esquivar la botella de vidrio que Badd le acababa de lanzar.
Los vidrios rotos se esparcieron por el suelo sobre sus pies una vez que éstos chocaron con la puerta.
Garou miró estupefacto la botella rota y luego miró de regreso a Badd, su sonrisa se amplió. —Tan hostil como siempre, pero tu puntería mejoró, ¿no?
—¡Vete a la mierda! ¡¿Qué haces aquí?!
—Extrañaba este lugar, ¿y tú?
Badd no podía creerlo, lo veía y seguía viendo y no podía. La sangre comenzaba a hervir, su cuerpo en cualquier momento colapsaría.
¿Quién se creía él para desaparecer y regresar como si nada?
El rostro de Garou cambió a uno más serio, su sonrisa desapareció en un solo instante. —Oye... ¿estás bien?
Badd debió haberse dado cuenta desde que en su vista aparecieron manchas borrosas y por sus mejillas corrió algo húmedo.
No era su intención ponerse a llorar pero tampoco era algo que viera venir y evitar.
Quizás Garou tenía razón cuando le dijo que en el fondo él siempre fue alguien sentimental.
Garou lo examinaba atentamente, de arriba a abajo, cada movimiento, cada aliento salido de su boca. No parpadeaba, apenas respiraba. Eso sólo conseguía aumentar la vergüenza en Badd y con ello su indignación.
Sus manos comenzaron a temblar, su cabeza comenzó a dar vueltas y por más que se convenciera de que esto no debería afectarle tanto, de nuevo era algo que estaba fuera de su control. Había tantas cosas que no podía controlar, ni evitar, ni olvidar, ni dejar atrás. Esta era una de ellas. Primero era su fantasma, ahora era su presencia en carne y hueso.
¿Cómo podía luchar contra algo así?
¿Cómo podría ordenarle a su corazón que dejara de latir con tanta fuerza?
Garou era indestructible, alguien de temer.
Badd apretó los dientes y decidió que él no estaba huyendo, sino que no quería verlo y era por eso que estaba alejándose de ahí. Garou lo detuvo en la puerta sosteniéndolo del brazo cuya acción fue respondida con una sacudida brusca de Badd y su inútil intento de cerrar la puerta tras él. Garou lo siguió.
—Necesitamos hablar, Badd. Sé que ha pasado mucho tiempo per-
—¡CÁLLATE! —Le cortó de un grito y de nuevo se sintió como alguien patético al escuchar su voz quebrada. Se sentía impotente, frustrado, débil ante la presencia de la persona a la que debería estar repudiando con lo más profundo de su ser. Badd no era un estúpido sin dignidad, sólo estaba enamorado.
Fue extraña la calma que Garou tuvo como respuesta. —Necesito hablar contigo. —Repitió.
Badd hacía lo mejor para ignorarlo, su mente nublada era una ventaja porque la voz de Garou se convirtió en un eco distorsionado. Su cabeza estaba zumbando y sentía que en cualquier momento podría vomitar.
Garou lo siguió por detrás con insistencia, trató de detenerlo del brazo pero Badd se volvió a zafar y se negó a mirarlo a la cara. Eso pareció herir a Garou porque repentinamente parecía estar luchando por no molestarse de sobremanera, por fingir mantener la calma con una muy forzada sonrisa.
—Tú... Al menos trata de calmarte para que me escuches.
El nudo en la garganta le impidió a Badd responder. Él se alejó a zancadas y bajó la colina corriendo, esta vez Garou no lo siguió, pero pudo sentir cómo su mirada estaba tras él.
—¡Sé que esto es repentino y sólo por eso estoy dispuesto a esperar! —Escuchó gritar a Garou desde la lejanía. —¡Pero no creas que esto se va a quedar así, Badd! ¡Te buscaré y te volveré a encontrar!
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No recuerda la mitad del trayecto a casa pero la sensación de neblina lo acompañó incluso después de cruzar por la puerta. Zenko estaba encerrada en su habitación estudiando para su examen, apenas hacía ruido. Badd no cenó y se fue directo a su habitación. No dejaba de sentirse extraño, como si todo hubiese sido una alucinación, aunque el temblor de su mano era muy real, el frío y fuerte agarre de Garou se mantenían en su piel.
Él apenas y pudo dormir algo esa noche.
El día siguiente fue un calvario, Garou de alguna forma había conseguido averiguar su actual lugar de trabajo y llevaba más de tres horas esperando por él frente al edificio. Badd tuvo que quedarse una hora extra y escapar por el área de su estacionamiento para evitar la calle principal.
El resto de la semana fue la misma situación con la diferencia de que Garou parecía haberse dado cuenta de sus cambios de ruta y directamente comenzó a llamar a oficina por teléfono en lapsos de media hora para saber sobre su paradero y su hora de salida y entrada. También comenzó a dejar cafés cargados, pasteles y comida a su nombre, "regalos de disculpa, necesitamos hablar" estaba escrito en las notas pegadas. La recepcionista estaba harta de su insistencia y la idea de prohibirle la entrada y bloquear su número había resultado hasta que Garou comenzó a marcar desde un teléfono público.
Badd estaba considerando seriamente pedir unos días libres para irse de ahí cuando fue divisado a través de una de las ventanas por accidente y, al saber que efectivamente seguía dentro del edificio, Garou trató de entrar por la fuerza a buscarlo para obligarlo a hablar con él.
La molestia de meterse en problemas fue mayor a la molestia que sentía por él y no tuvo más remedio que salir a hablar.
—Déjame en paz. —Dijo en cuanto lo vio. —¡Estás metiéndote con mi trabajo!
—¿Eh? ¿Lo hago? —Garou se cruzó de brazos y desvió la mirada para disimular su sonrisa ladina. —Ni siquiera me había dado cuenta.
—Imbécil.
—Sí, lo soy, pero es porque quiero hablar contigo.
—Bien, ¿qué quieres?
Garou devolvió su vista a él y se mantuvo pensativo. —Vayamos a beber primero.
—No tengo tiempo. Habla ahora.
—Entonces te invito a comer.
—Ni lo sueñes, tengo cosas por hacer.
—Entonces vayamos a caminar a un maldito parque, necesitamos hablar, ¿qué parte de eso no entiendes, idiota?
—¡Ya te dije que no me importa escucharte, sólo estoy aquí porque eres una molestia en mi trabajo! ¡¿Cómo descubriste siquiera dónde trabajo?!
Garou de pronto lució nervioso. —Es... es un secreto.
Su discusión atrajo miradas de transeúntes y Badd se sintió expuesto. —Bien, ¿cuándo?
—Hoy a las siete.
—Salgo a las nueve.
—¿Turno vespertino? Bien, a las nueve entonces. Te estaré esperando aquí.
Badd asintió de mala gana, rodó los ojos y le dio la espalda refunfuñando.
Garou lo detuvo sosteniéndolo de la muñeca. —Dije que te estaré esperando. —Repitió. —Más te vale que no huyas, ¿entendido?
Era un completo cínico. Badd quiso molerlo golpes por el simple comentario.
Irónico que fuera él quién hablaba de "no huir".
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Garou esperó sentado en una de las bancas cercanas al edificio con los ojos puestos todo el tiempo en la puerta hasta que Badd terminó su turno y salió. Él se puso de pie y comenzó a dirigir el camino hacia un local familiar de carnes y parrilladas. Ambos tomaron la mesa más alejada que encontraron e hicieron su pedido.
Terminando de enviar su mensaje avisando que llegaría tarde a casa, Badd se cruzó de brazos. —Bien, ¿de qué mierda quieres hablar?
—¿Cómo está Zenko?
Badd sintió que un tic apareció en su ojo, él estaba intentando tocar sus puntos sensibles. Todo un idiota manipulador. —¿Qué te importa?
—Hablo en serio, es raro verte dejarla sola en casa, ¿por fin aprendiste a darle su espacio?
—Cállate, ella se ha vuelto bastante independiente. Además, necesita espacio para estudiar para sus exámenes, no quiero que se distraiga.
Garou lo observó un momento, dejando descansar su cabeza sobre la palma de su mano y su codo sobre la mesa. —¿Entonces no le has dicho que volví?
—¿Y para qué? Seguramente vas a desaparecer de nuevo en cualquier momento.
Quizás Badd lo dijo con más odio de lo que era su intención, ciertamente tenía muchas ganas de gritarle todo lo que se había estado guardando en ese tiempo, tal vez Garou pudo sentir algo de eso y fue la razón por la que en lugar de replicar con insultos, estaba tomándolo con calma y esquivando su mirada; si Badd pudiera leer sus expresiones, diría que este era un tema del que Garu no quería hablar.
—No voy a irme, vengo a quedarme.
Badd no pudo evitar rodar los ojos. —Claro, te creo.
—Hablo en serio, vine aquí por-
—No me importa a qué viniste. Tenías algo por decirme, ¿no? Pues habla.
El semblante de Garou se tensó, cierta aflicción se mostró en sus ojos antes de bajar su mirada a sus manos y soltar un suspiro con pesadez. Esto le estaba resultando difícil. Sin correr el riesgo de que sus ojos se encontraran, Badd por fin pudo tomarse el tiempo de ver su cara con mayor detenimiento, desde su mentón afilado hasta las puntas recortadas de su cabello. Su mirada de alguna forma se había ensombrecido, su voz era más serena y grave, sus movimientos menos despreocupados y más lentos; ahora Garou lucía como un hombre melancólico, serio y reservado. Era como si algún brillo que había estado en él se hubiera apagado. Badd no podía dejar de pensar en qué clase de realización había encontrado en su tiempo lejos de ahí. ¿Qué clase de dilema tuvo que resolver?
Pero, más importante, ¿qué fue lo que lo había hecho irse en primer lugar?
—Lo siento mucho. —Dijo de pronto Garou.
Obviamente para Badd eso no era suficiente. —Desapareciste de un día para otro, ni siquiera dejaste una nota.
—Lo decidí a último momento.
—Se nota, no tuviste la decencia de despedirte al menos de Zenko.
—Dije que volvería.
"Volveré" fue lo que Garou había dicho en la última noche que se encontraron. Fue casual, susurrado y dicho sin mirarlo a la cara; algo tan simple que ni siquiera parecía una promesa, sino un comentario soltado al azar dicho sólo para los oídos de Badd. Era absurdo haberse confiado de eso.
—¡¿Y cómo iba a saber que lo decías en ese sentido?! ¿En serio? ¡¿Desaparecer por años y luego pretender que puedes regresar sin que no pase nada?!
—Baja la voz, Badd... La gente está comenzando a mirarnos.
—¡Pues entonces me largo d-!
La comida llegó a sus lugares justo cuando Badd estaba a punto de ponerse en pie y Garou estaba a punto de sujetarlo del brazo para impedirlo. Garou suspiró aliviado y Badd tuvo que obligarse a guardar la calma y bajar la voz, recordándose que esta era su oportunidad para averiguar aquellas incógnitas que lo habían atormentado por las noches todo ese tiempo, finalmente podría buscar la verdad.
Una vez que la mesera se retiró de ahí, los ojos de Garou volvieron a él y su boca se abrió intentando retomar la conversación. Esta vez, Badd tomó la delantera.
—¿Por qué decidiste irte?
El cuerpo de Garou se tensó ante la pregunta, sus puños se apretaron y su vista bajó de nuevo.
—¿De qué estabas huyendo? —Cambió la pregunta Badd, sabiendo que esa era la más acertada.
Y pareció serlo porque con ésta consiguió que Garou alzara su vista de nuevo hacia él. Aunque todavía no podía hacerlo confesar.
—No puedo decírtelo. —Soltó Garou después de un largo rato.
Badd sintió su sangre encenderse, se puso de pie y Garou hizo lo mismo en cuanto lo vio hacerlo, tomándolo de la muñeca con prisa y cierto pánico en sus ojos.
—Se estaba volviendo peligroso. —Dijo de pronto, haciendo detener a Badd y jalándolo un poco de nuevo a la mesa para que volviera a sentarse.
—¿...Peligroso?
—Escucha, sé que no tiene sentido para ti, pero tampoco fue fácil para mí. —La intranquilidad de la mirada de Garou era desconcertante, él luchaba por encontrar las palabras y estaba fallando. —Incluso comencé a creer que... quizás...
Badd esperó con atención sus siguientes palabras, no estaba entendiendo nada.
Garou pareció rendirse. —Sé que fue una estupidez y todo fue mi culpa.
Y eso era algo que Badd no quería escuchar, incluso si Garou estaba hablando de un tema completamente diferente al que él tenía en su cabeza, porque igual le lastimaba la idea de escucharlo hablar con arrepentimiento de todo lo que pasó antes de su partida. De las peleas, el alcohol, Kiiro y todolodemás.
Ambos empezaron a comer su comida con una notable cautela, en silencio. A Badd se le había ido el apetito y Garou extrañamente no tenía ánimos de comer.
Garou quiso pagar la cuenta y Badd lo dejó considerando para sus adentros que eso era lo mínimo que él podría hacer después de todo. La salida al restaurante fue igual de silenciosa, Badd no quería hablar y Garou se mantenía esquivo, siguiéndolo por detrás sin saber cómo iniciar una conversación que no fuera cerrada por respuestas cortas y tajantes. Como Garou no parecía tener intención de dejarlo en paz por un buen rato, Badd tomó el camino largo a casa para evitar que él descubriera dónde vivía. Suficiente era con tenerlo esperando como un perro guardián afuera de su trabajo.
Viendo que eso no estaba yendo a ningún lado, Garou mencionó algo sobre verse de nuevo al día siguiente, a la misma hora. Badd se negó al instante sin molestarse en voltear a verlo.
Pero ya debería saber lo obstinado que era Garou, quien nunca quería rendirse, quien no soportaba el sabor de la derrota, el mismo que había luchado con sangre por lo que quería. Garou lo detuvo sólo para aclararle que estaba hablando en serio, que mañana lo esperaría. —Me las estás poniendo muy difícil, en verdad estaré esperándote hasta que salgas.
Badd no supo cómo responder, decidió que no era su problema y continuó andando a zancadas hasta que pudo escuchar cómo Garou soltó un suspiro cansado y unas palabras que lo hicieron congelarse.
—Y pensar que una de las razones por las que volví fue por ti.
El corazón de Badd dio un vuelco y sus dientes rechinaron. —Pues deberías volver a irte. —Respondió.
Al mirar sobre su hombro, se encontró con el rostro serio de Garou y sus ojos pegados en él. Garou abrió la boca tenuemente queriendo decir algo pero se detuvo. Su mirada cayó al suelo y pasó una mano a su nuca, el mismo gesto que hacía cuando se sentía avergonzado. Finalmente metió sus manos en sus bolsillos y se dio la media vuelta, caminando a pasos pesados.
—Te estaré esperando mañana. Hablo en serio.
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Tal y como había dicho, Garou volvió a aparecer afuera de su trabajo al día siguiente y comenzó a seguirlo incluso si Badd hizo lo mejor para ignorarlo, sólo le faltó echarse a correr y estaba seguro que Garou lo hubiera perseguido como un maniático por toda la calle.
Después de un rato de andar sin rumbo, Garou lo tomó del brazo y lo arrastró hasta un parque para sentarse en una de las bancas bajo la luz del poste de luz. La noche era cálida y silenciosa, no había gente alrededor, seguramente eso era lo que Garou quería.
Garou le entregó un refresco en lata que debió haber sacado de una máquina expendedora y ambos bebieron en silencio.
—¿Hace cuánto que cambiaste de trabajo? —Preguntó Garou, quizás por curiosidad, quizás sólo para romper el hielo.
Badd se negó a responder. No era de su incumbencia.
Garou volvió a intentar. —Fue difícil dar con tu ubicación, por un momento creí que te habías mudado a otra ciudad. ¿No crees que es una suerte que no lo hayas hecho?
Él soltó una ligera risa que fue igualmente ignorada. Garou siguió.
—La ciudad no ha cambiado nada, ni siquiera tú. Y yo... bueno, no sé si en verdad he cambiado, pero lo estoy intentando. Esta mierda es difícil de describir, ahora tengo que tomar las riendas de mi vida y todo eso, ¿entiendes?
Badd rodó los ojos.
—Oye, no me pongas esa cara. ¡Al menos yo estoy hablando, tú ni siquiera me has contado nada de lo que has hecho en todo este tiempo!
—Pues lo sabrías si al menos te hubieras mantenido en contacto.
Ese comentario removió algo dentro de Garou quien chistó la lengua y desvió la vista. —Hubiera sido peor si me quedaba. —Dijo en voz baja en forma de queja.
—¿Sabes qué? No me interesa. Me voy. —Badd se puso de pie dispuesto a irse, tirando la lata vacía en uno de los contenedores cercanos y comenzando a alejarse sin despedirse.
Garou hizo lo mismo y su mirada se intercaló entre hacia donde estaba yendo Badd y el lado contrario, que era a donde él tenía que regresar. Al final Garou maldijo por lo bajo y le dio la espalda comenzando a caminar al lado contrario.
Cuando el sonido de los pasos de Garou se volvieron más lejanos, Badd decidió detenerse y girar su cuerpo ligeramente.
—Oye.
Garou se detuvo y volteó en cuanto lo escuchó. —¿Umh?
La espalda de Garou se veía más ancha, había adelgazado sólo un poco y también parecía haberse vuelto más alto. Aunque eso último era difícil de darse cuenta, Garou siempre había sido más alto que él. Su semblante lucía indiferente pero era obvio que estaba luchando por disimular, él en verdad estaba atento a lo que sea que fuera a decir.
—¿Eso era todo lo que querías decir? —Preguntó Badd y Garou frunció su ceño sin entender, con sus manos en los bolsillos y su cuerpo girándose por completo.
—¿A qué te refieres?
—De ayer. Dijiste que tenías algo importante por decir, ¿eso había sido todo?
Badd se había ido a casa la noche anterior con la sensación de que Garou aún tenía más por decir. No lo iba a dejar salirse con la suya esta vez.
—Ah... Sobre eso...
Garou de pronto pareció nervioso y falló en tratar de ocultarlo. Su mirada iba de Badd a suelo y luego a la banca vacía en medio de ellos.
Nunca había sido alguien paciente y rápidamente Badd comenzó a desesperarse de tanto esperar. Molesto por el descaro de hacerlo perder el tiempo, Badd le dio la espalda de nuevo y empezó a alejarse con más prisa, con sus manos a los costados hechos puño. Entonces escuchó los pasos de Garou ir tras él.
Badd esperaba cualquier cosa. Un empujón, su brazo rodeando su cuello como un gancho, un fuerte agarre en su muñeca, su cuerpo bloqueándole el camino por completo...
Lo que nunca imaginó fue que Garou llegaría por detrás y lo aprisionaría con sus brazos, escondiendo su rostro en su hombro, susurrándole al oído con una voz temblorosa que asimilaba a un lamento prohibido. —...Te extrañé.
Su respiración se contuvo, los sonidos desaparecieron. Sólo eran ellos dos, la noche y una respiración cálida en su cuello. La presión de los brazos de Garou aumentó. Badd no podía moverse.
Garou continuó. —He tomado decisiones muy difíciles y algunas bastante estúpidas. Hay cosas que no entendía y me estaban haciendo daño. Yo estaba muy... muy confundido, ¿entiendes? Perdí el camino... o lo que sea... algo así...
Después de un rato sin respuesta o más confesiones, Garou lo soltó con lentitud y retomó su propio camino. Badd parpadeó, se permitió soltar el aire y se tuvo que recordar cómo mover los pies para caminar. Después del primer paso, no pudo detenerse. No pudo regresar su vista tras de él. No sabía qué expresión estaba teniendo Garou en su rostro, no escuchaba sus pasos y no sabía si era por lo aturdido que estaba o porque Garou seguía ahí parado detrás de él, contemplando su reacción. Nunca lo sabría. Badd no volteó, no se detuvo, siguió adelante y todos sus movimientos se sintieron robóticos.
Badd no supo cómo logró llegar a casa en ese estado, pero sus pies dejaron de responderle una vez que consiguió llegar a su habitación. Su corazón latía con tanta fuerza que temió que en cualquier momento se saldría corriendo para perseguir a Garou.
Esa noche, como lo había hecho en muchísimo tiempo, Badd luchó por no llorar. Así como había luchado por no gritarle a pulmón abierto que él también lo había extrañado, que lo había odiado tanto que deseó verlo muerto y también que, a pesar de todo, no podía quitar ese mismo efecto que él tenía sobre su voluntad y coraje.
Era como una droga, un potente sedante o una enfermedad; algo crónico incrustado en lo profundo de su mente, en el fondo de su corazón, atorado en el nudo de su garganta.
En una persona poco paciente, enojona y ruidosa como Badd, Garou era el ser molesto al que podría perdonarle más de lo que debería.
Garou era una maldición, un monstruo.
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No hubo cambio en la rutina. Garou lo buscó al día siguiente y el siguiente también. El fin de semana lo invitó a un centro comercial.
Esta vez la conversación entre ellos pareció fluir de manera más natural que antes, los hábitos de insultarse el uno al otro y empujarse al caminar renacieron desde las cenizas como si siempre hubiese sido algo de su propio ser, algo grabado en sus almas que ya formaban parte de sus propias personalidades.
Garou hacía muchas cuestiones y daba algunos comentarios que daban pistas de todo lo que hizo en esa ciudad. Garou había estado en varias villas a las afueras del distrito, luego en la capital y finalmente en un pequeño pueblo con viejos amigos del viejo Bang y su hermano Bomb. Había entrenado en la naturaleza, cerca de las cascadas. No volvió a ser discípulo de alguien pero sí fue algo como un maestro para varios novatos con los que aprendió a tener misericordia. Hacía mucho que no bebía en exceso e hizo lo mejor que pudo para no involucrarse en ninguna pelea sin sentido.
Badd lo escuchaba y asentía en silencio, de vez en cuando soltaba un comentario en tono de burla sin creer realmente por todo lo que había pasado, tratando de ocultar la agridulce realización de que ahora había muchas cosas que desconocía de él.
Era obvio que Garou esperaba que esa conversación fuera más recíproca así que comenzó a lanzar suposiciones de su vida, a tratar de meterse en las vivencias de las que Badd seguía negándose a hablar. Después de no conseguir nada, Garou comenzó a ser más directo en su búsqueda de información.
Garou le preguntó si tenía novia y lució extrañamente aliviado cuando la respuesta de Badd fue negativa. La sonrisa ladina en su rostro era algo que se notaba a kilómetros de distancia y Badd sentía que él de alguna forma se estaba burlando.
Badd no quiso quedarse atrás e intentó hacer la misma pregunta pero Garou lo tomó del brazo y lo jaló hacia donde estaba aquello que había llamado su atención en el siguiente aparador. Había figuras de personajes de comics y mangas, específicamente de lo que parecían ser héroes. Garou los miró con cierta diversión y le contó sobre el pequeño niño que tuvo como vecino el cual era fanático de los superhéroes, que el mocoso feo tenía un mal gusto pero era un buen niño.
Aunque referirse a él como "niño" era ya un chiste por sí solo, el mocoso ya debería haberse graduado de preparatoria al mismo tiempo que Zenko.
En un momento a Garou se le salió decir que el viejo Bang lo había buscado, encontrado, hablado con él y desde entonces se habían mantenido de vez en cuando.
"Entonces él fue quien te dio la ubicación de mi trabajo", concluyó Badd en sus adentros.
Garou dijo que el viejo planeaba retirarse pronto y, al no tener ningún descendiente, había decidido dejarle el dojo en sus manos para continuar con su legado. —Fue por eso que volví. —Agregó Garou al final.
Badd estaba a punto de soltar ácido por la boca por no haberse molestado en contactarlo antes, pero Garou de pronto alzó su brazo y lo rodeó del cuello, acercándolo más hacia él, sonriéndole ladino y soltando una corta risa antes de seguir hablando. —Y porque no pude soportar estar más tiempo lejos de ti.
Era una suerte que estuvieran rodeados de personas, Badd podría agarrarlo a golpes por hablarle de esa forma tan descarada.
El resto del tiempo Garou se la pasó pegado a él como si la noche fuera eterna al igual que las noches anteriores. Badd era quien siempre debía dar por terminado el día y despedirse. Esa vez parecía ser igual, cada quien por su camino, hasta que Garou lo detuvo lentamente del hombro antes de cruzar la calle, enseriándose, mostrándose calmado y concentrado.
—Lo dije en serio. —Comenzó Garou. —En verdad sentí que podía morir. Necesitaba irme, pero nunca dejé de querer volver.
Entonces el celular de Badd comenzó a sonar y, al revisar, reconoció el nombre de Lily en la pantalla. No sabía si eso era todo lo que Garou planeaba decirle o si había tomado la interrupción como la señal perfecta para dar por terminada la salida y despedirse siguiendo su propio rumbo.
Badd lo miró alejarse en silencio, con el estómago hecho un revoltijo de emociones y el corazón latiendo a más no poder.
La llamada fue enviada a buzón de voz.
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Esa misma noche Lily le envió un mensaje confirmándole que el puesto en la capital del que le había hablado antes de irse estaba disponible.
"¿Vas a tomarlo?" Preguntó ella.
Badd leyó de nuevo, varias veces de hecho.
Lo había olvidado por completo. No sólo no lo había decidido aún, sino que ni siquiera se había tomado el tiempo para discutirlo con Zenko todavía.
Antes, haber aceptado parecía mucho más sencillo. Ahora que sabía que Garou había vuelto a la ciudad para quedarse, repentinamente el cambio pareció demasiado para considerar, casi innecesario.
De pronto Badd necesitaba más tiempo para pensarlo.
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Era difícil decidir si todo había sido una muy ventajosa coincidencia o en verdad Garou había sido capaz de averiguar la universidad donde estaba estudiando Zenko. Badd sólo sabía que ambos se habían encontrado en el camino y ella lo había invitado a casa a comer alegando que tenía mucho tiempo sin verlo y había mucho de qué hablar. Badd simplemente no pudo ir en contra de la hermosa y alegre sonrisa de su amada hermana menor. Garou se burló de él diciendo que ninguno de los dos había cambiado nada.
Como si fuera poco, el tiempo hablando resultó ser muy ameno y dulce. Garou terminó quedándose a cenar también.
Garou mencionó vagamente lo bonita que era su casa, aunque era más pequeña que la anterior. Badd respondió que no hacía falta un lugar grande cuando sólo eran dos personas y un gato, además de que ella se la vivía en la universidad y él en el trabajo.
Mientras comían, Garou repetía algunas historias a Zenko que Badd ya había escuchado, como su enfrentamiento con tipos de tres veces más su peso, la vez que un chico le aventó una bicicleta encima o cuando un sujeto lo confundió con un asaltante y lo noqueó de un golpe. Todas sonaban peligrosas pero Garou las contaba de una forma ciertamente indiferente y con falta de detalles, engrandeciéndose sin mucha intención. Badd contó cosas de forma vaga y fue Zenko quien terminó dando más detalles de cómo él se había esforzado en su trabajo, que había sido ascendido en varias ocasiones, que la gente de su trabajo era ruidosa y cómo él había agotado todos sus días de vacaciones para poder asistir a su primer día de clases, sus recitales, sus ceremonias de graduación, ayudarla a estudiar y acompañarla a ir de compras.
Recogieron sus platos, Badd guardó la comida y Garou limpió la mesa. Los dos lavaron los trastes. Después Zenko mencionó querer ver una película. Garou lo miró de reojo como pidiéndole permiso y Badd no tuvo más remedio que acceder. Él haría cualquier cosa que su hermana quisiera.
De pronto la situación dejó de sentirse tensa y extraña, la atmósfera rápidamente se volvió cálida, alegre, llena de calma, demasiado familiar... de pronto habían vuelto a ser los mismos de antes. De pronto era como si el tiempo se hubiera desvanecido.
El dolor, la angustia, la duda. Poco a poco todo desaparecía. Garou se pegaba a él, hombro a hombro, como siempre solía hacerlo.
Badd no podía evitar sonreír de forma tenue. La alegría de su corazón era algo que tampoco podía apagar.
Se sentíatanbien estar junto a él.
Y por primera vez en todo ese tiempo, Badd no se sintió mal consigo mismo por pensar de esa forma.
Como era de esperarse, la noche cayó y sin darse cuenta se hizo muy tarde para volver a casa. Zenko básicamente obligó a Garou a quedarse a dormir, Badd de nuevo no pudo negarse.
Como era de esperarse, la sala era muy pequeña para Garou y tuvo que compartir habitación con Badd.
Después de recostarse y de apagar la luz, Garou le confesó que extrañaba compartir habitación con él, que era algo que atesoraba cuando eran niños porque siempre era divertido molestarlo y desvelarse hablando de tonterías. Que era malo para su ciclo de sueño, pero siempre valió la pena.
Badd sintió un escalofrío al escucharlo, un malestar vino en su estómago al recordar que molestarse y hablar de tonterías no fue lo único que ellos llegaron a hacer al compartir habitación.
—¿Qué más hiciste mientras estuviste lejos? —Se atrevió a preguntar Badd en medio de la conversación.
—Peleas, entrenamiento, más peleas... ya hablé de eso, ¿no?
—¿En verdad fue todo? —Insistió Badd con genuina curiosidad. —Quiero decir, fueron más de cuatro años.
Garou pensó su respuesta con detenimiento, indagando entre sus recuerdos. —Casi todo fueron peleas, gané la mayoría, pero descubrí que allá afuera había sujetos realmente fuertes. Después... —Su sonrisa comenzó a disminuir sin darse cuenta, sus ojos se perdieron en el techo, a la nada. El volumen de su voz se volvió más bajo. —...aprendí a ver las cosas de diferente manera. Hubo un tiempo donde creí que iba a morir... creo que en algún punto deseé morir...
Badd lo examinaba con la mirada, aún había muchas cosas que él le estaba ocultando y, aunque él no era nadie para recriminar de secretos, definitivamente no podía evitar sentir el sabor amargo de la preocupación.
—Bueno, esa mierda fue horrible pero ya pasó. —Soltó Garou rápidamente cambiando la expresión de su rostro a una más relajada, dándole un ligero golpe en su brazo y sonriendo. —Me alegra volver a ver a Zenko y ver que no has cambiado nada, sigues siendo el mismo testarudo de siempre por lo que ella cuenta.
Garou rió y Badd le regresó el golpe con un poco más de fuerza. —Cierra la boca.
—Sin ti la vida no tenía sentido.
Badd se detuvo en cuanto lo escuchó. Garou se dio cuenta de lo que había dicho y se apresuró a arreglar sus palabras.
—Es porque eres divertido de molestar. Sin ti me aburría mucho y todo eso, ¿entiendes? Bueno, no importa si no entiendes, no es como si te vieras al espejo cada vez que tienes esa mirada molesta que pones cuando algo te hace enojar.
Garou se echó entonces a reír. Badd no sabía si estaba hablando en serio o de nuevo todo era una mala broma.
—Pero volviendo a tu pregunta... mgh, conocí a muchas personas e intenté ayudar lo mejor que pude. Tuve varios trabajos de medio tiempo hasta que Bang me convenció de hacerme cargo del dojo. No estaba seguro de volver, ¿sabes? Había pasado mucho. —Después Garou miró hacia él, sus ojos seguían sintiéndose tan perforantes como siempre, brillantes, afilados y largos. Boca pequeña. Nariz puntiaguda. Mentón delgado. Mechones blancos y grisáceos en un rostro ligeramente bronceado; y la sonrisa ladina más molesta, prepotente y altanera que pudiera haber visto en alguien. —Luego te encontré en la cabaña y supe que quería quedarme para estar contigo otra vez.
Refunfuñando, alzando una ceja y rodando los ojos, Badd le restó importancia al principio, pero después devolvió la sonrisa de una forma más tenue. No supo cómo responder. Luego Garou le dio la espalda y fue el primero en quedarse dormido.
Badd se mantuvo despierto un rato más.
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Temprano en la mañana siguiente Garou se despidió de Zenko y acompañó a Badd una parte del camino a su trabajo. Badd insistió en que no era necesario pero llevarle la contraria a Garou siempre fue difícil.
Ahora Garou sabía dónde trabajaba y vivía, de nuevo estaba metiéndose de lleno en su vida y eso, más que enojarlo, lo hacía feliz.
Garou no mencionó donde se estaba quedando ni qué cosas tenía por hacer, pero debía estar libre porque le pidió a Badd encontrarse de nuevo esa noche para ir a la cabaña.
Badd aceptó de mala gana más por curiosidad que por verdadera intención de ir, sobre todo porque Garou en verdad parecía entusiasmado con lo que fuera que iba a haber allí. Así que saliendo del trabajo, luego de dejarle un mensaje a Zenko, se fue directo a la cabaña.
Estaba muy oscuro, tuvo que verificar el camino bajo sus pies con la ayuda de la lámpara de su celular. Después de llegar, no fue que hubiera llegado demasiado tarde, pero Badd no fue capaz de encontrar a Garou por ningún lado en la oscuridad y estaba a punto de irse hasta que él lo llamó por su nombre desde la azotea de la cabaña, pidiéndole que subiera con él. Badd no estaba seguro porque la cabaña era vieja y no sabía si esa cosa podría caerse en cualquier momento. Pero, de nuevo, negarse a algo que Garou quería fue difícil.
Como lo usual, Badd accedió de mala gana y Garou se burló de él divertido mientras lo ayudaba a subir al techo. Badd no sabía qué hacían ahí pero Garou no dejaba de mirar la hora en su celular y entonces, de forma abrupta, lo jaló del brazo y lo obligó a ponerse de pie también con la vista hacia la ciudad. —Ya es hora. —Dijo.
Badd iba a preguntar qué se suponía que iba a pasar pero entonces hubo un fuerte sonido agudo que llamó su atención de inmediato, como un chiflido, enseguida una luz en el cielo, luego un estruendo lejano y entonces una lluvia de colores. Una serie continuó a partir de ahí. Primero el sonido, luego la luz y entonces el color. Badd ya conocía los fuegos artificiales pero no podía recordar cuándo fue la última vez que los vio.
—Escuché que había un festival cerca de aquí, sé que no te gustan los lugares llenos de gente pero estaba seguro de que te gustaría ver los fuegos artificiales. Buena idea, ¿no crees? —Le dijo Garou por lo bajo, sobre su hombro, observando su reacción disimuladamente,
—¿Por qué no lo dijiste antes?
Así Badd podría haber traído su cámara, podría haberle dicho a Zenko o podría al menos haber buscado un lugar con mejor vista.
—Tch, pues porque era una sorpresa obviamente.
Badd soltó una risa sin querer. Ligera, sincera, liberadora. En medio de un resoplido, no tan ruidosa como la de Garou pero lo suficientemente fuerte como para no poder ocultarla y llamar la atención del otro. —Gracias. —Dijo él.
El ruido de cada explosión, el espectáculo de cada luz, así como el cambio de la brisa fría a una más cálida, fue efímero. La sensación dulce sobre su pecho, acogedora, revoloteando en su estómago. Cuando por un momento la tristeza transpiró por su piel y se esfumó con el aire, cuando el hueco en su corazón se sintió lleno, vivo, latiendo con rapidez y, al mismo tiempo, la calma profunda inundó su mente y acarició las heridas de la angustia pasada; fue cuando finalmente Badd pudo aceptar la facilidad con la que el amor podía surgir desde las cenizas, encenderse y quemar todo a su paso. Quemarlo a él. Arder tanto como el infierno.
Entonces Badd recordó que el amor no siempre había sido así de doloroso. También había momentos donde había reído a su lado, habían sentido el viento sobre sus rostros y habían ganado peleas lado a lado.
En ese preciso, efímero, maldito, agridulce y sorprendente momento, justo ahí, exactamente así, fue cuando Badd se dio cuenta que, en contra de su propia dignidad, carente de racionalidad, ya sin fuerzas para seguir conteniéndose, seguía estando enamorado de Garou.
Maldita sea.
De camino a casa Garou guió el camino sujetándolo de la muñeca con la excusa de que estaba demasiado oscuro y no quería perder el tiempo teniéndolo que esperar, que no lo iba a buscar si se perdía y que los dos podrían pelear juntos si un animal salvaje aparecía. Garou bromeaba y se mantenía precavido del camino que ya no recordaba. En cambio, Badd estaba teniendo una lucha interna donde los sonidos eran borrosos y su pecho estaba a punto de estallar.
Lo amaba, lo seguía amando. Estar junto a él empeoró las cosas.
Era una suerte que la oscuridad pudiera ocultar su rostro.
Una vez que terminaron de bajar la colina y tocaron suelo plano, Garou lo soltó y ambos siguieron avanzando hasta llegar a la zona más poblada. Ahí cada quien tuvo que tomar su camino.
Garou mencionó vagamente lo divertido que fue, sobre cómo deberían averiguar los próximos festivales y que la próxima vez podrían comprar comida para llevar.
Todo lo que Badd podía pensar era en que no quería alejarse de Garou otra vez, no de nuevo como antes.
Quizás, era hora de que él supiera la verdad.
—Oh, cierto. —Dijo Garou sacándolo de sus pensamientos. —Mañana es tu día libre pero más te vale no tener planes.
—¿Eh? Cállate, tú no me das órdenes.
—Mañana en el centro de la ciudad, en el restaurante familiar junto a la estación. —Garou le dio una palmada en el hombro y luego escondió sus manos en sus bolsillos, comenzando a caminar de espaldas. —Es una reunión importante, hablo en serio. No te atrevas a faltar.
Badd resopló con cansancio antes de asentir. Iría sólo porque Garou estaba hablando en serio y la extraña inquietud en sus ojos era prueba de que la cosa era importante para él.
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El camino de regreso a casa fue solitario pero no triste, sino más bien melancólico. Badd había caminado tantas veces por esas calles y lo único que no había cambiado era la pesadez en su pecho cada que pensaba en sus sentimientos acerca de quien se suponía era su mejor amigo.
A pesar de eso, no estaba seguro si la madurez que llegaba con la adultez y el desgaste mental de tener que fingir su verdadero ser por tanto tiempo, o tal vez la corta libertad y el desgarrante dolor que había padecido con la ausencia de Garou, le había hecho darse cuenta que las cosas no tenían que ser tan difíciles como siempre habían parecido, que había heridas más profundas que las del rechazo.
¿Qué más daba si Garou lo sabía ahora?
No.
Tampoco era por eso.
Ni siquiera era porque quisiera ser aceptado, era porque simplemente quería decirlo.Necesitabadecirlo.
Tal vez era hora de soltar sus sentimientos después de tanto. Después de todo, no podía más.
Sus pies avanzaban a pasos sin prisa y con calma, nunca los había sentido tan ligeros.
Antes los dos eran amigos pero cada distanciamiento sólo conseguía volverlos más cercanos. No era diferente ahora.
Era como si una barrera que parecía imposible de superar hubiera sido derrumbada.
Badd alzó la mirada e inhaló bastante aire, luego exhaló.
Garou había vuelto para quedarse, esa era su señal de que debía confesarse y enfrentar su respuesta de frente.
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Badd llegó a casa con una sonrisa en su rostro y un ligero temblor en sus manos que delataba su inquietud.
Un nuevo mensaje de Lily llegó a su celular preguntando la respuesta a su propuesta y esta vez Badd pudo responder de forma adecuada sin otra larga pausa.
La oferta era demasiado tentadora pero Badd aún tenía cosas por hacer y, por lo tanto, no podía irse de la ciudad.
Badd la llamó para agradecerle sin mencionar con claridad cuáles eran sus razones para quedarse. Después de todo, él mismo no sabía si eran suficientes.
