El triple frente

Parte 1 Engaños mutuos

Hiashi Hyuga tenía muchos dolores de cabeza con sus hijas. No es que fuera un mal padre ya que estaba tratando de hacer que sus herederas tuvieran descendencia, pero las dos tenían comportamientos muy incestuosos.

Hinata Hyuga era la mayor por 5 años y consentía a Hanabi, su hermanita, en lo que podía. A su vez, Hanabi tenía tan idolatrada y muy ideelizada a su hermana mayor que planeaba fugarse algún día y ser felices juntas donde nadie las conociera.

—¡¿Por qué me tiene que pasar esto a mi?!—.

Si el resto del mundo ninja se enteraba de que sus hijas eran lesbianas norteñas, se iban a reír del clan Hyuga y por eso tenía que usar el último recurso.

—Hola, señor Hyuga. ¿Por qué me llamó?—.

Naruto Uzumaki, el héroe de la aldea, posterior a la guerra y por la defensa contra el líder de Akatsuki, era la única persona en el mundo por quién Hinata estaba loca de amor, incluso por encima de su hermanita adorada.

—¡¿Cómo que quiere que me case con su hija?!—exclamó Naruto en shock.

—No es que me agrades más que nada por ser ninja, pero quiero que hagas que mi hija mayor deje esa obsesión por mi hija menor—.

—¿Obsesión? Bueno, es normal que los hermanos se quieran—.

—¡Si, pero no que se besen en la boca!—.

—¡¿Qué Hinata hace que?!—.

Hiashi procedió a explicar todo lo que él sabía sobre la obsesión de las hermanas Hyuga y varias cosas que eran perturbadoras, así que estaba desesperado. Intentó separarlas siendo un padre favoritista, distante, pero todo lo empeoró.

—Ya veo, ¿quiere que Hinata y yo estemos juntos para que deje esa insana obsesión?—.

—Si, has lo que tengas que hacer, pero mis hijas deben ser normales—.

—Voy a intentarlo—.

Naruto no sabía que hacer, ni siquiera Sakura le hizo caso para salir con ella. Aunque Hinata era ahora muy cercana a él, no sabía si iba a aceptar una cita para que se olvidara de su hermana, a la cual no conocía para nada.

—¿Qué hago, que hago? Soy muy malo para esto, ¿Qué puedo hacer si me rechaza? Bueno, ni modo. Hice lo que pude—.

En ese momento, encontró a Hinata con su hermana menor dándole muchos abrazos y mimos, a lo que esté saludó y la peliazul se sorprendió de la visita.

—Naruto, hola. ¿Qué haces acá?—.

—Hinata, ¿Qué tal? Podemos hablar en privado—.

—No, si mi hermana tiene que hablar cosas, yo puedo estar aquí—alegó Hanabi que notaba los nervios de su hermana por una extraña razón.

—Hanabi, cállate por favor—empezó a decir Hinata algo amenazadora y Hanabi se asustó.

—Esta bien. Hinata. No te enojes con tu hermana. Quiero preguntarte algo, ¿quieres salir conmigo a una cita?—.

Hinata se quedó de piedra y Hanabi no entendía porque el rubio estaba preguntando eso si ni siquiera su hermana estaba interesada en él, pero la Hyuga respondió rápido.

—¡¿En serio quieres salir conmigo?!—.

—Sí—.

—Acepto—.

—¡¿Qué?! ¡Onee sama, no puedes salir con él! ¡Para empezar no es guapo y me tienes a mi, no necesitas a nadie más!—se enojó Hanabi por eso.

—¡Tú no te metas, enana malcriada! Esto es entre Hinata y yo—reclamó el rubio furioso.

—¿Ves? Es un grosero con tu hermana menor, tienes que ver qué es un embustero. Mándalo a volar—alegó la Hyuga castaña confiada.

—¡Hanabi! Naruto no es así, tú eres la grosera. Tienes que disculparte—.

—¡No! ¡No puedes hacerme esto! ¡Soy tu hermanita!—.

—Descuida, estoy acostumbrado a este tipo de comportamientos a mi persona. Hinata, no quiero importunarte por tu hermana—dijo el rubio viendo que se salió de control.

—No estás importunando. Hanabi, voy a salir con Naruto y ni siquiera tú vas a impedirlo. No me vas a arruinarlo—.

—¡Pero hermana!—.

—Pero nada, ve a tu habitación—.

—¡Te odio!—.

Hanabi se fue de ahí furiosa y Hinata suspiró porque su hermana estaba enojada, pero ni ella iba a impedirle estar con Naruto. Tanto que le había costado siquiera que la volteara a ver, tanto que hasta su primo Neji se tuvo que morir hace poco en la guerra.

—Lo siento por eso—.

—Descuida, ya se le pasará—.

—No me gusta que se peleen entre familia. Me gustaría tener una hermana—dijo el rubio anhelando un deseo imposible.

—No te preocupes por mi. Voy a hablar con mi hermana más tarde, cuando se enoja es difícil calmarla—.

Mientras tanto en la habitación de la Hyuga menor, Hanabi cayó de rodillas y casi gritaba porque estaba furiosa y a la vez miró que Naruto era guapísimo.

—¡Aaaaah, es un papucho! ¡Ay, como lo odio! ¡Estúpido idiota! ¡¿Quién se cree que es para salir con mi hermana?! ¡Sus ojos azules son preciosos!—.

Hanabi había quedado flechada por el Uzumaki pero supo cubrir bien sus emociones porque amaba mas a su hermana mauor. Sin embargo, también se sentía celosa y enojada de que Naruto invitara a salir a su hermana y ella aceptara la salida. En su mente, se peleaban dos partes de sus pensamientos, su lado más heterosexual que le hacía desear al rubio y su parte lésbica norteña que quería casarse con Hinata, teniendo dos frentes opuestos.

—¡Estúpido y sensual Naruto! ¡Aaaaah, como lo odio! Oh, pero que hombre—.

Así de dividida estaba la mente de la pobre chica de casi 11 años y así pasaron más de 1 año y medio. Hanabi cumplió 12 años y su hermana mayor tenía un buen tiempo de formalizar una relación con Naruto, que se veía muy feliz de finalmente sentirse amado. Sin embargo, los sentimientos contradictorios de Hanabi se volvían peores con el paso del tiempo.

—Feliz cumpleaños, Hanabi. ¿Cuál es tu deseo de este año?—preguntó Hinata sonriente.

—Que termines con Naruto—.

—Eso jamás—.

Hanabi estaba enojada porque jamás creyó que su hermana duraría tanto tiempo con Naruto y a este paso se iban a casar. De manera contradictoria, ella no podía pasar tiempo a solas con Naruto, porque sería demasiado sospechoso de su parte y además era muy orgullosa.

—Estúpida relación de onee sama y Naruto baka. ¿Por qué no se fija en mi? ¿Es por qué soy una chica pequeña y apenas tengo 12 años?—decía Hanabi toda triste en su habitación.

Para ella le era imposible confesar sus verdaderos sentimientos ya que si su hermana mayor sabía de eso, se distanciarían más y también ahuyentaría a Naruto. Era tanta la contradicción que tenía ataques de pánico muy fuertes y sufría en silencio de que sus sentimientos alejara a sus seres más queridos, y en el caso de Naruto a su archirrival de amor.

—Hanabi, esto no puede seguir así. Necesito que te comportes a la altura. No quiero que tú y Naruto se lleven así porque no te agrada. Él ha sido cortes contigo y tú eres bastante huraña—.

—No me pienso llevar bien con él, aunque sea el héroe del mundo ninja. ¡Jamás, jamás!—reclamó Hanabi como un gato arisco.

—Bien, tu ganas. Voy a ir a una misión importante por una semana, si haces el esfuerzo de reforzar tu relación con Naruto puede que sea más amable contigo y te perdone lo mala que has sido—propuso Hinata y la chica encendió sus alarmas.

Hinata tenía una misión bastante larga con su equipo y Hanabi abrió los ojos porque tendría a Naruto para ella solita todo ese tiempo. Llegó el día en que su hermana partió a esa misión y la castaña festejaba.

—¡Al fin está solo!—.

Su padre tampoco estaba en la aldea por cosas diplomáticas y eso le iba a permitir hacer lo que quisiera. Cómo no tenía asignado a su tutora Natsu, fue a la casa del rubio a ver si algo se le ofrecía como pretexto.

—Hola, idiota. ¿Estás aquí?—.

En ese momento, se vio a Naruto todo deprimido y su casa parecía vacía de felicidad por completo. El sitio estaba muy oscuro ya que el rubio se recluyó como adicto a las drogas que le molestaba la luz. No se veía nada de nada y Hanabi tuvo que usar el Byakugan para ver mejor. El Uzumaki se había hecho adicto a Hinata porque no había tenido tanta felicidad en su vida y el hecho de estar solo en una semana era mucho para el.

—Naruto, ¿estás bien?—.

—¿Eh? ¿Hinata, eres tú? Oh, al fin regresaste—.

Naruto no veía bien por la oscuridad, por lo que no se había dado cuenta que era Hanabi. Solo notaba unos ojos brillantes blancos y algo que lo confundió es que el aroma de la chica era idéntico al de su hermana mayor. Por eso se fue a buscarla salvajemente y con locura mientras le manoseaba el trasero y metía mano en el pecho.

—Te extrañé, cariño. Voy a hacerte mía como te gusta—.

En ese instante, oyó gemidos pero no era el de Hinata. Eso lo sacó de su instinto salvaje sexual y notó que el cuerpo que tenía en brazos era muy pequeño. Aunque Hinata era muy bajita pero no tanto y al tocar la zona del pecho este era muy chico.

—¡Idiota, soy Hanabi!—se oía a Hanabi muy avergonzada y jadeando.

Naruto se espantó y al abrir sus ventanas se dio cuenta de que era efectivamente la chica, a lo que se espantó.

—¡¿Qué haces aquí?!—.

—¡Vine a verte! ¡¿Por qué me besaste?! ¡Eres un cochino! ¡No voy a perdonarte!—reclamó Hanabi muy furiosa.

—¡Lo siento, lo siento! ¡No le digas nada a Hinata! ¡Me confundí, de veras! ¡Es que hueles exactamente a ella!—.

—Hmmm, si le dijera, podría destruir tu relación. Eso me convendría bastante, pero podría ser un arma de doble filo—.

—¿Qué?—alzó la ceja el rubio preocupado.

—Si le dijera que tuviste un desliz conmigo, es capaz que se mata por la depresión que le va a dar. No quiero alejar a mi hermana de mi—.

—Guardemos este secreto, por favor. No fue mi intención hacerte lo de hace rato—le pidió el Uzumaki.

—¿Sabes? Lo de hace rato no estuvo tan mal. Siempre que mi hermana no lo sepa, podríamos repetirlo—decía ella sonrojada y teniendo en sus manos a Naruto.

—¡¿Estás loca?!—.

—Mi hermana dijo que si me porto bien contigo me va a dar mimos. Esta podría ser la oportunidad para que ella esté feliz, tú tienes tu lindo noviazgo y yo la tengo para mi cada cierto tiempo. Todos ganamos—alegó Hanabi de forma maquiavélica.

La Hyuga era bastante maquiavélica y se estaba aprovechando totalmente de la situación. Naruto estaba aterrado porque se había metido en un grave aprieto del que no iba a poder salir.

—Por cierto, arregla este lugar. Es un cuchitril—notó Hanabi el apartamento de quinta que tenía.

—¡No hables mal de mi casa!—.

—Tal vez le podamos dar un toque más hogareño. Le voy a decir a mi hermana cuando regrese de que hagamos una remodelación—.

El Uzumaki notó que algo más planeaba la chica y le tenía miedo de que podía ser. Sin embargo, la chica se sentó en la cama y le pidió que se arreglara para ir a la finca Hyuga para ir a comer algo.

—Gracias por la comida, Hanabi chan. Aunque a Hinata le sabe mejor la comida—.

—¡No soy tan buena como ella! Estoy apenas aprendiendo esto—.

Hanabi le había cocinado al rubio y se sonrojaba al ver qué este comía de lo que preparó, pero tenía que reconocer que su hermana le llevaba años luz en esa área.

—Aprovechando que nadie está mirando, podemos hablar con más calma. Vamos a discutir sobre que es lo que yo quiero que hagas para que no hable del asunto de eso que pasó en tu apartamento—.

—No quería hacerlo, fue un impulso creyendo que eras Hinata—.

—Estoy consciente de eso, pero robaste mi primer beso y me manoseaste. Voy a hacer que tomes responsabilidad de mi—declaró la Hyuga sonrojada.

—¿Qué es lo que quieres?—.

—Quiero que seas mi novio en secreto—soltó la bomba la chica.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás loca?!—.

—Baja la voz. Voy a confesar que te odio, pero a la vez me gustas. Mis sentimientos son muy complicados. Lo que pasó en el departamento me gustó para mí sorpresa. Eres bueno con los besos—.

—¡¿Pero que va a decir tu hermana?!—le reclamó el rubio.

—Ella no tiene que saberlo. Ella fue capaz de dejarme sola por ti, pienso jugar el mismo rol. Ambos nos vamos a ir al infierno juntos—.

El Uzumaki sintió un frío recorrer su cuerpo y Hanabi sonreía mientras que se acercaba al rubio por detrás de la silla.

—Ante todos seré una linda cuñada, pero cuando nadie esté, será tu amante prohibida—.

Naruto estaba jodidisimo pero no tenía opción. No quería lastimar a Hinata y si Hanabi hablaba estaría en problemas pasara lo que pasara.

—Acepto, pero tengo una condición—.

—¿Cuál?—.

—No quiero que te pelees con tu hermana. No quisiera que te desquites con ella por alguna pelea, me duele verlas en conflicto—.

—No, no quiero hacer eso. Me gusta estar con mi hermana, quiero recuperarla. Tenerla sola para mí, pero me veo en la necesidad de atarte. Nos iremos al infierno los tres—sonrió la chica.

Y así, comenzaría una relación bastante cordial con Naruto para todo el público. Hinata se daría cuenta del cambio enorme y se alegró de que su adorada hermanita por fin hiciera las paces con el rubio. Lo que la peliazul no sabía es que Hanabi se estaba enamorando más y mas del Uzumaki, pero está sabía ocultar bien que su novio le ponía los cuernos con ella.

—Veo que te llevas mejor con Naruto. ¿Hablaron en privado?—quiso saber Hinata.

—Sí, algo de eso hicimos. Es complicado. No me cae bien aún pero hago el intento de ser una hermana buena—mintió descaradamente ella.

Hinata abrazó a su hermana por detrás y ella se sonrojó porque los sentimientos por ella no desaparecían y se tornaban más fuertes. La castaña crecía y su deseo a su hermana se tornaba más fuerte.

—Eres una buena hermana, ¿quieres que haga algo por ti?—le dijo la Hyuga de cabello azul sonriente.

—No, estoy bien así. Gracias por ser tan amable—.

Hanabi se sentía un poco culpable porque su hermana no tenía idea de que estaba haciendo algo muy malo contra ella. Sin embargo, la Hyuga cerró la puerta donde estaba y en ese momento, ella besó en los labios a la chica.

—¡¿Qué haces?!—dijo la castaña conmocionada.

—¿Es lo que querías, verdad? Todo este tiempo llevas reprimiéndote. Te has llevado bien con Naruto, sabes que lo amo tanto como a ti. Discúlpame por ser tan egoísta—.

—Nee sama—.

—No le digamos a nada de esto. Te lo has ganado, ¿quieres que haga algo contigo por esta vez?—.

La Hyuga más pequeña veía que Hinata le mostraba sus pechos y Hanabi abrió los ojos porque eran unos grandes melones.

—Puedes tocarlos, es tu oportunidad—.

La chica adolescente los tomó con sus manos y se sentía en el paraíso. Esos melones eran fantásticos y hundió su cara entre ellos.

—Son tan suaves y firmes a la vez, que perfectos—.

—Eres una hermanita buena, si te portas mejor podríamos hacer otra cosa—.

Hinata también tenía un lado malvado y quería volver a acercarse a Hanabi, así que le dio lo que ella quería al notar la cercanía cordial con su novio. Además tenía tiempo de que no hacían cosas de hermanas y estaba desquitándose de todo ese tiempo.

Así fue como pasó un año entero y se produjo el incidente con Toneri Otsutsuki se dio lugar. El evento dejó bastante acongojados a Naruto y Hinata debido a lo ocurrido con Hanabi.

—Naruto, no te sientas mal por Hanabi. El doctor dijo que sus ojos están bien. No pasó nada grave—le dijo Hinata para tranquilizarlo.

—Es que no puedo evitar sentirme preocupado, también ahora es mi familia y me siento responsable de lo que ocurrió—.

—Hanabi se ha sentido feliz porque has venido a verla. Ahora para que se recupere, es importante cuidar su bienestar emocional—.

Naruto sabía eso y tenía en mente de que ahora le tocaba hacerla sentir mejor después de su secuestro. Hanabi no estaba postrada ni convaleciente, solo debía guardar reposo normal para que su ojo sanara por completo.

—Oye, Naruto. No es necesario que me estés cuidando demasiado. El que realmente está en el hospital es mi padre—dijo Hanabi algo molesta.

—Tu papá es un duro de roer, no se va a morir tan fácil. La que me preocupa eres tú, estás chiquita y debo cuidarte—.

—¡Ya te dije que ya estoy grande y soy madura a pesar de mi edad!—.

—Pero fuiste derrotada fácilmente por las marionetas de Toneri. Aún te falta mucho para llegar al nivel de tu hermana—.

—Ay, eso me dolió—se quejó ella porque era verdad que la derrotaron de forma patética.

—Para que no vuelva a pasar, yo mismo te voy a dar algo de entrenamiento—se propuso el rubio.

—Espera, no necesito un entrenamiento fuera del clan—.

—¿Olvidas que yo derroté muy fácil a las marionetas?—.

—Eh, buen punto. Esta bien, pero no voy a descuidar mi entrenamiento Hyuga—.

Hanabi en el fondo gritaba de emoción porque sería entrenada por él y pasarían tiempo juntos. Así empezó el entrenamiento del rubio y fueron los peores días en la vida de la heredera Hyuga, ya que el rubio le hacía aumentar su fuerza y agilidad pero los combates eran tan fuertes que parecía una simulación realista de una guerra ninja.

—¡Espera, no voy a combatir contra Bijus!—exclamó Hanabi al ver a Kurama dorado.

—¡Tienes que soportar lo más que puedas!—.

—¡Tonto! ¡Esto no es entrenamiento, es tortura!—.

La chica termina llena de lodo por el excesivo uso de técnicas destructivas que levantaban mucha tierra y ella estaba furiosa porque este tipo de pruebas eran horribles.

—Felicidades, me empiezas a seguir el paso. Hoy fuimos lento, la próxima vez aumentaré la velocidad—.

—¡¿Eso era ser lento para ti?! ¡Casi muero!—.

—Los enemigos con los que me enfrenté en mi vida eran muy rápidos—.

—Eso explica muchas cosas—.

Después de eso, Hanabi regresó a su mansión y se empezó a dar un baño, recordando lo duro del entrenamiento y ahora entendía como es que su hermana era así de fuerte ahora. ¿Qué tipo de cosas enfrentó en su adolescencia? ¿La guerra fue tan dura como ella le contaba?

—¿Sigues aquí?—preguntó la chica viendo a un Naruto triste.

—Hinata se fue de último momento a una misión, estoy triste—.

—No estoy de humor para ti, además apestas. No siquiera te bañaste después de la tortura que me hiciste pasar—.

Hanabi se había terminado de duchar y estaba en bata de baño de color amarillo, a lo que el Uzumaki notaba que la chica se veía linda así, pero no dijo nada.

—Mi padre aún no sale del hospital y no tengo nadie cuidando de mi. Supongo que mi hermana esperaba que estés aquí para mí en estos días. Puedes tomar el baño de mi habitación para que nadie te sorprenda conmigo en una situación comprometedora. Creo que mi hermana tiene ropa tuya por si acaso en su habitación. Iré a traerla—.

La chica fue a traer la ropa del rubio y llevó lo que traía sucio el Uzumaki, pero el sudor le llegó y empezó a olfatear la ropa.

—Que aroma tan masculino. No, no hagas estás cosas. No soy tan pervertida—.

Hanabi dejó eso en la lavadora casi de inmediato y esperó a que Naruto saliera de la ducha. Sin embargo, cuando ella volteó, el rubio estaba en una toalla pequeña envolviendo lo más importante y dejaba ver su abdomen y pecho musculoso, dejando avergonzada y babeando a la chica.

—Tu ducha es bastante buena. Necesito algo así en mi casa—.

—¡Cochino, cúbrete más!—reclamó ella enojada y avergonzada.

—Me pasaste está toalla que no me cubre mucho. Eres igual que tu hermana de despistada—.

—¡Cállate, mira quién habla! ¡No lo hice a propósito! ¡Toma tu ropa! Hace mucho frío, aún está nevando—.

El Uzumaki hizo caso y se vistió, mientras que Hanabi ya tenía su pijama, a lo que el rubio veía que la tormenta de nieve no permitía irse a casa.

—Mi hermana no va a volver con esas condiciones, es mejor que te quedes aquí. Aunque creo que el frío no te afecta tanto con esos poderes que tienes—.

—No creas, aún me frío. No soy tan invulnerable como parezco—.

—Hmmm, creo que te juzgué mal—

Naruto se preparaba para irse a dormir a algún lado de la casa, pero Hanabi no le permitió irse ya que quería aprovechar de estar sola con él.

—Duerme conmigo, la verdad es que tengo mucho frío y me siento sola—.

—¿No tienes problemas con que esté aquí?—quiso saber el Uzumaki.

—No, estoy bien así. Además, no vas a romper el acuerdo—sonrió la chica.

Hanabi le ofreció un lado de su cama y el rubio aun no encontraba alguna manera de solucionar este asunto. Cuando se acostó, este le daba mucho calor a la chica, pero se mantenía a sus espaldas.

—No le digas a mi onee sama de esto. Será nuestro secreto—le dijo la chica al rubio.

—Entiendo—.

Naruto se preparaba para dormir y no pudo evitar oler el cabello de Hanabi. Su aroma corporal era casi el mismo que el de su hermana y no podía evitar oír su respiración. Sin embargo, ella lo interrumpió porque quería saber algo?

—Naruto, ¿te puedo preguntar algo?—.

—Sí, ¿que quieres contarme?—.

—¿Lo que hay entre nosotros es como se llevaba onee sama con Neji?—.

—Hmmm, no. Neji era mucho más cercano a Hinata que nosotros. Nuestra dinámica es bastante diferente—dijo Naruto recordando a su amigo caído en la guerra.

—Sabes, me arrepiento de no haber conocido mejor a Neji. Incluso tu fuiste cercano a él, gracias a ti se hizo un hombre respetable. Onee sama me contaba lo mucho que el primo Neji te estimaba, yo nunca he tenido una relación así con alguien en mi vida. Me siento sola, mi hermana me va a dejar en el clan cuando se case contigo y yo…—iba a decir ella pensando en el futuro más probable posible y Naruto no pudo aguantarse las ganas de abrazarla.

—Oye, tranquila. No voy a dejarte sola. Aunque estoy atrapado contigo bajo amenazada, sigues siendo ahora mi hermanita. Me siento mal por no cuidarte mejor cuando Toneri te secuestró y quiero ser mejor hermano mayor para ti—.

—Naruto, eso no es suficiente, no aguanto esto. Conozco a mi hermana, ella va a querer hacer su vida lejos de mi y mi padre. No quiero perderla, la quiero tanto, tampoco quiero sentirme sola. Me gusta estar contigo, siento que soy yo misma cuando estoy a tu lado—.

Hanabi empezó a llorar y no pudo evitar dejarse abrazar en el pecho de Naruto, quién la protegía entre sus brazos. El Uzumaki recordó la angustia cuando ella fue secuestrada y ya la había tomado mucho cariño, por lo que la comenzó a reconfortar.

—No voy a dejarte sola. Puedo entender mejor que nadie que se siente estar solo. Voy a hablar con Hinata cuando llegue el momento—.

Incluso eso no bastaba para Hanabi, ella quería a Naruto como hombre, no cómo hermano mayor, solo que no sabía que hacer para ocultar esos sentimientos. El Uzumaki no sabía cómo calmar la situación y es que el dolor de la chica era más profundo de lo que llegó a sospechar. La chica tenía mucho amor hacia su hermana mayor pero a la vez quería tanto a Naruto que su corazón se partía en dos por esas contradicciones.

—Hanabi, ¿te gusto?—le preguntó Naruto de la nada

La Hyuga abrió los ojos y al mirar al Uzumaki no pudo responder ante lo que le dijeron. Naruto logró darse cuenta porque la personalidad de la chica tenía cierto parecido al de Hinata y por su experiencia adquirida lograba encontrar patrones similares de comportamiento.

—Aunque te ame, tú quieres mucho más a mi hermana. La amo tanto que quiero lo mejor para ella, aunque me duela. No quise amenazarte, lo siento. Es que no sé cómo sostener una relación. Perdón por esto, quería solo pasar el tiempo contigo antes de que lo inevitable llegue—.

En ese instante, Naruto le dio un beso a la chica y ella se quedó con los ojos abiertos sin procesar lo que ocurría, pero cerró los ojos dejándose llevar por lo sucedido. Esto era algo que no se esperaba y sus sentimientos explotaron de golpe, así que se dejó llevar.

—Cuando llegue Hinata, vamos a hablar con ella de esto para poner el asunto en sus manos—.

—¡Pero ella me va a odiar!—.

—Tú tranquila, sé cómo convencerla. Voy a confesarle todo lo que pasó, voy a tomar esto en mis manos—.

Hanabi estaba preocupada de lo que iba a pasar porque no sabía cómo su hermana iba a reaccionar ante esto. Al día siguiente, Hinata volvió de su misión cuando la tormenta de nieve pasó y hablaba a solas con Naruto de lo que pasó.

—¡¿Qué Hanabi que?!—.

—Ella me lo confesó, no quiero que te enojes con ella. Sabes perfectamente que el corazón no manda, solo quería que habláramos de esto—.

Hinata estaba procesando la información mientras que sus piernas se adormecieron y finalmente todo explotó, pero no de coraje sino de una inusual alegría.

—¡Lo sabía, siempre lo supe! ¡Sabía que ella se iba a encariñar así contigo! Mi encantadora y adorable hermanita te quiere como yo a ti, ¿no es genial? Aawwww, al fin puedo casarme con ella y contigo sin culpa—empezaba a babear la Hyuga y Naruto le dio miedo.

Hanabi estaba escuchando todo y abrió los ojos mientras estaba escondida en algún lugar de la habitación para presenciar todo.

—Espera, ¿ese siempre fue tu plan?—dijo el Uzumaki todo tembloroso.

—No soy tonta, hace años escuché a ti y mi padre hablando de ese asunto de mi amor hacia Hanabi. No te confundas, yo te amo más que a nada, pero me dolería estar lejos de mi adorable hermanita. No pensé que ella pudiera congeniar contigo realmente, siempre supuse que te odiaba y me iba a rendir con ese asunto. Pero acabas de darme la mejor noticia en mucho tiempo—suspiró de alivio la chica y empezó a sacar una foto de Hanabi que se tomó con ella hace mucho tiempo.

—¡Eres peor que tu hermana! ¡No se quién es peor, tu que estás enferma o ella que me chantajeó todo este año!—.

—¡¿Qué Hanabi hizo que?!—volteó a ver Hinata en shock.

—¡Ella me chantajeó porque la besé por error en la oscuridad creyendo que eras tú!—.

—¡Tonto, eso era un secreto!—salió Hanabi de su escondite.

—¡¿Trataste de tener una aventura a mis espaldas?! ¡Pudiste hablar de esto, niña malcriada!—.

—¡Tu ni hables, que no le has dicho que siempre me dejas darte besitos y manosearte como premio!—.

—¡¿Qué tú haces que?!—volteó a ver ahora Naruto.

—¡No es lo que crees, Naruto! ¡Hanabi, no debías hablar de eso!—.

Cuando Hinata vio a Naruto, este tenía una hemorragia nasal imaginándose la situación y Hanabi se enojó porque eso.

—¡Eres un pervertido! ¡¿Acaso estás imaginando Yuri entre nosotras?!—reclamó la castaña.

—¡Tú ni hables, que te quedaste viendo ayer como estaba en toalla toda embobada!—.

—¡¿Qué tú viste a Naruto en toalla?! ¡Maldita perra oportunista! ¡Yo no he hecho eso aún!—reclamó ahora Hinata enojada.

La discusión se tornaba más acalorada porque estaban sacando los trapitos sucios de cada quien, hasta de cuando Naruto y Hinata eran niños, a lo que se detuvieron antes de que dijeran algo más.

—¡A ver, ya basta! Ya estamos hablando puras estupideces—dijo Naruto firmemente.

—¿Cómo que Naruto se besó con un hombre?—volteó a ver Hanabi a Hinata.

—Eso fue un accidente, ya me encargué del idiota que provocó ese error—sonrió malvada la Hyuga peliazul.

—En serio, a veces me das miedo, nee sama—.

Fin de primera parte…