Sombras de acero

En la pequeña oficina privada, el aire estaba cargado con el zumbido constante de los sistemas electrónicos. Las luces parpadeaban en tonos fríos de azul y púrpura, creando sombras danzantes en las paredes metálicas. El olor a aceite y circuitos quemados impregnaba el ambiente, recordándole a Soundwave que estaba en el corazón mismo del Venganza; La nueva nave de su fracción. La construcción aún estaba en proceso y faltaba mucho para su finalización, pero esa nave era la última esperanza para su especie, el grupo estaba consciente de que la Tierra se había convertido en una trampa mortal para los suyos, necesitaban abandonar el planeta cuanto antes; y sin un puente espacial sólo les quedaba ese último recurso.

Por el momento se encontraba solo, rodeado de monitores holográficos que parpadeaban con datos cifrados. Su figura imponente, con placas de metal oscuro y su visor rojo penetrante, contrastaba con la aparente simplicidad de su voz monótona. Pero bajo esa apariencia imperturbable, bullían emociones que no compartía con nadie más.

La voz de Megatron resonaba en su mente, como un eco persistente. "Las opiniones de los demás no importan", le había dicho una vez. Pero Soundwave sabía que eso no era cierto. Cada mirada despectiva, cada comentario subestimador, pesaba sobre él como una losa. ¿Acaso no había demostrado su lealtad durante vorns de servicio? ¿No había sacrificado todo por la causa Decepticon? Y aun así, él los traicionó.

El mecha de cromas azulados se acercó al panel de control y activó la transmisión. - "Confirmo asignación para la obtención del material solicitado"- dijo -Coordinación con Shockwave en marcha- Prosiguió, pero mientras cumplía con su deber, una idea comenzó a formarse en su procesador. Una distracción principal. Algo que cambiaría el curso de la guerra. El general sonrió, aunque nadie lo viera. Los Autobots y los fanáticos orgánicos no tenían idea de lo que estaba por venir.

Starscream observó los metrajes una vez más, su mirada fija en la figura imponente de aquel a quien alguna vez consideró su líder. Megatron estaba allí, en la pantalla, altivo y desprovisto de preocupación por el destino de las tropas que alguna vez le siguieron con devoción. La chispa de Starscream ardió con odio.

"-Maldito traidor-", susurró en voz baja, sintiendo la rabia bullir en su interior. Las cicatrices de vorns de desaires se manifestaban en su postura tensa. Quería destrozar esa forma con sus garras, hacer añicos el cañón que alguna vez consideró digno de su ahora portador. Pero las ideas de venganza se desvanecían antes de llegar a su vocalizador. La supervivencia de su raza dependía de su misión actual lo que era su prioridad.

El mecha de tonos platinados, cuyo nombre no pronunciaba en voz alta, complicaba las operaciones. Starscream jugaba a dos caras, ocultando la verdad incluso a las tropas bajo su mando. Solo los generales conocían la complejidad de la estrategia. La manipulación de información era su arma secreta, una danza peligrosa entre verdades a medias y mentiras piadosas. Como dicen, es más fácil ocultar la verdad entre las sombras.

-El grupo de avanzada ha logrado cumplir solo uno de los objetivos, sin embargo, esto nos ha permitido realizar un escaneo más amplio de las habilidades del enemigo y su integración con la tecnología Prime -explicó el mecha de cromas azulados, cargando una serie de datos en la pantalla que revelaban la información mencionada de un modo más gráfico. El seeker la admiró pensativo; era evidente que estaban mejorando y la comprensión de sus mejoras los hacía peligrosos, aunque aún no lo suficiente como para generar preocupación.

-Es interesante. Al parecer, todas las palabras de nuestro querido ex líder han hecho mella en la psique enemiga. No puedo creer que realmente piensen que queremos usar la Tierra para reemplazar nuestro planeta natal. Si hiciésemos eso, jamás nos libraríamos de esas malditas criaturas orgánicas; siempre encuentran la manera de regresar, son como una plaga maldita-comentó el volador con un toque de desagrado. Podía ser un científico, pero no por eso pensaba que vivir entre esas razas era lo mejor; los humanos ya habían demostrado muchas veces que no eran seres confiables después de todo.

-Estoy de acuerdo con las palabras de Starscream—intervino Shockwave, aprovechando el momento para entrar a la pequeña oficina —.El avance en la construcción del Venganza va conforme a los tiempos esperados, - sin embargo creo que será más efectivo hacer uso de unidades terrestres para el transporte, serían menos llamativas- Sugirió con lógica.

-Ciertamente, de cualquier modo los voladores tienen más espectáculos que presentar—Confirmo el comandante aéreo con un toque de hastío.

- Es importante tu presencia en esas operaciones; el éxito de las mismas depende en su mayoría de las opiniones de Megatron y los Autobots con respecto a ti—confirmó Soundwave.

-Estoy más que consciente de eso -gruñó el Jet con infelicidad. Los tontos pensaban tan poco de él, como si millones de vorns de vida no significaran nada, solo por hacerle segunda a un grupo de fanáticos y sus mascotas orgá ético .

—Ya quiero verlos cuando los traicionen por igual prosiguió, consciente de que no sería la primera vez.

—De acuerdo, dejaré la asignación para la obtención del material en tus servos Soundwave. Creo que tú y Shockwave pueden coordinarse sin mi intervención, mientras me encargo de la distracción principal—afirmó, saliendo de la pequeña oficina privada.

Ciclos después…

Megatron se erguía en lo alto de una colina, su mirada fija en el campo de batalla. El estruendo del combate resonaba a su alrededor, pero él permanecía inmóvil, como un titán antiguo observando a sus peones en el tablero.

Los autobots luchaban con ferocidad, sus armas destellando bajo el sol agonizante. Optimus Prime, siempre al frente, blandía su espada con maestría, inspirando a los suyos. Bumblebee, ágil como un rayo, se abría paso entre los decepticons, su voz resonando en el caos.

Pero era Starscream quien atrapaba la atención de Megatron. El antiguo segundo al mando, ahora líder de los decepticons, se movía con una elegancia mortal. Sus alas de jet se desplegaban, y sus misiles trazaban líneas de fuego en el cielo. Cada movimiento era calculado, cada ataque preciso.

Megatron recordaba cuando Starscream era su lugarteniente, ambicioso y traicionero. Ahora, en el campo de batalla, veía esa misma ambición ardiente en sus ópticas. Pero también había algo más: determinación. Starscream no solo quería poder; quería demostrar que era digno de él.

Los antiguos guerreros de Megatron seguían a Starscream con lealtad, aunque algunos miraban al líder con recelo. Nova Storm, Skywarp y Soundwave luchaban a su lado, sus habilidades complementándose.

La lucha se intensificaba. Explosiones sacudían el suelo, y los cuerpos de los caídos yacían esparcidos como piezas de un rompecabezas roto. Megatron apretó los puños, sintiendo la energía de la guerra fluir a través de él. No podía evitarlo: estaba orgulloso de sus guerreros, incluso de Starscream, lo peor era que ya no estaba de su lado y esta batalla debía llegar a su fin con la derrota de ese ejército que alguna vez fue suyo. Pero también sabía que la ambición de su antiguo lugarteniente podría ser su perdición. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que intentara alguna locura más allá de lo predecible? Megatron sonrió con amargura. La batalla aún no había terminado, pero ya había ganadores y perdedores, era verdad que Ghost ya no existía, pero no había decepticon que pudiese permanecer libre mientras estuvieran bajo el mando del seeker tricolor.

La batalla rugía como un huracán desatado, y Starscream observaba con ojos afilados cada giro del destino. La llegada de los sparklings, engendrados por las rocas ancestrales, había sido solo uno de los sacrificios necesarios para recuperar Cybertron. Sus tropas, fieles y disciplinadas, seguían las órdenes al pie de la letra. Pero al final, cuando los enemigos obtuvieron lo que buscaban, la reacción impredecible del jet amenazaba con cambiar el rumbo de todo.

Warp y Storm, dos de sus leales seguidores, compartían su escepticismo. Si no fuera por la presencia constante de Soundwave, habrían desaparecido en los cielos azulados, volando hacia la libertad. Starscream odiaba esa debilidad, pero sabía que debía soportarla por ahora.

Megatron, su antiguo líder, se mantenía en silencio. Las chispas de admiración que alguna vez había sentido por él se extinguieron, reemplazadas por un horror profundo. La muerte de los jóvenes, la ira de los mechas terranos, todo se entrelazaba en un torbellino de caos. El seeker que ahora lideraba a los decepticons se enfrentaba dominando al viejo Prime, y la destrucción de los alrededores era el precio a pagar.

La denominación de "Starscream" resonaba como una maldición en la mente de Megatron. Debía matarlo, eliminar al jet psicópata que amenazaba su plan. Pero también sabía que todo formaba parte de su estrategia. El líder de los decepticons había trazado un camino sin retorno, uno que lo convertía en un insensible dispuesto a pisotear cualquier esperanza en su búsqueda de gloria.

Los decepticons, obedientes, se retiraron siguiendo las instrucciones de su otro general. Starscream quedó solo en el campo de batalla, a sabiendas de la nave que se alejaba. La esperanza de su pueblo se desvanecía con ella, y el crepúsculo de dos mundos se cernía sobre ellos.

Megatron comprendió la magnitud de la amenaza. Sus aliados, autobots, humanos y terranos, se unían para enfrentar la monstruosidad que Starscream había desatado. Pero, a pesar de sus esfuerzos, el caza parecía regocijarse en su persistencia. Fueron nanociclos, apenas un parpadeo en la eternidad, pero suficientes para que el viejo minero percibiera la verdad. No había más enemigos que él. El seeker. Todos los demás habían abandonado el campo de batalla, dejándolo solo con su antiguo segundo.

La atención se centraba en derribar a Starscream de la estructura generada por la Amber Stone. El guerrero de plata se integró a la lucha con determinación. No habría consideración ni lástima; solo la resolución de poner fin a la amenaza. El seeker debía caer.

Optimus Prime lideró valientemente el asalto contra la forma gigantesca que los acechaba. Megatron, su antiguo rival, se unió a la refriega, y los humanos lucharon a su lado. Era como volver a enfrentarse a Unicron, el titán cósmico que amenazó la existencia de todo Cybertron en el pasado.

Pero entonces, algo inesperado alteró el campo de batalla. Una nave gigantesca apareció, disparando con una ferocidad devastadora. Derribaba a cualquiera que se interpusiera en su camino. El ex decepticon contuvo el aliento. ¿Quiénes eran los nuevos jugadores en esta danza mortal? ¿Y qué papel desempeñarían en el destino de dos mundos?.

La gigantesca estructura, con un diseño desconocido para todos, giró ágilmente a pesar de su tamaño imponente. La escotilla se abrió, dejando a todos los presentes anonadados. Las armas de fuego no lograban alcanzar el objetivo, y ni siquiera los misiles de Megatron surtieron efecto contra su blindaje reforzado. Pero lo que más sorprendió fue la repentina retirada del jet.

El ex líder decepticon susurró un - no, no, no -, consciente de que habían caído en una trampa. Su odio hacia el volador lo había cegado, y no previó que esta vez no se trataba solo de Starscream. Los tres generales, trabajando en equipo, eran una fuerza imparable. Algo que Megatron había considerado imposible. Los autobots y terranos, presenciaban la culminación de una alianza inesperada.

Desde lo alto, la transmisión del jet resonó en su mente.

- Este ciclo no marcará tu muerte, Megatron- dijo con desdén. - No tenemos interés en seguir exterminando a los pocos cybertronianos que aún existen. Pero escucha con atención traidor. Tu destino descansará al lado de la fracción que juraste destruir. Nuestra raza está en extinción, y nos negamos a vivir en las sombras de un mundo como este. Disfruta la vida, gran líder, y goza el fruto de tus decisiones.- Finalizo mientras la nave se elevaba rápidamente, dejando atrás a todos los presentes.

- Hasta nunca, Megatron- , concluyó la voz desde la distancia.

Megatron permaneció solo en el campo de batalla, su mirada fija en la nave que se perdía en el cielo. ¿Qué futuro aguardaba a Cybertron? ¿Cuál sería su papel en ese destino incierto? Su gente, aquellos con los que había luchado codo a codo, a quienes había traicionado por una raza joven con fragmentos de vida aún más pequeños, se había ido. Habían volado hacia las estrellas, dejando atrás el planeta y todo lo que contenía.

El mecha plateado se sentía, hasta cierto punto, seguro. Creía que, a pesar de las circunstancias, nadie escaparía de ese mundo. ¿Para qué? Cybertron estaba muerto, un mundo olvidado sin futuro. Sin el "All Spark", la esperanza se desvanecía. Pero si acaso seguía existiendo, los decepticons lo buscarían. Devolverían al viejo mundo su gloria perdida, comenzarían una nueva era sin aquellos que los habían oprimido. Tal vez tendrían razón, tal vez una nueva era dorada surgiría. O tal vez morirían en el espacio, sin recursos ni rumbo. Pero preferían eso a quedarse atrapados en un mundo agonizante.

Sin palabras, Megatron volvió su atención al grupo que lo observaba. El gesto serio de Optimus no ocultaba la tristeza. La nave debía haber sido suya, su tripulación. Él debería haber vuelto a casa con aquellos que habían sacrificado todo por sus palabras, las de un poeta, un minero, aquel guerrero que al final los había inspirado. No hubo argumentos; el enemigo se había marchado, dejándoles la Tierra. Solo quedaba adaptarse y seguir adelante, algo en lo que su raza destacaba.

Pero él no había previsto esto. Algo en su chispa siempre había sospechado, pero creyó que estarían allí, pensó que tendrían tiempo; que tal vez algún día volverían a hablar. Ahora solo quedaban ilusiones, ideologías efímeras que jamás se harían realidad.

-A donde sea que vayan, les deseo éxito-, pensó sin expresarlo, con los ópticos carmesí enfocados en ese cielo vasto y desconocido.

Starscream se acercó a la consola principal, donde Soundwave parecía visualizar algunas marcaciones. Por su parte, Shockwave ya había trazado un curso que les permitiría buscar lo que tanto anhelaban. A pesar de lo difícil y complicado que sería ese viaje, eran un ejército y se sentían preparados. Sus enemigos los subestimaron. Ahora eran libres. Podían buscar su propio camino y escribir su propia historia. Aunque el destino seguía siendo incierto, se adaptarían. Después de todo, eran Transformers.

FIN