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Contemplar la solemne y vasta naturaleza a través de la ventana la llenaba de tranquilidad. La ayudaba a olvidarse de todas las preocupaciones que asediaban su vida. Si tan sólo pudiera tener aquella panorámica por el resto de su día, sería perfecto.
Desechó ese deseo cuando su vista se dirigió hacia su alrededor. En aquel autobús no se encontraba únicamente ella.
—Pensaba que al fin tendría un fin de semana libre de testosterona. Estaba muy equivocada —suspiró pesadamente.
—Vamos, será divertido. —La confortó Natsukawa.
«Al menos me ha tocado sentarme hasta atrás con las chicas y no al lado de Kuramochi».
Hasta parecía que escuchaba su estruendosa y característica risa perforándole los tímpanos.
—Jamás he conocido a alguien a quien no le guste relajarse en aguas termales —comentaba Umemoto sacando de su mochila una caja de almuerzo—. Lo disfrutarás mucho.
—Podremos recuperar energía y pasar tiempo juntas. —Yoshikawa estaba más sonriente y animada que nunca—. Un breve descanso antes del campamento de invierno.
Tal vez a ella le encantaban esa clase de sitios que no podía contener su entusiasmo.
—No discuto los beneficios que guardan las aguas termales ni lo bien que se la pasa uno ahí. Sino que yo tenía en mente otra clase de planes.
—¿Como tener una salida romántica con Miyuki-kun? —Sachiko sonrió con malicia tras su cuestionamiento. Molestarla con ese tema le resultaba de lo más entretenido por tantas razones.
—Por supuesto que no.
Ese era otro motivo por el cual no quería pasar más tiempo del necesario con esas chicas. Siempre terminaban divirtiéndose con sus desgracias.
—No hay nada de malo en que quieras un tiempo a solas con Miyuki-kun. Digo, casi no están juntos y solamente lo ves en las prácticas —hablaba Yui.
—Debe ser duro. —Haruno la compadecía.
Yūki no entendía por qué se preocupaban tanto por «su relación».
—Con lo que lo veo es más que suficiente. No necesito más.
—Vamos, no seas tímida. —Umemoto le dio unos suaves codazos en su costado, como si deseara que se sincerara—. Estás en confianza.
—Puedes ocupar este viaje para volverte más cercana a él. —Natsukawa también se unió a la fiesta.
«Sin importar lo que diga, no me escuchan. No tiene caso que siga alegando... Tal vez si les doy por su lado me dejen en paz en algún momento».
El autobús se detuvo. La travesía había concluido.
Bajaron las cosas para desplazarse al hostal en el que habrían de permanecer hospedados el fin de semana.
El sol brillaba con intensidad sobre sus cabezas. El aire fresco llenaba sus pulmones. Y el sosiego de las altas montañas los acobijó. Y si la madre naturaleza no era suficiente, podían disfrutar del enorme y lujoso alojamiento al que habían llegado.
—¡Oh, es enorme! ¡Jamás había estado en un lugar tan ostentoso!
A nadie le sorprendía que Eijun estuviera de escandaloso. El problema radicaba en que había turistas que al igual que ellos vinieron para disfrutar de un fin de semana de relajación.
—Eijun-kun, por favor, no grites tanto. La gente está empezando a mirarnos —pedía Haruichi.
—Ya quiero subirme al montículo y lanzar —Furuya ardía internamente en deseos de practicar sus lanzamientos.
—Idiota, vinimos a descansar no a entrenar. —Kuramochi le refrescó la memoria y de paso le dio una buena patada a Sawamura para que se callara—. Fueron las indicaciones del entrenador.
—Lo cual me resulta raro. —Kazuya no era al único que se le hacía anómalo todo el asunto.
Su entrenador no era de la clase de personas que les daba tantos días de descanso.
—Me extrañó mucho cuando nos comunicó que el equipo entero vendría a unas termas. —Sora había optado en permanecer con esos jugadores en vez de las mánager—. No deberían quejarse. Reposar adecuadamente también forma parte del entrenamiento.
—¿De nuevo huyendo de las chicas? —Porque el día de Yōichi no podía estar completo si no la molestaba—. ¿O es que extrañas a tu hombre?
—Cállate o te arrojo a los lobos.
El corredor rio ante su amenaza. Ella por su lado se contenía para no darle un pisotón.
—Si continúan parloteando se perderán la cena. —Rei había aparecido justo a sus espaldas con una sonrisa burlona.
Entraron y se dieron cuenta del fatal error de haber sido los últimos en registrarse en el hostal. ¿Cómo no vieron venir que terminarían compartiendo habitación porque ya no había otra disponible? ¿Estaban preparados para pasar tanto tiempo de calidad juntos?
—¡Todo esto es tu culpa, Bakamura! —vociferaba Kuramochi sujetando al moreno del cuello—. Ahora no sólo debo compartir habitación contigo y esos dos, sino también con el inadaptado de nuestro capitán.
—¡Yo no he hecho nada! —gritó el otro, intentando defenderse.
—Cálmense los dos. —Kominato siempre actuaba como mediador.
—Miyuki, quiero lanzar. Vayamos afuera. —Satoru siempre deseoso por mejorar.
—Denme un maldito respiro. —Era al que peor le sentaba el tener que compartir habitación con esas personalidades conflictivas.
—Miyuki, no creas que se me ha olvidado lo que me hiciste esta mañana. —Cambió de objetivo—. Pagarás muy caro tu bromita. —Tronaba sus dedos, ansiando desquitarse con su capitán.
—Quiero que atrapes mis lanzamientos —exigía Furuya.
—¿C-chicos? ¿Por qué no nos calmamos un poco? —Se encontraba acorralado por Eijun, Satoru y Yōichi. Eran como la triada del mal.
—Sawamura, sujétalo con fuerza para que no vaya a escapar. Furuya, métele un par de calcetines en la boca para que no lo escuchen gritar —ordenó malicioso.
—Espero ya hayan terminado de acomodar sus cosas porque es hora de comer. Muevan su humanidad.
La hermana menor de Tetsuya apareció bajo el marco de la puerta cuando esos tres querían cobrarse todas las tretas del capitán del Seidō.
—¿Les has vuelto a hacer algo? —interrogó al único de ahí que gustaba meterse con la gente.
—Justo a tiempo. —Valiéndose de su agilidad y velocidad se posicionó detrás de Sora. No existía lugar más seguro que ese—. No me sorprende que se hayan vuelto tan salvajes de repente. Después de todo, hemos venido a su hábitat natural por lo que deben sentirse como en casa.
—¡Maldito, ven y dime eso aquí en mi cara sin esconderte detrás de las faldas de tu frígida mujer!
—Yo que tú no dejaría que te hablara tan groseramente. —Le susurraba el de gafas.
Era obvio lo que estaba buscando conseguir con sus «sabios consejos».
—Kuramochi.
Lo llamó y él tragó saliva fatigosamente. Lo siguiente que experimentó fue un punzante dolor en la nariz. Ella había golpeado con enorme fuerza su órgano olfativo.
—Espero podamos contar con tu presencia en el comedor —expresó antes de marcharse.
—Este viaje será mucho más entretenido de lo que me imaginé. —Kazuya había disfrutado enormemente del trágico final del corredor—. Jamás decepcionan. Siempre encuentran un modo de superarse y divertirme.
—¡Me la van a pagar! —Ese era el alarido de alguien que no se detendría hasta obtener su venganza.
Cenar dentro de aquel ryokan no difería mucho de cuando lo hacían en el comedor de los dormitorios de Seidō. Porque incluso ahí debían cumplir con sus tres tazones de arroz complementarios. La única diferencia era que no se encontraban empapados de sudor y muertos de cansancio.
Y tras llenar sus estómagos todos se dispersaron en pequeños grupos para disfrutar de las actividades que el hostal tenía para ellos. Más allá de las aguas termales, también había un karaoke, una zona de masajes y demás actividades que alguien podría querer si está en busca de unas inolvidables vacaciones.
Asimismo, estaban las personas que disfrutaban de la belleza natural de los jardines del hostal.
—Este sitio se ve muy costoso, ¿no? ¿Cómo es que la escuela lo ha costeado? —Se preguntaba Sora tras pararse frente a la fuente de pez Koi que era la pieza central de aquel jardín de kerrias.
—No pensé que estuvieras lo suficientemente mal de la cabeza como para hablar sola.
Ella casi salta del susto ante esa voz tan familiar proviniendo de quien sabe dónde.
—¡¿Miyuki?! —Buscó y rebuscó entre los arbustos sin éxito—. ¿Qué estás haciendo aquí? —soltó tras haberle dado vuelta a la fuente. El chico estaba sentado muy cómodamente en el piso con una libreta de marcadores—. ¿No puedes relajarte ni un día?
—Esto me relaja.
—Empiezo a creer que no disfrutas plenamente de la vida y que huyes de tus queridos pitchers.
—Esos dos están muy intensos. Prefiero estar lejos de su vista o terminaré todo el fin de semana siendo obligado a atrapar sus lanzamientos. —Torció el entrecejo como protesta—. Y Kuramochi seguramente anda buscándome para cobrarse lo de esta mañana. Así que es preferible estar aquí.
—Tiene sentido. Hasta yo lo haría.
—Y sobre lo que preguntabas. El viaje fue auspiciado por un viejo amigo del entrenador Kataoka.
—No esperaba que el entrenador tuviera amigos tan adinerados.
—En realidad este sitio le pertenece a ese amigo suyo. —Yūki estaba sorprendida por ello—. Al menos eso fue lo que me dijo Rei-chan.
—Misterio resuelto entonces.
Se sentó a mano derecha de Miyuki, disfrutando de la suave brisa que corría por los alrededores.
—¿No piensas irte?
—El que debería marcharse deberías ser tú —inquirió, viéndolo de reojo—. Yo soy una simple y mortal mánager. Sin embargo, tú eres el capitán. Seguramente requieren de tu presencia y consejos.
—Yo llegué mucho antes que tú.
—Eres un caballero y me cederás tu lugar. —Ninguno iba a dar su brazo a torcer.
La futura discusión cesó cuando se escuchó un seco y fuerte sonido pereciendo en la palma derecha del cácher. Si sus reflejos no lo hubieran hecho reaccionar aquel esférico se habría impactado contra el rostro de Sora, causándole una severa lesión.
—E-estuvo cerca...—No pudo reaccionar. Para cuando despabiló tenía el brazo extendido del joven justo en sus narices.
—¿No hay algo más que quieras agregar? —expresaba con chanza.
—Gracias —respondió malhumorada—. Además, ¿quién anda por ahí lanzando pelotas a diestra y siniestra?
—Ser un poco más humilde no va a matarte —espetó. Ella agudizó su mirar—. Ni como negar que eres la hermana de Tetsu-san.
—Se ve bastante maltratada esta pelota. —Tomó el objeto, examinándolo—. La han empleado por mucho tiempo.
—Eso o quien batea tiene una fuerza monstruosa. —Fue la segunda opción que daba—. Dudo que esto haya sido lanzado por alguno de los chicos, por lo que...
—Significa que hay alguien por ahí practicando. —Se miraron entre sí y se enfocaron en la zona donde emergió la pelota de béisbol. Era obvio lo que harían—. Si se dan cuenta de que nos fuimos nos meteremos en problemas.
—Si nadie se entera no pasará nada.
Se movieron entre los arbustos, emergiendo en una zona boscosa.
—No voy a abrir la boca. —No era una soplona—. Pensé que sería más escabroso este sitio, pero el terreno es bastante aceptable.
Entre más avanzaban más nítido era aquel sonido tan familiar.
—Vaya, hay alguien practicando aquí en medio de la nada —susurraba Yūki para quien estaba escondido detrás de un árbol, justo como ella—. Hasta tiene su propia red y lanzadora. Aunque hay algo raro...
—Mira las pelotas que están a su alrededor. Están numeradas. —Ella optó por no interrumpir su explicación—. Puede tener una especie de código. Por ejemplo, alguna puede significar pegarle fuerte mientras que otra hacer un mero toque.
—Unas no tienen nada.
—Si pones un poco de atención y agudizas la vista te darás cuenta lo que sucede con esas.
Sora hizo caso a su sugerencia, entendiendo a lo que se refería.
—A veces golpea la parte superior de la pelota y en otras, la inferior. Es un buen ejercicio para mejorar la concentración y el tiempo de reacción.
—Está tan centrado que ni siquiera ha notado que tiene espectadores.
Y aunque quisieran indagar sobre la apariencia del joven, este parecía de lo más cómodo usando su sudadera con gorro en conjunto con su short.
«Posee una buena postura. Además, se le ve bastante relajado».
El desconocido se acercó para cargar nuevamente la lanzadora.
«Bolas rápidas que bateó sin mucho problema, mandándolas bastante lejos».
Ahora entendía cómo es que aquel esférico había llegado hasta su posición.
«¿Qué es lo que hará un jugador como él aquí, en medio de la nada? Supongo que debe pertenecer a alguno de los equipos de esta zona».
—¿Qué es lo que estás maquinando ahora? Porque tus silencios siempre son peligrosos.
—Me haces parecer como alguien que sólo vive para molestar a otros —expresó con fingido dramatismo, como si de verdad se hubiera visto afectado por lo dicho.
—Eso es justamente lo que eres: un incordio. —Ella siempre le diría sus verdades—. Será mejor que nos vayamos y dejemos a este chico seguir en lo suyo. —Dio media vuelta lista para marcharse. Sin embargo, él no hizo lo mismo—. ¿Y ahora qué sucede con él? Pensaba que solamente sentía gran interés por los lanzadores.
—Furuya y Sawamura se divertirían mucho intentando ponchar a ese chico.
Por un breve momento creyó que estaba pensando eso por el bien de sus dos pitchers, pero se arrepintió cuando lo vio tapándose la boca para no dejar escapar una risotada.
—Si es que logran colocarle un strike.
—Eres verdaderamente malvado. —Él le sonrió con cinismo desbordante—. Vámonos ya.
Y como no veía cooperación por parte de Kazuya lo jaló del brazo para alejarlo de aquella zona.
—Le quitas lo divertido a esta vida.
Regresaron al hostal sin ser descubiertos por ninguno de los adultos que los vigilaban y compraron un par de bebidas antes de incorporarse a sus habitaciones. No obstante, cuando pasaron por la zona recreativa se encontraron con quien los molestaría por verlos llegar juntos.
—¿Es posible que nuestro capitán al fin haya anotado un home run? —Kuramochi sonrió de oreja a oreja. Lucían muy sospechosos para él—. Conociéndolo se barrió sobre la segunda base.
—¿Segunda base? —Sawamura estaba confundido—. Miyuki no trae el uniforme puesto.
—Deja de darle doble sentido a las cosas, cabeza de puerco espín. —Sora le acomodó un pisotón aprovechando que traía sandalias y no su calzado usual.
—¡Ey, date prisa y domestica a tu novia! —Alguien era valiente e idiota a la vez.
—¿Ahora se dedicarán a ser las estrellas del tenis de mesa? —soltó Kazuya cuando encontró a esos de primero portando raquetas—. Tal vez hasta les vaya mejor que en el béisbol.
—¡Furuya y yo somos imparables en el tenis de mesa por pareja! —Allí estaban luciendo tan seguros de sí mismos—. Estamos listos para barrer el piso contigo.
—Empiezo a ver que les está afectando el no practicar.
Si no supiera que se dedicaban al béisbol, juraría que estaban listos para representar a Japón en alguna olimpiada.
—Hay que admitir que son muy buenos. —Sora por su lado tiraba de la oreja del veloz corredor como medida correctiva por su sucia analogía.
—¡Auch! ¡Duele!
Quejarse es lo único que hacía cada vez que la hermanita de Tetsuya se cruzaba en su camino. Aunque la culpa recaía totalmente en él; mas eso jamás lo admitiría.
—Chicos, vengan. Tienen que ver esto. —Desde la puerta se asomaba la cabeza de Saki.
En la segunda planta, y en completo silencio, se encontraban los jugadores de Seidō. Fijaron su atención en la planta baja, justo donde se divisaba una cómoda sala de espera.
Contemplaban a su siempre confiable y bella reclutadora mirando desaprobatoriamente a quien yacía sentado en el sillón guardando silencio mientras ella hablaba.
—Sabes perfectamente lo que pasará si fuerzas de ese modo tu cuerpo. —Era necesario dialogar con severidad para que el chico comprendiera la magnitud de su imprudencia.
—He sido cuidadoso.
—Esa excusa podría valerte conmigo, mas no funcionará con él —suspiró manteniendo su temple—. Si quieres que te reconozca, tendrás que atenerte al itinerario que te he dado.
—¿Y ese quién es? —Kuramochi formuló la pregunta grupal que todos ten
«Es el sujeto que vimos hace rato».
Kazuya empezaba a sospechar que no era tanta coincidencia el haberse topado con un jugador como él en un lugar tan recóndito como ese.
«No creo que sea mero azar del destino el que ese chico esté al lado de Rei-chan».
—Ve a ducharte para que te cambies y cenes —ordenó pasivamente para quien se levantaba de su asiento.
El chico retiró el gorro que cubría su cabeza y parte de su cara.
—Si es...
Sus ojos se agitaron, reflejando con detalle el rostro que para todos era desconocido. Su pecho se contrajo bajo el yugo de la incertidumbre y la olvidada añoranza. Y su corazón le susurraba a través de sus pausados y dolorosos latidos que él aún representaba una pieza muy importante de su pasado.
