Tinc —sonó un celular desde dentro de la gema de Miles, por lo que lo sacó para descubrir la llegada de una notificación.
Se trataba de un correo que había estado esperando, la convocatoria a una entrevista de trabajo, en el pueblo de Green Hills.
Contento con la noticia, aunque no sonriendo porque en realidad se lo esperaba, el zorro con gran rapidez absorbió su celular mediante la piedra en su frente.
Lo que sí hizo sonreír al raposo fue ver a Knuckles, un equidna de pelo rojo y ojos morados y uno de sus antiguos amigos, sentado frente a una decena de niños que observaban atentos la página del libro que él les narraba.
—¡Y así, Rose la erizo y Geo el equidna, junto al resto de sus aliados volaron por el espacio desde la Tierra, libertando todas y cada una de las colonias del antiguo imperio hasta regresar a Mobius, marcando el fin de su primera era! Por supuesto, fue difícil establecer nuevas leyes con las que todos los mobianos estuviesen de acuerdo e incluso después de que varios las hubiesen aceptado, hubieron muchos retos que nuestra especie tuvo que enfrentar para lograr crear una nación en que todos fuésemos iguales y libres, pero esas son otras historias y deben ser contadas en otra ocasión —culminó el narrador cerrando el libro.
La sonrisa del raposo se tornó en una cara preocupada por algunos instantes cuando sintió una mano en su hombro.
—¡Silver! —exclamó al ver a otro viejo amigo, un erizo de espinas plateadas y ojos ambarinos con botas—, no noté que llegaste, además de que es un poco temprano.
—Bueno, hay alguien que se acuesta demasiado temprano como para ir a la fiesta y que quería visitar —explicó él mientras ese alguien corría hacia él.
Se trataba de un gato con un par de franjas negras que pasaban encima de su lomo y ojos, el cual corrió hacia el espinoso en cuanto lo vio.
—¡Hey, Deino! —lo saludó el mayor mientras lo agarraba para cargarlo—, has crecido mucho desde que la última vez que te vi, si alcanzas la estatura de tu madre, tú tendrás que ser quien me cargue a mí.
—¿Te quedarás para enseñarme a usar mis poderes psíquicos? —preguntó el felino al plateado.
—Aún es algo temprano, pero me iré hasta dentro de dos días, así que podemos hacer otras cosas mañana —prometió el erizo.
—¿Puede Runa acompañarnos? —preguntó Deino mientras apuntaba a una zorrita que tenía un par de brazos extra.
—Por supuesto.
Miles fue sorprendido de nuevo, esta vez por la mano de su amigo pelirrojo.
—Estoy feliz de verte otra vez, ¿cómo te fue en Etéritum? —preguntó Knuckles.
—Tan bien como a Apoteosis le puede ir —suspiró el rubio—, pero no es nada para preocuparse, ¿y qué tal van las cosas por aquí?
—Genial, realmente siento que progreso con los niños, aunque también tengo miedo de que lo hagan demasiado rápido y entonces me quede sin algo para enseñarles —le contó el de iris púrpura mientras apagaba la luz de la cabaña de madera y barro en que se encontraban y salía del lugar junto a Silver y el resto de niños que fueron junto sus padres.—. Por eso pensaba buscar maestros con los que pueda abarcar cualquier interés que puedan tener.
—Estoy seguro de que los encontrarás ya que Ágapi es cada vez más popular como destino turístico y lugar de residencia. Lo he visto en publicidad de la capital —aseguró mientras miraba el pequeño y recién fundado hotel del pueblo—, claro que odio la idea de que mi primer hogar se vuelva como el actual ya que perdería su encanto.
—Te entiendo, aunque en mi caso estoy más dispuesto a que suceda si eso ayuda a los niños y el resto de la gente de aquí, claro que no es que tú no lo hayas hecho mucho ya.
—Nosotros —repuso el más pequeño—, a quienes me gustaría ver juntos, así que vayamos de una vez a la casa de Amy.
La fiesta había recibido muchos invitados, lo que era de esperarse tratándose de una persona tan carismática como esa erizo de pelo rosado, aunque más que por su carisma, muchos acudientes, sobre todo hombres, habían ido con la idea de tratar de cortejarla, lo que no era de sorprenderse, pues con esos grandes ojos verdes, largas pestañas y forma de peinarse, se notaba de lejos que era un buen partido. Y no solo era bonita, sino que también su forma de vestir exudaba elegancia e inocencia, aunque casi siempre usaba el mismo conjunto de un vestido rojo y blanco, botas de los mismos colores y guantes con un anillo dorado en la muñeca. En adición, era muy buena para las batallas, lo que había demostrado hace años en el torneo más popular del imperio.
Tras un cuarto de hora, solo quedaban siete personas en el recinto en que se había celebrado la fiesta: Amy, la cumpleañera; Knuckles, Rouge, una bonita murciélago blanca; Blaze, una grácil gata morada; Silver, Shadow, un sombrío erizo negro con algunas espinas rojas y el propio Miles. Todos excepto por la primera, que ya estaba sentada, tomaron uno de los asientos organizados en torno a ella.
—Bueno —inició la murciélago—, ¿cómo han ido las cosas para cada uno desde la última vez que nos vimos?
—Oh, bueno —continuó el erizo plateado—. Las cosas van de maravillas en mi época desde que derrotamos a Iblis. Llegado este punto, ya se han construido nuevos poblados a las afueras de Central City y genta ha decidido ir a vivir en ellos para expandirlos y cultivar sus tierras.
—A mí han comenzado a enviarme cartas con propuestas de matrimonio y en mi corte hay varios nobles a la espera de mi mano —lo secundó la gata morada—, por un lado me alegra porque alguna vez pensé que no recibiría ninguna, pero debo decir que ahora mismo, de ser ellos, esperaría sentada.
El equidna rojo tomó la palabra a continuación:
—Me complace informar de que he recibido propuestas para recibir a niños de otras regiones en la escuela de Ágapi porque les interesa mi educación basada en el aprendizaje experimental y autónomo —dijo con voz profunda y solemne—.
El siguiente en hablar fue el erizo negro:
—Las cosas han estado algo aburridos en GUN durante los últimos días —declaró—, no pasan muchas cosas por las que preocuparse aquí en Mobius, así que estaba pensando en aceptar misiones en otros planetas.
—Eso es cierto —confirmó la alada—, pero es solo cuestión de ponerle más sabor a tu vida, por ejemplo, he estado estudiando mineraloides. ¿Y qué hay de ti, Amy?
—Ya sabes, lo usual —respondió la de espinas—, muchos pretendientes no muy interesantes y charlas en el taller de costura.
Reconociendo a quien faltaba por hablar, todos posaron su mirada en el zorro de dos colas.
—La verdad es que si me ha pasado algo interesante a mí —tras decir esto todos allí aumentaron la intensidad de sus miradas—. Hasta hace una semana no había hecho más que crear nuevas máquinas, sistemas y dispositivos, pero descubrí a una gema corrupta que había despertado en la Tierra.
—¡¿Una gema corrupta?! —exclamó el de púas color plata.
—¿Cómo las de la historia de la Guerra por la libertad de la Tierra? —inquirió la felina.
—¿Hay más? —quiso saber la del vestido rojo.
—¿Cómo pudo despertar de su letargo? —inquirió la de pelo blanco.
—¿Acaso aún quedan esmeraldas del caos en la Tierra que las pudieran haber activado? —secundó el ovíparo
—¿Tiene que ver con el erizo del que nos hablaste? —interpeló el de pelaje azabache.
—¡Tranquilos! —se exaltó el vulpino—. Cuando termine de contarles, lo entenderán todo.
Así, el raposo les narró la historia de su viaje a la Tierra para enfrentarse a la gema, la máquina que halló y como el cabello en ésta lo llevó a buscar y encontrar al zorro antiguo que le informó sobre el plan de los suyos de traer a la vida al Cluster con el fin de recuperar el viejo imperio utilizando las esmeraldas del Caos y al erizo azul.
—A parte, a juzgar por lo que me dijo ese zorro, ya que ahora tenemos la Esmerada maestra aquí en Mobius, fue el mismo Sonic quien les dio el caos suficiente para despertar cuando creó esa gran explosión a inicios de este año —concluyó Miles.
Todos allí se quedaron en silencio procesando lo que les había contado su compañero, lo que este aprovecho para contarles su plan:
—Les informo de esto para que sepan que no voy a estar disponible durante un tiempo, ya que acordé con el alcalde capturar a esas gemas, además de que debo cuidar que no secuestren a Sonic.
—¿Cómo se supone que harás todo eso? —interpeló Blaze.
—Mantendré mi cuerpo original en mi laboratorio y me mantendré atento a la aparición de otras gemas corruptas y de esos mobianos para ir a por ellos cuando mis sistemas los detecten. A su vez, enviaré una proyección mía a la Tierra que tome la forma de un humano y se convierta en profesor del erizo.
—¿Estás seguro de que esa es la mejor idea? —interrogó Amy— Tendrías que mantener tu mente dividida durante mucho tiempo. Aparte de que, será muy difícil mantener nuestra existencia oculta de los humanos.
—No te preocupes, ahora puedo hacerlo con mucha facilidad —respondió el zorro—. En cuanto a lo otro, la existencia de Sonic ya dejó nuestra sociedad expuesta ante ellos y de por sí algunos ya eran conscientes, puesto que se les ocurrió crear a Shadow debido a antiguos archivos dejados en la Tierra, y las acciones de esas viejas gemas nos exhibirán aun más, por lo que, para bien o para mal, como mínimo seremos descubiertos por la humanidad entera.
—Pero aun así es peligroso —afirmó Rouge—. ¿No sería mucho más sencillo traer a ese erizo a Mobius hasta que la amenaza sea eliminada? Después de todo, al ser tan antiguos no es probable que tengan anillos.
—Sí —contestó el vulpino—, pero de ser así, también tendríamos que inmiscuir en esto a los cuidadores de Sonic y quién sabe a cuanta gente más de su pueblo, además de que… me gustaría que él pudiera vivir una vida común y que su poder no sea pretexto para que tenga que huir y esconderse toda su vida, lo que ya había estado haciendo por mucho tiempo.
Shadow bajó la mirada ante esas palabras.
—Está bien —dijo el erizo negro.
—¡¿Qué?! —vociferó Silver parándose de su asiento.
—Shadow, no puedes decir que estás de acuerdo con esto, Tails planea enfrentarse a una situación muy peligrosa —expresó Blaze parándose también.
—Escuchen —dijo el roedor del color de la noche comenzando un monólogo—, todos sabemos de lo que Tails es capaz, estoy seguro de que no está tomando esta decisión a la ligera o al menos tiene un buen motivo para tomarla.
El roedor se paró y se dirigió hasta el asiento del zorro y una vez allí doblar una rodilla en suelo.
—Solo recuerda —dijo el oscuro mirando al más claro desde abajo y poniendo una mano en su mejilla izquierda—, estamos aquí para ti.
—Lo sé —respondió el de ojos azules mirando a los rojos del erizo y poniendo su mano sobre la del otro—, lo sé.
Un día después, de regreso en su laboratorio, el zorro se dispuso a dar inicio al plan que había creado con el propósito de completar la misión que se la había encomendado. Su gema liberó un haz de luz que proyectó un holograma, el cual pronto cobró opacidad hasta ser una copia exacta de quien lo había creado. Tras que el primero apagara la luz de la joya en su frente, se giró a fin de tomar aquel anillo negro con una perla y se giró de nuevo, tomando la mano derecha de su clon para ponerle el anillo en el dedo anular. Paso siguiente, el cuerpo del vulpino con el anillo comenzó a brillar hasta ser totalmente blanco y después perder la definición de su figura y crecer, llevando a cabo su transformación, la cual terminó al tomar los colores y la forma de un ser humano.
Ahora, en lugar de un zorro antropomórfico, se hallaba parado un hombre de estatura menor al promedio, muy delgado, de piel casi pálida y con un largo y lacio cabello más amarillo que rubio que le caía hasta la cadera. Sobre su frente, el mismo cabello formaba un fleco. Más abajo había unos ojos grandes con un iris azul cielo con largas y curveadas pestañas del mismo color de su pelo, al igual que sus delgadas cejas. Descendiendo más había una pequeña y recta nariz, debajo de la cual se hallaban unos labios finos. Usaba zapatos negros formales, sin cordones y con un pequeño y plano tacón; unas medias grises oscuro, un jean negro que se amoldaba a sus piernas. En su torso había una camisa blanca más grande de lo que necesitaba cubierta por un suéter amarillo mostaza.
El ahora único zorro fue a por un maletín y una bolsa acordonada con la pretensión de dárselos al, ahora, humano extraterrestre. Tras eso ambos asintieron al mismo tiempo antes de que el de aspecto menos animalesco extrajera un anillo de la bolsa y lo lanzara, obteniendo el mismo resultado de siempre, para después atravesar el aro. Quedándose solo el más zorruno, se sentó ante los tres monitores que había utilizado hace unos días, en los cuales se mostraba un modelo de la Tierra, y fijó sus ojos en el orbe.
Tras atravesar el portal, el alienígena con forma de humano se encontró ante un cartel que rezaba "Bienvenidos a Green Hills". Sin perder tiempo comenzó a adentrarse en el pueblo al que pertenecía la señal, contemplando las edificaciones que componían a aquel pequeño territorio entretanto giraba esquinas y caminaba cuadras. Durante el camino notó muchas miradas posándose en él mientras pasaba, lo que era obvio que pasaría, pues era un extraño en un lugar no tan concurrido, donde todos, con gran probabilidad, se conocían entre sí. Pensó en entablar conversación con alguno de ellos, puesto que, al fin y al cabo, lo más probable es que fueran vecinos en poco tiempo, pero decidió que sería mejor asegurarse de llegar puntual a su entrevista y luego relacionarse con sus nuevos semejantes, lo que de seguro era un requisito de lugares apartados como aquel.
Tras varios metros y divagaciones, llegó a una gran construcción, cuyo nombre, bastante predecible en realidad, se hallaba escrito arriba de la puerta de entrada: Preparatoria Green Hills.
Queriendo completar pronto esta fase de su tarea, el zorro se dirigió a la puerta, que se encontraba abierta en ese momento, como le habían informado que estaría, y se dirigió a un escritorio en que vio a un hombre pelinegro con camisa blanca y corbata tecleando en una computadora portátil, al que se dirigió, como le habían indicado que hiciera.
—Disculpe —dijo, llamando la atención del caballero—. Estoy aquí para aplicar a la vacante a profesor de matemáticas de esta escuela. Me indicaron que hablara con la persona que encontraría en esta área.
—Por supuesto —le respondió el señor previo a dar unos cuantos clics y escribir algo más—. Acabo de comunicar a la directora de su llegada. Vaya al fondo de este pasillo y gire a la izquierda. Encontrará una puerta que a su lado dice . Puede sentarse en las sillas aledañas mientras espera a ser llamado.
—Gracias por su ayuda —replicó el rubio para luego partir.
Durante su trayecto a la cámara de la dirigente, el vulpino observó los afiches colgados en las paredes y tableros en medio de las paredes, así como otras obras de arte y fotografías. Todo era muy bonito, excepto por los grafitis mal hechos en los casilleros, pero, al fin y al cabo, eran adolescentes quienes habitaban ese lugar.
Tras unos cuantos pasos llegó a la oficina que buscaba. No tuvo que sentarse en las sillas, pues la puerta fue abierta en cuanto llegó ante ella.
—Disculpe la sorpresa —dijo la dama que apareció tras el pórtico—. Usted debe ser Miles Prower.
—Es correcto —confirmó el blondo.
—Bien, pase, por favor —le ofreció la mujer antes de apartarse para dejarlo entrar en la habitación.
El espacio estaba muy bien organizado. Había varios reconocimientos y trofeos en estanterías elevadas. No parecía haber ni siquiera una mota de polvo y no había papeles ni instrumentos de oficina en el escritorio que debía ser de la directora, como era el caso del zorro. Eso decía mucho de qué clase de persona era la señora, aparte claro, de su propia vestimenta y manera de arreglarse: su oscuro pelo marrón debía de llegarle hasta los hombros cuando estaba desatado, pero lo llevaba envuelto en un moño con forma de dona atrás de su cabeza mediante un resorte con perlas. Usaba un traje formal de oficina color rosa poco intenso con una camisa blanca, junto con una falda lápiz del mismo color y tacones negros.
La rectora fue a su asiento, una gran silla giratoria amueblada, e indicó con una venia al zarco que se sentara. Una vez que ambos se hallaron cómodos, la fémina pidió al joven su currículo y empezó a revisarlo.
—Muy bien, aquí dice que usted tiene veintiséis años y estudió en la Universidad Stanford y obtuvo un máster en la carrera de matemáticas puras—dijo la directora previo a volver su mirada al raposo.
—Es correcto —afirmó el entrevistado.
—Bueno, no veo nada por lo que deba preocuparme aquí, por lo que le haré unas cuantas preguntas más personales.
—Está bien.
—Fuera de lo que dice en su currículo, ¿qué me puede contar acerca de usted?
—Aparte de la formación descrita en mi hoja de vida, debe saber que también tomé cursos de pedagogía y música. He tratado con menores de todas las edades, puesto que trabajé en varias escuelas en el estado de Idaho, pero soy más asertivo con los chicos de preparatoria, lo que descubrí en el último colegio en el que estuve. En cuanto a lo último, sé tocar el piano y el violonchelo, habilidades que adquirí en un conservatorio en el que estuve durante la secundaria y la preparatoria.
—Eso es suficiente. Ahora, ¿Cuáles son sus metas?
—Quiero cambiar el enfoque que tiene la educación de este país.
—¿A qué se refiere?
—Imagino que sabe como los estudiantes suelen retener información con el fin de superar exámenes para olvidarlo todo después. Yo pienso que hay una manera de enseñar que les permitirla integrar a su vida los conocimientos que se les otorgan, incluso si no son de su agrado o les resultan inútiles.
—Ok. Dígame, ¿cuáles cree que son sus fortalezas y debilidades?
—En cuanto a mis debilidades, siempre me es difícil expresar mis emociones, puedo llegar a ser intimidante y puede que no le dé tanto afecto a las personas como debería o no lo haga de forma adecuada. En cuanto a mis fortalezas, tengo mucha paciencia, puedo notar los más mínimos detalles en la ejecución de un plan o actividad y soy capaz de pensar con rapidez en una situación estresante, habilidades que me ayudarán mucho con deberes como el que estoy dispuesto a asumir.
—Correcto. Ahora, debe saber que desde que vi su currículo, quise saber por qué alguien con su formación querría estudiar en una institución educativa como esta.
—¿Qué quiere decir?
—No me malentienda, no creo que sea un mal colegio ni lo desprecio. Yo estudié aquí y crecí en este pueblo, pero he de decir que creo que es raro que un egresado de una de las mejores universidades de este país quiera trabajar en el colegio de un pueblo prácticamente invisible al ojo público.
—Bueno, como dije antes, quiero cambiar el enfoque de la educación, mas no considero que mi experiencia previa sea suficiente para dar inicio a la ejecución de ese propósito en las grandes ligas, por lo que, decidí empezar en un colegio más sencillo como este.
—Ya veo —dijo la dirigente antes de hacer una pausa—. Bueno, a decir verdad, creo que no podríamos obtener nada mejor.
La mujer le devolvió al de ojos azules su currículo.
—Ahora, quiero saber, ¿cuánto cree que deberíamos pagarle?
—El salario mínimo está bien para mí.
—Bueno, eso fue rápido.
La señora entonces procedió a abrir uno de los cajones de su escritorio y tomar una carpeta con varias hojas, las cuales pasó hasta encontrar una en concreto.
—Ahora, antes de firmar cualquier contrato con nosotros debe saber algo acerca de uno de nuestros estudiantes —declaró llevando sus ojos del portafolio a Miles.
—¿De qué se trata? —preguntó el extraterrestre, aunque ya sabía la respuesta.
—Él es peculiar, lo más seguro es que no haya alguien como él en el mundo.
La rectora estiró su brazo para pasarle el conjunto de documentos al de suéter, manteniendo un dedo en la página que había buscado con anterioridad.
El blondo contempló en el papel una foto del erizo al que había descubierto hace dos tercios del año y su nombre , así como su número de identificación. Él, de hecho, recordaba lo lindo que fue el momento en que el erizo y sus padres lograron completar el proceso de adopción y reconocimiento en el registro civil.
—Sé que parece una broma —habló la fémina llamando la atención del veinteañero—, pero se lo digo con toda la seriedad con la que lo he tratado hasta ahora. En esta escuela tenemos un alumno extraterrestre.
El zorro pensó en cuál sería la forma más normal de reaccionar, pero concluyó que sería más fácil no hacerlo en lo absoluto.
—Ya veo —contestó el de pelo dorado devolviendo la carpeta—. No lo considero un problema, si es lo que temía.
—Es bueno saberlo —respondió la fémina con una sonrisa.
Tras unas cuantas firmas y trámites más, el vulpino había conseguido completar la primera fase de su misión. Tras un recorrido por el recinto estudiantil, salió de la institución con su nuevo horario. Empezaría en dos días, por lo que tenía que mudarse al día siguiente, pero no era nada complicado para él.
Devuelta al otro lado del universo, un punto rojo había aparecido sobre el globo terráqueo en los monitores del zorro cuya forma correspondía con su especie. Él ya se encontraba listo para partir, tenía un anillo igual al que le dio a su copia y otra bolsa acordonada llena de anillos dorados, pero a diferencia de las ocasiones anteriores, esta vez llevaba algo más de vestimenta.
Aparte de sus guantes y zapatos, que ahora eran de un gris oscuro y cubriendo sus ojos por completo aunque todavía permitiéndole ver, había un antifaz con cuatro puntas que apuntaban hacia arriba y abajo y a izquierda y derecha.
Mediante el mismo método que utilizó anteriormente, creó una copia de sí mismo, la cual de inmediato ocupó la silla frente a las pantallas.
—Bueno —dijo el zorro lanzando un anillo—, aquí vamos de nuevo.
En un inicio pensaba hacer que Knuckles recuperase a su antigua tribu, pero luego pensé que sería mejor darle otro destino puesto que no es como que en la realidad usualmente podamos recuperar lo que perdimos. ¿Qué les parece esa decisión?
Como siempre, espero que les haya gustado hasta ahora y los invito a agregar mi historia a sus favoritas y a seguirme.
