Lena observó cómo la chica rubia se acercaba, su porte altivo y su sonrisa demasiado confiada resaltaban entre el resto de los adolescentes que seguían con sus tareas en el vestíbulo del hotel. En el fondo, Lena intentó mantener su expresión neutral, pero no pudo evitar un ligero fruncir de ceño cuando la rubia, sin dudarlo un segundo, se detuvo justo frente a ella, luciendo una sonrisa que parecía decir que la conocía de toda la vida.
"¡No puedo creer que estés aquí! En París, y justo en nuestro hotel. ¡Qué sorpresa más agradable!" La rubia hablaba con un tono exageradamente alegre, haciendo énfasis en cada palabra mientras la observaba de arriba a abajo con admiración descarada. Lena, por su parte, sintió un ligero temblor de irritación en su interior, pues aunque su expresión seguía siendo impecable, no lograba entender de dónde conocía esta chica ni por qué hablaba con tanta familiaridad.
"Es un honor tener a alguien como tú aquí, quiero decir, no todos los días se recibe a la hija de dos de los empresarios más importantes de Estados Unidos." La rubia ladeó la cabeza, su tono de voz sugiriendo que sabía más de lo que Lena hubiera querido que cualquiera supiera. "¡Todo el mundo habla de ellos! Y ni hablar de ti, claro. ¡Eres tan hermosa! No es que me sorprenda con unos padres tan distinguidos. Esos ojos, ese porte... Se nota que eres alguien con clase, alguien que destaca incluso en un lugar tan sofisticado como este."
Lena mantuvo la compostura, pero sentía cómo la incomodidad le recorría la espalda. Las palabras de la chica, aunque claramente elogiosas, la hacían sentir como si estuviera siendo escudriñada de una manera que no era del todo grata. La rubia no dejaba de hablar, y aunque Lena se esforzaba en mantener una actitud cortés, por dentro su mente hervía con un sinfín de pensamientos.
"¿Cómo sabe tanto sobre mí? ¿Quién es esta chica? ¿Acaso ya nos conocíamos antes? Pero yo nunca la he visto en mi vida." Lena trató de mantener la mirada fija en la rubia, sin dejar que sus dudas se reflejaran en su rostro. No quería parecer desconcertada, pero su paciencia comenzaba a agotarse con cada segundo que pasaba en esa conversación unilateral.
Mientras tanto, la rubia parecía encantada con la situación. Disfrutaba tener la atención de Lena, una figura tan notable, aunque el interés no fuera recíproco. "París te va a encantar, estoy segura. Y bueno, ya sabes, es la ciudad perfecta para alguien como tú. Los mejores lugares, las mejores tiendas, la gente más interesante... aunque claro, no como tú. Me pregunto si tus padres estarán tranquilos dejándote sola aquí, aunque bueno, con todos los recursos que tienen, seguro no es un problema."
Cada palabra de la rubia era una mezcla de admiración y orgullo, como si el hecho de que Lena estuviera allí, en su entorno, fuera un logro personal para ella. Lena, en cambio, sentía que cada segundo que pasaba en esa conversación se volvía más surrealista. Por un momento, miró a su alrededor buscando algo a lo que aferrarse, alguna señal de que esto no era más que una broma elaborada, pero todo a su alrededor seguía igual: los adolescentes con sus tareas, el bullicio suave del vestíbulo, y la rubia que no dejaba de hablar de manera casi ininterrumpida.
"Esto es ridículo. Esta chica no para de hablar de mis padres como si los conociera, como si supiera todo sobre mí." Lena sentía que su paciencia llegaba al límite, pero su educación le impedía ser descortés, incluso cuando cada palabra que la otra pronunciaba se sentía como un interrogatorio disfrazado de elogios. Respiró profundamente, haciendo un esfuerzo por mantener su tono de voz tan calmado como su postura.
Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, la rubia hizo una pausa para respirar, y Lena aprovechó el momento para hablar. "¿Cuál es tu nombre?" preguntó con un tono elegante y directo, su voz tan controlada que era imposible adivinar la frustración que ocultaba.
La pregunta sorprendió a la rubia, quien pareció congelarse por un segundo. No esperaba que Lena, con todo lo que aparentemente sabía de ella, no supiera quién era. Sin embargo, su sorpresa fue breve, y la sonrisa que antes había mostrado se transformó en una de mayor intensidad, como si le pareciera gracioso que Lena no tuviera idea de con quién estaba hablando.
"¿Cómo? ¿No sabes quién soy?" dijo Chloé, simulando un asombro exagerado que no lograba ocultar su satisfacción. "Supongo que eso es normal. Digo, eres nueva aquí, ¿no? Pero no te preocupes, pronto te acostumbrarás a escuchar mi nombre por todos lados. Soy Chloé Bourgeois." Acompañó su declaración con un gesto de la mano, como si se presentara ante una multitud y no solo ante Lena. "Mi papá es el alcalde de París, así que, técnicamente, todo esto…" hizo un gesto amplio, señalando el vestíbulo del hotel "…es prácticamente mío. Y claro, este hotel también."
Lena se limitó a inclinar ligeramente la cabeza, manteniendo su expresión neutral, mientras el brillo altivo en los ojos de Chloé continuaba intensificándose. En su interior, Lena podía sentir cómo la impaciencia comenzaba a picar detrás de su calma superficial. "Así que es una chica mimada... eso explica muchas cosas. Pero, por el amor de todo, ¿acaso no se da cuenta de que no me interesa?" Lena respiró profundamente, asegurándose de que su sonrisa educada permaneciera inalterada, sin dejar que sus pensamientos internos se reflejaran en su rostro.
Por su parte, Chloé no notó el desinterés de Lena, o si lo hizo, no le importó. Estaba disfrutando de la oportunidad de hablar de sí misma y de lo importante que era. "Como te decía, mi papá es el alcalde, pero eso ya lo sabías, ¿verdad?" continuó, adoptando un tono como si le estuviera hablando a una niña pequeña. "Mi madre, Audrey Bourgeois, es la reina de la moda en Nueva York. Así que, digamos que tengo lo mejor de ambos mundos. Elegancia y poder, todo en uno. ¿No es fabuloso?"
Chloé observaba atentamente la reacción de Lena mientras hablaba. "Debe estar impresionada, ¡cómo no estaría! Pocas personas tienen la suerte de conocer a alguien tan importante como yo desde su primer día en París." Pensaba mientras sonreía con superioridad, disfrutando de cada palabra que salía de su boca. La idea de que Lena pudiera verla como un modelo a seguir la llenaba de satisfacción, y estaba convencida de que alardear de su linaje la impresionaría.
Lena, en cambio, mantenía su sonrisa cortés, asintiendo de vez en cuando mientras escuchaba la retahíla interminable de la otra. "No puedo creer que alguien pueda hablar tanto de sí misma en tan poco tiempo. ¿Realmente piensa que me importa el estatus de su familia? Debería enfocarse menos en su supuesta superioridad y más en escuchar a los demás." El pensamiento cruzó por su mente, pero de nuevo, Lena se aseguró de que no se reflejara en su rostro. Había pasado demasiado tiempo perfeccionando esa máscara de cortesía, y ahora era su mejor aliada en situaciones como esta.
Sin detenerse, Chloé siguió adelante, evidentemente encantada con la oportunidad de presumir. "En la escuela, soy prácticamente la persona más importante. Todos saben quién soy. Es decir, ¡mírame! Tengo los mejores amigos, las mejores notas…" hizo una pausa y lanzó una mirada hacia un grupo de estudiantes que trabajaban a lo lejos, asegurándose de que la estaban viendo hablar con Lena, antes de añadir con un tono más bajo, como si confiara un secreto a su nueva conocida. "Por supuesto, hay quienes intentan competir conmigo, pero no tienen ni una posibilidad."
Para Chloé, cada palabra era una reafirmación de su superioridad. "Debe ser abrumador para ella escuchar todo esto. Probablemente se siente afortunada de haberme conocido tan pronto, al menos tendrá una idea clara de quién es la persona más importante en este lugar." La idea de que Lena pudiera admirarla alimentaba su entusiasmo, y se convencía más con cada segundo que pasaba hablando.
Lena, por otro lado, apenas lograba contener su exasperación. "¿Así que esta es la chica con la que me encontré? Es increíblemente molesta. Si sigue así, va a agotar mi paciencia antes de que termine la conversación." Lena sintió que sus pensamientos se volvían más críticos, pero al mismo tiempo se obligó a respirar profundamente, recordando las enseñanzas de sus padres sobre cómo mantener la compostura sin importar las circunstancias. "Solo respira, Lena. Este tipo de personas son inevitables, mejor mantener la calma y terminar con esto rápido."
Chloé seguía sin notar la incomodidad de Lena, y parecía haber encontrado un nuevo tema de conversación. "¿Sabías que siempre estoy a la moda? Mi madre se asegura de que tenga lo último en tendencias. Claro, no es como si necesitara ayuda para ser fabulosa, pero bueno, es algo que se lleva en la sangre." Chloé se miró las uñas, luciendo perfectamente pintadas, y luego volvió a centrarse en Lena, sonriendo como si estuviera concediéndole un privilegio solo al hablar con ella.
"Por supuesto, todo esto debe parecerle tan impresionante." Chloé pensaba, convencida de que Lena estaba deslumbrada por su presencia. "Es natural, después de todo. Nadie en esta ciudad tiene mi clase ni mi estilo. Bueno, quizás en Nueva York haya competencia, pero aquí… ¡en París soy la reina!"
Lena asintió una vez más, manteniendo su postura recta y la expresión amable. "Definitivamente le gusta escuchar su propia voz. Quizás si simplemente la dejo seguir hablando, eventualmente se cansará." Se obligó a mantener la misma sonrisa que había sostenido durante toda la conversación, pero no pudo evitar sentir que su paciencia se estaba volviendo más frágil con cada segundo.
"Y, por supuesto, ahora que tú estás aquí, podríamos ser las chicas más populares de París." Chloé dijo con un entusiasmo renovado, inclinándose ligeramente hacia Lena, como si ya compartieran una complicidad. "¡Imagínalo! Tú y yo, dominando la escena, todos querrán estar cerca de nosotras."
Lena la miró directamente a los ojos por un instante, analizándola. "Así que eso es lo que busca, alguien con quien alardear." No pudo evitar sentir una mezcla de sorpresa y exasperación ante la sugerencia de Chloé, pero su entrenamiento social le permitió mantener la calma en el exterior. Finalmente, aprovechando una breve pausa en la incesante charla de Chloé, decidió que era el momento de interrumpirla.
"Entiendo… Chloé," dijo con su tono suave y controlado, tratando de hacer que la conversación volviera a un cauce más manejable. "¿Dices que tu padre es el alcalde, y que este hotel es suyo?"
Chloé, al oír su nombre salir de la boca de Lena, se infló de orgullo, como si el simple hecho de que Lena la mencionara fuera un reconocimiento de su importancia. Asintió vigorosamente, encantada de seguir hablando sobre sí misma y de que Lena mostrara algún interés.
"¡Exactamente! Así que si necesitas algo, lo que sea, solo dímelo. Sé que adaptarse a un lugar nuevo puede ser difícil, pero conmigo a tu lado, no tienes de qué preocuparte."
"Oh, claro, como si estar a tu lado fuera el mayor de mis deseos," pensó Lena, mientras asentía cortésmente de nuevo. Sin embargo, esta vez no intentó ocultar del todo un tono de impaciencia en su respuesta. "Gracias por tu amabilidad, Chloé. Es un gesto... apreciado."
Chloé, ignorando cualquier trazo de ironía, se mostró satisfecha con la respuesta, como si acabara de recibir un cumplido. Lena, por su parte, dejó que una última sonrisa profesional decorara su rostro, aunque en su interior no podía esperar a que la conversación terminara para poder respirar con más libertad.
Y así, mientras Chloé seguía parloteando con entusiasmo, Lena se resignó a soportar la compañía de la rubia un poco más, todavía sin entender del todo por qué esa chica parecía tan obsesionada con ella, pero segura de que no permitiría que su fachada de perfección se rompiera tan fácilmente, por más irritante que fuera su interlocutora.
Chloé no podía ocultar su entusiasmo mientras sus ojos recorrían de arriba abajo el atuendo de Lena, cada pieza hablándole de un lujo que conocía demasiado bien. "¡Oh, mira nada más!", exclamó con su usual tono de falsa admiración, aunque claramente encantada. "Esa blusa de seda... ¿es de la última colección de Chanel, verdad? El tono marfil y esos botones dorados... solo alguien con verdadero gusto podría elegir algo tan... exquisito".
Su mirada se deslizaba por la prenda, tomando nota de la forma en que la blusa de Lena se ajustaba a su figura de manera perfecta, dejando una apariencia impecable, digna de una revista de alta costura. "Y esa falda de terciopelo negro... ¡una auténtica obra de arte! El corte es tan clásico y a la vez moderno. Debo decir que pocas personas pueden llevar algo así y hacerlo ver tan... natural". Chloé sabía bien lo que decía, su familia era dueña del hotel y estaba acostumbrada a moverse en ambientes donde las apariencias lo eran todo. Para ella, cada prenda contaba una historia, y la de Lena hablaba de exclusividad.
Sin perder el ritmo de sus palabras, Chloé bajó la vista hasta las piernas de Lena, observando con detalle las medias largas negras que envolvían sus piernas de forma perfecta. "Vaya, estas medias... ¡son de Wolford, ¿no?! El material es tan fino, apenas se nota el brillo traslúcido bajo la luz del hotel... absolutamente divinas." Chloé se permitió una sonrisa complacida. En su mundo, el conocimiento de marcas y materiales era una señal de estatus, y ella no perdía la oportunidad de demostrarlo. "Es un toque clásico que se mezcla perfectamente con tu estilo. Pero no cualquiera puede hacer que algo tan sencillo luzca tan... caro."
Chloé continuó su evaluación, fijándose en el calzado de Lena, unos zapatos de charol negro con un pequeño tacón, cuidadosamente elegidos para el equilibrio entre comodidad y estilo. "¿Louboutin tal vez? Son el tipo de zapatos que solo usaría alguien que sabe que la elegancia no está reñida con la practicidad, ¿verdad?" Chloé se permitió una sonrisa ladina, sabiendo que muy pocas personas podían darse el lujo de usar un calzado de esa categoría para un día cualquiera en París.
"Y ese peinado, ¡oh, qué maravilla! Tiene un aire tan refinado, casi como sacado de un desfile de alta moda. Y ni hablar de tu piel, parece de porcelana, perfecta, cuidada... ¿Cuál es tu secreto?" Chloé hablaba con una mezcla de genuino interés y esa vanidad que siempre la acompañaba, como si cada palabra fuera un recordatorio de que ella conocía bien lo que era el buen gusto, incluso cuando intentaba alabar a otra persona.
Lena, por su parte, se mantenía calmada, sonriendo de manera educada mientras soportaba la avalancha de observaciones de la chica rubia. Sentía como si cada una de esas palabras fueran como agujas que intentaban pinchar la burbuja de su perfección. "¿De verdad necesita seguir hablando tanto?", pensaba, mientras asentía cortésmente y agradecía los comentarios con la elegancia que tanto había practicado.
Chloé y Lena caminaban lado a lado hacia la recepción, con la joven rubia liderando el camino mientras mantenía una conversación que era casi un monólogo. Lena, aún con su sonrisa cortés y su postura perfecta, seguía escuchando las interminables observaciones de Chloé sobre su estilo y apariencia. A pesar de que la distancia desde el ascensor a la recepción no era mucha, a Lena le pareció una eternidad. Pero ahora, mientras ambas se acercaban al centro del vestíbulo, un nuevo grupo de miradas se posó sobre ellas.
A unos pocos metros, Marinette y su amiga Alya estaban trabajando en una esquina del vestíbulo, junto con el resto de sus compañeros, quienes también se encontraban realizando sus tareas asignadas para la experiencia laboral. Marinette, ataviada con su chaqueta oscura y jeans rosa, intentaba concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar mirar con curiosidad la escena que se desarrollaba delante de ella.
"¿Quién es esa chica con la que está Chloé?" preguntó Marinette a su amiga Alya, frunciendo ligeramente el ceño mientras observaba la interacción.
Alya, siempre informada y con su estilo audaz de investigadora nata, se cruzó de brazos y observó atentamente antes de responder. Marinette no sabía por qué, pero había algo en la postura de Lena y en la forma en que Chloé hablaba con ella que la hacía sentir una extraña mezcla de incomodidad y admiración.
"¿No lo sabes?" respondió Alya con una sonrisa, adoptando ese tono de emoción que siempre usaba cuando estaba a punto de compartir información importante. "Esa es Lena, la hija de esos empresarios súper ricos de América. No sé exactamente qué hace aquí, pero créeme, es alguien importante. Sus padres son conocidos por tener varias empresas y, según dicen, son poderosos en muchos sentidos."
Marinette parpadeó sorprendida, sus ojos azulados centrándose ahora más intensamente en Lena, quien aún se mantenía imperturbable junto a Chloé. Adrien, que estaba más cerca de ellas, escuchaba en silencio la conversación mientras organizaba algunos documentos. Aunque mantenía una expresión neutra, conocía a Lena de nombre. Él, como hijo de Gabriel Agreste, tenía un conocimiento más amplio sobre las familias influyentes en el mundo de la moda y los negocios.
"Ah, ya entiendo..." dijo Marinette en voz baja, sus pensamientos acelerados mientras miraba de nuevo a Lena. "Eso explica su manera de vestir, se nota que tiene clase. Pero... ¿por qué está con Chloé?"
Alya sonrió de forma divertida, como si disfrutara de la oportunidad de ser la que sabía todo en esa situación.
"No tengo ni idea de por qué está con Chloé, pero esa chica definitivamente no es de las que pasan desapercibidas. Se nota que tiene mucho dinero, y parece que hasta Chloé está tratando de impresionarla. Dicen que hasta tiene su propio séquito de admiradores allá donde va." Alya bajó un poco la voz, inclinándose hacia Marinette para añadir con un tono conspiratorio "Pero he oído que su familia es muy estricta. No me sorprendería que aquí en París quisiera escapar un poco de eso."
Marinette asintió lentamente, absorbiendo la información. Su mirada volvió a posarse en Lena, que ahora estaba tan cerca de la recepción que podía escuchar el murmullo de sus compañeros a lo lejos, aunque intentó ignorarlo para mantener su apariencia imperturbable.
"Vaya, parece que Chloé ha encontrado a alguien con quien presumir de verdad, ¿eh?" murmuró Marinette, no sin un toque de ironía.
Adrien, quien había escuchado fragmentos de la conversación, esbozó una pequeña sonrisa que pasó desapercibida por los demás. Conocía lo difícil que era moverse en círculos de la alta sociedad y, aunque no lo mostrara, entendía mejor que nadie la presión de tener que mantener una imagen pública impecable.
Alya, mientras tanto, seguía observando con interés la escena entre Lena y Chloé, registrando mentalmente cada detalle para su próximo post en el Ladyblog. Pero mientras Lena y Chloé avanzaban hacia la recepción, Marinette no podía evitar sentir una ligera incomodidad. Algo en la actitud de Lena le parecía distante, como si aquella perfección que mostraba no fuera más que una fachada.
La recepción del hotel Le Grand Paris era un hervidero de actividad. Los empleados y estudiantes, ocupados con sus tareas, de repente desviaron la atención hacia una escena que se desarrollaba en el centro del vestíbulo. El alcalde Bourgeois, ataviado con su habitual traje oscuro que reflejaba su intento de mantener siempre una imagen de autoridad y orden, parecía estar enfrentando una situación incómoda.
Frente a él, un hombre con una apariencia llamativa se mantenía con los brazos cruzados, mirando al alcalde con una expresión de desinterés. Vestido con su característico abrigo de cuero y gafas de sol, Jagged Stone, la famosa estrella de rock, no parecía dispuesto a ceder ante la presión del alcalde. Y, por si su presencia no fuera ya suficiente para llamar la atención, a su lado reposaba, con una actitud más tranquila de lo que cabría esperar, un cocodrilo con una correa adornada con tachuelas metálicas, un accesorio tan llamativo como su dueño.
El alcalde Bourgeois, visiblemente molesto, elevó la voz para hacerse escuchar por encima del murmullo de la recepción.
"¡Señor, no puede traer a un cocodrilo aquí!" exclamó el alcalde, agitando las manos de manera nerviosa mientras señalaba al reptil. "Este es un hotel de lujo, ¡no zoológico!"
Jagged Stone, solo se molesto por las palabras del hombre que tenia en frente suyo. Una cosa era hablar mal de el, pero algo que no le gustaba era que hablaran mas de su mascota Fnag.
La discusión comenzaba a atraer miradas de curiosidad y asombro de todos los presentes. Incluso Lena, que hasta ese momento había estado tratando de mantener su atención en Chloé, giró la cabeza para ver lo que ocurría. Pero fue la propia Chloé la que reaccionó más rápido ante la situación. Su expresión, que momentos antes había sido de entusiasmo mientras charlaba con Lena, se tornó de inmediato en una mezcla de preocupación y determinación.
"¡Papá, espera un momento!" murmuró Chloé mientras se acercaba rápidamente hacia su padre, dejando a Lena momentáneamente sola en medio de la recepción.
La joven rubia se colocó al lado del alcalde y, con un movimiento rápido, se inclinó hacia él para susurrarle algo al oído.
"¡Papá, no puedes tratarlo así! ¿No sabes quién es?" susurró Chloé, su tono apremiante y ligeramente desesperado. "Él es Jagged Stone, ¡una estrella de rock famosa y además es muy, muy rico! Si lo tratas mal, podrías tener problemas. Y no queremos que nuestro hotel quede mal ante alguien como él, ¿verdad?" Ademas que Chloé no queria verse mal en frente de Lena.
El alcalde, que había mantenido una postura firme hasta ese momento, se quedó petrificado al escuchar las palabras de su hija. Su mirada de sorpresa reflejaba que no tenía idea de la identidad del hombre que tenía delante. Intentando recomponerse, sus ojos se movieron rápidamente entre Chloé, que lo miraba con insistencia, y Jagged, que esperaba una respuesta con una sonrisa divertida.
Lena, desde su lugar, observaba la escena con interés, aunque mantenía su expresión neutra. Sin embargo, por dentro no podía evitar sentirse un poco entretenida por lo que sucedía. La súbita reacción de Chloé y la confusión del alcalde le resultaban casi irónicos, sobre todo considerando lo segura que había sido Chloé en sus palabras momentos antes.
El ambiente del vestíbulo se volvió más expectante, con todos los presentes, desde los estudiantes hasta los empleados del hotel, observando cómo el alcalde procesaba la nueva información que su hija le había dado. Chloé, por su parte, se sentía orgullosa de haber intervenido a tiempo, convencida de que había salvado a su padre de un desastre social.
Lena observó atentamente desde su posición en el vestíbulo, mientras la escena se desarrollaba frente a ella. A pocos metros, el alcalde Bourgeois trataba de mantener su compostura habitual, aunque resultaba evidente que la presencia de Jagged Stone y su acompañante poco convencional, un cocodrilo llamado Fang, le ponía visiblemente nervioso. Con su tono habitual de cordialidad forzada y una sonrisa demasiado amplia para ser genuina, André Bourgeois se adelantó, extendiendo la mano en un gesto diplomático.
"¡Señor Stone, bienvenido al Grand París! Me presento, soy el Alcalde Bourgeois, dueño de este lujoso hotel. De hecho, el más lujoso de todo París. ¿Podemos ayudarle?" pronunció con un tono que buscaba ser amable, pero que delataba cierta tensión.
Jagged Stone, con sus gafas de sol características y una actitud desenfadada, no pareció impresionado por la introducción del alcalde. Al contrario, su expresión permanecía impasible, casi aburrida, mientras respondía sin rodeos. "¿Y usted qué cree? No estoy aquí para ver el recibidor," dijo con un tono seco, haciendo que el alcalde retrocediera ligeramente ante la brusquedad del rockero.
Lena observó la escena con interés, sus ojos estudiando cada detalle. Notaba cómo el alcalde intentaba mantener el control, aunque claramente no sabía muy bien cómo manejar a una celebridad como Jagged Stone. El contraste entre la apariencia siempre impecable de André Bourgeois y la actitud despreocupada de Jagged le resultaba curioso. La forma en que el alcalde intentaba congraciarse con el músico, a pesar de su incomodidad evidente, reflejaba un esfuerzo desesperado por mantener la reputación de su hotel.
Mientras tanto, Penny, la asistente de Jagged, intervino rápidamente para suavizar el ambiente tenso. "Jagged quiere reservar su habitación más lujosa," explicó con una sonrisa profesional, intentando mantener la interacción en términos más formales y efectivos.
Sin embargo, Jagged no parecía interesado en seguir un protocolo amable, y agregó con impaciencia: "Con una buena bañera para Fang, y no como aquel pequeño agujero con agua del hotel de enfrente." Su tono era cortante, y su mirada se fijó en el alcalde como si esperara una respuesta rápida y satisfactoria.
Lena no pudo evitar una ligera sonrisa interna al ver la manera en que Jagged dominaba la situación, imponiéndose con su presencia. Sin embargo, la forma en que el alcalde Bourgeois intentaba adaptarse a la exigencia inesperada también le resultaba intrigante. En ese momento, ella sintió que estaba siendo testigo de un choque de mundos: el de la alta sociedad y las apariencias, frente al mundo más irreverente y libre de las celebridades.
El alcalde, por su parte, forzó una risa nerviosa mientras trataba de seguir el ritmo de la conversación. "Hoy tenemos lo que necesita, señora Fang. Incluso disponemos de un gimnasio." Dirigió una mirada fugaz a Penny, como si esperara que la asistente de Jagged confirmara que aquello era suficiente. Pero su error pronto quedó expuesto cuando Jagged corrigió, algo exasperado: "Fang es mi cocodrilo," explicó, señalando al enorme reptil que permanecía inmóvil junto a él.
Lena sintió una mezcla de asombro y diversión al escuchar la corrección de Jagged. Era la primera vez que veía a alguien manejar a una figura de autoridad como el alcalde de esa manera, y la presencia del cocodrilo solo hacía que la situación fuera aún más surrealista. Sin embargo, detrás de su expresión serena, trataba de no dejar ver su sorpresa. Después de todo, había aprendido desde muy pequeña a mantener una imagen controlada, a pesar de lo que pudiera estar pensando.
Mientras el alcalde intentaba recomponerse tras la revelación, Lena desvió la mirada brevemente hacia Chloe, que seguía a su padre con una expresión de impaciencia. Estaba claro que la joven sabía perfectamente quién era Jagged Stone, y que no estaba dispuesta a dejar que su padre cometiera una torpeza frente a alguien tan importante.
Chloe susurrándole algo al oído con la urgencia de alguien que no podía permitir que se cometiera un error social. Lena no pudo escuchar lo que decía, pero notó cómo el alcalde asentía, tratando de mantener la compostura mientras escuchaba a su hija. Sin embargo, el gesto impaciente de Chloe y la expresión de desdén en su rostro dejaban claro que ella consideraba la intervención de su padre como poco adecuada.
Mientras la escena se desarrollaba, Lena no dejaba de observar, analizando cada movimiento y reacción. Era como un espectáculo en el que cada personaje interpretaba su papel, y ella era la espectadora silenciosa, tratando de desentrañar los códigos sociales y las dinámicas que se desplegaban frente a ella. Por un momento, se permitió la libertad de disfrutar de la escena, consciente de que aunque había llegado a París en busca de algo más, esta ciudad prometía ser, como mínimo, un lugar lleno de sorpresas.
