Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.
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Hoja de lino
Capítulo 2
— Arranque —
Desde el primer momento, le llamó la atención su atractivo. La manera en que movía sus pestañas y su concentración en lo que hacía eran irresistibles. Se preguntaba qué clase de mujer era, con ese carácter tan definido que ya había demostrado en sus primeras interacciones. Era una mujer diferente, única, del tipo que no te encuentras por casualidad en el supermercado o en el parque paseando a su mascota, en su caso, que no te chocas por coincidencia. Tenía un aire de misterio que le intrigaba y le hacía querer saber más sobre ella. Su personalidad fuerte y su manera de ser un poco gruñona solo añadían más atractivo a su figura.
Se cubrió la boca con el papel que tenía en la mano para disimular su risa, pero aún así, sintió la mirada penetrante de ella sobre él, como si hubiera adivinado su diversión. La sensación de que lo había visto fue inmediata, y él se sorprendió de la intensidad de su mirada.
— Oficial Saotome...
— Ranma, y soy teniente — interrumpió con aparente seriedad, inclinándose ligeramente hacia adelante.
— Está bien, teniente, ¿Qué tal te pareció la información? — preguntó, señalando la carpeta que descansaba sobre el escritorio.
— Es una buena investigación, me interesa mucho los puntos destacados. ¿Investigaste a la esposa de la víctima número 15? — consultó, abriendo la carpeta.
— Su nombre es Hana Fukutabe, de 40 años, madre de dos hijos. Se volvió a casar después de su divorcio. Al parecer, hace algunos años tuvieron problemas legales, había una orden de alejamiento que fue anulada hace cinco años. Actualmente vive en el centro de la ciudad, en una casa de dos pisos.
— ¿La consideras sospechosa del crimen? — interrogó, mirándola fijamente a los ojos, esperando su respuesta con atención.
— Sería muy evidente sospechar de ella, un pasado en común, problemas de por medio y, para colmo, una demanda alimenticia que pesa sobre el occiso. Podríamos decir que es la principal sospechosa, pero un asesino no llama para denunciar su propio crimen, a menos que esté mal de la cabeza. Sin embargo, basándome en su ficha, no creo que sea la asesina, no tiene el perfil para ser nuestro asesino de la hoja de lino — aclaró con tranquilidad y una sonrisa leve —. ¿Y tú qué piensas? — preguntó de vuelta, clavando su mirada perspicaz.
— La verdad es que pienso algo parecido. Recién estaba pidiendo información sobre la mujer, pero la descarté desde el comienzo. Nuestro asesino es alguien más, debe tener sus razones para asesinarlo. Pienso que lo conocía y que todos los crímenes se conectan entre sí. Es demasiado listo, nos ha hecho dar vueltas en círculos sin tener una evidencia sólida — afirmó, torciendo la boca en una mueca de frustración. Le molestaba que todo se diera de esa forma, como si el asesino se estuviera burlando de ellos.
— Para comenzar, algo, hay que salir del punto de partida — mencionó, recorriendo con el dedo la hoja que tenía en el escritorio —. Y el punto de partida es el pasado. Debemos sumergirnos en la vida de Taki Mashiro, descubrir quién era y qué hizo. Seguir cada movimiento que realizó en los últimos días nos acercará al asesino. Necesitamos ver las cosas desde su punto de vista — enfatizó, como si estuviera trazando un plan.
— ¿Meternos en la mente de un asesino serial? — preguntó levantando una ceja con escepticismo.
— Exactamente, debemos pensar como él lo haría. Todo lo que hace está planeado con precisión y parece tener un conocimiento profundo de la ciudad. Podríamos decir que ha vivido aquí toda su vida, que conoce cada rincón y cada sombra. Es como si hubiera crecido en las calles de esta ciudad.
Sonrió al escucharla, impresionado por su manera de analizar los hechos. Acaba de encontrar una mente brillante que estaba completamente sumergida en el caso y comprendía a la perfección los principios de la investigación. Su entusiasmo y agudeza eran contagiosos.
— Será un placer trabajar contigo, Akane — mencionó con una sonrisa.
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Corría sin parar, el aliento se le agotaba y sus pulmones ardían de dolor. Finalmente, llegó frente a las puertas de vidrio y entró deprisa, como si la urgencia lo empujara hacia adelante. Dentro, se encontró con un grupo de oficiales de policía sentados en sillas, charlando entre ellos con expresiones serias. Pero su mirada se dirigió hacia su madre, que estaba sentada en una esquina, junto a un hombre que no conocía. Él tenía el cabello azul, y ojos del mismo color que parecían inexpresivos. Su cuerpo era delgado y vestía una camisa roja de tela y un pantalón azul vaquero, que le daba un aspecto extravagante. Parecía estar diciéndole algo a su madre, que escuchaba con atención. Quiso correr hacia ellos, pero un hombre bigotudo y rechoncho lo agarró con firmeza, deteniéndolo a medio camino. Lo conocía de vista, pero su nombre se le escapaba de la memoria.
— Suéltame, anciano — gruñó, arqueando las cejas con furia y tratando de zafarse de la mano que lo retenía.
— No debes meterte en conversaciones de mayores, deja a tu madre hablar con el oficial — dijo el hombre bigotudo y rechoncho, dándole vuelta y señalando con un dedo grueso las bancas de la esquina, como si estuviera ordenándole que se sentara y se callara.
Volvió a dirigirse hacia donde estaba su madre, y al ver al hombre voltearse, se apresuró a llegar a su lado. Al llegar, su madre lo miró con sorpresa y lo obligó a sentarse a su lado.
— Lo sé, señora. Pero como le digo, el oficial Saotome no tenía tan buena fama y los superiores consideran que debe estar perdiendo el tiempo, como lo sabía hacer a menudo. Se debe esperar algunos días más para comenzar la búsqueda y que pueda hacer una denuncia por desaparición de forma oficial.
— El nunca deja de responder su teléfono, desde ayer no se sabe nada de él. No es normal — insistió su madre, empezando a mostrar signos de desesperación y preocupación —. Ustedes son sus compañeros, alguien debió haberlo visto o puede saber dónde está. Necesito que me ayuden realmente — pidió, su voz elevándose ligeramente por la frustración y la molestia que sentía al recibir una negativa tan rotunda por parte del hombre de cabello azul.
Le dedicó una mirada enojada al tipo que lo miró de repente, con una expresión de sorpresa.
— Mi padre prometió que iríamos a entrenar, él lo juró. No pudo irse de la nada — se quejó enfrentando al hombre con una mezcla de enojo en su voz.
— Quizás lo olvidó, deberían volver a casa y esperarlo. Estamos muy ocupados el día de hoy — dijo el hombre, dándose vuelta con un gesto indiferente, como si no fuera su problema lo que sucedía.
— ¡Es tu trabajo, idiota! — su voz temblaba de rabia y frustración. — Si son policías, vayan a buscarlo, es su camarada — reclamó, apretando los puños a los lados y siendo sostenido por su madre, que trataba de calmarlo.
— Nuestro trabajo, no es buscar borrachos y hombres viciosos como tu padre, que son una vergüenza para esta estación de policía.
— Puede ser todo eso, pero al menos no es un inútil y un cobarde como ustedes, que se pasan todo el día sentados — escupió haciendo rechinar sus dientes en una mezcla de rabia y desprecio. Él también pensaba muchas cosas de su padre, pero sabía que se tomaba en serio su trabajo y que nunca faltaría a una promesa —. Algo le pasó, él prometió regresar para ir a entrenar. Deben buscarlo — tembló de ira, su voz se elevó y sus ojos brillaron con lágrimas de frustración.
— Ve a casa, niño — repitió mostrando molestia por su presencia.
— Deben buscarlo — volvió a decir mirándolo directamente a los ojos.
— No perderemos el tiempo con tonterías. Hasta es posible que tu padre los abandonara, tipos como él se cansan de vivir atados a algo y simplemente se van, como la escoria…
Su madre, abofeteó al hombre con fuerza, haciendo que se llevara la mano a la cara y la mirara de forma amenazante, su rostro distorsionado por la rabia y la sorpresa.
— No le permito que hable de esa forma de mi esposo y menos frente a mi hijo — su voz era firme, clara y denotaba su molestia.
— ¡Que se ha creído señora! ¡Soy un oficial de policía! — gritó intentando agarrarla del brazo.
Al ver lo que planeaba hacerle a su madre, se lanzó hacia adelante embistiendo al hombre con una fuerza sorprendente para su edad y tamaño. El oficial de policía retrocedió varios metros, sorprendido y aturdido por la repentina reacción.
— Imbécil, atrévete a tocar a mi mamá y acabaré contigo — soltó de forma fría, su voz baja y peligrosa, como un aviso de tormenta inminente. Su cuerpo se tensó, cada músculo listo para saltar a la acción.
— Tienes una boca muy grande para ser un mocoso, te hace falta aprender algunos modales, ¿tu padre no tuvo tiempo para enseñarte eso tampoco? — dijo el oficial con una sonrisa burlona y sarcástica, su voz cargada de desprecio buscaba provocarlo aún más.
Sin pensarlo, caminó rápido hacia el hombre, parecía indiferente a su plan de atacarlo, con una determinación férrea en sus ojos. Justo cuando estaba a punto de golpearlo, otro hombre intervino, un tipo alto de cabello negro y ojos del mismo color, que llevaba el cabello algo crecido y vestía con ropa estilo deportivo, como si acabara de salir de un entrenamiento. Con un movimiento ágil y preciso, sostuvo el brazo del hombre que él planeaba atacar haciéndolo retroceder.
— Como miembro de la comisaría, se ve muy mal que te dejes llevar por cosas sin sentido. ¿Dónde queda tu profesionalismo? — preguntó, observando al oficial quejarse y soltarse del agarre.
— No tengo idea qué te has creído, Torahiro — escupió el oficial, su rostro estaba rojo de ira y su voz temblaba de rabia. — Pagarás por esto — maldijo con una mirada fulminante y amenazante.
Observó con furia al hombre que desapareció por el pasillo. Su mirada seguía clavada en la dirección que había tomado, como si estuviera quemándolo con la intensidad de su ira.
— Tranquilo, jovencito — dijo acercándose a él. Aún permanecía en alerta con una mirada desafiante. Por eso, el pelinegro le tocó el cabello de forma amistosa —. Vengan conmigo y hablemos de lo sucedido con tu padre — mencionó para ambos.
Lo observaba con los brazos cruzados, escuchando atentamente lo que decían y asintió con la cabeza, dándoles permiso para continuar.
— No llevo mucho tiempo en Nerima, pero conozco bien al sargento Saotome — mencionó con una voz reflexiva y mesurada —. No es un mal tipo, hace bien su trabajo y, como todo hombre, tiene sus defectos — agregó, encogiéndose de hombros. Luego, bajó el tono de voz, como si estuviera compartiendo un secreto —. Pero entre tanta rata en el departamento, es un buen elemento y alguien que se puede respetar. Imagino que por eso no se llevaba bien con el resto — suspiró, como si recordara algo desagradable —. Les prometo a los dos que haré todo lo posible por buscar al sargento — dijo, mirándolos a los ojos —. Tienen mi palabra. Por ahora, vayan a casa. Apenas tenga algo, iré a verlos — concluyó, su tono era firme y decidido.
Esa fue la primera vez que vio al Capitán, en ese entonces solo era un oficial, pero su presencia y autoridad ya eran palpables. Y fue la única persona que creyó en ellos, que les dio esperanza y apoyo en un momento de desesperación. Fue quien intentó buscar a su padre, cuando todos los demás parecían haberlo olvidado.
Habían pasado 19 años desde entonces, y a pesar de los innumerables esfuerzos y búsquedas, jamás pudieron encontrar rastro alguno de Genma Saotome. Fue como si la tierra se lo hubiera tragado. Nunca podría olvidar ese día, el 7 de julio de 2005, el último día que vio a su padre, una fecha grabada en su memoria como un recuerdo indeleble, una herida que nunca sanaría.
Buscó en sus bolsillos el celular que sonaba por la llamada entrante, rápidamente dejó sobre el altar la placa de policía que tenía en su mano antes de salir del lugar. Todavía tenía muchas cosas por resolver y, entre ellas, estaba lo que sucedió con su padre. No se había rendido todavía, por más indescifrable que fuera la historia, tenía la confianza de que en algún momento encontraría algo.
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Se estaba cansando de esperar, la impaciencia se apoderaba de él. En ese momento, pensaba que hubiera sido mejor ir a buscarla directamente, en lugar de quedarse esperando. Se había dejado engañar por una mujer, y ahora estaba pagando el precio. Las mujeres siempre tardaban mucho, y él estaba empezando a creer que esto era una regla sin excepciones. Giró su rostro con fastidio al escuchar el sonido de unos dedos golpeando el vidrio del auto, y arrugó la frente con molestia antes de bajar del vehículo con un suspiro.
— Se supone que dijiste a las 14:00 en punto. Mira la hora. He estado esperando mucho tiempo, y si querías que pasáramos desapercibidos, no lo creas, porque llevo media hora plantado en este estacionamiento sin moverme — se quejó, cruzando los brazos con frustración. Ella lo miró poniendo los ojos en blanco.
— Debes entender algo, yo tengo mucho trabajo y cada minuto es súper valioso. Me hice el tiempo para venir como quedamos, deberías estar agradecido. Si no, bien podrías venir solo, te di la información por algo.
— ¿Crees que yo no hago nada? — preguntó con un tono de voz ofendido. Pero ella solo se rió, con una sonrisa burlona en su rostro. La miró con desaprobación, pensando que era una sinvergüenza y aprovechada. Maldijo en voz baja mientras caminaba delante, sin mirarla.
— Teniente, ¿y tu placa? — cuestionó con un tono de voz sorprendido y ligeramente crítico, al verlo sin ella cuando casi llegaba a la puerta del local.
— ¿No entiendes que debemos pasar desapercibidos? — alzó la ceja, mirándola directamente.
— Entiendo el punto, pero no creo que sea buena idea en un lugar así — opinó con una expresión de preocupación en su rostro —. Además, es una investigación oficial, creo que ellos hablarán igualmente — añadió, como si estuviera tratando de razonar con Ranma. Pero él la miró como si estuviera loca, con los ojos abiertos de par en par y con notable incredulidad.
— Se hará a mi modo — dijo sin más, y se volteó hacia la entrada del local con una confianza que no daba espacio a réplicas.
— ¿Al menos estás armado? — torció la boca, como si estuviera cuestionando la capacidad que él tenía para manejar la situación. Ese hombre no era muy paciente y mucho menos razonable. Parecía un animalito salvaje dispuesto a llevarse todo por delante, sin pensar en las consecuencias.
— Claro que lo estoy — señaló el lugar donde llevaba su arma oculta, con un gesto confiado y seguro de sí mismo —. Soy más de pelear con los puños. Usar un arma siempre es mi última opción, así que no creo necesitarla — concluyó, con una sonrisa segura.
— Ok, que sea a tu forma — aceptó con un suspiro de resignación, esperaba que todo saliera bien.
La música resonaba en las paredes, entre risas y alguna discusión esporádica, creando un ambiente vibrante y animado. Aunque el lugar no era muy extenso, estaba abarrotado de personas que bebían sin parar, creando una atmósfera de celebración. Se abrieron paso entre la multitud y pidieron una bebida para ambos, sentándose en la barra. Mientras bebían, su mirada pasó de un lado a otro, analizando a todas las personas presentes, buscando a alguien que pareciera sospechoso o fuera de lo común.
— Es una buena bebida — dijo saboreando el líquido en su boca — ¿Cómo se llama? — consultó al cantinero, quien pareció prestarle atención de inmediato.
— Se llama Sour, señorita — respondió el cantinero de forma amable y con una sonrisa, mientras preparaba otra bebida con habilidad y rapidez, y la despachaba inmediatamente a otro cliente.
— ¿Trabaja hace mucho en este lugar? — preguntó dejando sus brazos descansar en la barra de forma casual y mirando al cantinero con interés.
— Varios años. Es un lugar para hombres, no es común ver mujeres aquí — agregó, bajando la voz y mirando discretamente a los alrededores, donde varios hombres miraban a la mujer con curiosidad —. Debería tener cuidado — advirtió, su tono de voz era sincero y preocupado.
— Estoy acompañada en esta ocasión, así que estaré bien. Además, estoy aquí por nostalgia. Hace poco, un buen amigo mío falleció, a él le gustaba mucho este bar, era un cliente fijo.
— Es una pena. ¿Cómo se llamaba su amigo? — preguntó con curiosidad y un tono de voz amable,
Notó a Akane sonreír complacida por el rumbo de la conversación, su rostro se iluminó con un brillo de satisfacción. Ranma estaba atento a lo que hablaban, observando cómo ella hábilmente manejaba el diálogo, llevando las riendas del asunto con destreza y rapidez. La admiró por su inteligencia y habilidad para poner al cantinero a su favor, demostrando una vez más su capacidad para leer situaciones y personas.
— Taki Mashiro... — susurró Akane —. Me siento muy triste por la forma en que murió... — mencionó y su mirada se desvió hacia abajo, como si estuviera realmente afectada por el recuerdo.
— ¿En serio murió? — preguntó el cantinero, su voz se llenó de sorpresa. Vió a la mujer asentir con lentitud —. La última vez que lo vi fue como hace más de una semana, semana y media sería más preciso — dijo el cantinero, su tono de voz se volvió reflexivo —. Ese día vino pero extrañamente no bebió mucho, parecía molesto y tuvo una pelea con ese hombre de ahí — señaló a un tipo muy alto y de una gran musculatura que estaba en el otro lado del bar.
— ¿Por qué peleó con ese hombre? No sabía nada de eso — exclamó abriendo los ojos sorprendida y mirando al cantinero con curiosidad.
— No sé por completo los detalles. Solo los vi peleando, ese hombre le dio algunos golpes en la cara y luego Taki se fue del bar lanzando insultos — comenzó a explicar el cantinero, dejando de limpiar el vaso que tenía en la mano y mirando a Akane con una expresión seria.
— Taki siempre se metía en problemas. No sabemos cómo fue asesinado… solo espero que logren atrapar al responsable pronto.
Ranma le hizo una señal a Akane para que se levantaran, y con una sonrisa amistosa se despidió del cantinero. Juntos avanzaron hasta una mesa cerca del hombre que era ahora su objetivo, quien estaba acompañado de dos tipos más. Akane sacó su teléfono al notarlo sonar y leyó el mensaje de Ranma, que decía "Permanece atenta a la conversación". Asintió guardando su móvil y se centró en la escena que se desarrollaba frente a ellos.
La conversación entre los tres hombres no reveló nada relevante, se llamaban entre sí con lo que supuso eran apodos. Akane parecía intentar parecer distraída, mirando a su alrededor con una expresión de aburrimiento, como si estuviera ajena a todo lo que sucedía en el lugar. Sin embargo, Ranma notó que su mirada se desviaba hacia los hombres de vez en cuando, como si estuviera escuchando atentamente sin querer llamar la atención.
— Oye linda, ¿no te aburres de estar sentada ahí? — dijo el hombre con voz jocosa y una sonrisa confiada, mientras ponía su mano en la mesa y se inclinaba hacia Akane.
— Realmente no, estoy muy bien. Gracias por preguntar.
— Vamos, no seas aburrida, te invito a bailar. ¿Qué dices? — preguntó el hombre, sin quitar la sonrisa de su rostro e intentando acercarse más a ella.
— No hay pista de baile, así que la idea no es nada buena — aseguró dando vuelta a su copa con una mano y sin prestarle atención al hombre.
— Eso no importa, podemos bailar donde sea — mencionó el hombre, agarrándola del hombro con una mano y sonriendo de manera insistente.
Estaba atento a lo que sucedía, y al ver cómo el hombre se acercaba a Akane, dejó escapar una maldición entre dientes. No sabía si era bueno o malo lo que estaba sucediendo, pero podría funcionar lo que estaba pensando. Se levantó de su silla de un salto y agarró la mano que el hombre tenía sobre el hombro de Akane, apartándolo bruscamente.
— Ella dijo que no. Así que aléjate, amigo — ordenó inmediatamente, mientras se ponía frente al hombre, con los pies separados y los brazos cruzados.
Con un gesto rápido, Ranma le indicó a Akane que se moviera, y cuando ella lo hizo, él se preparó para pelear. El hombre también parecía tener la misma idea en mente. Le dio un golpe en la cara, haciéndolo soltar un quejido. Esquivó los golpes del hombre mientras continuaba golpeándolo. Su sonrisa de autosuficiencia era notable, y parecía disfrutar de la pelea.
La confusión en el bar era total, y los demás clientes habían huido, dejando a Ranma y al hombre solos en el centro del local.
Cuando estaba por darle el golpe final, sintió como unos brazos lo sostenían de manera firme, giró levemente y se topó con los mismos tipos que estaban con ese hombre. Intentó liberarse del agarre, pero estos lo habían sujetado muy bien. La situación pintaba mal. Ranma le dió una patada en el estómago, pero al ver lo que hizo los otros dos lo agarraron de las piernas también. Comenzaron a forcejear, miraba atentamente como el tipo se volvía a acercar, dispuesto a golpearlo. Apretó la mandíbula antes de recibir el golpe. Pegaba bastante fuerte. Esos tres se la pagarían cuando se consiguiera soltar. Seguía intentando liberarse mientras veía venir un nuevo golpe. De repente, vio a Akane acercarse y buscar entre su ropa de forma rápida. No pudo decir nada cuando ella sacó el arma que él llevaba oculta y pegó un tiro al techo. La detonación resonó en el bar y los tres hombres se sorprendieron.
— Basta de esto, es mejor que lo suelten en este momento — ordenó con autoridad, apuntandolos con el arma y haciéndolos retroceder. Estaban sorprendidos e intimidados por la aparición de la arma, aflojaron su agarre y soltaron a Ranma, quien se frotó los brazos y los fulminó con la mirada.
La siguió de mala gana hacia la salida, podía saber que quería decirle "te lo advertí", lo leía en sus ojos. Se mantuvo callada hasta que llegaron al aparcamiento. Lo habían golpeado fuerte y se sobó la mejilla, luego realizó movimientos con los brazos para aplacar la molestia de sus músculos contraídos.
— ¿Pasar desapercibidos?
— A veces hay cambio de planes, la situación se complicó un poco, pero todo salió bien igual — mencionó poniéndose de espaldas contra el auto —. Además, yo no fui quien disparó al aire, lo tenía controlado — sonrió de lado con tranquilidad —. Dame mi arma, no quiero que con tu molestia te de ganas de dispararme. ¿No eres nada delicada?
— Te acabo de salvar la vida, deberías estar agradecido. ¿Te han dicho que eres un idiota? — dijo tirándole el arma a Ranma y viéndolo mirarla con sorpresa —. Está puesto el seguro — ocultó su sonrisa de satisfacción al ver su reacción.
— Definitivamente me dispararías sin dudar — torció los labios en molestia.
— ¿Y ahora qué sigue? No conseguimos nada importante — se quejó, viéndolo de mala forma.
— ¿Estás segura? — preguntó sonriendo por completo. Sacó de sus bolsillos una cartera y luego se la mostró a Akane. Al verla abrir los ojos, supo que la había sorprendido —. No hago las cosas sin un motivo — agregó —. Ahora, señorita fiscal, vayamos a investigar. Apúrate — comentó, viéndola aún de pie sin decir nada, e indicándole que entrara al auto.
— ¿Eres una especie de ladrón? — cuestionó, sentada en el asiento contrario, sin dejar de mirarlo.
— Se llama habilidad — dijo con una sonrisa —. Ahora, ten esto y busca algo que nos sirva, también tengo las llaves de su casa — le tiró la cartera a Akane. Luego, mostró las llaves de la casa, haciéndolas girar en su dedo con un gesto de superioridad.
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Su primera impresión fue que se estaban adentrando en una especie de barrio fantasma. Cuando se detuvo frente a la casa, no se notaba a nadie alrededor. Bajaron con cuidado y en alerta, Ranma le indicó a Akane que se apresuraran para ingresar a la casa. Una vez dentro, se colocaron los guantes y comenzaron a buscar cualquier prueba que fuera útil en la investigación.
— Huele asqueroso este lugar — comentó arrugando la nariz en señal de desagrado, mientras se abría paso entre la basura que había en el piso.
— Solo con ver al dueño de la casa, te podrías imaginar cómo vivía. ¿No les enseñan a adaptarse a la situación a los fiscales?
— Era un simple comentario — respondió exasperada por las palabras de Ranma —. Mejor haz algo, solo te veo de pie sin hacer nada — cruzó los brazos y lo miró con una expresión de fastidio. Ranma parecía tener la extraña habilidad de hacerla molestar fácilmente, y no podía evitar sentirse irritada por su actitud.
— Estoy pensando — respondió deteniéndose un momento para analizar la situación —. ¿Dónde sería mejor comenzar a buscar? Veré si hay compartimentos ocultos, dónde pueda esconder armas o cosas por el estilo — mencionó antes de comenzar a moverse por la casa, inspeccionando cada rincón con atención.
Golpeó con cuidado las paredes, buscando diferenciar el sonido de paredes huecas, luego movió algunos muebles con cuidado, revisando de forma meticulosa. Sin embargo, lo único que halló fueron bichos y suciedad. La casa parecía ser solo la vivienda de un hombre soltero, desordenada y sucia. En su mesa de noche, había algunos papeles, pagarés de facturas y poca cosa. Dió algunas vueltas más, revisando cada rincón, pero le estaba molestando que no pudiera encontrar nada. Si analizaba al hombre, parecía tener la pinta de un delincuente, además era grande y fuerte, pero ¿sería capaz de someter a un tipo como Taki Mashiro? Aun así, solo eran especulaciones sin evidencia alguna. No es como si los asesinos tuvieran una manera para reconocerlos, comúnmente son personas que parecen normales y aparentan ser incapaces de cometer un acto de ese tipo.
Entonces, ¿qué tenía que ver el tipo en esa historia? Lo había golpeado en la disputa del bar, era evidente, y según las palabras del cantinero, las fechas coincidían. ¿Solo había sido pura casualidad y no tenía nada que ver en el asesinato? Aún debía plantearse muchos escenarios. Siguió su camino hacia lo que parecía ser un jardín, revisando con cuidado el lugar, hasta que algo llamó su atención, la tierra parecía removida. Encontró una pala a unos pocos metros y comenzó a cavar. No tuvo que esforzarse tanto para encontrar lo que estaba escondido ahí. Agarró una pequeña mochila y la abrió inmediatamente, de dónde sacó algunos paquetes.
— Akane — llamó lo suficientemente alto para que ella lo escuchara. Cuando la vio llegar, prosiguió —. Mira esto — movió ante ella una funda con una sustancia blanca.
— Así que es un traficante de droga. ¿Encontraste algo más? — preguntó, analizando la sustancia con atención, no había duda de lo que era. Había mucho más en la mochila que Ranma tenía en la mano, podía ver claramente que estaba llena de paquetes similares.
— Solo esto. Tendremos que seguir investigando, pero por ahora con esto tenemos un motivo para comenzar la investigación y el arresto, por delito de tráfico ilícito de sustancias. ¿Puedes pedir la orden de allanamiento? Mientras tanto, llamaré a mis unidades para ordenar su detención inmediata — dijo sacando su teléfono y caminando de regreso a la casa.
Había pedido a las unidades permanecer ocultas, mientras ellos esperaban en la casa. Sería lo mejor, no debían alertarlo y así podría arrestarlo sin problema. Permaneció inmóvil con los brazos cruzados, bajo su mirada al móvil cuando este vibró en señal, estaba cerca el hombre. Podía casi escuchar el crujir de la madera al compás de los pasos que se acercaban lentamente desde la parte de afuera.
— Permanece detrás de mí — pidió a Akane, que estaba junto a él, dando un paso delante de ella y colocándose en una posición protectora.
— No soy tan débil y sé los procedimientos — comentó bajo. Recibiendo una mirada dura por parte de Ranma, no era momento para discutir, así que decidió dejarlo pasar, centrando su atención en la situación actual.
Cuando la puerta se abrió, se topó con la mirada de sorpresa del dueño de la casa, quien rápidamente avanzó con molestia, su rostro reflejaba una mezcla de ira y confusión.
— Y tú, payaso, ¿qué diablos haces en mi casa? — gritó con una voz furiosa y amenazante —. Creo que no te pegué lo suficiente — se colocó frente a frente con Ranma.
— Kenzo Otari, quedas detenido por el delito de tráfico ilícito de sustancias sujetas a fiscalización — declaró con autoridad —. Date la vuelta y pon las manos en tu espalda, será mejor que no te resistas — avanzó en su dirección con paso decidido y con las esposas en la mano, listo para actuar.
— ¿Es un chiste? — dijo riendo con una sonrisa sarcástica y poniendo su mano en el hombro para apretarlo, tratando de mostrar que no se sentía amenazado. Sin embargo, el tipo no pareció inmutarse.
— ¿Acaso me estoy riendo? — respondió, mostrando su placa de policía. La placa brilló bajo la luz, y automáticamente la cara de Kenzo Otari se ensombreció, su sonrisa se desvaneció.
— Entraste a mi casa de forma ilegal, eso va en contra de las leyes. No soy un ignorante, conozco mis derechos.
— Tengo una orden — sacó el papel de su bolsillo y se lo mostró —. Y si eso no te parece suficiente, te recuerdo que golpeaste a un policía — señaló su cara, donde aún había un rastro del golpe —. Tengo justo aquí la evidencia — dijo, tocando su mejilla magullada —. Podría considerarse desacato a la autoridad y agresión a un oficial. Muy mal, amigo.
— No sabía que eras un policía, esto es una maldita trampa.
— Quién sabe — dijo encogiéndose de hombros —. Lo único que recuerdo es que me golpeaste. Además, encontramos tu pequeño tesoro en el jardín — agregó, con una sonrisa irónica —. Tenemos suficiente evidencia para hundirte en prisión, ¿no es así, señorita fiscal? — preguntó, volviéndose hacia Akane, quien lo miraba atentamente.
— Tiene toda la razón, Teniente — comentó tranquilamente. Luego, su mirada se dirigió a Kenzo Otari, y su expresión se volvió aún más seria —. Estás acabado — le dijo, dejando claro que no había escape posible —. Así que lo mejor que puedes hacer es colaborar y acatar todo lo que te decimos — su mirada intensa y persuasiva, como si tratara de convencerlo de que no tenía otra opción.
— ¡Desgraciada! — gruñó apretando los puños.
— Tienes derecho a permanecer en silencio, todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra en el tribunal, tienes derecho a tener un abogado presente, y si no puedes costearlo, se te proporcionará asistencia legal pública — mencionó antes de proceder de una vez con el arresto.
Daba pasos hacia atrás, intentando alejarse. Cuando se encontró acorralado, quiso golpearlo, pero él esquivó el golpe con facilidad y luego lo agarró del brazo, aplicando una llave que lo hizo gritar de dolor. Con un rápido movimiento, lo hizo arrodillarse y no perdió el tiempo en colocarle las esposas. Luego, lo obligó a levantarse y lo hizo caminar hacia la salida, abriendo la puerta de la casa. Con un simple gesto de su mano, las patrullas se acercaron y rodearon el área. Dos policías se encargaron de custodiar a Kenzo Otari y llevarlo a la patrulla. Mientras tanto, otros policías comenzaron a ingresar a la casa para levantar las evidencias y recoger todo lo necesario para el caso.
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Se dejó caer sobre el asiento, suspirando con cansancio. Habían terminado el papeleo y la investigación estaba en marcha, esperaba descubrir algo relacionado con el caso principal. Cuando levantó la mirada, se encontró con Akane mirándolo desde la puerta, extrañado de verla aún ahí, se levantó.
— ¿No tenías que irte? — preguntó pasando cerca de ella.
— Te recuerdo que estaba brindando mi declaración para el expediente — dijo con un tono ligeramente sarcástico —. Y además, alguien me hizo dejar mi auto en el estacionamiento y odio ir en taxi — su expresión era ligeramente fastidiada.
— ¿Entonces quieres que te lleve? — preguntó tomando un sorbo de café y soltando el vaso plástico a la basura —. ¿No podrías ser un poco más amable?
— ¿Debería serlo? — levantó una ceja y miró a Ranma con una expresión ofendida. Era un hombre intratable, se convencía cada vez más de eso.
— Estoy un poco cansado. Dejemos la discusión para después. Vayamos por tu auto, para que ambos podamos volver a nuestras casas.
Ella pareció muy callada durante el trayecto, y cada vez que podía, la miraba discretamente. Había descubierto que le gustaba molestarla y verla poner los ojos en blanco y levantar las cejas, sus expresiones eran divertidas. Mientras conducía, vio la calle por dónde iban y tuvo la grandiosa idea de detenerse en su restaurante favorito. No le vendría mal comer algo, se estaba muriendo de hambre. Aparcó inmediatamente y se bajó del auto sin decirle nada a Akane, hasta que la notó mirarlo con interrogación.
— Tengo hambre, ¿Tú no? — preguntó, como si fuera obvio que también debería tener hambre después de pasar todo el día juntos.
— Íbamos por mi auto — aclaró cruzando los brazos.
— No tardaremos, yo invito — propuso sonriendo amablemente y tratando de calmar la molestia de Akane —. ¿Qué te parece? — esperaba que ella se ablandara y aceptara su oferta.
Cuando recibió un suspiro de parte de ella, supo que había ganado, así que caminó deprisa hacia el local, siendo seguido de cerca por Akane. Sabía visitar a menudo ese sitio, un pequeño lugar acogedor con una decoración simple de madera pulida en las paredes, algunos candelabros modernos que le daban un toque de elegancia y un ambiente relajado que invitaba a la calma. Su madre siempre decía que era un local para personas de avanzada edad, pero no podía negar que la comida era buena y el café, estupendo.
En su caso, pidió algo de comer enseguida, demostrando que conocía el menú de memoria. Akane, por otro lado, demoró varios minutos en decidirse, lo que hizo que sonriera internamente, sabiendo que ella estaba disfrutando la comida, aunque no lo admitiera. Mientras esperaba que ella terminara de comer, estiró un poco sus piernas debajo de la mesa, intentando relajarse un poco después del día agitado. Luego, agarró su taza de café y comenzó a agregar azúcar, moviendo la cuchara con un ritmo tranquilo.
— Es demasiada azúcar, te va a dar diabetes — comentó al verlo verter varias cucharadas de azúcar en su café.
— Me gustan las cosas dulces — dijo con una sonrisa irónica —. Quizás sería bueno, así podría jubilarme pronto — asintió mientras lo decía, llevando la taza a su boca y tomando un sorbo con satisfacción.
— ¿Quieres jubilarte a los treinta y tantos? — no pudo contener su risa, era absurdo solo pensar en ello. Era un tonto ese hombre.
— Treinta cerrados, no soy tan viejo — aclaró dejando de beber.
— Bueno, igual, por una enfermedad así no te adelantan la jubilación — comentó sin dejar de sonreír —. Lamento si rompo tus ilusiones, Ranma — dijo meneando la cabeza con una risita, disfrutando del momento.
— Eres demasiado cruel — chasqueó la boca fingiendo molestia. Vio su teléfono sonar y se apresuró a responder —. Adelante — dijo de forma seria.
Cuando colgó el teléfono, su expresión cambió por completo. Su rostro, que momentos antes había mostrado una sonrisa, ahora parecía pensativo y preocupado. Sus ojos se entrecerraron ligeramente, como si estuviera analizando la conversación que acababa de tener, apretó el borde de la mesa con furia.
— ¿Sucedió algo malo? — se inclinó hacia adelante, le preocupaba ver esa reacción en él.
— Tenemos a la víctima número 16 — anunció muy serio y lleno de frustración —. No nos da tregua este malnacido — golpeó la mesa con su puño cerrado, como si estuviera descargando su ira.
Justo lo que faltaba. Aún no avanzaba en el anterior asesinato y ahora tenía otro entre manos. Sería una noche muy larga.
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Saludos preciosuras
¿Pensaban que me había olvidado de esta historia?
Pues les puedo decir que estaban en lo correcto, iba a subir otra y me puse a revisar, entonces me di cuenta que no la había actualizado hace mucho. Y luego me percaté de la razón, no había decidido el final, yo comienzo como los cangrejos de atrás para adelante, esa es la manera cómo decido las historias. ¿Muy raro, no? Bueno esa es la cuestión.
En esta historia pongo en práctica todas las series y películas de crímenes que he visto, me gusta crear temáticas simples pero que lleven algo más, que siempre tengan un giro que sea interesante.
¿Qué piensan qué pasó con Genma?
El personaje que hace del capitan es Higuma Torahiro, quién hacía de profesor deportivo en unos de los capítulos, el tipo loco que hablaba de vivir la juventud al máximo.
Me agrada mucho meterme de lleno en una temática así, ponerme en la mente de un asesino, justamente hoy que estaba terminando el capítulo, tenía en mis pestañas de Google varias cosas que trataban sobre términos policiales, métodos de asesinatos y mi hermana lo vio por curiosa, me dijo algo como "sabía que algo estaba mal contigo" y yo le respondí "Si lo sabes no me hagas enojar, sino el patio de atrás es muy tentador". Luego que nos estábamos riendo llegó mi mamá, ya se imaginan que piensa que estamos locas ambas. Cosas de la vida diaria.
Espero no tardar con la actualización de esta historia, al menos terminarla antes de terminar el año, se debe comenzar el año de buena forma. En este caso con todas las historias terminadas.
Nos vemos pronto.
