"Por eso sabías tanto de navegación y nos ayudabas... querías que nos fuéramos del mapa"
La forma en la que Zoro había revelado un punto importante de todo aquel entramado solo dolía más. Nunca hubo un lazo real entre ambos, nunca hubo una unión real. Solo una trama de la cual siempre fueron títeres. Un enredo que no terminaba de comprender todo su tejido y aún tenía tantas preguntas que nublaba su mente. Aunque lo que terminaba de dejarlo completamente desconcertado, era la sonrisa de superioridad de ella, la forma en la que los miraba por encima del hombro...
Ella era una sucia pirata. La navegante de hombres pez que detestaban a los hombres.
No lo podía creer. Simplemente no lo podía creer. No quería creer.
"Aunque no te pega el papel de villana, Nami" se burló el espadachín.
Completamente enfadada con esa acusación, Nami se acercó y le dio una patada en la herida. Aunque aquel gesto asombrara a Law, podía ver como Zoro mantenía aquella sonrisa de gremlin, como si tuviera la confirmación de algo que no terminaba de comprender. Arlong y el resto de los hombres pez se rieron con él, como si estuvieran viendo un show cómico entre los humanos, sobre todo al ver la sangre empezar a entintar su camisa.
"¿Ese es el que tiene la habilidad de la fruta del diablo?" preguntó entre risas el capitán de los hombres pez.
Law esperó que su palidecer no lo delatara. Aunque, viendo su rostro, se imaginaba como ella lo iba a delatar...
"No" desmintió ella, con un tono apagado, completamente contrario al que le hablaba en la otra isla cuando estaba solos "Es otro"
"¿Y este idiota? ¿Por qué lo traéis?" preguntó otro hombre pez sin entender porque habían traído a Trafalgar estaba ahí
"Como estaba buscando a este tipo..." se intentaron excusar sin éxito los hombres pez
"Retirarlos de mi vista... luego a la noche nos lo pasaremos bien"
Entre esas ya exageradas risas, los retiraban de su vista. Law decidió poner un papel más neutro, intentando pasar desapercibido en lo que los ataban y encerraban en una de las prisiones. Era mugrienta, la tierra ya había manchado toda su ropa y el aire del mar le daba a toda la estancia una sensación de podredumbre bastante severa.
Aunque todo eso daba igual. Lo central era que estaba encerrado con el único hombre que lo podía ayudar con todo lo que estaba ocurriendo en ese momento. Se fijó como Zoro estaba tranquilo, a pesar de sus heridas abiertas y de la patada de Nami.
"Si de verdad crees que el golpe de Nami ha dolido, estas equivocado"
"Tendría que cerrarte esa herida, estúpido" intentó desviar la conversación para que no conociera el verdadero motivo.
"Tengo que llevar a esa chica con Luffy, órdenes del capitán" sentenció Zoro de una forma automática, como si de verdad estuviera cumpliendo con una misión de forma robótica.
Law intentó zafarse de la cuerda que lo tenía preso. Sin embargo, solo lograba que la soga le marcará más las muñecas. Aunque, al ver cómo Zoro no intentaba fugarse, supo que no debía intentar marcharse. Conociendo su intención principal, era evidente que estaba esperando a tener a la peli naranja sola para desvelar todo el misterio.
El capitán marine también lo necesitaba.
Nami no dijo que él tenía las habilidades una fruta del diablo, no dijo que era marine... lo aparto de la conversación y solo interactuó con Zoro porque seguramente lo conocían de interacciones previas. Por lo que debía significar algo para ella. Aunque, como siempre, no sabía que era.
"Ella siempre desaparecía en momentos importantes, aunque ayudaba a Luffy con mucha emoción. Sobre todo cuando tenía los mapas en sus manos. Y era tan amiga de Robin... de todos, realmente. Como esa hermana pequeña que te hace pagar altas tasas de interés"
Esas aclaraciones hacían eco en la sala y, cuando llegaron a su oído, el cirujano de la vida no sabía cómo interpretar las vagas palabras del espadachín.
A cada pequeño e incierto dato, pudo armar un poco la enrevesada historia de la peli naranja con los sombrero de paja. No era algo fehaciente, fidedigno... pero era lo poco que tenía y le servía para convencerse de que Luffy nunca le llegó a dar siquiera un beso.
Eso lo aliviaba. Era algo reconfortante que, en verdad, no terminaba de ser completamente agradable.
Caída la noche, ambos esperaba a que llegaran aquellos hombres pez y, que por lo menos, le dieran algo de comer. No había esa suerte, solo podía escuchar el rugir de sus tripas, las inmensas ganas de ir al baño y, sobre todo, de ponerse de pie y caminar a un lugar que no oliera como la peor de las cloacas.
Law bufó cansado, ya iba a perder la fe cuando vio como la puerta se entreabría. Daba paso a muy poca luz, pero la estancia se llenó de un fuerte aroma a mandarinas. Abrió los ojos como platos al ver cómo, de forma sigilosa, la joven Nami llegaba a su lado y los desataba, con una daga manchada.
"Marcharos" ordenó con voz seca.
Ambos iban a replicar, pero la joven no les dio tiempo, al ver como los apremiaba y ella se escabullía primero. Intentó seguirla, pero el espadachín fue más rápido y terminó por arrastrarlo fuera de la campaña, siguiendo la sombra del bosque.
Temiendo que aquel cabeza hueca los fuera a perder una vez más, a la par de obligarse a no demandar respuestas a Nami, decidió liderar la vuelta al barco, siguiendo una de las tortuosas sendas, las cuales no ayudaban a sus ya de por si maltrechos cuerpos. Estar con el herido de Zoro, el hambre... y, sobre todas las cosas, la confusión en la que seguía ahogándose cada vez más entorno al misterio de la señorita de los cabellos naranjas.
No sabía porque, la imagen de la bella sirena había cambiado a un ángel con largas alas de cadenas, conectando a todos en un entramado que se sentía todavía lejano, bajo una voluntad casi divina de la que no se podía escapar. Él había dejado de creer en dios hacía mucho tiempo, pero entre Corazón y ahora Nami, sentía que estaba armando su nueva religión. Pero esa religión, se desmoronaba sin remedio. Intentaba que ese barro no se deshiciera y lo manchara con la cruda realidad, queriendo mantener el bello rostro de su ángel... pero sin respuestas, era una lucha en balde.
Reduciéndose a si mismo como otro patético cristiano más. Uno de esos estúpidos marines rookies que servían de extras que morían en la primera batalla y nadie sabía su nombre.
"Da igual por donde lo mire... esa mujer nos ha traicionado" llegó a escuchar a Zoro
Y era cierto. Por un lado, no sabía que era siquiera su relación. Luego estaba su confusa relación con Luffy y los desertores para ser nuevos piratas, algo que no terminaba de aceptar. Pero ese tatuaje de la banda de Arlong, aquella horrenda risa aun taladrando sus oídos... y ese rostro sombrío que contrastaba por completo con las noches que habían pasado juntos.
Ahora entendía porque nunca hicieron sus actos lascivos sin ropa. Ahora comprendía esa última noche en el que suplicaba que no la viera completamente desnuda y se había asustado... nunca quiso que viera esa asquerosa marca.
¿Sabía ella desde el principio que él era un capitán marine? ¿por eso no soportaba la idea de que nunca le dijera que él era una boina blanca? ¿Por eso querría estar con Luffy, para ser una mejor pirata?
Quería, necesitaba y ansiaba que aquella respuesta fuera un rotundo no.
Que ella tuviera la misma admiración por él tras ese fortuito encuentro.
En un abrir y cerrar de ojos, se topó con su parte de la tripulación sentado a mitad de camino, caminando a su encuentro con rostros de puro cansancio al lado de unos tensos sombreros de paja, a los cuales se les cambio el rostro al encontrar a Zoro. Sin embargo, lo que terminaba de romper cualquier lógica de esa reunión era Rosinante, quien con sus llamativas ropas contrastaba por completo con su actitud seria y prácticamente derrotada.
"Ellas es la navegante de Arlong"
Aquella confirmación de Corazón, la persona por la que simplemente vivía, su fe se quebró. Law negó con la cabeza repetidas veces, pensando que así podría borrar parte de la realidad. Pero no.
Aún estaba ahí, al lado de Luffy sin poder creer nada. En una negativa tan vehemente que era imposible sacarlo de ahí.
Lo envidiaba por ello.
"Os dije que os marchéis de estas islas"
Sorprendidos, todos se giraron para ver a la bella Nami. Seguía con la misma ropa de la mañana, algo más manchada, y con ese maldito tatuaje a la vista. La mano estaba mal vendada y esa gran mancha azul que dibujaba de forma grotesca el logo de Arlong, destrozando su perfecta y suave piel, hacía acto de presencia sin ningún pudor. Luffy no tardó en abalanzarse sobre ella, queriendo abrazarla de tal forma que solo desagradó a Law, pero ella se apartó con un simple movimiento. Tan sencillo que parecía una burla.
"¡No seas mala, Nami!" reprendió molesto Luffy, inflando los mofletes como un niño.
"Te dije que no era de tu tripulación. Que os marcharais cuanto antes..." con una voz seca, prácticamente los echaba de la isla. Law iba a intervenir, pero la fija mirada de ella taladró su persona con tal simpleza y precisión que se quedó sin saber cómo reaccionar "y tu debiste perseguir a Luffy y marcharte del East Blue. ¿No tenías ganas?"
"Deberíamos detenerte" fue lo único que supo responder Trafalgar en ese momento. "pirata"
Si hacía valer la ley en ese momento, si lograba obligarla a que estuviera a su lado... usaría la habilidad de su fruta y sus habilidades de cirujano para que lo primero fuera, sin lugar a duda, quitar aquel maldito tatuaje. Que ella luciera hermosa, como siempre, en un uniforme similar al de él.
Pero la palabra pirata se escapo de sus labios con cierto desprecio. Su asco era más que presente y, claramente, Nami lo había captado. Fue una tensión que sabía que no quería volver a vivir con ella jamás.
"Marcharos ya" sentenció ella antes de seguir su camino "escoria marina"
Law no dijo nada. No intentó retenerla. Su tono de voz, la forma en la que veía como su silueta se borraba con la oscuridad de la noche... todo era una gran antítesis de lo que él alguna vez creyó conocer. Suspiró derrotado, comprendiendo que solo había estado creyendo en un ídolo de barro que no se podía mantener. Una vez más, siendo un idiota esperando la nada.
Frustrado, sin decir a nadie a donde se marchó, se alejó de todos ellos. No podía, ni quería enfrentarlos, ya que podía ver como empezaban a sospechar con la historia que tendrían entre manos. De la misma forma, no podía contra la forma en la que, a pesar de todo, Luffy no la terminaba de creer y se marchaba a buscar pruebas de como Nami estaba con ellos.
Simplemente, Trafalgar Law necesitaba estar solo.
N.A.: El siguiente es el último cap y queda un epílogo. ¡Gracias por leer!
