A la mañana siguiente no hubo desayuno. O más bien, les sirvieron unas galletitas de agua nomás, y encima con mermelada de la más barata, marca Emeth. Era incomible. Encima les pusieron con gusto a ciruela, un vómito. El director Darín dijo que no había presupuesto para más que eso.

-Me quiero pegar un tiro en la cajeta -dijo Hermione, escupiendo su galletita con cara de asco.

-Estoy harto -dijo Harry-. Ya fue, loco. Voy a usar la guita que me heredaron mis viejos para comprarnos comida, no aguanto esto. A nosotros tres nomás, que nadie más venga a pedir porque los saco del orto.

-¡Vamoo, Harry! -Ron le empezó a dar palmadas en la espalda-. ¡Por eso sos mi amigo, chabón!

-Ay, qué generoso, Harry -Hermione se mordió el labio mientras lo miraba con cara de sexy-. Si empezás a comprarnos comida para aguantar este año capaz te puedo dar algo a cambio, ¿sabés? -y le hizo ojitos sexys.

Harry miró a Ron nervioso, pero el pibe era tan pelotudo que ni se había dado cuenta de la terrible indirecta y miraba su Instagram con cara de tarado, riéndose de un reel donde un gato le pegaba cachetazos a un pitbull.

-Bueno, voy a aprovechar que esta mañana tengo un período libre para ir a comprar unas medialunas a Atalaya con mi escoba. ¿Me acompañás, Ron?

-¿A dónde? Eso queda en la loma del orto, Harry. ¿No es yendo al Partido de la Costa?

-No seas pajero, si en escoba son cinco minutos. Nos las comemos en la clase de Historia de la Magia. ¿Dale, Hermione?

Ron lo acompañó a las puteadas.

A media mañana, se reunieron con su amiga en las mazmorras. Ella llevó su termo nuevo y el mate, y ellos las medialunas.

-Es buenísimo, porque esta clase es con los de Slytherin -dijo Harry, mientras El Dibu abría la puerta para que entraran, y mientras caminaban hasta una mesa libre.

-¿Y? -preguntó Hermione.

-Que puedo hacer esto… -Harry sacó una medialuna de la caja y se la comió delante de la jeta de Crabbe cerrando los ojos y poniendo una cara de disfrute total. Crabbe lo miró con la baba chorreándole por la pera y cara de que se quería matar.

-¡Qué ricas! ¡Ñaaammm! -dijo Ron, comiendo una con mucha cara de goce, con el brillo de la manteca chorreando por su boca. Entonces miró directo a la cámara, rompiendo la cuarta pared, con cara de modelo profesional y dijo: -¡Me encanta empezar la mañana con unas buenas medialunas de ATALAYA! ¡Las mááás ricas! (Nota del autor: ¿Qué se pensaron, que este fic se hizo por amor al arte? Amor al arte la chota, tiene como 20 publicidades).

Hermione empezó a cebar los mates y los tres comieron medialunas mientras El Dibu los saludaba sonriendo.

-¿Cómo andan, chicos? -los saludó, re buena onda-. Bueno, yo quería que me den un aula con mejor iluminación, no me gusta mucho acá abajo, pero el dire dijo que teníamos que usar el aula de Pociones porque la de esta materia estaba en la parte del edificio que colapsó durante el verano por falta de mantenimiento. Así que nada, vamos a empezar presentándonos. Después hablamos de Historia de la Magia…

El Dibu era re buena onda. Los hizo presentarse a todos, se colgó cuarenta minutos hablando de fútbol y no hicieron una mierda. Hasta se puso a tomar los mates de Hermione. Fue como si no fuera una clase, sino una charla con amigos. Para cuando salieron, Harry se sentía tan descansado como si hubiera estado en otro período libre.

-Ahora tenemos Pociones… -dijo Ron, consultando su cronograma-. Ah… Es acá mismo, cierto.

Volvieron a meterse a la misma aula y a sentarse en la misma mesa. Llegó el nuevo profesor: Guillermo Francella.

-Hola, clase -los saludó, sonriendo-. Bueno, ¿tienen todos el material, no? Hoy vamos a empezar a hacer pociones avanzadas…

-Uh, nada que ver este -se quejó Ron-. Acá sí que vamos a laburar.

Harry levantó la mano. Vio que el profe lo miraba re contento. Se acordó que Darín había dicho que a Francella le gustaba él, Harry. Tenía que aprovechar…

-¿Sí, Harry?

-Profe, Ron y yo no compramos los libros.

-¿Pensaron que no iban a cursar esta materia, Harry? ¿Por eso?

-No, pasa que nos guardamos la plata para gastarla en el negocio de Sortilegios de tu Hermana. ¿Usted no tiene alguno para prestarnos?

La sonrisa de Francella flaqueó un poco. Harry decidió que aunque le cayera bien era mejor no abusar.

-Sí, sí, está bien, claro -dijo el tipo, rascándose el bigote-. Pueden agarrar un par de libros de acá del armario, no hay drama.

Harry y Ron fueron hasta el armario y abrieron la puerta. Había dos copias del libro de texto de Pociones de sexto año ahí adentro. Una nuevita y reluciente y la otra toda hecha concha, con toda la tapa arrancada y arañada y con algo blanco chorreando…

Empezaron a matarse a las piñas, tratando de agarrar la que estaba nueva. Ron le amagó una piña en las bolas, Harry bajó las manos para cubrirse y entonces Ron ganó la pelea y se fue riéndose, con la copia nueva. Harry puteó y se llevó la otra. Volvieron con Hermione y Harry sacó un trapo para limpiar la cosa blanca que le chorreaba a su libro.

-¿Qué será esto? -dijo en voz alta, mientras abría la tapa toda rota. El libro estaba lleno de garabatos hechos con tinta por su propietario anterior. De repente volvió a largar el líquido blanco. Parecía que el mismo libro lo producía.

-…algunas de las copias más antiguas de este libro estaban encantadas -explicaba Francella a la clase en ese momento, pasando las páginas de su copia del libro, que también era nueva-, y eyaculaban cuando los tocaba un estudiante. ¿Se imaginan lo asqueroso que podía llegar a ser? Por suerte los editores corrigieron eso después de la décima edición…

Harry se quedó mirando con horror la inscripción en letras chiquitas que había en la primera hoja de su copia: Elaboración de pociones avanzadas. NOVENA EDICIÓN.

-¡Puaj! -dijo Harry, alejándose del libro tanto como pudo.

-Bueno, ¿quién sabe decirme qué hay en estos calderos?

Hermione levantó la mano al toque.

-¿Sí, señorita Granger?

-¡Es poción afrodisíaca, profe! La distingo porque su olor a pasta dental y pasto recién cortado hizo que se me moje toda la… -se puso toda roja y se quedó callada.

-¡Muy bien, Granger! Dos puntos para Gryffindor.

-¿Dos nada más? -dijo Ron en voz baja-. ¡Tacaño del orto!

-Obviamente, es ilegal darle esto a otra persona, porque eso haría que se acueste con vos enseguida para calmar la urgencia sexual, aunque no le parezcas lindo ni nada… peeeero -Francella les guiñó un ojo-, al que pueda prepararme la mejor poción de los muertos vivientes antes de que termine la hora, voy a regalarle un frasquito lleno.

-¡Joya! -dijo Crabbe, re contento, y le tiró ojitos a Hermione. Ella se tapó la boca re asqueada.

Harry enseguida pensó en Ginny y la chota se le puso dura. ¡Necesitaba ganar esa poción!

Todos se pusieron a trabajar a las chapas. Harry usó la cuchara de madera con la que tenían que revolver los calderos para correr las hojas de su libro sin que lo salpicara todo el semen. Llegó hasta la parte donde estaba explicado cómo hacer la poción que pedía el profe y se puso a leer.

Agregue dos pestañas de cualquier persona, decía la instrucción del libro. Harry se arrancó una pestaña y la tiró en el caldero. El agua se puso verde, cuando en realidad debería haber sido rosa. ¡Puta madre!

Entonces, vio que al lado el propietario anterior había escrito con tinta: Usar pestañas de algún virgo que sea muy lento con las mujeres. Preferentemente boliviano.

Harry miró al lado.

-Che, Ron… Tenés algo acá, vení -se hizo el boludo y le arrancó como cinco pestañas del ojo.

-¡Ay! ¡Hijo de puta!

-Ja, ja, eso te pasa por quedarte con la copia que no larga wasca.

Harry tiró las pestañas de Ron en el caldero, y al toque la poción se puso de un color rosa perfecto.

-¡Joya! -dijo Harry, re contento. Hermione se asomó para mirar en su caldero y puso alta cara de orto.

-¡¿Cómo lograste eso?! ¡La mía se puso roja!

-Tenés que usar pestañas de un boliviano virgo -le explicó Harry-. Si querés te presto alguna de Ron, me sobraron como tres.

-¡No! ¡Las instrucciones dicen específicamente que pueden ser de cualquier persona!

-Bueno, chupala.

-¿Qué cosa? ¿Ese maní?

-Sí, sí, ya vas a querer este maní cuando tengas hambre y te sirvan galletitas de agua.

-¿Me dejás hacer el trabajo en paz, Harry?

-¿Qué pasa? -preguntó Ron, asomándose con el ojo re calvo de pestañas.

-Nada, nada…

Harry volvió a concentrarse en su poción y siguió haciendo todo lo que decían las instrucciones escritas por el propietario anterior. A donde decía agregar un manojo de pétalos disecados de belladona, había agregado una nota que decía rascarse un huevo con la mano antes de agarrarlos. Si queda con algún canuto, mejor. Harry se metió la mano en el pantalón y se rascó un huevo. Después usó esa misma mano para tirar los pétalos de belladona.

Hermione lo miraba con cara de asco.

-¿Qué estás haciendo, Harry?

-Mejoro mi poción.

-¿Qué es eso que le pusiste? -al ver que había un pelo de los huevos de Harry flotando en la superficie, Hermione quedó boquiabierta y con cara de horror.

-Dale, no te hagas -le dijo Harry-. Ya vas a tener uno de estos en la boca cuando quieras comida…

-¡Qué asco, Harry!

-¿Qué dicen? -preguntó Ron, acercándose a escuchar.

-Nada, nada…

Cuando Harry terminó, su poción quedó recontra perfecta, tanto que Francella casi se cae de culo cuando la vio.

-¡Es perfecta! -dijo el profe, impresionadísimo-. Tan perfecta que una sola gota de esto podría matar a un estudiante… A ver, Crabbe, vení para acá.

Le metió una gota de la poción a Crabbe en la boca a la fuerza, y el pibe empezó a ahogarse y a convulsionar y al toque cayó muerto al piso. Francella largó una carcajada y aplaudió. Goyle se tiró junto al cadáver y empezó a llorar a gritos, pero Malfoy no les daba ni bola. Estaba re en otra, re misterioso, mirando para otro lado…

-¡Impresionante! -decía Francella, sin dejar de aplaudir-. Sin dudas, Harry, te lo tenés más que merecido.

Y le pasó un frasquito con la poción afrodisíaca. La cara de orto de Hermione era monumental.

-¡Usala bien, ¿tamo?! Y si llegás a usarla en Julieta Prandi invitame. ¡JA, JA, JA!

Volvió a aplaudir mientras se cagaba de risa. Harry pasó sonriente sobre el cadáver de Crabbe para agarrar sus cosas y guardarlas en la mochila. Ya había sonado la campana y todos empezaron a irse del aula.

Sintiéndose re feliz por todo ese éxito y por la envidia de Hermione, que había sido desplazada por él como la mejor de la clase por primera vez en la vida, Harry vio que en el interior de la portada de su libro había algo escrito con tinta, que no había visto antes:

Este libro es propiedad del Pibe Mestizo... Sí, exacto, esta historia se titula en base a mí. Soy re poronga, gil. Y no vas a descubrir quién soy hasta el puto final, salame. Quedate con las ganas, gil de mierda.

¡ZAS! Mientras lo leía, un chorro de semen saltó del libro y le dio directo en el ojo.

-Harry, ¿podés quedarte un segundo? -escuchó que le preguntaba el profe cuando todos estaban saliendo al pasillo de afuera.

Harry se acercó a la mesa de Francella.

-Sí, profe, dígame.

-Muy impresionante tu poción, Harry, sin lugar a dudas…

-Muchas gracias, profe.

-¿Alguna vez te conté que tu mamá fue alumna mía?

-No, profe -Harry se quedó pensativo-. Creo que nunca hablé con usted antes.

-Lily Evans… -Guillermo Francella se quedó pensativo, como recordando tiempos pasados-. Qué bien tiraba la goma…

Harry quedó boquiabierto.

-Me acuerdo que un día me regaló un pececito, Lily -dijo Francella, que estaba bastante gordo y los botones de la camisa estaban todos tensos-. Flotaba en una pecera. Un encantamiento hermoso… Tu mamá tenía la habilidad única de meter hasta cincuenta gramos de merca adentro de un pez y te lo mandaba con un encantamiento indetectable hasta tu despacho. El Ministerio no la agarró nunca…

Harry abrió grandes los ojos.

-Ella llegó a mi muro de favoritos -Guille señaló un muro atrás de su escritorio donde había fotos de antiguos alumnos de Hogwarts, en blanco y negro, que se movían solas mediante magia-. Solo los mejores de mis alumnos terminaron acá. Mirá, acercate, acá está tu vieja.

Harry casi pega un grito al ver una foto en movimiento de su mamá completamente desnuda y en cuatro patas rodeada de unos siete u ocho hombres adultos desnudos, que se masturbaban alrededor de ella.

-¡Por Merlín! -gritó Harry.

-¡Uy, perdón! -Francella apuntó al muro de fotos con su varita y todas las fotos cambiaron de golpe, volviéndose otra cosa-. Me olvidé de poner el encantamiento de ocultamiento, ja, ja, ja. Mirá, esta de acá te quería mostrar.

Harry vio ahora a su mamá en una de las fotos, esta vez con ropa, por suerte, al lado de un Guillermo Francella mucho más joven, más o menos de la época de Naranja y Media. Sonreían al lado de un caldero lleno de alguna poción.

El profesor sonreía mientras miraba la foto.

-Esa poción la hizo ella, Harry -le explicó-. Era una alumna verdaderamente brillante… No sabés como pegó esa mierda que hizo. Después de consumir unas gotas entre los dos terminamos viendo duendes de colores por una semana y haciendo angelitos en el piso del Gran Salón durante el desayuno, riéndonos como histéricos. Nadie entendía qué nos pasaba. Fue un viaje de la re puta madre. No digo que de tu madre, Harry, aunque sí, era medio puta la verdad.

Harry estaba cada vez más incómodo con la charla.

-Vos sos igual a tu viejo, Harry, ¿sabías?

-Sí, me dijeron…

-Excepto el culo. Tenés el culo de tu vieja.

-Sí, me dijeron…

-Todo paradito y firme. Qué lindo… -Fracella se quedó mirándole el culo a Harry-. Igual al de Lily… Qué buen ojete tenía, cómo me gustaba apretárselo bien duro. Qué bien soplaba la quena esa hija de puta…

Harry se quedó horrorizado.

-Qué recuerdos, qué tiempos… -decía el profe, dándole palmaditas en el hombro a Harry-. Acá están otros de mis favoritos… Ahí está Luisana Lopilato, por ejemplo, cuando estudió en Hogwarts. Una de mis alumnas favoritas. No era especialmente inteligente ni hábil con las pociones, ni nada así, pero qué bien que amasaba el guanaco…

Harry frunció el entrecejo y miró al profesor con esa cara de espanto.

-El "club de los favoritos del Guille" -repitió Francella, en voz baja, sin dejar de sonreír así-. Solo los mejores podían entrar ahí. Solo los mejores alumnos. Teníamos reuniones muy íntimas, se armaba cada orgía ahí, ja, ja... Tenían que tener algún pariente famoso, o ser hijos de alguien importante para poder entrar. O, como tu vieja, ser muy, muy buenos sacudiendo el ganso…

Se quedó mirando una foto de la familia Black.

-Tuve la suerte de enseñarle a Regulus Black, por ejemplo. No pude tener a Sirius. Una lástima -hablaba de sus ex alumnos como si fueran objetos coleccionables-. Dicen que Sirius era excelente tirando la goma… Me enteré que murió hace poco también, pobre. Siempre creí en su inocencia. Siempre los buenos mueren jóvenes, qué lástima. Y tirando tan bien la goma…

Harry se tapó la cara con una mano, incómodo.

-En fin, Harry. Quiero que seas parte del selecto "club de los favoritos del Guille". ¿Qué decís?

-¿Tengo que tirar… alguna goma? -preguntó él, nervioso.

-No, no, eso era antes -el profe largó una risa-. Ahora ya no está permitido. Hubo muchas denuncias. Pero me gustaría que vengas a una velada de bienvenida que voy a dar el próximo sábado. ¿Qué decís? A las ocho de la noche en mi despacho. Voy a invitar a mis alumnos favoritos de este año para que lo pasemos bien y comamos algo rico. Sé que el presupuesto del cole está medio caído este año, así que va a venirles bien comer algo distinto. Voy a pagarlo yo mismo…

-¡De una! -dijo Harry, re contento-. ¿Va a haber asado?

-No, eso es de negros, Harry -dijo Francella-. Esta es una reunión de categoría alta, ¿entendés? Vos tenés que ser parte de una clase más alta de magos. Capaz venga Mirtha Legrand, voy a preguntarle. Es alta gama esto, ponete alguna pilcha que esté buena, no vayas a usar ropa de Once o de Flores, no seas croto. Vamos a comer caviar y langosta ahumada, y a hablar sobre los últimos partidos del torneo de polo de magos de esta temporada.

-Ah, bueno… -al menos iba a ser mejor que la comida del Gran Salón-. ¿Pueden ir mis amigos?

-Sí, podés invitar a la chica Granger -dijo él-. Me parece que es una alumna muy inteligente… Y si estuviéramos en los noventa, me encantaría ver cómo tira la goma…

-¿Y Ron?

-¿El bolita? No, ese no. Qué asco. Me repugnan los bolitas. Bueno, Harry, nos vemos el sábado entonces.

Y el profe se fue caminando re tranqueta para la puerta.

Harry no pudo evitar sentir que Guillermo Francella era un poco pedófilo y Nazi. Aunque después de haber conocido a Tinelli en primer año y descubrir que era el gran villano del mundo mágico entonces, ya nada le sorprendía, la verdad.

Esa noche Harry se sentó al lado de Hermione en el Gran Salón para la cena.

-¿Y Ron? -preguntó ella.

-Está cagando. Dijo que tenía para rato. Las lentejas de anoche…

Hermione asintió. Miraba toda miserable la comida que les habían servido en las mesas, que estaban todas viejas y rayadas y escritas con liquid paper: un cacho de osobuco todo frío y reseco con más lentejas. ¿Otra vez?

-Menos mal que traje esto -le susurró Harry a Hermione, y puso encima de la mesa una caja de pizza. Todos los demás en la mesa miraron con una re envidia. -Solo para nosotros, obvio.

Hermione se quedó mirando cómo Harry comía, pero ella no agarró.

-¿Pogg qué no agarrás? -le preguntó él, con toda la boca llena de pizza.

Ella se acercó para que los demás no escucharan.

-No voy a comer más tu comida, Harry.

Parecía enojada. La puta madre…

-¿Pogg qué no? -en ese corto tramo de charla Harry ya iba por la segunda.

-¡Porque no me gustó lo que me dijiste en la clase! -susurró ella en voz muy baja-. ¡Sos un… un machista!

-¿Qué? -Harry quedó boquiabierto con la comida toda a la vista, y ella miró para otro lado con asco-. ¿Qué decís, flaca? Vos fuiste la que me tiró ese comentario, ¿no te acordás? Me dijiste eso de que si yo compraba la comida vos podías "darme algo a cambio", ¿no?

-¡Sos un pelotudo! ¡Hombres! -y la piba se levantó y se fue re caliente.

-¿Quién mierda las entiende, loco? -dijo Harry en voz alta mientras se agarraba la tercera. Se puso a buscar a Ginny con la mirada para ficharle el ojete, pero no estaba por ahí. Entonces vio otro ojete, pero era de otra mina distinta. Parece que Katie Bell iba para donde estaba él.

-¿Qué hacés, Harry? -preguntó la piba, sentándose al lado de él.

-Buenas… -Harry agarró la cuarta. Si la flaca esta venía a manguearle pizza, la sacaba del orto.

-Escuchame, tenemos que armar el equipo de Quidditch de este año, y vos sos el capitán.

-¿Deggsde cuándo?

-Desde ahora que te estoy diciendo yo. Estaba en el testamento de Dumbledore, por lo que me dijeron. Decía que vos quedabas como capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor y yo me quedaba con su casa y toda su fortuna de Garpandotts. Felicidades.

-¿Quién revisó ese testamento?

-Mi mamá. Labura en el poder judicial. Re generoso el viejo, ¿no? Ni lo conocía yo. En fin, ¿vas a hacer unas pruebas, no? Para elegir a los pibes del equipo.

-Ya fue, Katie -Harry tragó-. Vos vas de Cazadora, yo de Buscador, y lo mando al gil de Ron al arco.

-¿Qué hablan? -preguntó Ron, que acababa de llegar y se sentó al lado de Harry.

-¡No, Harry! ¡Tenés que hacer pruebas! -dijo Katie.

-¿Por?

-¡Porque si no es re obvio! Vos hacé las pruebas y les tiramos maleficios confundus a los que no nos gusten y listo, fue. Pero tiene que parecer como que las hicimos.

-¡Ahh, ya entendí! -Harry llevaba dieciséis años viviendo en Argentina, así que ya la tenía clara con esas movidas truchas.

Quedaron en que hacían las pruebas el sábado a la tarde.

-Tengo que decirle a Ginny… -dijo Harry, buscando con la mirada. Se puso a pensar si capaz podía enchufarle algo de la poción afrodisíaca durante las pruebas para que le tirara la goma en los vestuarios o algo así. Tenía que perder la virginidad cuanto antes. Era lo principal este año.

-¿Y Heggmione? -preguntó Ron con toda la boca llena.

-Mepa que se hizo feminista. Todos sabíamos que era cuestión de tiempo para que pasara. En cualquier momento viene y nos dice que…

-¡Acabo de crear la P.E.D.O.! -anunció Hermione, reapareciendo de repente al lado de ellos.

-Acá está… -Harry revoleó los ojos.

-¿La qué? -preguntó Ron.

-¡La P.E.D.O.! Mi nueva asociación.

-¿No habías hecho ya una con esas siglas? -preguntó Harry.

-Esta es nueva -dijo ella, poniendo delante de ellos unas insignias con el símbolo femenino ese de un círculo y dos palitos-. Significa "Persones Empoderades para la Defensa Ovárica".

-Me imaginaba… -Harry revoleó los ojos de nuevo.

-¿Querés asociarte, Ron?

-¿Qué hay que hacer? -preguntó él, con la boca llena de pizza.

-Primero que nada, nos negamos rotundamente a comer la comida de Harry, ya que viene de un concepto machista…

-Paso -dijo Ron, agarrando otra pizza-. Yo quieggo comegg.

-¡Bueno, chupame la concha entonces, Ron!

-Eso sí no tengo drama, si querés…

Pero la flaca ya se había ido a la mierda, re caliente.

-Uh, Harry, ¿por qué la hiciste enojar? -protestó Ron después de tragar la cuarta pizza-. ¿No te das cuenta que tengo que perder la virginidad lo antes posible?

-Yo también, boludo, ¿pero qué culpa tengo? Ella es la feminazi, se enojó porque le dije no sé qué mierda en clase. Qué la chupe.

-No, boludo, no la va a chupar. Ese es el problema.

-¿Sabes qué? Ahora que pienso, esto debe ser todo por mi libro del Pibe…

-¿Pibe? ¿Qué pibe?

-No, pibe no, Ron. "Pibe", con mayúsculas.

-¿Eh?

-Que lo digas con mayúsculas, pelotudo.

-¿Y cómo carajo sabés vos si yo lo dije con mayúsculas o no?

-Porque todo esto es un texto escrito, pelotudo. ¿No ves? Mirá, acá hay una coma, y acá hay dos puntos: y acá un punto y coma; ¿entendés?

-Ahh, posta, sí. No me había fijado. Qué flash, boludo.

-Cuchame, para mí Hermione está envidiosa porque como tengo el libro del Pibe ahora la voy a re superar en Pociones, voy a ser el más capo.

-¿El más-caporongas? Mirá, Harry, ¿lo escribí bien eso? ¿Con los guiones?

-No sé, para mí era máscaporongas, así en cursiva. Pero ya fue.

Entonces apareció una nenita de primero corriendo a ver a Harry.

-Basta, loco, no pienso convidarle pizza a nadie -le dijo Harry, re ortiva-. Queda una sola y me la voy a comer yo. Si tenés hambre comete a tu lechuza, nenita de mierda. ¿Qué te pensabas que iba a ser todo color de rosas el mundo de la magia? ¡NO! ¡EL MUNDO MÁGICO ES UNA MIERDA! ¡ES DORMIR EN UNA CAMA TODA LLENA DE HUMEDAD, CON ARAÑAS EN LA CAMA, COMIENDO UN PEDAZO DE CARNE TODA FRÍA BIEN DE MIERDA TODA RANCIA, MIENTRAS LOS PROFESORES TE PUTEAN Y TE PUTEAN Y TE TRATAN COMO ESCLAVO Y TE NEGREAN Y TE ESCUPEN EN LA CARA! ¡HACETE LA IDEA NENITA SI VAS A ESTUDIAR ACÁ, ¿ENTENDISTE?!

Harry se había re sacado. La pibita se quedó con todos los ojos llenos de lágrimas.

-Me mandó el director Darín a darte este mensaje -dijo llorando, le dio un pedacito de papel y se fue corriendo y llorando.

-Ah… -Harry abrió el papel y lo leyó:

Hola, Harry. Soy yo… Ricardo Darín. Quizás me recuerdes de películas como El secreto de sus ojos, ganadora del Óscar, y Un cuento chino, ganadora de una Tanga de Plata en el festival de cine de Villa Domínico. Quería desearte que estés teniendo una buena primera semana de clases. Me gustaría que el sábado a la noche vengas a mi despacho para unas clases personales… No quiero darte más detalles por este medio, pero voy a prepararte para algo mucho más importante que lo que vas a ver en tus clases normales… Llevá lubricante si tenés. Y vení solo.

-No puede ser… Me quieren culiar todos los profesores.

La nota seguía:

El sábado a la noche me pareció un buen momento porque va a haber una fiesta enorme en el Gran Salón para celebrar el inicio de clases, va a ir todo el colegio y la van a pasar re bien. Es un buen momento para que nadie nos moleste y puedas venir a mi oscuro despacho vos solo, a estas clases personalizadas de cinco horas de duración conmigo mientras los demás no molestan. Saludos, Ricardo.

-¡Hijo de puta!

-Re bien, amigo, ¿el sábado hay joda entonces? -dijo Ron, leyendo la nota-. Buenísimo.

-¡Yo no voy a poder ir!

-Yo tampoco, porque me llegó la invitación a la cena de Francella -dijo Hermione, que de la nada estaba al lado de ellos de nuevo.

-¿Qué hacés acá? ¿No te habías ido enojada?

-Tengo mis propias formas de luchar contra el poder machista que pelearme con perejiles como ustedes dos. En fin, el sábado voy a ir a la cena de Francella. Vos no vas a poder ir, Harry, por lo que veo. Y vos Ron tampoco, ¿no? Porque no te invitó.

-No… -Ron la miró y pareció que se ponía todo nervioso-. Pero hay una fiesta acá y… bueno, acá, en el Gran Salón, y… bueno, estemm…

Harry miraba al uno y al otro. ¿Ron iba a ponerle huevos por una vez en su vida e invitar a Hermione a ir a esa fiesta con él?

-Y bueno… yo…

-¿Vos qué? -le preguntó Hermione, abriéndose un poco el botón del escote de la remera, encima de las gomas, re provocativa.

-No, nada, que me parece que me toca bañarme justo ese día. Qué bajón, ¿no? No me va a quedar otra, ja, ja -tiró una risita re nerviosa y Harry se dio una palmada en la cara. Sentía vergüenza ajena. ¡Qué pibe pelotudo!

-Sí, bueno, me voy a ver quién me acompaña a la de Francella entonces -dijo Hermione con la re cara de cansancio, y se fue al carajo.

-Sos un pelotudo…

-¡Ya sé, ya sé! -dijo Ron, que se quería morir-. No me rompas las pelotas, Harry.

-¿Tanto te cuesta…?

-¡No te veo a vos invitando a Ginny a ningún lado!

-A mí me quieren culear todos los profesores, no voy a poder ir a lo de Francella porque Darín me hace ir al despacho de él a no sé qué mierda… Falta que aparezca acá Yayo y me cante "Te voy a romper el orto".

-Sí, sí, todo excusas. Le podrías decir de hacer algo mañana a Ginny, no hace falta que sea el sábado. Mirá, allá está.

-¿Qué? ¡Me voy a la mierda!

Harry agarró su mochila y se fue corriendo.

Esa noche, en su cama, Harry ojeaba el Mapa del Vigilante. ¿Dónde estaría Malfoy? Podía ver a Neville en el baño de hombres hacía una hora, seguramente clavándose una paja; a Pansy Parkinson en el dormitorio de Blaise Zabini, los dos solos… Pero Malfoy no estaba en ningún lado de las mazmorras, ni tampoco en ningún otro lado. ¿Dónde estaba? ¿Dónde…?

Se escuchó un ruido como una explosión atómica. Ron se acababa de tirar un pedo monstruoso que pareció rajarle todo el ojete y abrirle los cachetes del orto de lado a lado. Encima terminó con un ruidito líquido como si hubiera salido con sorpresa.

Seamus y Dean saltaron al mismo tiempo, re calientes:

-¡WEASLEY Y LA RECONCHA BIEN PELUDA DE LA GORDA PUTA DE TU VIEJA!

Ron se cagaba de risa.