Mimi despertó en medio de la noche, sobresaltada y con la respiración agitada. Tuvo un mal sueño que no consiguió recordar pero que la dejó con una horrible sensación.
A su lado alguien dormía, pero cuando se dio cuenta de que no era quien creía, se largó a llorar.
—Mimi. Mimi, ¿qué pasa? —le preguntó Sora.
La castaña trató de contener el llanto para responder:
—Es que… ¡pensé que eras Yamato!
Y siguió llorando.
Sora se quedó abrazándola hasta que se calmó.
La noche anterior, Mimi le había pedido a Sora que durmiera con ella porque se sentía triste. Habían empezado a vivir juntas desde hacía una semana, y desde su ruptura con Yamato ya habían transcurrido poco más de dos meses.
Muchas cosas habían pasado desde entonces.
Mimi tuvo un novio guapo y famoso, un trabajo muy bien remunerado y gozaba de una gran popularidad, y lo había perdido todo.
Cuando trabajó como idol todo era fácil: cantar, bailar y hacer presentaciones delante de un gran público no le costaba en lo absoluto, y había conseguido adaptarse a las rigurosas rutinas y ensayos. Y si bien hubo una parte de su séquito de fans que se ofendió con la noticia, la mayor parte celebraron que Mimi tuviera una relación con Yamato porque sencillamente lucían perfectos juntos. Tuvieron sesiones fotográficas para revistas, dieron una entrevista como pareja y hasta grabaron un comercial para la televisión. Parecía estar viviendo una película.
Pero todo se derrumbó cuando descubrieron a Yamato besándose con una desconocida en el camarín. Mimi aún no entendía por qué él la había engañado, pero estaba demasiado dolida como para pedirle explicaciones.
Después de que Yamato terminara internado por su intento de suicidio, Mimi se dio cuenta de que Sora tenía razón al decir que él estaba mal, y ambas hicieron las paces. Mentiría si dijera que no le guardaba rencor a su ex, pero era lo bastante humana como para sentir compasión por él.
Entonces, un día, en medio de una presentación de su grupo de idols, estalló una bomba detrás del escenario. La explosión dejó heridas a cinco de sus compañeras y con secuelas psicológicas a cada una de las veinticuatro integrantes. Desde entonces, Mimi estaba en constante estado de alerta y tenía problemas para dormir. Sora le había recomendado ir a terapia, pero aún no se había decidido a dar el paso. Además, sabía que Yamato estaba en tratamiento y no quería estar en una situación similar a la de él.
—Pero Mimi —le insistió Sora—, tu calidad de vida ha empeorado desde que pasó… tú sabes.
—No es para tanto…
—Desde que vivimos juntas no has dormido bien ni una sola noche.
—¿Cómo lo sabes? Solo dormimos juntas ayer.
—Te he escuchado llorar y gritar.
Tachikawa puso cara de "¡me atraparon!". Sin embargo, replicó:
—Y si sabías que estaba durmiendo mal, ¿por qué no fuiste a verme?
—Mimi, no tienes 5 años.
La castaña infló las mejillas, molesta.
En ese momento, Sora se puso muy seria, se levantó del sillón y le dijo firmemente, penetrándola con la mirada:
—Mimi, tú y yo somos muy buenas amigas, pero empezar a vivir juntas fue una decisión que tomamos para compartir gastos y que pudiéramos empezar a hacer nuestras vidas como adultas. Puedo apoyarte y aconsejarte, pero no estoy aquí para reemplazar a tus padres, y el haber estudiado psicología no me obliga a comportarme como tu terapeuta.
Y así, sintiéndose como una niña regañada, prefirió salir a dar un paseo.
Se sentó en la banca de una plaza a mirar el paisaje.
Nunca se había planteado qué haría con su vida a futuro. Siempre lo tuvo todo tan fácil… pero el estilo de vida tan despreocupado que solía llevar ya no era viable. No se sentía capaz de volver a pisar un escenario, al poner un pie en uno de esos automáticamente recordaría la explosión, parte de la escenografía cayéndose a pedazos, el pitido en los oídos, la conmoción, los gritos, el miedo que sintió de morir ahí mismo…
Se masajeó las sienes y respiró hondo, tratando de aliviar la horrible sensación que la invadía al evocar ese suceso.
Además, las carreras de las idols siempre son cortas, después sí o sí tienen que dedicarse a otra cosa, usualmente relacionado con el mundo del espectáculo, y si no quería terminar trabajando como actriz porno, lo mejor que podía hacer era pensar pronto a qué más se podía dedicar. Mientras tanto, sobreviviría con los cuantiosos ahorros que tenía.
A su mente vinieron imágenes y sensaciones de lo ocurrido anoche. Confundió a Sora con Yamato porque ya había tenido varias oportunidades de dormir a su lado con anterioridad, y aprovecharon de hacer muchas travesuras en el departamento de él.
La unión física con Yamato se sintió espectacular, pero más allá de eso, ¿qué fue lo que los juntó?
Recordaba haberlo visto en un concierto y haberse preguntado cómo no se dio cuenta antes de lo guapo, sensual y talentoso que era.
Empezaron con un coqueteo casual, tuvieron un par de citas y a las pocas semanas ya habían formalizado su relación. Todo parecía ir bien, hasta que él decidió traicionarla.
¿Quizás había algo que ella no podía ver, algo que él sí sintió, pero nunca se lo dijo?
De pronto, sonó su teléfono celular. Era Miyako.
—¿Estás libre ahora?
—Sí, ¿por qué?
—Es que tengo un vestido de fiesta, pero no tengo zapatos que combinen.
—¡Veámonos de inmediato!
—¡Sabía que podía contar contigo!
—Estoy en el parque Yoyogi, cerca de Shibuya.
—Y yo estoy a dos estaciones.
Después de haber comprado más de lo que tenían presupuestado, fueron a tomar un helado.
—¿Y cómo te va con Ken?
Miyako rio, nerviosa.
—Estamos bien. Ayer pasé la noche en su departamento y nos quedamos viendo películas hasta tarde.
—¿Solo vieron películas? —preguntó con una mirada sugerente.
—Este… —murmuró, avergonzada. Mimi rio.
—¿Y en la universidad qué tal?
—¡Ah! Estamos trabajando en un proyecto, y Koushiro nos está asesorando.
Miyako le contó de qué iba, y pese a que Mimi no entendía mucho de informática, le alegraba ver a su amiga hablando sobre algo que le apasionaba.
—A todo esto, supe que estás viviendo con Sora.
—¡Sí! Desde hace una semana.
—Me alegra que puedas estar acompañada, sobre todo después de lo que te pasó.
—Sí… bueno, todavía tengo que ver a qué me voy a dedicar de ahora en adelante.
—Me gustaría darte alguna idea, pero mi área de estudio no está relacionada con lo tuyo.
—No te preocupes, algo encontraré.
—Seguro que sí, porque eres supertalentosa, genial y maravillosa —la elogió con los ojos brillando de emoción.
—¡Pero por supuesto! —declaró. Mimi siempre aceptaba de buena gana los cumplidos.
Cuando volvió a casa, Sora estaba platicando por teléfono con alguien.
—Te llamo más tarde —dijo, y cortó de inmediato.
—¿Y eso? —preguntó Mimi, suspicaz.
—Lo siento, era Yamato.
Hizo una mueca de indignación, pero respiró hondo y se calmó.
—¿Cómo está? —quiso saber. Sora abrió los ojos y levantó las cejas, sorprendida de que su amiga preguntara por él.
—Mejor. Dice que le está yendo bien en terapia y que está tratando de dejar los vicios.
Tachikawa guardó silencio.
—Lamento haber sido tan dura contigo esta mañana —se disculpó Takenouchi.
—No, perdóname a mí por estar tan centrada en mí misma. No quiero aprovecharme de tu buena voluntad.
Sora sonrió y se acercó a abrazar a Mimi, quien correspondió el abrazo afectuosamente.
—Iré a terapia —declaró—. Es lo mejor que puedo hacer si quiero rehacer mi vida.
—Y lo lograrás —afirmó la pelirroja, mirándola a los ojos con cariño y esperanza.
