Capítulo 47

Sookie terminó de limpiar la herida en la sien izquierda de Alcide, dejando la gasa sucia en la mesa de la cocina junto con el antiséptico.

-Pues ya está. ¿Seguro que estás bien como para conducir, Alcide?

-Sí, de verdad. Gracias, Sook. Será mejor que me marche ya y te deje descansar. Despídeme de Lil, no creo que quiera ver a nadie.

-Lo haré. Gracias por la ayuda, Alcide. Estaremos en contacto. Ten mucho cuidado.

-Vosotras también.

La camarera le regaló una leve sonrisa, abrazándolo como despedida antes de acompañarlo a la puerta en silencio. En cuanto la camarera cerró, quedándose sola, suspiró con pesadez apoyada contra la madera, dirigiendo sus ojos hacia las escaleras. Tocaba la peor parte de todas.

Subió lentamente hasta el segundo piso, dirigiéndose a la habitación que ocupaba su prima, encontrando la puerta entornada. Sookie sujetó el pomo, y con suavidad nombró a la morena tras tomar aire con profundidad, hablándola al saber que estaba despierta, aunque fingiera dormir.

-Lil… ¿Estás bien? ¿Quieres hablar?

-Estoy bien, Sook. Vete a dormir.

-Está bien. Buenas noches. Si me necesitas, ya sabes dónde estoy. -Susurró la rubia con un terrible malestar interno, sabiendo que para nada estaba bien.

Sookie abandonó despacio el umbral del dormitorio, concediéndole a la chica la soledad que precisaba, sintiendo como Lil poco después lloraba amargamente contra su almohada.


Lil no podía dormir, a pesar de las horas transcurridas de aquella horrible noche que parecía no tener fin.

Le había costado dejar de llorar, pero cuando lo había logrado finalmente, desahogando su frustración y el dolor, su cerebro tomó el control de la situación, haciendo que pensara sólo en una cosa, aquella que más de una vez había rondado su mente: olvidarse para siempre de Eric Northman.

Todos, incluida ella misma, habían sabido que no era buena idea enamorarse de alguien como él, de un vampiro alejado de todos los puntos en común que podrían tener. Aquellas palabras del rubio le habían servido para despertar, para entender que él no podría quererla.

La joven se sentía muy idiota por haber albergado esperanzas de que él pudiera amarla; pero lo había dejado claro, era solo un medio para alcanzar sus objetivos, algo que utilizar en su favor, y un mero capricho sexual. Embaucarla había sido tan sencillo…

Lil retuvo nuevamente las ganas de llorar, cansada de aquello, y se juró en aquel mismo momento que nunca más volvería a ser tan idiota ni a sufrir por alguien tan ruin como aquel vampiro.


Eric atravesó las puertas del amplio despacho de la cúpula de vampiros de la alta esfera, sabiendo que aquella vez la negociación sería más difícil y humillante, dadas las circunstancias. Apretando los puños cruzó el umbral, observando que sólo le esperaba Flanagan.

La vampiresa dejó de prestarle atención a sus papeles y buscó la mirada del rubio, quien no se sentó, quedando anclado al otro extremo de la mesa. La rubia habló con frialdad, de forma escueta.

-¿Y bien?

-Se nos escapó. Intentamos usar a su bruja de cebo para atraerlo y realizar el hechizo, pero la cosa se complicó y huyeron.

-Muy bien -agregó con ironía, no demostrando sorpresa-, pasamos a encargarnos nosotros. Mataremos al puto hada y a sus aliados, y se acabará esta locura.

-No podréis acercaros mientras la bruja lo acompañe. Es muy poderosa y no van a separarse después de lo de anoche.

-Pues nos ocuparemos primero de ella, Northman, pero esto te ha quedado grande. -Replicó con firmeza y enfado, levantándose de su asiento, hablando con tono frío mientras se acercaba a Eric. -A partir de ahora tú sólo obedecerás órdenes, en eso quedamos si fallabas. Iremos a por la bruja, y luego mataremos al hada para asegurarnos de que nunca más vuelve a jodernos, nada de hechizos. Tu nueva misión es decirle a tus brujas que van a tener que colaborar para que podamos encontrar a esos cabrones de nuevo, y si fallas, iremos nosotros a convencerlas de la forma que sea necesaria.

-Ese no era el trato.

-Tampoco lo era el que tú y tu grupito la cagarais tanto, complicando más el asunto.

-Sí hacéis daño a alguno de mis aliados, se acabará la cordialidad entre nosotros, Flanagan. Ya has visto de lo que soy capaz. -Amenazó con tono gutural, escudriñando los ojos de la vampiresa, la cual no parecía achantarse.

-Pues haz que colaboren. También sabes de lo que somos capaces. Te doy 24 horas. No podemos alargar esto más.

Eric apretó la mandíbula controlando su ira, para después girar sobre sus talones y salir del despacho, maldiciendo interiormente.

Nada más salir del edificio, el vikingo sacó su móvil para llamar a Sookie. La mujer respondió poco después con un tono no muy convencido.

-Hola, ¿ocurre algo?

-Tengo que hablar con Lil. Flanagan y su equipo van a ocuparse de matar a Earl y su bruja, y necesitan ayuda mágica para localizarlos y contenerlos. No puede negarse o le harán daño.

-Pues lo veo complicado. No creo que quiera hablar contigo, fuiste un cabrón muy cruel anoche. -Sentenció la camarera con firmeza, exasperando al rubio, quien desde luego lo sabía.

-Lo sé, estaba enfadado y me disculparé, pero esto no es una broma. Esa gente no está marcándose un farol, Sookie.

-Ya… Puedes intentarlo. Está trabajando, no tardará en salir del Merlotte. Si no cede hablaré después con ella. -Agregó con tono menos cortante, sabiendo que no había alternativa.

Eric respondió con un simple gracias antes de colgar, volando desde su posición para dirigirse al bar del pueblo.


Lil salió del Merlotte tras terminar su turno pasada la medianoche, caminando hacia su coche mientras buscaba las llaves en su pequeña mochila, pero se detuvo en cuanto sintió los pensamientos y emociones de Eric.

Al alzar la vista y verlo apoyado en el capó de su coche, la camarera cambió el semblante, quedándose anclada en el lugar sin saber reaccionar. Lo último que quería era verlo. Haciendo un terrible esfuerzo por permanecer impasible, avanzó hacia el vehículo, hablando fríamente al llegar a la posición.

-Te pediría que hicieras el favor de apartarte de mi coche, quiero irme a casa.

-Tengo que hablar contigo, y es importante. Tu vida corre peligro si no me escuchas, Lil. -Agregó cuando ella continuó ignorándolo, haciendo que respondiera rápido, con indiferencia.

-Has dejado claro que eso te importa una mierda, así que no vengas a contarme cuentos, ¿qué coño quieres?

-Lo que queda de autoridad vampírica va a ir a por Earl y su bruja; van a matarlos, y necesitan que Madeleine y tú los ayudéis con vuestra magia. Si te niegas has dejado muy claro que harán lo que sea para que entres en razón, y van en serio, no respetarán el trato que hice con ellos.

-Está bien, ayudaré a Madelein, pero no por vosotros. Dile a tu gente que no voy a matar a nadie; yo también tengo condiciones. Haremos el hechizo para retenerlo, y no saldrá nunca más, pero no voy a ayudar a matarlo.

-Intentaré que accedan, pero te recomiendo que no te pases de lista con ellos.

-Pues todo claro; ahora apártate, quiero irme. -Dijo ignorando el último comentario de Eric, quien habló con un nuevo tono, más suave, mirándola a los ojos.

-Siento lo que te dije anoche. Estaba cabreado y perdí el control. No pienso lo que dije. Me importas, Lil.

-Acepto tus disculpas, y seguiré trabajando contigo si hay necesidad, Eric. No obstante, he decidido que esto que tenemos entre nosotros, sea lo que sea, se acabó. Una vez me dijiste que te si te decía que te alejaras, entonces lo harías. Ese momento ha llegado: quiero que te alejes y olvidarme de ti, y que este absurdo se acabe de una vez. No tiene sentido continuar con algo que jamás tendrá futuro.

Eric se quedó inmóvil, contemplando y sintiendo la decisión de sus palabras mientras sostenía aquella mirada fría, luchando por controlar sus emociones y no dejar que notara que aquello le dolía.

-Está bien, así será, Lil. -Concluyó tras un breve silencio, despidiéndose con un gesto de cabeza, para después salir volando del lugar.